Creepypastas: Las lágrimas del cielo son de mármol rosa.

 

Prólogo.

Kazuya Kinoshita despertó con un dolor de cabeza tan grande que no pudo evitar llevar se las dos manos a la cabeza, trató de chillar, pero por alguna razón sus gritos no tomaban altitud sonora, grita con el mismo tono que un barítono dando una nota constante. 

- Aaaj que dolor - dijo con los dientes tan juntos que parecería que estaba tratando de masticarlos.

Se pasó la mano por ese pelo café claro de múltiples puntas que visto de lejos se confundiría con una piña de ojas cortas y cerró los ojos mientras poco a poco todo se volvía a poner estable.

Por un momento pensó que se había quedado ciego o que el dolor nublaba su vista, pues no podía ver absolutamente nada de lo que le rodeaba, todo estaba negro, oscuro como los ojos de un ajolote. No obstante, al mirarse a si mismo notó que tenía un brillo particular en las manos y que reconocía sus colores, su piel caucásica ligeramente bronceada por su estancia en la playa, los pantalones grises que acostumbraba y la camiseta naranja con una espiral en el centro que siempre se ponía para las fotos oficiales. 

Sus zapatillas chapotearon en la superficie de aquel lugar y se dio cuenta de que podía ponerse de pie, lo hizo. Su dolor de cabeza hacía la situación mucho más extraña, se sentía como un recién nacido que daba sus primeros pasos. El líquido en el que caminaba se comportaba como un charco, lo tocó con los dedos, sintió como si estuviera situado en una fina capa de hielo de la cual unos tres centímetros de agua habían logrado salir a la superficie, o eso le parecía a él.

Recordaba medianamente bien quien era, un chaval joven de una edad en la cual ya estaba bien visto tener novia, él había tenido una de esas, aunque le duró poco, pero no recordaba su nombre.

Aún con amnesia y dolores, Kazuya echó a caminar rememorando sus penas, él no tenía novia pero había una chica de pelo largo marrón que decía ser su novia, la recuerda levemente y también recuerda haberla pagado antes de visitar un acuario juntos... Si, hicieron eso dos veces, ¿O fueron tres?

No, pero esa chica no era su novia, lo cual le resultaba extraño pues recuerda que se la presentó a su familia luego de la segunda cita y también estuvo con ella cuando cenó con su ex... Algo así, si.

Kazuya sale de su nube de pensamientos cuando escucha los finos acordes de una guitarra, por lo menos suena como tal. Delante de él a poco más de once pasos hay una niña sentada con los pies colgando de un tronco, afina las clavijas de su guitarra antes de frotar sus dedos por las cuerdas otra vez. 

Kazuya se queda quieto en el sitio, su cuerpo activa la primitiva advertencia de luchar o huir, esa niña le transmite malos pensamientos. Su piel es gris y juraría que de sus dedos saltan chispas cuando los frota en las cuerdas, además su pelo es demasiado marrón, igual que sus ojos que ni pestañean, de no ser porque se mueve pensaría que es un cadáver.

El muchacho decide evitar el contacto visual, gira sobre su talón y a su espalda la niña sigue ahí.

- ¿Pero qué? - gira bruscamente la cabeza y la niña sigue ahí. Es como un truco de espejos, esa niña está en todas las direcciones.

- Si ya tienes miedo, espero que no te orines encima cuando percibas que esto no es una guitarra - dice la niña sin mirarlo y con una voz demasiado grabe para su aspecto.

Kazuya da un salto hacia atrás y trastabilla doblando sus talones de una forma nada práctica, cae de espaldas, con las manos en los costados y una pierna flexionada. Extrañamente no nota que su cuerpo se esté mojando, lo que si nota es el cambio en aquello que antes dijo que era una guitarra pues se trataba de una caja torácica con una rígida columna vertebral que acababa en una cabeza de una niña con coletas y pelo negro que vomitaba sangre por boca y ojos. Para terminar de matizar ese instrumento macabro, las cuatro cuerdas eran músculos y tendones amarrados entre cuello y costillas.

- ¿Quién eres? ¿Dónde estoy? - gritó Kazuya con monotonía.

- Estás en la tumba de Neptuno, y yo soy la responsable de su muerte, pero tú puedes llamarme Calígula - dijo la niña mirándole a los ojos.

Puso de pie su cuerpo y se acercó tambaleándose de derecha a izquierda, Kazuya se arrastraba con un solo pie pero no se alejaba de ella. Notaba la media melena de Calígula moverse al compás de un péndulo, mientras las dos horquillas amarillas a la derecha de su pelo despuntaban con el brillo y sus dedos se aferraban a lo que vagamente podríamos llamar el mástil de su guitarra. ¿Le atacaría? ¿Cómo iba a defenderse? Había tenido peleas con sus amigos, si, pero no contra una niña y menos una que parecía un demonio.

- ¿Qué te trae a las aguas de la laguna Estigia, Kazuya Kinoshita? - le dice Calígula inclinándose perfectamente en noventa grados.

- ¿Cómo...? ¿Cómo sabes mi nombre? 

- Todos los muertos tienen su nombre grabado en su lápida - Calígula sonríe. - Pero tú lo tienes grabado en la frente.

Una fina gota de sangre se resbala por el puente de la nariz de Kazuya, pasa por su mejilla y se deshace al entrar en contacto con el agua. Kazuya se pasa la mano por la frente y se mira la palma aún boquiabierto.

"Kinoshita Kazuya" pone en su piel, como si se hubiera tallado a cincel. La realidad de todo el asunto golpea a Kazuya con más fuerza que el neumático que le aplastó la cabeza.

Capítulo 1: una cabeza destrozada en el asfalto.

En una comisaría a las tantas de la tarde se encuentra un oficial con un café y su uniforme hablando con otro oficial de sombrero de ala ancha y gabardina.

- ¿Lo hacemos al estilo poli bueno poli malo? - le pregunta Ninoroki a su compañero.

- Esta vez no, voy solo - dice su compañero con su característico acento hispano.

Su nombre era Nacho y su historia era rara, su madre era soltera y como muy rica o algo así. Le había mandado a estudiar al extranjero y allí se quedó como policía tras obtener la nacionalidad, lo único que no le gusta era que los nipones pronunciaban mal su nombre, "Nacho-san".

Entró en la sala de interrogatorio, le recibió una mesa de plástico duro y cuatro patas de metal clavadas al suelo. Los ladrillos insípidos y la bombilla de siempre que iluminaba como si fuera de día. En el reflejo del cristal de doble cara estaban él con su barba castaña de tres días y sus ojos verdes, enfrente de una muchacha sentada de buena manera, con su falda blanca y camiseta rosa a juego con su piel clara y cabello largo marrón con una micro coleta en la parte posterior de la cabeza.

- Mizuhara Chizuru, ¿Sabe porque está aquí? - le dice Nacho.

- ¿Es usted policía? - pregunta Chizuru con un tono calmado.

- Por supuesto - dice Nacho sacando su identificación de uno de los bolsillos interiores de su gabardina. - Tengo permiso legal para llevar esta ropa - dice mientras retira una silla y se sienta frente a la muchacha.

- Entiendo - dice ella con cierto toque actoral, pues aún desconfía.

- Bueno - dice Nacho pasando su lengua por sus labios, algo frustrado porque la conversación no ha empezado como el quería. - Sabrás que se te considera posible testigo en relación a la muerte de Kinoshita Kazuya.

- Si - Chizuru asiente con la cabeza y Nacho trató de encontrar en su rostro alguna expresión fuera de lo normal, pero no vio nada.

- Así que... ¿Qué relación guardaba con la víctima? - Nacho se pone más sereno y junta las manos en la mesa.

- Éramos compañeros de universidad y él también era un cliente frecuente de mi trabajo como novia de alquiler - Chizuru no cambia de expresiones mientras habla, tiene la espalda totalmente enderezada y sus ojos se encuentran con los de el oficial sin el más mínimo gesto de vergüenza. 

- Entiendo - Nacho baja la cabeza para apuntar algo, se da cuenta de que ha dejado la libreta y el bolígrafo fuera y vuelve a mirar a Chizuru desde arriba con sus 20 centimetros de diferencia en altura. "Qué marrón más extraño tiene en las pupilas esta muchacha, parece rojo" intuye Nacho en un fugaz pensamiento.

- ¿Eso es todo lo que va a preguntarme? - cuestiona Chizuru tras 6 segundos de silencio. 

- A, no, perdona, es que olvidé la nota con las preguntas fuera, dame un momento - dice Nacho.

El oficial retira la silla de la forma más ruidosa posible, sale 10 segundos con una mano en la cara y regresa para arrastrar la silla de nuevo, mientras lee sus anotaciones. Chizuru tiene una cara de "no puedo creer que me este pasando esto" imposible de disimular. Creo que no hará falta que te diga quién hacia siempre de poli bueno en estos interrogatorios.

- Ejem - Nacho se aclara la garganta. - ¿Qué hacía el día que Kinoshita Kazuya murió? 

- ¿Sobre qué hora murió? 

- Sobre las cinco de la tarde parece ser, la autopsia aún no lo confirma del todo.

- Él había pagado para tener una cita conmigo en el acuario, es la cita más barata por la que puedes pagar, también fue el lugar donde nos conocimos por primera vez.

- ¿Tenías alguna relación afectiva con él? Tipo mejor amigo... ¿Tal vez novio?

- No, ya se lo he dicho, solo era un compañero de clase y un cliente - Chizuru piensa un poco y pone una mueca. - Si quiere puede agregar que nuestras abuelas se conocían, es posible que su abuela todavía piense que soy su novia de verdad.

- Ajam - Nacho hace tamborilear el lápiz en el cuaderno. - ¿Fingías ser su novia delante de su abuela como parte del trabajo? 

- No, esto se remonta a la segunda vez que nos vimos, Kinoshita se enfadó porque mi actuación era demasiado real y lo saqué del acuario, gritamos porque nos enfadamos los dos y cuando parecía que la cosa no podía empeorar más le llamaron del hospital porque su abuela había tenido un ataque - Chizuru hace una pausa para respirar y agachar la cabeza. - Yo le seguí porque la hora no había terminado y allí su abuela estaba tan mal que cuando Kinoshita dijo que yo era su novia y su abuela recuperó el buen cuerpo no supe que decir.

Nacho desvía el rostro y toma un par de anotaciones más. La punta del bolígrafo marcando la hoja cuadriculada es un sonido extrañamente relajante en esa habitación con algo de eco.

- Se que tal vez no debería hacer preguntas pero, ¿La abuela de Kinoshita se encuentra bien? - pregunta Chizuru.

- Secreto policial - dice Nacho apenas asomando los ojos por debajo del sombrero.

- Entiendo - dice Chizuru guardando sus sentimientos.

- ¿Hay algo que no me esté contando señorita? - pregunta Nacho sin perder la mirada.

- Es difícil para mí describir mi relación con Kazuya - Chizuru tartamudea un poco al pronunciar su nombre. - En las vacaciones de verano coincidimos en el mismo lugar, prácticamente me salvó la vida una vez que me desmayé, pero también era algo infantil e impulsivo a veces, el último día que le vi discutimos. Quería involucrarse un poco de más en mis proyectos personales y me fuí, él también se enfadó y se fue sin dar explicaciones, no pensé que la próxima noticia que tendría de él es que estaba muerto porque alguien lo atropelló - casi por una fracción de segundo parece que Chizuru esté a punto de llorar. 

- Yo no he dicho que lo atropellaran - contesta Nacho tajante, sin cambiar la postura.

- Salió en el periódico - dice Chizuru tomando más seriedad.

- En el periódico pone que se encontró su cuerpo, su cabeza aplastada por lo que parece un neumático. Nada más - Nacho resalta la última "s", la hace resonar entre sus labios.

- No es como que eso deje lugar a muchas interpretaciones - concluye Chizuru.

Nacho toma un par de anotaciones finales, se guarda de nuevo la libreta en su sitio. - Está bien, puedes ir, solo pásate por la entrada para arreglar un par de cosas no muy importantes - Nacho hace un ademán indicando a Chizuru que puede levantarse y ella hace eso sin cambiar de expresión, ni siquiera dice adiós cuando se va y deja a Nacho solo con sus pensamientos.

Él estuvo ahí cuando tocaba reconocer el cuerpo, a él le encargaron la misión de darle esa noticia a los padres, pero lo que nunca va a poder olvidar es la pose en la cual encontraron el cuerpo. Las piernas dobladas hacia delante los brazos pegados al cuerpo, apenas se habían separado en la caída, y la cabeza totalmente aplastada como una sandia bajo la presión de una aplanadora. Todo lo anterior en una calle poco transitada y una fuerte marca de neumático en el asfalto. Eso parecía de todo menos un simple accidente, era como si alguien hubiera empujado a Kazuya tan rápido que ni siquiera trató de poner las manos para frenar la caída.

¿Por qué alguien haría algo así? No tenía sentido, pero una idea que tal vez tendría más sentido es que Kazuya hubiera sido intoxicado antes, lo hubieran tumbado y luego le hubieran atropellado, pero para que eso pasara tendría que haberle intoxicado alguien relativamente cercano a él.

"Pues habrá que seguir investigando" piensa Nacho antes de salir de la habitación.

Capítulo 2: nuevas amistades.

Sarashina Ruka llevaba ya una semana con Mika, después de la primera noche en aquel hotel fue llevada hasta una extraña instalación cúbica en mitad del bosque. Era algo extraño, no recordaba que hubiera un bosque cerca de la ciudad, pero algo dentro de si misma le decía que siempre había estado ahí. Quizás todo era por efecto de su resurrección, le habría afectado en algo a su memoria.

Mika le presentó aquel lugar como "la caja de zapatos", allí se quedaban todos sus secuaces y ella decidía con quien caminaba. En ese lugar había de todo, una niña dentro de una jaula con la cual solo se podía hablar los jueves, un extraño hombre en una biblioteca de apenas tres metros cúbicos que siempre parecía tener un libro nuevo, una habitación vacía de la cual colgaba una espada en la pared en la cual estaba tallada "Rest in peace" y un largo etcétera.

Mika también le dio un mapa detallado del lugar, de las 167 habitaciones solo importaban 63 y una de ellas era su cuarto personal que contaba con una cama, un armario, una lámpara de techo y wifi, absolutamente nada más. Era como una prisión, solo que en las prisiones mínimo te dejan leer un libro si llevas buena conducta.

Ruka memorizó el mapa en menos de un minuto y menos mal, porque pasados dos minutos Mika se lo quitó de las manos, lo hizo una bola y se lo comió sin dar ninguna clase de explicación. Las salas más importantes eran la del comedor, la de entrenamiento y la principal, que era un gran habitáculo con un televisor enorme donde Mika daba órdenes, cualquier parecido con la guarida de Plankton era pura coincidencia. Sea como fuere, Ruka agradeció enormemente su nueva velocidad mental, caminar en "la caja" era un auténtico quebradero de cabeza, todo era lineal, blanco, artificial y vacío, como un hospital abandonado... Cómo los hospitales que visitaba continuamente de pequeña. No llevaba ni un mes en el lugar y ya lo odiaba.

La compañía tampoco era muy agradable, en su mayoría mujeres u hombres de traje y corbata que no hablan en absoluto, tampoco es como que Ruka hubiera intentado establecer una conversación. Aún con todo, en ese lugar el único ruido perseverante era el resonar de las suelas de los zapatos en ese suelo de baldosas tan extrañamente relucientes que parecían plastificadas y extrañamente las mismas eran tan duras como el interior de una lavadora. Ruka llegó a pensar que eso había sido hecho por un pervertido para ver en el reflejo las bragas de las mujeres, pero todas en aquel lugar usaban pantalones (ella incluida), la única persona que vio usando falda corta era la mujer con extremidades cosidas que a veces acompañaba a Mika.

Hoy era temprano por la mañana, pero antes de ir a desayunar, Sarashina Ruka se estaba cambiando de ropa en su cuarto. Su vestuario se cambiaba todos los días ya que alguien amablemente siempre le dejaba la ropa arrugada y pisoteada enfrente de su puerta. Ruka tenía la sospecha de que era Iris quien hacía eso, más que nada porque había medido a ojo las huellas de la ropa y el zapato de la susodicha, todo le calzaba a la perfección pero no tenía pruebas ni ganas de buscarlas.

Así pues va con paso ligero hasta el comedor, abre la puerta y se topa con la sala de poco más de seis metros de largo parcialmente vacía. Lo único que le daba la bienvenida era la fila de mesas y bancos, porque las dos personas del fondo que veían la televisión la estaban ignorando. Se trataban de un hombre con cabello rubio y tez clara, bastante ancho de cuerpo sin llegar al sobrepeso, quien sostiene el mando a la altura de su cara con un hombro lleno de cintas por una apuñalada profunda que aún no terminaba de cicatrizar, cambia los canales buscando una cadena en específico. A su lado, apoyada de espaldas con brazos cruzados en la pared y tratando de hacerse la interesante, una mujer de traje y corbata con las ropas bien ajustadas para que no se le viera la cicatriz en el costado. Si, ellos eran Charles e Iris, respectivamente.

Ruka abrió el refrigerador y tomó un bol de cereales que estaba por ahí, luego abrió y vació 10 botellas de una bebida energética dentro, echó todas las barras de proteínas que encontró también, con plástico y todo. Seguidamente removió cuidadosamente aquella cosa que osaba llamar desayuno con un dedo mientras pensaba "¿De donde saca esta gente tanta comida si ninguno trabaja de forma legal? ¿Es todo robado?".

Así anda en sus pensamientos, sentada en la esquina más alejada y masticando tantas calorías como puede sabiendo que las va a fundir todas en el entrenamiento rutinario, razón por la que había dejado de quitar los plásticos, para que no se perdiera nada del interior.

- ¡Ey niña! - le grita una voz infantil salida de un cuerpo adulto. - ¿Eras "Sarasita", no? 

Charles ha girado la cabeza, con unas gafas de sol totalmente opacas la mira sobre su hombro lastimado mientras hace gestos.

- Ven aquí mujer, yo vivo sin rencores - le dice haciendo gestos con una mano enguantada en guantes negros con mitones.

En circunstancias normales Ruka lo hubiera ignorado completamente, pero hoy se sentía extrañamente bien, realmente no le importaría acercarse y buscar cualquier escusa para matar a esos dos.

Ruka avanza hasta sentarse en el banco frente a Charles, pone su tazón con toda la delicadeza que puede y se niega a darles una sonrisa. El hombre de veintipocos se gira para mirar a la tele, en cambio Iris observa su traje pisoteado y hace la mueca de una media risilla.

- ¿Te gusta "Hora de aventuras"? - le pregunta él.

- Es una serie para críos - responde ella.

- Ya veo, entonces si - Ruka frunce el ceño. - Pues este capítulo te va a encantar, es nuevo.

La televisión se funde en una peculiar estática antes de tomar color nuevamente. El programa "Hora de aventuras" es una serie animada de un niño llamado Finn y un perro llamado Jake que viven aventuras en una mágica tierra llamada Ooo. Ruka recuerda haber visto algo de este programa cuando era más joven, pero tampoco mucho, era más de comedias románticas que de series de acción.

Termina la intro y empieza el capítulo, se llamaba "La era de la muerte y de la sangre", un título bastante agresivo para una serie infantil. Además las voces eran raras, Ruka no entendía el idioma, parecía español de alguna parte de América del norte.

Parece que están discutiendo, Finn dice algo así como "Bastardo hijo de puta", entonces Jake empieza a sangrar, toda su piel se derrite y sus ojos se deshacen cocidos en sus propias cuencas. La pantalla se pone en negro, es un apagón repentino que solo afecta a la televisión, se enciende medio milisegundo con un freim y un grito desgarrador que podría haberle roto los tímpanos a cualquiera, en ese infinitesimal instante la pantalla mostró a un Finn desollado rodeado de criaturas sin ojos. 

La televisión se apaga, Charles se gira para mirar a Ruka con una sonrisa blanquecina horriblemente formada.

- Es increíble - dice maravillado. - Ni una sola gota de terror, esta chica es tremenda.

Ruka solo seguía mirando al frente, tal vez esperando que algo más pasara, tal vez esperando que el latido de su corazón se alterase como antes le pasaba, pero nada ocurrió. Se llevó el tazón hasta lo alto de los labios, se bebió su contenido de una sentada y masticó el plástico hasta triturarlo en su totalidad.

- Te lo dije, esta zorra no se asusta con nada - comenta Iris.

Ruka no se alteró lo más mínimo mientras bajaba el cuenco y lo ponía en la mesa. Había escuchado detenidamente y lo único que podía pensar era; "Ese acento de Iris es muy peculiar, parece más coreano que japonés así que, ¿Por qué tiene un nombre tan occidental?". 

- Bueno, ¿Y qué te a parecido el capítulo? - Charles se gira para tenerla de frente.

- ¿Qué ha sido eso exactamente? ¿Una broma? - pregunta ella sin alterar su cara de póker.

- Si supieras la de niños que traumaticé en su día con esto no lo llamarías "una broma" - se ajusta las gafas al puente de la nariz empujando con el pulgar. - ¿Y qué hay del grito? Sonaba como un cachorro atropellado, ¿A que sí? 

- No - es la única respuesta. - Solo ha sido un alarido molesto.

- En eso tiene razón "Charl", has perdido práctica, la primera vez hasta mis oídos sangraron, ahora parecía más una animación de bajo presupuesto - dice Iris, aún recostada en la pared.

- Jajaja si, te dieron tratamiento en la enfermería por tres horas - afirma él. - Soy la persona que te ha mandado más veces a ese lugar, ¿Verdad?

Iris acorta la distancia entre ellos con un solo paso y pega un puñetazo a Charles en su hombro herido, casi se escucha como se desencaja el hueso.

- ¡Ay joder! - grita él apartandose en una acometida hacia atrás.

- Si pasaras más tiempo mejorando la puntería y menos usando tus neuronas para jugar con tus caricaturas ahora mismo tendría bien mi pelvis - le recrimina Iris.

Charles no responde, solo se quita las gafas en un repentino movimiento. Se da un intercambio de miradas y la mujer cae a plomo contra el suelo, golpeando antes su cabeza contra el banco metálico, suena hueco.

- La has matado - pregunta Ruka estirando un poco el cuello para ver el cuerpo.

- Qué va, solo he apagado un rato sus neuronas para que deje de joder - Charles vuelve a ajustarse las gafas a la cara. - Pero tiene razón, antes esto me salía mejor, eso de controlar la electricidad y las transmisiones pero últimamente estoy perdiendo el toque, entre tú y yo, creo que es culpa de los putos moscos.

- ¿De los mosquitos? - repite Ruka alzando una ceja. 

- Si - Charles gira un poco el cuello. - ¿Ves esas marcas en mi cuello? Eso son picotazos de mosquitos, no me jodas.

Ruka analiza las heridas, parecen más pinchazos de una jeringuilla que los picotazos que te dejaría un mosquito. Además no tiene sentido, estarán en medio de un bosque pero no entran bichos en la caja blindada a la que Mika parece llamar hogar.

Un hombre entra por la puerta principal del comedor, se parece al común de los mortales asiáticos salvo porque su piel es extrañamente más rosada que el promedio. Sus zapatos de suela ancha resuenan en el suelo más que de costumbre (como si estuviera mojado), abre un cajón, revisa y no ve nada que le interese. Gira su cabeza y sus ojos parecen doblar su tamaño cuando ve el cuenco de Ruka. Se acerca a él con paso ligero, como una araña que va hacia el insecto que atrapó, Ruka le echa una mirada por el rabillo del ojo.

- ¿Puedo? - pregunta estirando las manos hacia el recipiente. 

Ruka no contesta, solo aparta el bol de un manotazo. El hombre lo toma al vuelo y se va corriendo del lugar, sus pasos si que son molestos, sería imposible para él ser espía o algo parecido. El hombre se va por donde vino sin tomar ninguna clase de alimento.

- ¿Menudo personaje, eh? - dice Charles. - Yo no sé de dónde se apaña Mika para sacar a esta gente, ¿A tí te resucitó, no? 

- No es asunto tuyo.

- Me lo tomaré como un si, no te avergüences muchacha, a mí me reclutó luego de matar a todo mi pelotón en el ejército, jeje - Charles infla el pecho cuando se ríe. - Ni siquiera se que hacía ahí, nunca quiere explicar nada.

Ruka fija la mirada por encima de los hombros de Charles, está completamente callada y no parece tan indiferente como antes.

- Está detrás de mí, ¿Verdad? - susurra Charles.

- Si, "Carlitos", estoy detrás de ti - dice Mika. - ¿Qué hace Iris en el suelo?

- Eeee, ¿Escuchó el himno de la bandera sin desayunar? - dice el bajando cada vez más el tono. 

Puede notar la mirada de Mika a través de su nuca, como si la estuviera perforando con un puntero laser.

- Sabes que no puedes usar tus poderes contra mis mejores hombres y mujeres, Carlitos - dice Mika como si regañara a un niño.

- Fue sin querer queriendo.

- ¿Lo fue, Ruka? - los ojos verdes de Mika se encuentran con el celeste claro de la joven.

- ¿Y a mí que? - dice ella retirándose y saliendo a buen paso del comedor. Su vista no puede pasar por alto el hecho de que había más cuencos en el estante abierto pero ya que.

¿Habría sido esa una buena respuesta? ¿Mataría Mika a Charles por eso? En verdad no había visto más muerte desde aquel día que mató al gordo pero extrañamente su cuerpo le pedía más.

Una mano toca su hombro desde un punto ciego, por instinto su mano izquierda sale disparada hacia atrás, es detenida con un choque sordo en la palma de Mika.

- Vas mejorando - le dice la pelirrosa. - En fin, hora de entrenar muchacha, ya sabes dónde voy.

Mika desaparece de su vista, su silueta ni siquiera se ve por las decenas de metros del pasillo. Ruka cada vez estaba más convencida de que Mika se teletransportaba, no era posible que se moviera tan rápido sin dejar aire residual, ondas de choque o algo parecido, la velocidad no funcionaba así, ¿Verdad?

Capítulo 3: una orden y una casa vacía.

Sería temprano en la mañana, tal vez las 7, tal vez las 8, eso le recordó a Nacho que tenía que comprarse un reloj de muñeca y dejar de mirar tanto el móvil, al final le saldrían cataratas.

Detuvo su coche tres calles antes de llegar al lugar de su destino, era una buena mañana y no hacía mucho sol, así que podría caminar para no levantar sospechas. Claro, porque nadie sospecharía de un hombre con gabardina y sombrero que nunca antes habían visto por la zona. 

En 10 minutos de caminata llegó a una residencia de vecinos, varios departamentos apilados uno al lado del otro en una fila que parecía formar una "U". Se repartía en dos alturas, cada una con casas de las mismas dimensiones.

"¿Cuanto medirá una de éstas?" piensa Nacho al frente de la puerta que busca. "¿Cómo 8 de largo y 5 de ancho? ¿Eso son unos 14 metros cuadrados, no? Cielos, soy malísimo con las matemáticas. En fin, 203, si, debe ser este".

Así que ahí estaba Nacho, parado enfrente de una puerta de aluminio pensando en el material del que estaban hechas las paredes como si eso fuera a ser relevante para su investigación. Estaba tan concentrado en ese asunto que ni siquiera escuchó la puerta que se abría justo a su lado.

- ¡Ey! ¿Qué estás haciendo tú aquí? 

Nacho se sobresaltó, dio un salto en el sitio como en las caricaturas y tiró al suelo las llaves que estaba sacando de su bolsillo. 

En la puerta 204, justo la de su izquierda, estaba una chica de pelo castaño y coletas con unas gafas y un bolso gris. El reflejo de sus gafas le daba cierto toque plateado a sus pupilas.

- Diablos señorita, ¿Qué hace? ¿Qué comenta? - dice Nacho mientras se agacha para tomar las llaves. - Es demasiado temprano para que me esté gritando.

- ¿Por qué diablos estás aquí? - le comenta ella, es un tono que parece disimular su furia.

Nacho abre los ojos con las cejas alzadas, analiza de arriba abajo a la chica que lo acusa, vestida con jersey negro y pantalones vaqueros tan ajustados que casi le parece raro que no le corte el correr de la sangre en las piernas.

- ¿Nos conocemos? - pregunta Nacho al cabo de dos segundos.

- Soy Mizuhara Chizuru - comenta ella con los ojos en blanco. - Me entrevistó ayer.

- A, cierto - Nacho se rasca un lateral de la cabeza. - Las gafas me habían confundido, efecto Supermán, supongo.

- ¿Puedo insistir en preguntar que hace aquí? - dice Chizuru reafirmando su figura.

- No, secreto policial - dice el guardando la llave de nuevo.

- Pues sea lo que sea que estés haciendo, lo estás realizando al lado de mi apartamento, creo que tengo derecho a saber de que se trata - Chizuru toma rápidamente una actitud más defensiva.

- Mira, tengo una orden legal y trabajo que hacer, no puedo hablar contigo - dice Nacho apartándose del contacto visual. - Además, a tí no tengo que darte explicaciones.

- ¿Así que vas a entrar a registrar su vivienda? 

- No me vas a dejar trabajar tranquilo, ¿Verdad? - dice Nacho sin dejar de mirar al frente.

- Supongo que puedes entender que desconfíe de alguien vestido con sombrero y gabardina que investiga justo al lado de donde vivo, ¿Quién me asegura a mi que no vas a pasar de un balcón a otro para registrar mi casa? - Chizuru frunce el ceño y arremete con ese argumento.

- ¡Ay, por favor! - Nacho suspira mientras escoge bien sus palabras. - Mira, yo ni siquiera sabía que vivías aquí, se que esta es la casa de Kazuya porque es donde me han mandado. Ni siquiera me encargo del papeleo, de eso se encarga Ninoroki. Así que déjame hacer mi trabajo o te pongo una multa por interferir en asuntos policiales.

Chizuru no respondió, pero aún así abrió su puerta y la cerró después de pasar. Nacho que tenía buen oído, pudo escuchar como cerraba la puerta corredera que separaba la sala de estar del salón. Cómo pasaron 10 segundos y vio que no salía, decidió seguir con lo suyo, usó la llave que le habían dado para entrar al antiguo departamento de Kazuya. 

Lo primero que le dio la bienvenida cuando cerró la puerta fue un fuerte olor a restos de comida. Venía de la pequeña cocina, platos y vasos sucios acumulados en el fregadero, mínimo la sobremesa de una semana.

El resto de la casa en cambio no estaba en mal estado, si, el futón estaba tirado acumulando polvo y había una preocupante cantidad de papeles arrugados y pegajosos en el suelo que claramente no eran de la gripe, pero fuera de eso era lo que se esperaría de un adolescente de su edad.

- Vaya, verdaderamente era un tipo cualquiera - piensa Nacho rascándose detrás de la cabeza.

Los padres de Kazuya todavía no habían venido a reclamar sus pertenencias, también necesitaban permiso y rellenar los trámites de la persona a cargo del "bloque de pisos", ya que técnicamente Kazuya era su propio propietario por ser mayor de edad y vivir de manera independiente.

"Tengo suerte de tener compañeros que me dejan estos temas resueltos", piensa Nacho revisando de cuclillas una pequeña estantería de la sala de estar, todo eran mangas menos uno o dos libros que debían ser lecturas obligatorias de la universidad. "Ser independiente es tan sano como arriesgado", se dice para si viendo que Kazuya tenía una o dos recopilaciones de mangas subidos de tono en su colección.

No tocó nada, antes de empezar a dejar sus huellas dactilares por todo el lugar se puso unos guantes de goma oscura que tenía en su bolsillo derecho y se aseguró de que estuvieran bien ajustados. 

"Realmente no era un chico muy interesante ese Kazuya", piensa Nacho examinando un retrato que había sobre esa misma repisa, era de una señora mayor, seguramente la abuela. "Vaya, un día todo esta bien y al siguiente te vas dejando las cosas, así". Nacho mira una pila de tres cajas que contenía ropa sin planchar y su vista se dirige de nuevo a los papeles arrugados. "Este chico estaba más caliente que una estufa en invierno, yo a su edad me controlaba un poco, aunque bueno, yo a su edad no tenía acceso a internet".

La vida más joven de Nacho siempre fue sencilla, pese a que nunca conoció a su padre y su madre era una figura ausente, esta le pagaba todos los gastos y los mejores tutores para sus estudios. La única frase que recordaba de su madre era: "Hoy no puedo hijo, tal vez el mes que viene". Se quedó a fuego gravado en su memoria porque fue cuando le preguntó que si estaría a tiempo para celebrar su cumpleaños.

Nacho decidió ignorar esa nube de trastornos de la infancia, prefiere pensar mejor en otra cosa como, ¿Qué hubiera dicho su madre si hubiera visto a Kazuya antes de esto? Conociéndola, seguro que decía, "¿Vas a salir a sí? Imagina que te atropellan y te mueres, ¿Quieres que el forense te vea con eso puesto?".

Nacho contuvo una risita, si, su madre no había sido la mejor del mundo, pero tenía su propio estilo, y seguía siendo ella quien se encargaba de su alquiler, de la declaración del patrimonio y hasta de pagar sus impuestos, no tenía nada de lo que quejarse.

Estuvo unos quince minutos más revisando cosas, pero no encontró nada fuera de lugar, se hubiera ido mucho antes, pero sentía que mínimo, tenía que tratar de hacer la búsqueda interesante.

"Creo que solo estoy sobre pensando las cosas", se dice para si mismo en un suspiro. "Aunque el comportamiento de la chica esa era sospechoso, tal vez si estaba escondiendo algo que la involucrara".

Mientras Nacho reflexionaba si estaría bien o mal echar una puerta abajo para cometer allanamiento de morada, una llamada hizo sonar su teléfono. 

- ¿Si, dígame? - dice él en cuanto lo abre.

- Nacho, te necesitamos aquí, hemos encontrado algo que... Bueno, definitivamente te interesará - le responde Ninoroki desde el otro lado de la línea. - Prefiero no darte muchos detalles por teléfono, pero involucra a tres muertos, un coche y un cuerpo sin corazón, te mando localización ahora mismo.

Enseguida saltó en sus mensajes una dirección hacia una parte bastante adentrada del bosque. 

- Iré para allá, dame 6 minutos o así - responde él antes de colgar.

Nacho tardó poco más de un minuto en colocar en su sitio algunas cosas que había movido. Salió disparado por la puerta, no sin antes cerrar y empujar la puerta tres veces solo para asegurarse de que había cerrado bien y no eran imaginaciones suyas.

Capítulo 4: yo soy más hardcore, te pego tres tiros.

La ostia fue terrible, resonó como si hubieran golpeado chapa con un bate. El maxilar se separó de la boca cuando la piel se rasgó. Rebotó dos veces en el suelo y se deslizó unos milímetros impulsado en su propia sangre resbaladiza.

Ruka gritó, pero sin la parte inferior de su mandíbula era más como si gimiera con la lengua pegada al paladar. Se llevó la mano a lo que le quedaba de boca, inmediatamente estas empezaron a mancharse de sangre, impregnadas en ese nauseabundo olor metálico. Todo mientras caía sobre sus rodillas y sus ojos se movían en todas direcciones buscando la composición ósea y muscular que le habían arrancado de su cuerpo. 

- Joder, es que no aprendes - le dice Mika con los dedos en el puente de la nariz. - Toma rápido tu mandíbula o tus heridas cicatrizarán sin ellas, vivirás con la lengua fuera el resto de tu vida.

- ¡No lo hagas, combina con lo perra que eres! - le grita Iris.

Era el tercer día de entrenamiento de Ruka, aún seguían practicando los golpes más básicos y la chica tenía la manía de bajar la guardia cuando lanzaba los golpes rectos, en consecuencia Mika la golpeaba, pero hoy, cansada de siempre el mismo patrón, le había sacado el maxilar inferior por puro gusto.

La habitación de entrenamiento era la más grande de las 54 que a Ruka le permitían visitar, era básicamente un polideportivo, con gradas y todo. En esas gradas estaban Iris y Charles, que en lugar de animarla se reían de ella cada que fallaba. Iris la que más, su jodida risa de rata diminuta resonaba como un plato rallado con un tenedor en los oídos superdotados de Ruka.

"Voy a intentar volver a matarla en cuanto pueda", piensa mientras se ajusta el maxilar al agujero de la cara y la carne de los músculos risorios de nuevo se entrelaza. 

- Estoy empezando a pensar que el boxeo no es lo tuyo - dice Mika con los brazos en jarras.

Ruka mastica dos veces para comprobar la dureza de su mandíbula, todo en orden, se le han curado hasta los dientes rotos. 

- Al final voy a optar por enseñarte karate o taekwondo aunque sea - dice Mika mientras la mira decepcionada.

- ¿Y qué tiene eso de malo? - dice Ruka frotándose la barbilla con la mano, aún no muy segura de que esté bien colocada.

- Nada, es solo que quería enseñarte algo útil, no puedes resolver todo solo con puro instinto y gritando - dice ella, reflexionando enseguida. - O por lo menos, no contra alguien de tu nivel que sepa pelear.

Mika considera que ha sido una charla lo suficientemente productiva, deja a Ruka ahí de rodillas y desaparece de su vista sin siquiera despedirse.

"Cómo la odio", piensa Ruka antes de incorporarse.

Iris también abandona el lugar a un ritmo rápido. "La muy estúpida creé que podría escapar de mi corriendo", piensa Ruka mirándola desde la distancia con el ceño fruncido. "Sería tan fácil meter mis pulgares en sus ojos y tirar", Ruka solo parpadea muy fuerte y se resigna, no le da miedo matar a Iris, pero la molesta que el impulso de asesinar ahora esté más presente en su cabeza.

- ¡A huevo! - dice de repente la voz de Charles. - Hoy si que te luciste, hasta te sacó la sonrisa la jefa.

Ruka casi que se sorprende por lo sigiloso que fue, pero no tanto, tampoco tiene tiempo para hablar de tonterías. 

- ¡Jum! - Ruka hace un puchero y se gira. - ¿Y a ti que te importa? Tú ni siquiera has podido regenerar tu estúpido brazo todavía.

- No te pongas caprichosa, lo decía con genuina amabilidad - le dice Charles. - Pero supongo que a tí te vale madres, eres como una niña fría y solitaria, ¿O no? 

- ¿Tienes algún problema conmigo o crees que te vas a salir con la tuya molestándome solo porque no te puedo matar? 

- ¿No puedes? - pregunta Charles con una ceja alzada sobre los cristales oscuros de sus gafas. - Me hubieras dicho y no me esforzaba en llevarme bien contigo, ahí te ves.

Charles se da la vuelta y se despide con un saludo de mano sobre su cabeza. La conversación termina y de nuevo Ruka se siente como si la hubieran dejado con la palabra en la boca. 

"¡Ay! Todos aquí son tan molestos, ¿Por qué tengo que entrenar boxeo y todas estas estupideces con mercenarios y asesinos? Yo quiero volver a mi casa, leer mis cosas y, tal vez, encontrar a mi chico ideal, ¿Es mucho pedir?".

Ahora Ruka estaba en su habitación, esa era su rutina, comer, entrenar y encerrarse en su habitáculo. Mika le dijo el primer día que tenía wifi pero nunca la dio un teléfono o algo con lo que conectarse, por lo que pasaba las horas mirando a la pared y tratando de recordar detalles de su vida. En ocasiones se iba a la sala de la ducha que estaba como a 10 metros o así de su habitación y en ella también reflexionaba, nadie la molestaba cuando estaba en el baño, pero es que en todo el lugar nadie mostraba interés por nada.

- No puedo seguir así, me voy a volver loca - pensaba Ruka tumbada hecha bolita en su cama. - Es que todos aquí son unos idiotas antipáticos, arg. Bueno, todos, todos, no...

Ruka se acordó de la mujer de las extremidades cosidas, esa chica peli-rosa que acompañaba a Mika cuando revivió, ella parecía agradable. La última vez que la vio fue a principios de semana, y además la vio de lejos, pero tal vez ella era el único ser vivo de esa puñetera caja de zapatos que no parecía estúpido.

Ruka no sabía en qué habitación se encontraba esa mujer exactamente, de lo poco que recordaba del mapa era una habitación señalada como "Dormitorio de la jefa", que intuía que sería el de Mika. Empezaría buscando en esa sala y las habitaciones circundantes.

Ruka pensó en buscar por su olor, cuando la conoció le dijo que la ropa que llevaba se la había dado ella o algo así, era el único conjunto de ropa que tenía en el armario de su habitación, la ropa de uso diario la tiraba en la puerta después de usarla.

"No, lo del olor no servirá", reflexionó. "En este lugar los olores se diluyen excesivamente rápido. Respirando ondo a lo mucho podría notar un aroma como de libro viejo que a saber de donde viene... Los olores solo son reconocibles si están muy cerca, como el de mi propia sangre". Ruka se miró la mano, aún sucia después del entrenamiento, todo superficial, ni una sola cicatriz o heridas abiertas, ni siquiera ampollas.

Pensando finalmente que no tenía nada que perder, empezó su paseo por los pasillos. Estuvo caminando 30 minutos que le parecieron segundos, ese extraño lugar monótono y repetitivo evocaba una sensación de somnolencia difícil de explicar, con todo insonorizado y con apenas gente, era como caminar en un sueño.

En el iris de Ruka se reflejaba un letrero con brillos y luces de neón en el que ponía "Dormitorio de la jefa".

- Ella, verdaderamente a puesto... ¡Es tan estúpidamente infantil para estas cosas! - las palabras de Ruka escapan entre sus dientes apretados.

"Que letrero tan estúpido", era todo lo que podía pensar.

Una puerta se abrió detrás de ella, se giró en cuanto notó el suave movimiento del aire, pues aunque era de hierro estaba perfectamente engrasada y no hacía el más mínimo ruido. Fue Charles quien salió por el umbral.

- No deberías decir esas cosas en alto - le comenta mientras se reposa en el marco. - Aquí las paredes escuchan, o peor aún, Mika te escucha.

Ruka solo le miró con desgana, no tenía tiempo para los intentos de comedia del rubio.

- No es broma, ella puede escuchar una mosca desde otra habitación, estando ella dentro de una habitación insonorizada, no me preguntes cómo lo sé - dijo encogiéndose de un solo hombro. - Eso me sería útil para atrapar a los moscos...

- ¿Qué quieres? - le interrumpió Ruka de inmediato.

- Yo debería preguntarte eso, ¿Te apetece morir o porque insultas la puerta de Mika? Además te acercas a su cuarto para molestarla.

- No quiero molestarla a ella.

- Creeme, si la buscas sin que ella te llame, entonces la estás molestando.

- No - dice Ruka con los ojos en blanco. - Me refiero a que no la estoy buscando a ella.

- Oh, ¿Y a quien has venido a buscar a su cuarto? 

Ruka piensa bien sus palabras, no tendría porqué darle explicaciones a Charles, pero dentro de todo lo que ha vivido, él parece un poco confiable, así que opta por dar un boto de confianza.

- Estoy buscando a la mujer de extremidades cosidas que trabaja con ella, ¿La has visto? 

- ¿Hablás de Ichika? - pregunta él levantando una ceja.

- No-yo no, no se cómo se llama - dice Ruka trastabillándose entre las palabras.

- Va, seguro que es ella, es la única persona con extremidades cosidas aquí - dice mientras mira su hombro. - Sin contarme a mí, pero yo no más tengo este brazo cosido, así que no entra en el conteo. 

- ¿La has visto o no? - dice Ruka con ambos puños en las caderas.

- Que va, solo viene aquí a principios de semana, el resto del tiempo trabaja.

- ¿Trabaja? - exclama Ruka dentro de su asombro. - ¿Donde? ¿En que parte? 

- No trabaja aquí - dice Charles negando con la cabeza. - Ella trabaja fuera, no se dónde, tal vez sea actriz, una vez habló de salir en una película.

"Pues hasta aquí llegó mi intento de socializar", piensa Ruka. "A no ser...".

- ¿Y para que querías buscarla? - dice Charles, interrumpiendo sus pensamientos.

- Ya para nada, supongo que tú me sirves - mira por encima del hombro a su cuarto. - Me invitas a pasar. 

- ¿Qué? - dice Charles mirando por encima de sus gafas. 

- Es evidente que estás desesperado por mi aprobación femenina, me has estado mirando en todos los entrenamientos y ahora me estabas escuchando detrás de tu puerta - dice Ruka mientras camina dentro de la habitación, pasando entre Charles y el marco.

- ¡Ey!, baja la espuma a tu chocolate - dice Charles con un movimiento frenético de sus palmas. - No te espiaba, detecté actividad cerebral en la habitación de enfrente y quería saber quién era el tonto que se atrevía molestar a Mika... Por cierto, ella tampoco está.

Ruka hizo rodar sus ojos por el comentario, pero prefiere no responder, solo miró la habitación. Charles tenía exactamente las mismas cosas que ella, lo único que cambiaba era que también tenía un portátil HP sobre la cama, en él estaba viendo un episodio de Dragon Ball con subtítulos en un idioma que Ruka no supo leer.

- Así que... ¿Me vas a decir de una vez que haces, o vas a seguir con tu estilo de mamona prepotente? - pregunta Charles cerrando la puerta.

- Necesito hablar, de algo, de lo que sea, creo que puedes ser el indicado ya que eres el menos estúpido de por aquí - comentó Ruka sin rodeos.

- ¿Enserio? - preguntó Charles con ambas cejas alzadas. 

- Bueno, no, pero eres lo poco que tengo - respondió Ruka con aún más sinceridad.

- Es el cumplido más irrespetuoso que me han dicho nunca - dice Charles con los labios hechos una fina línea. - Se siente tan, tan, tan...

- ¿Tan qué? - Insiste Ruka viendo todo lo que Charles tarda en pensar.

- Iba a decir "de la chingada", pero no creo que entiendas eso - le comenta él en un perfecto español.

- ¿Qué es "tera singadá"? - dice Ruka imitando el sonido, pero sin traducirlo.

- Es difícil de explicar, es una expresión muy de mi país - dice Charles rascándose detrás de la cabeza. - Y mira que ya de por si es difícil tener que pensar en español con gentilicios, pasarlo luego a un español neutro y luego decírtelo en japonés.

- Espera, ¿Tú no eres americano? 

- Si, soy americano, pero por como lo dices supongo que te refieres solo a Estados Unidos y déjame decirte que América es un continente, no un país - Charles se ajusta las gafas a la cara empujando con el pulgar. - Pero por si te lo preguntas, soy de México mágico, por eso hablo español.

- ¿Eres de México? - Ruka lo examina más de pies a cabeza. - Pero si te llamas Charles.

- Me llamo Carlos, Mika solo tradujo el nombre buscando más belleza.

- Pues yo he visto sudamericanos antes y tú no te pareces a ellos en nada.

- Y yo pensaba que los gringos eran malos en geografía... - dice negando con la cabeza. - México está en norte América, no mames.

- Ya veo - dice Ruka entre dientes, preparando una pregunta a un más devastadora mientras mira el pelo rubio de Charles. - ¿Y si eres de México por qué no eres marrón? 

- No mames, tú eres japonesa, a ver, ¿Por qué tienes las tetas tan grandes?

Ruka no se esperaba ese comentario, ni siquiera su cerebro, que relajado pensaba 5 veces más rápido que el promedio, vio eso venir. Su cara se puso roja y sus puños se apretaron cerca de sus caderas.

- ¡Maldito pervertido! - Ruka detuvo su puño media milésima antes de chocar con el hombro herido de Charles.

El movimiento fue tan rápido que el rubio se sobresaltó y se echó hacia atrás dos segundos después de que el ataque saliera, sus ojos habían sido totalmente incapaces de percibir la arremetida de Ruka.

- Ay, chinga, ¿Pues que vergas haces mamona? - dice en español al mismo momento que apoya su cuerpo en la pared tratando de establecer distancia. - ¿Qué quieres sacarme la mitad del torso o qué?

- Ese comentario era acoso sexual - dice Ruka echándose adelante aún colorada. - Si-si, si estuviéramos fuera ni siquiera esperes una condicional.

- Tampoco tenías que intentar matarme - dice Charles ahora en japonés. - Pensé que habías dicho que, habías dicho, que no podías - sus manos están temblando y el resto de su cuerpo empezará dentro de poco.

- No, tal vez no puedo, pero tú no vuelvas a mencionar ninguna parte de mi cuerpo jamás, o comerás sopa por un tubo el resto de tu vida - dice Ruka aún con una expresión de resignación.

- Así que va de verdad, ¿Eh? - Carlos mira al suelo con cierta decepción. - No se porqué pensé que podría ser diferente contigo.

- ¿De que estás hablando? ¿Acaso normalmente le dices esos comentarios a las chicas?

- ¿Eh? No, no me refiero a lo de tus... Cualidades - comenta sin mirarla. - Todos los que pasan tiempo con Mika se corrompen tarde o temprano, ella tiene ese aura asesina que lo impregna todo, una vez matas para ella no hay vuelta atrás, el resto de tu vida consistirá en ser su perro de caza.

- Pero... ¿A qué viene ese comentario?

- No me lo niegues chamaca, eso fue lo primero que me dijeron cuando llegué aquí, y eso es lo que yo te digo para que recuerdes cuando me maten, o cuando me mates, ¿Quién sabe? - dice Carlos ya más calmado, ya con todo asumido.

- No, estás equivocado, yo no voy a matar para Mika.

- Ya lo has hecho.

- Si, pero no conscientemente, ya no lo volveré a hacer - Ruka se tranquiliza también, su corazón le da un ritmo lento y un palpitar constante.

- ¿A no? ¿Y que me dices de lo que hiciste ayer en los entrenamientos? ¿Ese proyectil contra Iris fue de pura broma, no?

El día pasado Mika y ella estaban practicando golpes por debajo del mentón, golpes que buscaban la mandíbula y la boca. Cuando a Ruka le tocaba esquivar, Mika siempre establecía un ritmo nuevo y si Ruka se adaptaba o esquivaba, al siguiente aceleraba para golpear. Iris y Charles también fueron a verlo, Iris se había llevado una botella de alcohol y cada vez que Ruka escupía sangre, ella se reía y daba un sorbo.

Ruka calculó con precisión y llegado el momento justo se dejó golpear por Mika. El impacto le dio por debajo de las encías, Ruka aprovechó esto para escupir un diente tapado con sangre hacia Iris.

El proyectil de calcio y magnesio se disparó a 57 kilómetros por hora, directo al ojo cerrado de Iris, que había echado la cabeza atrás para beber.

Su plan falló, Mika atrapó en diente con la mano derecha antes de que si quiera estuviera a mitad de camino. Simplemente lo aplastó y dijo, "No hay ratón mágico para ti, enseguida te crece otro".

- ¿Tú cómo sab...? - Ruka pensó mejor sus palabras. - Eso fue una casualidad, un mero accidente, no estuvo ni cerca de tocarla.

- Chica, mírate a un espejo - le sugirió Carlos sarcásticamente. - Tus labios dicen "no la tocó" y tu cara dice, "por desgracia, porque la quería dos metros bajo tierra".

- Bien, no me ocultaré ni me andaré con juegos - dice Ruka más inclinada y más seriamente. - Si, la quiero muerta y ella me quiere muerta a mí, no nos soportamos mutuamente, ¿Qué tiene eso de malo? Si ella está aquí no ha de ser muy buena tampoco.

- Acabas de admitir querer matar a una persona y luego has dicho "¿Qué tiene de malo?" - dice Carlos con una mueca de disgusto. - ¿Tengo que darte más detalles?

- Pues si, a lo mejor, ¿Quién demonios es Iris y por qué me odia? ¿O por qué te odia a tí? Te golpeó en tu hombro roto.

- Que curioso, tú casi haces lo mismo - dice Carlos volteando los ojos a través de sus gafas opacas, Ruka vio eso. - De igual forma, no le guardo rencor, yo empecé, pero que tienes, ¿15 años? Ya te ves mayor, si fueras hombre estarías para ser chalán con tres años de experiencia. Mejor reflexiona sobre ese instinto homicida y vuelve otro día.

Carlos se acercó despacio a la puerta y la abrió dejando espacio de sobra para que Ruka se fuera, cosa que hizo. Estaba mejor entre los pasillos monótonos que hablando sobre vivir y dejar vivir con el tipo que intentó matarla con un francotirador.

Ruka no habló en todo lo que restaba de día.

Capítulo 5: solo dos pares de llantas.

No había forma lógica de explicar como un coche había volado 5 metros por el aire, sin tocar un solo árbol, para chocarse donde lo había hecho, acabando con dos hombres de unos 20 años. Aún y si hubiera sido posible, tampoco podrías encontrar explicaciones para el conductor del vehículo que tenía un fémur roto, el tórax y una mano atravesados por la palanca de cambios.

Los cuerpos que habían sido atropellados eran todavía más llamativos, en el sentido grotesco de la palabra, el primero tenía la cabeza reventada contra el parachoques y el segundo la mitad superior del torso. El impacto lo había exprimido como una uva y sus dos ojos ya no estaban en sus cuencas, ni en ningún lado, seguramente se lo había comido algún animal. Eso mismo aplicaba para las partes de piel desgarrada y accesible, la tapada por ropa solo era parte de gusanos y bacterias.

El hedor de estos cuerpos, que llevarían poco más de mes y medio descomponiéndose, era tan repugnante que Nacho estuvo a punto de vomitar en la mascarilla de protección que llevaba.

- No estaba preparado para este olor - dice con la voz ahogada.

- Yo tampoco - le dice Ninoroki que estaba a su lado. - Pero si no fuera por él los ciclistas nunca los hubieran encontrado.

La alerta de cuerpos encontrados llegó esta mañana temprano, unos ciclistas los encontraron cuando hicieron un desvío de su ruta para orinar.

- ¿Nadie ha denunciado la desaparición de tres jóvenes? - pregunta Nacho aún mirando de lejos.

- En esta ciudad no, ya he pedido que revisen en localidades cercanas.

- Perfecto, buen trabajo.

Nacho respira a fondo todo el aire sano que puede antes de contener la respiración, decide avanzar hasta el cuerpo menos afectado, el de la cabeza aplastada.

- Anota, este será el más difícil de identificar - le dice Nacho mientras Ninoroki saca una libreta. - Aproximadamente mide metro sesenta y nueve, no parece muy atlético y viste con jin azules y deportivas de tela blanca. No hay ni rastro de los dientes, pero parece que hay fricción en su cuello, muy pequeña, es como si le hubieran cortado con una espada en llamas.

- ¿Una espada en... Qué? - su compañero deja de escribir para mirarlo. - No creo que un coche sea capaz de hacer eso.

- Yo tampoco, pero realmente parece piel quemada, esta parte los animales ni la han tocado - Nacho cierra más los ojos para analizar con detenimiento. - No se, ¿Sabes esas heridas que dejan las balas que van tan rápido que queman? Algo así se ve pero en todo su cuello, si le golpearon con un objeto de metal, tal vez plomo compacto, eso con pólvora se impulsa y prende rápido, tal vez esto se pueda hacer con una escopeta.

- ¿Qué estás sugiriendo? 

- Desgraciadamente, nada coherente me temo - dijo Nacho mordiéndose un labio con algo de rabia. - Mira todo esto, es básicamente como si le hubieran lanzado el coche a este distraído después de haber disparado con una escopeta a bocajarro a este otro, y ya el de dentro... Por mucha fuerza que lleves no te puedes clavar la palanca así en la espalda, incluso si lo lograra, no tiene sentido que llegara hasta la mano también. Perdón por comentarte lo que ya estás viendo pero, ¿Tú que opinas Ninoroki? 

- Yo creo que esto parece de todo menos un accidente, tal vez incluso me atrevería a llamarlo ejecución pero no sé - Ninoroki mira de un lado a otro los cuerpos. - ¿Quién podría permitirse esto? ¿La yakuza? 

- También habría que preguntarse cuando lo hicieron, no sabemos si fue de noche, a plena luz del día, nada de nada - comenta Nacho. - ¿Cómo empezarías tu una investigación en este caso? 

- ¿Yo? - pregunta Ninoroki apuntándose al pecho con las manos. - Pues no sé, tú eres el que suele tener los planes de investigación.

- Pues si, pero siempre soy yo el que suelta ideas, dime tu algo.

- Ah, si, bueno, podemos descartar una teoría de un accidente, es bastante improbable que este coche volara 5 metros por el aire y atrapara a estos dos, hay demasiados árboles en el camino, mmmm - Ninoroki empezó a pensar con más fuerza. - Claro que el coche poder, puede pasar entre los árboles perfectamente, ¿Tal vez este loco estaba haciendo una acrobacia y estos dos lo revisaban y salió mal? 

- Es buena teoría - reflexiona Nacho. - explicaría porque nadie denunció su desaparición en esta localidad, si alguien hiciera una acrovacia así lo harían donde no fueran conocidos, pero eso no explica cómo quedó el cuerpo atrapado en la palanca de cambios, ni porque uno de los dos está sentado con la cabeza reventada a la altura del parachoques.

- Y esa es solo la destrucción más superficial del coche - complementa Ninoroki. - Mira, ni siquiera tiene puerta de copiloto, está arrancada y tirada. 

- ¿Podemos demostrar que fue arrancada? 

- Se ve a simple vista, las bisagras están rotas.

- Joder - Nacho se pone de pie y se aleja de los cuerpos para ir a ver la puerta destrozada. - Eso lo complica todavía más, además parece que están rotas hacia fuera, como si alguien hubiera tirado de ellas, esto no es producto de un choque... Agh, si al menos hubiera otro forma de determinar si el choque se produjo de día o de noche.

- ¿Tal vez los faros? - pregunta Ninoroki inclinándose para ver las luces interiores ahora prácticamente destrozadas entre un mosaico de cristales.

- Si, eso es - dice Nacho con una emoción impropia de esta situación. - Si averiguamos la última hora a la que estaban encendidas las luces, sabremos la hora del choque, o un aproximado.

- También nos servirá de indicativo, si estaban encendidas, aunque no descubramos la hora, sabríamos que era de noche, no encenderian los faros de día - dice Ninoroki cruzando los brazos a su espalda.

- También es verdad, también es verdad - dice Nacho asintiendo varias veces con la cabeza. - Pues nada, ahora le toca a los forenses y especialistas examinar los restos, ¿Nosotros nos quedamos para el papeleo? 

- Vete si quieres, yo me encargo - le dice Ninoroki con un ademán. - Se que no te gusta rellenar papeles.

- Que bien me conoces - le dice Nacho con una sonrisa. - Pues nada, creo que seguiré con la investigación del muchacho. 

- ¿Viste algo nuevo en su casa? 

- Nada de nada, desafortunadamente - dice Nacho con una mueca. - Era un chaval promedio, creo que preguntaré en su universidad a ver si saben algo que pueda dilucidar esto, pero todo parece apuntar a un accidente común.

- Con frecuencia la respuesta más simple es la correcta - le dice Ninoroki con un porte sabio. - No te obsesiones, ¿De acuerdo? 

- Si, si, no te preocupes.

Nacho está por irse, mirando antes toda la escena para tener algo en que pensar por el camino. Ninoroki deja de prestarle atención y saca una cámara para tomar varios ángulos de la escena del crimen, la primera va con flas y rebota en la luna destartalada del coche, a su vez esa luz rebota muy finamente en el suelo. Es apenas un destello minúsculo, pero Nacho lo ve en la punta de su zapato. 

Remueve un poco la tierra con la puntera en la zona que ha visto, ahí está una extraña moneda oxidada que definitivamente no es de Japón, parece dorada pero a perdido brillo por estar manchada de barro.

"Uy, tesoro del bosque", piensa Nacho guardando la moneda en lo profundo de su gabardina. "Me quedaré con esto".

Capítulo 6: yo también me alquilo.

Este día no hubo entrenamiento, Ruka esperó varias horas sentada en las gradas pero Mika no llegó, ni siquiera Iris o Carlos. Así que se fue más enfadada de lo habitual, ahora los pasillos ya no le embaucaban esa sensación de sueño, era más una pesadilla.

Ruka pasó entre un pelotón de personas con traje formal y se dirigió al comedor, tampoco había nadie allí.

Se forzó a si misma a deambular, estar a solas con sus pensamientos otra vez no le resultaba una idea tan agradable.

Así llegó hasta la sala de la biblioteca, esa habitación de tres metros cúbicos que vio el primer día. Esa donde estaba el hombre rodeado de libros.

Alguien salió de esa habitación, zapatos resbalosos, cara de oficinista y piel de tinte rosado. Es ese hombre que vio en el comedor mientras hablaba con Charles. Ahora ha salido de la biblioteca con un libro bajo el brazo.

El hombre la mira de reojo y luego se acomoda mejor para tener un intercambio de miradas con ella. Ruka solo permanece estática mirando sus ojos, parecen un poco descentrados y son graciosamente pequeños a comparación de su cara.

- Ni hao - le dice acompañado de un saludo tradicional chino.

- Soy japonesa, estúpido - le responde Ruka.

El hombre toma esa respuesta como un cumplido, pone una sonrisa de gallipato y abandona el lugar con ese chirrido de pies arrastrados.

"¿Mika se enfadaría mucho si me cargo a este?" Pensó Ruka fugazmente.

Sin mucho interés en llevar ese plan acabo, entró en la biblioteca. Era lo que recordaba, tres paredes con estanterías repletas de libros hasta donde hacían esquina y un señor con túnica azul y mirada triste leyendo un libro sin nombre en la portada.

Ruka decidió no prestarle atención, esta no es su casa después de todo, solo un lugar para guardar estantes con libros. 

Echa el cuello hacia atrás y mira hasta arriba, así era, los tres metros de estantería con múltiples libros de tapa dura, tapa blanda, hasta había libros forrados en cuero. Indecisa, Ruka buscaba alguno que pareciera un manga romántico o, cuanto mínimo, alguna novela corta de esas características.

No vio nada que destacara su interés, todo en ese lugar parecía tener la decoración de un ladrillo con hojas. Casi ningún libro tenía bordados o portadas llamativas, la mayoría ni siquiera tenía nombre. Suspiró resignada.

- Si buscas algo interesante, nuestro último bestseller son los libros sobre como fabricar tus propios productos químicos - le dijo el encapuchado.

Ruka no se asustó por la voz anciana y casi lúgubre de aquel hombre, simplemente siguió mirando la estantería como si no hubiera escuchado nada. El hombre regresó a su lectura.

- ¿No hay ningún libro de Koji Suzuki, aunque sea? - preguntó Ruka mientras buscaba ahora en otra estantería. 

Esta vez fue el hombre quien la ignoró y siguió leyendo. Ruka solo bolteó los ojos y miró en la última estantería que le quedaba. Nada, rodeada de libros y ninguno le llamaba la atención, no solo estaban la mayoría escritos en un idioma que no entendía, sino que además, muchos de ellos eran demasiado altos para su metro sesenta y poco.

Finalmente mira al hombre con el que comparte cuarto, ahora más de cerca. Su túnica azul tiene bordados plateados en los bordes hechos de un terciopelo que resplandece a pesar de la escasa luz que da la única bombilla del lugar, aunque también puede que sea el hecho de que los ojos mejorados de Ruka la hacen adaptarse casi instantáneamente a todo. Los ojos de aquel hombre no solo están tristes, también son profundos, las endiduras que rodean sus globos oculares son oscuras, como dos pozos en los que un niño se ahoga pidiendo auxilio. Su pelo lo tapa completamente la capucha de la túnica, pero su piel se ve arrugada, más que la de un anciano promedio.

Lo único que adorna esa cara melancólica que revisa un libro de pie guiándose con el índice al leer, es una barba canosa de mes y medio que se mueve al son de unos labios que se arrugan y remojan sin aportar palabras.

- ¿Quién eres? - le pregunta Ruka.

- Este lugar se quemó por culpa del bibliotecario que no resistió lo que aquí leyó - responden sus ancianos labios. - Yo soy el bibliotecario.

Se hace el silencio entre ellos, solo roto por la respiración calmada de Ruka. 

- ¿Y cuál es tu labor? - pregunta Ruka.

- Presto libros a quien los busca y se los alquilo a quien los reclama - dice mientras su iris marrón choca con el azul cristalino de Ruka.

Ruka ve en esos ojos algo que no sabe expresar, quizás es una verdad sincera, como una confesión después de que alguien te salve la vida, quizás son solo las palabras de un viejo senil que seguramente va desnudo debajo de esos ropajes. Sea como sea, la expresión de Ruka cambia a una más decidida.

- Yo también me alquilo - dice ella con un pequeño toque de colorete rojo en las mejillas. - O bueno, me alquilaba, era divertido.

El hombre parpadea dos veces de manera calmada ante esa revelación.

- La prostitución es una opción que no consideraría divertida a tu edad.

Los ojos de Ruka se afilan como los de una gacela y se clavan en la retina de su acompañante. - ¡Era una novia de alquiler, estúpido, no una puta!

- No se grita en la biblioteca - le responde.

- ¡Estaba tratando de ser amable y me has insultado! - Ruka le señala con un índice acusativo. - Maldición, ¡Ni siquiera se porque trato de simpatizar con vosotros! 

- No lo repetiré, baja la voz - dice el hombre mientras cierra su libro con una mano. - Y jamás vuelvas a señalarme con esto.

El bibliotecario gira su mano a la par de sus dedos, como si agarrase una telaraña en el aire. De entre sus dedos empieza a escurrir sangre fresca y entre su pulgar y su índice hay algo que parece un dedo con buena pedicura, como si fuera de mujer joven.

"Ese se parece a mi, ¿Eh?", piensa Ruka antes de escuchar caer la primera gota de sangre al suelo.

Su sangre, el dedo con el que le había señalado había sido cortado de su mano y ahora lo sostenía aquel señor delante de sus narices.

"¿Pero como...? ¿Cómo ha?"

- Los cristales viejos son los que mejor cortan - le dijo aquel hombre, como si pudiera leer sus pensamientos.

En el momento en que la segunda gota de sangre toca el suelo, Ruka ya ha regenerado la totalidad de su dedo y sus ojos buscan sobre su entrecejo fruncido al responsable de ese corte tan fino y preciso.

- Tienes un segundo para darme una buena razón para no matarte ahora mismo - dice Ruka apretando los dientes.

- No puedes, todo tu cuerpo está paralizado - responde él con la soberanía del veredicto de un juez.

Era cierto, de pronto, todos los músculos del cuerpo de Ruka estaban rígidos, como si fuera un perro muerto en cal.

- Bien, ahora sí no quieres que te obligue a arrancarte tu propia piel, vas a mantener la calma y vas a abandonar esta biblioteca en menos de tres segundos - dice el bibliotecario, no era una sugerencia, era una orden.

Ruka notó un calor repentino, era su corazón latiendo de nuevo, se había detenido también. Aún así, hizo acopio de fuerzas, apretó los puños y se quedó mirando al bibliotecario totalmente decidida... No sabía porque, solo sabía que no iba a irse.

- ¿Acaso quieres morir? - le dice el bibliotecario. - ¿Quieres que me lleve tu alma y no deje de ti ni el recuerdo? 

- Quiero que lo intentes - dice Ruka desafiante. - Ya he estado muerta antes, me se el camino de regreso. Además, no serías tan estúpido como para matar a la última persona importante en unirse a Mika, ¿Verdad? 

Este intercambio de miradas se siente como un viejo duelo de vaqueros, no importa la edad, no importa el idioma, se lo están jugando todo por algo que difícilmente comprenden. Y aún así, ninguno cede terreno. 

- Está bien, tú ganas, no puedo matarte - reconoce el bibliotecario. - Pero puedo obligar a tu cuerpo a caminar en contra de tu voluntad fuera de aquí, más creo que eso no sería hospitalario, ¿No?

- Supongo que hemos empezado de mala manera - admite Ruka a regañadientes. - Me llamo Sarashina Ruka, puedes llamarme Ruka-san.

- Encantado, Ruka - dice él con una leve reverencia de cabeza. - Yo no me acuerdo de mi nombre, solo llamame bibliotecario.

- ¿Hace cuánto no tienes un nombre? 

- Desde hace 11 años, tal vez te parezca una locura por mi aspecto, pero solo tengo 25 años.

- Tú voz no suena tan rasposa - dice Ruka tratando de ser amable. - Te conservas, bien, supongo.

- Jeje, gracias, no tienes porqué tratar de ser amable con este pobre maldito - dice él con una sonrisa sincera. - Este cuerpo solo paga el precio por perder el alma, por alquilarla a fuerzas oscuras.

- ¿Por qué lo hiciste?

- No lo hice, Mika lo hizo por mí - su mirada se torna sombría. - Prefiero no hablar de eso.

- También te encerró en esta, "caja de zapatos" - dice Ruka mirando las cuatro paredes.

- No diría que si, estoy aquí por gusto, ella no suele venir por aquí - el bibliotecario suspira. - Aunque claro, solo soy su ambientador y bibliotecario personal, no hay mucho que pueda hacer.

- ¿Ambientador? - Ruka frunce un poco el ceño.

- Respira profundamente, ese olor a libro viejo, soy yo - dice señalándose con el pulgar. - Nunca me lo ha explicado, pero se porqué lo hace, solo se asegura de que ninguno del "Escuadrón 70" la traicione. 

Ruka no dice nada, simplemente frunce levemente las cejas un poco más. Esta nueva cantidad de conceptos la está abrumando pero su corazón sigue como si tal cosa.

- Es normal que no los conozcas, no es un nombre oficial, me refiero a esos 45 hombres y 45 mujeres trajeados que siguen a Mika y andan por aquí - mastica un poco el aire como si le costara recordar, como si nunca hubiera tenido que dar explicaciones por más de 6 minutos. - No salgo nunca de aquí, aún siguen en estos pasillos, los noto, los has visto, ¿No? 

- A si, es básicamente lo único que hay por los pasillos - dice Ruka con una mueca de queja. - También tengo a una deseándome la muerte, se llama Iris.

- ¿Qué? - es ahora el bibliotecario quien pone una mueca. - No, Iris no es parte de ellos, ellos ni hablan. Iris es solo...

- ¿Es solo qué? 

- Una víctima de las circunstancias, y no diré más de su vida.

- ¿Pero la conoces?

- A ver, ¿Cómo te lo digo? - el suspira y parece hasta melancólico. - Mika no es omnipresente, este lugar ni siquiera tiene cámaras, y aún así parece que ella no tiene ningún punto ciego, estas paredes laminales como de hospital abandonado, ese sofocante aire cargado, y esa incertidumbre de no saber cuándo aparecerá detrás de tu espalda... Esta prisión es más psicológica que física, pero tarde o temprano te quiebra, podemos decir que yo y mis cuatro paredes somos el único lugar donde estás fuera de la vista de ese panóptico.

- ¿Pano...? ¿Qué? - pregunta Ruka agena al concepto.

- Es un concepto filosófico, una prisión donde te sientes observado aunque nadie te vea - repasa él de memoria. - Supongo que es la razón por la que estás aquí, buscabas estar lejos de Mika.

- No, no es eso - niega Ruka con la cabeza. - Hoy no está aquí, ni ella, ni Iris, ni Carlos...

- Supongo que hoy habrán ido de caza. 

Ruka prefiere desviar la mirada para no pensar en esas palabras. El bibliotecario, no muy consciente de su relación con Mika prefiere cambiar de tema.

- Así que, ¿Qué libro buscas? ¿Alguna historia en particular? - dice él.

- No, solo busco una historia que distraiga mi mente.

- Entonces creo que yo tengo una de esas, te la narraré si te apetece escucharla. 

- No tengo otra cosa en la que invertir mi tiempo, pero, ¿Tengo que escucharla de pie? 

- Pues como ves, las sillas no abundan en este pequeño lugar - dice el bibliotecario extendiendo un brazo que señala toda la sala. - Y si robas una silla del comedor tendrás que darle explicaciones a Mika.

- No hay sillas allí, solo bancos de metal.

- Que cabrona, ha pensado en todo - murmura él. - En fin, no importa, toda esta historia comienza con una leyenda, y la leyenda cuenta que el Leatherface se estaba...

Capítulo 7: cosas de la uni.

- Se que no soy la persona más digna para pedirte que deposites en mi tu confianza, puedo haber fracasado a veces, si, cometo errores, como todos los humanos. Solo te pido que esperes aquí, y si tú prometes esperarme aquí hasta que vuelva, yo prometo regresar con la cabeza en alto y un trabajo bien hecho - le dice Nacho a su sombrero y gabardina mientras se viste de paisano.

El plan era simple, iría a la oficina del director de la universidad para comentarle a cerca de la investigación que realizaba y porque estaría deambulando sin uniforme policial por los pasillos. Luego, suponiendo que todo fuera aceptado, buscaría la clase de Kazuya, preguntaría a un par de compañeros, tal vez sus amigos más cercanos y luego a los profesores.

"Esto lo termino yo en menos de lo que canta un gallo", piensa Nacho mientras se frota las manos y se prepara para entrar en acción. "Luego un poco de gimnasio, tal vez algo de M M A si alguien se apunta a un sparrin, y a comer en el restaurante de la esquina si el tiempo lo permite". 

La primera parte del plan salió bien, el directorio de la universidad no vio problemas en la presencia policial siempre y cuando no interrumpiera las clases ni causara algún escándalo. Nacho aceptó, él iba lo más casual posible, incluso había dejado su arma reglamentaria en el coche, sin balas y con el seguro puesto, porque más vale prevenir que curar.

Ya era un poco tarde, entre lo del departamento y lo de los cuerpos, Nacho había perdido media mañana, tenía que organizar bien el tiempo así que fue directamente a la clase a la que solía ir Kazuya.

Vio salir a muchos estudiantes en grupo, claro que él no podía ir parándolos uno por uno para preguntar, así que optó por otra estrategia.

"Vamos a ver", pensó. "Kazuya era un tipo muy tirando al promedio, y sin novia ya que las alquilaba, su grupo de amigos no puede ser el de los populares pero tampoco podía ser un marginado si tenía la motivación suficiente para hablar con las chicas". Nacho se rascó la barbilla con el índice y el pulgar, "Creo que Chizuru dijo que incluso la acompaño a un crucero por lo que su grupo de amigos deben tener una estabilidad de clase media y no ser especialmente atractivos, iré buscando ese perfil", fueron sus conclusiones.

Sus sospechas le hicieron ir a preguntar a un grupo de 4 chavales que se habían quedado hablando luego de que terminara la clase, así por lo que escucho hablaban de algo sobre ir a un karaoke para dejar de darle vueltas a un asunto.

Los chavales eran poco agraciados, fáciles de dibujar dirían algunos, uno era escuálido y tenía una cresta punk que ya estaba pasada de moda cuando se inventó. Otro era tan alto como ancho y vestía con un chaleco abultado que le hacía ver cómo si llevara un salvavidas. Del grupo dos llevaban la voz cantante, un chico delgado con pelo tazón, dientes de conejo y gafas de rostro rectangular, y otro bastante robusto de cara cuadrada y algo más suelto en sus diálogos.

"Estos parecen sacados de los extra de Doraimon, si ese no es su grupo de amigos yo dimito en este mismo instante", pensó Nacho para si mientras se acercaba lo más natural posible.

- Disculpad, ¿Puedo haceros unas preguntas? - dice con la voz más autoritaria que puede poner. 

Los cuatro se extrañan y se miran entre ellos, al final el que habla para dar la cara por el equipo es el cabeza cuadrada.

- ¿Quién es usted? ¿Qué pasa? - pregunta.

- Soy policía - dice Nacho mientras saca la placa con un movimiento que lleva años practicando. - Me gustaría saber si alguno de vosotros conocía a Kinoshita Kazuya.

Tres de ellos se ponen un poco nerviosos, en cambio, el joven que le estaba hablando solo hace un gesto que a Nacho le parece difícil de identificar, es una mezcla de molestia y asentimiento.

- Estos dos eran sus mejores amigos - dice el chico de la cresta señalando al cara cuadrada y al gafas. - Nosotros solo hablamos con él a veces - dice refiriéndose al alto y a él.

- Oye, ¿Qué te pasa? - le replica el que estaba al frente. - ¿Por qué lo dices como si fuéramos culpables?

El principal se ha girado y mira al otro que sudando con dos gotas en la frente sube las manos a la altura de la cara y retrocede, parece que las piernas le tiemblan.

"Si, ya sabía yo que pasaría esto", piensa Nacho. "La gente siempre se pone nerviosa en estos casos, quienes menos problemas han tenido con la ley son los que peor se ponen, por eso el polígrafo no se usa como prueba policial".

- A ver, chicos - dice Nacho para evitar un escándalo. - Esto no es un interrogatorio, y no os estoy acusando de nada, así que no os pongáis nerviosos, ¿Vale?. Insisto, solo busco información.

Los cuatro chicos comparten miradas, cuchichean un poco entre ellos y al final cara cuadrada y gafas deciden quedarse mientras los otros se quedan fuera.

- Antes de empezar - dice Nacho poniéndose firme y guardando la placa. - Me gustaría saber quiénes sois y si sois conscientes de lo que le ocurrió a Kazuya.

- Soy Yoshiaki Kibe, primer año de universidad - dice el más ancho con un paso al frente. - Fui amigo de Kazuya desde la infancia, me enteré de lo ocurrido porque administro junto a una compañera un sitio online importante y necesitaba mirar las noticias recientes.

- Entiendo, mi más sentido pésame - dice Nacho asintiendo antes de mirar al gafas. - ¿Y tú? 

- Yo me llamo Shun Kuribayashi - dice arrimándose las gafas que le escurren por los nervios. - También soy, era, amigo de Kazuya.

Las miradas de ambos chicos se pierden deliberadamente hacia los lados, los hechos son una realidad difícil de asumir. Nacho suspira y se rasca la nuca.

- ¿Cómo lleváis el tema? - pregunta. - Puedo recomendaros ayuda profesional si es necesario.

- No, no creo, fue un accidente, esas cosas pasan - dice Kibe apretando los labios.

- Yo lo he pasado mal - dice Kuribayashi. - He tenido malos sueños y ya ni el boulder me relaja, aunque lo hago como loco. Pero en general, creo que estoy bien, solo fue un accidente, ¿Cierto?

- Secreto policial - responde Nacho por automático. Esta respuesta hace que el gesto de los otros dos se modifique.

- Espere - dice Kibe frunciendo poco a poco el ceño. - La noticia decía que Kazuya murió porque un coche le aplastó la cabeza, ¿Fue un accidente, cierto? 

- Todo parece indicar que si, pero todavía no puedo revelar todos los detalles - dice Nacho mientras contiene un suspiro entre dientes. - Aún así, os pregunto para saber más sobre él, ¿Qué razón creéis que tendría para ir al acuario sobre las cinco de la tarde? 

- ¿Fue al acuario? - pregunta Kuribayashi.

- Si, allí se encontró su cuerpo, en una calle poco transitada a la que se llegaba por una puerta trasera - dice Nacho repasando de memoria y sin desvelar muchos detalles.

- No creía yo que ha Kazuya le gustaran esas cosas - interviene Kibe. - Rara vez se apuntaba a actividades con nosotros, de hecho, la última vez que nos reunimos todos juntos fue en unas vacaciones en Shimoda... Y eso tampoco es que saliera muy bien.

- ¿Qué pasó?

- Yo, em... - Kibe cambia miradas con su amigo. - Díselo tú, mejor.

- Bueno, pues verá - dice Kuribayashi tratando de buscar las palabras. - Kazuya vino de vacaciones con su novia, y ubo problemas porque nos dijo que no vendría, pero al final si vino y para colmo cortaron repentinamente mientras teníamos un juego de Choi Poki - traga saliva. - Eso, pues, trajo más problemas.

- ¿Kazuya tubo una novia? - pregunta Nacho extrañado, recordando todos los pañuelos usados que encontró.

- Una no, tubo dos - dice Kibe tomando la palabra de nuevo. - Esa fue la razón de los problemas, su ex también estaba allí. 

"¿Dos novias? ¿El chico con un cuarto que parecía un granero por el exceso de paja?" Se preguntó Nacho para si mismo.

- Cuando oí eso - Kibe aprieta los dientes. - Enserio que me molestó, perdóneme si uso palabras vulgares pero, él solo era un virgen suertudo y había desperdiciado sus dos oportunidades de estar con dos de las chicas más guapas que había visto, eso me hizo sentirme como un dios de la ira y se me fue la mano. Le pegué un puñetazo, me lo devolvió y luego todo transcurrió en el suelo hasta que nos separaron.

- ¿Hubo alguna denuncia que de testimonio de esa pelea? - pregunta Nacho.

- No, no, al final lo arreglamos y las aguas volvieron a su cauce, de hecho al final Kazuya y su segunda novia volvieron y se les veía bien juntos, la noticia dio vueltas al instituto en cuestión de minutos.

- Si - complementa Kuribayashi en un suspiro. - Todos creíamos que ya nada podría separarlos. Está mal que lo diga, pero me daban mucha envidia.

- Muy bien - Nacho se remojó los labios y suspiró. Era demasiado sentimental para ser policía. - ¿Y quienes eran esas dos novias que tubo Kazuya? Tal vez necesite su testimonio.

- Oh, bueno, ellas - Kibe pone los brazos en jarras hacia el final de su espalda y mira todo lo serio que puede a Nacho. - Ese es un dato demasiado personal para no ser esto un interrogatorio.

- Solo estoy buscando información sobre su vida para esclarecer las cosas - Nacho puso una voz más firme y se cruzó de brazos. - No estáis obligados a responder, pero sospechoso me parecería que dos amigos no quisieran ayudar, aunque puedo volver con una orden si prefieres un interrogatorio en condiciones.

Dijo eso con firmeza, pero solo esperaba ser intimidante, traer una orden hasta la universidad era justo lo contrario a "no causar un escándalo", pero sentía que estaba muy cerca de algo, esa información podría valer mucho la pena.

- Se llamaban Mizuhara Chizuru y Nanami Mami - dice Kuribayashi.

- Pero, hombre, contrólate - le recriminó Kibe.

- Perdón, no funciono bien bajo presión. Además, ocultar información a la policía es un delito.

Mientras ellos hablaban, en la mente de Nacho el nombre de Chizuru resonó, por supuesto que supo identificar nombres y apellidos con un rostro de ojos marrones que se volvían claros con las gafas adecuadas. Recordó como le decía que solo eran "compañeros de universidad" y "un cliente". 

"Jojojo, señorita Chizuru, ya tiene algo que explicar", pensó Nacho con una hipótesis rápida de que si no le había dicho que salían juntos era porque ponía en peligro su negocio de novia de alquiler. "Pero ya se dónde vive ella, me concentraré en esa exnovia suya".

- Doy por hecho que ambas estudian aquí , en la universidad Nerima - dice Nacho.

- Si, así es - dice Kibe entre dientes. - Oiga, agente, no quiero interrumpir en su investigación, de verdad que no, pero Kazuya no era un mal tipo, solo un poco terco y bastante tonto a veces, pero eso no quita que fuera una buena persona. Tenga cuidado al hablar con ellas, puede tocar un tema sensible.

Kibe habla como si hubiera contado una historia de su infancia con una importante moraleja. Su tono es convincente y Nacho no ve en el malas intenciones.

- No te preocupes chico, no he venido aquí a causar problemas a nadie - dice Nacho. - Solo hago mi trabajo.

"Ah, siempre había querido decir esa frase", piensa mientras se da la vuelta y deja el lugar.

Esos dos chicos no parecían malas personas, no les veía capaces de tumbar a Kazuya para que lo atropellara un coche. Chizuru todavía no estaba del todo descartada, aunque si los amigos de Kazuya dicen que lloraría su muerte, difícilmente sería capaz de dejar que tumben a su novio para que lo atropellen a sangre fría.

"¿Y si fue la ex? Calza como anillo al dedo para una novela policial", piensa Nacho. "A lo mejor se ilusionó cuando se enteró de que cortaron y como luego vio que volvieron aplicó la ley de; "si no es mío no será de nadie". Joder, tengo que dejar de montarme películas sin pruebas".

Nacho se dirigió directamente a la secretaría de nuevo, tubo que enseñar la placa, hacer unas cuantas llamadas, y tras aproximadamente 15 minutos, por fin consiguió que le dieran información sobre la clase a la que asistía esa tal Nanami Mami para poder ir a buscarla. Cuando llegó al aula estaba cerrada porque las clases ya habían empezado así que tubo que esperar un poco fuera, solo con sus pensamientos.

"Pues la chica parece maja de cara", se decía. "No se porque Kazuya cortaría con ella, o quizás fue al revés, ella cortó con él, ¿Pero entonces porque Kibe me dijo que Mami podría ponerse a llorar o algo así?, Aparte, ¿Mami? ¿Qué clase de nombre es ese? Más que japonés suena a país Africano; Nigeria, Ruanda, Chad, Mami, Angola... Bueno, ehm, ¿Angola si estaba en África, no? ¿O era de Asia?".

Así distrajo su mente Nacho hasta que finalmente la clase terminó y las puertas se abrieron. Su cabeza se alzó de inmediato y se puso en pie para encontrar a esa rubia de ojos azules que había visto en los registros de alumnado. 

Salió la última, sin hablar con nadie y a paso lento. Su mirada estaba distraída en un teléfono móvil que era observado por un rostro que reflejaba una neutralidad absoluta.

"Que raro, de una chica como ella me esperaba que mínimo fuera acompañada por una o dos amigas", piensa Nacho.

- Disculpe señorita, podría hacerle una pregunta justo ahora - dice Nacho acercándose a ella.

- ¿Justo ahora? - pregunta Mami en un movimiento que deja su cabeza de soslayo.

Nacho se detiene por un momento, la mirada de Mami parece amenazante al mismo tiempo que carece de cualquier emoción apreciable. Es como si su pupila se hubiera vuelto negra y solo el pequeño punto de su iris sirviera para dar luz a ese vacío. Punto único que enfoca directamente, pues su otro ojo es tapado por su pelo corto que entrecruzado se adueña de la mitad de su perfil.

- ¿Eh? Si - dice Nacho, casi dudando mientras saca su placa. - Departamento de policía, quiero hacerle unas preguntas sobre Kinoshita Kazuya, si es posible, claro.

- ¡Oh! Ese chico volviendo a mi vida de nuevo - dice Mami llevándose una mano para tapar su boca sorprendida. - ¿En que lío se ha metido esta vez para que tenga que intervenir la policía?

Nacho tarda un poco en procesar ese cambio de actitud repentino. Podría jurar en ese mismo momento que vio como Mami se empujaba la mandíbula para mirarle a los ojos y fingir una sonrisa.

- ¿Usted no? Ams, ¿No sabes lo que le ha pasado? - pregunta Nacho sin quitarle la vista a los cambios en su expresión facial.

- Ams, no, llevo casi medio mes sin hablar con él, ¿Por qué? ¿Qué ha hecho? - aunque ella pone una sonrisa, Nacho puede ver restos de preocupación en su persona. - No me diga que ha hecho algo malo como robar en una tienda, gritar en la calle o acosar a chicas jóvenes.

- No, no, nada de eso, él, bueno - Nacho suspira, no sabe si podrá usar las palabras adecuadas. - ¿Tú realmente no sabes nada pese a vuestra relación?

- Lo nuestro terminó hace mucho, ahora solo somos amigos.

- Pues quizás necesites sentarte - dice Nacho tratando de poner su voz reglamentaria. - Si erais amigos cercanos puede ser...

- Venga, no importa, dígame que hizo, o como está - Mami interrumpe con una sonrisa en los labios y unos ojos abiertos de cejas alzadas.

- Muerto, está muerto, lo atropellaron hace unos tres días - dice Nacho. - Fue en una de las salidas del acuario, estoy preguntando a gente cercana que pueda tener una idea de como terminó allí.

La expresión de Nanami Mami cambió de golpe, como si le hubieran echado encima un balde de agua fría. Sus ojos se entrecierran, y esos vacios iluminados por un diminuto lapislázuli que son sus ojos, acompañan a una boca diminuta que no sabe cómo gesticular.

- ¿Có-como ha dicho? - tartamudea ella.

- La noticia se hizo pública prácticamente el mismo día que ocurrió - dice Nacho. - Más como veo que no lo sabía, tome, este es mi número - Nacho le ofrece una pequeña tarjetita de color hueso y cartón duro con su nombre y su teléfono. - Llámeme cuando se sienta preparada para hablar del tema, y perdón por las molestias.

Nacho coloca su tarjeta entre los dedos de Mami, esta la mira de la misma manera, como si la tarjeta la sujetara del brazo en lo alto de un puente y la obligara a escuchar una verdad incómoda. 

Ante esto, él simplemente hace una reverencia y se va pensando, "Te has lucido Nacho, traumatizar a una chica después de una clase de universidad, solo a tí se te ocurre". Por su reacción genuina, por el momento, Mami quedaba descartada como sospechosa. 

"¿Por qué nadie se lo había dicho? Creí que eran amigos joder, para hablar de chismes y amoríos si, pero para difundir la muerte de un estudiante todos se callan", es el último pensamiento de Nacho antes de subir a su coche.

Capítulo 8: exijo respeto.

Iris y Carlos iban caminando uno al lado del otro, un ritmo tranquilo. Después de que ayer le sacaran un ojo a un deudor de finanzas o algo así, estaban un poco exhaustos, Mika los estuvo cronometrando desde el minuto cero y se sintió muy decepcionada de que tardaran media hora en hacer todo.

- La próxima vez, tú abres las cerraduras - dice Carlos. - Me duelen los pulgares de partir candados con las manos. 

- ¿Qué pasó señor "puedo reventar cualquier cerradura con mis armas"? ¿Descubrió que la vida real no es como las películas? - le remeda Iris fingiendo un puchero.

- Pues a Santi le salía sin problemas.

- No vuelvas a decir su nombre - le dice Iris en un grito contenido. - Agradece que Mika nos de misiones sencillas mejor.

- Siete putas horas de viaje para que al final pagara - dice Carlos escupiendo al suelo. - Si por mi hubiera sido le hago cagar pa dentro a base de disparos, no entiendo, ¿Desde cuándo Mika se ha vuelto tan blanda?

- Desde que hace de niñera de la perra esa - murmura entre dientes, con tanta rabia que parece estar a punto de saltar al cuello de alguien. - Ya tiene como 70 adultos de esos, ¿Qué tiene esta que la haga tan especial a parte de haber revivido? 

- Pues a ver, en su favor diré que no es algo que haga todos los días.

- Historias de revividos que vuelven más fuertes hay desde que los tigres fumaban en pipa, una cría que ha vivido 9 años menos que yo no puede ser para tanto.

- Deberías darle una oportunidad, yo el otro día hablé con ella y está simpática.

- Tampoco recibo consejos de gente que usa mi teléfono para buscar pornografía de Dragón Ball - dice Iris mientras acelera el paso.

- No mames, solo fue una vez, y porque mi móvil no tenía carga - réplica Carlos con rápidos aspavientos.

Es Iris la primera que abre la puerta de la sala de entrenamiento, en el epicentro de la misma está Ruka que por instinto la mira con el entrecejo fruncido, ha escuchado sus pasos a 20 metros de distancia. Luego entra Carlos que cierra y acompaña a Iris hasta las gradas.

- ¿No la ves hoy un poco más seria de lo normal? - le susurra Carlos a Iris al oído.

- ¿Por qué susurras? Ella puede oírte a un kilómetro de distancia.

- Ay no mames, pues por dar dramatismo, bueno ya que importa - dice Carlos perdiendo el interés. "A lo mejor está enfadada por dejarla sola ayer, se lo explicaré, cuanto antes entienda que si Mika dice que hay que ir de caza, se va de caza, mejor", piensa Carlos.

Mika decide hacer acto de presencia a la misma velocidad que el portazo que deja al entrar. Está delante de Ruka con el pelo en perfectas condiciones y el traje planchado y liso, inmune a las altas velocidades como siempre.

- Buenos días - le dice a la cara mustia de Ruka. - Se me ha ocurrido que hoy practicaremos solo las katas de karate, a ver si en eso no eres una decepción, también.

- Ayer me dejaste sola en el entrenamiento - dice Ruka apretando los puños a la altura de sus caderas.

Iris y Carlos abren los ojos como dos moscas frente a una buena mierda. Se miran para confirmar que efectivamente, Ruka acaba de firmar su propia muerte con su sangre.

- Si, así lo hice, ¿Y? - dice ella inclinando la cabeza, como si le hubieran dicho la cosa más evidente del mundo. 

- ¿Cómo que "Y"? Me estoy esforzando practicando deportes de contacto, lo mínimo que pido es que se me informe de posibles cambios en mi horario - la mirada de Ruka es de un porte decidido. 

- Jojojo, muy bien - dice Mika con una sonrisa de oreja a oreja. - Voy a dar por hecho que simplemente estás enfadada y no sabes lo que estás diciendo, porque no te creo tan estúpida como para pedirme explicaciones.

- No te las pido, te las exijo ahora mismo - dice Ruka dándose un golpe seco en la palma. - No tienes derecho a menospreciarme solo porque no soy buena en un deporte que no practico. Ubícate amiga, creo que estás volando muy alto, puede que te parezca fácil porque no me dejas explorar todo lo que da de si este corazón. - Ruka cierra los ojos con orgullo mientras se lleva una mano al pecho. - O para decirlo en palabras que entiendas, tienes miedo de que mi verdadero potencial te destrone como matriarca de este sitio.

Iris tiene una sonrisa enorme que ni ella se cree, mira a Carlos que ha bajado un poco sus gafas, sus ojos no dan crédito a lo que escucha. 

- La va a utilizar para fregar el piso - dice Iris. - Jaja, ahora sí que se la ha ganado.

Mika solo mira a la joven de pelo negro sin pestañear, aún con la sonrisa en su careto, mientras Ruka trata de establecer lo que creé que es una pose dominante. 

- Sabes, yo soy una excelente ciclista, me veo venir ese farol a kilómetros - Mika hace crugir los nudillos de su mano derecha apretando con la izquierda. - Así que déjame ser clara, ¿Has terminado de decir tonterías o aún tienes algo guardado antes de ponerte a llorar y suplicar por tu vida?

- En guardia perra - dice Ruka mientras sube sus brazos y cubre su mentón, pose de boxeo ortodoxo.

- Pues da el primer golpe, aquí te espero.

"Será lo que tenga que ser", piensa Ruka en el momento en que su corazón late en su puño y el mero instinto la hace avanzar.

Ruka suelta una pegada con la diestra, una linea recta que Mika esquiva sin esfuerzo echando la cabeza hacia atrás. Ruka en ese momento da un paso con el pie contrario, buscando comer terreno, pero Mika simplemente inclina el torso dejando que el golpe pase. Con esa misma inclinación rota su cadera para que su puño izquierdo tome inercia, en cambio Ruka ya ha subido la guardia protegiendo la mandíbula.

El golpe genera un impacto, los nudillos de Mika parten la muñeca de Ruka y el dolor colateral la empuja el mentón sin lograr que se tambalee. 

Ruka cambia de guardia los pies, mientras retrocede dos pasos y lanza golpes sueltos buscando el cuerpo y la cabeza de Mika. Ninguno acierta, pero sirve para medir distancia y establecer una mejor postura.

Ruka instintivamente busca una larga distancia, eso le pone en desventaja a ella, Mika es 3 centímetros más alta. Que no es mucho, pero es suficiente para que no jueguen en la misma liga, obviando la experiencia y peso de cada una.

Los golpes que Ruka lanza buscan un ángulo muerto, tantea el terreno con ganchos que intercalan entre los 120 grados y los 90, pero ninguno acierta. Cuando lanza un crochet que llega en una horizontal perfecta, Mika lo bloquea girando para que choque con su codo flexionado. Ruka lo intenta otra vez de frente, y el resultado es el mismo, Mika pone su codo como escudo y las falanges de los dedos de Ruka crujen como las hojas en otoño.

Ruka hace una finta hacia atrás mientras sacude la mano, por suerte sus dedos se curan casi en el mismo instante en que se rompen. Pero distraerse pensando en eso causa que no vea como Mika se agacha a la par que avanza, un suim que termina con la pelirrosa pisando el pie izquierdo de Ruka para tener apoyo. La japonesa no tiene tiempo de quejarse de su pie aplastado cuando una patada alta une a la perfección su maxilar con la tibia de Mika.

Forzándose a no perder el conocimiento mientras nota como sus huesos se resquebrajan, agarra la pierna de Mika con un solo brazo. Su fuerza es insuficiente cuando Mika tira hacia abajo con la fuerza de un hacha, librándose del agarre y fracturando la articulación glenohumeral de Ruka que le deja un brazo colgando.

Ruka siente un instinto de supervivencia caníbal, igual que un animal que se muerde su propia pierna para librarse de un cepo, ella tira de su pie hacia atrás con todas sus ganas, separando su talón del resto de su cuerpo. Cojea dos segundos antes de recolocarse su propio brazo con un puñetazo y plantar en el suelo un pie descalzo.

"¿Qué está pasando? Ni siquiera la toco, solo está jugando conmigo", piensa Ruka antes de que su espalda choque con algo. "Ni la he oído".

Mika ya está detrás de ella, chocan espalda con espalda, pero la de rosados cabellos es más rápida. Impulsa su codo hacia atrás, cual si fuera un pico de construcción, y lo clava en el riñón izquierdo de Ruka.

El golpe es demasiado, Ruka cae de rodillas conteniendo las náuseas. No tiene tiempo de asimilar que su riñón se está llenando de sangre cuando Mika aparece delante de ella y le estrella su rodilla en un lateral de la cabeza. El golpe va con la fuerza de una bola de demolición, atraviesa limpiamente el craneo de Ruka y causa una herida superficial en el cerebro que lo hace rebotar mientras el propio cuerpo de la chica japonesa sale disparado hacia atrás como un muñeco de felpa.

Ruka rebota varias veces de costado contra el suelo y da una voltereta que debería haberla roto el cuello. Con todo su cuerpo tumbado y solo apoyándose en un codo, mira hacia delante entre su pelo revuelto por la sangre y el polvo que se ha pegado. Tose dos veces antes de escupir sangre en el suelo y ponerse de pie, una pierna le falla y la brecha en su cabeza va a tardar otros 3 segundos en repararse. Aún con todo y dolores se pone de pie.

El mundo cobra sentido cuando nota un tamborileo en su pecho. Su corazón ha alcanzado un ritmo que nunca había notado, adrenalina pura, 90 latidos por minuto.

- ¡Si, si, si! - grita Ruka emocionada, lágrimas salen de sus ojos.

El dolor será efímero, pero la sensación del ritmo incesante en su pecho no va a detenerse. ¿Es miedo? Tal vez, seguramente son solo reacciones orgánicas con una explicación racional, como que el corazón ha notado que está en peligro de muerte y ha empezado a bombear más rápido. Pero eso no podría importar menos, porque frente a las miradas de confusión de las tres personas que la miraban, Ruka solo tenía algo que decir.

- ¡Hoy encaro a la muerte más viva que nunca. Soy Sarashina Ruka, y esta es mi nueva historia! - gritó para que la escuchara hasta el bibliotecario en sus paredes insonorizadas.

Ruka pasó de cero a cien en menos de medio segundo. Carlos e Iris tuvieron que taparse los oídos cuando Ruka y Mika empezaron a generar pequeñas ondas de choque con el chocar de sus puños, causando que algunas láminas del suelo se levantaran. No tendrían más potencia sonora que un petardo, pero eran molestas.

Y en ese aluvión de golpes, Ruka parecía tomar ventaja, Carlos no se lo creería si no lo hubiera visto con sus propios ojos. Ruka se movió con la fluidez de una sierra mecánica cuando hizo una barrida de pierna que forzó a Mika a saltar. Ruka hizo un amago de un cruzado que Mika trató de atrapar para que no le tapara los ojos. Entonces, el puño contrario de Ruka ascendió desde un punto ciego, en un golpe en arco milimétricamente calculado, Ruka encajó un uppercut perfecto en la mandíbula de Mika que la hizo levantar la cabeza.

¡Crack! Fue lo único que se escuchó.

- ¡Ay cabrón! - dice Carlos. - Eso ni el Julio Cesar Chavez lo hace. Y lo he visto con mis propios ojos.

- Yo también lo he visto - dice Iris con una expresión incrédula.

Carlos se recoloca las gafas empujando con el pulgar cuando cae en la cuenta. Si Iris lo ha visto eso quiere decir que el golpe no iba tan rápido. 

Mirando de nuevo a la pelea, ve el charco de sangre que se forma a los pies de Ruka. Su brazo ha sido destrozado por todas partes, los huesos han rasgado su propia piel y lo han astillado, parece el brazo de un niño de 5 años arrollado por un camión mounstro.

- ¿No que volaba muy alto? - dice Mika con talante superioridad. - ¿Qué pasa? ¿Te está costando respirar a tanta altura? 

El puño derecho de Mika pega contra el brazo lastimado de Ruka, lo arranca sin dificultad y el mismo surca el aire hasta clavarse a una de las paredes laterales.

- ¡Vamos, respira ahora! - ordena Mika cuando toma a Ruka del cuello. - ¿Esto no lo decían por tu país, Carlos? Viernes de ahorcar rucas a la verga, hasta que haga, ¡Cagh, cagh!.

Mika hace un lanzamiento de martillo sin soltar el cuello de Ruka, estrellandola de espaldas al suelo. El metal se levanta, los huesos se rompen y el aire poco a poco abandona el cuerpo de la muchacha.

- Vamos, ¡Respira ahora!

Con la mano libre Mika asesta un puñetazo justo en el puente de la nariz. Músculo, hueso y ojos de la cara aterrada de Ruka se abren un segundo antes de regenerarse.

- ¡Venga respira! - le grita otra vez.

Mika suelta el cuello de Ruka, pero sus ataques no cesan. Puño, tras puño, tras puño en su cara, hasta abrirla como un coco. Glóbulos rojos carmesí saltaban sin parar, ensuciando el pelo de Mika y el suelo durante los cinco minutos que se ensañó con el cuerpo hasta dejar la cabeza irreconocible.

- Valla, ese calentamiento se me fue de las manos - dice Mika mirando el cuerpo casi inerte de Ruka. - Muy bien, si no despierta en media hora llamar a uno de los 70, pero no lo tiréis fuera, lo último que necesitamos es que se la coma un oso o algo - dice Mika con un chasquido de dedos que llama la atención de Carlos e Iris. - Además, voy por una fregona y me dejáis este lugar limpio, odio ver manchas de sangre por todos lados.

Mika desaparece, Iris y Carlos aún miran atónitos el agujero sanguinolento que es la cara de Ruka. Iris ni siquiera tiene un comentario de regocijo para esta situación.

- ¿Hablo en chino o qué? - grita Mika que ha llegado con un trapeador y un cubo. - A moverse he dicho.

Capítulo 9: ¿Quién las entiende?

Las manos con magnesio firmes en la barra, empieza haciendo una lanzada simple, así acostumbrará la espalda, y cuando se siente seguro de poder resistir sus 77 kilos, Nacho empieza hacer repeticiones de dominadas. Tras 6 series y 12 repeticiones ya está sudando.

"No es mucho, pero así servirá", dice mientras termina con una bajada lenta. 

Hoy el gimnasio estaba bastante vacío, apenas otras 5 personas estaban con él, entrenaban con las mancuernas o hacían repeticiones en otras máquinas. En pocas palabras, hoy Nacho solo tenía una pequeña esperanza de poder hacer sparring y era que Ninoroki terminase a tiempo el papeleo. Esa esperanza llegó una hora antes de que el lugar estuviera a punto de cerrar.

- Pero bueno, ¿Qué haces? - pregunta Ninoroki con una sonrisa viendo a Nacho estar tumbado a plancha en el suelo.

- Pues estaba descansando luego de una serie de flexiones, para mejorar la condición de mi tronco superior - dice con la cabeza de cara al suelo. - Y al final le he cogido gusto al fresco del suelo, tu sabes.

- No Nacho, no se, a veces no te entiendo - dice Ninoroki negando con la cabeza. - Al menos ya es un logro que uses ropa ligera y no tu gabardina y sombrero.

- Yo no usaría gabardina para entrenar - dice Nacho mientras se incorpora. - Además, no me dejan entrar vestido así - remata entre dientes. 

- Jaja, ya, ya veo. Bueno, ¿Qué tal te lo has pasado en la universidad? 

- Bah, era bonita, pero no es para tanto, en España hay mejores.

- He dicho "que tal", no "como está" - dice Ninoroki con dos dedos en la frente y sin perder la sonrisa.

- A si, perdón, mira que llevo años aquí, pero aún me cuesta el idioma - con testa Nacho con una gota de vergüenza. - Ha estado bien, todo lo bien que puede estar ser el portador de malas noticias, ¿Y que tal el papeleo? 

- Todo bien, bueno, todo lo bien que puede ir un testimonio sobre un accidente automovilístico - dice su colega encogiéndose de hombros. 

- Al final han decidido adjuntarlo como accidente, ¿E? 

- Tenemos dos semanas para demostrar que fue un asesinato o formar alguna otra hipótesis, pero para ser justos, la teoría del accidente no se me hace tan descabellada.

- Pues parece la más plausible, pero no explica ni el cuerpo empalado en la palanca ni el cuello con fricción - dice Nacho cruzándose de brazos y mirando a su compañero.

- Tampoco explica la puerta rota hacia fuera - añade Ninoroki. - Pero eso es lo que hay por el momento, ya habrán limpiado la escena del crimen para cuando queramos revisar y tú estabas allí, sabes que tampoco había muchas explicaciones a la vista.

- Sabes, esto es algo que hablaríamos mejor en la jaula - dice Nacho con media sonrisa, señalando a la zona preparada para artes marciales mixtas.

- Pues hablemos, a eso he venido - confirma Ninoroki.

Viendo sus vestuario, parecía que iban a competir en el taekwondo olímpico. Casco de goma espuma, pechera, protección en las piernas, las manos, la cara, la espalda, etcétera. Nacho tenía tanto plástico procesado encima que parecía el océano, y Ninoroki estaba igual, pero eran las reglas del gimnasio, desde que un tipo perdió una oreja no te permiten peleas sin protección.

"Al menos aquí si te dejan pelear y no es teatro como el Aikido", pensó Nacho, siempre tan respetuoso con toda arte marcial que no sea stricking.

Las prácticas se hacían en un octógono de plástico relativamente acolchado, elevando medio metro del suelo, con rejas de vinilo negro y acolchado arriba, con una altura de metro noventa. El diámetro era de unos 30 pies con un perímetro de 28, bastante profesional.

Cómo gesto de buena voluntad, Nacho y Ninoroki chocan guantes en el centro del octógono, solo van a calentar. Hay una regla no escrita en estos entrenamientos, "si en el sparring uno pega duro, él otro pega más duro, y si se desata una pelea seria, que gane el mejor".

- Así que, ¿Cómo está eso de ser el portador de malas noticias? - pregunta Ninoroki mientras lanza un 1-2.

- He tenido que decirle a la expareja de Kazuya que estaba muerto - Nacho lo esquiva y busca un contragolpe que falla.

- Claro, la universidad no está obligada a dar notorios sobre los estados de los estudiantes - dice Ninoroki tomando distancia con dos pasos atrás. - Pero bueno, si era su ex no tendrían mucha relación, ¿No?

- Solo amigos, pero deberían llevarse bien o algo, tendrías que haberla visto, parecía debastada por la noticia - Nacho mide la distancia extendiendo el brazo con la palma abierta. 

- ¿Y qué has hecho? - Ninoroki intenta una patada alta y termina en giro pues Nacho se aparta.

- Nada, la he dado mi número y la he dicho que me llame cuando se sienta lista - Nacho conecta una buena patada baja en el muslo acolchado de Ninoroki.

- Verdaderamente eres todo un caballero, amigo - dice Ninoroki con una carcajada. - La próxima prueba a dejarla llorando o atrapada entre unas rocas, así no se le olvida.

- No seas así, creí que ya lo sabría, Kazuya era un poco popular, todos en la universidad sabían quién era su novia - dice Nacho a la par que intenta una patada media que Ninoroki atrapa. Su pierna libre es barrida y cae al suelo de culo. - ¡Me cago en la puta! - grita en español por el impacto.

- Tú y los derribos, que mal os lleváis - dice Ninoroki con la dulce voz de un mentor.

- Tendría que haberme apuntado a esas clases de judo - dice Nacho poniendo una mano en su rodilla flexionada antes de levantarse. - Vale, seguimos.

- ¿Así que todos en la universidad conocían a esta chica y nadie le comentó el estado de su ex?- Ninoroki se protege de un gancho apartándolo con un palmeo.

- No hombre, con su novia me refiero a su última novia, tubo dos - Nacho avanza, entrando a la guardia de Ninoroki y acertando un codazo espumoso en él. - ¿Y sabes quién fue la última? Nada menos que Chizuru Mizuhara.

- ¿La chica del interrogatorio del otro día?

- Sip.

- ¿Pero no dijo que solo era novia de alquiler? - Ninoroki atrapa a Nacho por los brazos pero este consigue empujarle de los hombros antes de que tenga oportunidad de clavar unos golpes con la rodilla. 

- Pues parece ser que era mentira, o por lo menos, los amigos de Kazuya dicen que si eran una pareja formal - Nacho falla una patada giratoria cuando Ninoroki la esquiva con una finta hacia atrás. - Creo que nos mintió porque la empresa, seguramente, no la deja salir con clientes.

- ¿Eso lo has comprobado?

- No, pero conociendo este país, seguramente todas las empleadas tienen que ser jóvenes, virginales y solteras, igual que las Idol.

- Tus estereotipos me enferman - Ninoroki acierta un gancho en el pecho y otro a la cabeza que hace tambalearse a Nacho. 

- Enférmate, pero sabes que tengo razón - Nacho da una patada frontal un poco demasiado fuerte. - Perdón, me he pasado.

- No, no, ya sabes la regla - dice Ninoroki mejorando su guardia.

- Hoy no estoy de humor para una pelea enserio - dice Nacho tomando una pose más relajada y estática.

- Valla, hoy la luna estará roja - dice Ninoroki con un porte irónico. - Tú siempre quieres pelear enserio.

- Ya, pero después de lo de esta chica, uff, no se - Nacho suspira pesadamente mientras niega mirando al suelo. - Ya me ha tocado dar la noticia a demasiada gente, tuve que ver llorar a la madre de Kazuya mientras lo único que podía hacer era apretar mi sombrero entre mis dedos, y ahora voy a tener que volver a hablar con la novia que ya de por si desconfía de mi desde el interrogatorio.

- ¿Qué demonios dijiste entre esas cuatro paredes?

- Le pregunté que como sabía que habían atropellado a Kazuya.

- Es que tú también - dice Ninoroki con los ojos en blanco. - Evidentemente lo sabría por los periódicos.

- Ya, pero en los periódicos no ponía que había sido atropellado, solo que su cuerpo tenía la cabeza aplastada con marcas de neumático.

- Cierto, en esas circunstancias podría haberlo atacado un tiburón, estaba tan cerca del acuario.

- Deja el sarcasmo, ¿Quieres? - arremete Nacho con los párpados caídos y Algo enojado. - Necesitaba ver sus expresiones, saber si su lenguaje corporal me decía algo, ahora se que fui muy lejos, esos dos estaban destinados a estar juntos. Sabes, me encontré a Chizuru cuando fui a casa de Kazuya, vivían al lado. También iban a la misma universidad, tenían los mismos amigos, tal vez lo de pagarle las citas solo era una escusa para apoyarla económicamente, yo que se. Por un demonio, Chizuru me preguntó por la abuela de Kazuya, seguramente se llevaba bien con toda la familia y la preparaba cenas y esas cosas, ag, yo que se.

- Vale, amigo, cálmate un poco - le dice Ninoroki mientras relaja su cuerpo. - Creo que simplemente el trabajo es un poco estresante para ti, ¿Quieres que te asignen otro caso? 

- No, no es eso, de verdad - dice Nacho rascándose en la parte baja de la nuca, el casco le produce picores por la sensación de llevarlo. - Es solo que hay demasiadas cosas que no cuadran, y aquí me darás la razón. Tú y yo hemos visto muchos accidentes de coches, muchísimos, de hecho para ser policía nacional es de lo que más hacemos - dice Nacho con una mueca. 

- Bueno, Japón es un país bastante seguro, si no es un accidente de tráfico o un robo, rara vez tenemos un caso fuerte.

- No, a ver, si lo sé y lo entiendo, no todos los días puede darse un "caso Hana", y mejor así, no quiero estar investigando un asesinato o secuestro cada semana - Nacho gesticula para redirigir la información. - A lo que voy es que ambos sabemos que una cabeza aplastada no se parece en nada a la escena que vimos, los cuerpos atropellados no quedan así, solo la cabeza dañada y el resto prácticamente intacto, sabes que tengo razón.

- Bueno Nacho, hay casos y casos, no todo es igual siempre - Ninoroki empezó a contar con los dedos. - No sabemos el modelo del coche, no sabemos cómo se cayó Kazuya, ni siquiera sabemos con seguridad cómo terminó allí, etcétera. No intentes abarcar todo de golpe, ¿De acuerdo? 

- Si, como sea, creo que voy a cambiarme ya, estar tanto tiempo sin mi sombrero me está afectando - dice con media sonrisa para curar su desaliento. - Es solo que me siento un poco inútil, cuando me uní a la policía pensé que ayudaría mucho más que esto.

- ¿Y me lo dices a mi que soy el que hace tu papeleo? - dice Ninoroki con una sonrisa y alzando una ceja. - Escucha, se que la vida no es fácil, y que los testimonios a veces son raros, pero así son las personas, ¿Quién las entiende? Vivir, morir, hablar de rumores, callárselos... Todo lleva su riesgo, yo soy padre y esposo, y si mi hija saliera en los periódicos porque le han atropellado la cabeza, exigiría que alguien exclareciera lo ocurrido. Esos somos nosotros, Nacho, y tenemos que ser los mejores en ello, ¿De acuerdo? Investiga para que la familia Kinoshita pueda dormir tranquila, pero tampoco esperes luchar contra la Yakuza, a veces los accidentes ocurren, ¿Está bien? 

- Menuda chapa más filosófica que me has echado amigo - dice Nacho mientras comparte una sonrisa con su colega. - Pero tampoco puedo negar que tengas razón. Gracias - Nacho hace una reverencia y así terminan el sparring.

Tras una estancia corta en las duchas y con ropa más fresca, Nacho regresó a su coche, su bonito Mustang GT que su madre le regaló por su cumpleaños. Un bonito detalle de no ser porque fue tres meses después del verdadero día de cumpleaños de Nacho, pero a caballo regalado no se le mira el diente, y este coche si que tenía caballos de sobra.

"A veces creo que solo somos mi gabardina, mi sombrero y yo contra el mundo", pensó Nacho antes de sacar el móvil y ver la hora. "Cómo no me compre un reloj pronto me voy a quedar sin retina. ¿E? ¿Qué es esto?".

Tenía una llamada perdida de un número no registrado, eso era raro, casi nunca recibía llamadas. Tubo que revisar que no fuera spam o un número falso antes de marcar de vuelta.

- Moshi moshi - dijo una voz femenina y juvenil del otro lado.

- Buenas, soy el agente Ignacio Sabina Ortiz - comenta con voz de galán. - Me ha llamado antes, ¿Quería algo?

- A, si, soy Nanami Mami - dice la voz del otro lado del teléfono, se escucha algo apurada. - Creo que ya estoy lista para hablar, pero tendrá que ser mañana, hoy solo me gustaría procesar todo lo que está pasando.

Capítulo 10: y esta es mi nueva historia.

- ¿Crees que está muerta? - pregunta Carlos mientras friega al rededor de la cabeza de Ruka. - Ya han pasado 20 minutos y aún no veo que se regenere.

- Pues ojalá que si, y si se está ahogando en los rios de sangre del infierno, mejor - respondió Iris contundentemente.

- Hay que reconocer que con lo que ha hecho ha demostrado tener un par de huevos - Carlos se ríe antes de soltar el chiste. - Uno o-varios, jaja, lo entiendes, "o-varios", por ovarios, que es lo que tenéis las mujeres en lugar de huevos.

- Maldito el día en que te dije que hablaba español - dice Iris entre dientes. - Tu humor es tan nulo como tu conocimiento de la anatomía femenina.

Carlos prefirió no responder a ese comentario mientras espachurraba el mocho y escurría la sangre. Nunca había visto tanta sangre derramada, bueno si lo había visto, pero no era toda la sangre de una sola persona. Mínimo había 15 litros desparramados por todo el suelo y las paredes, especialmente en el lateral en el que había estado el brazo de Ruka, el cuál había explotado luego de 10 minutos.

Carlos se paró enfrente del cuerpo de Ruka, la miraba desde el costado, su rostro inocente y a veces de porte mamón ahora estaba quebrado y totalmente empapado de su propia sangre.

- Como decían en mi tierra, otro angelito se fue al cielo - dice al ver que ya han pasado 30 minutos. - Iris, traigame una bolsa de basura.

- No soy tu sirvienta, si la quieres vas tú - dice mientras escurre el mocho.

"Esta es aún más mamona que la japonesita", piensa Carlos con los ojos en blanco.

Vuelve a contemplar el rostro de Ruka, "luchaste por no volverte un perro de caza, pero Mika mata a todo lo que no le sirve. Aún así eres más valiente de lo que yo seré jamás, gracias por permitirme estar ahí contemplando la luz que emitías", es lo único que puede pensar como últimas palabras.

- ¡Puag! - el cuerpo de Ruka abre los ojos y tose con brusquedad.

- ¡Ay wey, no mames! - grita Carlos.

Su memoria muscular va más rápido que su conciencia y toma la beretta que trae el bolsillo, descargando un cargador de seis balas en dirección de Ruka. La japonesa, aún ciega pero preparada, frena todas las balas estirando una mano y aplastandolas junto al cañón del arma.

- Ay, no, el arma era nueva - dice Carlos con rostro lastimero.

- ¡Me estás jodiendo! - grita Ruka con una voz ronca. - Me has disparado a matar.

- Fue sin querer queriendo - dice Carlos encogiéndose de hombros y aún con rostro de cachorro maltratado.

Iris está detrás de ellos con las manos en los oídos, aún le duelen de los estallidos en la pelea de Mika y Ruka.

- ¡Maldita sea! ¿Es que con vosotros dos todo es alboroto, todo el rato? - grita aún sin destaparse los oídos. 

Ruka no le contesta, solo se limita a quitarse la sangre de la cara con la mano. Luego mira el cubo de fregar, no es agua limpia pero es lo que hay. Toma el cubo con dos manos y bebe una gran cantidad, sin llegar a consumirlo.

- Eso tenía productos químicos, te deshará la lengua - dice Carlos en un tono incrédulo.

Ruka se limita a hacer gárgaras, luego escupe en el cubo huesos residuales y dientes.

- La boca me sabe a calcio y metal - dice Ruka conteniendo una arcada.

- ¿Había algo al otro lado? - pregunta Carlos arrodillándose en una pierna a su lado. 

- ¿Qué?

- ¿Has visto ángeles, demonios o algo así? 

- No me he muerto idiota - le dice Ruka sin alzar la voz, aún con varios mareos. - Solo he tenido una contusión muy, muy fuerte. No me sentía tan mal desde que me desmayé por un ataque cardíaco en prescolar.

- Auuu, que recuerdo más bonito - dice Iris con las manos juntas en un cachete y una voz de bebé. - Pues ya que estás despierta, recoge tú el estropicio que has hecho - dice mientras le tira la fregona a la cabeza.

Ruka la atrapa al vuelo con dos dedos, como si fuera un ninja atrapando una flecha sin esfuerzo, de hecho mucho más rápido que eso. Aún y confundida, el plástico del mango de la fregona lo vio en cámara lenta.

- ¡Gracias por romperme la poca ilusión que me había hecho verte muerta! - grita Iris dando un portazo al salir.

- Lo creas o no, está feliz de verte - dice Carlos deslizando la mirada en su dirección. - Su boca dirá que no, pero su endorfina no miente.

Ruka gira la fregona, se apoya en ella como un bastón y hace fuerza para levantarse, hundiendo el mocho en el metal del suelo sin querer.

- Perdón por eso - dice una vez puede sostenerse sobre sus talones.

- No pasa nada, Mika lo pagará - Carlos se yergue y se lleva las manos a las caderas mientras gira levemente mirando el resto del lugar. - Igual que el resto de cosas que arrancasteis, supongo.

Decir que el sitio estaba hecho un desastre era ser amable. Laminas del tamaño de baldosas de centro comercial arrancadas dejaban al descubierto yeso y en casos donde el impacto era profundo se veían cañerías.

- Creo que eres la primera persona que hace enfadar a Mika y vive para contarlo, o por lo menos, eres la primera que he conocido en estos años que llevo con ella - dice Carlos con cierto asombro, como si no terminara de creerse lo ocurrido. - "Omedeto", como decían en Evangelion.

- Gracias - dice Ruka con cierto rubor colorado en sus mejillas y una risa por la mala pronunciación de ese "felicidades". - La verdad, creí que me mataría, supongo que aún me necesita viva para algo.

- No, no es eso - le dice Carlos mientras va a por el cubo de Iris. - Nos dijo que si no te regenerabas en media hora llamáramos a uno de los 70, supongo que estás viva por pura suerte, o por qué eres una erramienta útil, como yo - dice encogiéndose de hombros y estirando las palmas, como si tratara de decir, "no es mucho pero es trabajo humilde".

- Solo tengo una duda - dice Ruka en un tono mucho más casual y calmado. - ¿Donde está mi brazo? 

- A - Carlos mira la parte de piel de la japonesa que carece de hombro, se ha formado una gruesa membrana de piel para evitar el sangrado. - Lo siento mucho, explotó 10 minutos después de que quedaras inconsciente. En mi defensa diré que intenté sacarlo de la pared para pegártelo, pero ni siquiera yo pude, Mika lo clavó bien recio.

- Bueno, no importa, creo que si - Ruka no termina la frase, se arranca la capa de piel con las uñas y se concentra.

- ¿Pero que haces? 

- Tú solo mira.

Ruka ignora el dolor y el sangrado, está mirando su piel e incluso su hueso, pero no deja de pensar en que puede lograrlo. "Crecerá de nuevo como creció mi pie", piensa, y se envuelve en ese pensamiento por 20 segundos hasta que nota como ligamentos y huesos empiezan a crecerle de nuevo hasta formar un brazo funcional.

- Ufff - Ruka se lleva ambas manos al centro del pecho y las entrelaza sonriendo aliviada. - Jaja, no siento las piernas.

Los nervios hacen que Ruka caiga sobre aquel lugar donde la espalda pierde su nombre, pero extrañamente sigue feliz.

- Muy bien, es suficiente - dice Carlos. - ¿Qué está pasando aquí? ¿Donde está la chica orgullosa y cascarrabias que casi me mata antes de ayer? ¿Y por qué se ha convertido en una especie de quinceañera feliz? 

- Sigo siendo yo - dice Ruka con el ceño fruncido. - Simplemente ayer tuve una buena experiencia y he decidido luchar porque se me respete aquí.

- ¿Con buena experiencia quieres decir que encontraste mi mota y te la fumaste? Porque no se dónde la dejé - dice Carlos medio en broma medio enserio.

- ¿Qué demonios es "mota"?

- Ems, nada, no he dicho nada de hecho - dice Carlos desviando la mirada mientras friega para ser más convincente. - ¿Qué experiencia fue?

- Hablé con el bibliotecario, no somos tan diferentes - dice Ruka abrazando sus propias rodillas.

- ¿Qué? - Carlos queda estupefacto y el palo de la fregona se le cae al mismo momento que gira para ver a Ruka a los ojos. - ¿Tú hablaste con el bibliotecario? 

- Pues si, ¿Qué pasa?

- ¿Y él te contó su vida?

- Más o menos, si - Ruka apoya su barbilla en una de sus rodillas, demostrando una excelente flexibilidad. - ¿Por qué lo dices así? 

- Ese tipo me da miedo.

- Si, bueno, su aspecto de anciano es algo aterrador, pero no es para tanto.

- No, amiga, créeme que si, no se cuanta de su magia conocerás pero - Carlos prepara su garganta y mira fijamente a Ruka, como si fuera a contar un relato de guerra. - Yo le he visto recibir un disparo de tanque a quemarropa, salir de un agujero de llamas y polvo con la ropa hecha girones y una enorme cruz roja cosida al pecho. Me explicaré mejor, prácticamente el arma de guerra más avanzada del siglo XXI solo le raspó la piel. Luego levantó la mano y el conductor del tanque agonizó mientras su sangre hervía. 

- Impresionante - dice Ruka más impresionada por el hecho de que Mika puso a su servicio a un ser así que por el dato en si.

- Y ese ni siquiera es el hechizo más letal que tiene.

- No se por donde quieres enfocar la conversación, pero no fue su poder lo que me agradó de él. - Ruka cambia de postura, con las piernas extendidas hacia atrás y cargada sobre sus rodillas mira a Carlos. - Fue el hecho de que supo escuchar, ja ja, es una tontería, ¿Cierto? 

- No, creo que no - dice Carlos sincerandose con ella. - Eso es lo que buscabas el otro día con Ichika, ¿Verdad? O conmigo, seguramente también sea la razón por la cual te acercaste a nosotros en el comedor a pesar de que nos mandaron matarte, ¿No es así? Te entiendo, a poca gente le gusta estar sola.

- Si, ¿Verdad? - dice Ruka con unos ojos que parecen perderse en el horizonte y lágrimas que le escurren por la cara como un fino riachuelo en una montaña. - Yo odio hacer todas estas cosas que Mika me pide, pero tengo mucho miedo, y mi corazón también es distinto, no tuve tiempo de prepararme para nada. No se si la pelea ha servido para algo o solo la he hecho enfadar, pero se que nada va a cambiar si simplemente agacho la cabeza y hago todo lo que me pide - Ruka empieza a limpiarse las lágrimas con las manos y las muñecas, pero no puede parar de llorar. - Ya no se que hacer Carlos, no quiero ser una asesina al servicio de una mafia o algo peor.

- Oh Ruka - suspira el rubio. - Al final me vas a hacer llorar también - le extiende la mano. - Dame la mano, y alza la cabeza, se te va a caer la corona, mi reina.

Ruka alza levemente la mirada, ese cumplido le ha parecido más un apoyo sincero que un intento de ligoteo. Le toma del antebrazo y se pone en pie.

- A veces solo tienes que decir "chamfle", y seguir con la vida - dice Carlos mientras recoge la fregona del suelo. - O trapear, que también es parte de la vida.

Ruka le dio una agradable sonrisa y asintió. Empezó por limpiar la nueva sangre que había derramado reconstruyéndose el brazo. Pensó que tal vez podría limpiar todo el lugar en poco menos de 15 segundos con su velocidad, pero también cabía la posibilidad de que la fregona se partiera por ello.

- Quiero hablarte de porqué faltamos ayer, porque va a repetirse - dice Carlos de espaldas mientras fregaba en círculos. - Los días que faltamos es porque hemos ido a "una cacería", ese es el nombre que Mika le da a las misiones donde vamos a buscar a alguien para que pague. Si no lo hace, le hacemos cosas malas, y no quiero entrar en detalles, pero me limitaré a decirte que Mika trabaja en una carnicería.

- Eso solo deja a mi interpretación pocas opciones - dice Ruka mientras escurre el mocho. - Pero, ¿De que gana dinero Mika exactamente?

- No lo se, no he tenido el valor ni de preguntarlo, ni de averiguarlo por mi mismo, pero creo que son estafas piramidales, blanqueo de capitales y puede que peleas clandestinas.

- Creo que me dijo algo de eso de las peleas - extrañamente a Ruka se le acelera el corazón. - ¿En una granja talvez? 

- No lo se - Carlos traga saliva. - Y creo que no es de mi incumbencia.

- ¿Y tú tenías algo que ver con eso cuando te reclutó?

- No, pero no se si estoy listo para hablar de ello - Carlos se ajusta más las gafas de sol a la cara con el pulgar. - No lo digo como elogio, es que mi vida no es muy interesante.

- Bueno, no es como que la mía si - dice Ruka con una sonrisa mientras vuelve a deslizar y recoger la fregona. - Si mi vida fuera un anime, sería el ending del capítulo 7, uno con música triste que todos se saltan. 

- Pues ya es algo - dice Carlos escurriendo la fregona. - Si mi vida fuera un Creepypasta, sería el chico de sonrrisa rara de una Creepypasta de 5 minutos con loquendo de Hora de Aventuras, publicada hace ya 10 años lo menos, y subida a un canal que se llame "Gabriel x Terror on", o alguna mamada así.

"Eso ha sido demasiado específico para ser una frase sarcástica", pensó Ruka.

- ¿Qué es una creepypasta? - preguntó ella.

- Un relato corto de terror que encuentras en internet, se supone que están pensadas para pasar de página en página como un copia y pega, pero mucha gente se emociona y al final termina haciendo fanfics, ¿Entiendes? 

- Ems, si, más o menos. 

Ruka prefiere escurrir el bulto y sigue fregando. Además, pisa y recoloca algunas láminas que están poco sueltas.

- Creo que eres alguien en quien puedo confiar, Carlos - dice Ruka cuando aclara sus ideas. - Aún no te perdono que me disparases, pero creo que puedes ser un buen amigo.

- Vaya - Carlos la mira con unos ojos agradecidos detrás de sus gafas de sol. - Muchas gracias, señorita - dice mientras simula quitarse un sombrero.

- Verás, mi historia es sencilla, aún está algo borrosa, pero creo que será suficiente - dice Ruka abriendo todo el ser que lleva dentro. - Desde que era muy pequeña he tenido problemas de corazón, un corazón normal late a 80 latidos por minuto, el mío rara vez llegaba a 60 - sus ojos tienen un porte melancólico y deja de moverse. - Mareos, vómitos y desmayos, eso era lo que me pasaba si me esforzaba de más, y yo me esforzaba mucho de más.

» Tenía que ir al médico y al pediatra todas las semanas, y estuve en tratamiento hasta los 18 años, siempre con una media de 55 latidos, hasta que empecé a dar aparentes mejoras. A los 19 recuerdo que me subí a una montaña rusa y mis amigas reían y se emocionaban girando en círculo dadas la mano, yo las miraba feliz mientras notaba como mi pecho, aunque emocionado, no me daba problemas.

» Aún sentía que parecía un robot, entonces decidí buscar emociones más fuertes, el amor por ejemplo. Idea que me vino cuando una compañera dijo que casi le da un ataque al corazón teniendo una cita. Así fue como me hice novia de alquiler, y quiero aclarar que eso no es sinónimo de prostitución - dice llevándose las manos a las caderas y frunciendo el ceño.

- Si, si, ya lo se - dice Carlos con varios ademanes. - He visto que aquí incluso puedes pagar para comer sobre una mujer con biquini.

- Vale, era solo para dejarlo claro - dice Ruka entrecerrando los ojos. - Como sea, incluso pensaba que con el alquiler encontraría el amor, nada más lejos de la realidad, y mi promedio cardíaco nunca superó los 57.

» Creí que mi vida estaba condenada a fingir ser amable y poner caras bonitas, hasta que un día cuando iba hacia una cita me choqué con un chico que iba corriendo distraído. Tropezó y me empujó, estuve a dos segundos de caer por unas escaleras, y él me atrapó del brazo, girando para amortiguar todo el peso con su espalda.

» Ese chico se disculpó bastante conmigo después de eso, la caída me rompió parte del vestido, además se me quedó viendo la ropa interior. Yo le dije "idiota" y le saqué la lengua, luego me fui, no podía ir a la cita así vestida.

» Lo cierto es que eso fue lo de menos, creo que me enamoré a primera vista, ese chico logró que mis latidos llegaran a 79. Nunca antes me había sentido tan viva, recuerdo que me puse en posición fetal y lloré detrás de una maceta, incluso una anciana me preguntó si estaba bien.

» Entonces empecé a realizar la mayoría de mis citas por esa zona, esperando volver a encontrarme con él, pero eso nunca pasó. Empezé a volverme más antipática y eso me dio fama, lo llamaban "novia tsundere".

» El destino quiso ser irónico conmigo, morí de un ataque al corazón practicando escala, justo el lugar al que me dirigía el día que me topé con aquel chico.

- Yo, chale, la verdad no se que decir - dice Carlos limpiándose una lágrima que le escurre por el cachete. - Luego fue cuando Mika te revivió, ¿Cierto?

- Si - dice Ruka mientras asiente lentamente. - Hoy ha sido la primera vez que mi corazón a llegado a 90 latidos por minuto, pensé que si moría así, merecería totalmente la pena. Se que no voy a poder matar a Mika, pero volveré a intentarlo.

Carlos se limita a asentir, es una forma digna de morir, mucho más valioso que vivir de rodillas como él. - Si lo que quieres es emoción - le dice. - Creo que puedo ayudarte, mañana Mika no va a estar, no me preguntes cómo lo se, espérame en la sala del comedor y te llevaré a un lugar que creo que puede ayudarte.

- De acuerdo - dice Ruka terminando de escurrir el trapeador en el cubo. - Gracias otra vez, Carlos.

- Para lo que usted mande "güerita" - le dice finalmente guiñando un ojo. - Pero solo para estar seguros, dame tu número de teléfono y así nos mantenemos en contacto.

- Yo no tengo teléfono - le responde Ruka con cara de poker. - Aquí no, por lo menos.

- ¿Cómo así? - dice él sacando el suyo de su propio bolsillo. - Pues eso no puede ser.

Carlos lo desenfunda, y mira su propio teléfono medio segundo hasta que este hace un extraño sonido vibrante. 

- Ándale - exclama en español. - Acabo de reconfigurar el mío y ahora es tuyo, mínimo te ayudará a entretenerte mientras busco otro para mi. Piensa rápido - le dice mientras le lanza el teléfono al vuelo y Ruka lo atrapa sin mayor problema.

- Yo, no se qué decir, muchas gracias, de verdad - Ruka le sonríe todo lo que le permite su cara.

- No hay pedo, para eso están los compas - dice Carlos, tan perdido en su humildad que está hablando en español de nuevo.

Interludio primero: este sentimiento es poco profesional.

En el diario personal de Sukarasawa Sumi se pueden leer las siguientes palabras en las páginas que redactan el principio del verano:

"Querido diario, hoy he recibido un mensaje de una voz que venía más allá de este mundo. Ha sido en un sueño, estaba en un vacío negro que parecía hecho de mi propio subconsciente, tenía una vestimenta perfecta, desde mis uñas a mis tacones, todo estaba arreglado para dar la imagen de una novia ideal.

- Sukarasawa Sumi - me dijo la voz en un cántico que parecía divino. - Te he visto emerger desde tus conflictos personales, aunque sabes que no encajas en este trabajo, buscas ser una heroína que recorre su camino. Siempre un paso hacia delante.

Estaba muy asustada, y avergonzada, ¿Quién era esa voz? ¿Qué decía? ¿Que quería de una simple estudiante de primer año de universidad como yo? Lo único que pude hacer fue asentir.

- Corres un grave peligro - me dijo. - Hay una pandilla de jóvenes sin propósito que están tratando de comunicarse con el infierno, y tú, Sumi, eres la única que puede hacer algo para detenerlos.

- ¿Yo? - pregunté alzando la cabeza y buscando, sin éxito, a esa voz que me hablaba.

- Si, tú, mi talentosa muchacha - me respondió. - Se que te cuesta creer en tí misma, que aún no dominas hablar con la gente en la comunicación internacional y que incluso, te da vergüenza saludar al mismo anciano gentil al que siempre ves cuando sacas a tu perro. Pero lo creas o no, eres nuestra única esperanza.

Sus palabras sonaban convincentes, pero me daba miedo la información tan exacta que decía de mi vida.

- Esta gente, hace cosas muy malas Sumi - dijo en un tono sereno y profundo, como si se estuviera arrepintiendo antes de mostrarme algo.

Todo el lugar cambió, vi y memoricé los rostros de aquellos que la voz me decía que eran criminales, luego me mostró lo que hacían. Eran una pandilla de 7 hombres, de entre 24 y 30 años, armados ilegalmente con pistolas y puñales, habían secuestrado a cuatro mujeres, una prostituta, una oficinista que iba borracha de camino a su casa y dos amigas que regresaban juntas del instituto.

Vi lo que les hicieron, a la primera le prometieron ir a un lugar más íntimo, después la amarraron y la degollaron dejando caer su sangre sobre un dinar romano mientras uno recitaba algo en latín. No ocurrió nada.

A la segunda la atacaron por la espalda cuando se detuvo a vomitar en una farola, la limpiaron y revisaron, después también la degollaron en el mismo ritual.

Con las dos últimas chicas fueron peores, las esperaron en un cruce de callejones y las arrinconaron, para luego dejarlas inconscientes asfixiandolas. Repitieron el proceso, primero a una y luego a la otra a la que habían obligado a mirar cómo degollaban a su amiga de rodillas con una navaja. No sirvió ninguno de los dos sacrificios. Eso sí que les enfadó, creían que necesitaban sangre virgen y habían estudiado a esas chicas durante semanas, no era posible que ellas hubieran hecho algo. Eso les enfadó y le hicieron cosas horribles a los cuerpos, lo vi todo aunque me tapé la cara con las manos.

- ¿Por qué me muestras esto? - le pregunté llorando, acurrucada entre mis rodillas, implorando por consuelo. 

- Porque tú eres su siguiente objetivo - me respondió la voz. - Te han estado observando trabajar dos veces por semana, te ven tomar té y alivianarte en el cine. Siempre demasiado tímida, demasiado callada, demasiado dócil.

No podía creerme esas palabras, todo esto tendría que ser una pesadilla, me habría excedido viendo ese especial de Halloween de ese anime de chicas mágicas que tanto me gusta y cuyo nombre, ahora me da vértigo recordar. 

- No te asustes Sumi, no se cuando irán por ti, pero puedo ayudarte, ¿Quieres que te haga más fuerte? - no respondí. - No solo por ti, Sumi, piensa en todos aquellos que te han ayudado y están en peligro. Piensa en Chizuru, la actual reina del primer año. Podrían ir por ella, alguien tan bella y amable de tan alto estatus seguro que se mantiene pura. 

Mi mente activó de nuevo mis cinco sentidos y me invadió la rabia. Ellos no podían tocarle ni un pelo a la chica que tanto me había ayudado con mi timidez y ansiedad.

- ¿Qué tengo que hacer? - pregunté con más valor del que tenía.

- Nada - respondió.

Sentí un pinchazo que alteró todo mi sistema. Me asusté mucho, no sabía que podía sentir dolor en los sueños.

- Ahora Sumi, yo te doy la fuerza y la velocidad que te salvarán la vida, pero también te doy algo más, un poder con el cual harás de plomo todo corazón que por tí sea castigado, oscuro como el carbón y pesado como el hierro, ese será su castigo.

- Yo... ¿Yo tendré que matarlos? - pregunté.

- No puedes denunciarlos Sumi, son maleantes que no pertenecen a ningún lado, no hay donde atraparlos, siempre podrán huir y seguir haciendo daño. ¿Quieres que eso pese en tu conciencia, la muerte de más inocentes?

- Pero yo... - intenté replicar.

- ¡Hazlo o no lo hagas, pero atente a las consecuencias! - me gritó.

Luego desperté".

Casi al final del verano hay otra anotación.

"Lo hice, he matado a tres de ellos... Yo, tuve miedo pero ver sus mensajes en el teléfono me dio tanto asco, comentando lo que podrían hacerme si todo les salía mal. Me dan arcadas de solo pensarlo.

No se cuánto tiempo tardarán en encontrar los cuerpos, ni siquiera debería dejar evidencia por escrito, pero necesito confesarselo a alguien y Suzuri, mi perro, no parece entender por lo que paso.

Hace poco menos de una semana fui a ver un espectáculo de los Rental Ranger, es un show de super héroes, Chizuru aparecía en este teatro interpretando a la Ranger rosa, ella derrota y destruye a los villanos para proteger a su equipo, pero al acabar la obra nadie sabía quién estaba tras la máscara. 

Eso me inspiró, yo seré quien la ayude librándose de esos canallas, es lo menos que puedo hacer por ella, aunque nunca sepa quién soy".

La última anotación de ese diario tiene escrito:

"La voz me ha vuelto a hablar en sueños, ya se dónde están los cuatro maleantes que me faltan y donde atacarán. Voy a ir a por ellos".

Ahora son las 16:39 de la tarde, una chica con uniforme de instituto camina de la mano con un chico por las afueras de la ciudad, cerca del viejo barrio con almacenes abandonados.

Ella es Niimura Akane, 19 años, novia de alquiler a tiempo parcial. Él se llama Hirosi Kagi, tiene 23 años y parece un cliente promedio.

- Siento haberte hecho venir hasta aquí, y más con ese jersey amarillo, lo tienes que estar pasando fatal - le dice él.

- No, no te preocupes, hacía tiempo que no me ponía este uniforme - dice ella estirándolo desde las puntas de abajo. - Me trae buenos recuerdos del club en el que estaba en el periodo extra escolar.

- O, ¿Y que club era ese? 

- Eee, bueno, era un secreto entre chicas - dice ella con una risita. - Quiero que siga siendo así.

- Está bien - dice él encogiéndose de hombros y deteniéndose detrás de ella. - Todos tenemos secretos.

Niimura no tiene tiempo de darse la vuelta cuando recibe un fuerte golpe en la cabeza que la tumba ipso facto. Si se hubiera girado, hubiera visto como Hirosi sacaba una pistola semiautomática modelo zastava cz 99, y la golpeaba con la culata en la nuca.

El chico mira hacia todos los lados mientras guarda la pistola en su sitio, como si no hubiera pasado nada. El almacén abandonado a su izquierda abre una puerta y dos tipos salen, tomando a Niimura por debajo de los hombros y de las piernas para seguidamente meterla en el almacén.

Las puertas se cierran, solo se ve por la luz que entra por las ventanas rotas situadas en la parte superior. El suelo está asfaltado con cemento, y las vigas tampoco están en su mejor estado posible. Esta construcción se dejó a medias antes de empezar enserio. Eso es algo que le encanta a Hirosi, con tanta acústica, es prácticamente imposible que el recital falle, se escuchará perfectamente.

- ¿Donde habéis dejado a la chica? - pregunta un cuarto tipo que entra al lugar.

- En el trastero, está atada y amordazada, no creo que de problemas - responde otro.

- ¿Y tú Hirosi, porque no te has cambiado aún?

- Acabo de llegar de la "cita" - dice él haciendo el gesto de comillas con los dedos. 

- Pues ponte al orden, si vuelve otro mercenario de esos acabarás como Riota y sus amigos - le recrimina el hombre. - Está todo en la camioneta.

El equipo de maleantes llevaban puestos chalecos antibalas y protectores militares en las articulaciones fundamentales. A su forma de ver las cosas, alguien contrató a un sicario para acabar con ese trio de incompetentes, fueron buenas las órdenes que les llegaron de que actuaran solo ellos tres. No encontraron sus cuerpos, porque tampoco los buscaron, "no podían arriesgarse a contaminar la escena", esa era la escusa, lo cierto es que no les importaba.

Hirosi camina hasta la camioneta, está en una esquina mal iluminada. Abre la puerta del piloto y ve el chaleco y las protecciones tiradas en el suelo, dejado en los pies de los asientos del copiloto, así que tiene que subirse para alcanzarlo desde el lado del conductor.

- ¿Os habéis asegurado de que esta vez si sea virgen? - pregunta el que parece el jefe.

- Que si, no te preocupes. No ha estado con un hombre en la vida, lo hemos investigado y se ha pasado todo el tiempo de instituto en un club de 4 chicas, en el peor de los casos hay un par de raspaduras de papaya, pero poco más. Empezó este trabajo hace pocos meses, y parece que empezó a vivir sola hace medio año, hace este trabajo por dinero. Nadie la echará en falta.

- Bien, muy bien - el jefe asiente. - Solo tengo una pregunta más, ¿Quién es ella?

En medio de los dos hombres estaba una joven de pelo rosado y ojos rojos con cejas castañas pobladas. Viste con una camiseta blanca que cubre con una rebeca negra unida por encima del pecho con un lazo, y el conjunto acaba con una falda rosa de bordes blancos. Ella es Sumi Sakarasawa, y viene a impartir muerte.

Antes de que el tipo a su derecha se mueva, Sumi toma lo que vagamente recuerda a una guardia alta de boxeo y suelta una pegada diestra hacia el plexo solar. El golpe es tan potente que retumba hasta sus órganos internos y los pulmones de aquel canalla esplotan.

El tipo a su izquierda trata de retirarse y en medio segundo Sumi le patea a la altura de las rodillas. No es una patada muy eficaz, es más, parece que está apartando a un perro más que lanzando un golpe, aún así, las piernas se parten y Sumi se aprovecha de eso rematándole de un puñetazo que también revienta sus pulmones.

Sumi se reincorpora lentamente, mirando por encima de su hombro al tipo que lleva su mano al cinto y con una firmeza de militar desenfunda una pistola semiautomática.

Aprieta el gatillo, el proyectil casi roza la cabeza de Sumi que se agacha esquivandolo con un balanceo y una zancada. Lanza un gancho de derecha justo por debajo de las costillas, con el impacto el hombre se levanta medio metro para caer de lateral golpeando el suelo con la cabeza. 

"Falta uno", piensa Sumi.

Un motor ruge, rebotando su eco en todas las paredes del lugar. Sumi observa de refilón el movimiento en las sombras, es una camioneta, más bien un coche con remolque, un modelo pickup.

Acelera en su dirección, llegando a los 120 kilómetros hora mientras recorrer los escasos metros que los separa. Pero Sumi ni siquiera hace el amago de inmutarse.

Ella mira a través del cristal, está conduciendo un chico que reconoce. Es el desgraciado que la alquiló y luego se fue al baño para irse sin pagar.

Sumi se adelanta en el momento justo, hace una tacleada al chasis de la camioneta con el hombro. Prácticamente frenandola en seco. El vehículo está por comenzar una de sus vueltas de campana y Sumi salta hacia dentro de él, partiendo una luna polimerizada que es incapaz de cortar su piel, pero si rasga su chaqueta. 

Sumi toma a Hirosi del pecho, y tira de él fracturando sus costillas contra el volante en un movimiento tan agresivo que incluso su cuello se parte a mitad de camino.

Toda la escena es un desastre, Sumi tiene que recoger todos y cada uno de los ilos que han dejado las rasgaduras en su ropa y se los guarda para evitar que queden en la escena del crimen. Seguidamente agrupa los cuerpos, levanta el vehículo con las dos manos desde abajo y lo tira aplastándolos. Al único que no le hace eso es a Hirosi, a él le deja en su lugar, simplemente estrella parte del coche contra la pared, de esta manera, muy a mala gana, todo parece un simple accidente donde el coche se salió de control y con el mató a sus compañeros antes de perder la vida en un choque.

Antes de irse, Sumi apoya su cabeza en la puerta del trastero, escucha el corazón de la chica, parece estar gimoteando, diciendo "dudo que esta vez Sumika aparezca para liberarme".

"No te preocupes, la ayuda ya está en camino", dice Sumi apretando sus puños decidida a la altura de su pecho mientras asiente. "Pero no puedo ser yo, si me reconocieras tendría problemas".

Sumi empieza a escuchar las sirenas de los policías, aún están a 10 minutos del lugar, pero llegarán a tiempo. Es momento de que la Ranger de pelo rosa de por concluida la misión.

Interludio segundo: ¿Quién escribió esta mondá?

- Creo que está muerta - dice Mika abriendo de golpe la puerta de su habitación.

- ¿Quién? - le pregunta la mujer de las extremidades cosidas mientras revisa documentos en una mesa de trabajo. 

- ¿Quién va a ser? La chica nueva, la que revivimos - dice Mika haciendo aspavientos.

- ¿Hablas de Ruka?

- Si, esa.

- ¿Tu cerebro no era 10 veces más rápido que el promedio? - pregunta con una sonrisa burlesca. - ¿Cómo es que no te acordabas de su nombre? 

- Ichika, no juegues con fuego - dice Mika señalandola en una reprimenda.

- Uy, has dicho mi nombre, esto va a ser cosa seria - dice la más joven girándose para mirar mejor a su autoproclamada jefa. - ¿Qué pasó? ¿Por qué la has matado?

- A ver, para ser sincera, no se si está muerta - dice Mika mientras cierra la puerta. - Simplemente le he aplastado la cabeza varias veces, a lo mejor se regenera, no la he tomado el pulso. 

- Ves, no es todo tan malo - dice Ichika con un movimiento para indicar a Mika que se relaje. - ¿Qué fue exactamente lo que pasó? 

- Me provocó, tuvimos un combate, le abrí la cabeza a puñetazos - dice Mika moviendo las manos como si colocara cajas en los estantes de Ikea. - No hay mucho más misterio.

- ¿Pero no la necesitabas viva? - pregunta Ichika daleando un poco la cabeza. 

- Pues eso era cuando creí que esto serviría - Mika levanta una mano, pone un montón de papeles entre la luz del cuarto y su cabeza. 

- Oye, no hagas eso - dice Ichika mientras ve como el cajón a su lado parece abrirse y cerrarse solo. - Que tu velocidad aquí no genere aire residual es pertuvador y escalofriante, como un viento fantasmal.

- O un fantasma ventoso - dice Mika encogiéndose de hombros. - No importa, enserio, ¿Cómo se nos ocurrió que podría funcionar esta mondá? - Mika baja el brazo de sopetón y los papeles se prenden fuego y consumen de manera ipsofacta. - Enserio, ¿Llegamos a pensar que se podría alcanzar la temperatura más alta y la más baja del universo en la misma habitación, ¡Solo calentando un puñado de salas!? ¿Cómo es que no me dijiste que era un plan ridículo? 

- ¿Hubiese servido de algo? - dice Ichika alzando una ceja. - Nunca me haces caso.

- Vale, ese es un punto a tu favor - dice Mika de mala gana. - Pero es que enserio, ¿Cómo íbamos a reconducir temperaturas tan altas por, ¿Qué exactamente? ¿Tubos de plástico?? Cuanto más lo pienso más ridículo me suena, jamás debí aceptar a esas dos asiáticas en mi equipo.

- ¿Entonces el plan del punto medio queda totalmente descartado? - pregunta Ichika cruzando sus brazos y dejándolos reposar en su estómago. 

- Totalmente, debimos descartarlo desde que dejaste de tener esas visiones de tu hermana.

- No te preocupes, una parte de ella siempre está conmigo - dice mirándose las grapas y costuras de su pierna izquierda. - Y su espíritu sigue sonriéndome cuando lo llamo.

- Me vas a hacer llorar - dice Mika en un tono que no se podría identificar como sarcástico. - En fin, ¿Qué tal va la niña Shinomiya? 

- Bien, bien, acabo de revisar sus notas, primera otra vez.

- Ja, desde aquella desaparición ya nadie se atreve a superarla - Mika pone los brazos en jarras mientras niega con una sonrisa de orgullo. - Como sea, mañana me toca revisión y ahora me voy a trabajar, quizás me pase por ese lugar de mala muerte al que Abel llama bar, nos vemos - Mika hace un saludo con la mano antes de desaparecer.

Ichika solo sonríe un poco antes de mirar una por una las costuras de su cuerpo. "Lo siento", murmura con una voz que anticipa un sollozo que dura tres segundos.

Interludio tercero: ¿Harías lo que sea?

Esa chica, Calígula, seguía cerca de él. Kazuya notaba la sangre escurrir por su frente y sus manos, el cuerpo temblando y los ojos desorbitados, daban una imagen patética de él.

Ahora lo recordaba todo, había muerto, estaba muerto. Puesto que este lugar no se parecía en nada al cielo, solo pudo pensar que estaba en el infierno.

- Si, tal vez sea el infierno - le dice la chica. - Tal vez te mereces estar aquí, ¿No crees? 

Kazuya no había dicho nada, y aunque intentó apartarse tirando de su cuerpo con su mano, no podía escapar, la chica seguía sus propias leyes de la distancia.

- Así es Kazuya, puedo saber todo lo que piensas, porque leo la rueda en el mismo momento que te describe. No puedes cambiar la historia, yo soy la historia.

Con esas palabras calando en lo más profundo de su mente, Kazuya solo vio una salida posible, se tumbó de rodillas, la cara contra el suelo y las manos plantadas directamente contra el hielo de esa superficie mojada.

- Lo siento, por favor perdóname - dice Kazuya totalmente arrepentido de algo.

- ¿Perdonarte? ¿Por qué? - dice Calígula con una voz que mezcla duda y arrogancia.

- Porque solo soy un chico cualquiera que estudia administración de negocios, yo no quería acabar aquí, no merezco esto.

- No, quiero decir, ¿Por qué te estás disculpando? 

Kazuya no responde, realmente no sabe porque se está disculpando, o porqué un demonio reclamaría su alma. Solo recordaba que alguna vez en el pasado había puesto sal en un plato para exorcisar su apartamento, por si hubiera alguna entidad que le impidiera tener éxito.

- ¿Es...? ¿Es por la sal? - pregunta, no muy seguro de ser tomado enserio.

- No me hagas reír - dice Calígula con una cara que es el antónimo de sonrisa. - Roma comerciaba con sal antes de que tu país existiera. Y yo soy Calígula, Nerón, Cesar, Augusto y sus 7 reyes, soy Roma, así soy, y tú no eres más que un muchacho confundido por la grandeza de mi imperio.

- A, si, tal vez - dice Kazuya aún de cara al suelo.

- Te responderé tus dudas, pero solo si realizas las preguntas correctas.

Roma empezó a caminar hacia atrás. Al oír sus pasos, Kazuya empezó a alzar un poco la vista.

- Si miras debajo de mi falda te mato otra vez - dice Roma, causando que Kazuya baje repentinamente la cabeza, haciendo que su frente choque contra el hielo. - Jaja, que estúpidos son los humanos, pero como me divierten. Si en algo le doy la razón a este cuerpo es que las cosas divertidas son divertidas. No importa si miras, no soy ni mujer ni varón. No verás nada, no hay algo en mi, soy total ausencia.

Kazuya traga saliva mientras nota el hielo quemando la cicatriz en carne viva de su frente.

- Ponte de pie y deja de hacer el ridículo - le ordena Roma.

Kazuya se levanta, poco a poco, se quita el agua de su frente y mira sus manos, ya no tiene nada. La chica vuelve a estar ajustando acordes en el tronco.

Kazuya ya no se siente empapado, no es capaz de sentir su cuerpo, ni siquiera puede estar seguro de ser realmente él.

- Solo eres lo que los demás interpretan de tí - dice Roma frotando sus dedos en las cuerdas, causando que salten chispas. - Yo soy lo que percibes de mi ahora, pero también soy más de lo que puedes comprender, dime Kazuya, ¿Qué quieres saber en realidad?

Kazuya traga saliva, frunce el ceño y aprieta los puños. Mira al frente, a esa chica que vuelve a sostén una guitarra hecha de carne y hueso. Le da miedo, mucho miedo, más del que le daría quedarse atrapado con una ninfómana en un motel.

- ¿Cómo está mi abuela? - Kazuya traga saliva. - Quiero decir, ¿Cómo afrontó mi muerte?

- Esa es una pregunta tramposa - comenta Roma ajustando unas clavijas. - Tu abuela no es una persona única en el universo aunque tú creas que si.

- ¿Cómo?

- Vienes de una de las infinitas e infinitas posibilidades que te dieron forma, pero por qué hablar - Roma acaricia los acordes membranosos y varias finas líneas doradas de aparente luz se forman entre ella y Kazuya. - Todo lo que ves ahí, son los ilos de las parcas, cada uno es una posibilidad de las infinitas que hay, y así mismo, se repiten infinidad de veces.

Kazuya empezó a contarlos mentalmente, el no veía tantos como infinitos pero cada vez que creía llegar al final había más y más.

- No lo intentes, la mente humana es incapaz de procesar una cantidad tan inmensa, por eso lo percibes limitado aunque no lo sea - Roma vuelve a acariciar las carnosas cuerdas produciendo el sonido de una lira. La imagen se aleja, mostrando más madejas de hilos paralelas en formas que Kazuya solo podría describir como triángulos redondos. - Todos estos hilos dan un conjunto infinito de los mismos, en capas dimensionales tan infinitamente grandes y tan infinitamente pequeñas al mismo tiempo que tu cerebro no podría ni siquiera rozar la superficie de todo lo que suponen. - Con unas últimas notas musicales, todo se aleja hasta formar una esfera que se asemeja a una gota de oro fundido. - Y esto, mi estimado audítor, es una jerarquía, infinitos infinitos encerrados en una pringa insignificante de las tantas que empujan la rueda. 

- Pero... - Kazuya tiembla antes de elaborar su frase. - Pero esto no responde a mi pregunta.

- Pero responderá las suyas.

- ¿Las de quien? 

- Las de quienes nos leen, o nos escuchan, o nos ven, o nos siguen, me siguen.

- Ya veo - dice sin ver nada claro. - Pero, ¿No me vas a decir cómo está mi abuela?

- Está muerta - la chica le mira, y su piel vuelve a tomar ese gris tenebroso cuando rasga su guitarra y la gota aumenta de golpe. Infinidad de ilos rodean a Kazuya, mostrándose en su brillo visiones como de una película, su abuela muriendo de un ataque al corazón cuando le dicen que su nieto a sido atropellado, infinitas posibilidades y son todas lo mismo. Kazuya se lleva las manos a la cabeza y gritando se oculta entre sus brazos. Pero no sirve de nada, los hechos no cambian solo porque te niegues a aceptarlos. - O podría no estarlo. - Con otro acorde musical, las posibilidades ahora cambian, la abuela de Kazuya afrontando con pena lo ocurrido, pero siguiendo adelante porque sabe que Kazuya no soportaría verla triste, hablando con la abuela de Chizuru y compartiendo penas juntas.

- ¡Para! ¡Para! - le grita Kazuya a Roma. - ¿Qué es todo esto? ¿Por qué me torturas así? ¿Qué te he hecho?

En otro acorde de cinco notas, todo desaparece y vuelven a estar de nuevo Kazuya, Roma, el tronco y el hielo mojado.

- Kazuya, tú no has hecho nada, no tienes la suerte de estar aquí, solo la desgracia de no haber sabido valorar la importancia que tienes - le dice Roma. - No hago esto porque te odie, o porque te esté castigando por ser mala persona, no lo eres, quizás tu mayor defecto sea ser un arrastrado que solo sabe apreciar a las chicas si se las puede imaginar gimiendo para él - Kazuya se avergüenza tanto como se enfada por ese comentario. - Quizás solo eres un tipo amable y caliente, el tipo de chico que proyectaría una película a una abuela moribunda en una sala de hospital para cumplir el sueño de su nieta, solo por amor al arte. Claro que si la nieta luego te afloja un poco tampoco estaría mal, ¿No? 

- Oye, ya es suficiente - dice Kazuya rojo como un tomate. - Si solo me vas a mantener vivo para burlarte de mi, mejor mátame de nuevo.

- Me lo dices como si yo estuviera escribiendo tu historia - replica Roma sin sonreír. - Pero no lo haré, este lugar no necesita más muerte.

- ¿¡Pero dónde estamos!? - grita Kazuya en un ataque de nervios.

Roma ríe antes de soltar una respuesta contundente diciendo: "En el cadáver de una diosa".

Capítulo 11: pedir ayuda a tiempo siempre cambia las cosas.

El mundo podía ser pequeño y asfixiante a veces, pero en estos momentos Nanami Mami lo sentía aún más pequeño y asfixiante mientras acurrucada en su cama sollozaba abrazando a un cojín rosa. 

- Bueno, ya basta - dice la voz que abre la puerta de su cuarto. - Llevas como una hora llorando, no me dejas estudiar.

El chico que había abierto la puerta de golpe era su hermano mayor, el típico adolescente moderno que en una película de amor sería quien le regala una chaqueta a la protagonista cuando pasa frío.

- ¿No sabes llamar a la puerta? - le dice Mami mientras le lanza una mirada asesina.

- No intentes tu mirada asusta chicos conmigo, soy tu hermano - dice poniendo sus brazos en jarras. - Además no te funciona con los ojos irritados de tanto llorar.

- Sabes, es por esa actitud altiva que nunca te cuento mis problemas - dice Mami revolcándose para sentarse en uno de los laterales de la cama. 

- No lo entiendo, ¿Me estás amenazando o dando un consejo a seguir?

- Te estoy diciendo que te marches - Mami toma el cojín y se lo tira a su hermano a la cara.

- Oye, cuidado - dice él esquivándolo. - Vale, haré el papel de buen hermano, ¿Qué te pasa?

- ¿Qué más te da? A nadie en esta casa le importa como me siento - dice Mami abrazándose las piernas para tapar su puchero. - Cierra la puerta y déjame sola.

- ¿Es por algún tema de chicos? - Su hermano lo piensa un rato más a falta de una respuesta. - Es por, "ese", chico.

- No tiene nada que ver con él - replica Mami frunciendo aún más el ceño.

- A, entonces es otro, estás hecha una rompe corazones - dice con una sonrisa burlona.

- Si no te vas ahora mismo voy a gritar.

- Como sea - dice haciendo un ademán mientras le da la espalda a su hermana. - Pero al menos lloriquea más bajito, hay más gente en esta casa - cierra la puerta.

Mami busca consuelo dejandose caer en el colchón y mirando al techo. Los mechones de puntas rosadas de su pelo le rozan las mejillas y ella no siente nada. Involuntariamente vuelve a pensar en Kinoshita Kazuya, maldito hipócrita, se portó tan bien con ella en un principio, y luego parecía que solo la quería para... 

¡Aj!

Mami da un puñetazo en su colchón.

"Encima luego se pone de novio con una chica más linda que yo, y a ella la trata como oro en paño. Se veían tan felices, conmigo no era así", Mami se lleva las manos a la cara para tratar de evitar volver a llorar. "Y ahora está muerto, ya no tengo oportunidad de arreglar nada con él, aunque tampoco quería. Si, supongo que después de todo así es como terminan las relaciones, uno de los dos muere y la contraparte llora hasta que se le olvida", Mami se muerde el labio por la rabia. "Pero maldita sea, ¿Por qué tengo que ser yo quien llore? Me gustaría ver la cara de esa tal Chizuru Mizuhara, seguro que ni siquiera lo extraña, de hecho ahora que lo pienso, su relación parecía muy falsa, siempre tan felices, si pudiera averiguar algo más sobre ella...". Mami gira por su colchón en dirección a su mesita de noche y ve una tarjeta con un número de teléfono. "Tal vez si puedo".

Mami se incorpora con delicadeza, toma su teléfono que estaba metido en un cajón y hace una llamada a ese policía, su nombre viene escrito en la tarjeta, "Ignacio Sabina Ortiz", que nombre más raro, seguro que era de Perú. No hay respuesta, y no se siente con la seguridad de dejar un mensaje de voz.

"Esperaba más eficiencia de un agente de la ley", piensa decepcionada.

Buscando, tal vez, otra fuente de información, decide retirar su móvil y buscar información en su portátil sobre la noticia de Kazuya. Se mete en el periódico más reciente, desgraciadamente, la noticia parece ser cierta. Cosa evidente, un policía se lo dijo, pero no estaba de más sospechar de alguien que dice ser policía y solo lleva la placa, sin uniforme.

Su móvil empezó a sonar, lo atendió rápido.

- Moshi moshi - dice con una voz femenina y juvenil.

- Buenas, soy el agente Ignacio Sabina Ortiz - comenta la voz del otro lado con un tono que intenta ser galán. - Me ha llamado antes, ¿Quería algo?

- A, si, soy Nanami Mami - dice ella, algo apurada armando un plan en su cabeza. - Creo que ya estoy lista para hablar, pero tendrá que ser mañana, hoy solo me gustaría procesar todo lo que está pasando.

- ¡Oh, vaya! - dice Nacho que no se esperaba una llamada así tan temprano. - Claro, sin problema, ¿Te espero en comisaría luego de que termines la universidad?

- ¿Para dar testimonio tengo que ir si o si a comisaría? - pregunta ella en un tono que oculta perfectamente su nerviosismo. Algo así podría arruinar sus planes.

- Si, no hay lugar más confiable que ese.

- Pero, no se si podré - Mami agudiza su tono lastimero. - Me pongo muy nerviosa bajo presión, ya vio mi ataque de pánico en la universidad. Si me pide que de declaraciones en un lugar tan claustrofóbico, yo podría colapsar.

- Pero, bueno, claro - Nacho trata de pensar como responder a eso. - Es que es el método más fiable para dejar registro.

- ¿Y entonces por qué me entrevistó en el pasillo de la universidad? ¿Cómo quería dejar registro allí? 

- Eso era solo para información superficial - se defiende él.

- ¿De verdad me está diciendo que no hay otro lugar posible? - Mami parece estar a tres segundos de echarse a llorar. - Por favor, le prometo que daré mi mejor versión, pero no si me encierra en una sala con solo una bombilla y me pregunta.

"Maldito Hollywood y su visión alterada de la realidad policial", pensó Nacho.

- Vale, está bien, si te sientes más cómoda iré a tu casa - dice Nacho.

- No, mi casa tampoco es un buen lugar - dice ella. - Si mis padres vieran esto podrían tener una idea errónea, yo soy buena persona, no me haga eso, ¿No podría ir yo a su casa?

"Esto suena a trampa de exnovia malvada de manual", piensa Nacho. "Esta loca debe ser de las que memoriza hasta los bolsos de las amigas del novio para detectarlos en las fotos de las fiestas a las que no va. Muy bien Chernóvil, te seguiré el juego".

- Si así te sientes más segura, esta bien - dice Nacho fingiendo un suspiro. - Pero informaré en el departamento sobre nuestra reunión.

- Si, de acuerdo, entendido. Muchas gracias, de verdad, daré toda la ayuda que pueda - dice Mami mucho más risueña. - ¿Cual es la dirección de su casa? Iré mañana en cuanto termine las clases.

Nacho dice su dirección después de buscar su código postal en el móvil, era otra de las cosas que tampoco se sabía de memoria. Mami le agradece de nuevo y cuelga.

Así, mientras Mami se preparaba mentalmente para darle su testimonio a Nacho, dando por hecho que este tendría una cámara grabandolos, Nacho se fue a comer al restaurante de la esquina ya que el tiempo lo permitió.

Nacho regresó a comisaría, no había noticias nuevas, estuvo revisando los informes que ya estaban hechos del caso del choque en el bosque, no describía nada que no hubiera visto. 

En ese momento se acordó de la moneda que encontró y fue a lavarla para quitarle el polvo y barro, por un momento pensó que tal vez no debía haberla tomado, que podría ser una pista. Limpiarla reveló que solo era una moneda sucia y algo oxidada, demasiado antigua para ser de cualquiera de esos muchachos.

"Se le habrá caído a alguien más, bueno, pues ahora es mía", pensó.

El resto de jornada laboral lo dedicó a patrullar las calles vestido de civil, eso era parte de su trabajo también.

El trabajo termina, conduce hasta casa mientras piensa, "va a ser verdad eso de que los asiáticos no saben conducir. Pisa el acelerador muchacho, que no te vas a estrellar por acelerar un poco".

Llega a su casa, una modesta casa de centro de dos pisos con un jardín, una tapia de ladrillo gris y una verja con decoración del barroco, lo clásico. Sus amigos de España le decían que parecía la casa de Doraimon y el pensaba que se asemejava más a la de los Simpsons.

Alguien abrió la puerta de su casa, por instinto puro, Nacho tensa los brazos listo para poner una guardia. Una mujer de treinta y pocos sale de su casa, al verlo en la entrada justo abriendo la puerta, hace una reverencia.

- Buenos días, Sabina-san - le dice ella. - Ya terminé mi turno, me voy a mi casa.

- Buenos días, Ayako-san - dice Nacho con otra reverencia. - No recordaba que hoy te tocaba el turno de tarde.

Mei Ayako era la mujer de la limpieza que tenía contratada para que atendiera su casa. Aunque esa información hay que matizarla, esa mujer era la mujer de la limpieza que su madre había contratado para que atendiera la casa. 

- ¿No le avisó su madre? - pregunta ella llevándose una mano a la boca. - Me duplicó el turno y el sueldo, ando un poco justa de dinero últimamente.

"Ya, ser una viuda en Japón no debe ser fácil", piensa Nacho.

- No, en absoluto - dice el restándole importancia con un gesto de mano. - Es solo que a veces agradecería que mi madre me llamara para informarme de estas cosas.

"O que me llamara a secas", remata Nacho en su mente.

El policía con gabardina le deja la puerta abierta a la señorita y se despide con una reverencia. Cuando se va y cierra la verja solo puede pensar en que podría cenar, no recuerda que haya algo de interés en la nevera.

Da unas vueltas por su casa, se ducha y se pone más cómodo antes de pillar el primer alimento que puede calentar y engullir de su frigorífico. Después va al salón, cierra las ventanas y prende las luces. Toma la gabardina del perchero y empieza a sacar todo lo que tiene en los bolsillos para ponerlo en la mesita de te del centro del salón: los guantes que usó en la casa de Kazuya, las llaves de su apartamento, las llaves de su propia casa, el teléfono, la placa y esa moneda cubierta de óxido.

"Creo que debería haber dejado las llaves de aquel chico en la oficina y, joder, otra vez me he olvidado el arma en la guantera. Bueno, al menos sigue sin balas y con el seguro puesto", dice para si.

Nacho se acaricia la barba de tres días y le toma una foto a la moneda. Busca resultados en internet, páginas que se dedican a encontrar y comparar imágenes. Tiene un buen resultado en 50 segundos, es un dinar romano.

"Bah, seguro que es una imitación, ¿Qué haría uno de estos en Japón?", piensa Nacho mientras camina para dejar la gabardina de nuevo en su sitio. "Respecto a lo otro, creo que mañana le haré otra visita al departamento de Kazuya, esta vez más temprano para no molestar y tomando fotos de lo que necesite de la escena, es más, buscaré en más cajones de hecho, tal vez hasta habra las cajas, vamos a ponernos profesionales. Ya han pasado dos días desde la muerte de Kazuya, seguramente sus padres ya quieran llevarse sus cosas", piensa mientras regresa a la mesa.

Nacho era muy propenso a sobrepensar las cosas después de haberlas hecho.

- Recapitulemos - le dice a su salón vacío. - Encontraron el cuerpo de Kazuya en el suelo sin signos de ser forzado, las piernas dobladas hacia delante y los brazos pegados al cuerpo, rasgos impropios de una caída natural. Su cabeza estaba tan aplastada que parecía mermelada y hueso, no hubo testigos de nada ya que fue en una zona poco transitada y solo quedó una fuerte marca de neumáticos. Joder, dicho así parece que Kazuya se tumbó, un coche pasó aplastándole la cabeza, cambio la rueda y se fue - Nacho hizo una mueca de disgusto. - No importa lo que diga Ninoroki, esto no se puede explicar como un simple accidente. De verdad que solo espero que su ex esté dentro de sus cabales, pero el simple hecho de que quiera un interrogatorio sin cámara tira toda mi esperanza por tierra.

Nacho suspira de amargura y se tira de espaldas sobre su sofá cama de cuero negro.

"Esto es demasiado, lo voy a consultar con la almohada y después que pase lo que tenga que pasar", pensó.

Pero antes de irse a dormir tomó su teléfono, todavía tenía que hacer una llamada, aunque no quisiera del todo. Marcó y se llevó el aparato a la oreja.

- Si, dígame - respondió una voz de mujer adulta luego de tres toques.

- Hola mamá, soy yo - dice Nacho. - ¿Puedes hablar?

- Pues ahora mismo me pillas con muchas cosas entre manos, además esto es una llamada al exterior, te van a cobrar mucho - dice ella con un tono monótono que denota cierto cansancio.

- ¿Otra vez has tenido que viajar fuera?

- A eso me dedico.

- Pero eres dirigente de oficina.

- También soy hija de uno de los 100 hombres más ricos de habla hispana, ¿Cuál es tu punto? - su madre le replicaba como si hablara con un cliente molesto.

- Ninguno, no era un ataque.

- Muy bien, tengo otra llamada por la otra línea, ¿Qué querías?

- Si, e, ¿Le has subido el sueldo a Mei? 

- ¿Quién es esa?

- La mujer de la limpieza.

- A, si, insistió en que por favor le diera más trabajo porque necesita el dinero y le dije que si trabajaba dos turnos le daba el doble, ¿Algún problema?

- Pues supongo que no - dice Nacho recolocando su espalda entre los cojines. - ¿Pero no era más fácil subirla el sueldo sin darle más trabajo?

- Ya sabes cómo son los japoneses, si les subes el sueldo por hacer lo mismo van a sentir que no lo merecen - la voz de su madre parece hablar desde la experiencia.

- Eso es un estereotipo.

- Los estereotipos existen porque albergan parte de razón - se empieza a escuchar un pitido. - Tienes menos de un minuto, ¿Algo más?

- No, es solo que mi casa tampoco está tan sucia como para que esté casi ocho horas.

- Pues cómprate un perro y que lo cuide, o cásate con ella y dame un nieto - dice su madre como si hablara de un tema baladí.

- ¡Mamá! - réplica Nacho rojo como un tomate.

- Y por cierto, esa sigue siendo mi casa, yo llevo las cuentas - prosigue su madre sin escucharle. - Te dejo.

Cuelgan.

Nacho se imagina siendo tragado por el sofá cama, asfixiado y con los huesos rotos. Esa era mejor experiencia para él que pensar en casarse.

"Que le den a todo, me voy a dormir".

Capítulo 12: una rifa de balas.

Chocolate blanco y una taza de café, el desayuno perfecto según Iris. Había llegado al comedor antes que de costumbre, esta vez no había perdido el tiempo pisando la ropa de Ruka, después de verla sobrevivir a Mika, la chica había superado todas sus expectativas, así que se limitaría a ignorarla.

Se sentó en su mesa predilecta, la televisión estaba apagada y el control remoto era inexistente, solo se encendía si Carlos estaba cerca.

"Qué graciosa eres, pelo chicle, nos das una televisión y no nos das un mando, nos das wifi y no das teléfonos, nos permites vivir y cada día deseo más estar muerta", piensa mientras remueve su bebida con una fila de onzas de chocolate.

Las puertas del comedor se abren, debería ser Carlos, Iris sabe que ninguno de los 70 necesita comer o dormir. Alza la mirada con desgana, demasiado arriba, rectifica para ver a la chica de metro sesenta y ojos azules que le devuelve la mirada. Es Ruka, hoy vestida formalmente con un traje de tres piezas a perfecta medida, desde luego es mucho más bonito que el suyo.

Por distraerse mirando a la joven que se acerca hacia ella, el café caliente hace su magia y el chocolate derretido le cae dentro de la taza. Eso le trae sin cuidado a Iris que ve como Ruka camina hacia ella hasta sentarse enfrente.

- No me vas a dejar ignorarte en silencio, ¿Verdad? - habla Iris mirando su taza.

- No, me gustaría hablar contigo - responde Ruka.

- Pues va a ser que no - dice Iris apoyando sus brazos en la mesa.

- Si te levantas te parto en dos - dice Ruka sin cambiar el gesto antes de que Iris empuje su cuerpo hacia arriba. - Sabes que no estoy de broma, podría atravesar titanio con mi meñique.

- Tú no te atreverías - dice Iris con una falsa intención de desafío. - Mika te mataría.

- Si a Mika le importaras si quiera un poco, no te abría mandado a matarme.

Es un argumento contundente. A Iris le recorren escalofríos hasta por la pelvis, no puede evitar recordar la herida de disparo.

- Bien, ahora que vamos a hablar como personas razonables, supongo que lo primero es agradecerte por este nuevo traje - dice Ruka estirándose las solapas de la chaqueta complementaria con suavidad. - Me gusta, parece de un cosplay. 

- ¿Por qué me das las gracias a mi? - pregunta Iris con un gesto de extrañeza.

- No trates de engañarme - dice Ruka con cara de sabia y cerrando los ojos. - Se que tú eres la encargada de llevarme los trajes, también se que eres quien los pisa y arruga.

- Yo ni hago, ni te dejo los trajes en la puerta - dice con un tono monótono para disimular que no está negando la última parte. - Es Ichika quien se encarga de coser todo por aquí, es nuestra médica, costurera y cirujana. Deja los trajes antes de irse al trabajo.

Ruka reflexiona sobre esa información mientras Iris da un sorbo a su taza.

- ¿Eso era todo con lo que querías incordiarme? - pregunta ella.

- No - responde Ruka aún con una cara tibia.

- Perfecto, puedes seguir jodiendo.

- No me refiero a eso, me refiero a que no quiero molestarte - Ruka da una fuerte palmada con ambas manos en la mesa metálica y dobla las cuatro patas. Tirando el café de Iris al suelo como efecto colateral.

- Ya, se nota - susurra Iris molesta.

- Lo he oído - dice Ruka tratando de mantener las formas al sentarse. - Mira, solo quiero un alto al fuego. No se porque me odias, o si puedo hacer algo para cambiarlo, pero tú, Carlos y aparentemente el bibliotecario, sois las únicas personas que no estáis mal de la cabeza en este sitio y estoy cansada de las tardes enteras en silencio en mi cuarto. Ya que estamos forzadas a convivir, mínimo deberíamos llevarnos bien.

- Eso no va a pasar - dice Iris poniendose de pie.

- ¿Pero por qué? - Ruka pregunta con el tono enfadado de una niña pequeña.

- ¿Qué por qué? Tal vez lo supieras si te escucharas, "no se porque me odias", "estoy cansada de estar sola", "yo sufro", yo, yo, yo - Iris toma aire y pone todas las cartas sobre la mesa. - Eres una jodida cría egocéntrica que no es consciente del mundo que la rodea, si las cosas no giran entorno a ti ya no te sientes importante, lo cual hace todavía más absurdo que toda tu personalidad se base en buscar la aprobación de otros. He tratado con niñatas como tú antes, eres la típica adolescente que emborracharia a un tipo de 21 años, provocándole con indirectas solo para pasar una noche, te embarace y vivir de su pensión el resto de su vida como un puto parásito. Demonios, incluso te veo capaz de besar a alguien en contra de su voluntad, dos veces, y pensar que es un gesto de amor en lugar de acoso sexual, ¿Creés que ayudas? ¿Qué eres graciosa? Déjame darte un golpe de realidad, nadie aguanta a las niñas berrinchudas. La próxima vez que tengas un ataque así, por favor, que sea delante de Mika, con un poco de suerte esta vez si te mata - Iris aprieta la tableta de chocolate que tenía en su mano, rompiéndola por completo. - ¿Pero sabes que? Nada de eso importa, ni el más mínimo detalle, te vas a pudrir en esta puta caja de zapatos igual que el resto de nosotros, así que el hecho de que nos llevemos bien o mal no va a cambiar nada - Iris tira el chocolate y lo pisotea junto al café. - Gracias por joderme el puto desayuno también - dice antes de irse sin dar media vuelta.

Ruka solo puede girar el cuello para ver cómo Iris se aleja por la puerta mientras Carlos entra bostezando y arreglándose el pelo con una mano.

- Hola Iris - dice medio bostezando.

- Chinga tu madre - le responde ella en español mientras se va.

"Supongo que ya está en sus días", piensa Carlos encogiéndose de hombros.

- ¿Qué pasó? - dice Carlos mientras saluda a Ruka.

- Intenté ser amable y no funcionó - dice Ruka haciendo una mueca.

- No te preocupes, se le pasará, no es la primera vez que pierde a... - Carlos se corta en seco. - Pensándolo bien, son temas que no me incumben. Bueno, ¿Desayunamos viendo algo? - dice mientras mira la tele y esta se enciende sola.

- Hoy no me he levantado con hambre - dice Ruka.

- Bueno, bueno, no hay nada que un buen capítulo de Hora de Aventuras no solucione - Carlos se ríe. - Esta vez uno de verdad.

El rubio y la japonesa desayunaron mientras veían un capítulo del niño humano perdido en un mundo de almohadas.

- Un desayuno bueno da un hombre feliz - dice Carlos dejando el comedor mientras Ruka le sigue. - Ahora vamos a ir a mi habitación favorita, sígueme.

Ruka estaba empezando a tomarle el gusto a los paseos calmados por los pasillos. Seguramente era la única actividad tranquila que podría realizar aquí.

- Oye, necesito preguntarte algo - dice Ruka.

- Claro, ¿El que?

- ¿Por qué Iris me odia a mi y no ha ti? Tú le disparaste - se nota la molestia en su tono. - Además, la dejaste hospitalizada antes, ¿No?

- Me temo que eso es algo que no te voy a responder - dice Carlos mientras gira una esquina. - En este lugar nadie es una buena persona, y te puedo asegurar que todos hemos matado al menos 3 veces, somos personas con pocos valores, y una de las pocas cosas que tenemos y valoramos es nuestra propia historia - Carlos se detiene delante de una puerta y jala de la manilla. - Es lo único que nos queda, y solo la compartimos con quien sentimos que la merece. Si Iris considera que no mereces conocer su historia, no seré yo quien te la diga.

Son palabras duras, Ruka reflexiona sobre ellas mientras la puerta se abre.

"No quiere compartir vivencias y me llama a mi egoísta, cuanta hipocresía", piensa Ruka sobre Iris.

- Y aquí está mi sala de entrenamiento - dice Carlos señalando todo el lugar con un brazo. - No es mucho, pero es trabajo honesto.

Esa habitación parecía un pequeño campo de fútbol en miniatura. No tendría más de 10 metros de larga y 6 de ancha, pero si tenía césped artificial y distintas dianas blindadas colgadas del techo. A Ruka le recordó un poco a esos centros de baseball donde hay una máquina que lanza pelotas y tú tienes que tratar de batearlas para dar en el centro de una diana enorme.

- ¿Sorprendida? - pregunta Carlos.

- Desde que revivi no percibo emociones - dice Ruka. - Pero esto es bastante impresionante.

- Si, ¿Cierto? - dice Carlos levantándose las gafas y poniéndolas sobre sus cejas. - Y pensar que hizo esto solo para dos personas, y con sus propias manos, Mika a veces es increíble.

- ¿Para dos personas? - pregunta Ruka. - ¿No querrás decir unos 70?

- No, jaja - dice Carlos negando con la cabeza mientras se cruza de brazos. - el "Escuadrón 70" no necesita entrenar, ellos, bueno, ellos son demasiado diferentes, dejémoslo ahí.

- Entonces, ¿Para que me has traído aquí?

- Muy simple chiquita - Carlos desenfunda dos pistolas de su espalda y las hace girar en sus índices como los vaqueros en las películas. - Vamos a enseñarte a esquivar balas.

Ruka no se sorprende cuando Carlos apunta las dos armas en su dirección, aunque si siente curiosidad.

- Ahora que lo dices, Mika me dijo que me enseñaría a hacer eso - piensa Ruka con un dedo en la frente mientras mira a las luces fluorescentes del techo. - Pero no le veo caso en intentarlo con armas pequeñas, yo ya esquivo balas así.

- Es por eso que traje ésto - dice Carlos quitándose una cinta del cinturón.

Era una especie de seda metálica y muy compacta, como si hubiera sido cosida en metal blando.

- ¿Qué es eso? - pregunta Ruka.

- Es una cinta de neo-grafeno, más resistente que el metal y maleable como un chicle - dice Carlos haciéndola girar mientras la aprieta con el puño. - Quiero que te la pongas en los ojos.

- ¿Por qué? - Ruka se abstuvo de hacer preguntas más obvias, como "¿De donde has sacado ese material?".

- ¿Cómo que porque? ¿Qué gracia tiene que esquives balas con los ojos abiertos? - pregunta Carlos con un tono que da a entender "¿Es que no es evidente?".

- Pues básicamente para que no me mates.

- Pero si tu cuerpo es anti-balas - dice estirando los brazos casi ofendido. - Además, por muy buenos que sean tus ojos, no tienes una visión de 360 grados, siempre buscarán un punto ciego contra ti.

- Entonces escucharía el disparo y esquivaría la bala - dice Ruka cruzando los brazos segura de si misma. 

- El 70% de las balas de alto calibre son más rápidas que el sonido chica lista - dice Carlos con los ojos en blanco. - Cuando escuches el sonido habrán pasado dos segundos desde que la bala te atravesó.

- Yo podría regenerarme de eso.

- De una si, de dos tal vez, ¿De una lluvia constante de balas de una mini gun? No mames, no hay chance ninguna - dice Carlos negando con la cabeza aún más seguro. - Y créeme, si al final Mika te hace un perro de caza, vas a tener que lidiar con cosas así.

- Yo no quiero ser un perro de caza.

- Ni tú ni nadie, pero es una opción ahora que a Mika no le interesas viva - dice Carlos encogiéndose de hombros. - Si está dispuesta a matarte, está dispuesta a mandarte que hagas algo por ella.

"Pero este hombre...", Ruka no deja de mirar a Carlos. Sin gafas, puede apreciar mejor sus ojos marrones. "También dijo algo de tanques ayer, ¿Qué clase de cosas hace para Mika?".

- Okey, viendo tu cara se lo que te estás preguntando, "¿Pero como dices eso si yo vi a Mika atrapar una bala de francotirador?" - dice con una voz de bebé moviendo su cabeza de lado a lado. - Pues yo tampoco sé cómo lo hace, pero creo que es instinto, y si tu eres mínimo comparable a ella, entonces también debes tener algo de eso, y para eso no necesitas ver, porque Mika la atrapó de espaldas, ¿Entiendes?

- Supongo - Ruka asiente con la cabeza.

- Bien, ponte en medio campo, por el centro - dice Carlos indicando el lugar con la punta de su arma. - Y luego te pones esta cinta en los ojos.

Carlos se la da con la mano contraria y Ruka la mira sosteniéndola con sus dos manos.

- No estoy yo muy segura - murmura Ruka.

- Venga, no mames - dice en español. - Ni que te fuera a vendar los ojos para encerrarte en un motel.

- Si haces eso te la arranco - réplica Ruka de inmediato.

- Si, te saco de aquí volando, me visto de conejito y traigo un alconzote que nos lleve volando a las tierras de la alegría - dice con una risa sarcástica.

Ruka solo pone los ojos en blanco, pero también es consciente de que andar protestando no va a aportar nada. Así que se sitúa en el centro y se venda los ojos, en ese mismo instante sus oídos se agudizan.

- Muy bien, estás pistolas en condiciones normales disparan a 200 metros sobre segundo, no obstante tal como puedes ver - dice Carlos pasando la yema de su dedo por el borde del cañón. - O bueno, no puedes verlo con la cinta, pero te lo imaginas. Tiene múltiples agujeros, eso va a funcionar como un silenciador automático, la presión se dispersa y otras mamadas, así que hablando claro, el disparo prácticamente no se escucha por encima de mi voz, tus oídos mejorados son prácticamente inútiles, ¿De acuerdo?

- No creo que eso sirva, puedo escuchar pasos a un kilómetro de distancia si me lo propongo - dice Ruka con una sonrisa de seguridad.

- ¿A sí? Levanta un poco la venda.

Ruka se deja libre el ojo derecho y observa una bala fragmentada y clavada en su codo izquierdo.

- ¿Cuando has hecho eso? - dice dirigiendo su ojo a Carlos.

- Antes de realizar la pregunta - responde él mientras recarga. - Te has centrado tanto en escuchar que has descuidado tus otros sentidos, trata de oler o sentir el aire en lugar de tratar de escuchar mis dedos apretando el gatillo, ¿De acuerdo? 

Ruka se lleva una mano al pecho, su corazón late un poco emocionado. Cierra el puño decidida. - Bien, lo haré - vuelve a poner la venda tapando el ojo. - Dispara.

- De acuerdo, tal vez te preguntes de que te voy a hablar, pues bien, tú me contaste tu historia, es justo que yo te cuente la mía - Carlos aprieta el gatillo, impacto directo en el meñique de Ruka que apenas le rompe una uña. Ruka mueve la mano un segundo tarde.

» Mira, no voy a engañarte, mi historia no es la más emocionante, seguramente ni siquiera sea la historia más trágica que conozcas. Nací en Agua Prieta, estado de Sonora, México. 

Otro disparo, ahora con la pistola de su mano izquierda. Este da en la punta del dedo gordo del pie, parte del mocasín de Ruka salta por los aires, ella hace un barrido con los pies un segundo después.

» Mis padres no tenían trabajo estable, así que las mudanzas eran muy comunes, nos mudamos mínimo una vez cada tres meses, un tiempo que no me jodiera mucho el curso escolar.

» Haz de cuenta que en una situación así también era muy difícil hacer amigos, por lo que mi única compañía eran los juegos de internet y Dragon Ball, que para muchos es más patrimonio Mexicano que Japonés.

Otro disparo, este directamente en la oreja, volando en pedazos el lóbulo izquierdo. Ruka ni siquiera se queja, solo se regenera después de masagearse de un toque. Curiosamente el agujero de los pendientes no se le cierra.

» Entonces, un maravilloso día de 2011, descubrí una serie que cambiaría mi vida, se llamaba "Hora de Aventuras" y era tan, pero tan buena, que quedé prendido de su trama al momento.

» Su protagonista, Finn el humano, me recordaba mucho a mi, siempre rodeado de gente con la que era feliz, pero en cierto modo siempre solo por ser el único humano de su tierra. Un aventurero de pies a cabeza, como yo, y algo malo con los estudios, como yo.

Otro disparo, este da de lleno en la rodilla y la bala se parte sin que Ruka lo note.

» Un día, buscando curiosidades de Hora de Aventuras con voz Loquendo, me enteré que existía una portada descartada de un capítulo donde Finn con un puñal destripaba a Yeik, su perro, incluso recuerdo que había una supuesta imagen de dicha portada descartada. Tuve pesadillas con esa mierda toda la noche, y a la tarde siguiente, mientras veía la tele en la comida, pasaron ese supuesto capítulo de la portada descartada, recuerdo la sensación, una mezcla de enojo y frustración, me centré tanto en que no le tendría miedo a dicha portada que casi me caigo de la mesa cuando vi una aún peor, mucho más gráfica y visceral.

Otro disparo, justo entre medias de las cejas, Ruka echa la cara atrás un segundo después.

» Esa experiencia me dejó muy asustado, pero pensé que simplemente la cadena se había confundido y había puesto justo la versión de la portada preliminar. No importa, cosas que pasan, o eso hubiera pensado de no ser porque vi otro capítulo de la serie donde Yeik puede controlar el mundo con su imaginación, todo lo que imaginaba se volvía real inconscientemente. Pensé, "y si eso es lo que yo puedo hacer", y así descubrí que tengo la capacidad de alterar campos eléctricos, lo que me permite percibir y manipular las imágenes y sonidos de radios, televisoras, y por supuesto, la electricidad de las neuronas en la distancia correcta.

Otro disparo, este le acierta en el ojo derecho, Ruka salta hacia la izquierda medio segundo después.

- Un momento - se interrumpe Carlos. - ¿No estás tratando de esquivar las balas, solo esquivas cuando hueles la pólvora que dispersa el arma, ¿Cierto?

- Aaa, ¿No? - dice Ruka, aunque su expresión diga todo lo contrario.

- Tienes que esforzarte por despertar esos receptores o todo esto no servirá de nada.

- Lo siento, pero es que si dan en extremidades duras no lo noto y si das en blandas tengo que esforzarme por sentirlo cuando lo único que respiro es una sensación de libro viejo - comenta Ruka bastante enojada y apretando los dientes.

- Vale, a ver, tú haz, solo, solo céntrate en el aire de acuerdo, el aire es importante para calcular la trayectoria en la que irá frenando la bala, también influye la gravedad pero eso no lo vas a poder medir, me temo - dice Carlos recargando otra vez. - En fin, por donde iba... A sí.

» Entonces de a deberás te digo que cuando descubrí eso me transformé en una máquina traumatizante de niños, ciudad a la que me mudaba, ciudad en la que me hacía un amigo nuevo al que asustaba el día antes de mudarme con un supuesto episodio maldito de Hora de Aventuras. También me cambiaba mucho el nombre por si se corría la voz, fui Char les, Carl, Carlitos, Cahalmer, etcétera. También aprendí a afectar otras cabezas, causando ilusiones de mi cara deformada para todo el que pensara en golpearme si la broma se salía de control.

Otro disparo, este a la uña del meñique izquierdo, Ruka mueve la mano un poco hacia abajo, la bala acierta de lleno, pero va mejorando.

» Pero como todo en esta vida, esa fase terminó. Verás, cuando en México cumples la mayoría de edad tienes que rellenar una cartilla para el servicio militar, luego tienes que hacer unas pruebas durante un tiempo y ya eres libre, o por lo menos, eso fue lo que me explicaron. Yo le agarré el gusto a la milicia, imagínate, venía de familia pobre y solo tenía de consuelo la televisión, en el ejército, en cambio, tenía además un escuadrón que me apoyaba, techo y comida. Lo hablé con mis padres y me enlisté como militar.

Otro disparo, este directo al tabique, Ruka echa la cabeza y espalda atrás a tiempo y la bala solo arranca una parte muy superficial de la punta de la nariz.

» Y aquí comienza la parte trágica, mi pelotón y yo teníamos que hacer una misión de reconocimiento, éramos 20 hombres muy entrenados, sabíamos más o menos el lugar, no tendría que ser difícil. Decidimos tomar un desvío, total, ¿Quién se iba a creer esas viejas leyendas de cementerios malditos y fantasmas llorones? Si la mitad de esas leyendas fueran ciertas, habría un panteón maya en cada pinche colegio del país.

» Tuvimos razón, no había ningún fantasma allí, había algo peor, una mujer de pelo rosa abrazando a una niña, la niña rabiaba como un perro, pero en muy baja frecuencia, más que un abrazo parecía que la estaba asfixiando. Si, esa era Mika.

» "Identifícate y suelta a la niña", le dijo mi superior.

» "No puedo, hoy no es jueves", respondió.

» ¿Pues que clase de respuesta era esa? Este sinsentido hizo enojar a mi superior que la apuntó con un fusil y repitió la orden. Mika hizo caso, se levantó con las manos en alto, pero la niña se soltó transformada en una bestia rabiosa que se tiró hacia nosotros.

Otro disparo más, este hacia la mejilla, Ruka dalea la cabeza a tiempo y la bala solo la roza superficialmente.

» Recuerdo lo que gritó uno de mis camaradas, "¡Aguas con eso, es un náhuatl!", antes de que esa cosa saltara y le arrancara la cara de un mordisco.

» Fue una situación vergonzosa, aquel que no estaba asustado por la niña, trataba de recargar y apuntar con todo el cuerpo temblando. Mientras la niña solo tenía que morder tobillos y despiezar cuerpos.

» Yo solo tenía un rifle de francotirador, tomé distancia, buscando una posición segura entre las lápidas. La niña ya había masacrado a todos mis compañeros, entonces me miró. Me localizó sin que nada ni nadie pudiera cubrirme, tenía poco más de medio segundo antes de que ella cruzara los 10 metros que nos separaban. Así que no aparté la vista, me centré con todas mis fuerzas mientras pensaba, "mi mamá no crio un cobarde". Percibí su campo de neuronas cuando estaba a medio camino y con un esfuerzo que me pareció sobrehumano, logré que callera de boca contra el piso.

Carlos dispara un cartucho de cuatro balas, Ruka esquiva dos con saltos en zigzag, las otras le dan en el talón y la frente.

» Luego roté mi cadera mientras subía mi arma, junté mi retina en la mirilla y disparé a la nuca de la mujer que estaba de espaldas, porque claramente tenía que ser una bruja. Ni que decir tiene que Mika se giró a una velocidad imposible y partió la bala de un cabezazo.

» Y allí estaba yo, asumiendo mi muerte, cuando se acercó y me ofreció trabajar para ella, la otra opción era morir. Supongo que ya imaginas el resto.

Carlos bacía otro cargador de cinco balas, acierta tres, pero Ruka esquiva bien las dos últimas.

- Eso es todo por hoy - anuncia Carlos.

- ¿Ya está? - pregunta Ruka tirando de la venda con el pulgar hacia arriba. - ¿Cuantas he esquivado?

- Unas tres, no, menos, como cinco - dice Carlos con una sonrisa. - Eso está bien para ser el primer intento. Pero me he quedado sin balas, así que descansamos ya.

Ruka simplemente asiente, los dos se despiden y quedan para verse en el comedor, así tendrán una comida agradable.

Capítulo 13: quien no tenga cabeza que tenga pies.

Nacho juega con la llave entre sus dedos mientras sube la escalera, hoy ha llegado una hora más tarde para no encontrarse con nadie que lo entorpezca. La casera le ha dicho que es la última vez que podrá visitar el apartamento, ese mismo día llegarán por la tarde los padres de Kazuya para revisar sus cosas así que el tiempo es oro.

Enfrente de la puerta, empezó a analizarla como si ocultara algún secreto. Tenía una ranura para el correo a la altura de sus rodillas, un timbre a la altura de sus hombros y debajo la placa que marcaba el número del apartamento. A la derecha de la puerta, una ventana con barrotes, era de la cocina, terminaba a pocos centímetros de donde la casa llegaba a su fin para que empezara la de al lado.

No era una casa muy discreta, encender una luz en el salón iluminaría hasta la cocina, sería fácil acosar a alguien sin ser visto.

La perilla también presenta poca seguridad, introduces la llave y en un movimiento la puerta se abre para ver la totalidad de la casa.

Conectada a la rendija de correos hay una pequeña caja de barrotes donde caen las cartas. Es como una pequeña jaula para un canario, tapada por una fuerte carcasa metálica que se recorre hacia arriba.

A mano derecha, una pequeña encimera, con una pecera que tiene tres peces. Nacho la mira y sonríe, es un acuario bastante bonito, hay un pez de tipo dipnoi que en inglés es conocido como "lungfish", y otros dos que parece que se están besando. A él le hubiera gustado tener peces de pequeño, son como la mascota perfecta, piden poco, no hacen mucho y siempre están ahí.

Nacho entonces abre los ojos como platos, los peces siempre han estado ahí, pero él no recuerda haberlos visto la última vez que estuvo revisando la casa. Además, parecen tener aún restos de comida, ¿Tanto han aguantado? ¿Llevan tres días solo comiendo restos? 

Nacho decide no preocuparse ni intervenir, la última vez se distrajo por culpa de Chizuru, por eso no prestó atención a la entrada. Ahora tampoco se centrará en el detalle, los padres de Kazuya llegarán esa misma tarde después de todo, y los peces parecen tener comida de sobra, ellos sabrán hacerse cargo.

"Ahora necesito concentrarme y buscar pistas, solo eso", piensa.

Revisa mejor la cocina, sigue como la última vez, platos sucios y amontonados, ni siquiera los ha puesto en la canasta de metal que hay sobre el mini-refrigerador para que se fueran secando. El grifo y el fregadero no le aportan mayor información que la del bote de jabón líquido de doble uso, que sirve para manos y para los trastes. A través de la ventana se veía el buen día que hacía hoy, era lo único positivo de esta revisión.

Abrió la nevera por curiosidad, no había mucho, solo aguas y botellas de enfriamiento. "Este pobre chico no tenía ni para una tortilla", pensó Nacho.

A mano izquierda, otra estantería de cuatro repisas con otro acuario, este vacío, sería el que usara para tener a los peces mientras limpiaba el principal. En los estantes solo había objetos de utilería como vasos, cubiertos y botes de comida para peces, uno todavía estaba abierto y la tapa tenía restos de un material que debió ser viscoso y ahora estaba sólido por el contacto con el aire.

"A que puedo apostar que sé que es esto..." Piensa Nacho con repudio mientras mira los pañuelos que hay tirados en el suelo.

La casa de Kazuya era una única habitación de siete metros de largo y cinco de ancho, calculó Nacho un poco a ojo. Exceptuando la cocina, la única otra parte del apartamento era el balcón, al cual se llegaba recorriendo una puerta de vidrio que ahora estaba tapada por una cortina verde y gruesa, si te metías ahí debajo seguro que protegía bien del ruido.

En el centro de ese cuarto con tablas de falsa madera, estaba una mesita de té con patas desplegables. Encima, un portátil cerrado, y a los pies de todo eso, un futón, papeles usados y una caja de pañuelos.

"La otra vez no revisé el portátil", piensa mientras se pone los guantes. "Demonios, estuve aquí 15 minutos y prácticamente me dediqué a mirar el techo y los mangas".

En el centro de la pared a su izquierda esta la estantería de la otra vez, esa que tiene una fotografía de una señora mayor y bastantes libros. Justo detrás de esa estantería están un perchero con varias camisetas colgadas, y delante las cajas que se dijo a si mismo que abriría. No lo hizo, solo tomó una, la agitó y supo de inmediato que era ropa, solo camisas y pantalones, puede que calzoncillos. No tenía razones válidas para abrirlas realmente, así que las volvió a colocar.

Buscó entre los cajones del estante, esta vez a total conciencia. Solo encontró una cosa que le llamó la atención, pero que para él merecía totalmente la pena. Era una fotografía enmarcada en un cristal roto, el marco estaba a poquito de sufrir el mismo destino. Solo cuatro personas en la fotografía, una de ellas era Nanami Mami, Kazuya no estaba... 

"¿Por qué este chico conservaba escondida una foto medio rota de su ex en la que él ni salía?", se preguntó Nacho. No quiso llevársela, así que le sacó una foto y la dejó en su sitio.

Para no dejarse nada en el tintero, solo revisó las camisetas del perchero y el balcón. Nada raro en el primero, aunque le hizo gracia ver varias con temática de peces, una incluso solo tenía escrito "Pez" en el centro en otro idioma, Nacho lo supo porque le sacó una foto y lo tradujo con el identificador de imágenes, ya suficiente le había costado aprender japonés, no estaba para ponerse a adivinar. El balcón no tenía nada, de hecho, prácticamente nada le separaba del vecino, solo una mampara de plástico duro que Nacho estaba seguro de poder derribar de un empujón. 

Al menos el sitio era bonito, estaba relativamente cerca de un árbol con todas sus ramas. A Nacho se le pasó por la cabeza la tontería de que si alguien quisiera escapar de forma secreta podría saltar del balcón a una rama, de hecho, casi que se planteó comprobar si podría saltar de la barandilla a la rama y de la rama a los balcones vecinos.

"Pero que tonterías piensas Ignacio", se regañó a si mismo. "Un joven se muere y tú pensando en hacer el ninja en su apartamento".

Eso fue todo, Nacho abandonó el departamento, sabiendo que seguramente nunca volvería.

"¿Para qué volvería?" Se preguntó mentalmente. "No mataron a Kazuya para entrar aquí a robarle, este pobre chico no tenía ni para una lavadora, ni siquiera creo que su casa sea tan especial para este caso. No se ni que esperaba encontrar, ¿Comida con veneno de largo efecto en su nevera? Joder, tengo que ser más realista".

Nacho se tiró de las solapas y se ajustó la gabardina, el tiempo de hoy no era tan caluroso y refrescaba un poco, lo último que quería era pillar un resfriado.

"Supongo que me iré a comisaría a matar el rato hasta que tenga esa entrevista con Nanami, también tengo que dejar las llaves e informar sobre esa situación", Nacho toma aire y expira. "Me da que hoy va a ser un día aburrido como él solo".

Capítulo 14: temas de culto para el culto.

Ruka estaba emocionada, tumbada en su cama pateaba el aire como si montara en una bicicleta invisible. La sesión de entrenamiento para esquivar balas le había dado vida a su corazón, lo único que lamentaba eran los agujeros que habían quedado en el traje y los zapatos.

Se sentía viva de nuevo, sabía que no era para tanto, que solo era un pequeño cambio sin relevancia que rompía la rutina, como esas veces que tomaba el tren de la línea Yamanote solo para disfrutar de un largo viaje.

"Que cosas sin sentido hago a veces", pensó melancólica. "No debería sentirme feliz porque la gente que me secuestró me esté enseñando a esquivar balas percibiendo la densidad del aire".

Prefirió no pensar en eso, no era culpa de Carlos que Mika la hubiera traído aquí.

"Vamos Sarashina, céntrate, ellos matarían a tu madre si Mika se lo ordenara, ni siquiera harían preguntas", se obligó a pensar al mismo tiempo que tomaba el móvil que la regalaron. "Pero yo tampoco hice preguntas cuando maté a ese hombre con una mesa, o al otro que maté con un mando, al menos estoy segura de que el gordo ese se lo merecía". 

Ruka detiene sus pensamientos, solo se lleva las manos al pecho y piensa mirando al techo. Empieza a recordar la historia de Carlos, con ese historial era difícil culparlo.

"Solo era un niño pobre que vio una forma fácil de conservar la vida. Bueno, pero yo solo era una joven mirando cristales cuando me disparó con un francotirador, no puede justificar eso. No hay forma".

Enciende el teléfono, busca una aplicación de novelas digitales, encuentra una romántica y empieza a leer. Su cerebro procesa línea a línea con solo una mirada, pero ella se fuerza en llevar un ritmo más tranquilo, se supone que la lectura es una actividad relajante.

"Creo que solo hay una persona aquí que puede entender como me siento, después de comer, iré a ver al bibliotecario".

Llegada la hora, Ruka camina por las diagonales oníricas que conforman la caja de zapatos hasta el comedor. Si, estaba vacío, ni siquiera se hizo la sorprendida. Estos días atrás se había limitado solo a desayunar, su cuerpo necesitaba calorías, pero también parecía saber regenerarlas en los puntos adecuados del día. Ruka estaba prácticamente segura de que podría pasar una semana a pleno rendimiento sin comer ni un solo bocado, pero tampoco tenía ganas de comprobarlo.

Abrió la puerta de la nevera, había 10 bandejas de lasaña para calentar. "Enserio, ¿Quién trae estas comidas?", se preguntó Ruka mientras tomaba una.

Encima de la repisa vio un microondas, era una versión grande, como un horno en miniatura. Ruka lo encendió para precalentarlo mientras leía la letra pequeña, "siete minutos a 460 grados".

"¿460?" Ruka gira la cabeza rápido, mira las ruletas y vio que si era una temperatura posible. "Increíble, el horno de mi casa solo llegaba a los 250 grados". 

Ruka introduce la bandeja con la pasta, mientras se hace, tararea una melodía y mira su móvil. Carlos entra por las puertas y pone una media sonrisa en su cara cuando escucha lo que tararea.

- Hora de Aventuras, llama a tus amigos - dice Carlos siguiendo el ritmo musical. - Es pegadiza, lo se.

- Buenas tardes, Carlos - dice Ruka con una pequeña reverencia de cabeza.

- Que elegancia la de Francia - responde él con una sonrisa completa. - ¿Por qué tanto entusiasmo?

- Solo estoy siendo formal, no te hagas ideas equivocadas - dice Ruka inflando un poco los cachetes. - Eres varios años mayor que yo, y ahora somos más amigos, ¿Tengo que empezar a llamarte sempai?

- Ay, no preguntes eso, y no se te ocurra llamarme así - dice Carlos subiéndose las gafas. - Puedes llamarme compa, Carl, o gordo pendejo, pero no me llames sempai, suena a estatus romántico.

- Me da que te estás haciendo muchas ilusiones muy rápido - dice Ruka poniendo los brazos en jarras.

"Exclamó la chica que se enamoró de un hombre porque la salvó de caer por las escaleras por las que él le había empujado", pensó Carlos abriendo la nevera.

- Y a mi me da que te estas haciendo lasaña - prefiere agregar el rubio.

- A, si, es lo único que hay - dice Ruka. - ¿Te puedes creer que se tiene que poner a 400 grados? Estos son microondas avanzados, es algo que me cuesta creer.

- A mi lo que me cuesta creer es que nunca en mi vida he visto un anuncio de microondas - dice Carlos con la lasaña apoyada al pecho. No podía tomarla con todos los dedos pues estaba muy fría para las yemas al descubierto de sus guantes con mitones. - Piénsalo, la única persona que conozco que ha visto uno es Iris, y porqué en su país las publicitaba Samsung.

¡Clin! La lasaña termina de calentarse.

- Así que es coreana - dice Ruka sacando la pasta ardiendo con sus manos desnudas. 

- ¿Tenías dudas? Su cara no deja muchas opciones, era eso, china, o japonesa - dice metiendo él su lasaña.

- Que racistas podéis llegar a ser los occidentales con los rasgos asiáticos - dice Ruka con los párpados caídos y una mueca de repudio.

- Que me lo diga la chica que me llamó sudamericano marrón es demasiado irónico - dice Carlos de nuevo con una sonrisa.

- Es diferente - es el último comentario que Ruka agrega antes de dirigirse a buscar una mesa.

Cuando Carlos termina de calentar su comida va tras Ruka, ella se ha dirigido a la mesa del final, la que está debajo del televisor. Mientras esperaba a Carlos había estirado los hierros de las patas que dobló esa mañana sin querer.

- Tengo otra pregunta - dice Ruka mientras se sienta Carlos. - ¿Quién compra toda esta comida? 

- El escuadrón 70 - responde Carlos. - Aunque solo compran alimentos para los miembros que lo necesitan, ellos ni comen ni beben, como te dije, son especiales.

- Ya veo - murmura Ruka perdiendo su mirada en el conjunto de queso, carne y pasta con boloñesa. - ¿Cómo de especiales? 

- A ver, solo hablando de la última misión en la que los vi en acción, una mujer del escuadrón equivale a dos veces todo lo que has demostrado, y un hombre a siete - dice Carlos tomando un porte más sombrío. - Aunque si yo fuera tu me preocuparía de otra cosa.

- ¿Qué? - pregunta Ruka sin un ápice de miedo.

- De los cubiertos, ¿Con que te vas a comer la lasaña exactamente si no? 

Ruka mira en todo su alrededor, vaya, estaba tan acostumbrada a comerse todo sin masticar que había olvidado que la gente normal usaba cuchillos y no sus propias manos.

- No hay problema - dice Carlos echandose su mano al cinto y sacando dos tenedores. - Te he traído uno.

- Gracias - dice tomándolo de su mano.

- No hay porqué.

Ruka toma una porción de su comida, quema como un hierro al rojo vivo, pero su cuerpo lo aguanta sin ningún percance. Carlos en cambio va a gastar los próximos cuatro minutos soplando.

- Oye, quiero hacerte una pregunta - dice Ruka centrada de nuevo en su comida.

- Pues dime sin miedo.

- ¿Cómo te acostumbraste a estar aquí? Yo no sé si podré hacerlo, es la primera vez que estoy tan lejos de cualquiera que conozca o me conozca - dice Ruka con la sinceridad por bandera.

- No tenía más opciones, haz de cuenta que yo me inscribí al ejército sabiendo que seguramente nunca volvería a ver a mi familia, ya tenía en mis planes llevar la tristeza en mi corazón - Carlos vuelve a soplar su alimento. - Hay una frase que se dice entre el ejército, "si no puedo cumplir mi sueño, cumpliré el de mi patria", pues yo no estoy cumpliendo ninguno.

- ¿Entonces por qué siempre estás tan animado? - pregunta Ruka, dejando reposar el cubierto en el plato. - Yo echo de menos a mi madre, a mi padre y a mis amigos, creo que incluso a mi trabajo, una parte de mi sigue preocupada por aquel pobre muchacho que me invitó a una cita y terminó viendo mi cuerpo colgado de un arnés.

- Cuando llevas tanto tiempo aquí solo piensas en dos cosas - Carlos se baja las gafas y se las ajusta con el pulgar. - Hacer lo que sea para que Mika no te mate y sobrevivir lo suficiente para escapar - Carlos se mira su hombro, ya sin vendas y con todas sus facultades. - Es decir, estoy aquí hasta que muera o hasta que escape, lo que pase primero.

- Perdón por haberte dejado así el brazo - dice Ruka, arrepentida como una niña que juega con la consola hasta tarde.

- Perdón por haber intentado matarte - dice Carlos llevándose el primer bocado de lasaña a la boca. - No se lo digas a Iris, se que no va a servir de mucho pero fallé el tiro a propósito, creí que merecías mínimo una oportunidad de probarte.

"La culpa es de Charls, debió calcular mejor la velocidad de la bala en relación a la gravedad y la altura", recordó Ruka. Eso fue lo que Mika dijo del disparo de Carlos.

- ¿Por qué Iris no debe saberlo? - preguntó.

- Cuando sepas su historia lo entenderás. 

Ruka controla sus ganas de saltar y darle un bofetón. - Ella no quiere decírmela.

- Querrá tarde o temprano, cuando empezó en esto tampoco me hablaba - da otro bocado y hace lo posible por disimular que le está quemando. - Pero este lugar te fuerza a hacer amigos, y si no es el francotirador rubio, será la niña jueves, o cualquier otro fenómeno de los que andan por aquí.

Ruka pensó de inmediato en el hombre rosa de pies ruidosos, ese que la pidió un tazón, también pensó en el bibliotecario, aunque él conocía a Iris, dijo que su habitación era como el punto ciego de los que temen a Mika.

- Bueno, suficiente charla, voy a poner mi novela - dice Carlos mirando a la tele para que empiece a reproducirse un episodio de Hora de Aventuras.

Después de comer y de limpiar la mesa, ambos salieron del comedor a la vez.

- ¿Y que vas a hacer ahora? - Pregunta Ruka.

- Haz de cuenta que tengo que ir a mi habitación a ejercitar un brazo, lo hago mínimo 3 veces en semana - responde el rubio.

- ¿Es un ejercicio especial para sostener mejor el francotirador?

- No, jaja, no, créeme es muy común.

- Pues no lo entiendo, no vi mancuernas en tu habitación para que entrenes a solas - comenta Ruka antes de pensar detenidamente en sus palabras.

- Es algo que solo los hombres entienden - dice Carlos ajustándose un guante.

- Algo - Ruka lo mira con los ojos entrecerrados. - No irás a hacer algo raro, ¿Verdad? 

Carlos solo se sonroja sonriendo mientras se encoje de hombros.

- Maldito pervertido - Ruka se contiene para no sacarle un brazo con el jalón que le da. - Esa actividad es indecente, te vienes conmigo a la biblioteca.

- ¿Qué? - Carlos intenta clavar los pies en el suelo y solo se resbala con las baldosas. - No, no mames, no me lleves con el bibliotecario, ese wey me da miedo.

- Sorry, I dont espiko español - dice Ruka mientras lo arrastra.

- Vamos Ruka, era broma, déjame ir.

Aunque Carlos se quejó y rogó por dos minutos, no sirvió de nada, Ruka lo llevó consigo hasta la mítica sala cúbica donde estaba su joven pero envejecido amigo.

El bibliotecario estaba leyendo un libro en una esquina, era distinto al de la otra vez, pero en cierto modo desprendía un aura de magia negra que hacía que Carlos tuviera ganas de orinarse encima, para su desgracia, eso no era metafórico.

- Buenos días Ruka - dice el bibliotecario cerrando el libro y quitándose la capucha. - Buenos días a ti también Charles.

- Muy buenos días, si señor - dice Carlos tratando de disimular los nervios. - ¿Tienes por aquí algo de Dragon Ball?

- Tienes el "Viaje hacia el oeste" a tu izquierda - dice el bibliotecario señalando con una mano huesuda. - Es lo más parecido que tengo a las aventuras de Goku por aquí.

- Si, eso me sirve - dice Carlos empezando a buscar.

- ¿Y a ti que puedo ofrecerte, Ruka? - pregunta mirando a la joven japonesa. - No encontré nada de amor, pero tengo un libro llamado "Como entrar en los sueños de quién amas, volumen 2", me comentan que el volumen uno fue un éxito a principios de verano.

- No, gracias - dice Ruka con la delicadeza de una dama. - Solo he venido aquí a ver qué tal estabas.

- Estoy bien, si, no hay mucho que hacer por aquí - levanta su nuevo libro para que Ruka lea la portada. - Estaba investigando sobre las maldiciones mentales, aquí hay una brutal, se llama Ar ki Forgot, una vez te la lanzan, cada vez que quieres hablar de ella se te olvida que la tienes, es muy debastadora.

- ¡Cielos! - dice Ruka llevándose una mano a la boca para fingir asombrarse. - Eso debe ser horrible, ¿De donde sacas estos libros?

- No los saco, aparecen solos - dice mirando todas las filas de las estanterías. - Los únicos que se conservan son los que salen de aquí. Más creo que eso es efecto secundario de mi maldición, el libro por el cual Mika vendió mi alma estaba vinculado a una biblioteca que se quemaba y luego reaparecía en otro lugar.

- Entiendo, lamento oír eso.

- ¿Por qué? - el bibliotecario la mira con genuina duda, como si hubiera dado un falso testimonio ridículo en un juicio. - El saber no ocupa lugar, aquí nunca me aburro con tanto libro.

- El saber no ocupa lugar, esa es una buena frase - dice Ruka sonriendo. - Estoy de acuerdo con eso, hay una cosa que me gustaría saber y creo que puedes ayudarme.

- Intentaré ser útil con lo que pueda.

- Obliga a Carlos a que me cuente por qué Iris me odia - dice señalando a su amigo rubio.

¡Paff!

Un libro de volumen grueso cae al suelo, el bibliotecario se distrae con el ruido, Ruka no. Carlos a tirado el libro de "Viaje hacia el oeste" como distracción al mismo momento que abre la puerta para salir corriendo.

"¿Este tonto realmente creé que puede escapar de mi corriendo?", piensa Ruka con los ojos en blanco.

Cuando la japonesa se pone en posición para acelerar, Carlos regresa caminando marcha atrás, como si hiciera el "Moon Walker" a zancadas.

- Te voy a pedir que no tires mis libros - dice el bibliotecario. - Ese es el único aviso que te concedo.

"Ya veo" piensa Ruka sin sorpresa en su rostro. "El bibliotecario le ha obligado a caminar de vuelta a aquí".

- No mames Ruka, ¿Confié en ti y usas a Don sobrenatural para encerrarme? - dice Carlos mientras gesticula exageradamente con los brazos.

- Yo no estoy del lado de nadie - dice el bibliotecario. - Simplemente no quiero que tires mis libros.

- Si, contaba con eso - dice Ruka sin cambiar la expresión. - Ya vi que preferías no hablar de la vida de Iris.

- ¿Qué? ¿Entonces? - la cara de confusión de Carlos parece un cuadro surrealista.

- Lo he dicho para ver cómo reaccionabas - torna los ojos involuntariamente. - ¿Pero salir corriendo, de verdad?

- Pues es un instinto de supervivencia, es como si te hubieras quitado las medias en una habitación cerrada - Carlos indignado se cruza de brazos. - Das a entender cosas que no son por la falta de contexto.

- No importa eso ahora, Carlos - Ruka se acerca a él y este retrocede por instinto hasta quedar arrinconado en la esquina. - El bibliotecario dijo que este era el único lugar seguro, el único punto lejos de Mika, se que no vas a decirme por qué Iris me odia, pero puedes hablarme de el día que empezó a odiarme.

- ¿Por qué te acercas tanto? Me estoy agobiando.

- Dime en que consistía exactamente la misión en la que Mika os pidió matarme - Ruka lo contempla como si buscara en él la verdad del fin de los tiempos.

- Un momento - dice el bibliotecario, todo el terciopelo de su túnica se eriza como si fuera un gato asustado con un cohete. - ¿Mika te quería muerta y sigues aquí? ¿Sobreviviste a algo así?

- Dos veces - dice Ruka alzando sus dedos índice y corazón. Aún clavando la vista en Carlos.

- De acuerdo, ahora yo también necesito esa información - dice el bibliotecario moviéndose hacia Carlos.

La figura encapuchada parecía crecer como una sombra de un ciprés tras la mirada fría y azul cristal de Ruka. El aura del bibliotecario cambiaba la percepción de quien quisiera intimidar.

- Esta bien, esta bien - dice Carlos buscando apartarlos con los brazos estirados. - Sois muy perseverantes para algo tan básico - se levanta las gafas y los mira de nuevo. - Pero si Mika me mata, quiero que busquéis en mi cuarto y quemeis todo, nada de preguntas.

- Me comprometo a ello - dice el bibliotecario.

"No mames, estos pedos solo me pasan a mi", pensó Carlos. "Si miro muy fijo a Ruka a lo mejor le causo jaquecas, pero con el bibliotecario si que no voy a poder, podría hacer que me apareciera un cristal en medio de la cabeza. Ay, ay, ay, no que muy chingon, esto me pasa por jugar le al vergas", es lo último que piensa antes de aceptar su destino.

- Está bien, se los diré - acepta Carlos al fin. - Pero para saber el contexto completo, tienes que saber que esta historia no comienza conmigo, si no con un wey al que le gustaban las patas y otro bato que veía gente muerta.

Capítulo 15: la verdad y la mentira se dicen con la misma boca.

El despacho de Ninoroki era fino y ordenado. Tenía tres estanterías para libros e informes, un escritorio gris con dos cajones anchos y sobre la mesa una foto tomada por su mujer que lo muestra a él de más joven cargando a su hija de 7 años.

En estos momentos, Ninoroki está dándole vueltas por última vez al caso de los tres chicos del bosque. Tiene la carpeta abierta y encima lee la última hoja del expediente, la que enlista las anomalías en la putrefacción de los cuerpos.

Toc, toc, toc, alguien llama a la puerta.

- Adelante, puedes pasar - dice Ninoroki.

- Hola, buenos días colega - dice Nacho mientras abre la puerta.

- Buenas tardes Nacho - le dice Ninoroki con una reverencia de cabeza. - ¿Qué tal te ha ido investigando la casa, otra vez?

- Nada nuevo que aportar - responde Nacho con un gesto de disgusto. - ¿Qué tal te va revisando el caso? 

- Digo lo mismo - Ninoroki cierra el documento y lo guarda en el cajón. - Los muertos siguen sin hablar, así que no hay forma de preguntar cómo ocurrió el accidente.

- ¿El análisis forense no revela nada nuevo? 

- Me temo que no.

- ¿Ni siquiera algo sobre los restos devorados?

- Animales pequeños, seguramente un zorro rojo o un gato iriomote - Ninoroki se encoje de hombros. - No comieron mucho, estaban cerca de la carretera y los ruidos dispersan a los animales.

- Entiendo - dice Nacho asintiendo con la cabeza. - Al menos ya tienes más información nueva que yo con mi caso - Nacho saca las llaves del departamento de Kazuya del bolsillo. - Vengo a devolverte esto, ya no voy a necesitar regresar al departamento del muchacho.

- Entiendo, gracias - Ninoroki estira la mano y Nacho se las lanza con una buena parábola. - Supongo que no estaba la casera tampoco, para preguntarle.

- O si estaba, pero no ha dicho nada nuevo, Kazuya jamás presentó problemas en su residencia - Nacho se ajusta un poco más la gabardina. - Aparentemente solo hubo problemas una vez que discutió con una vecina en el pasillo de fuera, pero eso fue incluso antes de las vacaciones en la playa.

- Entiendo, pero entonces, ¿Por qué no le has dado las llaves a ella?

- ¿E? - Nacho se descuadra y hasta parece que el sombrero se inclina con duda también. - Fuiste tú quién me dio las llaves, di por hecho que tu serías quien las devuelva.

- No, hombre, podrías haberlo hecho tú - Ninoroki forma una media sonrisa. - No se si te acuerdas, pero tú también eres policía.

- Jaja, que sarcástico y que gracioso - dice Nacho moviendo las caderas de izquierda a derecha para matizar que lo está remedando. - Bueno, hoy tampoco tengo la cabeza en su sitio, voy a tener que entrevistar a una sospechosa.

- ¿A sí? ¿Quién?

- Nanami Mami, la primera exnovia de Kazuya.

- ¿La chica que traumatizaste en la universidad? - Ninoroki lo dice con una expresión facial mínima, aún así, Nacho reconoce sarcasmo en él.

- Si - dice entre dientes - esa misma.

- ¿Sobre qué hora será? - pregunta mientras saca una agenda. - Lo digo para tener la sala de interrogatorio despejada.

- A, no, realizaré la entrevista en mi casa - Nacho deja de hablar cuando Ninoroki deja la libreta de golpe y lo mira con ambas cejas alzadas. - ¿Qué? No podemos acusarla de sospechosa en nada, seguramente tenga coartada y me rogó que no podía venir a comisaría, que le daba miedo.

- ¿Y la ofreciste tu casa?

- La ofrecí la suya y también lo rechazó - Nacho cierra los ojos y niega con la cabeza. - No soy el mayor conocedor de mujeres, pero no hace falta que me lo digas, se que esto tiene pinta de trampa de exnovia loca.

- Bueno, yo no diría tanto - dice Ninoroki juntando las manos sobre el escritorio. - Pero si es bastante extraño que quiera ir a tu casa sin conocerte, aunque bueno, eres policía, no tiene que pasar nada raro.

- Exactamente - Nacho asiente con la cabeza.

- ¿Porqué no estarás pensando en grabarla o amenazarla, verdad?

- ¿Pero quién te crees que soy, la mafia de Sicilia? - dice Nacho indignado y haciendo un gesto exagerado con un brazo. - No voy a grabarla, tomaré nota de su testimonio como hice con Chizuru y ya, además, mi casa solo tiene cámaras de seguridad en la entrada.

- Muy bien, pero si te denuncia la creeré a ella - le dice Ninoroki apuntándole con dos dedos como una pistola.

- Me alegra tener amigos así - dice Nacho con los ojos en blanco. - Me voy, no falta mucho para que sea la hora, adiós.

- Cuídate - dice Ninoroki despidiéndose con la mano.

Mientras tanto en el mismo momento pero en otro lugar, Mami sale de la universidad camino a la estación de tren. Su mirada refleja muerte y sus pensamientos son un amasijo de escusas enlazadas para buscar la manera perfecta de conseguir que la conversación que tendrá se alinee con sus intereses.

- Menudo par de piernas ¿No? - dice alguien a su espalda.

- No ves ese tipo de chicas ni siquiera en Shinjuku - comenta otro a un amigo.

- ¿Creés que será modelo o algo? - pregunta alguien más.

Ese era el día a día de Mami, esos eran los comentarios que recibía caminando por la calle con cualquier cosa que llevara, cumplidos que en la mayoría de casos rozaban el acoso. Normalmente iba con la cabeza alta, fingiendo que no escuchaba, pero hoy no tenía ganas de fingir, todavía no, por lo menos.

Así, mientras Mami apartaba a dos insolentes con una mirada para obtener un hueco libre, Nacho conducía en dirección a su casa mientras pensaba en que se haría para comer.

Entró a su casa y encontró a Mei fregando el suelo de la cocina. Ella al percatarse de su presencia, rápidamente lo dejó todo e hizo una reverencia.

- Buenos días, Sabina-san - dice. - No esperaba que llegara hoy tan temprano.

- Buenos días, Ayako-san - dice Nacho haciendo una reverencia también. - Fue todo un plan de última hora que olvidé decirte, necesito que hoy te vayas antes, como ahora mismo, por ejemplo.

- Pero no he terminado de realizar los quehaceres del hogar.

- No te preocupes, te pagaré estas horas - dice Nacho buscando un perchero donde colgar su sombrero. - Pero me traigo entre manos un asunto policial y de verdad necesito que vayas a casa.

- De acuerdo - dice Mei quitándose el delantal que llevaba por protocolo. - ¿Necesitaré hacer horas extra?

- Ayako-san - Nacho gira buscando sus ojos. - No necesitas recuperar estas horas, enserio, ya haces un muy buen trabajo.

- Muchas gracias, Sabina-san - hace otra reverencia. - Solo me gustaría preguntarle una cosa antes de irme.

- Por supuesto, dime - Nacho se rasca un ojo para quitarse una legaña.

- ¿Tiene pensado adoptar un perro o casarse? 

- ¿Qué? - a Nacho le pilla por sorpresa la pregunta y por poco se mete un dedo en el ojo. - No, no tengo ninguna... ¿Has hablado con mi madre?

- Si, me escribió ayer cuando estaba en mi casa.

- Dejala, solo se está proyectando - dice mientras se quita la gabardina y la pone sobre la silla que tiene más cerca. - Entre tú y yo, parecerá rica y muy fina, pero en realidad daría lo que fuera por trabajar en una peluquería, a veces la oía decir eso en sueños, tenía problemas para dormir.

- O, lo siento por ella - dice Mei agachando la cabeza.

- No te preocupes, eso fue hace años, ahora sigue igual aunque más estricta.

- Entonces, ¿Tampoco está interesado en casarse conmigo? - pregunta Mei con la voz más dulce que tiene.

- Ayako-san, no diga eso - dice Nacho dándole deliberadamente la espalda para que no lo vea sonrojarse. - Casi no nos conocemos, usted ni quisiera me ama de verdad.

- Ahora no, pero con el tiempo llegaría a hacerlo - dice ella sonriendo, sus mejillas se colorean un poco.

"Esto tiene que ser un sueño, una fantasía de esas que tienen los hombres sin afecto que buscan una mujer asiática sumisa que sea más su madre que su esposa", piensa Nacho mientras se tapa la cara con las manos por la vergüenza. "Además, ella solo te lo está pidiendo porque tu madre literalmente la está pagando para que lo haga".

- Ayako-san, yo a usted la adoro, de verdad - Nacho busca las palabras adecuadas mientras se rasca su barba de tres días. - Pero no la amo, creo que nadie mejor que usted entenderá la importancia del amor en una relación.

- Eso es cierto - dice masageandose el anillo que una vez fue de bodas y ahora es de viuda. - Perdón por hacer que desperdicie su tiempo, ya me voy.

- Soy yo el que se disculpa, en nombre de mi madre, por obligarte a plantear esas ideas - Nacho hace una reverencia de perdón. - Lamento este incidente.

Aclarada la situación, Mei abandona la casa mientras Nacho se tumba en el sofá rogando al cielo que se lo trague y acabe con su miedo hacia el compromiso. Al final, Nacho se quedó dormido y solo despertó de sobresalto con el pelo revuelto cuando escuchó el timbre de la puerta.

"¡Ostias, Nanami!" Se repuso de un salto. 

Mientras Nacho se encaminaba a la puerta, Mami miraba la hora en su móvil y se volvía a quejar mentalmente de la efectividad policial de ese tal Ignacio.

La verja se abrió cuando Mami empujó luego de escuchar el interruptor. Ese sistema era poco común en las casas, se ve que su anfitrión era alguien de buen nivel adquisitivo.

"Ni siquiera ha preguntado antes de abrir", piensa Mami.

- Hola, buenos días - dice Nacho mientras abre la puerta.

- ¡Buenos días! - dice Mami con su mejor sonrisa.

- Adelante, pasa - dice Nacho colocándose un poco los pelos que tiene de punta. - Pasa directamente al salón, es la primera habitación a mano derecha.

- De acuerdo - Mami avanza con paso seguro pero analizando todo. Por lo pronto ya ha visto la cámara de la entrada y los pelos desordenados de Nacho le dan mala vibra.

- ¿Quieres algo para tomar? ¿Un té por ejemplo? - le ofrece Nacho una vez que pasa.

- No, no querría ser mucha molestia - dice Mami negando con una mano mientras sonríe y cierra los ojos. - Solo vengo a presentar mi testimonio, nada más.

- A, vale, pues lo dicho, ahí está el salón - Nacho lo señala con el índice. - Yo mientras subo que me he dejado el bolígrafo arriba.

Mami se descalza y se dirige a la habitación indicada. Recibe una buena impresión, lugar espacioso que todavía huele a limpio, eso le agrada. Se pone de rodillas en el lateral izquierdo de la mesita de té mientras escucha a Nacho trastear arriba.

"No parece que haya cámaras por aquí", piensa mientras mira a su alrededor fingiendo que se peina. "Pero no voy a bajar la guardia, esto podría ser una trampa".

- ¡Ajá, lo encontré! - grita Nacho cuando consigue un bolígrafo azul que si pinta.

Bajó las escaleras a zancadas que pasan los escalones de dos en dos y finalmente se sienta de piernas cruzadas enfrente de Mami luego de tomar la libreta de su gabardina.

- Perdón por hacerte esperar, es la primera vez que me pasa esto - agita el boli vic azul de su mano para que se entienda.

- ¿Es la primera vez que trae una chica a su casa? - comenta Mami sonriente para romper el hielo.

- Jeje - Nacho se ríe y casi que se avergüenza. - Bueno, eres la primera que no viene cobrando.

La cara de Mami muere en ese instante. Sus ojos recuperan ese vacío y bajo su ceño parecen formarse las tinieblas de un bosque. Nacho abre mucho los ojos cuando es consciente de la estupidez que ha dicho.

- Perdón, yo me refería a la señora de la limpieza - coloca la agenda y la sujeta con la mano mientras apoya el bolígrafo para escribir. - Lamento que lo hayas malinterpretado, es que no se elegir muy bien mis palabras recién despertado.

- A claro, lo entiendo - dice Mami recuperando la compostura a la misma velocidad que la perdió mientras piensa, "ese puto comentario le acaba de costar la poca estima que le tenía señor agente".

- Entonces, dime, joven - Nacho procura no hacer referencia al nombre propio, sabe que puede ser considerado una falta de respeto y además no controla bien los sufijos respetuosos. - ¿Cuál era su relación con Kinoshita Kazuya?

- Bueno, como ya sabrá, él y yo estuvimos saliendo - Mami hace que sus pupilas recorran el filo de sus ojos hasta perderse un poco en los laterales. - Pero no llegamos a hacer nada, solo éramos una pareja normal, salíamos juntos, nos escribimos, ya sabe - Mami cierra los ojos y expone ambas palmas a la altura de su cara, cualquiera diría que es la viva imagen de una persona inocente. - Al final él y yo no compaginamos, ni siquiera llegamos al mes cuando rompimos, pero seguiamos siendo amigos.

- Entiendo - Nacho lleva la libreta más cerca de su cara y escribe algo en español.

"Estoy medio paranoico, pero mejor no escribir en un idioma del cual pueda identificar los movimientos", piensa Nacho.

Mami sigue hablando largo y tendido por otros dos minutos, Nacho después del primer minuto baja la agenda, relaja la espalda y simplemente escucha.

- ...Y claro, después de la pelea en la playa casi no volvimos a vernos, por eso fue tan repentina para mi la noticia de su muerte - Mami se lleva una mano a la frente y agacha la cabeza. - Ni siquiera me puedo imaginar lo mal que lo debe estar pasando su novia ahora, ¿Sabría decirme cómo está ella?

Nacho decide guardar silencio y desviar la mirada hacia las notas de su agenda.

- ¿Eso es todo? - pregunta finalmente.

- Si, ¿Por qué? - dice Mami dejando que el vacío llene sus ojos.

- Por nada, es una historia interesante - Nacho da tres toques en la agenda con el bolígrafo. - ¿Qué tal si ahora me cuentas algo que sea verdad? 

Las miradas se cruzan, esa pregunta es contundente y golpea con la fuerza de un "jomeran". Mami está más fría que el hielo, trata inútilmente de sonreír y retomar terreno, pero la cara de Nacho revela parte de su experiencia, no se va a tragar nada.

- No puedo entender a que se refiere - dice Mami con una sonrisa nerviosa.

- A eso mismo, a cómo gesticulas - Nacho empieza a señalar las notas en su agenda. - Cierras mucho los ojos y sonríes cuando dices algo de manera pasivo agresiva, tratas de justificarte continuamente, y noto como desvías la mirada hacia todos los puntos de la habitación, te digo desde ya que no tengo cámaras - Nacho tacha todas sus afirmaciones y vuelve a mirar a Mami. - Nanami, si no me vas a decir nada importante, no me hagas perder el tiempo.

Decir que la cara de Nanami Mami era un cuadro sería quedarse cortos, su cara era todo el expresionismo del barroco concentrado en la sonrisa de la Mona Lisa. Consciente por fin de que sus planes no darían resultado, solo tenía una de dos opciones, o levantarse e irse, o abrirse emocionalmente con aquel policía.

- Lamento haberle hecho perder el tiempo - dice Mami mientras se levanta. - No hace falta que me diga nada, se el camino a la salida.

- ¿De verdad quieres hacer eso? - pregunta Nacho cuando Mami está en el umbral de la puerta. - Mira, no soy un experto en interacciones sociales, pero si estabas tan desesperada como para venir a la casa de un policía a mentirle, algo me dice que no tienes nadie más con quién hablar - Nacho da tres toquecitos en el borde de la mesa. - No estás obligada a darme explicaciones, pero un instinto policial me dice que no dejarás de darle vueltas al asunto hasta que no aclares tus sentimientos, así que por favor, Nanami, siéntate y dime que te ocurre.

Mami le mira de soslayo, algo dentro de ella desearía que todo esto se pudiera solucionar dejando dinero en la mesa y abandonando el sitio, pero quizás y solo quizás, esta era una oportunidad única de hablar sinceramente con alguien.

Mami se vuelve, avanza hacia delante y mirando a Nacho a los ojos hace una única pregunta, - ¿Qué es lo que sabe realmente de Kinoshita Kazuya?

- Era un estudiante de administración de empresas - Nacho se rasca la barba de tres días mientras trata de nombrar de memoria todo lo que ponía en el informe y lo que averiguó. - No era un chaval muy destacado, sus notas iban en el promedio bajo, aparentemente tenía una novia mucho más guapa que él y parece ser que le gustaban los peces, según sus amigos no era una mala persona, pero me atrevería a decir que era un poco pervertido.

- ¿Un poco solo? - pregunta Mami alzando una ceja. - He conocido viejos verdes en el metro menos desesperados por aprobación femenina que él, ¿Quiere saber la verdad agente? Bien, yo se la diré, tome nota.

- Soy todo oídos - dice Nacho girando el bolígrafo entre sus dedos. - Ahora cuénteme, ¿Cómo conoció a Kinoshita Kazuya?

- Conocí a Kazuya un 4 de abril, uno de sus amigos había invitado a salir al grupo de dos amigas con las que yo también salía - la mirada de Mami evoca una falsa sensación de nostalgia. - Kazuya estaba ahí, al fondo, era el más discreto de sus amigos y estaba totalmente colorado al verme, como si hubiera encontrado a su alma gemela enviada por el destino.

» Lo primero que supe de él lo dijo un amigo suyo, era virgen y jamás había tenido una novia. Pensé que eso era lindo, me fie de la piel de cordero sin ver al lobo, y cuando me pidió salir le dije "si, está bien, salgamos tú y yo". Me abrí emocionalmente todo lo que pude, le confesé que antes de estar con él estuve en otras dos relaciones que fracasaron, éramos dos novatos en el amor.

» No podría explicarle por qué, pero tras una cita en un parque de atracciones y después de nuestro primer beso, su actitud se volvió más insistente con un solo motivo, acostarse conmigo.

- Puedo imaginarme que no te sentó bien - dice Nacho terminando de anotar.

- Con todo respeto hacia su persona, pero ni siquiera se imagina el dolor que sentí cuando la persona en la que había optado por confiar gritó en mitad de la calle que tal vez no lo hubiera conseguido pero que la próxima vez que nos viéramos me llevaría a su cama - la cara de Mami ya no enmascara ningún sentimiento. - Tuve que romper con él por teléfono, ni siquiera me atreví a encontrarme con él a solas, he escuchado miles de historias de chicas asesinadas por volver a ver a su exnovio de actitudes depravadas. Se lo imagina, creí que podría morir. 

- ¿Veías a Kazuya como alguien capaz de asesinarte a sangre fría? - la cara de Nacho cambia a una con un porte más incrédulo, podría haber mucha exageración de por medio. - No quiero restarte credibilidad, pero eso choca con todo lo que se de él.

- Bueno, tanto como asesinarme no - Mami intenta ser más convincente con expresiones menos exageradas. - Quizás solo seguiría molestándome, quizás rogando en lugares públicos para dar un espectáculo, ese tipo de cosas.

- Lo entiendo - Nacho hace una última anotación. - ¿Y sabes si este tipo de comportamientos también los tuvo con su segunda novia?

- Delante de mi, no, pero nunca llegué a hablar mucho con esa chica, solo la vi en un día de playa.

- No hace falta que sigas, ya me han contado esa historia - dice Nacho extendiendo una palma para indicar que pare. - No obstante, hay algo que si me gustaría saber. Dices que solo recuerdas a su novia por lo ocurrido en la playa, ¿Pero nunca te la encontraste por los pasillos? Vuestra universidad no es tan grande.

- La novia de Kazuya no estudiaba en nuestra universidad - responde Mami en una afirmación más tajante que el corte de una katana.

- Pero, toda la universidad sabía que estaban saliendo, ¿No? - Nacho se cruza de brazos.

- Lo sabían, pero porque era irrisorio que una chica tan guapa estuviera con un don nadie como Kazuya - dice ella. - Jamás me encontré con Chizuru por los pasillos, o en alguna clase, solo la veía de lejos cuando estaba con él.

Las palabras de Mami vienen en picada desde un medio plano como un kamikaze, de pronto múltiples de las afirmaciones que Chizuru dio se contradicen, eso no abre un arco de posibilidades muy favorable para su persona.

- ¿Por qué necesita saber eso? ¿El lugar donde estudia Chizuru es relevante para el caso? - Mami retoma la palabra.

- ¿Qué? - algo aturdido por las nuevas revelaciones, Nacho tarda un poco en centrarse. - A, no, nada de que preocuparse, Kazuya murió en un accidente fuera de un acuario, tengo pruebas de sobra que demuestran que le gustaban mucho los peces, todo indica que esto fue solo un accidente.

- ¿Y si tiene claro que fue un accidente por que necesita mi testimonio?

- Es solo protocolo - Nacho tira la baza de su voz autoritaria. - Averiguar la relación de Kazuya con amigos cercanos y familiares servirá para esclarecer que hacia solo en aquel lugar.

- Entiendo - dice Mami con la misma expresión muerta de siempre. - Pues si no soy útil en nada más, creo que debería irme.

- Solo necesito una cosa más - dice Nacho sacando su móvil. - ¿Reconoces esta fotografía?

Nacho le muestra a Mami la foto que tomó del cuadro de Kazuya. Mami toma el móvil entre sus manos y mira con atención a los detalles, a una parte de ella le duele que el cristal esté roto en la parte cerca de su cara.

- Es una foto que nos tomamos el primer día que nos conocimos - dice ella. - Eso es todo, no entiendo porque está rota.

- La tenía guardada muy dentro de un cajón, se rompería por accidente - dice Nacho mientras recupera y guarda su móvil. - En fin, eso era todo, si lo necesitas ya puedes irte.

- Si, adiós y muchas gracias - Mami se gira y en una zancada ya está en el humbral.

- Nanami - la llama Nacho causando que se voltee. - Si crees que esto es demasiado para ti, puedo conseguirte ayuda profesional.

- No, no hace falta, no se preocupe - dice llevándose ambas palmas cerca de la cara mientras niega y sonríe. - Estaré bien, entiendo que los accidentes así ocurren, adiós y muchas gracias otra vez.

- De nada, me levantaré para abrirte la verja - dice Nacho mientras se incorpora. - Aún así ten mi número a mano para ponerte en contacto conmigo por si lo necesitas.

- De acuerdo, adiós - dice Nanami Mami con una sonrisa aún más amplia.

"La cara de esta chica es un libro abierto", pensó Nacho mientras la despedía de su casa. "En cambio Chizuru, tantas contradicciones en su persona ya no es normal, mañana tendrá que responder ante la ley, primero necesito que Ninoroki me haga una orden y revisar su informe para ver que más fallos encuentro".

Cuando Nacho terminó de armar su plan, se tiró en el sofá y se quedó dormido.

Capítulo 16: cuchillos, espadas y tiros.

El cerebro de Ruka procesaba información seis veces más rápido que de costumbre, estaba esperando cualquier síntoma de dolor de cabeza para saltar sobre Carlos y detenerle tomándole de las muñecas. Podía verse reflejada en su iris marrón, y en cierto modo también veía como Carlos asumía la derrota cuando el bibliotecario se posicionaba tras ella.

- Está bien, se los diré - acepta Carlos al fin. - Pero para saber el contexto completo, tienes que saber que esta historia no comienza conmigo, si no con un wey al que le gustaban las patas y otro bato que veía gente muerta.

- John "el fetiche" y Eloy "el idiota" - murmura el bibliotecario. - Hace tres años que no se de ellos.

- ¿Quiénes eran esos? - pregunta Ruka.

- Los mejores hombres que Mika a tenido - le responde Carlos. - Ellos fueron los primeros a los que conocí y nuestra relación de amistad es aún más antigua que esta caja de zapatos - dice Carlos señalando el suelo. - Ellos me hablaron de lo que sería trabajar para Mika, John incluso me recomendó suicidarme, porque trabajando para Mika nos volvemos o locos... - Carlos deja la frase a medio terminar deliberadamente.

- O cadáveres - continúa el bibliotecario.

- Exactamente - afirma Carlos con la cabeza. - Ese era el mantra que Eloy le repetía a los nuevos.

- ¿Los nuevos? - pregunta Ruka.

- Si, Mika tubo un tiempo en el cual reclutó a cuanto ser sobrenatural encontraba, eso fue mucho antes de que la caja se construyera - dice Carlos.

- Ella y el escuadrón 70 eran un equipo imbatible - dice el bibliotecario. - No por nada está enlistada como la criminal de guerra más buscada en 77 países, y serían más de no ser porque el número 77 es su favorito y no quiere que crezca.

- ¿Enserio? - Ruka se gira para ver al bibliotecario a la cara. - Nunca he oído hablar de ella en ningún noticiero.

- Ni lo oirás - dice Carlos con una mueca que busca resaltar lo estúpido del comentario. - Ningún medio de información de seguridad del estado dirá públicamente que perdieron un pelotón frente a una mujer de pelo rosado y 70 mujeres y hombres trajeados. Créeme, he estado en el ejército y se lo cerrados que son con la información, de hecho, en mi país es más peligroso ser periodista que narcotraficante, lo cual es bastante triste la verdad.

- Por favor, no te distraigas - le dice el bibliotecario. - Continua enfocando tu historia por el orden adecuado.

- Ya veo que esta será una larga historia - Carlos mira al rededor buscando un lugar donde sentarse. Al no ver nada se sienta directamente en el suelo. 

Ruka lo imita sentándose de rodillas, lo bueno de su nuevo estado es que es incapaz de sentir tirones musculares por permanecer mucho tiempo en la misma postura. El bibliotecario permanece de pie.

- Verás Ruka - dice Carlos acomodándose. - La importancia de Eloy y John es mucha, eran los dos pilares centrales de Mika, cumplían el roll que ahora cumple Ichika y ambos eran sencillamente, excepcionales.

- ¿Eran buenas personas? - pregunta Ruka.

- Mika no enlista buenas personas - dice Carlos con un chasquido de labios. - Pero podemos decir que eran menos malos que el resto de nosotros. John solo mataba si se emperraba mucho y Eloy solo mataba criminales, en las misiones de tropas el solo hacía de apoyo para las filas de Mika en la retaguardia.

- ¿Qué es una misión de tropas? - pregunta Ruka.

- Eso puedo explicarlo yo - dice el bibliotecario con una voz de caverna encima de ella. - Mika se asegura de que su equipo está listo para lo que sea lanzándolo en mitad de un escenario bélico y pidiendo que tome una base, no importa a quien haya que matar en el proceso, las tropas de Mika atacábamos a ambos lados del conflicto.

- Espera, ¿Os lanzaba en medio de una guerra y sobrevivíais? 

- Si, hacía eso dos o tres veces al año - afirma el bibliotecario. - Generalmente en países de oriente medio, no es que todos estén en guerra continuamente, pero siempre hay una base que puede desatar polémica si la tomas. Respondiendo a tu pregunta y en honor a la verdad, no todos sobrevivimos, exceptuando al escuadrón 70, prácticamente nadie podía sobrevivir a un disparo, aunque lleváramos chalecos antibalas.

- Es ahí donde entraba Eloy, siempre ayudando a quien se quedaba atrás - dice Carlos.

- Así es, ¿Has escuchado la frase, "nunca lleves una espada a un tiroteo"? - Añade el bibliotecario, a lo que Ruka niega con la cabeza. - Bien, pues Eloy podía llevar una espada a una pelea de ametralladoras y salir del lugar ileso, así de letal era.

- He de decir, como alguien que estuvo de primera mano con Eloy - interviene Carlos. - El tipo no es que pudiera esquivar balas, es que era muy rápido y reducida la distancia enseguida para que apuntarlo con precisión fuera prácticamente imposible.

- Vale, vale, lo entiendo - dice Ruka pidiendo algo de calma con unos movimientos de manos. - ¿Pero que tiene todo esto que ver con Iris? 

- Muy sencillo - dice Carlos. - Iris se unió a Mika junto a un chico llamado Santi, alguien que se hizo un tirador experto. Para ese momento, John, Eloy y yo ya éramos un trío excepcional, pero con ellos, ¡No mames! - grita en español con todo el acento que tiene. - Éramos una putísima máquina imparable, además también se unió otro tipo llamado Tadomi, que no te engañe su nombre, era peruano y tenía paranoias muy fuertes con el fin del mundo, pero eso sí, una maestría con el cuchillo que aterraba a quien fuera.

- Si, me acuerdo de él - el bibliotecario ríe y los pelos de su túnica parecen danzar al son de las expresiones de su barba. - Se leyó toda mi colección de libros apócrifos, a veces me pregunto si de verdad podía ver el futuro en sueños.

- Exactamente, era un loquito del centro, pero nos caía con madre - le dice Carlos a el bibliotecario aunque Ruka no entiende esa expresión. - En resumen, ese era nuestro equipo y para las buenas y las malas, estábamos juntos. John y Eloy intercedían con Mika por nosotros y teníamos ciertos permisos especiales - Carlos pone una risa nostálgica en su rostro.

- Creo que estás dando muchas vueltas al asunto, si son importantes para el momento en el que Mika me manda matar, solo dime que les pasó - dice Ruka, con un poco menos de paciencia.

- Mika les pasó - dice Carlos cambiando gradualmente a un rostro más apenado. - ¿No has visto la espada en esa habitación vacía? La que tiene inscrito un "Rest in peace".

El bibliotecario cierra los ojos y aprieta los puños, su sangre hierve, había sospechado el destino de John y Eloy, pero nunca se había atrevido a salir de su biblioteca para preguntar.

- Oh, lo siento, no pensé que acabaría así - dice Ruka, aunque su cuerpo no se preocupa ella se lleva una mano a la boca. - Mi más sincero pésame, ¿Qué le ocurrió?

- Convencieron a Mika de que el equipo podría trabajar sin ellos y nos mandaron a una misión de caza que duraría tres meses - Carlos no dice nada, pero Ruka ve en el movimiento de sus ojos como contiene las lágrimas. - Cuando regresamos, la base de operaciones en la que trabajábamos había volado en mil pedazos. Eloy y John se revelaron contra Mika, pero ni siquiera explotarle un edificio en la cara sirvió para que se muriera. Esto nos lo contó Mika, estoy seguro de que Eloy murió en esa explosión, solo podrías haberle arrancado la espada de sus frías manos muertas.

- ¿Y John?

- No lo se, pero ya has visto a Mika en acción, es imposible que escapara.

- Pero - Ruka se voltea para ver al bibliotecario. - Tú dijiste que Ruka no era omnipresente, que no podía saber dónde estaba todo el mundo.

- Y no puede saber dónde estás simplemente pensándolo - le responde el joven anciano. - Pero puede olerte en un área de 10 kilómetros y atraparte en un segundo a 7 veces la velocidad del sonido, ¿Donde te escondes de alguien así? 

- ¿Y tú no estabas allí para ayudarles? - le pregunta Ruka, casi increpándole.

- Yo solo soy el bibliotecario, si la biblioteca se quema busco otra después de reconstruirme de mis cenizas - su cara de resignación solo oculta un hecho doloroso, le tenía miedo a Mika.

- Vale, fue un golpe duro - Ruka se dirige a Carlos. - Pero, ¿Y el resto del equipo?

- Siete metros bajo tierra - responde Carlos, le duele, pero lo dice. - Los mataron en la última misión que nos encargaron.

- ¿Pero como?

- Santi murió cuando atravesaron su cabeza con un mando de televisión, a Tadomi le mataron con múltiples heridas perforantes en la cabeza después de que le impactara una mesilla de cristal, ¿Lo entiendes ya? 

- Yo, yo - el ritmo cardíaco de Ruka acelera. - Yo fui vuestra última misión.

- Antes de que te alteres, quiero decirte que no te culpo - dice Carlos poniéndole una mano en el hombro. - Yo hubiera hecho lo mismo en tu lugar, tal vez Iris este enfadada pero se le pasará, solo mataste a dos de sus mejores amigos, ya había visto morir varios antes.

- Si, pero no había tenido que convivir con su asesina - Ruka le va a quitar la mano a Carlos de un manotazo, pero el bibliotecario la detiene a tiempo.

- ¿Segura de lo que haces? - su voz es cruel, como la maldición de un demonio. - Ese golpe podría haberle roto el brazo.

- Perdón, yo no quería - el ritmo cardíaco de Ruka aumenta repentinamente. - ¿Tu también me odias, verdad? 

- ¿Qué? - el bibliotecario mira a Carlos confundido y luego a Ruka de nuevo. - No, era solo un advertencia.

- No mintáis - Ruka se retira poco a poco. - No me digáis una mentira tan descarada, yo no quería matar a nadie, lo juro, fue un instinto que no controlo.

- Ruka, por favor - le dice Carlos. - Mataste a dos criminales de guerra y a un violador amorfo. Si, esos dos criminales de guerra eran mis amigos, pero no soy como esas madres que lloran las muertes de sus hijos criminales cuando el pueblo los ajusticia. Yo también podría haber evitado esto, si te hubiera pegado un tiro en la cabeza antes de que me vieras lo único que hubiera pasado es que hubieras quedado inconsciente y te hubiéramos traído aquí, pero preferí fallar porque, bueno, porque...

- ¿Por qué? - le exige saber el bibliotecario.

- ¡Porque la muerte es lo único que nos hace libres, solo así podemos escapar de Mika, pero no tengo el valor de suicidarme tampoco! - grita Carlos. - Tú has dicho que Mika no es omnipresente, bien, tienes razón, pero mira esto - Carlos saca una fotografía de dentro de sus guantes y la tira al suelo. 

Es una imagen de tamaño postal que muestra a una mujer de cincuenta y pocos junto a un hombre de su misma edad. Ella carga a un niño de 5 meses como mucho y el tiene el pulgar alzado sonriendo a cámara.

- Esa fotografía me la dio Mika hace 6 meses, esos que veís ahí son mis padres en la actualidad - Carlos se agacha a recoger la foto y ya no puede ocultar las lágrimas. - Decirme, ¿Quién me asegura a mi que si me suicido Mika no va a ir a matarlos, eh? Si muero en misión a ella esto le dará igual, pero si piensa que la he traicionado, si piensa eso - Carlos se tapa la cara y se quita las lágrimas. - Mis padres por fin han podido rehacer su vida y todo eso puede acabarse porque su hijo cometió la estupidez de ir a un cementerio de noche.

- Carlos, yo - los ojos de Ruka también empiezan a acumular líquido. - Pero si es así, porque me dejaste que matara a los otros, podría haber matado a Iris también en un ataque de pánico.

- No sabíamos que eras tan fuerte - se quita uno de los guantes y lo deja en el suelo, hace lo mismo con las gafas. - Solo nos dijo que teníamos que matarte, que eras una niña que había revivido y quería saber si valías, supusimos que habría alguna trampa por algún lado, pero si los matabas a ellos no sería todo tan malo.

- ¿Por qué no? - Carlos se quita el otro guante para que no le queden pelos en los ojos mientras se quita las lágrimas. - Dímelo Carlos, necesito enmendar mis errores.

- Esa no es mi historia - dice casi en posición fetal. - Yo no tendría que estar aquí, ¿Por qué tuviste que fallar aquel cuchillo?

Carlos se tira al suelo, ver a un hombre adulto que siempre estaba feliz, llorando, es el detonante que inicia las lágrimas de Ruka. El bibliotecario solo es un penitente silencioso.

- Necesito hablar esto con Iris - dice Ruka entre sollozos. - Necesito saber si hay forma de arreglarlo, por loca que sea, ¿Cuál es su habitación?

Carlos no deja de llorar y no se le entiende muy bien. En un gesto de solidaridad, el bibliotecario se arranca un trozo de tela y se lo ofrece para que se suene la nariz. 

- Es la habitación que está a dos cuartos de la mía - dice Carlos. - Seguramente no te abrirá, últimamente le gusta estar sola.

- Créeme - dice Ruka quitándose las lágrimas de una pasada. - Ella hablará conmigo, o echaré la puerta abajo con bisagras incluidas.

En ese preciso momento, las vitaminas de la lasaña hacen su trabajo y Ruka corre por los pasillos a 120 kilómetros hora para llegar a la habitación de Iris. Se deja los nudillos tocando varias veces la puerta.

- Iris ábreme la puerta, se que estás ahí, te escucho respirar y la música de tus auriculares - dice Ruka.

Dentro se escucha un suspiro que es más un bufido de resignación. Luego pasos de tacón hasta que Iris abre la puerta.

- ¿Qué demonios quieres? - le dice Iris con un tono arto de la vida. - ¿También vienes a joderme el descanso antes de comer?

- Yo ya he comido - dice Ruka entrando al cuarto de Iris. - Ahora necesitamos hablar, cierra la puerta.

- ¿Perdona? - Iris se sorprende, incapaz de hacer algo para expulsar a Ruka. - Fuera de mi habitación, ahora.

- Si no cierras la puerta alguien puede escucharnos, y créeme, puede que no te guste lo que voy a decir.

Iris afronta la situación a regañadientes y cierra la puerta. Ruka mientras analiza el cuarto, es exactamente igual que el suyo, lo único que cambia es la ropa del armario, Iris tiene una puerta abierta y en ella ve varios trajes de cantante y muchos tintes para el pelo.

- ¿Eres una Idol? - pregunta Ruka.

- No estamos aquí para hablar sobre mi vida, ¿Qué quieres? - protesta Iris cruzándose de brazos.

- De hecho si, vamos ha hablar sobre tu vida, y sobre la mía también - dice Ruka llevándose una mano al pecho. - La única forma en la cual puedo empezar esto es diciendo, lo siento.

- ¿El que? - Iris siente que está fuera de lugar en esta conversación.

- El haber matado a dos de tus mejores amigos y haber ocasionado que te atravesaran la pelvis con una bala de francotirador - dice Ruka con la mirada fija en sus ojos color ocre. - Lo único que puedo decirte es que no era plenamente consciente de lo que hacía, fue puro instinto.

- Por supuesto - dice Iris asintiendo con la cabeza. - Has estado hablando con Carlos, ¿Verdad?, ¿Él te ha contado todo?

- Todo no, solo lo referente a Santi y Tadomi.

- Entiendo, bien, pues no te perdono, vete de mi habitación - Iris indica la salida con un movimiento de cabeza. - Ahí está la puerta.

- ¡Estoy tratando de darte una disculpa sincera! - le grita Ruka. - Verdaderamente lamento lo que hice.

- Ya, claro, la chica que lleva sin mostrar emociones desde que llegó, de repente siente pena por dos hombres que intentaron matarla - Iris pone los ojos en blanco. - ¿Qué tal si dices la verdad? No trates de engañarme, yo he estado en tu sitio, solo quieres que te perdone para sentirte en paz contigo misma, para no hacerte responsable de tus actos.

- No es cierto, tú no me conoces, no te has tomado el tiempo de entenderme - le dice Ruka acercándose agresivamente a ella.

- Adivina que niña estúpida, ¡Tú tampoco sabes mi historia! - Iris alza la voz.

- ¡Entonces dímela! Hazme entender porque no me puedes perdonar.

- Tú no mereces esa información, no la necesitas - Iris hace un gran desliz con la mano para matizar. - Yo también he sido la nueva, también he estado en tu lugar, creeme, cuanto más conoces a las personas más te duele su muerte aunque se la merezcan, te estoy ayudando jodida perra ingrata.

- No me faltes al respeto - Ruka pisa fuerte y una de las placas de metal del suelo se dobla hacia arriba. - ¿Dices que has estado en mi lugar? Yo diría que todavía no has salido de él, ¿Qué no me cuentas tu historia para protegerme? ¿Eres acaso el centro de todo?, Iris no somos iguales, no puedes culparme por querer salvar mi vida.

- No te culpo de eso, porque no puedo culparte de eso - Iris respira profundamente. - Yo solo quiero que te vayas, que esto acabe, igual que el resto.

- Por qué - Ruka hace una pausa. - Porque aquí nos volvemos o locos, o cadáveres, ¿Verdad?.

- ¿Donde has oído esa frase? - la mirada de Iris se clava en Ruka. - ¿Donde has oído eso? Contestame - Iris toma a Ruka del cuello de la camiseta como si pudiera hacerle algo.

- Me la dijo Carlos, pero yo quiero hacerte otra pregunta Iris, ¿De cuanta sangre están llenas tus manos? - Ruka a llegado a un estado de calma tan rápido que pone nerviosa a Iris. - Lamento que no pueda expresar de mejor manera la forma de pedirte perdón. Yo no quiero volverme loca, pero tampoco quiero que tu te vuelvas loca por mi culpa. Nunca me ha gustado ser una carga inútil, ni para mi madre, ni para los profesores, ni para mis amigas, ni siquiera para Mika. Si mi destino es ser un perro de caza, entonces prefiero la muerte.

- ¿De que hablas? - dice Iris apretando tan fuerte que empieza a notar las uñas clavándose en su palma. - ¿Acaso retarás a Mika de nuevo?

- Si, eso haré, y si sobrevivo lo volveré ha hacer, así hasta que todo termine - Ruka toma a Iris de las muñecas y separa sus manos con facilidad. - No te preocupes, no te volverás loca por ver a la responsable de la muerte de tus amigos todos los días por aquí. Entiendo que no tenga tu perdón, creo que me iré ahora.

Ruka rodea a Iris, la cual sorprendida gira junto a ella. Le gustaría que se marchara, que no volviera más, o eso es de lo que trata de convencerse.

- Detente ahí - le dice a Ruka. - Estás exagerando mucho las cosas. Además, se que puedes moverte más rápido que eso, aún quieres seguir hablando, ¿No? 

- Si - dice Ruka tornando su atención de vuelta a la coreana. - Me gustaría dejar este tema zanjado de una vez.

- Estás haciendo demasiado drama - Iris da unos pasos y se sienta en su cama. - Mi historia no es la de alguien que merezca ser salvada u obedecida. Me criaron unos padres estrictos, tenía que saber cantar en 11 idiomas, y a demás querían que supiera Taekwondo por si algún loco me atacaba. 

» Me escapé de mi casa a los 17 años y tomé un vuelo hacia España, no encontré trabajo y estuve mendigando hasta que fui adoptada por unos feriantes. Pasé los siguientes años vendiendo perritos calientes sin licencia en un ambiente maravilloso, es la típica historia, teníamos poco y nos queríamos mucho.

» Luego nos encontramos con Santi, un niño de 15 años que había huido de su casa porque le perseguía un demonio. Todos creíamos que solo era un chaval traumatizado por el abuso doméstico, así que lo adoptamos también.

Nos enteramos cuatro años después de que no era el caso, ese demonio apareció y mató a la familia de feriantes, nosotros estamos vivos de milagro, supongo que ya sabrás quién apareció de último minuto, hacha en mano, para acabar con el demonio.

- Mika - susurra Ruka.

- Le agradecimos llorando, dijimos que haríamos lo que fuera por ella - los ojos de Iris reflejan el dolor de la experiencia. Ya ha llorado demasiadas veces recordando esta historia. - Santi era como un hermano para mi, pero cuando empezó a trabajar con Mika se volvió un loco de las armas, aún era él, muy en el fondo, pero ya no era mi hermano. No te agradezco que lo mataras, aún le hecho de menos y lo haré toda mi vida, por más que haya cometido crímenes imperdonables, pero no puedo mirarte a la cara sin recordar que lo mataste - Iris se da varios toques en el pecho con los dedos. - Eso me duele, y me dolerá siempre hasta que me muera. Si, me dolerá a mi, no hay que engañarse, soy tan egoísta como tú.

- Lo lamento - dice Ruka. - De verdad que lo lamento.

- Ruka, no tienes la culpa, la única culpable aquí se pasea con su cabello rosa al viento por este lugar sabiendo que nunca se verá afectada por las consecuencias de sus actos - Iris suspira. - Tú no tienes por qué terminar así, como un perro de caza, quiero decir.

- Claro que no, mañana intentaré matar a Mika de nuevo - afirma Ruka sin temor alguno.

- ¿Y si te digo que hay otra manera de conseguirte un trabajo normal que te pueda sacar de aquí? 

- ¿Cómo sería eso? - los ojos de Ruka se afilan como los de un gato para prestar atención.

- Mañana espérame temprano en el comedor, si todo sale bien, no será necesario que te enfrentes a Mika en el entrenamiento - Iris hace una mueca. - Y si la cosa sale mal, prometo llevar flores a tu tumba.

Capítulo 17: las dos caras de una novia. 

Lo primero que hizo Nacho al llegar a la oficina fue volver a sacar el informe de Chizuru, aquel que le dieron para el primer interrogatorio. 

- Nombre, aquí está - dijo Nacho que seguía la información con el dedo. - Ichinose Chizuru, ¿Qué? 

El resto de cosas coincidían con la información que sabía, la edad, el lugar de estudio, su único familiar vivo, todo en orden.

- Pero entonces de dónde viene el apellido Mizuhara, juraría que lo había leído así.

Revisó fila por fila el documento hasta llegar a su lugar de trabajo en la página dos. Allí vio el apartado de "nombre artístico: Chizuru Mizuhara".

- ¡Ay, joder! - Nacho se arrastró una mano por la cara de la vergüenza. - Eso explica la mayoría de las cosas.

Toc, toc, alguien llama a la puerta de la oficina.

- Si, adelante - dice Nacho, alzando la vista para ver quién entra.

- Buenos días, Nacho - saluda Ninoroki al entrar.

- Buenos días, colega.

- ¿Otra vez hablando solo? - Ninoroki pone media sonrisa.

- Pues si, me concentro mejor, a veces necesito la opinión de un experto - Nacho da dos golpes con el informe de canto para que se coloque bien. - ¿Quieres algo?

- No necesariamente, me voy a salir a patrullar las calles, solo quería avisarte de que se queda Takada para sustituirme.

- A, perfecto - Nacho deja el informe recogido a mano derecha. - Oye una cosa, ¿Me puedes tramitar una orden antes de irte? 

- Lo estás diciendo como si se tardara dos segundos en hacerse.

- Vas a tardar menos que yo, eso seguro - Nacho se ajusta la gabardina y se sube el sombrero. - Es que he descubierto, que nuestra amiga Chizuru Mizuhara, no solo nos ocultó que era novia de Kazuya, también resulta que Mizuhara es un apellido falso.

- ¡No me digas! - Ninoroki no cabe en su asombro. - Falsificar tú propia identidad es un delito muy grave, ¿Cómo has averiguado que el apellido es falso?

- O, bueno, en realidad su nombre real ha estado en la ficha todo este tiempo, es solo que yo leí el artístico primero - Nacho va bajando la voz conforme llega a las conclusiones. - Pero eso no cambia los hechos, cuando la interrogué le llamé por su nombre artístico, y cuando la visité en su casa me dijo que se llamaba Mizuhara Chizuru.

- Nacho - dice Ninoroki con los ojos en blanco. - En el primer caso fuiste tu quien se equivocó, ella te siguió el juego, y en el segundo caso, seguramente, solo dijo el nombre por el cual sabía que la identificarias.

- Bueno, esa es tu opinión - dice con un ademán que sacude la manga de su gabardina. - De todas formas quiero hacerla una visita, ¿Cuando creés que tendrás la orden?

- Pues si la pido ahora, quizás para las cuatro de la tarde esté lista.

- Esa hora es perfecta - Nacho aplaude. - Mientras puedo ayudarte a patrullar, ¿Me dejas?

- Si, porqué no - dice Ninoroki encogiéndose de hombros. - Imagina que un tiburón vuelve a hacer de las suyas.

- Jaja, muy gracioso don sarcástico - Nacho avanza para darle una palmada amistosa en la espalda. - Deja que vaya a por mi arma, está en el coche.

La patrulla de las calles ocurría sin incidentes, así que después de cruzar un paso de cebra esquivando gente, Ninoroki optó por sacar un tema de conversación.

- ¿Y al final como fue la charla con la ex de Kazuya? Supongo que bien, porque no te ha denunciado todavía.

- Que mala estima tenéis de mi todos - dice Nacho frunciendo el ceño. - Pero para tu información, fue una conversación muy agradable, no conseguí casi ningún dato nuevo, solo confirmé mi sospecha de que Kazuya estaba desesperado por mojar el churro.

- ¿A que te refieres con eso? 

- ¿Eh? A, es una expresión de mi tierra para decir de manera sutil "hacer el amor" - Nacho hace un gesto de comillas con los dedos. - Eso hace referencia a cuando un papá y una mamá se quieren mucho mucho.

- Se lo que es eso, idiota - dice Ninoroki negando calmadamente con la cabeza. - Tengo una hija, ¿Lo recuerdas? 

- Si, cada dos horas, porque me sacas el tema cada que tienes oportunidad.

- ¿Tú me quieres hablar sobre ser repetitivo? - pregunta Ninoroki alzando ambas cejas. - Apuesto a que solo estás esperando que estemos más solos para sacar el tema de los cuerpos del bosque.

- ¡Oye! - Nacho se detiene al lado de una farola. - Tener la razón no te da derecho a decirla - le reclama, señalándole con el dedo con movimientos de batuta.

- Te informo de que ya hemos archivado el caso - dice Ninoroki con una sonrisa amarga. - No hay motivos para darle más vueltas cuando el incidente es evidente. Tal como te dije, la respuesta más simple suele ser la correcta.

- Ya, si - murmura Nacho sin ganas para seguir ese debate.

Al terminar sus horas, ambos regresaron a comisaría. Ninoroki había recibido un mensaje donde le decían que la orden ya estaba lista.

- Vamos a dejar las cosas claras - dice Ninoroki poniendo su mano sobre la orden. - Esta orden solo te da derecho a entrar y registrar de manera superficial su casa. No puedes desordenar nada, no puedes obligarla a que te muestre nada, y no te da permiso de iniciar un interrogatorio, básicamente, no te va a servir de nada si pide un abogado.

- Por qué me lo dices como si fuera obligarla hacerse un yubitsume - protesta Nacho. - Llevo años aquí, sabes cómo trabajo, nunca he hecho nada de eso.

- Solo te lo estoy aclarando, no lo digo con mala intención - Ninoroki le arrastra la hoja por el escritorio antes de soltarla. - Pero como ayer quedaste con una posible involucrada, prefiero dejarte las cosas claras para que no hagas ninguna locura.

- Amigo, de los dos aquí - Nacho los señala a ambos. - Solo uno amenazó a un ladrón de 17 años con usar la uija para contarle a su abuela lo mal que se estaba portando.

- Robó varias fotocopias para un ritual de invocación que encontró en internet, no tendría otra oportunidad como esa en la vida - dice Ninoroki como si eso le justificara. - Además, poli malo significa lo que poli malo significa.

Nacho se limitó a suspirar y negar con la cabeza. - Como sea, me voy, tengo trabajo que hacer.

Unos minutos más tarde, ya cerca de las 4:35 de la tarde, Nacho va tarareando una canción mientras da palmaditas en el volante al ritmo de su música interna. Se detiene a dos cuadras de los departamentos donde vive Chizuru y baja con todo. Es la primera vez que agradece que su gabardina tenga un bolsillo interno lo suficientemente grande como para guardar el sobre con la orden de registro.

- Apartamento 204, es aquí - susurra Nacho antes de llamar al timbre.

Se le va un momento la cabeza pensando en que podría decir, algo como "¡Policía! Abra la puerta o la echaré a bajo". "Jeje, me encanta quejarme, pero no puedo negar que esas escenas de Hollywood quedan bien".

- Si, ¿Quién es? - responden desde el otro lado del telefonillo.

- Ichinose Chizuru, soy el agente Ignacio Sabina Ortiz, ¿Tendría un momento?

La puerta se abre un poco, pero no mucho. Además Chizuru es precavida, su puerta tiene una cadena de seguridad de 10 centímetros.

"Eso probablemente lo ha puesto ella, no recuerdo que la puerta de Kazuya tuviera algo así", es el pensamiento fugaz que tiene Nacho.

- Ah, es usted - dice Chizuru que reconoce de inmediato la gabardina y el sombrero. - ¿Qué quiere?

Ella lleva una vestimenta informal, una sudadera, un pantalón de andar por casa y unas zapatillas crocs.

- Revisar su casa - Nacho la entrega una fotocopia de la orden con dos dedos. - Aquí está la autorización que me lo permite, y si la rompe tengo 7 fotocopias más.

- ¿Perdona? - Chizuru la toma y la mira detenidamente, es verídica. - No puedes entrar en mi casa sin más.

- Ahí pone que si, aunque claro, solo será una revisión leve, ¿No tendrás ningún problema con eso, verdad, señorita Ichinose? 

A Chizuru no le gusta un pelo el tono soberbio que Nacho está tomando. Por otra parte, la ha arrinconado con todas las de la ley, además no tenía nada que ocultar, por lo que se resigna y le abre la puerta.

- Gracias y buenas tardes - dice Nacho mientras se descalza en la entrada.

La casa de Chizuru seguía el mismo modelo que la de Kazuya, aunque la diferencia de orden y distribución de espacio era evidente a simple vista. Además, ella si tenía una sala de estar y otro cuarto que sería su habitación personal.

"Es innegable que esta huele mejor", piensa Nacho. "Al menos la segunda vez que fui a la casa de Kazuya ya se había pasado el olor a rancio de los platos".

Lo primero que llamó la atención de Nacho fue una pequeña mancuerna de ocho kilos tirada en el suelo, él tenía unas así cuando empezó a entrenar. Luego su vista va a la gran silla de terciopelo del centro de la sala y termina en las estanterías con varios libros sobre el teatro japonés, obras y referentes.

"Si, algo así me esperaba de una estudiante de literatura", piensa Nacho.

- Entonces, ¿Exactamente a que se debe este repentino interés por revisar mi casa? - pregunta Chizuru, cruzada de brazos.

- Secreto policial - dice Nacho mientras revisa, sin tocar, una estantería.

- No puede decir eso si está registrando mi casa sin motivo.

- Y un civil no puede mentir a la policía, pero tú lo has hecho dos veces - dice Nacho señalandola con dos dedos, como el signo de la paz.

- ¿Disculpe? - reclama Chizuru ofendida.

- Tú nombre real no es Mizuhara Chizuru y según dicen los amigos de Kazuya, si eras su novia - Nacho voltea y se sube el gorro con un toque de su dedo índice. - ¿Qué tienes que decir frente a eso?

- Lo está descontextualizando - Chizuru no se intimida ni un poquito. - Respondí ante "Mizuhara" y me presenté como tal porque usted me llamó así, es policía, supuse que seguía un protocolo de seguridad.

"Demonios, ese es un buen argumento", piensa Nacho.

- Y Kazuya y yo no éramos novios, todo fue una mentira que se nos fue de las manos. Cómo ya le expliqué, me presenté ante su abuela como su novia por no dejarle mal, y pasó lo mismo cuando coincidimos en unas vacaciones en las playas de Shimoda, ¿Le hablé del incidente, lo recuerda? - Chizuru entrecierra los ojos. - ¿Por qué creé que me desmayé? La presión de esa mentira era demasiado para mi.

"Maldición, eso también suena convincente", piensa Nacho sin cambiar su semblante.

- ¿Algo más de lo que quiera acusarme falsamente? - Chizuru pregunta con los ojos afilados de un felino, acaba de tomar las riendas de la conversación.

- No, pero puestos a recordar, hay una cosa que no exclarecimos en el interrogatorio - Nacho se frota dos veces la barba de tres días para mascullar con exactitud las palabras. - Si la memoria no me falla, dijiste que te peleaste con Kazuya porque él quería "involucrarse un poco de más en tus proyectos personales", ¿A que te referías con eso?

Chizuru guarda silencio antes de responder. Con una mirada de soslayo revisa la fotocopia que tiene en la mano. - ¿Esto no es un interrogatorio, verdad?

- No, me temo que no - Nacho ve con precisión los patrones en la cara de Chizuru, ya ve dos segundos en el futuro como empieza a decir "No estoy obligada a responder y si tiene intención de insistir, no diré nada sin un abogado presente".

Eso era lo más probable, pero las primeras palabras de Chizuru fueron tapadas con el tono de llamada de Nacho. El móvil empezó a sonar en el fondo de la gabardina.

- Un momento - Nacho alza un dedo mientras responde con la mano contraria, en la pantalla ponía Ninoroki. - Dígame.

- Ven aquí cagando ostias - le dice la voz de su colega.

Nacho abre los ojos de par en par, ese era el código personal que tenía con Ninoroki y solo se usaba en cuestiones muy muy importantes. Le llega una dirección al teléfono, no hay más que hablar.

- Lamento las molestias - dice Nacho poniendose los zapatos lo más rápido que puede.

En cuanto tiene la oportunidad sale corriendo, saltándose los 10 últimos escalones de la escalera. Chizuru solo puede mirar estupefacta, tal como en los mangas pasa, su expresión se reduce a una línea, dos ojos enormes y un solo puntito en el centro.

- ¿Qué acaba de pasar? - es todo lo que puede preguntarse.

Capítulo 18: Son solo palabras.

Ruka masticaba el plástico con chocolate como si fuera la última vez que lo fuera a comer en su vida. Había sido muy valiente ayer, pero a la hora de la verdad no le hacía tanta gracia lo de morir a manos de Mika.

"¿Como me puede dar más miedo una mujer bajita de pelo rosa, que un francotirador apaga cerebros y un mago que podría destrozarme moviendo una mano?" Ruka se da dos puñetazos suaves en la cabeza. "Sarashina a veces eres ridícula".

Sus ojos suben al oír unas deportivas de suela espumosa que van hacia ella. Así ve un pelo corto que danza al ritmo de unos pasos calmados de una dama voluptuosa con piernas y brazos cosidos.

- Buenos días - dice Ichika, la mujer de las extremidades cosidas.

- Buenos días - responde Sarashina Ruka, la última adquisición de Mika.

- ¿Has desayunado bien? - pregunta mirando a los restos de chocolate en sus manos.

- Si, estaba muy bueno - Ruka responde lo mejor que puede a lo que creé que es parte de un protocolo.

Los ojos de Ichika examinan a Ruka, la japonesa de pelo oscuro se ha vestido con el traje que cosió para ella el día que revivió. 

- Me alegro de que te guste el outfit que te diseñé - dice con una sonrisa de hermana mayor.

- Si, es muy lindo, gracias - dice Ruka agachando un poco la cabeza. - Es como un cosplay de buena calidad.

- Gracias, la próxima te conseguiré una diadema con lazo verde, creo que combinaría bien con tu estilo de cabello.

- ¿Podría ser azul? - pregunta Ruka con una mirada más alzada. - Así podría combinar con mis ojos.

- A ti cualquier cosa te queda bien, incluso un traje hecho a medida con agujeros de bala, como el que dejaste ayer en tu puerta - Ichika se ríe cerrando los ojos.

- Si, lo lamento, estuvimos entrenando...

- No te preocupes, no te guardo rencor por ello, es de las roturas más comunes que arreglo.

Ichika mira a ambos lados antes de recogerse la falda y sentarse en el banco. Apoya los codos en la mesa y deja caer los brazos.

- ¿Pasa algo? - pregunta Ruka.

- No, no realmente, es solo que me recuerdas mucho a alguien - deliberadamente, Ichika desvía su mirada hacia las costuras de su pierna derecha. - No tengo intención de hacerte perder el tiempo así que iré directamente al punto importante, Iris me ha dicho que buscas trabajo, ¿Es eso cierto?

- A, si, si lo es - dice Ruka al mismo tiempo que piensa, "maldita Iris, cuando dices "espérame temprano en el comedor", se supone que tienes que aparecer tú también".

- Que interesante - Ichika apoya su rostro en su mano derecha. - Dime, ¿Tienes intención de usar ese trabajo para escapar?

- ¡Que! No - Ruka trata de fingir sorpresa, le sale bien. - Solo creo que los entrenamientos de artes marciales no son para mi, si tengo que aportar para Mika, prefiero que sea en un trabajo más accesible a mis cualidades.

- Bien, hablemos de ello en mi despacho - Ichika se levanta y hace un gesto para que Ruka la siga. - Acompañame.

Ruka fue llevada al cuarto de Mika, el letrero de "Dormitorio de la jefa" esta vez ya no le parecía tan infantil.

"¡Santo cielo! No me digas que me ha traído hasta aquí para que le pida el trabajo personalmente a Mika", pensó Ruka mientras su corazón se aceleraba cinco latidos.

La habitación estaba vacía, ni rastro de Mika en ningún ángulo muerto. Ruka entró con todos sus sentidos alerta.

"Es una trampa, seguro. Estará detrás de la puerta y saltará para romperme la columna vertebral", entró cuidadosamente, preparada para extender los brazos y defenderse de un ataque sorpresa que no ocurrió.

Mientras la chica de cabello oscuro vivía su paranoia, Ichika retiró la silla de la mesa de trabajo y le ofreció asiento a Ruka en el otro lado.

- Cierra la puerta antes de sentarte - le pide Ichika. - Por favor.

- De acuerdo.

"Aquí vamos", piensa Ruka con la mano en el manillar. "Venga sal, no te tengo miedo", aceleró 10 latidos en vano, detrás de la puerta no había nadie.

- ¿Y bien?

- A, si, perdón - Ruka cierra la puerta y se dirige rápidamente a sentarse. - ¿Qué tendría que hacer para conseguir un trabajo? 

- Eso depende - dice Ichika mientras saca varios papeles en blanco. - ¿En qué te gustaría trabajar? 

- Algo sencillo, tal vez un trabajo de medio tiempo, como camarera o recepcionista de un karaoke - Ruka piensa en sus nuevas capacidades. - Incluso creo que podría ser actriz gracias a mi incapacidad de ponerme nerviosa.

- ¿Y si te doy un trabajo extraño lo harías? - Ichika ladea la cabeza para apoyarla en su mano derecha. - Algo como, no sé, ¿Jugadora de baloncesto?

- Eso implica mucho esfuerzo físico, no sé si podría controlar mi fuerza - por la mente de Mika pasa una desagradable imagen de ella partiendo una pierna por intentar irse. - Incluso podría hacer algo irracional, además soy demasiado pequeña.

- Ya, supuse que dirías eso - tamborilea con sus dedos en la mesa. - He de suponer que tampoco tienes intención de convertirte en una sicaria.

- Jamás - la afirmación de Ruka es definitiva, mirada firme, espalda recta y manos en las piernas. - Con todo respeto, no me volveré una asesina a sueldo.

- ¿Por qué no?

- Porque está mal.

- ¿Y quien decide eso? 

- ¿El que?

- Lo que está bien y lo que está mal, la moral de los hombres - Ichika baja la mirada a sus papeles.

- No es algo que me haya planteado - contestó Ruka con aire ausente. - Simplemente no quiero, matar, quitar una vida, la sangre en mis manos. Son sentimientos que no quiero volver a experimentar.

- ¿Sentimientos, eh? Si, hablamos de bien y mal, pero en el fondo solo pensamos en nosotros mismos - Ichika pone sus manos sobre los papeles en un sonoro golpe y los lanza fuera del escritorio.

Ruka examina las hojas que caen y se desparraman por el suelo. Todos son folios dina tres blancos, sin nada escrito.

- Hablemos claro y sin rodeos, a Mika no le va a hacer ni puta gracia que quieras irte - dice Ichika recogiendo sus brazos sobre la mesa. - Supone un peligro por varias razones, pero la principal es que alguien podría reconocerte, ¿Qué tienes que decir a eso?

- Nadie me reconocería - responde Ruka decidida. - Los únicos contactos que tengo en Tokio son mi madre, mi padre y mis amigos.

"No estaría yo tan segura de tus amigos", pensó Ichika. "Ninguno se presentó a tu funeral".

- ¿Y que harías si alguno te descubre? 

- Escaparía - responde Ruka sin dudar. - Me muevo más rápido que el ojo humano, Carlos tiene pruebas de ello, pregúntale si no me creés.

- ¿Serías incapaz de matarlos? - dice Ichika ladeando la cabeza hacia la izquierda para matizar su duda.

- No los mataría - Ruka aprieta los puños. - ¿Por qué ese afán de insistir en el tema? 

- ¿Por qué le temes tanto a esa palabra? Matar - Ichika escribe el kanji de muerte con un dedo en la mesa. - Es solo una palabra, pero te pone nerviosa.

- Ya no me pongo nerviosa - insiste Ruka. - He tenido impulsos asesinos, no puedo negarlo, pero todo eso ya lo controlo.

- Tal vez tu cuerpo no pierde el control, pero tu alma sigue intranquila - Ichika pierde la vista mirando a Ruka por encima del hombro. - Mika está detrás de esa puerta.

- ¿Qué? - Ruka se gira y agudiza todos sus sentidos. - Yo no la escucho.

- Porque no está - dice Ichika estirando sus labios con una sonrisa honesta. - Perdón, ha sido una broma muy cruel.

Ruka solo vuelve a tomar su compostura frunciendo el ceño, su cara tiene escrito, "no me ha hecho ni puta gracia".

- Pero aún hay miedo en ti, y por ende nerviosismo, no puedes negarlo - dice Ichika. - No puedes negar lo que eres.

- Mika es un tipo de miedo diferente - se escuda Ruka. - ¿Acaso tú no le tienes miedo? 

- Miedo es solo una palabra, tal vez es un sentimiento que mi cuerpo comparte, pero mi alma no - Ichika se encoje de hombros.

- ¿Qué quieres decir con todo esto?

- Mika y yo revisamos todos tus informes médicos, en realidad tu problema de corazón no era tan grave - dice señalándole el pecho. - A partir de los 22 años, ni siquiera te hubiera supuesto un impedimento físico, sin embargo aún vives con ese estigma, ¿No es así? Escucho como aumentan tus latidos cada vez que la menciono - Ichika no puede evitar reírse tres décimas de segundo. - Jeje, perdóname la ironía, pero ya ni siquiera es tu corazón.

- No estoy aquí para que te rías de mi - dice Ruka, esforzándose por quemar en su mente la voz que le pide que le arranque la cabeza a la mujer de las extremidades cosidas. - Estoy coalificada para el trabajo y para cualquier escenario que se presente. No son necesarias más palabras.

- Palabras, palabras, palabras - Ichika mueve una mano hacia la única luz de la habitación con una pose que recuerda a la actuación del teatro inglés. - Eso decía Hamlet, transmitir eso con sentimiento es lo primero que te enseñan en clases de actuación. Buscamos la expresividad en los gestos que entonamos con la unión de nuestras almas.

- ¡Vale, es suficiente! - grita Ruka. - ¿Quieres poner a prueba mi paciencia, de eso trata esto? 

- No, solo estoy tratando de que dejes esa actitud sumisa de adolescente que busca trabajo y me seas sincera - Ichika se lleva el índice a la mitad de los labios y guiña un ojo. - Yo también he estado en ese lado de la silla, y se lo estresante que pueden ser los representantes, te buscan hasta cuando celebras una fiesta en yukata.

- ¿Qué? - Ruka ha perdido el hilo de la conversación.

- Ya conoces la de Iris, la de Carlos y la del bibliotecario, ¿Quieres saber mi historia? - pregunta Ichika alzando las cejas.

- Yo, no lo sé, ¿Qué te pasa? - Ruka gesticula extendiendo sus brazos. - ¿Porque actúas así?

- Son secuelas después de que me violaran - dice Ichika al mismo tiempo que sus ojos parecen volverse más atrapantes y sus labios más finos.

- ¿Qué? - Ruka baja el ritmo cardíaco y se sienta aturdida. - ¿Qué a ti, que? 

- Me violaron, fui una esclava sexual de todo un staff de oficina - Ruka no sabía cómo sentirse viendo como poco a poco Ichika formaba una sonrisa mientras se sonrojaba. - Solo tenía 16 años.

- Eso, ¡Eso es horrible! - dice Mika apretando los dientes.

- No digas eso, no lo sientes de verdad - le recrimina Ichika, a lo que Ruka contesta sin palabras, solo frunce el ceño. - A ti no te han violado, no has pasado por ello, solo reaccionas así porque es una palabra fuerte para tus oídos. No necesito una falsa empatía, las emociones vacías de un lamento sin sustento son tan útiles como el gozo de quien se masturbaría escuchando esta historia.

- ¡No es cierto!

- Si lo es - Ichika se pone de pie y alza sus manos hacia el cielo para que se noten bien las costuras de sus brazos. - Míralas, son mis cuatro hermanas, Miku, Nino - luego estira las piernas para que se vean las que hay bajo su falda. - Itsuki y Yotsuba, juntas como un único alma perfecta. Solo me tomó tres segundos matarlas y unirlas a mi.

Ruka no tiene palabras para esta situación, incluso le gustaría que su corazón hiciera algo, pero su cuerpo no se diferencia de un estado de reposo.

- Cuando Mika me encontró estaba violando a un hombre por quinta vez ese día. Si, lo has oído bien, violé a un hombre - Ichika se inclina para ver los ojos de su anfitriona.

- ¿Cómo?

- Lo amarré a una silla y le obligué a introducir su pene en mi vagina - Ichika ríe con la felicidad de un orgasmo. - ¿Qué hay de malo en forzar la maquinaria? ¿Qué hay de malo en que un chico toque a la chica que le quiere? No respondas, son solo palabras.

- Estás completamente loca - le dice Ruka, preparándose para abalanzarse sobre ella si avanza un solo paso. 

- No, no es verdad - Ichika niega con la cabeza. - Vivo totalmente arrepentida, me levanto todos los días deseando que todo lo que pasó solo fuera un sueño, pero nuestros actos tienen consecuencias, aunque solo duren tres segundos y el resto sean palabras. Si has sido capaz de entender eso, ya puedes irte.

Ruka desliza su silla hacia atrás, dispuesta a abandonar la habitación sin romper el silencio.

- Le diré a Mika que te interesa ser recepcionista de un karaoke - dice Ichika mientras se agacha a recoger los papeles.

- Gracias - es todo lo que dice Ruka antes de ser acogida por el frío blanco del pasillo.

"”Trabajando para Mika nos volvemos o locos o cadáveres”, esa es una buena frase, y cada vez más cierta por lo que veo", piensa Ruka mientras abandona los destellos de neón para ir al comedor.

Capítulo 19-20: https://youtu.be/S-RE3YOAlhk?si=93usO7vGaJpfUq5H

Perdón, lo borré antes de pasarlo XD.

Interludio cuarto: problemas menores.

- ¿Sara no tenía 18 años? - pregunta Mika abriendo de golpe la puerta de su habitación.

- ¿Quién? - le pregunta Ichika bajando los documentos que estaba revisando. 

- ¿Quién va a ser? La chica nueva, Ruka - dice Mika haciendo aspavientos.

- Se llama Ruka Sarashina.

- Si como sea - Mika desaparece de la vista un segundo y regresa con unas hojas en blanco. - Pero si aquí pone que tiene 18 años, el año coincide y todo.

Ichika cierra los ojos y suspira cuando el ruido del cajón retumba en su oreja por el fuerte cierre.

"Cómo odio los efectos secundarios de la maldición del viento nuevo", piensa la mujer de las extremidades cosidas.

- Malditos funcionarios públicos, ni la maldita fecha pueden poner bien - comenta Mika frustrada, agarrando el papel con las dos manos. - En fin, salario mínimo esfuerzo mínimo por lo que veo.

Aunque a primera vista podría parecer que Mika leía un documento en blanco, lo cierto es que en esos papeles estaban todos los datos escritos con tinta transparente, solo perceptible para los ojos de ambas pelirrosas.

- No se por qué te importa tanto la edad a estas alturas - dice Ichika.

- Sabes que yo no hago nada ilegal a menores, déjame repetir, NADA - Mika matiza esa palabra forzándola a salir de entre sus dientes. - Apalizar a una hasta casi matarla me va a remover la conciencia.

- Que yo recuerde, John "el fetiche" no era mayor de edad cuando le uniste a esto, o eso me contaste.

- Él no vale, era totalmente huérfano cuando le salvé - dice Mika con un aire modesto.

- A mi me diste una paliza - dice Ichika con una mueca de disgusto y desviando los ojos a un lateral.

- Eso era el karma por violar a un menor.

- Yo también era menor.

- Menos por menos es más - es todo lo que Mika sabe responder. - Además, gracias a mi la terapia te salió gratis, de nada.

Ichika prefiere callarse y cambiar de tema, Mika ya ha entrado en su modo de, "solo yo tengo razón y el resto se equivoca".

- Me lo das, por favor - le pide Ichika señalando la hoja. - Lo necesito para terminar su currículum.

- Pero si está mal la fecha.

- Mejor, así solo tenemos que cambiar el nombre para el registro oficial - dice Ichika extendiendo la mano para tomar la hoja. - Lo último que necesitamos es que sus datos sean los mismos, te recuerdo que para el resto de Japón, Ruka está muerta.

Mika lo piensa y lo acepta mientras le entrega la hoja. Ichika la toma y la deja reposando en la mesa. Flexionando el codo apoya su cara en su mano derecha, extendiendo el pulgar como si se limpiara el labio.

- Respóndeme con sinceridad - dice sonriendo. - ¿Por qué la dejas ir a trabajar?

- Porque es joven y tiene que descubrir mundo - dice Mika mirando al techo. - Supongo que tiene que formar carácter, que no se rinda, a pesar de las borrascas, y cuando llegue el momento tendrá la oportunidad de probar el porte de sus venas, y yo, como su madre espacial, podré mirarla orgullosa - Mika derrama una lágrima que le escurre hasta el hombro.

- Mika, por favor - le insiste Ichika sin perder la sonrisa sincera. - Tú no sueles ser tan amable, y menos con los nuevos.

- Bueno, ya escuchaste la noticia del incidente del coche de ayer...

- Mika - casi susurra Ichika mirándola a los ojos. - No necesito que me pongas escusas, esa chica ya te tiene miedo, no necesitas amenazarla, no va a escapar, ¿Por qué le ofreces trabajo entonces en un lugar que te pidió?

La autoproclamada jefa reflexiona sobre toda su vida en tres segundos, ladea la cabeza con rechazo y casi se sonroja.

- Tal vez me estoy encariñando con ella por la valentía que ha demostrado y me jode por dentro que casi la mato - dice Mika entre dientes. - Es solo un tal vez, no me saltes con tus chorradas de la compasión y las almas.

Ichika se ríe en la palma de su mano, de resto se limita a asentir y comienza a rellenar papeles legales.

Interludio quinto: la segunda jerarca.

- Vaya cabrón, me has cortado en la mejor parte del interludio - dice Roma mirándome a los ojos. - Solo vas a lograr que este niño se confunda.

- ¿Con quien hablas? - le grita Kazuya en un tono desesperado.

- ¿Ves? - me dice Roma con los ojos en blanco. - Mira niño, permíteme retomar el punto, estás en el cadáver de una diosa, en la sombra de la quinta hermana.

"Un-un cadáver", pensó Kazuya.

- Si, como el de mi guitarra - Kazuya trató de desviar la mirada, pero no importaba la dirección, Roma siempre estaba delante de él. - Si te preguntas cómo hago eso, es sencillo, estás en una capa de dimensiones invertidas, un cadáver 3D genera una sombra 2D, y esta misma da una sombra 1D. En cambio aquí, el cadáver quedó bidimensional, su sombra es tridimensional y el resto es un arquetipo inenarrable e incognoscible tetradimensional, o bueno, lo es para ti - Roma rasga las cuerdas de una pasada con un perfecto sonido musical. - Estoy en todas las direcciones que miras porque la distancia para mi es indiferente, estoy varias capas por encima de esta muerta, para que me entiendas, soy un dedo en una fotografía, si me acerco a ti solo me estoy deslizando por una superficie que veo quieta.

Kazuya no lo soporta más, su ataque de nervios gana, sus rodillas ceden y él se envuelve en su propio cuerpo, llorando. No sabe dónde está, no sabe que pasa y no tiene forma de terminar con esto.

- No llores, por favor, mírame a los ojos - Roma chasquea los dedos y el mundo gira, abajo es arriba y derecha es izquierda. Kazuya ahora está tumbado en vertical mirando al frente. - Todo lo que ves aquí es solo tu cerebro tratando de entender lo inentendible, solo hay una culpable, te la puedo presentar.

- Por favor, yo solo - los sollozos no dejan que Kazuya se exprese. - Yo solo quiero que esto acabe.

Roma camina detrás de él, aparece por su espalda como si hubiera abierto una puerta y empezara su toma.

- Permíteme ilustrarte.

Roma toma la cabeza de Kazuya, y antes del tiempo, la prende fuego, reduciendo sus cuencas a cenizas de un arquetipo. En un movimiento perfecto de brazo, Roma estampa la cara de Kazuya contra la sombra, el vacío se quiebra como quiebran los buitres los huesos y Kazuya la ve.

"Es hermosa", dice, piensa, existe, experimenta.

Sólo bastó lo que creyó fue una mirada para sentirse abrumadamente pequeño, eran todos los infinitos y sus conjuntos correligionarios reducidos a la insignificancia de unas letras. Un jerarca de un nivel que no quería, era el silencio con problemas para comunicarse.

Roma tiró de el hacia atrás, como si sacara la cabeza de un torturado de un balde de orina. Kazuya tomó una bocanada innecesaria, no tiene palabras, conceptos o ideas en el diccionario que pudieran describir lo que acababa de ver.

- ¿Quién era ella? - dice aún maravillado.

- En el centro de un bosque interminable de cipreses arquetípicos se encuentra el trono de la quinta hermana alzado sobre la sangre del fratricidio. Silencio, asesina de la quinta hermana, desprecia el trono que la corresponde - le dice Roma. - Ella es, era, fue y será Silencio, la segunda jerarca. Ella es la razón de que estés aquí.

Kazuya cae sobre el principio de su espalda hacia el cielo, ahora está sentado en la nada y arriba de él está el suelo congelado.

- Ella no puede ser, se veía preciosa - dice.

- Ella te vería aunque hubiera una cantidad sin fin de jerarquías que os separaran, todo narrador conoce bien su historia - se lamenta Roma en un tono resignado. - ¡O Paris!, Estás rechazando a Enone solo para traer guerra a tu gente. No dejé ni tu concepto y aún así fuiste afectado por su belleza.

- Deja de hablar así - dice Kazuya avergonzado, su boca básicamente hecha una x. - No tienes derecho a juzgarme si no me explicas nada, ¿Por qué la acusas a ella de encerrarme en esto?

- Porque la jerarca no quiere más competencia, sacó a Tomoko de su texto profetizado y te sacó a ti de lo escrito en las estrellas - Roma levanta 4 dedos y en cada uno se forma un hilo de luz. - Pobre niña inocente que no se dio cuenta de que interferir de manera indirecta sigue siendo interferir. Por supuesto, ella no tiene la culpa de lo que le ocurra a los aspirantes, pero sí que ha roto los hilos por no saber tejer.

- Yo, enserio, no estoy entendiendo nada - dice Kazuya con la mirada caída, tapado por el velo de su ignorancia.

- Mira pues - Roma le acerca uno de los ilos, la luz dorada pasa por sus ojos y ve a un grupo de 4 amigas juntas de viaje por Japón. No tarda en darse cuenta de que una de ellas es Chizuru.

- ¿Qué hace ella ahí?

- Es una historia donde no eres protagonista, y aún así, las 4 no se conocerían de no ser por ti.

Otro hilo pasa por los ojos de Kazuya, ahora es un niño de preescolar, su madre lo empuja de la mano porque el se ha quedado embobado viendo a Chizuru.

Uno más, Kazuya se lleva la mano a la cara pero mira un poco entre sus dedos, es él en un mundo de fantasía, le ofrece un escudo a Chizuru para que se tape ya que está desnuda.

En el último hilo ve como él está encerrado en un cubo gigante con los que creé que son sus amigos, en un cartel enorme pone "solo saldrán de aquí con un beso".

- Todo lo que acabas de ver lo hiciste tú, Kazuya, directa o indirectamente. Todo lo que has visto son remanentes de capas más altas de las cuales no podrías imaginarte más de 20 viñetas - le dice Roma. - Tu protagonismo se esparce como una ola transgresora que afecta a todas las capas de la rueda y más allá, ¿No lo e

ntiendes aún? Eres un aspirante, y Silencio es el rival a batir.

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