Desde el día que el cielo ardió por última vez.
Camino por una gigantesca explanada, una llanura en unas tierras que una vez pertenecieron a una bruja de la cual ya no queda ni el nombre ni el recuerdo, nadie la volvió a ver desde el día que el cielo ardió por última vez.
Es una historia muy triste o muy bonita, según lo quieras ver.
Erase una vez un príncipe enamorado de una joven muchacha tan hermosa como el fuego de una hoguera, él la amaba a ella y ella lo amaba a él. Cuando el amor se hizo demasiado grande entre ellos, la joven tubo que confesarle la verdad.
- Alteza, yo en realidad no soy humana - le dijo. - Tomo esta forma para pasar desapercibida, pero en realidad soy Rain, capitana de las huestes infernales, la bruja demonio.
Al terminar de decir ésas palabras a la Joven le crecieron dos cuernos y su cuerpo se envolvió en llamas, alumbrando a un más su vestido blanco. Tal era la luz que el príncipe tubo que taparse los ojos por el riesgo de quedarse ciego.
- O Rain - dijo el príncipe mientras la bruja volvía a su forma humana. - No me enamoré de tí por tu belleza, ni por ser humilde, me enamoré de ti por como eres y lo que transmites a mi corazón. No me importa que seas una bruja de fuego o un demonio que se apropia de mentes, porque se que tú eres la mujer de mis sueños y que jamás me harías ningún mal.
La pareja se abrazó y se besó por primera vez, ambos eran muy felices. Desgraciadamente Rain cometió un error, al desplegar su poder fue detectada por una bruja que andaba por los alrededores y cuando la misma se manifestó en el lugar encontró a Rain besando al príncipe.
"Intolerable" pensó la bruja. "¿Cómo puede alguien de tanto poder fijarse en un humano insignificante? Hay que hacer algo".
Al día siguiente el príncipe y Rain decidieron ir a pasear por las tierras de la bruja, una explanada hermosa donde se decía que vivía una bruja pero que naturalmente nadie había visto.
- Me hace tan feliz estar contigo - dijo Rain. - Yo que puedo parar el tiempo, no necesito de ello cuando estoy contigo porque cada segundo parece infinito a tu lado.
- Rain, el amor que siento por tí es tan grande que si fuera una montaña llegaría más allá del Sol - le dijo él.
- ¡Qué patético! - gritó alguien más.
La gran bruja de la explanada y la bruja que escuchó a Rain habían aparecido y venían con malas intenciones. La gran bruja chasqueó los dedos y el príncipe se quedó paralizado, sin poder mover un solo músculo.
Cuando Rain se disponía a revertir el hechizo, la gran bruja apareció frente a ella y le golpeó en la cara con su puño.
- Patética e insignificante traidora, ¿Cómo te atreves a perder tu tiempo con un humano? - le gritó la gran bruja.
Nadie sabía porque las brujas, los monstruos y los demonios eran enemigos de los humanos, pero lo eran y no se perdonaban las alianzas entre ellos, mucho menos el amor.
La bruja siguió golpeando a Rain sin parar hasta romperle los labios y desgarrar su vestido. Rain que aún tenía su forma humana y estaba muy asustada, solo podía recibir los golpes los cuales dolían demasiado, es bien sabido por todos que las brujas tienen en los puños la fuerza del mordisco de un lobo gris adulto.
Cuando la gran bruja lo creyó oportuno hizo aparecer un cuchillo, sin dar más justificación que una sonrisa, se movió con la velocidad de un trueno y clavó su filo en el corazón del príncipe, dejándolo muerto.
De Rain no salieron palabras, simplemente su fuego se elevó hasta perderse en el cielo, despejando las nubes y arrasando el lugar con una temperatura que haría parecer frío el núcleo del Sol.
Rain lanzó una oleada de llamas hacia la gran bruja pero esta las deshizo con un movimiento de su mano. Luego la gran bruja se lanzó hacia Rain y esta hizo igual, se intercambiaron golpes con saña pero finalmente la gran bruja atravesó el corazón de Rain con su puñal y esta cayó muerta.
El cuerpo de Rain cayó junto al de su amado y aunque ambos estaban muertos, ambos sonreían, porque ahora en la muerte no habría nadie que les impidiera estar juntos y las brujas al ver esto lloraron, porque habían ganado y fracasado al mismo tiempo.
Ahora que mis pies pisan este suelo que presenció temperaturas que no aguantaría la Tierra, me sorprende ver pasto y flores. Mis ojos que contemplan un cielo naranja por el brillo del atardecer, no se pueden imaginar la fuerza de las llamas que alertaría a todos incluso a cinco kilómetros a la redonda.
"¿Estarán sus huesos por alguna parte?" Pienso mientras reviso el terreno con la mirada. "Supongo que hay historias para las cuales el final es solo un nuevo comienzo, estés donde estés Rain, espero que seas feliz".
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