Creepypasta: John el fetichista (REMAKE).

                       

Las clases de la señorita Mika eran las mas graciosas según los estudiantes. Ella era una profesora que enseñaba bien la historia pero también era una racista de mucho cuidado. Mika siempre soltaba perlitas cuando hablaba del pasado, la última vez un estudiante musulmán la acusó con delegación por su forma de explicar la caída de Constantinopla. Al parecer decir "Entonces Mohamed II tomó Constantinopla luego de enviar a sus soldados más débiles a morir por una puerta mal cerrada. Parece ser que el tipo era bueno para más cosas aparte de hablar con una alfombra cinco veces al día", no es motivo suficiente para que te prohíban ejercer tu cargo como profesora pero si que recibió una advertencia.

El día que pasó John habló sobre eso con sus amigos en el recreo, sentados en corro sobre unos bancos de piedra en el otro extremo de las canchas, una zona alejada para evitar los pelotazos de los niños que no sabían jugar al fútbol.

- Pues yo creo que sí deberían haberla expulsado, es evidente que esa profesora tiene un serio problema con los árabes y los musulmanes en general - dijo uno de los amigos de John.

- ¿Estás loco? Nadie puede expulsar a Mika, la chabona es más vieja que la reina de Inglaterra, le dio clases a mi madre y en ese entonces ya era así - contestó otro.

- Es una vieja racista, pero también es muy peligrosa. Yo he escuchado que una vez un profesor intentó expulsarla por algo que dijo sobre los negros y ella amenazó de muerte a toda su familia, al final la dejaron ejercer por miedo - dijo John.

La verdad es que él odiaba a esa profesora por sus comentarios menospreciando a otras "razas", como si eso existiera en primer lugar, pero estaba en esa edad en la cual las neuronas solo piensan en tres cosas; humor negro, chismes culposos y una tercera que descubriría muy pronto.

- ¿De qué estáis hablando? - Preguntó una voz de tras de ellos.

Era Ramiro, un compañero que siempre se la pasaba molestando a John y su grupo.

- Que te valga verga Ramiro, vete a joder a otro lado - contestó John.

- Venga no seas así conmigo, ¿Aún sigues molesto por lo de la mochila? Porque no fue mi idea tratar de esconderla, yo solo sugerí que colgando de la ventana no la encontrarías.

- ¿No tienes que estar jugando al fútbol con los pocos amigos que tienes? - replicó un amigo de John.

- Nos han requisado la pelota, le hemos dado un pelotazo a Carla y los profesores se han enfadado.

- Es que vosotros también sois imbéciles, os han dicho mil veces que no podéis traer balones tan inflados, no solo hacéis daño a otros, también os podéis torcer los pies.

- Te aseguro que mis pies están en perfectas condiciones, ¿Quieres verlo princesa? - Dijo Ramiro con una sonrisa.

Sin que alguno de los presentes se lo esperara, Ramiro se pisó el talón y así se le facilitó el sacar su pie con su calcetín sudoroso de un tirón. Aprovechando que el estaba de pie y John sentado se lo pasó por la cara. John cayó hacia atrás por la sorpresa y Ramiro siguió restregándole el pie.

- Para cabrón - gritó John mientras se apartaba el pie de la cara con las manos, lanzándolo hacia arriba y haciendo trastabillar a Ramiro.

- ¿Pero a ti que te pasa? - dijo uno de los amigos de John empujando a Ramiro.

Pronto el resto del grupo de amigos de John se puso a su alrededor, uno de ellos le ofreció una mano para que se levantara mejor.

- A mi no me pasa nada, ¿Qué le pasa a él? Parece que le ha gustado y todo.

John se miraba las manos con una expresión extraña, con una forma que mezclaba pasión y asco al mismo tiempo. Esa era la tercera cosa que cambiaría para siempre la vida de John, ese placer culposo que no se atrevería a admitir, el despertar sexual que le generaban los pies.

- Que te den Ramiro - dijo John saliendo de sus pensamientos y haciendo un corte de manga.

Entonces sonó la campana que marcaba el fin del recreo.

Fueron tres clases más antes de que John llegara a su casa para dirigirse a su cuarto sin dar explicaciones. Una vez se aseguró de estar solo se llevó las manos a las fosas nasales y aspiró lo mas profundo que pudo. Sus manos aún olían un poco a los pies de Ramiro, esos pies sudados y asquerosos, seguramente con callos y ampollas, de una higiene muy escasa cualquier día de la semana. Si, ese pie, John estaba muy excitado.

"Esto no es normal, no puede serlo" pensó el muchacho.

- ¿John estás ya en casa? Los espaguetis ya están casi listos - informó su madre desde la cocina.

- Si, ya voy a comer, dame un momento - contestó.

John vivía en una casa de una sola planta, tenía cuatro habitaciones. La entrada daba a un pasillo que terminaba en una pared, a cada lado dos habitaciones. A mano derecha su cuarto y el de sus padres, este último el doble de grande pues también tenía un baño con ducha. A mano izquierda la cocina y una sala de estar.

John ahora mismo tenía que ir a la cocina pero hizo una rápida parada en el salón, encendió una vieja computadora que tenían y trató de buscar algo remotamente parecido a lo que le pasaba. De entre todas las palabras, una lo llamó poderosamente la atención, "fetiche". Eso sería suficiente, fue rápido a comer.

La comida ya estaba servida cuando John llegó a la cocina. Él y su madre compartían una pequeña mesa circular puesta en una de las esquinas. John se sentó y miró a su madre, una mujer alta, feliz, de pelo castaño y cara redondeada.

- ¿Qué tal tu día cielo? - preguntó ella.

- Nada muy especial - comentó John mientras enrollaba unos espaguetis en el tenedor.

- ¿Y que tal tus amigos?

- Bien, bien, nada especial - John estaba ensimismado en sus pensamientos. - Oye mamá una pregunta, ¿Qué es un fetiche?

La madre de John casi se atraganta por lo inesperado de la pregunta, tubo que toser y beber agua antes de contestar.

- Un... Un metiche es una persona entrometida.

- No, fetiche, con F.

- No deberías hacer estás preguntas a tú madre - dijo frunciendo el ceño. 

John solo la siguió mirando, más confundido pero con una chispa de curiosidad en los ojos. Sabiendo que su hijo no pararía hasta saber la verdad, su madre dio un largo suspiro.

- Un fetiche es algo que te excita, puede ser un objeto, un acto, hasta las partes de una persona. No me pidas más información porque no te la daré, además te prohíbo que busques estás cosas.

- Mamá tengo 14 años, ya se lo que es foll...

- ¡Hijo! No te eduqué así, ¿Qué diría tú padre si te escuchara? 

- Perdón mamá - John se avergonzó cabizbajo.

El resto de la comida giró entorno a temas triviales, pero muy en el fondo a John le seguía persiguiendo la idea de excitarse con los pies. Esa idea no lo abandonó ni después de comer, ni mientras estudiaba, ni cuando salió al balcón a tomar aire, ni mientras se duchaba. Es más, en ese momento se intensificó, miraba el agua empapando sus pies y se maldecía por no tener unos pies bonitos dignos de admirar. Esa noche John no durmió más allá de dos horas.

Al día siguiente John pasó toda la clase pensando en pies, lo que sumado a su falta de sueño hizo que se quedara dormido en clase durante la segunda hora, justo en la clase de historia de la profesora Mika. Cuando iba a soltar su primer ronquido sintió algo retumbar en su cabeza con la fuerza de una pedrada, lo cual le despertó con sobresalto y mirando en todas las direcciones encontró a la profesora señalándole tras haber lanzado una tiza.

- ¿Supongo que ya te sabes todo sobre la historia si te das el lujo de dormir? - dijo Mika cruzándose de brazos.

- De hecho si, este tema le domino - mintió John.

- Perfecto, pues entonces no necesitas irte temprano para estudiar. Aquí al acabar la última hora de clases que vas a barrer las aulas, sin escusas - Mika lo miró desafiante. - No me obligues a ir a buscarte.

John sintió un escalofrío recorrer su espalda, incluso dejó su mente en blanco, como si no hacer enfadar a aquella profesora fuera lo más importante para él, más que los pies incluso.

Una vez hubieron pasado las horas y acabado las clases, los amigos de John se reunieron con él. De su grupo de cinco amigos los cinco estuvieron de acuerdo en que lo ayudarían a limpiar, pero John insistió en que no sería necesario, aún así fueron.

El colegio había acabado a las 14:30, John y sus amigos estuvieron barriendo hasta las 15:00, hablando de temas mundanos hasta que uno de sus amigos soltó un comentario.

- ¿Cuál es la cosa más guarra que os pone más cachondos? - Dijo uno. - A mi Maléfica me pone a mil por hora, ¿Te imaginas cómo lo tiene que tener? Así todo verde y arrugado.

- Wey que perro asco - dijo John.

- ¿Me digas que eres un rarito de esos? Un fetiche que los llaman, de estos que se excitan con pies, mocos y bebiendo del suelo - dijo otro.

- No es fetiche, es fetichista - le corrigió John.

- ¿Tú sabes sobre eso?

Todas las miradas se pusieron en John al unísono, el cual se sonrojó un poco.

- Venga contesta joven - dijo la voz de la profesora Mika desde la puerta.

La profesora tenía una gran sonrisa en los labios, como si verdaderamente quisiera saber la respuesta. Llevaba consigo una taza de café de la cual dio un buen sorbo ante el silencio de todos, luego la puso sobre la mesa del profesor.

- En fin, no recuerdo haber dicho que esto era una actividad extraescolar por equipos, desfilando pa fuera, todos menos tú John - Mika señaló con el dedo la salida y no dio derecho a réplica, los amigos de John se vieron obligados a marcharse.

- Veo que lo habéis dejado todo bastante limpio, pero aún queda una mancha - dijo Mika cuando todos se habían ido.

- ¿Donde? 

- Aquí - seguidamente Mika tiró todo el café al suelo. - Termina esto y puedes irte - dijo con una sonrisa de oreja a oreja.

Mika se fue dejando la puerta abierta y John esperó a ver que estaba bastante lejos para sacarla el dedo a sus espaldas. Casi le da un infarto cuando Mika se giró en el momento preciso para verlo, por lo que lo disimuló malamente con una especie de saludo.

"Menuda zorra" pensó, "Mira que tirar el café así". John tubo que ir hasta conserjería para tomar una fregona, pero aún así, cuando empezó a fregar, el café seguía caliente.

"¿Pero a que temperatura se toma el café esta señora?" Fue una idea molesta que se le pasó a John por la cabeza, aunque no fue tan descabellada como la siguiente. John se puso de rodillas y acercando la cara a la mancha lamió el café. Cuando el líquido llegó a su garganta generó una serie de arcadas que el muchacho suprimió forzando su cuerpo para tomar el líquido.

"Que asco" ¿Por qué había hecho eso? La verdad es que desde la mirada que le había echado la profesora había dejado de pensar en su fetiche por los pies hasta que sus amigos lo habían vuelto a mencionar. Tal vez si chupaba el café le gustaba y podía vivir con ello, un fetiche por los líquidos derramados parecía más razonable que un gusto por los pies.

Serían las 15:20 cuando John ya había terminado y estaba de vuelta en su casa. Tuvo que soportar una regañina por parte de su madre, ya que la dirección la había llamado y la había contado el incidente con su castigo. John puso de escusa que tenía que estudiar y fue a encerrarse en su cuarto.

Sobre las 16:00 su madre ya se había ido a su trabajo, trabajaba ocho horas al día como funcionaría, cuatro por la mañana y cuatro por la tarde. John salió de su cuarto a las 16:05 para usar el ordenador, está vez fue mucho más sutil en sus búsquedas, para no levantar posibles sospechas de su madre buscó fotos de la anatomía humana, poco a poco fue enfocándose más en los pies, quería saber todo. Sus tejidos, ligamentos, zonas sensibles, huesos que los formaran, lo que fuera que estuviera relacionado con aquella obsesión que tenía.

17:15 de la tarde, John desvía la mirada un momento y ve una notificación que le ha llegado por correo. Es un mensaje de Messenger y lo escribe una tal Carla.

"¿Te encuentras bien?" está escrito en el primer mensaje, luego continúa. "Me enteré que te castigaron por dormir en clase, también se que tu y tus amigos tuvieron un encuentro desafortunado con Ramiro, es solo para asegurarme de que no hay relación entre los hechos".

John terminó cayendo en la cuenta, ella era Carla, una compañera de clase bastante tímida, Ramiro y sus dos amigos solían molestarla  porque estaba algo gorda y ellos eran buenos atletas. La última gran hazaña de Ramiro fue darle un balonazo el día pasado.

"No te preocupes, Ramiro es un subnormal, pero mis problemas de sueño se deben a otros factores" contestó John.

"Me alegro de escuchar esto, pensé que como habían confiscado el balón a Ramiro por mi culpa había ido a perjudicarte a tí" respondió ella.

"Gracias por preocuparte, pero no es nada de verdad, mañana ya estaré mejor. Además no es culpa tuya que Ramiro te diera un balonazo. Enserio no te preocupes, todo está bien".

"Eso espero, gracias por resolver mis dudas" dijo ella finalizando la conversación.

John se sintió bastante feliz el resto del día, ¿Qué importaba su gusto por los pies? Tenía amigos que lo querían, una madre que se preocupaba por él y compañeros que miraban por su bienestar. John durmió muy tranquilo esa noche.

El día siguiente fue sobre ruedas, tenía todas las posibilidades de ser un día tranquilo y sin problemas, pero no lo fue. A la salida del instituto encontró a Ramiro y sus dos idiotas molestando a Carla. Ramiro hablaba con los dos agujeros de la nariz tapados por sus dedos para burlarse de la pronunciación de Carla que tenía el tabique partido. John no tardó mucho en unir los cabos, el balón de Ramiro le había roto el tabique a Carla, por lo que ella tenía que llevar tapones en la nariz que entorpecían su pronunciación.

"Me voy a arrepentir de esto" pensó John acercándose al lugar donde estaba Ramiro. 

John podría haber esperado a sus amigos y hacer algo entre todos, pero algo dentro de sí lo invitó a moverse. De cerca vio mejor la escena, Carla tratando de esconder la cabeza entre los hombros mientras se reían de ella, eso le pareció tan indignante.

- No mames Ramiro, hoy te noto más subnormal de lo normal, ¿Te has hecho algo en el cuerpo a parte de ese tumor al que llamas cara? - exclamó John a cinco pasos de él.

- Valla, valla, pero si es el señor dormilón, ¿No tienes que ir a quitar mierda a otro lado?

- Si, pero quería empezar por esta que habla.

- Ufff - dijeron los amigos de Ramiro al unísono.

Ramiro se giró para matarlos con la mirada, también observó cómo Carla se reía. Eso lo enojó todavía más.

- Mira dormilón si quieres problemas que sepa ...

No fue capaz de terminar la frase cuando John lo tiró al suelo. Lanzó una patada directamente a la rodilla que obligó a Ramiro a inclinarse, luego usó su propio peso en su contra para empujarlo con una patada en el pecho.

- Pendejo de mierda - gritó.

Rápido se alzó en toda su figura, era más alto que John y también tenía mejor cuerpo, pero jamás había tenido una pelea, era torpe y John había estudiado por una hora todo el cuerpo humano, su mente funcionaba casi en automático, sabía dónde y cómo golpear. De todos los presentes, él era el más sorprendido por ese hecho.

- Vamos pendejo hazte el valiente ahora - dijo Ramiro en pose de boxeador irlandés.

John tenía la vista baja, como si hubiera perdido la mirada y su cabeza le obligara a mirar al suelo. Ramiro con una sonrisa confiada en el rostro avanzó un paso con el pie derecho, grave error, antes de que pudiera plantar John saltó con sus brazos a por su pie y tiro de él, haciendo que perdiera el equilibrio de inmediato y su espalda fuera a parar en el suelo con un estruendoso golpe.

Para cuando Ramiro se puso en pie los amigos de John ya habían llegado, viendo que lo superaban en número buscó refugio en sus amigos y con ellos se fue.

- John eso, eso a sido increíble, no pudo ni tocarte- dijo Carla con mucha emoción en sus palabras.

- ¿Ha pasado algo aquí? - la voz de la profesora Mika preguntó desde la puerta de la entrada.

- Nada de que preocuparse maestra - contestó John de inmediato.

La profesora se limitó a irse.

- ¿Cómo es que ella siempre está en casi todos lados? - dijo uno de los amigos de John.

- Hay quien dice que ella tiene un clon suyo en cada esquina de la escuela - susurró Carla, como si le aterrara la idea.

John la miró, pensó en lo absurdo del comentario, de cómo había ganado a Ramiro, de todo y se echó a reír a carcajadas. Sus amigos se unieron a su risa e incluso Carla lo hizo. Que bonita sonrisa tenía, más bonita que cualquier pie que John pudiera imaginar.

Pasaron las semanas, la relación de Carla y John mejoró, ella se unió a su grupo de amigos y poco a poco se fueron haciendo más íntimos. Fue cuestión de tiempo que John le pidiera salir a Carla, ella lo era todo para él, cuando estaban juntos John dejaba de pensar en el humor negro, los chismes o el sexo. Solo quería ser feliz, y ambos eran muy felices.

Un mes después de empezar a salir y ya en fechas cercanas al verano, Carla le pidió a John que al salir del instituto la acompañase a casa, él naturalmente aceptó.

La casa de Carla desde fuera lucía un poco más pequeña que la de John, pero tenía dos plantas. Allí John conoció a la madre de Carla y la misma le agradeció por ayudar tanto a su hija. Tras esto, ambos muchachos subieron al cuarto de Carla, siempre dejando la puerta abierta.

- ¿Qué querías contarme? - Preguntó John bastante emocionado.

- Es posible que hayas notado que he bajado de peso - comentó ella.

- Claro, no había dicho nada porque supuse que era un tema sensible y personal - En realidad John ni se había fijado.

- Si, es que, verás, no quiero depender de ti eternamente. Así que me estoy ejercitando para poder hacer cosas yo sola.

- ¿Vas a aprender capoeira? - cuestionó el con una sonrisa.

- No seas tonto - repuso ella riendo. - La verdad es que quiero ser patinadora de hielo profesional y para eso tengo que ganar fuerza en las piernas.

- ¿Patinadora es una palabra?

- Por supuesto que sí, creo.

Ambos se rieron otro poco. Hasta que John empezó a carcajear más lentamente, una idea se pasó como un rayo por su cabeza. Una posibilidad que creía haber olvidado pero que solo esperaba el momento adecuado, tal como si de una bomba se tratase, John plasmó la idea en una frase contundente.

- ¿Puedo verte los pies?

Ambos se miraron en silencio, los ojos verdes de John reflejados en la pupila de Carla.

- ¿Qué que? - dice Carla aturdida.

- Es solo que he pensado que si quieres ser patinadora de verdad necesitas buen juego de pies, quiero ver si eres propensa a las esguinces o algo.

- Bueno, supongo que no pasa nada.

Carla se acercó a su cama y se recostó de lateral. Prosiguió quitándose el zapato, luego el calcetín, finalmente su pie desnudo se liberó de sus ataduras. John se puso de rodillas ante él, como si de la mano de una joven monarca se tratara.

- Puedo... Puedo tocarlo, ¿Verdad?

Carla asintió con la cabeza. John dirigió sus manos hacia los dedos, los masajeó con suavidad. Pasó su dedo índice por todo el arco del pie lentamente.

- Jajaja para me haces cosquillas - dijo Carla mientras John hacia toqueteos más suaves con los pulgares.

La risa de Carla enmudeció cuando John lamió la planta de sus pies, uno a uno fue chupando los arcos entre los dedos. Empezó suave pero se dejó llevar por el frenesí. "Más más más" gritaba su mente "saboréalo, libérate".

- John para estoy sangrando idiota - dijo Carla antes de hundir el talón de su pie en el ojo de John tirándolo de espaldas.

John la miró casi sin inmutarse, como un lobo mira a su presa antes de saltar. John vio miedo en los ojos de Carla y él también se asustó de si mismo. Miró su camisa, estaba manchada de sangre, sangre de la planta de los pies de Carla.

- ¿Pero que está pasando aquí? - gritó la madre de Carla desde el cantón de la puerta.

- Fue él mamá, John me ha mordido - Carla estaba llorando.

¿Qué había hecho? John se levantó, salió corriendo de la casa sin dar explicaciones. Tenía la boca manchada de sangre, sangre de pies. Por más mal que se sentía, una pequeña parte de él sentía regocijo por ese toque metálico en su boca.

16:30 John se encerró en su cuarto y echó el cerrojo, no abrió la puerta en todo el día, ni siquiera cuando su madre la golpeó a las 20:00 buscando hablar con él.

8:00 de la mañana, John despertó, fue al instituto sin dar explicaciones a nadie. Para su desgracia las noticias vuelan e igual que la pólvora, llegan primero a tus mayores enemigos. La clase entera no solo se burló de él y sus fetiches con los pies, también arremetieron contra su familia. Ramiro investigó bien sobre John, su familia y sus antecedentes, encontró algo, algo muy malo. Todo ese día fue una tortura constante, hasta la profesora Mika se burló de él con un "Hola alumnos, hoy me he levantado con el pie izquierdo, estoy que muerdo".  Aunque sus amigos intentaron defenderlo el daño fue muy grande, las pruebas muy sólidas y el pasado muy doloroso.

John salió una hora antes del instituto, fue corriendo hasta su casa donde lo esperaba su madre. Cuando John abrió la puerta ella estaba de pie con los brazos en jarras.

- ¿Y bien? ¿Cómo vas a explicarme esto? ¿Cómo vas a pagar la operación que tendrán que hacer a Carla para reconstruir la planta de su pie? - preguntó su madre con voz autoritaria.

- Tengo una pregunta mejor, ¿Cuándo ibas a decirme cómo murió papá?

Fue un golpe que atrapó a su madre con la guardia baja.

- En el instituto lo sabían, todos lo sabían y como no iban a saberlo, fue la noticia más ridícula del periódico, "muere hombre fetichista con gusto por el excremento después de infectarse accidentalmente tras tragarse el excremento de su esposa mientras mantenían relaciones sexuales".

- Hijo... Eso fue un accidente alocado, por eso quería mantenerte lejos de estas co...

- Pues has fracasado mamá, tanto tú como papá han fallado estrepitosamente, menos mal que solo tengo gustos raros por los pies. Pero los gustos raros me vienen de familia si soy hijo de una zorra y un come mierda - gritó John mientras alzaba los brazos.

- No hables así de tu padre, era un buen hombre.

- Pues yo también, pero ya no, porque soy el hijo de una aventura de mierda. No tienes porqué decirlo, todo el jodido instituto se ha encargado ya.

- Hijo, yo traté de enseñarte lo mejor que pude, con mi sueldo yo...

- No más escusas mamá, has fallado, soy un monstruo lame botas come mierda como mi padre y la guarra de mi madre. No vuelvas a hablarme jamás, arruinaste mi vida antes de que si quiera la empezara - John pasó por el lado de su madre y llegó a su cuarto cerrando la puerta tan fuerte que partió el enmarcado de madera.

Estuvo una hora llorando en su cuarto, pensando como encararía su vida de ahora en adelante él solo... Pero, él no estaba solo, su madre aún estaba con él, sus amigos también seguían ayudándole. Se había pasado gritando a su madre. En un efusivo cambio de ideas John se levantó y fue a buscar a su madre, tenía que pedirle perdón, él mismo iba a pagar a como diera lugar todos los daños, buscaría ayuda profesional, haría lo que fue...

Todos los ideales de John fueron hechos pedazos en nanosegundos cuando vio el cuerpo de su madre colgando de la puerta de la cocina. Se había ahorcado usando un cinturón de cuero.

John medio en shock, medio cuerdo, fue corriendo a la cocina, tomó un cuchillo y cortó el cinturón del cuello. Intentó hacer un masaje cardíaco pero su madre no tenía pulso. Su única opción fue salir corriendo a la calle, a plena luz del día gritando y pidiendo ayuda.

John recorrió los callejones cercanos a su casa, buscando vecinos que pudieran ayudar, buscando a quien sea que pudiera hacer algo. Corriendo sin mirar lo único que consiguió es que un coche lo impactara, rodó por encima del capó y cayó del lado izquierdo con el cuerpo adolorido.

- A-a-ayuda por favor, m-mi madre está muriendo.

El conductor se bajó del coche, ¿Era tal vez un vecino? ¿Lo había visto antes? No importaba. Guío al hombre a su casa y este llamó a la policía. Desgraciadamente no había nada que hacer, la madre de John había muerto.

John pasó ese día en la comisaría, respondiendo preguntas y recopilando hechos, hechos dolorosos. Debido a que John era menor iba a ser enviado a un centro de acogida fuera de la ciudad. 

Una hora, una miserable hora fue suficiente para acabar con su hogar, su madre y sus amistades. John estaba roto, pero aquel hombre que lo ayudó se presentó a la policía como un vecino y conocido, ofreció hospedar a John hasta que tuviera que irse. No hubo mucho problema en ello, el hombre era de fiar.

John pasó mucho tiempo pensando antes de irse a dormir, pensó que el mundo no era justo, él lo había perdido todo, menos a la gente que le había hecho y le hacía daño. Eso era algo que él personalmente iba a solucionar. Se dedicó a trazar un plan con minucia, tras eso se fue a dormir temprano.

6:00, a primera hora de la mañana John escribe a sus amigos, les pide que por favor se reúnan a las ocho en la plaza, les cuenta lo que le pasó a su madre y cómo necesita ayuda.

7:00 todos sus amigos lo han hablado entre ellos y se han puesto de acuerdo para quedar en la plaza.

7:45 John va de camino al instituto por una ruta diferente, se trataba de aquel camino por el cual vio una vez irse a Ramiro y sus dos amigos. Tal y como sospechaba se encontró con ellos en mitad de una calle poco transitada.

- Anda miren, pero si es el dormilón come mierda - exclamó Ramiro con una sonrisa en los labios.

- Mi madre a muerto Ramiro - afirmó John con total seriedad.

- Si, también la metieron en una urna luego del polvo que la eché - los amigos de Ramiro se ríen más que él.

- Gracias entonces.

- ¿Por follarme a tú madre? No te preocupes, me hizo hasta un descuento por cagarla en el pecho.

- Por eso no, gracias por darme una razón para no arrepentirme.

Cuando Ramiro estuvo a punto de iniciar otra carcajada, John acortó la distancia entre ellos en medio segundo. Empuñando un cuchillo de cocina en su mano derecha, cortó el músculo pterigoideo externo derecho de la cara de Ramiro y desencajando su mandíbula de un tajo.

Con la mano izquierda empujó el cuerpo de Ramiro contra su amigo en esa dirección. El chaval que le quedaba a la derecha había parado de reírse e intentó huir, más John lo atajó de espaldas, dio un corte preciso al talón avanzando solo un paso con el pie derecho, lo usó como punto de apoyo y mientras su cuerpo caía dirigió una puñalada al cuello hasta sacar la punta del cuchillo por la laringe.

Sin perder tiempo giró a por el chaval restante que había tirado a Ramiro al suelo y quería darse a la fuga. John lo atrapó en tres pasos, le propinó una patada en la rótula que lo obligó a ponerse de rodillas, con la mano libre le sujetó la cabeza y después lo degolló sin que le temblara el pulso. Se ensañó con su cuerpo, le arrancó un pie de tres cortes, lo tomó y fue caminando hacia Ramiro. Sin dar tiempo a explicaciones le introdujo el pie mutilado hasta la garganta obligándolo a vomitar, después lo empujó tumbándolo cara al cielo y dejó que se ahogase en su propio vómito.

Eso no fue suficiente, quería más y sabía dónde había más. John fue puntual y a las 8:00 de la mañana se presentó en su clase con el mismo cuchillo ensangrentado, atrancó la puerta con una silla y en menos de dos minutos mató a 26 alumnos, hombres y mujeres por igual.

Ese día John había planeado muchas cosas, se esperaba todo menos a su profesora abriendo la puerta con suma facilidad y tomando un café mientras le dedicaba una pequeña sonrisa.

- Así que al final lo has hecho.

John no quiso darla tiempo para explicarse, se lanzó a ella cuchillo en mano. Pero su velocidad no fue suficiente, la profesora tiró el contenido de su taza a los ojos de John.

- Aaaaaaa quema, joder, ¿Por qué quema tanto?

La profesora estrelló su taza en uno de los cachetes de John, derribándolo de lado y causando cortes profundos.

- No estaba tan caliente, a esta época del año 180 grados es temperatura ambiente  - comentó en un suspiro. - Ay de mi, esa era mi taza favorita, tendrás que pagarla.

Ambos intercambiaron miradas.

- Quiero que sepas que todo lo que habláis de mí es cierto, si amenacé de muerte a ese profesor, pero él quiso expulsarme por nombrar a una comunidad por una palabra que ellos usan todo el tiempo en los barrios menos desarrollados. Hasta Martín Burger King la decía. Naturalmente eres un chaval inteligente así que no tengo porqué decirte que no estaba sola en esto.

- Tú, tú tienes una mafia.

- Bueno pero tú quieres que te mate - dijo Mika poniendo los ojos en blanco. - Tienes que hacerlo sutil, como en el Padrino, no es una mafia, es una familia, ¿No te gustaría formar parte de esto?

- Que te den - gimió John escupiendo al suelo.

- ¿Esa es tú respuesta final? Lo digo porque creo que no lo has pensado bien, alguien va a tener que limpiar todo esto - Mika abrió los brazos abarcando todo el lugar - mira esos charcos de sangre, tantos huesos rotos a cuchillazos, alguien tiene que hacerse cargo. A no ser que el responsable no esté vivo.

- Me vas a matar.

- Voy a matar a alguien idéntico al responsable de esto - se empezaron a escuchar pasos detrás de Mika. - Cuando dije que todos los rumores eran ciertos me refería a literalmente todos.

John enmudeció cuando vio una sombra idéntica a Mika acercarse por los pasillos.

El titular del periódico del día siguiente comenta como un psicópata de 14 años con fetiche por los pies asesina a toda su clase y solo deja vivos a sus amigos. Se sabe que fue él porque dejó una nota firmada en el pizarrón donde decía "Lo siento mamá, he dicho muchas cosas de las que me arrepiento, pero no he cometido ningún acto por el cual sienta algo así". Su cuerpo fue localizado poco después por los reportes de un camionero que lo atropelló, él asegura que el niño parecía un cuerpo sin vida que se movía en automático y que saltó enfrente de su vehículo sin darle tiempo a frenar. El cuerpo está en manos de los forenses para buscar estupefacientes, lo único que es seguro es que el 80% es irreconocible.

En otras noticias, un hombre enmascarado anda suelto por la ciudad, se le ha visto robar baterías de autos. No creemos que sea peligroso pero es mejor no correr riesgos, si lo ve, reporte de inmediato a las autoridades. Se cree además que porta una especie de droga consigo, mantenga las distancias, ese hombre no es su vecino y no lo ha visto en su vida.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Creepypasta: Nina the Killer (Remake 2024).

Borrador de Yume Nikki.

Creepypastas: Las lágrimas del cielo son de mármol rosa - parte final.