Un fan de My Little Pony y un fan de Dragon Ball entran en un bar - parte 2.
Capítulo 6: tercer circulo, el color que no tenían los griegos.
Pasarían días y noches, el tiempo llegará sin detenerse y aún así, en ese mundo todo será azul. Azul en todas sus variantes y tonalidades, algunos tan oscuros que parecían negros, otros tan claros que parecían blancos grisáceos pero en realidad solo eran azules, ni más ni menos.
El paisaje en el cual estaban los tres aventureros era más una estepa que un prado, su extensión era admirable pero en el horizonte se divisaban filas de casas azules hacia las que se dirigían.
- Valla, un griego daltónico lo pasaría fatal aquí - dice Sandro.
- ¿Y eso? - pregunta Saúl.
- Los griegos no veían el color azul, o bueno lo veían pero no lo llamaban azul, lo llamaban morado claro.
- ¿De donde has sacado eso?
- De un vídeo de curiosidades.
- Sandro, con todo respeto, esa es la estupidez más grande que he oído en mi vida, ¿Me vas a decir que la gente cuya economía era 80% comercio marítimo no tenían un nombre para el color del mar?
- Oye podría ser, ¿Tú que opinas Katie? Bueno, ¿Sabes lo que es un griego?
- A, sí - mira a Saúl por el rabillo del ojo. - Es un yogurt.
- Jajaja - Saúl empieza a descojonarse.
- ¿E? ¿Qué pasa?
- Saúl que es tonto perdio, si le has leído la mente habrá pensado eso a posta - dice Sandro negando con la cabeza.
- Venga, ha sido buena.
Sandro solo niega con la cabeza de nuevo y sigue avanzando, Katie a su lado le sigue dando vueltas al chiste y Saúl suelta leves sonrisas si se acuerda de nuevo.
Llegaron a la periferia de un poblado, las calles estaban asfaltadas con lapislázuli y las casas tenían toda la pinta de ser de un comercial de hipotecas, evidentemente también eran azules.
- Antes de pasar - dice Katie. - Creo que deberíamos enseñarte un par de movimientos de pelea Sandro, por si acaso aquí hay seres inmunes a la magia o algo parecido.
- No hace falta - dice haciendo un ademán de desdén. - Desde que estoy aquí se pelear, al menos los golpes básicos.
- ¿Oe como es eso? Yo tuve que transformarme para saber, tú solo eres un adolescente con alas - le reprocha Saúl.
- Lo que pasa es que yo hasta siendo una yegua tengo más cojones que tú - Sandro se cruza de brazos y sonrie con orgullo.
- Lo sabía, eras una tía - dice Saúl señalándole.
- Bueno pero parad - dice Katie poniéndose en medio separándolos suavemente con los brazos. - Sois amigos, no tenéis que pelear todo el rato.
Sandro y Saúl se miran, luego miran a Katie, luego se miran otra vez.
- No estamos peleando - dice Sandro. - Nos chinchamos el uno al otro porque somos amigos, pero no es nada personal.
- Claro - dice Saúl. - Es como si le digo "me cago en tu madre", como somos buenos amigos él sabe que no me cago en su madre de verdad, es metafórico.
- Pero percibo insultos en vuestras intenciones - dice Katie juntando los brazos con más sosiego.
- Bueno, lo parece porque lo son - dice Sandro encogiéndose de hombros. - Pero la intención es lo que cuenta, yo por ejemplo a tí no te diría eso pero con Saúl hay más confianza.
- ¿Entonces a los amigos no se les insulta y a los mejores amigos sí?
- Básicamente - ataja Saúl.
- No, a ver - dice Sandro. - No seas tonto tú también, los insultos se dicen solo en extrema confianza y cuando sabes que el otro no va a enfadarse.
- ¿Y como sabéis eso sí vosotros no leéis intenciones? - pregunta Katie.
- Porque somos amigos - dice Saúl.
- La amistad es compleja - dice Sandro. - Eso es lo que la hace mágica y fuerte... Pero de todas maneras, si tienes amigos no los insultes.
- No tengo amigos - dice Katie. - Solo a vosotros, pero supongo que no somos amigos de verdad porque no nos insultamos par de cojudos - Katie les guiña un ojo.
- ¿Cojudos? - pregunta Saúl. - ¿Ese insulto de donde es? ¿De México?
- Me suena más a Perú - dice Sandro.
- Va, lo siento, no soy buena en esto, olvidarlo - Katie se da la vuelta y empieza a andar entre las calles, ellos la siguen.
Las calles resuenan un poco por cada paso, es como caminar por guijarros a pesar de lo compacto que es el lapislázuli casi asfaltado.
"En casa me darían una fortuna solo por dos centímetros cuadrados de este suelo" pensó Saúl.
Las casas estaban completamente cerradas, tampoco parecía haber gente cuando miraban a través de las ventanas. Saúl no pudo evitar pensar que el lugar le resultaba familiar, era como un mapa a medio modelar con texturas muy lisas, demasiado, como si el lugar hubiera sido creado para un videoclip de 1998.
Una extraña niebla les esperaba más adelante, Sandro les extendió una mano para que se detuvieran, hizo aparecer sus alas y con movimientos constantes a medio tiempo fue despejando el lugar.
- Impresionante - dijo Saúl aplaudiendo no muy rápido.
- ¿Habías olvidado que tengo cierto control sobre el clima? - responde Sandro.
- No es agradable recordar cómo quedé encerrado en un tornado.
- Lo mismo digo - complementa Katie.
- Y razón no os falta - finaliza Sandro de retirar la niebla.
- ¡Su puta madre! - grita Saúl viendo como una gigantesca pata en forma de aguja se estira 5 metros sobre el suelo unida al torax de una araña que tiene grabada una calavera en el abdomen. - Yo me encargo - dice recargando energía en una mano.
- ¿Pero que creés que haces? - dice Sandro poniendose en medio de Saúl y de la araña con los brazos extendidos.
- Tío, es una arañota de 5 metros.
- ¿Y te hace mucho daño o que?
- Pués... - Saúl mira a Katie que no se ve alterada en absoluto.
- Sandro tiene razón - le dice ella. - No percibo intenciones de hostilidad de ningún tipo, ni genuina, ni territorial, ni por confusión. Solo es una araña, tal vez viva aquí.
El animal siguió su camino sin prestar atención al grupo de tres que la miraban como si fuera el único coche que pasaba por la carretera en un día de invierno.
- Oye es verdad, Katie tú puedes leer el ambiente, ¿Por qué no me avisaste de eso? - dice Saúl.
- No sabía que le tenías fobia a las arañas - dice ella.
- La palabra correcta es aracnofobia - dice Sandro con un retintín petulante.
- No tengo aracnofobia - dice Saúl cruzándose de brazos. - Pero digo yo que si un insecto de 5 jodidos metros está frente a nosotros podrías avisar.
- No rastreo el ambiente todo el rato, además este parecía un lugar seguro y esa criatura ni siquiera hace ruido - dice ella sin perder la calma.
- En eso tiene razón - asiente Sandro. - Ya es de por si raro que una criatura tan grande no sucumba por su propio peso, pero el hecho de que sea tan silenciosa la hace imposible de prever.
- Eso me da la razón a mí - dice Sandro señalándose el pecho con el pulgar.
- Naaaah - dice Sandro con una mueca. - Es como si vas a Australia y le quieres disparar a un Canguro que sale de entre los árboles sin analizarlo y luego te quejas de que no te han avisado del animal cuando nadie sabía que estaba ahí.
- Pero podríamos haberlo sabido.
- ¡Ay por favor! - dice Katie. - Vuestros argumentos siempre terminan dando vueltas en círculos, ¿De verdad sois amigos?
- Daría mi vida por este hombre - dice Sandro.
- Que gay - responde Saúl.
- Bueno, ese sentimiento se va a ratos - dice entrecerrando los ojos.
- De verdad que sois la pareja más rara que he visto en los nueve círculos - dice Katie retomando el paso.
- A, es cierto - dice Saúl caminando con los brazos detrás de la cabeza. - ¿Tú acompañabas al demonio de la esencia por todos los círculos, no? ¿Has estado en los de más arriba?
- O los de más abajo - responde Katie. - Los mundos no están separados por las reglas del universo, entre ellos puedes subir para bajar, entrar para fuera... Son lugares que mi mente no entiende por eso todas las almas en pena que siguen al demonio de la esencia son seres sin conciencia, su mente se rompe cuando están en lugares más allá de sus capacidades.
- ¿Y por qué a tí no te pasó eso? - pregunta Sandro.
- ¡O! Pues, en realidad si me pasó pero me recuperé cuando Saúl casi me mata, es como si hubiera estado en shock y me hubieran despertado con un balde de agua fría, jeje.
- Vosotros dos tenéis una historia de libro, deberías contármela ahora que tenemos tiempo.
- Pues con mucho gusto - dice Saúl. - Verás, todo empieza cuando me enfrenté al demonio jugándome mi alma...
Mientras Saúl habla contando su historia, Sandro despeja la niebla con los aleteos y Katie camina con las manos unidas a la espalda. En general, de no ser por la atmósfera extrañamente fría, no se diferenciaban mucho de un grupete de amigos caminando por el pueblo a las cuatro de la tarde.
La carretera terminó y llegaron a un camino de tierra azul celeste, aquí la niebla si se concentraba en mayores cantidades que Sandro despejó de un solo aleteo. A Saúl se le subieron los huevos al cuello cuando vio a una cantidad considerable de personas de rostro difuso huyendo de más arañas gigantes.
- Vale, ¿Es eso una prueba de que son una amenaza para tí? - Dice Saúl a Sandro señalando con los dos brazos.
- Ninguno está gritando - dice él. - Podrían ser mascotas, ¿Tú que dices Katie?
- No veo amenazas - dice ella.
- ¡Ni siquiera tienen cara! - dice Saúl agitando los brazos. - Si no pueden expresar emociones no expresan intenciones.
- No estoy yo segura de que eso... - Katie deja la frase inacabada ya que Saúl sale en sprin hacia una de las personas que agitaba los brazos y estaba a punto de ser comida por una araña.
- Te tengo - dijo Saúl apuntito de atraparla entre sus manos.
Pero Saúl no atrapó nada, cuando iba a agarrar a la persona su cuerpo la atravesó como si fuera neblina y una extraña sensación gélida envolvió al muchacho. La araña en cambio si atrapó al hombre por la cabeza con sus extrañas fauces, daleó su cuerpo y lo escupió más allá del horizonte.
Saúl intentó tocar a la araña pero su mano también la traspasó allí donde la tocaba, como si fuera un olograma.
- La gente también es azul por aquí - dijo Sandro mientras llegaba volando. - Casi parece que las arañas están limpiando el lugar, a lo mejor ellos son como una plaga y las arañas las buenas.
Katie también descendía desde lo alto para ponerse a su lado.
- Me rindo - dice Saúl. - Este es simplemente un circulo aburrido lleno de silencio y cosas que no entiendo - Saúl mira al cielo azul de nubes añil. - ¡Quiero pasar al siguiente por favor! - grita.
- ¿A ver? - Sandro dalea la cabeza. - ¿Un esqueleto humano quemado parcialmente rodeado de huesos de cabra y restos de una hoguera sería lo suficientemente interesante para ti?
- Pues si, supongo que si me gustaría ver algo así - dice Saúl.
- Pues gírate - dice Sandro alzando una ceja.
Efectivamente detrás de Saúl estaba la escena que se había descrito, sería buen detalle señalar que el esqueleto en cuestión estaba espatarrado en los restos de la hoguera, desde luego parecía estar mucho más cómodo que los últimos huesos quemados que encontraron.
- ¿Qué onda? - preguntó el esqueleto.
- Buenas tardes - dijo Katie.
Aunque Sandro dio un pequeño paso atrás por instinto Saúl ni se inmutó, él ya estaba curado de espanto.
- Perdón si no os dirijo una sonrisa con una conversación agradable, es que no tengo labios ni labia - dijo la calavera sin causar las risas que estaba esperando. - Os veo poco animados.
- No lo tomes a mal por favor - dice Sandro. - Estamos perdidos en estos círculos infernales y estamos tratando de salir, ¿Sabrías cómo hacerlo?
- Valla - dice el esqueleto. - ¿Así que esto es el infierno? Siempre me lo había imaginado con más fuego.
- A mí lo que me extraña es que todos aquí hablamos el mismo idioma - dice Saúl. - ¿Nadie ha pensado en eso?
Sandro recapacita un momento y luego asiente con unos labios de pato. - Pues si es un detalle medio curioso - dice Sandro mirando a Katie. - ¿Alguna idea sobre eso?
Ella solo se encoje de hombros y niega con la cabeza.
- De cualquier manera - dice el esqueleto. - ¿Tengo que saber cómo salir de aquí? Porque llevo tanto tiempo en un estado de somnolencia que no se ni cuánto tiempo llevo en un estado de somnolencia.
- ¿Sabe al menos como apareció en este lugar? - pregunta Katie.
- Creo que me comí una cabra mal cocinada.
- Segundo que estaba en término medio - dice Saúl. - Pura carne cruda con gusanos que luego te salen en el cerebro, ¿Termino medio? Si, medio vivo, ¿No es así?
Saúl levanta una mano para que Sandro le choque los cinco pero este solo hace un movimiento de cuello y cabeza en confusión.
- Pues no recuerdo nada de gusanos, pero si recuerdo arañas - contesta el esqueleto.
- ¿Recuerda que le hicieron? - pregunta Katie.
- No recuerdo ni que me tocaran, estaba demasiado colocao, ¿Tú sabes, no?
- Eso lo explica todo - dice Sandro.
- No, no explica una mierda - dice Saúl.
- De hecho mi estimado ignorante - dice Sandro con un toque de prepotencia. - Si este es su infierno personal y todo apunta a que lo es, las arañas quitando humanos y la incapacidad de tocarlas o de no ser una amenaza, representa un hecho de su subconsciente pues no le daña pero le quita una humanidad que cada día recuerda con un rostro más difuso - Sandro alza el dedo índice, solo le faltan las gafas para ser un nerd. - Tiene eso sentido para usted, señor esqueleto.
- Ammms, ¿Yo que sé? - dice con unas cuencas vacías que perfectamente podrían ser unos ojos en blanco. - ¿Alguno tiene tabaco? Estoy en los huesos desde que no fumo.
"Otra más así y me voy", piensa Saúl.
"¿Cómo fuma sin pulmones?", Piensa Sandro.
"El tabaco es un producto del demonio", piensa Katie.
- A ver - Saúl aplaude para que se le preste atención. - Digamos que si, que este es tu infierno personal, ¿A que le tienes miedo? ¿A las arañas?
- Las arañas me la comen - dice el esqueleto.
- ¿No le temes a nada? - pregunta Katie.
- Pues a pagar impuestos, como todo el mundo.
Katie mira confusa a sus dos amigos, estos están igual.
- Aunque sabéis - dice el esqueleto. - Creo que si hay algo que me gustaría hacer, tal vez así me sienta realizado.
- ¿Qué quieres? - pregunta Saúl.
- Dar un concierto interplanetario, allí - dice señalando un planeta en el cielo nocturno extrañamente azulado.
- Neptuno - susurra Katie.
- Claro - dice Saúl cansao. - Tenía que ser el planeta azul.
- Si, el mejor de todos - dice el esqueleto con un rostro que debería ser una sonrisa. - Imagina poner unas gradas ahí, miles de seres azules, desde militares hasta campesinos, todos sobre la superficie disfrutando una canción...
- Si, pues va a estar jodido porque es un planeta gaseoso - todas las cabezas giran hacia Sandro al unísono por decir eso.
- Ay de verdad - dice el esqueleto moviendo su mano mientras varios ligamentos se van uniendo a su piel.
- ¡Iug! - dice Sandro retrocediendo otro paso, Saúl lo mira con una ceja arqueada y una risita.
El esqueleto flexiona las rodillas ya musculadas y se apoya en ellas para ponerse en pie. - Ay caramba - dice ya con todo el cuerpo formado. - Vamos pa Neptuno.
El esqueleto se transformó en un treintañero que parecía sacado de una banda de rock de inicios de los 2000. Camisa hawaiana, perilla, medio gordo y gafas de sol.
"Para que lleva gafas de sol si es de noche", piensa Sandro.
- ¿Tú no eras el que cantaba al inicio de Shrek? - dice Saúl.
- ¿Qué es un Shrek? - responde.
- Olvídalo.
- Ejem ejem - se aclara la garganta con sus cuerdas vocales recién formadas. - ¿Quien está listo para una fiestuqui en Neptuno? - pregunta él con una mano a modo de puente en la oreja.
- ¿Fiestuqui? - pregunta Katie.
- Es un diminutivo de fiesta - dice Sandro.
- Entiendo - dice Katie. - Pero antes que nada, ¿Podríamos saber tu nombre? - mira al estereotipo de vocalista.
- Llamarme "Datguy", la verdad es que no me acuerdo de mi nombre - dice encogiéndose de hombros. - Flipante - chasquea los dedos y se abre una compuerta en el suelo de la que asciende una nave - suban, yo piloto.
La nave parecía el arquetipo de nave espacial, cabina ancha de paneles y monitor con miles de botones pequeños que brillaban con azul y amarillo. En los alerones portaba tres turbomotores que de no ser porque emanaban fuego azul como el de un cohete hubieran parecido las hélices de un submarino.
- ¿Cuantos caballos de potencia tiene esto? - pregunta Sandro como si entendiera.
- Chorrocientos - responde Datguy.
- ¿Pares o nones para ver quién se sienta delante? - le pregunta Saúl a Sandro.
- Va, yo pares - Sandro saca cuatro dedos y Saúl tres. - Joe.
Katie leyó el ambiente para entender. Pares y nones era un juego de "apuestas" entre dos, uno elije pares, el otro nones (que significa impares), sacan los dedos de una mano y si la suma de ambos es pares gana quien eligió pares y si es impar gana nones.
Se subieron Datguy y Saúl delante y Sandro con Katie detrás luego de que la cabeza de la nave se abriera como un descapotable.
- ¿Cuanta velocidad alcanza esta monada? - pregunta Saúl.
- La más rápida - dice Datguy mientras le aparece un cigarro en la boca y un reflejo extraño en las gafas de sol.
- ¿Más rápida que la luz? - pregunta Sandro.
- Más rápida que un cerdo untado en mantequilla y tirado panza arriba por una colina - dice con una sonrisa en el lateral de su boca y el cigarro prendido.
Katie se arranca un trozo de la falda y lo transforma en una bolsa de plástico. - Toma - le dice a Sandro.
La nabe se cierra y despega a todo motor, Sandro tarda cero coma en echar toda la pota en la bolsa que le proporcionaron.
Llegan al planeta más rápido que un rayo de luz recorriendo un milímetro hasta el suelo, eso hubiera parecido una tortuga con esguince en comparación. Pese a eso y las ventanas tintadas de negro, Saúl no pudo evitar ver la pancarta gigante en la que se había escrito "Por favor volver", en letras tan grandes que fácilmente cada una seria de el tamaño de América.
Efectivamente, el planeta al que llegaron era en su mayoría azul, debido al único océano masivo que lo componía, así como tenía la superficie solo dividida en dos continentes, cada uno de ellos con tal tamaño que hubieras podido meter 7 veces la extensión de toda la superficie terrestre solamente en el 3% de su superficie cuadrada y te hubiera sobrado espacio para meter dos lunas.
Finalmente la nave fue reduciendo su velocidad conforme llegaba a la estratosfera de aquel planeta, entre volantazo y volantazo que revolvieron a un más al pobre Sandro. La nabe terminó aterrizando en una pista de estacionamiento que se encontraba en un hangar abierto de lo que parecía un gran laboratorio alienígena, aunque eso sí, de baja resolución pues estaban demasiado lejos del Sol y todo se veía oscuro.
- ¿Qué os parece? Nos han dejado la entrada despejada y todo - dice Datguy, aún dentro de la nabe abriendo la cabina.
- ¡Espera cazurro, no sabemos si la atmósfera es respirable! - grita Sandro.
Será que Datguy era muy poco avispado o que Sandro era muy previsor, pero afortunadamente no pasó nada, el lugar era totalmente respirable aunque no hubiera prácticamente oxígeno en su superficie.
- Relájate amigo - le dice Datguy saliendo de un salto. - ¿Ya estamos muertos, no? Un poco de metano no te hará daño - a la par que dice esto infla sus pulmones con un respirar profundo.
- Sandro tiene razón, idiota - dice Saúl saltando fuera de la nave con una voltereta. - Eso ha sido demasiado imprudente, además, nosotros no estamos muertos, solo somos cuerpos sin alma - Saúl frunce el ceño mientras Datguy da una fuerte calada a su cigarro.
- Y deja eso - Katie extiende la palma y con una esfera de ki milimétrica hace estallar el cigarrillo en mil pedazos, causando que Datguy de un salto hacia atrás que hace resonar la reja del hangar a sus pies. - La nicotina la carga el diablo, solo los pecadores y los mineros fuman.
- Bue, bueno lo siento - dice Datguy con las manos en alto, como si se rindiera al verse superado en número.
Katie baja levitando con un brazo de Sandro a los hombros y sujetando el resto del cuerpo con una mano, él está más mareado que enfadado pero una cosa no quita la otra.
- Bien, bueno, relagémonos - dice Sandro buscando el equilibrio y tapando una arcada. - ¿Exactamente que es este planeta? Porque Neptuno no es.
- Si, además ¿Qué era la pancarta gigante del cielo? - dice Saúl con los brazos en jarras.
De repente los tres parecen tener un rostro enfadado y de puntillas frente a un Datguy que con las palmas arriba y de cuclillas parece que está a punto de arrodillarse y pedir perdón.
- Os juro que no se lo que es - dice. - Es mi primer día.
Katie se calma un poco, ella nota que sus intenciones son legítimas, toca los hombros de los dos amigos. - Está bien, vosotros tampoco entendisteis la totalidad de vuestros círculos.
- Ya, pero nosotros no alterábamos planetas enteros - dice Saúl extendiendo los brazos para realzar la grandeza del lugar.
- Fuiste tú el que dijo que poseía un porcentaje del poder infinito de este lugar - le dice Katie con un tono sensato.
Saúl la mira de reojo y sus intenciones medio cambian, al final suspira y se coloca en una postura algo más relajada. Sandro se recoloca con dos dedos se frota la frente para serenarse.
- E, okey, veo que estáis un poco alterados así que os espero en el escenario, si queréis llegar seguir la grúa amarilla - Datguy señala el techo y se deja llevar por un imán que lo arrastra por la espalda mientras él toma la pose de vuelo de Superman.
- Pues - Sandro tose dos veces. - Pues si es cierto que los huesos tienen hierro, ¿E? - Saúl solo mira con cara de "¿Qué cojones?" Y Katie no ha entendido el chiste. - Venga un poco de ánimo, que yo no soy el gracioso.
- No me fío de él - dice Saúl.
- No te fías de nadie, ni siquiera te fiaste de mí al principio.
- De mi solo se fío porque me parecía a Goku - dijo Katie.
- Oye, eso no es verdad - dice Saúl sonrojado.
Decidieron concentrarse mejor en el lugar, estaban en una pista circular en el centro de un gran gueco de 5 metros de diámetro, de la misma salían dos pistas de aterrizaje hasta el otro extremo. El techo tenía una gran apertura por la que habían entrado y la instalación destacaba con colores azules grisáceos que contrastaban con el cielo nocturno.
En el otro hangar circular había una cantidad innecesaria de cajas de madera apiladas en medias pirámides, Katie leyó la energía de una y la abrió con un dedo, dentro había altavoces. Se dirigió a otra caja, esta era roja.
- Esa no la toques - dice Saúl. - Las cajas rojas siempre son explosivas, lo aprendí en Crash.
- Parece joda pero es la tru - dice Sandro cambiando su nariz al hocico de un pony momentáneamente. - Eso huele mucho a pólvora y aunque técnicamente no pueden generarse explosiones en el espacio, mejor es no tentar a la suerte con esta extraña atmósfera.
- A todo esto, ¿Cómo es que podemos respirar aquí? - le pregunta Saúl a Katie.
- Seguramente Datguy haya hecho de este lugar una atmósfera respirable aunque haya cambiado un par de gases, es como la gravedad en el planeta de los ponys, no requieres de pensar mucho en ello, si para el usuario es lógico vivir en esos entornos para el resto también lo será - dice Katie casi de carrerilla generando el asombro de los dos. - Pero eso es solo una hipótesis, claro - concluye - tampoco entiendo estos lugares en su totalidad.
- Perdón si esto es una pregunta demasiado personal - dice Sandro. - Pero, ¿Tú recuerdas cómo era seguir a ese tal demonio de la esencia?
- No mucho - Katie camina hasta una puerta con forma hexagonal adosada a la pared que se abre en vertical con dientes como los de una sierra. - No eras tanto una entidad propia, eras más como una idea, un ser efímero guiado por una conciencia más grande... Supongo que no es muy diferente a como vives tú, todas tus ideas te caracterizan, todas o la mayoría son independientes y aún así, todas se rigen por una conciencia mayor que es tu propia identidad, ¿Entiendes?
- Suena a una versión extraña del panteísmo.
- No se a que te refieres con eso.
- ¿Tal vez la idea de Pachamama te suena más? Ese sentimiento de todos somos uno con un ser que es la naturaleza.
- Pero Pachamama no es nuestra conciencia, ella es la tierra y su tiempo.
Saúl que se había quedado un poco atrás siguiéndolos frunce el ceño porque no está entendiendo ni jota.
- ¿Qué es eso de Pachamama? - pregunta.
- Era una deidad de los Andes sudamericanos, era algo así como Gea para los griegos - dice Sandro.
- ¿Le daba proteínas a los yogures? - pregunta Saúl.
Pero ni Katie ni Sandro se ríen, es más, este último entrecierra los ojos y niega con la cabeza.
- Tú chiste del esqueleto fue peor - dice Saúl. - Encima con tanta cháchara no estáis viendo este precioso pasillo - hace un ademán para que observen lo que les rodea.
Era una especie de galería de dos metros y medio de altura con paredes formadas por chapas metálicas y luces en liga a ras del suelo que lo ponían todo azul. De vez en cuando en el lateral derecho aparecían turbinas como de ventiladores de a lo mucho metro cincuenta de altas que giraban a ritmo lento, se empieza a notar cierto óxido en ellas.
- ¿Sabes a qué me recuerdan estas? - dice Saúl. - A las típicas cosas que pasan en los dibujos animados que cuando le pegan un puñetazo al malo lo estampan contra esto y su cuerpo inconsciente aún gira, ¿Sabes de qué te hablo?
- Jeje si, es un clásico de las comedias tipo Tom y Yerry - dice Sandro. - Es como la escena en la cual le cae a uno un piano y sale por la cajuela pero con teclas en los dientes.
- Jajaja si, o como cuando se está resbalando con un jabón en el pie, entra a la cocina, se escucha una ostia del quince y sale con un montón de platos en equilibrio en cada mano.
- Si, si, y luego al final se estrella y le sale un chichón y los platos que caen todos en fila se le rompen y así el chichón crece más.
- Exacto jajaja, es buenísimo.
Mientras los dos amigos se reían Katie trataba de entenderlos y en cierto modo tenía tal vez pequeños recuerdos de su vida pasada, demasiado difusos para ser entendibles. Aunque si creía recordar la televisión y las caricaturas mañaneras, casi no podía recordar nada más allá de Dragón Ball, tal vez Bob Esponja y una serie de un super héroe murciélago.
Saúl que casi parecía poder leer su expresión, se gira y le pregunta - ¿Y tú Katie, recuerdas alguna caricatura así?
- Creo que no podía ver la televisión porque tenía que trabajar, pero tal vez tengo recuerdos del murciélago hombre, ¿Lo conocéis?
- ¿Pues está Batman, no? - pregunta Sandro.
- Si, creo que se llamaba así.
Tuvieron que detener la charla porque unas luces de gran bombilla roja sobre las puertas y los laterales de las paredes empezaron a sonar, así mismo se escuchó el característico sonido de un micrófono tomando entonación.
- Probando, probando - dice el eco de Datguy por todo el lugar. - Uno, dos, uno, dos, en diez minutos empezará el concierto, no falten.
- A cierto, estábamos con eso - dice Saúl.
- ¿Pero quién irá al concierto? Si todo este lugar está vacío - remata Sandro.
- Si, y ni nosotros queremos ir.
- Yo si iré - dice Katie. - Y vosotros deberíais hacer lo mismo - pone sus brazos en jarras - le hemos insultado así que somos sus amigos.
- No creo que hayas entendido aún la relación entre insultos y amistad - dice Sandro. - Pero tienes razón, tal vez esto esté relacionado con superar su miedo y podría ser nuestra salida.
- Aaaah - dice Saúl imitando que se derrite por el aburrimiento. - Bien, iré, pero si la canción no es buena, no pagaré entradas.
Emprenden el vuelo y siguen el camino de la grúa amarilla incrustada en el techo. Eso les lleva hasta un escenario totalmente vacío, ni siquiera hay gradas, parece más la pista de una discoteca. Datguy los está esperando encima de la tarima que era un semicírculo alzado metro y medio sobre el suelo. En el fondo había una pared con tres figuras, era un rombo grande de luces de neón con un rombo más pequeño cruzado en el centro.
Los tres se paran encima del escenario, Datguy se acerca a ellos con tres micrófonos en una mano y en la otra un micrófono para él.
- Venga animaros - les dice ofreciéndoles un micrófono a cada uno.
Aunque los tres toman uno es más por amabilidad que por ganas, ya habían pasado diez minutos y aún no venía nadie. Había una pequeña brisa entre ellos que venía del cielo estrellado que los acogía ya que el escenario era de techado abierto.
- Venga, todo el mundo arriba que el concierto va a empezar - dijo Datguy feliz y moviendo los brazos a lo loco.
Los tres se miraron, luego miraron a Datguy que parecía bailar como si fuera su primera vez probando el Just Dance Revolution de la wii. Alguien tendría que decírselo así que Katie dio un paso al frente.
- Pero... Pero aquí no hay nadie - comentó con el tono más misericorde que pudo.
- Bueno... Están tardando, el planeta es grande y eso... Ahora vendrán, solo espera un poco más - dijo Datguy aún con una sonrisa. - Se que será el mejor concierto, no podría perdermelo - se nota que lo dice entre dientes forzando la sonrisa. - Tengo los sentimientos azules, les encantará a todos, será mi más grande obra, no moriré hasta que lo vea aunque pierda mi alma en el intento.
Sandro traga saliva, parece que ya ha entendido todo. Saúl da tres pasos, cruza por delante de Katie hasta ponerse a la altura de Datguy que lo mira con los ojos por encima de las gafas de sol, le tiembla el iris, está a punto de llorar.
- Mira - le dice extendiendo el dorso de la mano para que se vea todo el lugar vacío. - Ya va llegando la gente.
Katie afina la vista de inmediato pero simplemente no ve ni escucha nada, no hay nadie aparte de ellos.
- Cierto - dice Sandro acercándose a ellos, sus zapatillas resonando musicalmente en la tarima. - Mira, son alienígenas y están llenando el lugar.
- Está bien chicos - Datguy nota de inmediato lo que están tratando de hacer y se frota los ojos llorosos con el brazo. - Se que no hay nadie.
- Claro que si - insiste Saúl. - Este lugar está lleno de marcianos, azules, barrigones y cabezones que lucen como si la "Rana Loca" y Pitufina hubieran tenido hijos.
Sandro se aguanta las ganas de decir "serían neptuninos ya que los marcianos son de Marte". - Mira, si vienen de todas las tribus urbanas - señala con el índice a un lugar vacío - ahí están los hipster de bigotes raros y ahí los de "estilo libre" que dan ganas de decirles, "chicos por favor estudiar, rapeais como el puto culo".
- Además en el área norte podemos observar al grupo de chonis caminando entre maromos para ver si pillan cacho, van en grupos de tres en lo que se conoce en la fauna salvaje como la putivuelta - dice Saúl imitando lo mejor que puede la voz de un narrador de Animal Planet.
- Chicos, yo no veo a nadie - dice Datguy.
- Eso es porque no creés en ti mismo - le dice Sandro. - Además, llevas gafas de sol de noche.
Sandro le quita las gafas y le pone una mano en el hombro mientras van entrando seres azules calvos de gran frente y tres dedos. Solo llevan botas militares sin calcetines siquiera, un pantalón corto negro y una cinta de estas que llevan los militares como Rambo en las películas que les llega del hombro a las caderas.
- ¿Que tal mi gente? - grita Saúl por el micrófono. - ¿Listos para ver el mejor concierto del sistema solar?
Todos aplauden con entusiasmo, la membrana entre sus dos dedos más predominantes hace que se genere un eco bastante gracioso.
- Pues aquí voy - dice Saúl afinándose la garganta. - Yea, perdonen, Kame jame...
Todo el público empieza a perder la emoción viendo como el vocalista principal rapea acapela algo con nombres que no entienden.
- e, jeje - Sandro le quita el micrófono a Saúl de un manotazo. - Les ruego perdonen a mi amigo, le emocionan mucho estás cosas - Sandro le echa una mirada fulminante a Saúl y este retrocede hasta estar junto a Katie con una sonrisa y una mano rascándose la cabeza. - Les dejamos ahora si con nuestro cantante principal, Datguy.
- Yo, yo... - mientras Datguy avanza música empieza a sonar en unos altavoces de fondo. - Escucha bien esta historia, a cerca de un chico azul y mundo azul, cada día y cada noche lo que puede ver es azul...
Datguy sigue la instrumental perfectamente y luego hace un gesto de adelante con el dedo índice al trio de amigos reunidos tras él, Sandro da una palmada a Katie para que se anime, esta sonríe y cambia sus cuerdas vocales para sintonizar mejor el estribillo así como lee las intenciones de Sandro que por su experiencia con una serie de constantes canciones sobre la amistad tiene el tono adecuado.
Entonces todo el concierto estalla, los aliens bailan y vitorean de emoción, todos tienen los codos doblados con las palmas extendidas en horizontal mientras se balancean con las caderas de un lado para otro. Katie y Datguy son el dueto definitivo y todos disfrutan el concierto pese a que solo dura cinco minutos, hasta Saúl y Sandro bailaron en el escenario pasos de hip hop que ni entendían.
Cuando el concierto acabó, Datguy dio gracias a su público maravilloso y les prometió que volvería mañana con más y mejor espectáculo. Con una ovación final que todos recibieron gustosos, se dio fin al concierto y los neptuninos abandonaron el lugar.
Una grieta en el espacio se abre tras Katie, Saúl y Sandro.
"Supongo que se acabó todo por aquí", piensan Saúl y Sandro.
Van a girarse para pasar cuando Datguy les llama.
- Esperar un momento - les dice y la grieta se cierra a la misma velocidad a la que se abrió para el asombro de todos. - Me haría mucha ilusión poder enseñaros algo más - les dice.
- Espera, ¿Tú has cerrado eso? - dice Sandro apuntando con el pulgar al lugar donde antes estaba la grieta.
- No, se ha cerrado solo - dice Datguy.
- Tal vez lo ha cerrado inconscientemente - ataja Katie. - Supongo que no podemos irnos sin su permiso.
- Os prometo que será rápido - dice juntando las manos en señal de oración. - Por vuestra apariencia supongo que sabéis pelear y creo que tal vez sepa algo de lucha que os interesa - hace un aspaviento con la mano - seguirme vamos - Datguy da un pequeño saltito y se pone en camino por los intrincados pasillos mientras los tres lo acompañan de cerca.
- ¡Llegamos! - grita dentro de una sala azul de suelo acolchado y paredes con luces tan potentes que parecía de día.
En la habitación que era de unos 10 metros de ancho, 6 de alto y 15 de largo, se encontraban varios neptuninos practicando desde kun fu hasta boxeo. Ninguno le prestó especial interés a los recién llegados excepto tres que se acercan con trajes de una sola pieza hechos de licra y que eran a todas luces maillot de lucha libre o Wrestling como lo llaman en los países anglosajones.
- Estos son Duncan, Rayan y Costa - los presenta Saúl.
- Un placer - se dan las manos.
- Igualmente - responden.
- No he podido evitar notar - dice Datguy - principalmente por vuestra apariencia de Dragon Ball y... ¿Evangelion? - duda mirando a Sandro. - Que lo más probable es que sepáis pelear, pero puede que este estilo os interese.
- Valla - dice Saúl alzando ambas cejas - parece que aquí todos saben sobre pelear y Dragon Ball.
- ¿Aquí? ¿En un videojuego de peleas maldito sobre Dragon Ball? Cielos que gran misterio - dice Sandro sarcástico.
- También es verdad.
- Ejem ejem - tose Datguy. - Como os decía, la lucha libre profesional es un arte tan antiguo como Grecia...
- Ams, perdona - vuelve a interrumpir Saúl. - Realmente nosotros ya sabemos pelear, hasta podemos volar y lanzar energía, la lucha libre profesional es solo como el sumo pero con suplex, no creo que la necesitemos.
- Que manera más burda de desprestigiar un deporte - dice Datguy con más seriedad de la que lo caracteriza. - Esto lleva años de práctica y es una disciplina que se enseña desde el instituto, ¿Y tú lo llamas sumo con suplex?
- Sin ofender - dice Saúl levantando las palmas.
- Esta bien, gánale a Costa en un solo asalto y podéis iros.
- Pues vale - dice Saúl tronando los nudillos.
- E, pero nada de poderes y lucharás con tu peso estándar.
- No problemo - dice encogiéndose de hombros.
En ese momento Katie busca soltar una réplica pero Sandro la detiene con un gesto, realmente quiere ver cómo va esto, después de todo Saúl solito se lo ha buscado.
Costa mide un metro sesenta y nueve y pesa 57 kilos, Saúl en su forma de sayan mide un metro setenta y uno y pesa 61 kilos. Para este reto Saúl a disminuido su velocidad, está dispuesto a demostrar que su entrenamiento marcial de segundos luchando con una araña y un pony es más que suficiente.
El primer asalto empieza, Saúl lanza una patada alta buscando el mentón de Costa el cual se agacha de inmediato sobre una de sus rodillas impulsándose al mismo tiempo con la contraria. Su brazo rodea la pierna de Saúl como una serpiente y aprieta su hueso poplíteo obligándolo a flexionarse hacia atrás. Saúl intenta un golpe de codo descendente pero Costa lleva su cabeza hasta el sobaco del muchacho impidiendo su correcta articulación y con su otro brazo libre también lo apresa.
Costa se levanta sosteniendo ha Saúl en lateral con sus homoplatos y se tira de espaldas tumbandolo sin aliento.
- Act act - tose Saúl sin aire. - ¿Eso es legal?
- Es real - responde Costa.
- Aaaa - piensa Saúl totalmente en blanco. - Enséñame.
- A eso íbamos - responde Datguy con una sonrisa. - Pero ahora le toca a tu amigo.
- Eso no va a pasar - dice Sandro de brazos cruzados.
- No me puedo creer que esté pasando - dice luego de ser derribado en menos de tres segundos por Duncan.
Katie si que pudo aguantar un rato contra Rayan hasta que descubrieron que estaba usando su lectura de intenciones para predecir movimientos, sin eso, también fue rápidamente doblegada.
En general fue un entrenamiento dinámico, Saúl y Sandro aprendían rápido, para ellos esto era como un nivel de tutorial y estuvieron hasta el amanecer practicando toda clase de derribos, desde agarres con las muñecas hasta giros dinámicos con las caderas y en menor medida algo de combate de suelo. A Saúl le encantó un movimiento que consistía en agarrar a tu rival por el cuello como una guillotina y girar con todas tus ganas hacia atrás para que la inercia del giro repercutiera totalmente en su espalda. Así mismo también aprendieron a mantener una postura más encorvada con manos sueltas para empujar y como hacer derribos en acometidas hacia las piernas que suelen ser las zonas más desprotegidas.
Datguy los invitó a todos a un banquete luego de entrenar que tubo lugar en el centro del estadio contemplando un maravilloso amanecer. Saúl y Sandro no tomaron nada con alcohol, aún eran menores, pero Katie si, aunque ella sola se acabó dos botellas de coñac, no perdió el juicio en absoluto.
- Oye Datguy, aquí entre amigos - le dijo Saúl. - ¿Porque enseñarnos lucha libre si casi nadie la usa?
- Por eso mismo mi estimado, como casi nadie la usa casi nadie sabe defenderse de ella - dicen que los niños y los borrachos nunca mienten, debe ser cierto porque Datguy estaba como una cuba y aún así su respuesta fue sincera. - Y una cositita más, toma este dispositivo, es un disquete de parálisis tan potente que frena hasta la materia oscura de la víctima, úsalo solo cuando sea extremadamente necesario.
Saúl le enseñó el dispositivo a Katie y Sandro, era un disquete cilindrico de no más de 20 centímetros de largo con un botón circular en el centro que lo activaba y unas letras que decían "solo apto para sentimientos azules".
Con los primeros rayos de sol en el horizonte la realidad volvió a abrirse y ahora sí, con su respectiva despedida formal, el trio de amigos se marchó del tercer círculo.
Capítulo 7: círculo cuatro, "valor" por precio, no por valiente.
- Esto... Esto está vacío - dijo Saúl en medio de la nada.
- Algo tiene que haber o no podríamos respirar ni escuchar - dice Sandro.
- ¿Ustedes están respirando? Yo no noto aíre en mis pulmones, ni siquiera noto mis pulmones - dice Katie.
- ¿También estáis viendo un fondo blanco? - pregunta Sandro.
- No, yo lo veo negro - dice Saúl.
- Yo veo la nada - dice Katie.
- ¿Alguna idea? - pregunta Sandro. - Ni siquiera noto mi cuerpo, creo que estoy desapareciendo.
- Tengo un plan, en Dragon Ball GT Goku se queda atrapado en una dimensión que se llama la dimensión de la oca, la destruye liberando su poder, tal vez sí hacemos eso...
- Lo intentaré - dice Katie.
Aunque Katie grita en aquella nada no se nota el sonido aumentando, pronto Saúl también libera su poder y Sandro deja salir la magia que usó contra Twilight, un potente arcoiris esta vez sin colores.
El vacío les devolvió la mirada y ellos le metieron un dedo en el ojo. ¿Sabías que tu voz mental no puede gritar?
La dimensión se casca en una grieta multiforme de color azul oscuro con un particular brillo rojo en el centro. Los tres amigos están juntos sobre la nada aunque también podrían estar debajo de ella, no hay perspectiva que rija su estado. Katie liberó su poder como una gran onda de choque, Saúl tiene el pelo blanquecino encrespado y Sandro ha desplegado sus alas hasta duplicar su tamaño como si de unas alas de alicornio se trataran.
- ¿Que coño fue eso? - Saúl se palpa todo el cuerpo para garantizar que aún está entero.
- Esto es un círculo vacío - dice Katie. - Así es como quedan los círculos cuando los propietarios del infierno personal se van - Katie se pone en posición fetal y empieza a mecerse lentamente. - Así es como se siente cuando eres parte del demonio de la esencia... Son círculos llenos de su esencia - Katie está temblando mucho y empieza a deformarse.
Sandro envuelve el cuerpo de Katie con una de sus alas, con la ternura de una gallina protegiendo a sus polluelos. Katie solo gimotea aún sin tranquilizarse.
- Creo que esto es lo más cerca que hemos estado de morir - empieza a decir Sandro.
- Amigo, no creo que este sea el momento adecuado - interrumpe Saúl.
- Espera, se lo que digo, esto es lo más cerca que hemos estado de la no existencia - retoma Sandro. - Pero hemos sobrevivido gracias a ti, Katie.
- La idea fue de Saúl - dice sorbiéndose la nariz.
- ¿Y quién le ayudó a transformarse?
- Eso - interviene Saúl. - Gracias a ti es que tengo esta nueva transformación.
- No es cierto, la tienes gracias a que Sandro nos repotenció con su rubí.
- Cierto - dice Sandro con media sonrisa. - Y yo llegué a crear dicho poder gracias a ti, fuiste tú también quién me salvó cuando perdí contra Twilight.
- Literalmente yo solo estoy aquí gracias a que tú casi das la vida por mí todo el rato - dice Saúl.
Sandro se arranca un trozo de tela de la manga izquierda y se lo da a Katie para que se suene la nariz, inmediatamente el trozo se repara.
- Gracias - dice Katie un poco más serena.
- ¿Mejor? - pregunta Sandro.
- No... - dice reflexiva. - ¿Vosotros no tenéis miedo?
- Estoy cagado hasta los pies - dice Saúl.
- Lo mismo digo - comenta Sandro.
- Pero eso está bien - mira a Sandro y este asiente. - Todos tenemos miedo, estaríamos locos si no fuera el caso.
- Buena referencia - dice Sandro.
- Gracias - Saúl sonríe. - Pero enserio Katie, no te fuerces... Esto es duro para todos pero entendemos que puede ser más duro para tí.
- Si - le corta Sandro. - Prácticamente estás reviviendo un trauma, es una terapia de choque elevada al cuadrado.
Katie sonríe un poco, sabe que Sandro está intentando animarla pero no entiende muchas de las cosas que dice. - Perdón - dice ella - lo siento si mi debilidad os está retrasando, ver a una adulta llorar tiene que ser tan vergonzoso...
- ¿Adulta? - pregunta Sandro. - ¿Cuantos años tienes?
Saúl mira de reojo a Sandro, él no había querido hacer esa pregunta por dos motivos, primero porque sobrentendía que Katie tendría cientos de años y segundo porque su padre le dijo que a una mujer nunca había que preguntarle la edad de la misma manera que nunca hay que preguntar a un hombre por su sueldo.
- No me acuerdo - dice ella. - Pero más de cien seguro y todavía soy así de sensible, yo soy tan cobarde que... - Katie no puede acabar cuando comienzan a escurrir lágrimas por sus ojos.
- Cientos de años sin conciencia propia y aún con fuerzas para guiarnos lo mejor que sabes, no eres cobarde Katie - le dice Sandro.
- Eres más valiente que nosotros dos juntos - dice Saúl. - Simplemente somos dos críos de 16 flipando en el infierno, pero por supuesto que tenemos miedo, es solo que el asombro lo opaca.
- Si... Es verdad - Katie se tranquiliza un poco. - ¿Podría quedarme un poco más así? - le pregunta a Sandro acurrucándose en su ala. - No sabría explicar porque pero esto me recuerda a mi hogar.
- Cuanto gustes - le responde asintiendo. - Perfecto, pues ya aclarado eso, ¿Porque no hablamos de este roto multiforme?
- Tócala a ver qué hace - dice Saúl.
Sandro mira con los ojos entrecerrados a Saúl y luego mira al epicentro de la grieta. - Bueno, abrá que probar - dice estirando la mano.
- No, hombre era broma... - dice Saúl intentando interponerse.
- Lo tengo - dice Sandro con el brillo rojo en su mano, la greita multiforme toma una lucidez más blanquecina.
- ¡Podrías haber muerto loco! - le dice Saúl haciendo aspavientos con las manos.
- Con la amistad de mi lado no le temo ni a la muerte - dice Sandro en un total estado de serenidad carente de temor.
- Vale, tienes un par de huevos pero no vuelvas a hacer eso - Saúl mira a los ojos a Sandro. - ¡Ay no me jodas! - dice Saúl retrocediendo.
- ¿Qué? ¿Qué pasa? - Sandro también se asusta de golpe.
- Tío, tus ojos se han vuelto amarillos.
Sandro mira a Katie y esta asiente para confirmarlo.
- Carai, yo no noto nada, ¿Habrá sido por esto? - dice mirando el brillo rojo que se escapa entre sus dedos.
- ¿Qué es? - pregunta Saúl.
- Pues a ver - Sandro abre la mano y encuentra en ella un rubí rectangular del tamaño de una frente. - ¿Y esto?
- Me suena de algo, ¿Es como el que había en tu círculo, no?
- Supongo, es un rubí, todos se parecen.
- ¿Tú que opinas Katie, te suena? - le pregunta Saúl mirando por encima del hombro de Sandro.
- No - niega con la cabeza entre los brazos, Saúl creé que ni siquiera lo está mirando.
- Jumm, no se, es como que me suena - Saúl le sigue dando vueltas. - ¿A ti no te suena ver eso en la portada del juego, tal vez?
- No, que yo recuerde en la portada solo estaba un Goku de pelo rojo... Tal vez tenía un tridente y ojos negros, no me acuerdo.
- Si, creo que hablas de evil Goku, también estaban Nappa el mono y bueno... A ostias claro, esta es la gema de Cell.
Katie los mira por el rabillo del ojo, ya un poco más serena y calmada. Saúl se da cuenta de esto.
- ¿No te suena? - le dice. - ¿No la viste cuando me salvaste?
- Iba demasiado rápido - responde. - No recuerdo rostros, solo manchas borrosas.
- Claro - dice Saúl sonriendo. - Lo entiendo, no te preocupes. El caso es que con esta gema Cell consiguió poderes nuevos, era como un catalizador de ki y por esto sus ataques llegaban de una galaxia a otra en segundos, destrozando hasta sus agujeros gravitacionales... O eso decían los foros.
- ¿Crees que esta gema ha transformado mis ojos en amarillo? - pregunta Sandro.
- Parece más una nueva transformación, si - responde Saúl. - En A. F las transformaciones muchas veces eran solo la forma original con retoques superficiales como un nuevo color de pelo u ojos.
- Ya veo - medita Sandro. - No me siento más fuerte, quizás tengo poderes nuevos, ¿Alguna idea de como usarlos? - mira a sus dos amigos pero ambos se encogen de hombros.
- esos ojos - dice Katie. - Su brillo... Creo que lo vi entre los árboles de aquel extraño bosque en tu círculo.
- Podrían ser los ojos de Rubí - dice Sandro. - También tenía los ojos así pero solo eso, no creo que sean útiles.
- Va, no se amigo, ¿Me dejas el rubí a mí a ver si me da algo? - pregunta Saúl.
Sandro le entrega el rubí y aunque al principio Saúl siente un aura más efusiva dentro de él, no nota ningún incremento de poder ni nada por el estilo, por lo que la emoción se transforma en una cara de poker.
- Que decepción - dice. - Supongo que esto es como los personajes sin transformación del Budokai, te aumenta el poder y brillas un poco más pero nada de cambios de forma, ¿Quieres probar Katie?
- No - responde serena cuando Saúl le ofrece la gema. - De hecho, vámonos de aquí cuanto antes.
Sandro y Saúl se miran y asienten al unísono, están pensando igual, todos avanzan un paso para cruzar al siguiente círculo.
Capítulo 8: quinto círculo, el payaso del espectáculo.
Una interminable cantidad de colinas se veían en ambos extremos del horizonte, un horizonte tan lejano que probablemente era una prueba inequívoca de que aquel mundo era plano. En aquel paisaje todo era en blanco y negro, como la luna, solo había una edificación situada en un montículo relativamente más elevado que el resto.
El cielo que acompañaba este espectáculo era estrellado y mirarlo daba vértigo pues parecía que las estrellas se acercaban a velocidades no plausibles para la relatividad general.
- ¿Otro mundo monocromático? - dice Sandro.
- Eso parece - dice Saúl. - Pero este es más raro - mira hacia el cielo. - Creo que voy a vomitar, las estrellas pasan por aquí como si fuera un salto al hiperespacio.
- Ni si quiera veo el final del horizonte, ¿Creéis que este sea un planeta plano?
- Es una conclusión un poco precipitada, ¿No? - pregunta Katie.
- No es una conclusión, es más una pregunta, pero si lo fuera explicaría porque esto parece que está subiendo, en un planeta plano no habría gravedad generada por un núcleo, la gravedad saldría de la inercia de acelerar hacia arriba - Sandro se fascina con cada una de sus palabras.
- Tienes un vasto conocimiento sobre todo - dice Katie asombrada.
- Pues si, es impresionante - dice Saúl que no tarda en poner una sonrisa pícara. - Seguro que lo aprendiste viendo una explicación de cómo funcionaban los ciclos lunares y Solares en My little pony si eran Celestia y Luna quienes movían los astros, ¿A que si?
- Pues si - dice Sandro fingiendo que se ajusta una corbata. - En mi pequeño pony hay ciencia de verdad y no capsulas, armaduras y robots que se embarazan como en una serie que yo me sé.
- Eso ha sido un golpe bajo que lo sepas - dice Saúl entrecerrando los ojos. - Además era una androide, no un robot.
- jejeje no entiendo nada - dice Katie.
Cuando volvieron a ser conscientes del mundo que los rodeaba estaban en aquel cubículo edificado donde los recibía una puerta que era más una chapa con bisagras y un manillar que otra cosa.
- ¿Deberíamos abrirlo? - pregunta Sandro.
- No noto nada fuera de lugar - dice Katie.
- Habrá que probar - abre la puerta tirando de ella. - Las damas primero - dice con una reverencia cuando pasa Katie y se queda mirando a Saúl con una sonrisa.
- Y las putas después - dice Saúl pasando con una falsa voz refinada.
- Serás ca...
Sandro no puede acabar la frase mientras entra pues el cielo se ilumina con dos luces rojas, como dos estrellas, pero no eran estrellas pues pestañearon. Todos miraron al cielo desde la puerta, una gigantesca cara de metal con la forma de una máscara de hierro medieval y de bordes totalmente geométricos se encuentra en el cielo.
La cara abarca una extensión de 7 millas y flotaba a una altura de cuatro mil metros, era como mirar a un edificio con rostro. Sus labios se separaron formando un rombo negro y empezó a entonar una canción.
"La pequeña araña en un tubo se subió...".
Cada letra resonó en la cabeza de Saúl como un martillo.
El cielo se tiñó de ocre en lo que parecía un ciclón con un vacío negro en el centro, la cabeza desapareció pero la música siguió sonando a gran velocidad distorsionándose como si fuera un vinilo en llamas, una acción muy acorde con el cielo. El cielo intercaló su oscuridad y su luz con florituras, formas de flores de seis pétalos amarillos que se contraían y estiraban hasta formar una sola que luego se dividía de nuevo con movimientos que recordaban a las ondas de un charco hasta que el ciclo volvía a empezar.
- Yo reconozco esos patrones - dice Saúl temblando.
Gira el cuello de manera repentina y todo le parece familiar, la habitación de cemento sin muebles, ese agujero cuadrado en la pared, la ventana cegada y, como no, la figura humanoide y raquítica de no más de metro cincuenta de altura que porta tutú y un paraguas rosa. Todo encajado en un cuerpo doblado, de piel tan seca que se le marcan los huesos y cara tan inexpresiva que parece una máscara.
- ¡Es la morsa! - grita y la señala.
Katie solo se queda extrañada, daleando la cabeza, en cambio Sandro se sorprende y se lleva una mano al pecho poniendo una mueca que hace chirriar sus dientes.
- ¡Ostias! Es cierto.
La morsa apareció frente a Saúl y este gritó tan fuerte que casi parecía que hasta de sus manos habían salido bocas para gritar. Intentó dar un puñetazo a la morsa pero esta paró el ataque agarrando la muñeca. De repente la figura parecía más alta, imponente, la escasa luz que entraba de la puerta le generaba un lateral sombrío a la figura que se alzaba sobre él sacándole una cabeza. Intentó salir corriendo pateando sus piernas pero no podía librarse del agarre, la mano de la morsa estaba a punto de tocarle.
Sandro dispara un rayo de energía desde su mano que pasa de lado a lado la cabeza de la morsa sin lograr ningún efecto, como si hubiera intentado golpear a un espejismo. La morsa gira la cabeza y lo mira, Sandro aunque se extraña, no hace más aspavientos, simplemente le devuelve la mirada.
Saúl aprovecha y le pega un puñetazo en el cuello a la morsa que la aturde lo suficiente para que le suelte la muñeca. Planta los dos pies en su pecho y empuja con todas sus fuerzas con tanta rabia que entra en su estado albino inconscientemente y por pura inercia él sale despedido hacia atrás mientras la morsa sale de espaldas.
- ¡Pero ayudarme cabrones! - grita Saúl mientras se pierde en la lejanía del horizonte infinito.
- ¡Hay que hacer algo! - le grita Sandro a Katie mientras ve como la morsa salta sobre sus cabezas para volver a por Saúl.
- ¡Pero esque! - grita Katie mezclando nervios e histeria. - ¡Yo no estoy viendo nada!
- ¿Cómo? - cuando Sandro libera su máximo poder seguro de si mismo y su pupila se vuelve amarilla tampoco es capaz de observar a la morsa. - Oh no, creo que ya se lo que pasa...
Saúl retoma el combate lanzando esferas de ki, tanto juntas como separadas pero la morsa se mueve entre ellas con la gracia de una bailarina mientras va en caída libre a por él. A punto de llegar, Saúl junta las palmas en la frente proporcionando un resplandor que disipa toda la luz del cielo pero la morsa simplemente pone la mano en una posición que adelanta todo su cuerpo y vuelve ese ataque de luz en un simpático parpadeo de luces de neón moradas, verdes y azules.
Ahora sí que está frente a Saúl, sus pies se han hundido en el suelo levantando tierra y polvo, firme y a su altura Saúl trata de darle una patada en la boca con todo el grosor de la tibia pero ella se agacha y cuando la pierna pasa sobre su cabeza estira el brazo atrapando a Saúl por el cuello, ejerciendo presión en su nuez de Adán. Ahora sí que estaba apretando con ganas, era como tener una zarza de espinas en la garganta, pese al dolor Saúl pone los brazos y las piernas en cruz, apresando la totalidad del brazo e impulsado en ki toma altura.
"Espero que no estire las piernas también" piensa cuando ya a alcanzado los 10.000 kilómetros.
Por un brevísimo momento, Saúl deja de prestar atención al dolor de su cuello y ve como el planeta verdaderamente es una planicie abultada por montículos que se extiende sin tener o sin poder tener fin. Mira al espacio y se siente diminuto tan lejos de la exosfera, tan cerca de los astros, un pequeño detalle hasta ahora sin relevancia cobra sentido.
"Tengo que volver" piensa, lleva sus dos manos hasta la muñeca de la mano de la morsa y aprieta hasta que escucha como se parte el metatarso. "Que bonitos sonidos hace el espacio" piensa.
La morsa clava su otra mano afilada en la pelvis de Saúl, eso es suficiente para que pierda fuerza en el agarre de su pierna y la morsa se suelte, maniobrando mejor hasta clavar su otra mano en los omóplatos, se pone sobre Saúl y lo tira como si tirase un mate con intención de destruir la canasta.
Saúl cae de espaldas y todo su peso empieza a sentir la fricción, mientras se quema sonríe al ver que la morsa lo sigue de cerca. Entonces se reacomoda y proyecta una esfera de ki de dos metros, atrapando dentro a la morsa, que se siente como un jugador de baloncesto dentro de una casa de ratones.
Saúl le estampa a la morsa los dos pies en la cara y en apenas los dos centímetros que tiene esta trastabilla, lo que facilita a Saúl tomar sus hombros, Saúl echa atrás su cadena y pie, sus dedos comprimidos apuntan atrás, junta todo lo que puede el talón a sus posaderas cuando toma impulso y clava la rodilla totalmente tensa en las costillas marcadas de la morsa. El golpe impacta con toda la energía cinética que había tomado en la caída pero no logra ni la más leve quemadura, cuando Saúl intenta otro golpe con la rodilla opuesta, la morsa estira su mano por debajo, sus dedos como cuchillas rompen la esfera y toma a Saúl directamente de la coronilla. Hace un giro de muñeca hacía fuera y Saúl gira 250 grados partiendo el escudo, cayendo de boca con la tierra gris que lo amortigua.
Mientras Saúl retoma posición en medio de una polvareda, ve a la morsa descendiendo lentamente en un paraguas como si de Mary Poppins se tratara. Saúl extiende sus palmas al cielo generando una enorme masa de aíre que extiende todo el polvo levantado a la dirección de su objetivo. La morsa se cubre de inmediato los ojos con el brazo y eso le impide ver como Saúl sale de entre la nube formada y le estampa el puño en el mentón, sin dejar tiempo a réplicas gira con una voltereta donde una pierna adelantada choca con la nuca de la morsa y la impulsa hacia el suelo causando que atraviese múltiples colinas.
Saúl no la pierde el rastro y embiste con una gran cantidad de ki preparando una bóveda ardiente, más la morsa endereza su empeine al rebotar contra el suelo y logra girar en el aíre con una pierna tras su cabeza, estira la mano con gracia y atrapa cinco estrellas, una por cada dedo, las comprime y las lanza con la fuerza de treinta supernovas. Saúl se siente como si estuviera atravesando un lanzallamas dentro de una burbuja de agua, su impulso no cede, su valía se impone y libera todo su poder lo más cerca que puede de la morsa.
En medio de un valle entre dos colinas se ha formado un cráter y en sus extremos se han formado metales tan duros como el núcleo de la tierra. Saúl encorvado se dirige tambaleante hacia la morsa con intención de terminarla, esta también va por él arrastrando una pierna. Saúl no desperdicia la oportunidad, patea frontalmente el hueso poplíteo lo que obliga a la morsa a dalearse hacia delante, Saúl la toma del cuello con sus dos brazos y aprieta sus vértebras, la levanta sobre su cabeza, la gira en el aire en horizontal y la hace caer de espaldas contra la tierra. La totalidad de ese planeta se fragmenta con la forma de un asterisco, Saúl se deja caer sobre sus rodillas, aunque está extrañamente cansado su cuerpo no está agotado más bien su mente le pide descansar.
Escucha los aleteos de Sandro que llega con sus ojos relucientes mientras Katie lo sigue.
- A buenas horas mangas verdes - dice Saúl. - Aquí ya se ha terminado todo - Saúl se revuelve las manos en el pelo mientras retoma su color original. - Mirando como pasmarotes poco hacéis, esta ha sido la hora más larga de mi vida, ¿Por qué no habéis venido a ayudarme?
- ¿Una hora? - cuestiona Sandro daleando la cabeza. - Ni si quiera a pasado un segundo desde que saliste despedido del edificio.
- ¿E? - Saúl parece tener más dudas que Sandro. - ¿Será por el rubí, me repotenció tanto? - tal vez fue eso, ¿Si una muestra lo volvió capaz de enfrentar a destructoras de planetas por qué no lo volvería más rápido que el tiempo convencional?
- ¿Qué pasó? - pregunta Katie.
- Le di una paliza de lo lindo, eso fue lo que pasó.
- Te sangra la pierna y la espalda - dice Katie con cara de poker.
- Tocado pero no hundido - dice Saúl sacando pecho. - Seep, además, de esto me recupero facilito.
- ¿Eso fue lo que pasó? - pregunta Sandro cruzándose de brazos.
- Ni más ni menos - dice Saúl imitando el gesto.
- Te voy a decir lo que yo creo que pasó - Sandro tiene un porte más serio. - Creo que le diste una paliza a una persona raquítica solo porque te dio miedo y tu orgullo te impide ser sincero.
- Oye, baja dos tonitos tú también, me atacó primero y tú también atacaste.
- Yo no ataqué por gusto, te estaba defendiendo, en cambio tú trataste de dar el primer golpe como contra las arañas azules solo por qué tienes miedo, ¿Es que no aprendiste nada? Diablos Saúl, ¿Por que eres así? No necesitas estar en peligro de muerte para abrirte emocionalmente.
- Sandro, yo creo que...
- Espera Katie - Sandro la detiene con un gesto. - Esto es algo que necesita escuchar - suspira - no solo él, todos necesitamos saberlo, creo que ya se como funcionan los círculos.
- Sandro tío, ¿De que estás hablando? Míralo, has visto como me dejó el cuerpo, ¿Y qué si ataqué primero? Una buena persona no haría esto.
- ¿Te acuerdas de lo que me dijiste contra Twilight? Dijiste que cuánto más miedo tuviera más fuerte sería - Sandro mira el cuerpo roto de la morsa. - ¿A lo largo del combate quien se ha echo más fuerte de los dos? - mira a Saúl que se ha vuelto a poner de pie sin rasguños aparentes. - Creo que no hace falta que respondas.
La cabeza de Saúl se siente rara, una parte de él quiere gritar que era un monstruo y se lo merecía, otra decir que solo estaba defendiéndose y una última parte solo le estaba susurrando, de la misma manera que le susurró una melodía infantil la primera vez, le dice "tienes que reconocer tus errores".
- Es como Datguy, solo que mientras que el perdió su propia alma por tomar malas decisiones, la morsa perdió su alma por un sufrimiento constante - Sandro guarda silencio.
- Si todo el mundo piensa que eres un monstruo sin alma te lo terminas creyendo - complementa Katie.
Sandro mira a Saúl, ambos asienten, es lo que tiene la amistad, a veces no necesitas decir nada para que todo quede claro.
- Katie no podía verla porque no consideraba a la morsa un monstruo, cuando me transformé logré total serenidad así que tampoco fui capaz de verla... Pero tú que le seguías teniendo miedo, mira como has dejado a esta pobre persona.
Sandro se acerca a la morsa, toma su mano sin pulso y la levanta como si estuviera saludando a una princesa. La morsa recupera la compostura y aún con su cuerpo escuálido consigue ponerse de pie.
- Lo siento mucho - dice Saúl. - No debí juzgar su apariencia para determinar su carácter - el muchacho se tira al suelo y hace una reverencia de disculpa japonesa. - Seguramente su alma vale más que la mía, solo me dejé llevar por el miedo y la desinformación y también...
La morsa da dos pasos y pone su mano en la cabeza de Saúl, él la devuelve la mirada, la morsa le sonríe. Es una sonrisa cálida, podría decir "está bien, todos tenemos valor", tal vez dice "merecías que te hubiera hecho más daño pero bueno, dejemos las cosas estar" e incluso es posible que diga un simple y sencillo "no lo vuelvas a hacer". Al final las acciones valen más que las palabras, la morsa cruza sus brazos en el pecho y lentamente se deja caer a la tierra. Todo en el círculo desaparece de un momento a otro, quedan en un vacío de nuevo.
- Descanse en paz - dice Katie, Saúl y Sandro asienten.
Nueva grieta, nuevo camino por recorrer.
Capítulo 9: círculo 6, la hora de la verdad.
Esta vez aparecieron en las faldas de un cerro, una gigantesca elevación del terreno casi tan alta como un monte, alzado en una tierra situada a más de cuatro mil metros sobre el nivel del mar. El cielo es tan claro que podrías contar todas las nubes con los dedos de una mano y el sol aunque era cálido no superaba los 10 grados celsius. Si bien no era un círculo monocromático como los anteriores, mirasen donde mirasen, todo parecía marrón.
Los tres estaban no muy lejos de una serie de raíles de vagonetas que conducían a la entrada de una mina, pero eso no les llamaba la atención, les causaba más curiosidad la fragmentación en el cielo que apareció en el mismo momento en el que aparecieron ellos.
- Supongo que no hará falta explorar este - dijo Katie poniendo su mano a modo de visera para mirar más allá de la cima. - Bien, vamos - dice Katie haciendo un gesto de "adelante" con el brazo.
- Katie - Saúl le pone una mano en el hombro antes de que empiece a volar. - Este es tu círculo, ¿Verdad?
- ¿E? - la mujer le devuelve una mirada que imita en su totalidad una duda genuina. - No, yo soy un alma en pena, los círculos son solamente para gente sin alma tal como Sandro dijo.
- Yo no dije eso - Sandro es serio y cortante.
- De la misma manera que yo no te dije que Goku tenía voz de mujer y tampoco lo pensé porque estaba inconsciente - Saúl tiene un porte más serio de lo normal. - Es más, ¿Si no lees mentes, como supiste que estaba pensando que el griego era un yogur y no un gentilicio?
- Que curioso que supieras cómo crear un catalizador de poderes con un rubí y luego te diera miedo mirar un catalizador de rubí real - le acusa Sandro.
- Hablando de eso, ¿Cómo es posible que supieras que Cell tenía el rubí en la frente antes de que yo lo dijera si no te acordabas de él? Dijiste textualmente "solo vi su rostro borroso".
- ¿Y porqué no te transformaste en ssj 5 al liberar tú máximo poder? - increpa Sandro sin piedad.
- Chicos os estáis equivocando, lo de la fase 5 solo fue estético y el resto de cosas solo son una coincidencia - su voz es tan tranquila que solo levanta más sospecha.
- Entonces respóndeme a una última pregunta, ¿Por qué necesitas respirar?
- Pues como todo el mundo - dice con una cara de "a poco no es evidente".
- No, no es cierto, Pinkie no necesitó respirar cuando atacó desde el espacio, nuestro cuerpo se adaptó casi de inmediato cuando estuvimos en el planeta de Datguy, yo estuve en el maldito espacio y no me pasó nada, en cambio tú estás tan obsesionada con el tema que hasta sabes cuando tienes y cuando no tienes pulmones... ¿Por qué un alma en pena que perdió su cuerpo hace cien años necesita pulmones? - Saúl se cruza de brazos increpante y Sandro sorprendido por la deducción de su amigo también lo hace.
- Bueno yo... - empieza a decir.
- Dinos la verdad - insiste Sandro.
- Claro... Pasa que... - su rostro se fragmenta.
- Si realmente somos amigos Katie, danos una respuesta sincera - es lo último que necesita decir Saúl.
- Porque - a Katie le tiemblan los labios brevemente. - Porque seguir respirando es lo más importante para trabajar en una mina. Porque cuando se acaba el oxígeno no lo sabes hasta que es demasiado tarde y te desmayas esperando la muerte... Porque mi mayor miedo, es dejar de respirar - Katie no llora, es plenamente consciente de que ese es su mayor miedo. - Tardé años en asumirlo, pero cuando lo hice pude abrir el cielo y me prometí que no permitiría que nadie más volviera a caer aquí y quedara atrapado en sus temores si yo podía hacer algo para ayudarle.
- No eres el alma en pena al que perdoné la vida, solo leíste mi mente para tener una coartada ¿Verdad? - dice Saúl.
- ¿Perdonar la vida? Esas almas sabian muy bien lo que hacían... A veces pasan por aquí y me uno a su mente o lo que queda de ella pues no son más que células de la gran mente colmena que es el demonio de la esencia - Katie hace una pausa y suspira, vuelve a respirar, eso la relaja mucho. - Fue así como di contigo, un par de ellas flotaron felices porque les pareció ridículo que desviaras tu ataque, así que fui a buscarte con toda la intención de ayudarte pero es difícil sincronizar mi mente fuera de mi círculo.
- ¿Y por qué no fuiste a ayudar a Datguy? ¿O a la morsa? ¿O a mí? - pregunta Sandro.
- No hubo almas en pena que pasaran por aquí hablando de tu desgracia... Supongo que si te rendiste no les resultaste de interés, tal vez lo mismo pasó con Datguy y la morsa, se rindieron ante la autoaceptación de no tener alma - Katie trata de poner la sonrisa cálida otra vez, intenta ser fuerte. - Perdón por ocultarlo, no buscaba haceros algún mal, yo solo pensé que no lo entenderíais.
- Por supuesto que lo entendemos idiota - dice Saúl con una sonrisa. - Somos amigos aunque solo nos conocemos desde hace 23 horas o así, ni siquiera se cómo funciona el tiempo entre círculos.
- No funciona - dice ella. - De la misma forma que no hay arriba o abajo, no hay antes o después. Si aceleramos lo suficiente nos moveríamos más rápido que el tiempo.
Saúl y Sandro se miran flipando al unísono, es la cosa más guapa que han escuchado. - ¿Tú puedes hacer eso?
- ¿Cómo creéis que llegué primera a Arabiaherradura par de mariquitas? - Sonríe de medio lado, ellos se llevan las manos a la cabeza del asombro con la expresión del grito. - Así fue como te salvé la primera vez Saúl, pero desafortunadamente requiero de algo de tiempo para acelerar más allá del infinito, a veces es prácticamente instantáneo, otras tardo unos segundos... No me supone una facilidad dar una explicación.
- Eso mismo me pasa con mi transformación alvina - dice Saúl.
- Con plena sinceridad os digo que el único lugar donde es prácticamente instantáneo - Katie está detrás de Sandro. - Es aquí, ¡Bu!
- ¡Yiaaa! - Sandro pega un salto de metro y medio por el susto. - Vale, vale - se lleva la mano al pecho hasta tranquilizarse. - ¿Entonces una vez superas tus miedos en tu propio círculo tus habilidades se expanden hasta el infinito y más allá?
- Me temo que no - dice Katie. - Puedo sentir las almas en pena que orbitan mi círculo pero he de suponer que eso se debe a que están unidas al demonio de la esencia y ese ser es prácticamente omnipresente en estos "kişisel cehennem".
- Eso lo has dicho en otro idioma - dice Sandro. - Estaba empezando a pensar que puesto que esto se deriva de la mente colmena del demonio de la esencia todo se traducía en automático.
Saúl y Katie lo miran, se miran, pestañean tres veces y lo vuelven a mirar.
- ¿Qué? - pregunta Saúl. - Pero si cuando canté el Dragon Ball rap la gente no entendía ni jota de los nombres.
- Si, pero los nombres propios conservan su significado porque se refieren a algo específico que se llama así, lo mismo para palabras mal pronunciadas como cuando se dijo "parece joda pero es la tru" o como My Little Pony que por ser el nombre de una franquicia decimos el nombre de la marca pero cuando no es el caso de algo más inespecífico lo traduce de forma inexacta como lo de murciélago hombre - a Sandro solo le falta fumar mientras da vueltas al rededor de una pizarra con tachuelas y fotos para parecer un loco conspiranoico.
- ¿Y si ese es el caso porque yo digo "Rana loca" y no el nombre de la canción? - dice Saúl con una ceja alzada.
- Porque Crazy Frog es el nombre de la banda, no de la canción papanatas - dice Saúl con los párpados caídos como si fuera la cosa más obvia del mundo.
- No me jodas - dice Saúl. - ¡Toda mi vida ha sido una mentira! - se tira de rodillas al suelo gritando cual si hubiera encontrado la estatua de la libertad en la playa.
Sandro se ríe, Saúl se ríe y Katie no entiende nada pero no necesita leer el ambiente para reírse también, porque así son las buenas amistades, dan mucho con muy poco y hasta lo que no entiendes se aprecia.
- Jajaja, ay, pero ya hablando enserio, ¿No puedes recordar porque llamas a eso así? - insiste Sandro.
- No... Lo de mi falta de recuerdos si que era cierto, no sabría decir si fueron efectivamente cien años pero esta ilusión de paso del tiempo me está pasando factura - dice Katie y suspira. - Pero creo que se un lugar donde encontraremos respuestas - se inclina en un ángulo de 75 grados y mira el interior de la entrada de la cueva cavada en piedra y sostenida por madera. - Debo enfrentar mis miedos de una buena vez por todas, ¿Venís o que par de cojudos?
- Ya estamos tardando - dice Saúl poniéndose de pie con una voltereta hacia atrás.
En la entrada de la gruta, Katie ilumina lo poco que puede con la luz morada de su dedo.
- Por favor, permíteme - dice Sandro lanzando una esfera luminosa como si lanzara una cerilla después de encenderla con los zapatos.
Decir que la gruta era estrecha, oscura y aterradora sería como decir que el agua moja. Después de caminar tres metros ya no hay luz natural, solo claustrofobia y falta de oxígeno, afortunadamente en las paredes hay cañerías que sueltan ese preciado elemento químico gaseoso.
Katie va a la cabeza, los guía por los angostos túneles excavados por métodos que nadie cuestiona, Sandro va detrás con sus ojos dorados y sin sus alas que rasparían las paredes, Saúl va al final con un ritmo de marcha estándar analizando cada sonido que le llega.
En aquel lugar solo se escuchaba su respiración y muy de vez en cuando, algunos restos de gravilla que caían al suelo, era el lugar perfecto para pensar. Sandro reflexionaba sobre el hecho de que no estaba respirando, no lo necesitaba, tampoco notaba la composición de sus órganos vitales así como una persona normal no puede notar sus átomos.
"¿Me habré vuelto una idea?" Se decía a si mismo. "¿Seré solo una conciencia manifestando un cuerpo medianamente sólido por conveniencia?" No tenía miedo pero tampoco le agradaba la idea de ser como esas arañas del mundo azul, seres que no causaban ruido ni sonidos solo se movían para cumplir su propósito.
- No se escuchan nuestros pasos - susurró.
- Lo sé - le contestó Saúl. - Es como le pasaba a la gente del planeta azul.
- Justo estaba pensando eso - la mirada de Sandro se desvía a las botas de cuero azabache de Katie. - Oye, tú no estás pisando el suelo.
- ¡Ay, ¿Os habéis dado cuenta, eh? - Katie se avergüenza y se rasca la parte posterior de la cabeza, estaba levitando 5 centímetros por encima del suelo mientras fingía caminar normal.
- ¿Te da miedo pisar el suelo? - dice Saúl.
- Tal vez miedo no es la palabra correcta - dice Katie.
- Pues usa la que consideres necesaria - dice Sandro. - Si mis cálculos no fallan este lugar traduce por automático las palabras que sean muy específicas, porque has dicho un montón de cosas que perfectamente podría escuchar en el centro de Madrid y dudo que seas de allí - Sandro está empezando a cuestionarse si la razón por la que parece empezar a entender este lugar es porque se está uniendo más a él pero no expresa nada en alto para no preocupar a sus amigos.
- Bien... - suspira. - Creo que estoy acojonada, por estar en el mismo infierno caminando por los dominios de "El tío" - Katie se detiene y señala a una apertura en la piedra donde se encuentra una estatua rodeada de serpentinas, hojas de coca, tabaco y alcohol.
Sandro guió su esfera hasta la cocorota de la estatua para que se viera mejor, era de lo que parecía roca caliza enegrecida, media tres metros de alto y como base solo tenía una piedra grande. No tenía pelo pero si una frondosa barba y muchísimas arrugas en su calva. Estaba totalmente desnudo y en su cintura tenía dos cartucheras rellenas de hojas de coca. El rasgo más destacable aparte de su mirada de odio era el dedo corazón de su mano derecha que era una garra de 50 centímetros de larga.
- Esa garra... - empieza a decir Saúl. - Los cinco dedos del demonio de la esencia eran como esa garra.
Katie se queda mirando la estatua fijamente, como si esperase poder fundirla con la mirada. Sus tatuajes empiezan a cobrar relieve y su respiración se agita.
- ¿Estás bien? - pregunta Sandro retrocediendo un poco junto con Saúl para darle espacio.
- Si - dice ella matizando cada letra. - Es igual que como tu lo dijiste, "tratamiento de impacto".
- Terapia de choque - corrije inmediatamente.
- Es igual, lo estoy recordando - Katie se sienta en el suelo de piernas cruzadas, meditando como hizo en el desierto. - Todo esto comienza con una historia que me contó mi abuelo.
» Dicen las antiguas tradiciones que había un pueblo boliviano a los pies de un cerro donde vivía un diablo aterrador que se hacía llamar "El tío". Él aterrorizaba al pueblo porque sus pueblerinos siempre fueron personas desdichadas carentes de fe. La peor parte la sufrían los mineros, El tío exigía un tributo de hojas de coca y alcohol constante o usaría su garra para despedazar a las llamas o causar derrumbes en la mina.
» Todo era miseria hasta que al pueblo llegó un párroco nuevo que trajo la palabra de Dios y expulsó los maleficios de El tío hasta recluirlo en lo más profundo de las minas. Aunque en el pueblo había nacido una nueva fe, el temor hacia El tío seguía en sus corazones y cuando su fé temblaba El tío podía salir de la mina a cometer fechorías.
» El tío que era muy consciente de esto, un día tras una tormenta que devastó el poblado y mermó la fé se subió a lo alto del cerro y gritó para que todos lo escucharan.
» "Oídme bien vosotros que habéis subestimado mi poder, habéis cambiado mi agua ardiente por el vino y mi coca por pan de ácimo con arina, sabed que yo apagaré todas las estrellas del cielo en consecuencia y mi ira implacable caerá sobre vosotros".
» "No te tenemos miedo ni a tí ni a tus amenazas, pues no son más que palabras de un demonio acobardado, que si Dios con nosotros, ¿Quien contra nosotros?" Le gritó el párroco en respuesta, logrando que el pueblo restaurase parte de su fé y ahuyentara a El tío.
» Lo que no sabían es que El tío si tenía un plan para llevar a acabo su amenaza y ese mismo día, al caer la tarde, le dedicó un poema a la noche tan pero tan hermoso, que la noche se quitó su manto de estrellas y descendió a tierra para unirse carnalmente con él. Todos en el pueblo se asustaron al ver cuán ciertas eran las palabras de El tío que había logrado dejar a la noche sin estrellas.
» Durante el día siguiente, pocos asistieron a la iglesia y los mineros llevaron más coca y aguardiente que nunca. Todo el pais retumbó escuchando la risa de El tío que se creía ganador, pero el orgullo ciega más que los ojos y al llegar la noche todavía se escuchaba la risa demoníaca en el eco de las cuevas.
» ¿Cuál es la causa de estas risas? - preguntó la noche al cerro.
» El cerro, temeroso de la noche le contó la soberbia de la cual El tío presumía y la noche se sintió utilizada así que maldijo a El tío y lo condenó ha vivir encerrado en la mina hasta el fin del mundo. Cuando la noche dio a luz a sus hijos, mucha fue su sorpresa al ver que eran gemelos (uno varón y la otra mujer), por cólera y desdicha la noche entregó sus hijos al tiempo y le ordenó que los expulsara de sus dominios.
» Desde entonces, ambos vástagos esperan fuera de la realidad y su interacción con nuestro mundo es poca. A la mujer no le ponen nombre pues es la diosa de los secretos olvidados y al varón le llaman Demonessenza, el subconsciente caído.
Katie salió del trance en el que parecía haberse metido, miró a sus dos amigos con ojos de ciervo que espera que un coche lo embista. Sandro y Saúl solo guardaron silencio hasta que este último tragó saliva y le ofreció la mano a Katie para levantarse.
- ¿No es suficiente con esto? - le pregunta.
- No, aún no se quién soy - responde con pesar y la mirada baja.
- Pues sigamos, pero recuerda que si necesitas descansar nadie te lo echará en cara - Sandro que estaba de fondo asiente.
- Sigamos - dice totalmente determinada.
Todo era lo mismo, seguían descendiendo y solo había roca y oscuridad. Llegó un punto en el cual ni siquiera se dieron cuenta de que habían dejado de respirar hace rato. No había nada más, solo oscuridad, grietas y agujeros estrechos que Katie tocaba como si esperase alguna respuesta.
"¿No son estos agujeros demasiado pequeños para un adulto?" Pensaba Saúl.
"¿No son estos agujeros demasiado grandes para una carga explosiva?" Pensaba Sandro.
"Estos agujeros son del tamaño adecuado para que un niño excave" pensaba Katie, porque lo sabía.
Su piel empezó a cambiar, su camiseta negra y las pulseras de sus brazos se tornaron de un color gris y se estiraron hasta cubrir su cuerpo. Su falda se unió con el resto del uniforme y creó un pantalón que se juntaba con la camiseta como un mono de trabajo de una sola pieza. Sus botas de cuero se transformaron en zapatos de trabajo y su pelo se pegó a su cabeza por la presión de un casco con linterna incluida sin luz funcional.
- Yo trabajaba aquí - susurra Katie. - Mi padre también trabajaba aquí pero murió de una enfermedad en el pulmón como la mayoría de mineros.
Katie se reusa a seguir elaborando, ni Saúl ni Sandro tienen ánimos para preguntar, simplemente asienten y siguen.
"Ni siquiera el mundo azul era tan monotono" piensa Saúl luego de lo que parecen días caminando hacia el interior de la mina.
"Este lugar es más grande por fuera que por dentro" piensa Sandro.
- Estamos cerca - dice Katie.
Así llegan a un estrecho hueco entre dos piedras fruto de una detonación mal efectuada con dinamita, de bajo un agujero que conecta con un viejo raíl donde debería estar parada una vagoneta esperando llenarse para luego extraer el material.
- Lo odio - dice Katie mientras todo su cuerpo se torna en pelos plateados junto a energía morada. - ¡Este lugar miserable y mal pagado no tiene derecho a reclamar mi "espíritu" - la palabra que Katie realmente usó fue "ajayu".
Sucede así de rápido, Sandro despliega sus alas cual escudo y envuelve totalmente a Saúl así como a si mismo. La energía de Katie se dispara como una onda de choque que disipa la niebla roja que parece desprender parte de su cuerpo. Cuando todo termina ya no hay cerro, solo un enorme crater al rojo vivo, en el centro una casa con una pley 2 sin desempolvar en la cual todavía gira un cartucho que proyecta su contenido en una tele de cubo. En la pantalla se lee "tú pierdes Utimia".
Capítulo 10: círculo seis, tramposos sin alma.
Llamaban casa a esa edificación porque tenía cuatro paredes y un techo, solo tenía espacio para una cocina y un dormitorio con tres camas y una televisión en la esquina superior derecha, parecía antinatural que a un lugar así llegara la luz. La pley 2 estaba conectada desde abajo y sobre una mesita de noche, aún se escuchaba el disco girando dentro.
"He visto iglesias visigodas del siglo VI más espaciosas que esto" pensó Sandro fugazmente.
"¿Donde cagan?" Pensó Saúl.
"Hogar dulce hogar" pensó Katie.
- Ahora lo recuerdo todo - dijo ella mientras miraba por una ventana de la casa y leía el nombre en la pantalla. - Me llamo Utimia Mamani García, soy hija de un minero y una mujer española que escapó de la guerra civil.
Se detiene, su ropa vuelve a cambiar hasta tomar el aspecto que tuvo antes. Utimia ya no tiene más lágrimas que llorar, solo le queda la aceptación.
- ¿Cómo te engañó el demonio de la esencia a ti? - preguntó Saúl.
- Tenía un hermano mayor, él ayudaba a mí padre en las minas hasta que mi padre murió, con solo 15 años tuve que ser yo quien ayudara a mi hermano en las minas, trabajábamos trece horas al día, había mala paga y el único consuelo que teníamos era Dragon Ball y los discos de "metal negro" que conseguíamos las pocas veces que bajábamos al pueblo - Utimia mira la casa con rabia. - Vivíamos de la mina, vivíamos al lado de la mina y prácticamente comíamos gracias a la mina. Dicen que puedes sacar a un hombre de la mina pero nunca podrás sacar a la mina de un hombre, trabajar allí reclama parte de tu espíritu para ella.
- ¿Quien es ella? - preguntó Sandro.
- La mina, la residencia maldita de El tío y su progenie, las mujeres no suelen trabajar allí pero nosotros lo necesitábamos y yo llevaba tanto tiempo trabajando que estaba segura de que no me quedaba alma.
- Estoy empezando a notar un patrón aquí - dice Saúl.
- A buenas horas - dice Sandro.
- Espera, es más complejo de lo que parece pero por favor Katie, continúa.
- No hay mucho más que agregar, mi hermano me regaló un juego pirata de Dragon Ball para uno de mis cumpleaños porque era todo lo que podíamos permitirnos para nuestra Pley 2 también pirata, mi abuelo me avisó de que ese juego era del diablo pero en esa época era lo que decían de cualquier producto japonés...
- Así - interrumpe Saúl. - Me acuerdo de eso, ¿Recuerdas la parodia musical de "Los japoneses descubrieron que jugar a los Nintendo por la luz, producirá epilepsia"? - eso último lo dice con un tonito musical mirando a Sandro.
- Si, creo que era el mismo que criticó Pokémon usando cartas de YuGiOh - no hay sonrisa en su rostro pese a las intenciones de Saúl, solo mira a Utimia que está de espaldas. - ¿De casualidad tu abuelo era "un brujo sabio"? - Sandro quería utilizar la palabra chaman.
- Supongo - dice Utimia.
- Te lo dije - argumenta rápidamente Sandro. - Siempre hay un chaman boliviano en estas cosas.
- ¿Enserio no tenías otro momento? - le replica Saúl.
- Tendría que haberlo escuchado - sigue Utimia ajena a la conversación - pero la emoción por un juego nuevo me hizo empezar una partida a solas en la noche y además quise usar al personaje más fuerte con un código secreto... Soy una tramposa, ¿Me merezco todo lo que me está pasando verdad? - ella sigue sin girarse.
- Bueno - Saúl traga saliva y se aclara la garganta para dar el discurso más motivador que pretende dar en su vida. - Todas las decisiones que alguna vez tomaste te han llevado a este momento, pero eso aplica para cualquier cosa, ¿No? Hasta ahora todos los que nos hemos encontrado en el círculo eran usuarios sin alma o creaciones de los usuarios sin alma pero todavía no nos hemos encontrado a nadie que gobierne un círculo creyendo que tiene alma, ¿Verdad?
- Explícate mejor - dice Sandro.
- Verás - Saúl empieza a caminar mientras medita. - Está claro que el alma existe, no por nada hay tantas almas en pena siguiendo al demonio de la esencia pero digo yo, ¿Por qué él necesita almas? No las roba, se las entregan y cuando se encuentra con alguien sin alma le da una dimensión infinita para él solo, diciendo "no me importas un carajo", eso no tiene sentido... Además, Cell, Nappa y Evil Goku seguramente son usuarios del círculo también pero viajan entre ellos bajo las órdenes del demonio de la esencia, ¿Por qué? Porque tal vez y solo tal vez, este infierno personal no tiene que ser un castigo, simplemente tiene que ser un lugar donde la gente que creé no tener alma se quede para siempre.
Katie se gira para mirar, la sorpresa en su rostro es inconfundible, Sandro está igual.
- El creó estos lugares, su inacabable poder los mantiene estables y nosotros que los vamos rompiendo uno a uno le damos igual, ¿Si ese fuera el caso porque meternos aquí en primer lugar?
- Porqué no puede crear círculos si no tiene usuarios que los habiten - responde Katie.
- Cierto, es lo que vimos con Cell, los círculos vacíos tienen un remanente mínimo de la esencia del propietario original, el resto es solo su poder - añade Sandro.
- Si - Katie se da un manotazo en la frente como si hubiera sido obvio todo este tiempo. - es el subconsciente caído, y no hay pérdida más grande que la del alma, su padre lo sabía bien por eso disfrutó tanto condenar a un pueblo y con nosotros es lo mismo, negar nuestras almas es lo único que nos hace humanos... Es lo único que no tiene por más infinito que su poder sea.
El círculo empezó a disolverse poco a poco, los tres ya estaban curados de espanto. Utimia por fin aceptó quien era y ese círculo ya no tenía sentido, del sin sentido que era la nada misma se formó una silueta a partir de la bruma roja de sus temores, Katie estaba formada de remolinos y girones frente a los tres amigos.
- Felicidades - dijo la bruma. - habéis llegado lejos luchando hasta el final, pero me sigue importando un carajo.
- Vamos por ti cabrón - dijo Utimia que aunque gritaba su tono no cambiaba en ese lugar.
- ¿Le tendríais miedo a tres caracoles que amenazan con ir a vuestra casa a mataros?
- Deberías - fue la única respuesta.
Utimia cargó el poder que tenía en un gran torrente de energía morada que mató a Katie e hizo renacer su alma destruyendo aquel círculo.
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