Creepypastas: Las lágrimas del cielo son de mármol rosa - parte 2.
Capítulo 21: ni olvido ni perdono.
Dos días antes.
Mami entra furiosa a su habitación, la única razón por la cual no da un portazo es porque no quiere llamar la atención de sus padres.
- Jaja jaja, lo sabía - dice.
Se tira de boca a su cama y aprieta con fuerza el cojín contra su pecho. Sus dos brazos lo reprimen como si levantara 160 kilos de peso muerto y sus uñas se clavan sobre él.
- Ese desgraciado todavía se acordaba de mí, jamás dejó de pensar en mí - sus piernas pataleaban contra el viento. - Incluso enmarcó y modificó una foto para verme más de cerca, hasta deformó al resto - Mami sube la cabeza de imprevisto. - ¡La foto!
Más rapida que una centella busca en los archivos de su teléfono, allí estaba, esa era la que buscaba, la original. La pantalla mostraba a Kybe de cuclillas en el plano central más bajo, detrás de él, dos de sus amigas y ella con el símbolo de la paz. Detrás del todo estaban Kuribayashi y Kazuya, ambos sonriendo y levantando un par de pinchos de la barbacoa que había hecho.
"Parecía el indicado, desde luego tenía algo, ¿Sino cómo enamoró a aquella otra chica?", pensó.
Mami dejó caer sus párpados mientras revisaba el rostro de todos en esa imagen, parecían sonrisas genuinas pero las sentía falsas. "Yo también deformaría esas caras si quisiera conservar la foto", concluyó luego de tirar el móvil al colchón. No se apagó.
"¿Qué le estará pasando a esa otra chica? Al final no pude obtener nada de ese policía", Mami inconscientemente empezó a jugar con la tarjeta del agente entre sus dedos. "Él creía que Mizuhara iba a mi misma universidad, pero lo cierto es que no he visto nada de ella desde hace bastante, ¿Tendré la posibilidad de encontrarla en Twitter?".
Mami retozó en su cama, se puso apoyando su espalda a la pared y empezó a buscar "@Mizuhara_Chizuru". El resultado da una publicación con un nombre marcado en negro, es el nombre de Chizuru, no tenía ninguna cuenta vinculada.
"Pero que...", murmuró la voz interna de Mami.
El nombre se remarcaba en la cima de un listado que mencionaba a las mejores novias de alquiler según los clientes. Todo esto publicado en una cuenta verificada de nombre "Diamond official".
Mami miró bien el nombre antes de creerse lo que estaba pasando, ni siquiera pensó en un "podrían llamarse igual", la primera imagen adjuntada delataba lo evidente de la situación. Solo pudo quedarse ahí como un poste, la espalda encorvada y el móvil entre las dos manos en cuenco, como una botella inservible entre las ramas de un árbol. Sus ojos tenían la sombra de un traumado de guerra y sentía que las paredes de su cuarto la consumían.
- Todo era mentira - dice susurrando con la voz de quién acepta la muerte por hipotermia. - Ese desgraciado solo quería reírse de mí, presumir lo que no tenía, y se ha ido al otro mundo como un mártir.
Un día antes.
Chizuru mira desde su habitación como Nacho salta el tramo final de la escalera y lo único que puede preguntarse antes de cerrar la puerta es, "¿Qué acaba de pasar?" Chizuru niega con la cabeza, "¿Qué importa? Es solo un policía haciendo su trabajo, y yo no tengo nada que ocultar".
Revisa la hoja de su mano, vuelve a leer las partes que considera más importantes y piensa muy seriamente en si debería conseguir un abogado, segura de que ese policía volverá.
Despeja su mente en la cocina, preparando la comida que luego usará en la cena, se ha tomado una semana de descanso en el trabajo para lidiar con la muerte de su vecino... Solo su buen vecino, no eran nada más.
Toma una zanahoria, la mira como Hamlet miraba el cráneo y decía, "Ser o no ser". La cara casi caricaturesca de Kazuya se muestra como un espejismo en la piel rugosa de la verdura.
Chizuru suprime con todas sus fuerzas las lágrimas y tira la zanahoria a un canasto de legumbres lejos de su vista. Sus recuerdos le castigan con unas duras palabras que no puede borrar, "pero yo solo quería ayudarte".
Ahora mismo.
Nacho corre detrás de un carterista, un novato primerizo que ha tenido la brillante idea de robar el bolso entero en lugar de algo de su contenido.
El maleante corre chocando con la gente mientras Nacho la esquiva o la evita. El otro es joven, pero él está a menos de 30 segundos de poder echarle la mano encima.
- ¡Alto en nombre de la ley! - grita Nacho, se emociona inconscientemente, lleva mínimo dos meses sin decir algo así. - Si no te detienes ahora será peor tu condena cuando te atrape.
El carterista está hecho mitad adrenalina, mitad sordera, y se dirige a un cruce de callejones. Dobla la esquina cinco segundos antes que Nacho.
- ¡Me cago en la puta! - grita Nacho al mismo tiempo que se agacha al segundo, el tipo le había tirado un cubo de basura.
- ¡Deja de seguirme idiota! - le grita el carterista que ha tirado el bolso y ahora sostiene una navaja en la mano.
Las reglas del juego acaban de cambiar, Nacho va a mil por hora y calcula a ojo.
"Este está desesperado", piensa. "Nos separan a lo mucho cinco metros, una persona normal tarda un segundo en desenfundar y el mismo tiempo en recorrer siete metros, no voy a poder sacar el arma sin que se me abalance".
- Muy bien chico, cálmate - dice extendiendo las palmas. - Solo ríndete y nadie saldrá herido.
"Necesito otro repertorio de frases anti criminales que no sean frases de películas", se maldice Nacho mentalmente.
- Vete al infierno, oficial, yo de aquí me voy con lo que he pillado - dice el carterista.
"Hasta los delincuentes parecen educados en este país", piensa Nacho conteniendo una risa entre los dientes. "Bien, no va a salir corriendo, sabe que lo atraparé por la espalda, si avanzo tal vez se rinda y si no, tocará improvisar".
Nacho traga saliva antes de dar un paso al frente. El carterista lo ve como una amenaza y no piensa más, embiste con su navaja a la altura del pecho, como si fuera una lanza en una justa medieval. Les separa un metro exacto cuando la mente de Nacho detona con un único pensamiento, el eco de su mente grita, "¡Ahora!".
La pierna de Nacho toma impulso en una patada baja que encaja con la perfección de un derribo de judo. El empeine de Nacho golpea el talón del carterista doblando su posición como un árbol mustio contra una fuerte ráfaga de viento. El truco no termina ahí, el pie de Nacho pasa de largo 30 centímetros más, se apoya en el suelo y garantiza un giro que permite al oficial encajar su rodilla izquierda en la mandíbula del asaltante a media altura, lo que le deja fuera de sus cinco sentidos ipso facto.
"Ja, si yo controlo como el que más", se dice a sí mismo Nacho mientras las piernas le tiemblan. "Ni siquiera se mueve..., ¡Joder eso es malo!".
Se tira al cuello, con dos dedos palpa las arterias y nota el pulso. Mientras suspira aliviado procede a esposar al carterista, también lo cachea, pero no lleva documentos encima que lo identifiquen.
Ninoroki llega a media marcha con una mujer cuando Nacho ya ha terminado.
- Veo que ya lo tienes - le dice su colega.
- Si, fue fácil - dice Nacho sabiendo que no lo fue.
Ninoroki rastrea el suelo y termina encontrando el bolso que le ofrece a la mujer con una reverencia. - Aquí está su bolso señora.
- Muchas gracias - la mujer hace una reverencia aún más grande. - Han hecho un excelente servicio.
La mujer se retira y Nacho vuelve a medir el pulso del carterista, lleva casi un minuto sin hacer ruido.
- ¿Qué le has hecho a este? - pregunta Ninoroki.
- Intentó atacarme con una navaja y tuve que golpearlo en el pie y dejarlo fuera de un rodillazo en la boca - dice Nacho con una mueca, no suena tan bien en voz alta.
- ¿Enfrentaste a un criminal armado con una navaja con los puños? - dice Ninoroki más preocupado que asombrado.
- Técnicamente fue con las piernas - dice Nacho marcando las palabras con contoneos de cabeza. - ¿Qué querías que hiciera? Estaba demasiado cerca como para apuntarlo y claramente las palabras no funcionaban.
- Amigo, un derribo hubiera sido suficiente - dice Ninoroki con una severidad policial. - Si le hubieras golpeado en la sien o hubiera caído mal, ahora estaría muerto.
- Sabes que no soy bueno con los derribos, colega, además tenía un cuchillo, actué rápido.
- Más rápida puede ser la muerte si no eres profesional - replica Ninoroki. - Solo espero que no te denuncie.
"Mi madre me conseguirá un mejor abogado", piensa Nacho. "Odio que me regañen por un trabajo bien hecho".
- También te vas a poner de su parte si lo hace - dice Nacho.
- ¿Por qué dices eso?
- Porque siempre pareces estar más del lado de los jóvenes que del mío, también necesito apoyo de vez en cuando por un trabajo bien hecho - responde Nacho con el ceño fruncido. - De acuerdo, tal vez me he pasado al noquearlo de un rodillazo solo por un bolso que como mucho llevaba diez dólares, tres tarjetas y un lápiz labial, lo reconozco, pero la adrenalina me pudo.
Ninoroki solo mira a su compañero en silencio, dejando que el peso de sus palabras le convenza solo, de nuevo ha dicho una idea que sonaba mejor en su cabeza.
- Está bien - admite Ninoroki encogiéndose de hombros. - Es culpa mía en parte, en el próximo sparrin te enseñaré judo para que puedas hacer derribos sin que le partas los tobillos a nadie.
- Gracias - dice Nacho desviando la vista.
- Aún así levántalo, hay que llevarlo a comisaría y buscarlo en los registros, si no es de esta zona puede ser de las circundantes. Hay delincuentes sin protección adulta que delinquen en un lugar y se mueven a otro para no ser encontrados cuando se los busca.
- ¿Ves? Explicando las cosas bien la gente se entiende - dice Nacho dándole unas palmaditas en la mejilla al criminal que hacen que vuelva en sí. - Arriba chico, tienes que dar testimonio.
- Quiero un abogado - balbucea.
- Eso es la única enseñanza que se os queda de las películas - dice Nacho mientras lo incorpora.
Ninoroki tuvo que hacer el papeleo de la detención, esta vez haciendo su papel de policía malo en solitario, a él le salía mejor tratar con los criminales menores de 25. Nacho mientras esperó en su despacho pensando en otra cosa, como si Ninoroki le dejaría acompañarlo a la reunión que se daría en las oficinas de la empresa Diamond sobre cómo tratar el tema del secuestro fallido.
Toc, toc, alguien llama a la puerta.
- Puede pasar - dice Nacho confiado de que será Ninoroki. Lo era.
- Podemos dar por concluido el trabajo - dice Ninoroki entrando a la habitación. - Se ha derrumbado y ha confesado todo, quién es y por qué lo hizo.
- No me sorprende - dice Nacho. - Parecía educado, aunque bastante tonto, ¿Cuanto le va a caer?
- 8 meses de prisión preventiva, por robo y ataque a mano armada - Ninoroki le pone unos papeles sobre la mesa. - Puede aumentar a un año si testificas por un intento de homicidio.
- ¿Eso va a hacer que tenga que declarar en tribunales y pierda mañanas enteras? - pregunta Nacho con una ceja alzada.
- Si, seguramente también te denuncie de vuelta por brutalidad policial si lo intentas.
- ¿No puede ahora?
- No parece que quiera.
- Entonces cerremos aquí - dice Nacho agitando una mano como un aspa en su cuello.
- Si, eso es todo - Ninoroki le retira la hoja de la mesa. - Le daré este papeleo a Takada y yo mientras iré encargándome de otros asuntos.
- ¿Esos otros asuntos son los que tienes que hablar con la empresa de novias de alquiler? - pregunta Nacho.
- Si, ahora me reuniré con los principales jefes ejecutivos - Ninoroki asiente. - ¿No me digas que te quieres venir?
- Bueno, es que afecta indirectamente a uno de mis casos activos.
- ¿Tú queriendo reunirte con hombres de traje y uniforme para estar casi una hora hablando? - Ninoroki abre los ojos de forma exagerada. - Definitivamente hoy la luna se pondrá roja.
- Venga hombre - dice Nacho quitándose el sombrero y sacándose la gabardina. - Mi madre era una mujer de traje y uniforme, si no me gustan esas reuniones es porque me harté de ellas, no porque me hagan daño al alma.
- Está bien, entonces vente - dice Ninoroki encogiéndose de hombros mientras piensa, "Gracias a la luna que va a ir con el uniforme policial y no con la gabardina y el sombrero".
***
La sala en la cual los recibieron parecía sacada de una película de espías, o al menos, eso pensó Nacho. Estaban en la segunda planta, en un cuarto de seis metros cuadrados, con cristales tintados tras una mesa de empresa para ocho personas. Ninoroki y él habían tomado asiento mientras tres hombres delante de ellos les atendían con notas en la mano y hablando un japonés muy formal.
"Son los tres iguales", pensó Nacho esforzándose por mantener una cara de total seriedad. "Y no lo digo solo por qué son asiáticos, los tres hablan, se visten y se mueven igual".
- En resumen - dice el hombre del centro. - Se le ha proporcionado una indemnización a la trabajadora afectada y una semana de descanso. Sabemos que no es suficiente, pero espero que entiendan que jamás nos había ocurrido esto y era un escenario prácticamente impensable.
"Wow, exponer mujeres bonitas como pareja que prácticamente te siguen a cualquier lugar, que es lo peor que podría pasar", pensó Nacho sin cambiar el gesto.
- Pues desafortunadamente no lo entiendo - dice Ninoroki con una voz profunda de protesta. - Si esos criminales no hubieran tenido ese accidente con el coche, ustedes no solo habrían perdido una empleada, hubieran sido responsables indirectamente de un secuestro y seguramente de un asesinato.
Por la mente de Ninoroki pasan imágenes de las armas de fuego, la sangre y la joven atada a una silla.
- En el contrato se establecen los límites - dice el hombre de la derecha. - Ninguna chica está obligada a acompañar a su "novio", de hecho hay cláusulas muy específicas que prohíben viajes y regalos caros para evitar y detectar lunáticos.
- Pues si funcionaran no estaríamos teniendo esta conversación - Ninoroki transmite la firmeza de sus palabras con un semblante inquebrantable. - Quiero saber qué medidas ofrecen a corto, medio y largo plazo para evitar que esta situación se repita.
- A medio plazo planeamos poner al tanto a todas las sucursales de la nación de la situación, incluso a las sucursales que tenemos en Corea - retoma la palabra el hombre central, leyendo los documentos que le entrega el hombre a su izquierda. - A largo plazo, revisaremos todas las cláusulas del contrato y seremos más estrictos con los lugares que se deben visitar, excluiremos recintos poco transitados y barrios peligrosos.
- ¿Y a corto plazo? - insiste Ninoroki.
- No hay nada planeado, la conmoción ha sido muy repentina.
"Han tenido 24 horas para pensar una excusa y eso es lo mejor que sueltan", piensa Nacho. "Mi madre diría que les duele más el bolsillo que las posibles afectadas".
- Por lo pronto deberías avisar a todas las empleadas de la situación - dice Ninoroki. - Incluso debería considerar otorgarles protección policial, por lo menos a las más jóvenes.
- No hay necesidad de hacer que cunda el pánico entre ellas, este es un caso aislado que se ha dado en una zona no segura - a Nacho le empieza a incomodar como esta gente mantiene la calma. - Además, la noticia saldrá en las portadas de los periódicos, tanto físicos como digitales, seguramente no se hablará de otra cosa. Expandir la noticia...
- Solo les hará perder dinero - murmura Nacho.
Los tres hombres parecen girar la cabeza con la sincronización de los búhos nocturnos.
- Disculpe, ¿Decía algo?
Ninoroki mira a Nacho de soslayo, en su frente se forman unos pequeños surcos que tal vez indican molestia, pero Nacho no pierde la compostura.
- Solo pensaba en voz alta - hace un ademán que busca restar importancia. - Hablemos de datos, ¿Cuántas citas se registran en esta empresa?
- Vamos a un promedio de 80 citas cada 24 horas - dice el hombre de la izquierda, el cerebrito de los datos asume Nacho. - Todo sin contar la gestión de redes sociales, horarios, días festivos, vestuarios y trámites internos.
"Esa segunda parte me sobra", piensa Nacho.
- ¿Esas 80 citas son todas en esta ciudad o a nivel nacional?
- En esta ciudad - dice el cerebrito. - De hecho, no todas las citas son de las mismas chicas, algunas solo trabajan dos o tres veces a la semana, se organizan según su tiempo y prestigio.
- ¿Quién las organiza?
- Ellas mismas si sus méritos las respaldan - dice el hombre central, el jefazo, le apoda Nacho.
- Entonces podemos descartar la idea de mi compañero - Ninoroki le mira frunciendo el ceño muy levemente. - Nuestro cuerpo policial no podría centrarse en dar protección a más de 80 mujeres que no tienen una jornada de trabajo establecida.
- Entendemos que su pánico tiene fundamentos, pero no podemos poner seguridad a cada mujer, ni siquiera a las que generan poco y podrían ser más vulnerables. Incluso podría hacerlas sentir incómodas y arruinar la inmersión - habla el que faltaba. - Créanos, si esa opción hubiera sido posible la hubiéramos puesto desde el principio.
"Si esa opción hubiera sido posible y barata, querías decir, ¿Verdad Suneo?" Nacho se fuerza a no reírse de sus tonterías mentales, en lugar de eso se pone de pie y se gira. Mira la cara de su compañero, también ha notado el detalle, pero Ninoroki es más de recopilar información y atacar cabos después.
- Es una conclusión razonable pensar que de volver a darse el caso le ocurra a una chica de bajas ganancias - dice Nacho rascándose la barba con índice y pulgar. - Pero quizás eso es lo que quieren que creamos.
Ninoroki le echa una mirada tan fulminante a Nacho que podría haber atravesado de lado a lado una losa de piedra. El hispano no piensa ni siquiera en titubear, ya ha puesto sus cartas sobre la mesa y va a darlo todo en la partida.
- ¿Qué insinúa? - pregunta el jefazo.
- ¿Qué clase de ejército paramilitar muere atropellado en un secuestro que deja a medias? - manifiesta Nacho retóricamente. - ¿Y solo cuatro hombres? Eso no es un secuestro, es un ajuste de cuentas, y además está hecho para desviar nuestra atención, si ahora nos centramos en proteger chicas de bajos ingresos dejaremos desprotegidas a las de mayor nivel, eso les permitirá dar el verdadero golpe.
- Discúlpeme la redundancia, pero entonces ¿Qué insinúa? - dice de nuevo el jefazo.
"Básicamente me está preguntando cuánto les va a costar", se dice Nacho mientras Ninoroki aún le mira feo, ya sin disimularlo tanto.
- Yo realizaría una prueba, le pondremos protección a las chicas más populares, así no invertiremos mucho personal, de acuerdo a lo que dicen, solo trabajan en las citas dos o tres veces a la semana, ¿No es así? - El cerebrito asiente. - Siendo así, y sabiendo que se darán en sitios con mucha gente, será sencillo poner protección vestido de paisano a su disposición, y como máxima prueba de buena fé, yo mismo me presento voluntario para uno de los puestos.
Nacho había vivido silencios incómodos antes, pero como el que él acaba de formar, ninguno. Los tres hombres se miran, Ninoroki está sin palabras o expresión y Nacho ha intentado llevar las manos a los bolsillos antes de acordarse de que no lleva la gabardina puesta.
- ¿Sería muy descortés si les pido por favor que nos dejen cinco minutos a solas para sopesar el tema? - pregunta el jefazo.
- En absoluto - dice Nacho abandonando el lugar. Ninoroki no pierde el tiempo con palabras cuando le sigue fuera.
***
El pasillo de la recepción tiene baldosas grises y paredes color café, con un techo que imita azulejos azules.
- ¿Se puede saber por qué has hecho eso? - le susurra Ninoroki de inmediato.
- Porque tener poca vigilancia es mejor que no tener ninguna - responde Nacho. - Mi madre fue mala referente en muchas cosas, pero si algo me enseñó es que la gente así solo quiere invertir poco y ganar mucho.
- Tu madre no tiene nada que ver con esto - Ninoroki le señala con un dedo para increparle. - Has dicho que el ejército paramilitar murió atropellado por un ajuste de cuentas y que parece haber indicativos de que atacarán a chicas de un nivel mayor. Eso te lo has inventado.
- La ley jurídica de Estados Unidos dice que un policía legalmente puede mentir, no recuerdo que aquí sea diferente - Ante el ceño fruncido de Ninoroki por respuesta piensa un razonamiento mejor. - Mira colega, no he dicho nada que no pensemos, solo he adornado un poco la situación para que nos hagan caso.
- ¿De verdad?
- Si, te lo juro, ¿Qué otra intención tendría?
- Pues júrame que esto lo estás haciendo porque quieres proteger a las chicas y no porque ese puesto puede ayudarte en uno de tus casos activos.
- Ni lo había pensado - el semblante de Nacho no cambió pese a lo evidente que era su mentira. - Venga hombre, tal vez no descubramos nada, es muy probable que ninguna chica vuelva a ser atacada, y dentro de un mes ya se habrán establecido medidas, pero ahora lo mejor que podemos hacer es estar cerca del lugar de los hechos para recopilar pruebas que disipen o reafirmen las coincidencias de los tres casos.
- ¿Tres casos? - Ninoroki afina aún más la vista. - ¿Cómo que tres casos?
Nacho se dio cuenta demasiado tarde de la metedura de pata, ya no había forma de echarse atrás, tocaba luchar y morir con todo.
- Si, tres casos, los tres accidentes de coches consecutivos que hemos descubierto en una semana - Nacho se cruza de brazos. - No me vengas con las opciones lógicas, me lo podría creer con solo una cabeza aplastada, pero no con tres escenarios en los cuales parece que les han tirado un jodido coche encima a las víctimas.
- ¡Ay, por favor! - dice Ninoroki en un tono estándar que para el ritmo que llevaban parece un grito. - ¿No podríamos lidiar con esto cuando tengamos todas las pruebas y no simplemente ir soltando teorías al azar? Bajo tu lógica de unir puntos, yo podría decir que hay un demonio con super fuerza arrojando coches a jóvenes calenturientos, ¿Te parece eso lógico?
- Me parece que la lógica no nos está resolviendo ninguna duda - replica Nacho.
La discusión no puede seguir, el cerebrito abre la puerta e invita a los policías a pasar de nuevo. Nacho desconecta su cerebro hasta la última parte.
- Así pues, creemos que la seguridad policial no está de más, podríamos llevarla a cabo por dos semanas hasta que implementemos las nuevas reglas, ¿Esa les parece una solución a corto plazo adecuada?
Nacho asintió y Ninoroki sólo pudo resignarse y acceder también, no podía echarse atrás después de haber insistido en querer soluciones inmediatas.
Capítulo 22: es mi primer día.
Fueron dos toques en la puerta en un lapso de cero coma tres segundos y para el segundo toque Sarashina Ruka ya estaba despierta, de pie y lista para arrancar intestinos con las manos antes de ser consciente del total de la situación. Cuando logró aclarar las ideas ya habían dado el tercer toque.
"¿Pero quién me llama a estas horas?" Pensó, asumiendo que como mucho serían las seis de la mañana.
Más decidida que nerviosa abrió la puerta, del otro lado estaba la chica de pelo rosa y grandes dotes que había matado a sus propias hermanas. Esperaba inclinada hacia delante y con las manos a la espalda.
- Buenos días - dice Ichika con una sonrisa de hermana mayor.
Está vestida con un uniforme que la hacía parecer un mayordomo italiano. Pantalón de lino azul marino, camisa blanca 100% algodón tapada por una chaqueta cruzada de tela italiana, planta su metro sesenta y siete de altura en unos mocasines marrones de cuero.
- Buenos días - responde Ruka, sin rastros de sueño en su voz.
- ¿Nerviosa por tu primer día de trabajo?
- No.
- Esa es la actitud - Ichika desliga las manos de su espalda y ofrece lo que sostenía a Ruka como si entregara una bandeja de plata. - Toma, este es el uniforme que debes llevar al trabajo.
Las prendas de ropa dobladas a la mitad las sostiene en su mano derecha, tela fina de menos calidad que su atuendo, pero prestigiosas para una simple recepcionista.
- También te traje esto - añade dejando una diadema de lazo azul encima del todo. - Sigo pensando que el verde te quedaría mejor, pero es tu decisión.
- Vaya, gracias - dice Ruka esbozando una sonrisa sincera.
- Te espero aquí fuera hasta que te cambies.
- ¿Por qué harías eso?
- Porque voy a acompañarte a tu primer día para asegurarme de que no te escapas, por supuesto - aunque la sonrisa de Ichika debería ser jovial, no subvierte ese tono de amenaza.
Ruka no tarda más de tres segundos en cambiarse mientras Ichika la espera pensando que para ser alguien con super velocidad ha tardado una eternidad.
- Entonces, ¿Me llevarás al trabajo en coche o algo? - pregunta Ruka alisándose el pelo con la mano antes de ponerse la diadema.
- No, jeje, solo tengo 17 años, no tengo carnet - dice Ichika en una risa genuina. - Pero no te preocupes, será una hora de caminata interesante para conocernos mejor, ¡Vamos! - grita de emoción lanzando un puño al aire.
"¡17 años!" Piensa Ruka. "¿Los mismos que yo? Pero si tiene cuerpo de 24".
***
Llegando ya a la puerta de salida Ichika se detiene y por consiguiente Ruka también.
- Por cierto, yo no tengo super velocidad, pero si intentas escapar de mí, te engancharé del cráneo y lo separaré de tu cuerpo - la mirada de Ichika es de amonestación, como si hubiera tumbado a una víctima con un taser.
- No voy a escapar, ya me quedó claro - dice Ruka con una mirada muerta.
- Mejor, porque te encantará la brisa matutina.
Ichika caminaba al ritmo de una marcha militar, Ruka en cambio parecía una niña camino a su primer día de escuela. Ichika va tarareando algo que parece un opening de anime que habla sobre la felicidad o la tristeza.
- ¿Tú de qué trabajas? - pregunta Ruka.
- Se supone que soy una guardaespaldas, pero actúo más como mujer de los recados - Ichika se encoge de hombros. - No me quejo, hasta el momento no he tenido que matar a ninguna persona. Sin contar a mis hermanas, claro.
- A, ya veo - dice Ruka dejando caer sus párpados.
- ¿Te sigue molestando esa palabra?
- La usas muy a la ligera, y hablas del asesinato de tu propia familia como si fuera algo tan inofensivo como ir a hacer la compra un martes - Ruka mira de soslayo a Ichika, está sonriente. - Así que si, puedo decir que la personalidad indiferente que tomas me molesta.
- Luego no es la palabra, es mi actitud indiferente - Ichika ladea la cabeza en su dirección. - Actitud que es muy similar a tu carácter el 90% del tiempo, tengo que decir.
- Aj - exclama Ruka con los ojos en blanco. - ¿Por qué a ti y a Iris os encanta decir que todo lo que os digo es porque me estoy proyectando?
- Esas no han sido mis palabras, pero ya que preguntas, es normal que Iris actúe así, se lo enseñé yo.
- ¿Tú? ¿Cuándo?
- El año pasado cuando me trajo Mika, me relacioné con ella porque era la única mujer del lugar que era normal - Ichika ladea la cabeza hacia el otro lado. - Quiero decir, dentro de los estándares que hay en la caja de zapatos era ella o Mika, porque la niña demonio de los jueves está totalmente descartada. Tampoco es que odie a Mika, pero es difícil entender a alguien que si no está contando un chiste de humor negro te está amenazando de muerte, ¿Entiendes?
- Si, lo he vivido en carne propia.
- Respecto a lo de proyectarte, no lo veas como un insulto, todos lo hacemos - Ichika se lleva una mano a lo alto del pecho. - Yo lo hacía constantemente, proyectaba mis inseguridades en mis hermanas, y créeme era muy fácil porque éramos quintillizas, además sentía que mi trabajo no era recompensado, era la mayor, la que llevaba las cuentas y era la única a la que habían violado.
Ruka solo asiente poniendo una cara de desagrado.
- Y luego estaba aquel chico, creo que las cinco nos enamoramos de él a primera vista - Ichika gime tímidamente. - Era tan egocéntrico y aún así tan humilde y curioso, aún tengo una foto de él durmiendo entre mis piernas.
- ¿Ese fue el chico que violaste? - pregunta Ruka mirando al horizonte.
- Si, el chico que violé - Ichika cierra los ojos y afirma. - No puedo explicarte porque lo hice, es como si estuviera escrito para mi, yo me sentía tan bien con la idea de ser su esclava sexual.
- Ajá - Ruka sigue perdida en el horizonte.
- Aún te molesta, ¿Cierto? - Ichika se mira las costuras de la pierna derecha. - Palabras, palabras, palabras, ¿Qué importa?
- Podemos sólo cambiar de tema, ¿Por favor?
- Por supuesto, ¿Has visto algo interesante últimamente? - Ichika retoma esa sonrisa de aire familiar, así Ruka puede seguirle el juego.
- Pues ver cómo tal, no, pero he estado leyendo novelas independientes, hay una...
***
La charla siguió hasta que empezaron a surgir los primeros edificios en el horizonte, salían del bosque y llegaron a la ciudad. Ichika acompañó a Ruka hasta la misma puerta del negocio de karaoke y entró con ella para hablar con el gerente a cargo, hasta le entregó unos papeles.
Ruka supuso en todo momento que el gerente no tenía nada que ver con Mika ni con el escuadrón 70 o algo parecido, parecía un hombre normal con su uniforme, sus gafas rectangulares y su cuerpo de palillo italiano con un bigote que parecían dos agujas, aunque combinaba bien con su tupé, ya era algo.
- Así que estás interesada en el negocio Ruka-chan - le dice el gerente.
- Si, será un placer trabajar aquí - dice haciendo una reverencia perfecta.
Era agradable que usaran un sufijo para hablar con ella, aunque fuera el cariñoso que se usa para los niños, ni siquiera Ichika hacía eso, todos le hablaban con la hostilidad occidental.
- Qué jovencita tan educada - sonríe el gerente. - Espero que sepas desempeñar bien este trabajo, puede parecer fácil pero exigirá mucha determinación como cualquier otro.
- No se preocupe, tengo experiencia trabajando de cara al público - Ruka sonríe con genuina confianza. - Le prometo que me esforzaré para hacer de este lugar una recepción próspera y acogedora.
La confianza también se transmitió al gerente que le devolvió una risa recíproca.
- Bueno, entonces eso es todo lo que tengo que hacer aquí - comentó Ichika. - Vendré por ti cuando acabes tu turno hermanita, así nos iremos juntas a casa.
Ichika se despidió de Ruka y el gerente agitando una mano y con una sonrisa de regocijo que Ruka se forzó a imitar.
"¿Les ha dicho en mi currículum que soy su hermana? Ni siquiera nos apellidamos igual", pensó Ruka. "Seguro que es algún tipo de amenaza, que acabaré como sus hermanas si me opongo".
- En fin Ruka-chan, te dejo trabajar - le dice el gerente. - Hoy por ser tu primer día ocúpate sólo de la recepción, ya a lo largo de la semana te presentaré el lugar y te pediré otras tareas.
- De acuerdo, no le defraudaré - dice con otra reverencia.
La recepción del lugar era cómoda, estaba lejos de ser hogareña, pero eso no le quitaba lo agradable. Tenía enfrente una puerta automática de cristal, donde veía la calle y los primeros rayos de luz. El suelo emulaba una alfombra, con un cuadrado dentro de otro dentro de otro, intercalaba entre el color granate y beige. Las paredes en cambio solo tenían azulejos de casi cincuenta centímetros de color crema.
Los clientes empezaron a llegar sobre las nueve, resulta que el lugar también tenía funciones de comedor. Ruka se sentía como una empleada del MCDONALD'S detrás de su cuadrado con caja registradora y ordenador. Lo único que tenía para distraerse era su móvil, y ahora que las cosas empezaban a transcurrir con normalidad no pudo evitar notar que llevaba casi una semana sin cargarlo y no había perdido ni la mitad de su batería.
"Un momento, Carlos ni siquiera me dio el cargador", pensó.
Las puertas sonaron, cuando se dispuso a dar el saludo de bienvenida lo pensó mejor. Era Ichika quien había entrado.
- Buenos días - dice la mujer de las extremidades cosidas.
- Buenos días - dice Ruka. - ¿No estabas trabajando?
- No me necesita, tiene otra criada - responde con un ademán para restar importancia.
- ¿La persona para la que trabajas tiene dos criadas? - Ruka extraña la sensación de sentirse sorprendida por noticias así.
- En verdad tiene como 14, Mika solo me incluyó para tener alguien que le fuera leal a ambas partes.
- Entiendo, ¿Quieres tomar algo? - le ofrece Ruka mientras piensa, "¿14 criados? Seguramente sea alguien de la Yakuza, maldición, esa Mika está ligada con todo".
- Si, tomaré un hielo picado con algo de limón, no me pongas mucho. Estaré allí leyendo una revista mientras te espero - dice señalando una mesa de plástico individual en la entrada.
- ¿Mientras me esperas?
- Si, tu turno acaba en media hora, ¿No es así?
Ruka algo desconcertada mira el teléfono, Ichika tiene razón, el tiempo ha pasado volando.
***
Al terminar su turno regresaron hablando sobre cine, Ichika parecía estar muy al tanto de la nueva cartelera, y Ruka había estado interesada en un par de proyectos. Una vez entraron en la caja de zapatos separaron sus caminos.
Ruka se dirige al comedor, en la mesa de siempre estaban sus amigos de hace poco, los escuchó hablar sobre experiencias personales del pasado que habían empezado a ser experiencias normales para su día a día.
Ruka abre la nevera, hoy hay ramen instantáneo, le toca aceptar eso. Ya luego de hacer y calentar su comida, se pone en el lado de la mesa que le corresponde.
- Buenos días aventurera - le dice Carlos. - Bonito uniforme nuevo, me gusta tu moño.
- Gracias, es mi uniforme de trabajo - dice Ruka. - Y no es un moño, es una pajarita.
- En su tierra es lo mismo, el problema es que al traducirlo no se entiende - dice Iris. - De todas formas, ¿Qué tal tu primer día?
- Bien, nada de lo que pueda quejarme - Ruka suspira. - Ichika ha estado conmigo bastante tiempo y el resto han sido interacciones con clientes.
- ¿La pelirrosa te amenazó muchas veces con matarte? - pregunta Carlos.
- Solo una.
- Si, jeje, es lo primero que Mika nos enseña a todos, a convencer a los nuevos que si se intentan ir los matamos.
- ¿Por qué te ríes? - Ruka frunce el ceño. - Si alguien intentara escapar seguro que lo matarías.
- Bueno, depende del caso - dice Carlos encogiéndose de hombros.
- Yo si le mataría - dice Iris. - Por la espalda y de la forma menos dolorosa posible, y le estaría haciendo un favor.
"Han pasado de no decirme nada a ser brutalmente sinceros, no se que prefiero más", piensa Ruka mientras ingiere su comida.
- Bueno, regresemos al tema, ¿Ningún problema en el trabajo entonces? ¿Qué tal el jefe? - pregunta Carlos.
- Parece amable.
- Esos son los peores.
- ¿Cómo? - Ruka le frunce el ceño.
- Mi jefe de escuadrón también parecía amable y casi me cuesta la vida hacerle caso.
- Ignoralo, por favor - dice Iris con la mano en el puente de la nariz. - En su país a eso le llaman "chamba" y lo ven como un castigo donde los sobre explotan.
- Claro, la industria musical con la que sueñas no hace eso - dice Carlos sarcásticamente posando triunfal.
- Eso es un golpe bajo, cabronazo - le dice Iris en español.
- Oye, no cambies de idioma - replica Ruka.
- Si, hoy no es día para peleas tontas - dice Iris. - Así que todo bien, me alegro, veo que Ichika incluso te ha hecho un regalo - dice Mirando a su diadema.
- Si, ha sido una agradable compañía - dice Ruka más serena. - Me ha acompañado todo el camino andando hasta el trabajo, tanto de ida como de vuelta.
- ¿No habéis ido en coche? - pregunta Iris con un gesto de extrañeza.
- No, ella también tiene 17 años, no sabe conducir.
Carlos mira a Iris por encima de sus cristales opacos, luego miran a Ruka.
- ¿Qué? ¿Qué ocurre?
- Esa chica sabe conducir hasta motocicletas - dice Iris. - La he visto darse a la fuga y hacer acrobacias para distraer a grupos criminales, te ha hecho caminar solo por gusto.
- ¿Cómo? - Ruka frunce el ceño.
- Que extraño en ella - murmura Carlos. - La he hablado pocas veces pero no parece ser del tipo de personas que te mentiría por gusto.
- ¿Te dijo textualmente que no sabía conducir? - pregunta Iris también incrédula.
- Me dijo que no tenía carnet, lo otro lo intuí.
- A, entonces no te mintió, solo te dijo la mitad de la verdad - concluye Carlos.
- Si, eso abunda en este lugar - reafirma Iris.
- Mi amor por este sitio aumenta por minutos - dice Ruka con una voz renegada.
Capítulo 23: Así es la ley.
Chizuru se despertó siguiendo su rutina de siempre, una ducha, un cambio de ropa y preparar el bolso para la universidad. Este lunes iba a dejar el luto a un lado para tratar de retomar la rutina previa a todo lo transcurrido una semana atrás.
"Tengo que ser fuerte", se dijo. "En ocasiones la vida es desafortunada y caprichosa, pero nadie se hace fuerte sin afrontar las penas".
Al tomar su móvil vio un mensaje del chat privado de la empresa, le pedían que se presentara en la sucursal más cercana para comentar cierta información referente a su puesto.
"Esto debe ser a causa de mi inactividad por una semana", pensó algo preocupada. "Últimamente no he tenido tiempo de estar pendiente de lo que me rodea, solo de asumir lo que está pasando".
En un suspiro que evocaba más fuerzas para avanzar, Chizuru terminó el desayuno y se puso en marcha. El sol la recibió tímidamente desde el cielo, se tapó los ojos y sintió la brisa, era más fría que hace unos días, los resquicios del calor veraniego ya no eran más que un recuerdo lejano, igual que “él”. El gesto de Chizuru se entristeció levemente, por lo que se ajustó las gafas a la cara y se recompuso antes de ponerse en marcha.
***
En las clases no hubo ningún incidente, pero no pudo evitar tener la sensación de que alguien la observaba desde un palco más alto. Se giró solo una vez y casi que le pareció ver una cabeza rubia escondiéndose detrás de una pantalla de ordenador portátil, pero por el bien de su salud mental, prefirió actuar como si no hubiera visto nada.
Cuando regresó a su casa para matar el tiempo tuvo que cambiarse de ropa, tendría que ir elegante a la sucursal y después a la cita que estaba programada para hoy. Se puso una falda blanca de talla mediana asegurada con cinturón de lana, unas sandalias con lazo doble, una blusa rosa de lana con botones delanteros y decidió implementar también unos pendientes de cerezas hechos con perlas. Cómo último detalle, un bolso estilo cesta para guardar el móvil, la cartera y otras cosas de interés.
"Si, este es un buen atuendo, elegante y presentable", se dice con el pulgar alzado frente al espejo.
***
Entrar a la sucursal le produjo algo de nerviosismo, desde que fue contratada no había tenido que poner un pie en ese lugar, principalmente porque la agencia tenía un chat privado para hablar con los clientes frecuentes y que el personaje no interfiriera con la persona.
Preguntó en recepción, siguió un par de indicaciones y llegó al segundo piso, a la sala donde tendría que hablar con alguien a cargo. Abrió la puerta, se encontró con una mesa de empresa para ocho personas delante de unos cristales tintados. Solo dos hombres dentro, un hombre con traje que daba aires de cerebrito y un adulto de treinta y pocos de pelo castaño y barba de seis días en el lado frente a ella. La diferencia con el dirigente era palpable, él vestía con una ropa muy de paisano.
- Buenas tardes - dice Chizuru haciendo una reverencia. - Tenía una reunión para hablar sobre mi puesto de trabajo.
- Buenas tardes - saluda el hombre con traje, el otro solo cierra los ojos y asiente. - La estábamos esperando señorita Ichinose-san. Por favor, tome asiento.
- Con permiso, muchas gracias.
Chizuru se sienta dejando una silla entre ella y el hombre que viste de paisano, se centra un poco en sus ojos verdes y piensa que tal vez le conoce, pero nunca había visto ese peinado, tampoco está viendo el total de su cara a causa de la luz distorsionada por los cristales tintados.
"¿Será un cliente de hace tiempo que ha venido a reclamar por la inactividad?", piensa Chizuru, aunque disimula bien la preocupación.
- Antes de darle una explicación detallada de lo que está sucediendo tengo que hacerle una pregunta, Ichinose-san, ¿Ha escuchado el último incidente? El que ocurrió este viernes.
- No - respondió dubitativa. - No he estado al tanto de las noticias, por motivos personales me he mantenido bastante aislada de las redes e internet en general.
"Encerrarme en la lectura, el estudio y la cocina es mi vía de escape predilecta", piensa ella.
- Intentaron secuestrar a una trabajadora de esta empresa, 19 años, trabaja aquí a tiempo parcial, seguramente no la conozca - le informa el hombre. - Antes de que se alarme, podemos confirmar que gracias a la rápida intervención de la policía no hubo ningún percance.
- Vaya, eso es un alivio - dice Chizuru con una mano en el pecho.
- No obstante, nos preocupa que esta situación se pueda repetir, por ello hemos asignado vigilancia policial a las empleadas que puedan ser más vulnerables - el hombre entrelaza sus dedos en la mesa. - Sabemos que tu situación no ha sido buena últimamente, tenemos guardada tu solicitud de una baja por motivos personales, y es por eso que pensamos que necesitarías protección.
"¿Cómo dice?", se pregunta Chizuru mientras mantiene una cara atenta. "¿Qué clase de reunión es esta? Eso es mucha información a procesar".
- ¿De qué clase de protección estamos hablando?
- De la suya - el hombre extiende una mano hacia el hombre sentado a una silla de distancia. - Ichinose-san, él es el agente Sabina-san, cómo ve, viste de paisano y se camuflará entre el tumulto para asegurarse de que esté bien en todo momento.
Chizuru abre los ojos por la sorpresa, reconoce ese apellido, mira al hombre a su lado, él gira su perfil y puede distinguir mejor las facciones de su cara, ahora sí que es excesivamente familiar.
- No se preocupe, se disimular, ni siquiera notará que estoy ahí - dice él.
La voz del agente mueve las neuronas de Chizuru que rápidamente encaja piezas, solo tiene que imaginarse a ese hombre con una gabardina y un sombrero. Es él, el agente que está investigando el caso de la muerte de Kazuya.
Chizuru contiene con todas las fuerzas de su ser un comentario de réplica, trata de mantener un rostro sereno y una respiración calmada.
- ¿Es esta medida necesaria para todas las empleadas?
- No, de hecho no tiene de qué preocuparse, ya se está revisando el reglamento y las medidas pertinentes, en dos semanas trataremos de que todo vuelva a la normalidad - dice el hombre a cargo. - Hasta entonces esta es nuestra forma de velar por su seguridad, soy consciente de que tiene una cita en media hora así que ya puede irse. Muchas gracias y perdón por las molestias, Ichinose-san.
Cuando el hombre hace una reverencia de 25 grados con la cabeza, Chizuru sabe que no hay debate posible. Agradece, se levanta y es acompañada a la salida por el agente encubierto.
- ¿Por qué de todos los agentes posibles tenía que ser usted? - pregunta Chizuru en cuanto la puerta se cierra.
- Sabes, a mi tampoco es que me haga especial ilusión ver cómo finges salir con hombres que ni conoces - dice Nacho conteniendo una risa. - Pero es mi trabajo, y lo hago por tu seguridad.
"No es ni el momento ni el lugar para replicar", piensa Chizuru avanzando con el bolso cesta enganchado mejor al brazo.
Ya en la salida visualiza todo el perímetro, hay poca gente en la calle. Toma aire, se serenó y se giró para ver al hombre de metro ochenta y tres que resguardaba su espalda.
- Muy bien, voy a ser totalmente directa - dice Chizuru cruzándose de brazos. - ¿Cómo sé que no me estás acosando?
- ¿Perdona? - Nacho parece fuera de sí.
"¿Y ese cambio de personalidad? ¿Ni siquiera me habla de usted?", se pregunta mentalmente.
- Me has escuchado perfectamente - Chizuru se reafirma en su postura.
- Que cambio de actitud tan brusco, chica - dice Nacho, casi a punto de dar un paso atrás. - Antes se te veía más calmada, ¿A no ser...? No me has reconocido sin la gabardina y el sombrero, ¿Verdad? Es el efecto Supermán más común de mi vida.
- No busques cambiar de tema - Chizuru es imperante. - ¿Por qué eligió este puesto después de casi obligarme a llamar a un abogado?
- Estás sobre analizando mucho la situación, chica - le dice Nacho agitando la mano para pedir calma. - Soy policía, trabajo allí donde hago falta, no es mi culpa que la empresa para la que trabajas esté rompiendo records en polémicas, y si quieres discutir déjame decir que alzarle la voz a una figura de autoridad en la vía pública en horario de trabajo es ilegal.
Chizuru solo entrecerró los ojos, pero ahora Nacho no cerró terreno, solo fue indiferente, girándose para mirar su muñeca carente de reloj mientras su cuerpo le tapa.
- Vas a llegar tarde - dice como si pudiera ver la hora.
Chizuru, que si traía un reloj de pulsera, lo miró en el dorso de su muñeca, el policía tenía razón. Echó a andar, cuando hubo una distancia de 15 metros entre ellos, Nacho empezó a seguirla. Él aceleraba en las esquinas para asegurarse de que Chizuru no intentaba escapar corriendo, no la veía capaz, pero con las mujeres nunca sabes qué esperarte.
***
Ver a Chizuru actuar de lejos era casi hipnótico, sabía comportarse como la novia perfecta. Siempre escuchaba, y cuando lo hacía permanecía con el cuerpo orientado hacia el cliente, con un contacto visual continuo y cómodo.
Caminaba con ritmo seguro, siempre medio paso detrás del cliente, pero nunca demasiado lejos, y si tenía que tomar la delantera no tenía miedo de sostenerle la mano y andar con mayor rapidez.
Siempre con una sonrisa en el rostro, el centro de todas las miradas y comentarios.
"Hay un profesional para todo", piensa Nacho al verla actuar.
Llevan ya tres horas, es el momento final de la cita y ha terminado en un restaurante. Chizuru está hablando del pago con su cliente, un hombre de maletín y corbata, tendrá 28 años como poco.
Nacho les observa a 4 mesas de distancia, desde un lateral izquierdo mientras se bebe un refresco con la pajita más extraña que le ofrecían.
"Ese no es ninguna amenaza", piensa Nacho negando con la cabeza. "Supongo que es el promedio de los clientes, hombres de negocios con poco tiempo para socializar que quieren vivir la experiencia de tener una novia".
- Joder, ese podría ser yo perfectamente - se comenta a si mismo entre dientes mientras sorve su bebida. - Al final todos queremos afecto, incluso si es solo para caminar agarrados de la mano mientras pasamos por un paso de cebra.
La vista de Nacho se alza desde un ángulo inclinado cuando escucha el "muchas gracias", del cliente de Chizuru mientras le da su pago por los servicios. Al final todo está en orden, él se va y Chizuru hace un recuento del dinero.
- No parece una mala persona - dice Nacho en un susurro.
Chizuru guarda el dinero en su bolso, se pone en pie y se dirige a Nacho que tenía la mirada centrada en el líquido refrescante que subía haciendo acrobacias por su pajita.
- Con esto la cita ha terminado - dice Chizuru quieta, al lado de la mesa.
- Me alegro, pues un trabajo bien hecho es un trabajo feliz - responde él.
- ¿Eso es todo a lo que te vas a dedicar? - le pregunta Chizuru cruzándose de brazos. - ¿A mirarme de lejos y a comer donde yo vaya?
- Yo observo todo lo que te rodea y me aseguro de que no haya problemas con los que no puedas lidiar - dice Nacho retirando su bebida. - Hoy el único problema que has causado es una ruptura - Nacho se ríe y ve a un novio que trata de hablar con una chica que tiene la cabeza girada y pasa de él. - Ese chico te estuvo mirando casi toda la "cita" y su novia se enfadó.
- ¿Cómo? No es mi culpa que no sepa controlarse.
- Ya lo sé - dice Nacho frunciendo un poco el ceño. - Solo era un comentario gracioso para complementar. Por lo demás mi trabajo aquí ha terminado. Lo máximo que te puedo ofrecer ahora es acércarte a casa, si quieres.
- Entonces no necesito nada más - dice Chizuru dejando caer los párpados. - Me voy, adiós.
"Ni siquiera un simple gracias", piensa Nacho mientras la ve irse. "Aj, debería irme yo también", toma su bebida y la vuelve a poner a su disposición. "Después de acabar con esto, claro".
***
Chizuru regresa a su casa, cierra la puerta tras ella y tira el calzado, ahora necesita comodidad y despejar la mente. Se pone la sudadera más suave que tiene y se desprende de toda la ropa elegante, acaba con sus zapatillas crocs para que las plantas de sus pies se amortiguen en algo comodo y no en el suelo duro y frío.
Toma su portátil y lo planta en la mesa, investiga como los hackers de lentes oscuras a los cuales se les refleja el código binario en los cristales. Abre una pestaña de las noticias y busca la más reciente relacionada a la empresa.
"Maldición, es peor de lo que pensaba", dice con solo leer el titular, "Cuatro jóvenes mueren atropellados en un almacén después de intentar secuestrar a una joven de 19 años".
La noticia es bastante anónima, no dice el nombre ni de los muertos, ni de la joven, aunque sí destaca su trabajo como novia de alquiler y su situación tras esto, está en terapia.
"No me estará investigando porque creé que estoy relacionada con esto, ¿No?", Chizuru cruzó una de sus piernas sobre la otra y empezó a mover el pie con cierto nerviosismo. "¿Qué le pasa? ¿Por qué esa obsesión conmigo? ¿Y por qué otro caso de un atropello relacionado con esta empresa?".
Chizuru se detuvo el pie y se recolocó la zapatilla con el índice, se le había resbalado un poco con el movimiento.
"¿No será que creé que estoy relacionada con este también? Pero el otro solo fue circunstancial, lo único que me une al caso fue esa estúpida pelea que tuvimos", Chizuru traga saliva. "La última vez que hablamos. Esa pelea no me hace culpable de su muerte, solo, tan solo fue un accidente, él nunca había sido alguien atento al mundo que le rodeaba".
Chizuru prefirió cerrar el portatil y juntar los puños encima luego de clavar los codos, no iba a llorar, iba a ser fuerte. Era duro asumir que después de tanto tiempo vivido, el mundo seguía sin ser justo.
"No puedo sacarme la idea de la cabeza", piensa dándose unos toquecitos como castigo. "¿Por qué investigarme a mí ahora? No tengo ninguna relación con mis compañeras de trabajo, solo con..."
Chizuru se alarmó de golpe, se levantó a toda prisa y fue corriendo por su celular mientras pensaba, "¡Ella tiene 19 años!".
Con el celular firme en la mano escribió a una persona. Tecleó: "Buenas tardes, Sumi-chan, ¿Cómo has estado? Hace tiempo que no sé de ti, o como te va en el trabajo".
Fueron cinco minutos tensos, pensando en que respuesta podría llegar y maldiciendose por no darse cuenta de las cosas a tiempo, como pasó con la ropa de la lavandería.
"Buenas tardes, estoy bien, gracias por preguntar, ¿Qué tal te va a ti?", le respondió Sumi, todo acompañado con un sticker de un perro de pulgar alzado a modo de like.
Chizuru suspiró de alivio, eso descartaba el peor escenario que se había imaginado, ahora no podía dejar la conversación a medias y estuvo un rato hablando de su vida con Sumi.
"Me alegro de que todo te vaya bien en la universidad, ¿Qué tal te va en el teatro?" Escribió Sumi.
"También va bien, afortunadamente, aunque no hay ninguna novedad, no creo que me den papeles más importantes de los que he conseguido hasta ahora, pero todos son buenas personas y están ahí para mí", respondió Chizuru.
"Me alegro mucho, yo también estoy dispuesta a ayudarte con todo lo que pueda", Sumi envío un sticker del mismo perro disfrazado de escudero. "Tengo que irme un momento, pero si luego quieres seguir hablando, escríbeme".
"De acuerdo, gracias por pasar este rato conmigo".
Al terminar la conversación Chizuru buscó refugio en su cama, tumbándose con la delicadeza de un pétalo mecido por el viento.
"La he dicho que están ahí para apoyarme, pero la verdad es que llevo bastante sin un papel protagónico, solo actuo como el alivio cómico", pensó Chizuru estirada como si fuera a hacer un ángel de nieve. "Claro que compito directamente con la hija del jefe y el chico más guapo del estudio. No, no debería pensar así de Umi-san, es buen chico, incluso entendió mi situación como novia de alquiler y por qué interfiere con los horarios. Ahora que lo pienso, él haría cualquier cosa por mí".
***
Mientras Chizuru cavilaba ideas, Nacho llegaba tarde a su casa cansado de todo como si hubiera luchado a muerte con un caballo drogado.
- Valep, hoy no he aprendido nada - dice entrando en su casa. - Al menos Mei no me ha decepcionado con su trabajo.
Toda la casa estaba como los chorros del oro, eso le permitió ignorar las posibles preocupaciones e ir directamente a la cocina a cenar.
- Habrá que ser sanos - dice. - Hoy no ha habido tiempo de ir al gym, y posiblemente el miércoles tampoco pueda si tengo que hacer de vigilante de la señorita novia perfecta.
Después de cenar fue a su habitación, no había mucho que ver, una cama, un armario para la ropa, una mesa larga adosada a la pared con su respectiva silla y tres estanterías de falsa madera también clavadas a la pared en un orden que recordaba a unos peldaños de escalera. En el más bajo de todos ellos estaba una caja de fondo negro acolchado y cristal transparente con dos monedas, los dinares romanos que se había encontrado.
- Si Ninoroki viera esto estaría de acuerdo conmigo en que no hay forma de que esto sea una coincidencia - dice tomando y examinando la caja. - Pero de momento no tengo pruebas, y lo último que necesito es que me salte con un "que sepas que tomar pruebas de una escena del crimen sin permiso legal es robar, ten, una multa".
Nacho se rió un rato de su propio chiste, en su cuarto, solo.
- Va a tener razón mi madre, necesito un perro.
Capítulo 24: Agujas para el hilo de la conversación.
Mika estaba tumbada en el suelo de su habitación boca arriba mientras pensaba en una teoría que acababa de leer por internet, "¿Y si Ego de Ratatuille realmente era un vampiro?".
A su lado, en el escritorio, Ichika tomaba notas sobre una obra de teatro de la que era escritora fantasma. "Creo que yo podría ser una excelente Monstruo de Frankenstein", pensó.
- ¿Qué hora es? - le preguntó Mika.
- Las 14:50 - respondió Ichika. - Me iré con Ruka en unos 8 minutos.
- Ya veo, ¿Hoy es su tercer día de trabajo, no?
- Si, hoy es su primer turno de tarde.
- Creo que hoy deberías enseñarle a nuestra ayuda policial - Mika gira la cara buscando a Ichika. - No creo que le vaya a hacer falta en un futuro cercano, pero debería saber que está vigilada en cualquier punto antes de que me vaya hoy de viaje.
- ¿No creés que ya has asustado mucho a la pobre muchacha? - Ichika apoya la mano en el espaldar de la silla y rota la cadera para ver a Mika. - Claramente ya no tiene intención de irse a ningún lado.
- No las tiene, todavía, y me aseguraré de que siga siendo así - dice Mika poniéndose de pie en un abrir y cerrar de ojos. - Voy a llamar, haré que vaya uno tranquilo para que la señorita no se asuste mucho.
- Está bien, supongo que voy a buscarla para que nos vayamos - Ichika se levanta de la silla y se estira la espalda.
Mika olfatea el aire una vez, en una acción corta y efectiva. - Está en la biblioteca - dice.
- ¿Puedes olerla desde aquí?
- Esta nariz que tengo puede encontrar todo en ocho kilómetros a la redonda - dice Mika dándose unos toquecitos en el puente. - Pero no te preocupes, no tengo mis receptores olfativos activados todo el tiempo, de lo contrario también olería los inodoros a mi alrededor y otras cosas repugnantes.
- Claro - Ichika se encoge de hombros. - Supongo que iré a buscarla ya.
- De acuerdo - Mika aparece ahora con un móvil en la mano marcando un número.
***
Mientras Ichika se dirigía a la biblioteca con su traje elegante del lunes, Ruka ya estaba allí hablando con el bibliotecario, Carlos e Iris también los estaban acompañando.
- ¿Qué estás leyendo ahora? - le pregunta Ruka al bibliotecario.
- El nuevo libro más pedido del mercado - el bibliotecario enseña la portada de letras doradas, escrito en chino. - "Como controlar la mente de quién sea en 5 pasos", parece que es un libro de magia oscura budista.
- ¿Y todos estos libros funcionan?
- No lo sé, yo solo soy el bibliotecario, no el brujo de magia negra - dice mientras pasa una página.
- ¿Y cómo sabes que es el más pedido del mercado?
- Eso me dijo el hombre que se lo llevó - dice el bibliotecario alzando la vista sobre la tapa. - Como no suelo recibir muchas visitas, cada vez que alguien interesado se lleva un libro ya es un éxito de ventas para mi.
- A parte de nosotros tres, ¿Viene alguien más por aquí? - pregunta Ruka ladeando un poco la cabeza. - Esto siempre está vacío.
- Si, a veces viene el hombre de la piel rosada - el bibliotecario hace un gesto que Ruka entendió como si se encogiera de hombros. - Aunque regresando al tema del libro, si quieres mi opinión personal, esto suena bastante fantasioso, aquí por ejemplo pone que cualquier afectado perderá la luz natural de sus ojos y cambiarán a morado, eso es una estupidez, delataría de inmediato a la persona poseída.
- Espera - dice Ruka levantando una palma. - ¿Ese hombre rosado que hace aquí exactamente? Creo que me lo he encontrado dos veces, y en ambas ocasiones ha actuado rarísimo.
- Ese idiota lascivo se supone que ve el futuro - dice Iris irrumpiendo en la conversación. - Además es astrólogo, Mika lo consiguió siete meses antes de que mataras a Tadomi, supuestamente este hombre ya había visto el futuro en las estrellas y sabía que Mika vendría por él, así que la esperó con los brazos abiertos.
- ¿Cómo sabes eso? - le pregunta Ruka.
- Me lo dijo Ichika, porque ese idiota lo único que sabe hacer cuando me ve es observarme las tetas y hablarme en chino - Iris aprieta el puño. - Tiene suerte de que Mika tenga la regla de no matar a sus buenos hombres, si no le hubiera abierto la cabeza con un cuchillo hace bastante tiempo. No soporto a los hombres así, le quiero muerto.
"A mí también me habló en chino la segunda vez que me vio", recuerda Ruka. "La primera vez solo me pidió un tazón que había usado".
- Pues yo lo que quiero es una pomada para las picaduras de los moscos - dice Carlos enseñando el cuello. - Me han vuelto a picar los hijos de la chingada.
- No creo que unos mosquitos puedan entrar a este lugar - dice el bibliotecario.
- Podría ser, a mí me han picado en la muñeca - dice Iris mientras se arremanga para enseñar la marca de picotazo.
- Lo digo en serio - insiste Carlos. - Ese bicho cabrón está por aquí en alguna parte, cuando estoy durmiendo muy profundamente a veces escucho un sonido de "uuuum" en mis orejas.
"Pues yo no he oído nada, y tengo el oído muy agudizado", pensó Ruka. "También tengo que reconocer que en este lugar tan insonorizado y con tanto ruido blanco, me cuesta escuchar las cosas a más de 20 metros de distancia, y para ello tengo que concentrarme mucho primero".
- Yo no sé dónde se esconden, pero cuando lo encuentre va a probar plomo 100% Méxicano - dice Nacho sujetando su arma en la funda de su cinturón.
- ¿No dijiste que Mika podía escuchar una mosca volando estando ella en una habitación insonorizada? - pregunta Ruka. - Quizás es ella quien mata a los mosquitos para que no molesten.
- Esa es una teoría aceptable - dice Carlos encogiéndose de hombros. - Pero la mía es mejor ya que incluye tirotear a un ser vivo.
La frase de Carlos solo generó silencio y caras de poker. Antes de poner decir otro de sus aportes, fue interrumpido por Ichika entrando en la habitación de los libros y estanterías.
- Buenos días a todos - dice Ichika, risueña como siempre.
Después de un "hola" general Ichika retomó la palabra.
- Bueno Ruka-san, he venido para acompañarte al trabajo - dice.
- ¿Hoy también? - pregunta alzando las cejas. - No creo que haga falta, ya sé el camino, además falta una hora hasta que empiece.
- Si, hoy también - afirma ella con la cabeza. - Y no importa que falte una hora, se tarda una hora en llegar hasta allí.
- Pero yo puedo llegar allí en, no sé, ¿15 minutos? Puedo correr a 180 kilómetros hora - replica Ruka con los cachetes hinchados. - ¿O es que creés que me voy a escapar?
Mientras ellas dos hablaban, Iris estaba sumergida en un libro bibliográfico sobre Red Velvet, el bibliotecario aprecia uno de magia negra y Carlos miraba a Ichika desde la seguridad de sus gafas oscuras.
- No me preocupa que te escapes, me preocupa que arrugues la ropa por ir muy rápido - dice Ichika, ocasionando que Ruka ponga los ojos en blanco. - Además hay otros asuntos y personas que debo presentarte, por lo que debemos irnos ahora.
- Buuueno, está bien - aceptó Ruka a regañadientes.
***
Cuando estaban a 10 minutos del establecimiento de karaoke, Ruka apretó los puños, inspiró y se atrevió a hacer una pregunta.
- ¿Y a quien se supone que me vas a presentar? - pregunta Ruka. "Por favor que no sea un yakuza, por favor que no sea un yakuza", piensa al mismo tiempo.
- Lo verás en la entrada, es menos aterrador de lo que suena - le dice Ichika agregando su ya mítica sonrisa cálida. - Mira, allí está.
Enfrente de la puerta se encontraba un hombre con uniforme militar, su gesto era serio, parecía alguien que solo sería capaz de reírse por la lógica, dejando siempre atrás su postura personal. Pelo negro, oscuro y corto, muy acorde a sus ojos marrones y pequeños con el estereotipo japones.
- Buenas tardes agente Kimishima - dice Ichika saludando con una reverencia.
- Buenas tardes, señorita Nakano - el agente corresponde la reverencia.
"Venga, donde tienes los tatuajes", piensa Ruka mientras le observa de arriba abajo.
- Ruka-san, él es el agente Kimishima, estará a tu servicio en la comisaría más cercana en caso de que veas algo que te haga sospechar - dice Ichika presentándole con un movimiento de brazos.
- Mucho gusto en conocerle - dice ella haciendo una reverencia.
- Lo mismo digo - dice él asintiendo.
- Bien, esto es todo - dice Ichika. - Ya puedes entrar al trabajo Ruka, yo te sigo después.
- De acuerdo.
Con otra reverencia, Ruka pasa delante de ellos al local acompañada de la campanilla de entrada de la puerta corredera.
- Entonces, dígame señor agente, ¿Alguna novedad en el trabajo? ¿O respecto al caso del "accidente"? - Ichika dice más detenidamente esa palabra para que resuene el enfoque que busca.
- No hay nada nuevo, ningún cuerpo identificado, ni siquiera una identidad falsa, solo puedo asegurar que no eran de aquí - dice el policía con una mueca de disgusto. - Me preocuparía más por saber quién los ha traído y si podría traer más.
- Pues le interesa averiguarlo pronto - Ichika pone una sonrisa de una línea simple que se entiende como una amenaza. - Si esto llega a más, o llega a otras ciudades y repercute en cierta familia millonaria con solo una heredera joven, no se si podría seguir conteniendo a Mika para ustedes - dice Ichika empujándole un pectoral con el índice. - Sabe perfectamente lo que pasará si no contengo a Mika, ¿Lo ha escuchado bien?
- Alto y claro - dice el oficial haciendo un saludo de respeto.
- Pues ya puede irse.
***
Las dos primeras horas de trabajo fueron las peores, viene poca gente, y la mayoría solo sale del descanso del trabajo para comer algo y luego irse, por ello Ruka tiene tiempo de sobra y ese tiempo tiene que dedicarlo a limpiar las salas donde ha habido una fiesta. "Mientras tanto, Ichika no deja de mirarme cada que vuelvo a la recepción", piensa Ruka. "Encima lo hace mientras lee una revista sin perder la concentración, además siempre es una revista nueva sobre cine, ¿De dónde las saca?"
Entró un nuevo grupo de clientes haciendo sonar la campana electrónica de la puerta, era un grupo de hombres, la definición de grupo de amigos de 20 años que encontrarías en una cartelera de películas a estrenarse. Estaban el gordo, el de la cresta punk, el empoyon de las gafas y el cabeza cuadrada que solo piensa en sexo.
- Venga hombre, anímate - le dice el cabeza cuadrada al chico de las gafas. - Ya ha pasado una semana, fue un accidente, esas cosas pasan.
- Si, ya lo sé - responde el otro con la vista en el suelo.
- Venga, le conocías bien, sabes que lo último que le hubiera gustado es que le lloraras por una semana - dice el punk.
Es un grupo un poco ruidoso, Ichika incluso deja de leer para mirarlos.
El cara cuadrada toma la delantera y se acerca a la recepción, pone sus dos manos en el borde del mostrador y dice con una voz segura:
- Buenas tardes, tengo una reserva para dos horas a nombre de Yoshiaki Kibe, ¿Podría decirnos que habitación nos toca?
- Buenas tardes - dice Ruka con una reverencia que agita su lazo al viento. - Enseguida, déjeme mirar.
Mientras Ruka teclea y busca el nombre en el ordenador, el chico de las gafas levanta la cabeza y se queda patidifuso viendo a la recepcionista. Abre la boca por el asombro y no puede entonar palabra.
- ¿Qué pasa Kuribayashi? - le dice su amigo punk con un pequeño empujón con el codo. - Estás en las nubes, ¿Te gusta lo que ves?
Aunque el punk se ríe y el otro amigo a su lado le acompaña, Kuribayashi solo se pone rojo y trata de dar excusas balbuceando palabras no comprensibles en el lenguaje humano.
- Tenéis la habitación número 5, se ha empezado a preparar la comida que ordenaron, se la llevaré en cuanto esté - dice Ruka. - Por favor, no ensucien nada y sean respetuosos.
- Entendido, muchas gracias - dice Kibe. - Andando muchachos, vamos a ahogar las penas como es debido.
Aunque el grupo se retira en unidad, el chico de las gafas mira dos veces hacia atrás. Este acto no pasa desapercibido para Ruka que analiza su rostro milimétricamente, pero no lo identifica, ese chico no es amigo suyo, no le conoce de nada.
- Que no te extrañe, eso es amor a primera vista - le dice Ichika bajando la revista y dedicándole una sonrisa burlona.
- O, cállate - replica Ruka con un gesto de cabeza. - No tengo culpa de enamorar a cualquiera con buen gusto.
Ruka esperaba que fuera eso, en su segundo día también tuvo clientes que parecían perdidamente enamorados de ella, pero hasta ahora no había dejado a nadie sin hablar. Su corazón aceleró dos latidos, ¿Era una sensación nueva de poder? ¿Eso debería gustarle?
"Céntrate Sarashina, no es momento de perderte en tus emociones porque un hombre babee por ti", se regañó mentalmente.
Transcurrieron 10 minutos, la vista de Ruka se centró de refilón en unos pasos que venían desde exactamente 7 metros hacia ella. Al menos agradecía que su cuerpo estuviera alerta constante, pero siempre con buena regulación, o los sonidos de la calle la molestarían tanto como a un perro la furgoneta de correos.
- Bue-buenas - le dice una voz tartamudeando.
Ruka gira la cabeza con elegancia y una sonrisa. Es el chico de las gafas, Kuribayashi, el que entró a la sala 5 con su grupo de amigos.
- Buenas tardes - dice Ruka, mirando sobre su hombro para ver a Ichika sonriente bajar su revista. - ¿Puedo ayudarte con algo?
- Si, e, yo quería preguntar sobre la comida, las pizzas y así - Kuribayashi traga saliva. - ¿Les falta mucho?
- No, deberían estar en cinco minutos - Ruka sonríe con la amabilidad de una azafata. - No os preocupéis, yo os las llevaré recién salidas del horno.
- Ten cuidado de no quemarte, jeje - dice Kuribayashi medio riendo, su boca destacando dos dientes de conejo.
- Jeje, no te preocupes - dice Ruka tapando su risa con el puño. - Hace tiempo que eso no es un problema, ya sabes, la experiencia te hace inmune a esa clase de cosas.
- Si, si, me lo imagino - Kuribayashi agarra coraje y vuelve a tragar saliva. - Es solo que querían asegurarse y pensé en venir yo a preguntar.
- No hay problema.
En el medio minuto que lleva la conversación Ruka escucha un click en la cocina. "Vas a tener suerte", piensa Ruka oliendo desde el mostrador las pizzas recién hechas.
- ¡Ruka-chan, ya están las pizzas para la sala cinco! - grita el gerente desde la cocina.
- Parece que vais a tener suerte, se ha adelantado cuatro minutos - dice Ruka riendo, Kuribayashi la acompaña.
La japonesa de corazón potente se dispone a abandonar el mostrador, en ese momento Kuribayashi da un paso y extiende el brazo para pedir que pare. Ruka se detiene y le mira de perfil, el chico de las gafas está agotando los cupos de las veces que puede interrumpirla.
- Una pregunta muy tonta - dice titubeando. - ¿De casualidad te llamas Sarashina Ruka?
El mundo se detiene en ese preciso momento, como si alguien hubiera lanzado un hechizo que quitara el tiempo y todo lo que quedara fuera el silencio juzgando las palabras pronunciadas.
Las pupilas de Ruka buscan a Ichika en automático, no le gusta lo que ve, acaba de cerrar la revista y está moviendo algo entre los dedos, es una aguja atada a un hilo de sus costuras del brazo.
- ¿Sarashina Ruka? No he escuchado ese nombre en mi vida - con las emociones de una piedra, Ruka lalea la cabeza y trata de que todo su lenguaje corporal indique confusión. - Quiero decir, si, me llamo Ruka, pero ese es un nombre común en Japón.
- ¿Y cuál es tu nombre? Si se puede saber - dice Kuribayashi.
Ichika se levanta poco a poco, como un policía retirado que vuelve a empuñar el arma mientras piensa "estoy demasiado mayor para estas cosas".
El corazón de Ruka aumenta su ritmo 10 latidos, todas las alarmas saltan como saltaron cuando estuvo a solas con Ichika en aquella habitación hace unos días.
"¿Pero quién es este? ¿De que me conoce? ¿Qué va a hacer ella? ¿Quiere matarlo?", el ritmo cardíaco de Ruka hace que se concentre y luche por reprimir su instinto. "Si intenta atacarlo no la dejaré, nadie merece morir por una pregunta hecha desde la ingenuidad, la atacaré a ella".
- Se apellida Nakano - dice Ichika acercándose. - Nakano Ruka, y yo soy su hermana, Nakano Ichika, ¿Por qué tanto interés? - Su sonrisa casi seductora pone aún más nervioso a Kuribayashi. - ¿No será que estás enamorado?
- ¿Qué? No, no, yo, qué va - dice Kuribayashi aún más nervioso y haciendo aspavientos con las manos. - Es solo que escuché ese nombre y creí que sería el suyo, se habrán equivocado, bueno, iré a decirle a mis amigos que las pizzas ya están - el chico de gafas sale a la carrera en dirección a su sala.
Cuando Ichika quiere decir algo a Ruka esta ya está yendo hacia la cocina, así que solo se limita a esperarla apoyada en el mostrador.
***
- Estás haciendo mal tu trabajo, no le tienes que dejar correr por los pasillos - dice Ichika desviando la mirada y dejando caer sus párpados.
- No le conozco de nada - dice Ruka a la defensiva al regresar.
- No quiero excusas, no aquí - dice Ichika alzando una palma para que no siga. - Lo hablaremos de regreso a casa.
***
8:00 de la tarde, hora de cerrar, las hermanas Nakano andan en silencio por la carretera y no iniciarán la conversación hasta estar más adentro en el bosque.
- ¿De qué creés que te conocía ese chico? - pregunta la mujer de las extremidades cosidas.
- Te prometo que no lo sé - confiesa Ruka con toda la sinceridad que tiene. - Es la primera vez en mi vida que le veo.
- ¿Tal vez es un amor del colegio? Él estaba enamorado de ti y tu nunca lo viste.
- No guardo ningún recuerdo de él - dice Ruka forzando a su cerebro a pensar más rápido. - Ni de los anuarios o algo parecido.
- Bien, me tocará realzar lo evidente de nuevo - dice Ichika en un suspiro.
- Te prometo que no te estoy ocultando nada.
- Entonces piensa, ¿Cómo puede ser que él te conozca y tú a él no? - Ichika se detiene en medio del camino. - ¿Dónde te habrás expuesto para que él sepa algo sobre ti y tú no sepas quién se informa sobre ti?
Ruka se detiene también cual si le hubiera caído un balde de agua fría en la cabeza. - Me conoce de la aplicación de novias de alquiler, ¿Verdad?
- Lo más probable - Ichika cierra los ojos para asentir. - Te dije que tu pasado te traería problemas.
- Pero yo no recuerdo haber tenido ninguna cita con él - Ruka alza la voz. - Además, tras mi muerte me sacaron del registro de chicas, ya no hay fotos mías en internet, tal vez en Instagram, pero allí no uso mi nombre real.
- No necesita haber tenido una cita contigo para conocerte - dice Ichika negando con la cabeza. - ¿Has visto su apariencia? Reconozco a un chico desesperado por afecto femenino cuando lo veo, lo sé bien, estuve un año entero enamorada de uno, perfectamente pudo encontrarte en la página antes de que murieras y le impactaste tanto que se quedó con tu rostro y tu nombre.
- ¡Eso son solo especulaciones tuyas! - grita Ruka. - No es una amenaza, segura estoy de que no volveré a verle.
- ¿Amenaza? - pregunta Ichika. - Yo no he dicho que sea una amenaza.
- Te vi tomar una aguja para acercarte a él, querías matarlo - Ruka frunce el ceño. - Eso es algo que no te hubiera permitido.
- Siempre es bueno prevenir, no todos los enemigos hacen disparos de advertencia - Ichika se encoge de hombros. - Dejémoslo en que de momento solo podemos especular, y de eso solo se sacan hipótesis, no hechos. Mika me dijo que la mantuviera al tanto de todos los hechos, así que no diré nada, de momento.
- ¿De momento? - Ruka se echa hacia delante enfrentando a Ichika.
- Si, de momento - le responde.
Sarashina Ruka se está replanteando el significado de su vida, encarando a un rival que desconoce y ni se inmuta, se siente como un tigre amenazando a un cazador, creé que puede ganar pero le teme a la escopeta. Solo las separan dos metros de tierra, ramas y hojas secas.
¡Bang!
Ichika lanza una de sus agujas desde su mano derecha, 750 kilómetros por hora. Ruka solo mueve la palma de su mano, ha atrapado balas antes, esto es un paseo. Aplasta la aguja que no está ni cerca de su cara.
- Te tengo - anuncia Ichika con una sonrisa orgásmica.
Ruka abre los ojos cuando empieza a sentir un pinchazo en lo más profundo de los huesos del carpo. Todos los músculos de su mano sienten el estímulo de parálisis al mismo tiempo, como un picotazo de escorpión.
- ¿Qué? ¿Qué has hecho? - pregunta Ruka.
- Tal vez tus huesos sean más duros que el metal blindado, pero tu carne no, y tus tejidos siguen siendo vulnerables a mis agujas - Ichika tensa el hilo de sus costuras. - Si intentas moverte, me bastará un simple tirón para desenlazar todos los músculos de tu cuerpo, caerás como los alambres de un muñeco hecho de paja.
Los latidos de Ruka se aceleran de pronto, su corazón reconoce esa sensación, Ichika ni siquiera está exagerando.
- Pero no haré eso - Ichika da un impulso en onda y la aguja suelta su piel como un anzuelo que regresa a la caña. - No soy tu enemiga Ruka, solo soy una señal de advertencia - Ichika se cruza los brazos a la espalda. - Pongamonos en marcha y haré como que todo esto no ha pasado.
Ruka ni siquiera puede pensar en moverse, tiene que pestañear y relajarse antes de volver a sentir las piernas. Se siente como una pobre mortal que ha sido atacada por un fragmento perdido de una deidad fragmentada en 5, es tan pequeña al lado del mundo y sabe tan poco que se vuelve a sentir asustada.
Capítulo 25: Si por algo lo dices, por algo será.
El miércoles, Nacho tuvo que supervisar otra cita de Chizuru, cosa que fue menos interesante de lo que esperaba. El chico con el que salía parecía un personaje de los Simpsons, más concretamente el dueño del Calabozo del Androide. Era tímido, y prácticamente Chizuru tuvo que obligarle a hablar, solo fueron al parque de diversiones y luego terminó la cita.
"Supongo que hay gente que solo quiere algo de compañía haciendo lo que le gusta", pensó Nacho.
El viernes, Nacho tenía la última cita programada con Chizuru, no estaba en la planificación de la semana que le entregaron y Nacho sospechó desde el minuto 0.
El tipo era más alto que Chizuru, pelo castaño que se veía extrañamente poco natural y vestía con deportivas, unos smart jogger y una camiseta de deporte blanca con sudadera azul. Era la clase de chico que te invitaría a una barbacoa llena de vestidos de gala y champán.
Chizuru ese día llevaba una combinación de negro con blanco en toda su vestimenta, una rebeca negra con un patrón de encaje a la altura del pecho y una minifalda blanca de material de piel sintética con cinturón. Calzaba tacones otoñales negros y de su brazo derecho colgaba un bolso blanco y rosa que le colgaba hasta la altura de la cintura.
La cita empezó bien, fueron al cine a ver una película de 2 horas muy romántica que Nacho odió con cada ápice de su alma, tuvo que pensar muy seriamente si sacar la placa y exigir que le devolvieran el dinero, justificando que sólo entró como parte de una investigación.
Cuando termina la película Chizuru sale riendo de la sala del cine, parece que se lo está pasando genuinamente bien con ese chico. Nacho da un traspié al borde de la puerta y detiene el impacto con el suelo usando el brazo derecho y la nariz.
- ¡Aaa joder! - grita en español cuando todos se giran a verlo. - Estoy bien, perdón, no vi por donde iba. - dice mientras se levanta usando la fuerza del antebrazo y cubre su rostro con una cabeza muy agachada.
Unas tres personas se acercan para ayudarle a levantarse, Chizuru solo se da la vuelta y contiene las ganas de taparse la cara con una mano por la decepción.
***
Chizuru está en un restaurante de 3 estrellas hablando con ese chico, están comentando la película y sus mejores escenas. A cinco mesas de distancia está Nacho intentando averiguar cuál es el cuchillo que se usa para cortar la carne antes de darse por vencido y usar el tenedor. El agente de la ley no habla con nadie, solo mira cosas en su teléfono, nada de audio para no molestar a los demás.
Entonces la cita acaba, el chico le propone a Chizuru pagarle fuera, para que sea una despedida más romántica y no rompa tanto la magia, Chizuru pone una cara de extrañeza, pero acepta la petición del cliente.
Salen a la calle, un terreno pavimentado con ladrillos a los pies de una escalera entre dos edificios. Nacho los sigue de cerca, mirando el móvil desde la puerta para no llamar la atención.
- Quiero decirte que ha sido una noche encantadora - dice el chico sacando un sobre con el dinero.
- Muchas gracias, opino igual - dice Chizuru aún dentro del personaje, reciviendo el sobre que va directo al bolso. - Me he divertido mucho.
- Lo he visto, de hecho, no he dejado de mirarte en todo el día - el chico toma la mano en un rápido movimiento. - Por favor, corresponde a este corazón enamorado, ignora los límites del trabajo, ¿Quieres salir conmigo? Pero de verdad.
Nacho observa todo de reojo, livera una mano que tenía en el bolsillo y con la otra guarda el móvil. Está de frente a la escena, el chico subido en los dos primeros escalones y Chizuru debajo, de espaldas a él.
- ¿Qué diablos estás pensando? - dice Chizuru rompiendo el agarre de un manotazo. - Soy tu novia de alquiler, todo esto es actuado.
- ¡No mientas! - dice él con el corazón en el puño. - Eso dirán tus labios pero tu corazón me corresponde, por favor ven conmigo.
- Escúchame - dice Chizuru con una voz imperante. - Nuestra conversación termina aquí, ¿No has leído los términos y condiciones? Nada de esto ha sido real, así que retírate ahora con la poca dignidad que te queda.
- Si, si, lo siento - comenta el chico más alicaído. - Yo, supongo que solo me iré.
Chizuru lo observa con el ceño fruncido y los brazos en jarras hasta que el chico sube las escaleras y abandona el lugar. En cuanto desaparece del plano, Nacho se acerca a la castaña con las manos en los bolsillos.
- ¡Jo der! - dice pausadamente Nacho. - Se ve que sabes cómo tratar al personal.
- Si, eso es cierto - dice Chizuru mirando al suelo en diagonal, aún con los brazos en jarras. - Como ves no necesito tu supervisión.
- Tienes toda la razón - para sorpresa de la chica, Nacho asiente con la cabeza. - Claramente eres alguien que no necesita de mi ayuda, una chica capaz de afrontar todos los problemas sola. Solo me gustaría hacerte un pequeño comentario antes de irme.
- Dime.
- Cuando te dije que un civil no puede mentir a un policía también incluía actuar falsamente delante de él - dice Nacho cuando los dos cruzan miradas. - ¿Qué tienes que decir frente a eso?
- ¿Dis-disculpa? - Chizuru parece perder toda la confianza que tenía un segundo atrás.
- El chico con el que has quedado hoy, Umi Nakano, ¿Es amigo tuyo, verdad? - Chizuru va a hablar pero Nacho sigue. - Piensa bien tus palabras, una mentira más y comenzaré una investigación, le puedes meter en un problema por una tontería.
Chizuru se ve forzada a cerrar sus labios y buscar refugio en el suelo. Nacho solo se cruza de brazos y espera.
- ¿Cómo lo has sabido? - pregunta Chizuru al fin.
- ¿Te acuerdas de cuando me he caído? - Chizuru asiente. - Estaba fingiendo, le he hecho una foto mientras me levantaba, todos me estabais mirando y yo he tapado el móvil con parte de la cabeza y el brazo. Su cara ha sido fácil de rastrear en un identificador de imágenes, incluida su cuenta de Twitter, esa dónde tiene 100 mil seguidores y una biografía que dice que es actor de teatro, así que ni la peluca le ha salvado.
- ¿Pero cómo sospechaste de él en primer lugar? - pregunta Chizuru algo más preocupada. - Estaba actuando muy bien como un cliente normal.
- Si, claro, tus clientes han sido un hombre de negocios, un otaku y de repente el chico más atractivo del mercado, no era nada sospechoso - dice Nacho haciendo un movimiento de brazos que matiza el sarcasmo. - Permíteme esclarecer la situación por si aún no me entiendes, nadie con esa cara pagaría para fingir una cita cuando puede enamorar a cualquier mujer.
- Eso no es un argumento fundamentado - réplica Chizuru. - Son solo prejuicios.
- Los prejuicios existen porque albergan parte de razón - dice Nacho encogiéndose de hombros. - Pero mira, no quiero seguir en esta disputa sin sentido, y menos en plena calle. Solo respóndeme una simple pregunta, ¿Qué querías conseguir con todo este teatro?
- Que me dejaras tranquila - responde Chizuru con el ceño fruncido. - No se porque te has obsesionado conmigo, yo solo tuve la desgracia de estar con Kazuya el desafortunado día que murió, no merezco que se interrumpa mi privacidad en mi casa y en mi trabajo, ya dije todo lo que se.
- Eso no es cierto - dice Nacho negando con la cabeza. - Aún no se cuál es esa razón tan personal por la que discutisteis, y ciertamente no tengo ni idea de que fue, pero es algo que necesito saber, porque es algo que hizo que, como mínimo, un adolescente se distrajera tanto que cayó al suelo y un coche lo atropelló. Si no me lo quieres decir por las buenas, lo dirás en un tribunal.
- Esa razón, es demasiado personal - dice Chizuru apretando los puños. - Y no es relevante para la investigación, solo fue una pelea tonta, dije muchas cosas de las que me arrepiento, y ahora tengo que vivir con la culpa, ¿¡No es eso suficiente!?
Nacho mira los ojos casi rojos de Chizuru, su pelo revuelto por los movimientos drásticos que ha hecho y las mejillas rojas, quizás por la frustración. Si sigue insistiendo llorará.
- Joder - maldice Nacho rebuscando en sus bolsillos. - Toma, esta es mi tarjeta, no hay razón para hacer un teatro aquí en la calle - entre su anular e índice sostiene una tarjeta de color hueso y cartón duro con su nombre y su teléfono. Chizuru mira la tarjeta como si le hubiera confesado su tipo de chica ideal con obvias indirectas a su persona.
- Se que no te caigo bien, está bien, no le caigo bien a mucha gente - confiesa Nacho. - De acuerdo, soy consciente de que puedo generarte desconfianza, pero esto tenemos que hablarlo. Tal vez en comisaría, tal vez en un lugar más privado, no me importa, aquí hay un asunto que aclarar, te guste o no estás en medio de él, y no me voy a quedar cruzado de brazos al respecto.
Chizuru reflexiona con la tarjeta entre sus dedos, respira y espira para calmarse, al final sus ojos vuelven a encontrarse con los verdes del policía.
- ¿Cuál sería ese otro lugar más privado donde hablarlo? - pregunta Chizuru.
- Mi casa - los ojos de la chica se abren por la respuesta. - Es el lugar más privado que puedo ofrecerte, no tienes que hablar conmigo si no quieres, puedo llamar a algún compañero policial, incluso ayuda profesional. Pero si quieres mi más sincera opinión, ninguno te hará tanto caso como yo, ¿Te parece bien?
Chizuru lo piensa, esta es la única alternativa que tiene, porque claramente a este agente no le va a temblar el pulso si tiene que llevarla arrastras a un juzgado. Termina asintiendo. - ¿Cuál es la dirección de tu casa?
- Tienes un boli en el bolso - pregunta Nacho rascándose la nuca. - Te lo puedo apuntar en la tarjeta.
Chizuru solo entrecerró los ojos, evidentemente no tenía ningún bolígrafo.
- No importa, entraré y se lo pediré a un camarero.
- Solo dímelo - dice Chizuru sacando su móvil de funda con tapa y desplegandole en un movimiento. - Me lo apuntaré en las notas del teléfono e iré mañana.
Nacho se sintió regañado, "Tengo que guardar un bolígrafo conmigo más seguido, lo anotaré a la lista de pendientes junto al reloj de pulsera", pensó.
***
Sábado por la tarde, Nacho agradece a Mei por arreglar el salón y se disculpa por despedirla temprano de nuevo por un asunto policial.
Prepara la mesa de té y separa un poco el sofá cama para que los dos puedan sentarse cómodamente. También ha dejado su sombrero y gabardina en el perchero de la entrada, para dar un ambiente hogareño y generar confianza. Trae consigo su libreta y tres bolígrafos, azul, negro y rojo.
Alguien llama a la puerta a la hora esperada. Chizuru ha llegado a la dirección, la revisa varias veces para estar segura, le cuesta un poco creer que una casa tan lujosa sea de alguien aparentemente tan distraído como Nacho.
La verja del exterior se abre y es Nacho quien le da los buenos días esperando en la puerta. Chizuru está un poco nerviosa, pero la profesionalidad y los buenos modales saben imponerse, saluda, agradece, se descalza y se sienta en el salón cuando Nacho se lo indica.
Chizuru ha venido vestida con una camiseta formal y unos pantalones cortos de pana donde solo lleva el móvil y las llaves. Nacho en cambio lleva una camiseta blanca de algodón y unos pantalones holgados cómodos para andar por su casa.
- Quiero ser sincera desde el principio - dice Chizuru arrodillada en un lateral, frente a frente con Nacho.
- Tú dirás - contesta él.
- ¿Creés que yo maté a Kazuya?
Capítulo 26: yo lo rompo y tú lo pagas.
Hace dos días.
Ruka entra directamente en la biblioteca causando que el bibliotecario levante la vista de su libro. Solo se queda en una esquina en silencio apretando los puños.
- Veo que has regresado algo tarde del trabajo, ¿Buscas un libro para leer antes de dormir? - pregunta el bibliotecario. - Tal vez este te pueda llamar la atención, también fue bien recibido antes del verano, se llama "como transformarte en el animal que siempre has querido ser", hay de todo, aguilas, mariposas, hasta ajolotes - el bibliotecario se ríe un poco. - Ese podría interesarle a Carlos, es un animal único de México.
No hay respuesta, pero parece que se escucha algo, como la ropa mecida por el viento.
- ¿Ruka? - pregunta él. - ¿Ruka estás temblando?
- Si, creo que si.
- ¿Qué ha sucedido?
- No lo sé, creí que no tenía emociones pero yo... - Ruka tiene temblores muy leves en las piernas. - Tuve una conversación con Ichika, casi me mata.
- ¿Cómo?
- Me amarró todos los músculos con una aguja - Ruka se mira las palmas totalmente ilesas. - Con un movimiento me hubiera sacado toda la piel, creo que hubiera muerto.
- No le has tenido temor a la muerte antes - el bibliotecario cierra el libro y se acerca a ella. - Yo consideraría que mi magia es peor que una aguja.
- No, no es la aguja el problema - Ruka rota sus pies. - Mírame, solo soy una niña de 17 años, ¿Por qué estoy pasando por esto?
El bibliotecario, parece de capa caída, recuerda como Mika le condenó, vendiendo su alma a un libro maldito. - ¿Ocurrió algo en el trabajo?
- Casi matan a un chico que me conocía - el cuerpo de Ruka ya no tiembla. - Supongo que vio mi perfil cuando me alquilaba, yo ha él no le conocía. Ichika estuvo ahí para controlar la situación, pero también parecía dispuesta a matarlo.
- Desafortunadamente, son cosas a las que te acostumbras estando aquí.
- ¡No quiero acostumbrarme a eso! - grita ella. - No quiero ser un robot, una máquina de muerte.
El bibliotecario tuvo que callarse, no encontró que decir, no en ese lugar al menos.
***
Hace un día.
6:00 de la mañana.
Ruka se despierta con los puños en guardia ortodoxa cuando llaman a su puerta.
"Maldita sea, ¿Qué quiere Ichika ahora? Hoy tengo turno de tarde".
Abrió la puerta con intención de quejarse, pero no era Ichika quien estaba detrás, era Iris, formalmente vestida con traje y corbata, a su lado Carlos con su uniforme militar, sus guantes con mitones, y como no, sus gafas de sol. El único elemento nuevo que traía era su rifle de francotirador echado al hombro.
- Buenos, dias - dice Ruka algo confundida por este comité.
- El bibliotecario nos lo ha dicho todo - dice Iris. - Cámbiate, nos vamos al cuarto de tiro.
- ¿Qué?
- Te lo explicaremos allí - dice Carlos. - Ahora, deberías cambiarte.
- Y rápido - insiste Iris mirando el traje a medida que tiene en los pies de la puerta.
Ruka solo pone los ojos en blanco y se resigna a discutir, nunca le ha gustado pelear recién levantada.
***
La habitación de prácticas seguía igual que la dejaron, incluso continuaban los casquillos y restos de metralla por el césped artificial.
- Seré totalmente directa contigo - dice Iris llamando la atención de Ruka. - Fuiste una completa estúpida retando a Ichika sin conocerla, más aún cuando sabías que podía matarte, la mano derecha de Mika no gastaría saliva en amenazas.
- ¡Oye! - dice Ruka indignada. - Si la conocía, cuando te conocí dijiste de ella que podía afectar a los músculos no a los huesos, y he visto que tiene las extremidades de sus hermanas unidas con hilos y grapas, pensé que atrapando su aguja la neutralizaría sin necesidad de pegarle.
- ¡Mal! - le grita Iris cruzándose de brazos, parece una profesora enfadada amenazando con una regla. - El único ataque que no hace daño es aquel que no te toca, así que repito, tu primer error fue retarla sin haber visto con tus propios ojos lo que puede hacer.
- Solo quería hablar.
- Pues hablas cuando ella no sea una amenaza, ni siquiera tendrías que haberte acercado para contraatacar, no sabías si su piel era peligrosa, tendrías que haberle lanzado una piedra.
- Bueno, si, me equivoqué, tal vez me confíe demasiado - dice Ruka con cierta aversión. - ¿Solo estamos aquí para que me digas eso?
- No, estamos aquí para que eso no te vuelva a pasar - asegura Iris. - ¿Has usado alguna vez un cuchillo?
- Solo para cocinar - dice Ruka entrecerrando los ojos. - ¿Por qué?
Iris mete la mano en el bolsillo de su chaqueta y saca un cuchillo de carnicero, su filo está tintado de aful y su empuñadura es de madera. Iris lo sostiene como si fuera un picahielos.
- Esto que ves aquí, es un cuchillo, mi cuchillo - dice Iris llevándose una mano al pecho con modestia. - Se llama "Blue Blood", está preparado para ser altamente penetrante y el mango puede desmontarse para hacer esto.
Apenas termina de hablar, Iris da un corte en parábola hacia arriba, cuando la cuchilla está a la altura de su hombro se desprende del mango. Aunque su velocidad podría impresionar al lanzador de cuchillos más experto, para Ruka no es nada, la punta ni siquiera es capaz de clavarse en su retina cuando rebota y cae, dejando el globo ocular intacto.
- Ruka, fue un placer conocerte, te irá mejor en el bote - dice Carlos.
Ella se gira para mirarlo, casi se había olvidado, metafóricamente hablando, de que el rubio estaba de brazos cruzados apoyado en la pared.
- ¿Cómo dices? - pregunta Ruka.
- Estás muerta - afirma Iris contundentemente.
- ¿Por qué?
- La punta de mi cuchillo también tiene veneno de serpiente taipán, una gota puede matar siete caballos.
- Eso no va a afectarme - dice Ruka con cero cambios emocionales.
- ¿Cómo lo sabes? - pregunta Iris cruzándose de brazos.
- Es una corazonada - Ruka se agacha y toma la punta con dos dedos. - Mi corazón hace eso, late a un ritmo más intenso para avisarme del peligro.
Ruka está frente a frente con Iris, extiende el brazo para darle el filo del cuchillo. Iris acepta a regañadientes.
- Tu corazón no lo sabe todo - le replica la coreana.
- Sabe lo suficiente, me avisó con el gordo que maté, me avisa si creé que está Mika cerca y ahora mismo me dice que Carlos me está apuntando desde un punto ciego - Ruka gira la cabeza con un movimiento perfecto.
Iris hizo chasquear la lengua, Carlos se rió. Efectivamente, había hecho un ruido que rozaba lo nulo, y aún así, Ruka había notado las pertuvaciones del movimiento.
- Todas se las sabe - murmura Carlos bajando el francotirador. - Debí sospechar, esquivar balas a ciegas ya te hizo una experta.
- Si hemos terminado aquí, me gustaría desayunar - admite finalmente Ruka.
Iris mira a Carlos, Carlos mira a Iris. El rubio se ríe y pone su arma en posición sobre su brazo, Iris toma una nueva pose, girando el mango del cuchillo entre sus dedos de la mano derecha para tomarlo como una espada con la punta hacia arriba.
- ¿Has estado alguna vez en una pelea de cuchillos? - pregunta Iris.
- Claro que no - replica Ruka. - He sido una adolescente tranquila toda mi vida.
- Esa respuesta en México no aclararía nada - susurra Carlos.
- No importa, ¿Sabes porque son peligrosas las peleas a cuchillo? - sigue insistiendo Iris.
- ¡Porque la gente muere en ellas! - responde Ruka, casi indignada por algo tan obvio.
- No, mal - le regaña Iris. - Son malas porque no hay vencedores en una pelea de cuchillos, esto no es como las peleas con espadas de los teatros, un corte con 20 centímetros de profundidad es igual a muerte en el 90% de los casos, en una pelea de cuchillos uno muere luchando y el otro de camino al hospital.
- ¿A que quieres llegar con todo esto? - pregunta Ruka, cejas alzadas.
- Tendrías que haber esquivado mi ataque.
- ¿Para qué? ¿Para que me dieras una lección de lo tonta que he sido y lo peligrosas que son las armas? - Ruka se lleva las manos a las caderas molesta. - Normalmente no tengo emociones, pero hoy no estoy de humor para esto.
- Eres una jodida zorra estúpida, confiada y prepotente - suelta iris sin medir sus palabras.
- ¿Cómo dices? - Ruka frunce el ceño.
- El mundo te está agobiando porque te enfrentas a cosas que no entiendes, y tu respuesta es tratar de evitar los problemas y encerrarte en tu estatus quo - asegura Iris con la impasibilidad de una montaña. - Yo también pasé por eso, y estoy tratando de ayudarte para que no acabes igual, deberías agradecerlo.
Ruka busca a Carlos con la mirada, este solo puede encogerse de hombros.
- No somos iguales - susurra Ruka. - A ti Mika no te revivió, no te dio un mínimo de libertad para luego intentar matarte de nuevo.
- Y tú no tienes que convivir con la chica que mató a tu hermano - responde Iris más altiva. - Yo también soy vulnerable niña, en especial aquí - dice señalando a su pelvis, Ruka desvía su mirada hacia el suelo. - Tú has tenido, sin quererlo, la suerte de la super fuerza y la regeneración, pero eso no te hace inmortal, hay cosas ante las cuales no podrás defenderte por más fuerte que seas, como un presumido de gimnasio contra una navaja, ¿Entiendes?
- Si - Ruka asiente.
- Bien, pues no quiero lamentos, vamos a mejorar tus fallos - Iris señala a Carlos con la barbilla. - A partir de hoy, vamos a entrenar una hora diaria hasta que puedas esquivar balas de francotirador con los ojos cerrados.
Ruka tuvo muchas ganas de negarse diciendo que ella ya podía esquivar balas, pero nunca había probado con unas tan rápidas.
- Espera, ¿Con los ojos cerrados? - pregunta Carlos. - No quiero menospreciar las habilidades de Ruka, pero esta preciosidad dispara balas a 950 metros sobre segundo - dice Carlos deslizando el dedo por toda la parte larga del cañón, como si le sacara brillo.
Iris pestañea dos veces - ¿Y qué?
- Eso es un mach dos punto siete - dice él con menos ánimo.
- ¿Mach? ¿Cómo en Tinder? Yo no voy a enamorarme del arma - dice Ruka.
- No digas mamadas - reclama Carlos, pero en español. - Mach es una unidad de medición, quiere decir dos veces más rápido que el sonido, no has esquivado algo así a ciegas.
- Yo creo que si me lo propongo, podría - dice Ruka sin duda alguna.
- Pero, estás son balas perforantes, atravesarían el refuerzo de un tanque de lado a lado - dice Carlos señalando el cargador. - Son balas tan peligrosas y exclusivas que tengo que recoger cada cartucho para luego fundirlo y hacer más.
- ¿Si van a salir ilesas de lado a lado cual es el problema? - pregunta Ruka, como si no le fuera a doler.
- Es que seguramente la piel de Ruka las raye un poco - dice Carlos más cabizbajo. - Haz de cuenta que yo voy a tener que recoger todo, y rotas fundirán peor por estar sucias del suelo.
- Ya basta Carlos - insiste Iris imperante. - Hemos venido aquí a ayudar a Ruka, no a que pongas escusas por tu colección de balas, dale la cinta de los ojos y empezamos.
"Esto me pasa por hacer promesas y creerme el más vergas", piensa Carlos. "Ahora voy a tener que gastar mis preciadas balas en un objetivo inmóvil".
El entrenamiento duró una hora, Ruka no esquivó ninguna bala.
***
Ahora mismo.
"Viernes, turno de mañana, primera hora, está bien Sarashina, hoy no habrá problemas, puedes con esto", se decía mientras permanecía como una estatua de hielo en el mostrador. "Ayer no vino Kuribayashi, y si viene hoy solo tengo que fingir que no sabes nada de las novias de alquiler".
Justo cuando estaba por pensar, "hoy nada puede salir mal", entró por la puerta la única mujer que podía cambiar todos esos planes de golpe. Pelo rosa, vestido negro y lazo rojo, Ruka nunca le había mirado a sus ojos cian con tanto miedo mientras ella avanzaba arrastrando a un hombre de la muñeca. Era Mika, entrando con un adulto de tez morena y apariencia andrajosa sin llegar a lo informal, como si le hubieran duchado y vestido después de olvidarlo una semana en el basurero local.
- Buenos días, ¿Tiene alguna sala de karaoke libre? - pregunta Mika, saludando como una niña inocente.
El ritmo cardíaco de Ruka aumentó quince latidos, esto no era bueno, ver a Mika en cualquier lugar era justo lo contrario de "hoy no habrá problemas".
- Si, tenemos todas las salas libres - contesta Ruka tratando de permanecer fría. - Le recomiendo la cinco, parece ser la que tiene mejor acústica.
- En ese caso me iré a la más alejada que tenga - dice Mika pasando delante del mostrador. - No quiero que nadie nos escuche - Mika gira para lanzar una mirada cargada de un aire amenazante. - No soy muy buena cantando.
Ruka no pudo evitar escuchar como Mika apretaba aún más su agarre fracturando la muñeca del hombre para que no clavara los pies al suelo, ni gritase por ayuda. Eso le sumó cinco latidos extra al ritmo de Ruka.
Una hora y treinta minutos, Ruka estaba atendiendo clientes mientras escuchaba como aquél hombre gritaba cuando Mika le partía los huesos uno por uno en una sala mayormente insonorizada mientras ella cantaba canciones de Disney. Lo peor es que ese karaoke no tenía ese tipo de canciones, Mika las cantaba de memoria y si cometía algún fallo, se desquitaba rompiendo un hueso.
"Qué tonta, hoy estoy cometiendo más fallos que de costumbre", dijo sabiendo que Ruka la escucharía.
Nadie fue a ayudar al hombre, Mika le había cortado las cuerdas vocales y sus gritos eran más bajos que la música.
Ruka incluso llegó a taparse los oídos cuando estaba sola, acto inútil, su cuerpo la mantenía alerta, tenía que asegurarse de que Mika no saliera repentinamente y la atacara para no dejar testigos.
Una vez Mika se dio por satisfecha, abandonó la estancia y pasó por delante del mostrador con una sonrisa encantadora y el vestido lleno de sangre.
- La cámara de seguridad se rompió, al parecer tenía una uña en el ojo de la lente - dijo Mika. - Te recomiendo frotar bien con lejía, la sangre de un corazón aplastado sale muy mal del cuero de los sillones.
Se fue sin pagar, pasó por el lugar como si fuera su casa, rompió una cámara, torturó y mató a una persona, sonrió como si hubiera terminado un chiste y se fue caminando con los brazos cruzados a la espalda. Eso era Mika Fujilino, un torbellino de problemas ageno a las consecuencias.
Ruka no supo que sentir, no sintió cuando tomó el cuerpo del hombre y lo sacó en una bolsa de basura, tampoco sintió algo cuando lo tiró al contenedor de reciclaje, pero aún con las manos llenas de productos de limpieza, no podía limpiar la sangre de sus manos.
Esa sangre solo la veía ella, manchó la cámara que tuvo que arrancar y esconder esperando que el gerente no la descubriera. Manchó el teclado en el que escribía los registros de los clientes, y ensuciaba su pecho cada vez que se llevaba una mano para medirse el pulso, los quince latidos de más no se detuvieron en ningún momento.
***
Ichika llega con una libreta llena de guiones bajo el brazo y una sonrisa como de costumbre.
- Buenos días - dice al entrar.
- Buenos días - responde Ruka con una reverencia de protocolo.
Ichika se detiene en la puerta, la examina en silencio, Ruka la examina de vuelta.
"¿Qué hace?" Piensan las dos.
Ichika emprende el paso hacia el mostrador, mirada dominante y compostura al andar. Ruka mantiene las formas y solo pestañea una vez, expectante.
- ¿Qué te sucede? - pregunta Ichika.
"Demonios, lo que me faltaba", piensa Ruka. "¿Debería hablarle a ella sobre Mika? ¿Le importará si quiera? Ella está aquí para vigilarme, será mejor disimular".
- No me sucede nada - responde. - Solo estoy algo decaída por la falta de trabajo.
- No, esa no es tu cara para trabajar - dice Ichika entrecerrando los ojos.
- Es la única que tengo - responde Ruka buscando una expresión más neutral.
- ¿Por qué escondes tus manos? - pregunta Ichika que se encarama al mostrador de repente. Ruka tiene ambas manos entrelazadas a la altura del estómago debajo del mostrador.
- Por favor, hermana, guarda la compostura - le responde, todavía inexpresiva.
"Solo se de una persona que le haría actuar así, dentro de un guión que no soporta", piensa Ichika.
- ¿Esto tiene que ver con Mika, cierto?
- No es momento para hablar de eso.
Ichika entendía ese lenguaje corporal, esa actitud de "no necesito tu ayuda" que en realidad quería decir, "sálvame, estoy rota por dentro". Cómo no iba a conocerla, si vivió con ella gran parte de su vida y el primero que le ayudó fue el chico del cual se enamoró.
- No es tu culpa - fue todo lo que Ichika le dijo.
Era todo lo que Ruka necesitaba oír, mientras miraba al horizonte que se escondía detrás del doble cristal de la puerta, percibió como aún se escurría sangre de sus manos sin ser ella la asesina, su corazón se relajó cuando llegó a una conclusión evidente.
"Yo estoy aquí por los actos de Mika, yo seré las consecuencias de sus actos. Mika Fujilino debe morir".
Capítulo 27: Aclaremos las cosas.
"¿Creés que yo maté a Kazuya?", esa frase rebota en las paredes de su cráneo como un perdigón de bala fragmentado.
Nacho esperaba sinceridad, pero no tanta y tan repentina. Las emociones chocaron en su cabeza al momento que buscaba una respuesta a una pregunta que él también se seguía haciendo.
- No voy a negar la realidad, chica - dice Nacho dejando caer su cuerpo hacia atrás. - Si, lo sospeché en un principio, me pareció raro que hablaras con tanta calma sobre un accidente que le había quitado la vida a tu compañero de universidad. - Nacho traga saliva, pero no desvía la mirada. - Más, después de verte estos tres días, he notado en ti una confianza formidable, veo que eres una profesional en actuación, pero viendo que te escudas en un nombre falso, que la presión de una mentira hizo que te desmayaras y sobre todo, que estás dispuesta a reconocer tus errores, es imposible para mí creer que harías algo tan cruel como permitir que le atropellen la cabeza a un amigo tuyo, porque tal vez no seáis novios, pero me niego a creer que sólo teníais una relación de trabajadora y cliente.
Esa respuesta resulta satisfactoria para Chizuru, inconscientemente relaja los hombros y se siente más liviana, como si le hubieran quitado un enorme peso de encima.
- Él y yo éramos buenos vecinos - responde Chizuru. - También era evidente que Kazuya quería algo más, una vez le pregunté si se estaba enamorando de mi, se puso rojo, su boca hecha una x y desvío la mirada para susurrar que no, era un libro abierto para muchas cosas.
- ¿Dirías que era una buena persona?
- Por supuesto, creo que todo el que lo conocía sabía que lo era.
- No todos - dice Nacho suspirando. - Entenderás que no puedo decir nombres, pero hay quien lo consideraba un virgen repugnante, bastante obsesionado con el sexo.
"Seguramente se está refiriendo a su exnovia", piensa Chizuru. - Bueno, tampoco hay que poner el carro delante de los bueyes a la hora de sacar conclusiones de él - dice Chizuru. - Ciertamente era alguien que desnudaba mujeres con la vista, y no niego que he llegado a sentirme incómoda por lo poco que llegaba a disimular cuando me miraba el cuerpo, pero rápidamente se arrepentía y miraba hacia otro lado.
- El desconocimiento de la ley no te exime de cumplirla - agrega Nacho con una ceja alzada.
- Él sabía que estaba mal, se avergonzaba y se arrepentía rápido - dice Chizuru con una sonrisa nostálgica. - Pero si quieres la verdad, ese comportamiento que dices podría encajar con su personalidad antes de conocerme, ¿Sabes cuál fue la primera reseña que me dio?
- Déjame adivinar - dice Nacho rascándose la barba de seis días. - ¿Una estrella porque no hubo beso?
- Peor aún - dice Chizuru negando con la cabeza. - Una estrella porque mis sentimientos no eran genuinos, que era una simple que sonreía y le daba la mano a todo el mundo. No puedes hacerte una idea de lo mucho que me molestó eso, bajó mi promedio tres décimas y por ende me restó importancia.
- ¿No podías hacer una contra reseña?
- No, en esta empresa es muy estricta en sus términos y condiciones, uno de ellos dice básicamente que el cliente siempre tiene la razón - Chizuru pone una mueca de desagrado mientras pierde la mirada en un lateral. - Pero eso no fue todo, pagó para una segunda cita en el acuario, y me convencí de que esta vez lo haría mejor, incluso me compré un libro sobre cosas marinas que no me importaban para estar bien informada, ¿Sabes que pasó?
- Puedo suponer que hubo una pelea porque dijiste mal algún dato sobre peces - dice Nacho alzando las cejas.
- Estás cerca, dije un dato sobre anguilas, ja - Chizuru tira una sola carcajada sarcástica. - Se enfadó porque me había esforzado en investigar para, en sus palabras, una relación de un solo día, después no importarían sus sentimientos. Tenía esa cara que los hombres ponen cuando dicen que todas las mujeres son iguales.
- Básicamente se estaba desquitando de la ruptura que tuvo contigo - dice Nacho asintiendo.
- ¿Ya sabe de su exnovia?
- Te diría que es un secreto policial, pero si, también conocí a dos de sus amigos.
- Si, naturalmente eso me hizo explotar, le llevé a una zona retirada y le dije sus verdades a la cara, pero le llamó su abuela, y fui con él porque aún estaba en el horario de la cita, por todo este entramado de situaciones terminé presentándome como su novia real - Chizuru frunce un poco el ceño. - Fue una bola de nieve que rodó muy rápido y muy lejos.
Nacho se incorpora, toma la libreta y uno de sus bolígrafos más afilados. - Antes de que nos desviemos a situaciones más personales, me gustaría que me dijeras brevemente como era Kazuya según tu experiencia.
- Mi primera impresión fue muy negativa, aunque no lo parezca - dice Chizuru un poco entre dientes. - En mi trabajo no he tenido ningún altercado grave, pero Kazuya fue la peor experiencia que tuve desde que un hombre me enseñó una página porno por error cuando me iba a enseñar unas fotos de su familia.
- Jeje - Nacho se corta en mitad de la risa. - Perdón, eso es hilarante - Chizuru le mira con los ojos en blanco. - Y muy poco profesional de mi parte, lo sé, prosigue.
- No hay mucho más que pueda decir, ese día conocí a su abuela y le caí muy bien, también se dio la casualidad de que estaba en el mismo hospital que mi abuela, han formado un vínculo de amistad desde entonces, por eso seguimos manteniendo la farsa de que somos novios aún - Chizuru suspira. - Bueno, éramos, ya me entiende.
El silencio reina mientras Nacho anota las palabras clave en español. En cierto modo agradeció este ambiente más tranquilo, en la comisaría tiene que escribir en japonés porque sus notas las revisan.
- La casera de tu departamento me informó de que Kazuya tuvo una discusión a gritos con una vecina - Nacho lucha por contener la risa cuando Chizuru se sonroja. - Supongo que fuiste tú también.
- Si, fue poco después de descubrir la extraña coincidencia que fue que viviéramos en la misma fila de apartamentos - la chica libera una sonrisa nostálgica. - Su abuela vino a visitarlo de imprevisto y quería que me pasara a saludar, le dije que no, insistió y le pateé fuera de mi casa. No me sentí bien por ello y al final me presenté en su casa con una olla con la cena. Fui muy dura con él, porque no le tembló el bolsillo para pagarme como agradecimiento.
Nacho anota de nuevo, levanta la cabeza para ver cómo Chizuru lo espera, pestañea dos veces y Nacho vuelve a anotar.
- ¿Qué? ¿Qué ocurre? - pregunta Chizuru.
- Creo que estoy siendo un mal anfitrión, ¿Quieres algo de beber?
- No, yo no creo que sea necesario.
- No, no te preocupes, insisto - dice Nacho con una mano en el corazón. - Ahora voy a tener que indagar más en tu vida personal, ¿Qué mínimo que invitarte a un trago de lo que sea?
- Lo que sea, ¿Eh? - Chizuru afila los ojos como un gato de la fortuna. - ¿Tienes vino blanco?
"Cómo no, chica de gustos caros", piensa Nacho mientras se levanta. - Si, creo que hay algo sin abrir en la nevera, te traeré una copa y la botella - termina diciendo.
"Seguro que quiere emborracharme para que suelte la lengua", piensa Chizuru. "Pero claramente es alguien adinerado, no pasará nada por sacarle una copa".
Nacho cumple con su palabra tras casi 5 minutos de espera, coloca la botella y dos copas. La marca parece ser Verdejo de Rueda, es una marca que Chizuru no conoce. Nacho se sirve primero y luego a Chizuru, parece descortés pero en su mente tiene sentido, "no habrá desconfianza si me ve servirme primero, no escondo nada".
"¿Ha ido a exprimir las uvas él mismo o porque ha tardado tanto?", piensa Chizuru cuando le llena la copa.
- Seré completamente directo - dice Nacho. - ¿Estabas enamorada de Kazuya o todo era actuado?
- El y yo solo éramos buenos vecinos - Chizuru toma la copa entre los dedos. - Si me pregunta por sentimientos más específicos no sabría aclararme, no puedo decir que estaba enamorada de él, pero tampoco puedo decir que no lo estaba, cuando no hacía tonterías era muy buena persona.
- Bien, hablemos de sus tonterías - dice Nacho medio segundo antes de tomarse el contenido de su copa de una y sin respirar. - ¿Cuál fue el conflicto personal que tuviste con él? ¿Qué ocurrió para que os separaseis en aquella última cita?
- Eso es duro de decir - dice Chizuru apoyando la copa en sus labios. - No comenzó en la cita exactamente, la semana anterior coincidimos en la lavandería pública, hablamos un poco y me distraje, y en esa distracción tan tonta no me di cuenta de que había dejado mi móvil dentro de un pantalón que eché a lavar - Chizuru da su primer trago, algo amargo, tiene que ser nuevo.
» Cuando regresé una hora después Kazuya ya había llegado, había tenido la amabilidad de apagar mi lavadora cuando se dio cuenta de que estaba el móvil dentro girando. Yo ni me había dado cuenta porque en esa hora había ido a ver a mi abuela al hospital y me había llevado un libro para el camino - Chizuru da otro sorbo. - Un jodido libro - dice entre dientes.
- Parece que lo dices con rencor - matiza Nacho.
- Nunca me había llevado un libro para ver a mi abuela, suelo estar pendiente del móvil por si me llaman para algo, o por si tengo que anotar la receta de algún medicamento - Chizuru da un tercer trago. - Pero ese día me pareció que tenía sentido relajarme con una lectura y pensé, ya que voy a estar bastante tiempo en el hospital podría pasarme y lavar la ropa, mi apartamento no tiene lavadora.
- Entiendo - Nacho deja la copa en la mesa para tomar su libreta de nuevo.
- Todo esto nos lleva al conflicto del lunes pasado, Kazuya me pide una cita en el acuario para una hora, muy repentina pero lo tengo libre y acepto, todo va bien hasta que llegamos al final - Chizuru da un último sorbo a su copa antes de colocarla en la mesa. - Él me dijo que quería hacerme protagonista de una película para que pudiera cumplir la promesa de mi abuelo.
Nacho deja de escribir y alza la vista, "¿Me he perdido algo?", se pregunta.
- Lo siento, creo que te has saltado esa parte, ¿No querrás decir tu abuela? - Nacho ojea rápidamente sus notas.
- No, lo he dicho bien - Chizuru se mueve con más soltura y empieza a llenarse otra copa. - Mi abuelo murió en un accidente automovilístico, antes de morir le prometí que sería actriz profesional y que él sería el primero en verme cuando eso pasara, tengo un sueño recurrente en el cual eso se hace realidad, pero es solo un sueño - Chizuru toma fuerza en sus palabras, su voz no se quiebra.
- ¿Y le comentaste eso a Kazuya?
- No, no me gusta hablar de mi abuelo, ni de mi familia en general - se centra en su copa mientras hace girar el líquido. - No le estoy ocultando nada, ya sabrá si leyó mi expediente que mi madre murió cuando yo era pequeña unos años después de divorciarse de mi padre, padre que se fue y nunca tomó responsabilidad de mí.
- No tienes que contarme eso si no quieres - dice Nacho desviando un poco la mirada.
"Te estás luciendo Nacho, invitar a una testigo principal a tu casa solo para hacerla llorar", se regañó mentalmente.
- Es muy necesario, esta información no se la he dado a nadie - dice Chizuru bebiéndose otra copa entera. - Pero Kazuya dijo que la vio en mi teléfono, que hizo cosas raras cuando lo sacó y le mostró mis anotaciones con mis propósitos para año nuevo.
» Total y sucia mentira - dice Chizuru sacando y desbloqueando su teléfono. - Puede revisarlo si quiere, no tengo ni una sola nota sobre eso, es una promesa que solo sabíamos mi abuelo, mi abuela y yo.
» Exploté en ese momento, podía tolerar que se metiera en mi vida para fingir ser su novia, que me causara problemas en la playa, o que tuviera que ir con cuidado en la universidad para que sus amigos no me vieran ni reconocieran, pero jamás, jamás permitiría que se involucrara en mis asuntos familiares - Chizuru agarra con fuerza la copa. - Le dije "¿Cómo es que sabes esto? Y quiero la verdad porque en mi móvil no tengo nada", se puso nervioso y se trató de defender muy pobre mente. "¿Encima me traes aquí para decírmelo? ¿A la planta intermedia de un acuario? No necesito tu ayuda, no necesito que te metas en mi vida y no te necesito a ti, ¿Pero qué te pasa? ¿Creés que puedes tocar el tema de mi familia y ser el héroe a caballo blanco que graba una película para que yo caiga rendida a sus pies? ¿Con qué actores? ¿Y con qué presupuesto?" - Chizuru no aguanta más y su voz se quiebra - él me miró temblando y me dijo "pero yo solo quería ayudarte", solo me enfadé y me fui.
- ¿Después ocurrió el trágico accidente, verdad? - pregunta Nacho tras unas anotaciones rápidas.
- Si - Chizuru asiente mientras se echa su tercera copa. - No he podido olvidar a Kazuya desde entonces, él se fue de este mundo pensando que lo odiaba por tratar de ayudarme.
- Hay algo aquí que no me cuadra - dice Nacho tamborileando con el bolígrafo en la libreta. - ¿Cómo supo Kazuya sobre la promesa de tu abuelo entonces, si no tenías ninguna nota?
- No lo sé, tal vez se lo dijo mi abuela, lo quería mucho - Chizuru se bebe la mitad de la copa. - o a lo mejor mi abuela se lo dijo a su abuela y su abuela a él y se le ocurrió la excusa de las notas del móvil - se termina la copa y empieza a formarse un tono rosado en sus mejillas. - Fui muy desproporcionada, lo sé.
- ¿Te estás empezando a poner borracha? - pregunta Nacho carente de sutileza.
- No, no, yo, yo puedo con esto - dice Chizuru como si le costara.
- De todas formas, no tomes otra copa, necesito que respondas totalmente lúcida.
Chizuru deja su recipiente en la mesa de mala gana y empieza a mirar a Nacho con los ojos entrecerrados. - ¿No crees que Kazuya se suicidó, verdad?
- ¿Cómo dices? - Nacho para sus anotaciones en ese momento.
- Después de nuestro primer encuentro y viendo que desconfíaste de mí, temí ser la sospechosa número uno - dice Chizuru. - Aunque evidentemente lo era por ser la última persona que lo había visto con vida. Por ello pensé “¿De que se me podría acusar?” Ahora que ya sabe todo, ¿Creé que Kazuya pudo haberse suicidado porque rechacé su ayuda?
La sensación es similar a la de antes, un silencio solo contrastado por el sonido del aire fuera y algún que otro coche que pasa.
"Suicidio, claro, encaja perfectamente, solo se tiró al primer coche que vio pasar, por eso tenía el cuerpo tan relajado, ya había aceptado su muerte", piensa Nacho. "La marca fuerte puede ser del conductor que frenó y eso terminó de rematar el cráneo de Kazuya. Entonces el conductor por miedo se dio a la fuga después de cambiar la rueda. Que respuesta tan lógica, todo encaja".
- Te podría decir que sí - responde Nacho. - Que todo fue un accidente, que el cuerpo de Kazuya parecía estar en reposo, tengo un compañero que con esta información daría un carpetazo y diría caso cerrado.
- ¿Pero no vas a decir eso? - pregunta Chizuru frunciendo el ceño.
- No sé bien cómo explicártelo - empieza a decir Nacho con una voz profunda, como si diera el pésame. - Es difícil hablar cuando no cuentas con grandes certezas que te respalden, pero Kazuya no murió en un accidente, alguien lo quería muerto y lo hizo pasar por un accidente.
- ¿Cómo dices? - Chizuru abre los ojos de par en par por esa revelación.
- He dedicado casi toda mi experiencia laboral a identificar cuerpos en accidentes de tráfico y te puedo asegurar sin dar detalles morbosos que la muerte de Kazuya es de todo menos un accidente - Nacho deja la libreta sobre la mesa, la conversación toma un carácter más personal. - La cabeza de Kazuya estaba aplastada y su cuerpo demasiado relajado, a no ser que la jodida cosa que lo aplastó pesara 6 toneladas y fuera a 170 kilómetros por hora, es totalmente imposible que le matara sin activar los receptores de dolor de la cabeza y generara espasmos.
- ¿Y qué más puedes decir? - pregunta Chizuru clavando de lado su codo en la mesita para apoyar la cabeza en la mano.
- Solo hubo una marca de neumáticos en la carretera - dice Nacho imitando la pose de la chica. - Déjame que repita, sólo una, ¿Cómo se aplasta una cabeza, haciendo que salpique y solo manche un jodido neumático?
- Suena como algo imposible - susurra Chizuru.
- Lo es - asevera Nacho. - Mi teoría es que Kazuya estaba bajo algún efecto sedante, tal vez un veneno. - Nacho tamborilea con los dedos en la mesa. - Pero eso es todo lo que puedo decirte.
- ¿Por qué? ¿El caso no ha avanzado más? - Chizuru se conmociona. - No me digas que ya han cerrado el caso.
- No, es solo que el resto es un secreto policial - dice Nacho con una sonrisa empática. - Pero puedo comentarte otro dato que tal vez te interese.
- ¿Cuál?
- No tenías que fingir estar ebria para que te contara esto.
- ¿E? - la cara de Chizuru se minimiza y simplifica como en un segmento cómico de un manga.
- Mira la etiqueta - dice señalando la botella. - Es un vino sin alcohol, la pegatina está superpuesta.
Chizuru se sonroja de imprevisto.
- ¿Por eso has tardado tanto? ¿Estabas cambiando las pegatinas? - dice Chizuru aún estupefacta.
- Jeje, afirmativo chica lista - dice Nacho acercándose con una sonrisa más grande.
- ¿Y este vino está bueno? Tenía un toque amargo.
- No lo sé - dice Nacho encogiéndose de hombros. - Es de la reserva de mi madre, yo no bebo vino, este cuerpo se mantiene con ensalada y agua limón.
"Por eso se bebió su copa de una vez, creí que lo había hecho para que viera que no estaba envenenado", piensa Chizuru.
- Muy bien, tú ganas - confiesa Chizuru.
- Chica, esto no va de ganar o perder, me preocupas un poco - dice Nacho retomando una forma más serena. - Actúas muy bien, pero no puedes vivir una mentira, te pasará factura tarde o temprano. Puede ser duro, pero tienes que buscar la verdad, ¿Has hablado de todo lo ocurrido con tu abuela?
- No - Chizuru niega con la cabeza. - Ella quería mucho a Kazuya, y ahora está en un estado delicado de salud, preferiría no darle malas noticias.
- ¿Y lo has hablado con la abuela de Kazuya?
Esa pregunta, de nuevo, rompe la cara esquemática de la chica. Mira atónita a Nacho y solo puede preguntar - ¿Ella está bien?
- Eso es un secreto policial - dice Nacho que en dos rápidos movimientos ha empezado a escribir algo en la libreta. - Y esto es la dirección de una casa - arranca la hoja y se la entrega a la joven. - No sé quién te la habrá dado, pero esa no es mi letra.
Chizuru toma la nota entre sus dedos con aún más cuidado que con el que tomó la copa. - Muchas gracias - dice con una reverencia. - Enserio, muchas gracias.
- No hay de que - Nacho hace un ademán para quitar importancia. - Te quiero dar también esto - escribe en la libreta un número que también arranca. - Es el número de mi psicólogo, el señor William Cooper, bueno, en realidad es el psicólogo de mi madre, yo nunca lo he necesitado.
Chizuru también toma el papel entre sus dedos aunque lo mira con más desconfianza.
- Es bueno, mi madre dice que la ayudó a seguir con su vida después de cinco divorcios, no todos a la vez naturalmente - Nacho se aclara la garganta. - Para esclarecer las cosas, es muy bueno, te atenderá telefónicamente y pese a ser británico habla bien español, la primera sesión siempre es gratis y si te ves apurada yo te pago las demás.
- Está bien - dice Chizuru guardándose ambos papeles con el móvil. - Gracias.
La charla no siguió luego de ese punto. Ambos se despidieron y cuando Nacho se aseguró de estar solo se tiró a su sofá cama para reflexionar.
"Estoy empezando a ver un patrón aquí", pensó. "Tres accidentes de coches que parecen gritar a todo pulmón suicidio pero realizados de las maneras más dispares posibles, los tres casos de adolescentes, ¿Pero que tenían estos en común? ¿La estupidez? Tres locos haciendo acrobacias por la noche, un chico de corazón roto y cuatro secuestradores".
Nacho se revuelca por el sofá hasta tirarse al suelo, sigue girando hasta la mesa donde toma el bolígrafo azul y la libreta.
- Miremos de nuevo la forma de sus muertes, tres aplastados por un coche, cuatro si contamos a uno de los del bosque - mientras habla solo pone estos datos en un cuadro. - dos descabezados, uno seguramente por una escopeta a bocajarro y el otro aplastado por un neumático, y luego tenemos los dos muertos al volante, uno empalado y con varios huesos rotos, el otro clavado al volante, juuum - se rasca la barba como si fuera a encontrar la inspiración debajo de sus pelos. - Cuanta brutalidad con unos y que sutil con otros, ¿Habrá una mente maestra detrás de todo esto, o serán varias atacando a su gusto? O peor aún, será una fingiendo que hay varias.
- ¿Y qué coño tienen que ver las monedas en todo esto? - Nacho vuelve a levantarse para tirarse al sofá. - Cuántas preguntas y qué pocas respuestas.
Capítulo 28: Tengo un plan y poco tiempo.
Hace dos días.
Ruka entra a la biblioteca con el hambre de un zorro en un gallinero. El bibliotecario que allí estaba, cierra el nuevo libro que leía.
- Buenos días bibliotecario - saluda mientras empieza a mirar las portadas de los libros.
- Buenos días Ruka - le saluda él de vuelta. - ¿Qué buscas? Te veo decidida.
- Quiero un libro con el que poder matar a Mika.
- Claro, ese puede servirte - dice señalando a un libro al final de la estantería.
Ruka lo toma, es un libro bien encuadernado en cuero, de tapa dura y con letras en dos idiomas que no entiende. Lo tomó entre ambas manos, su grosor era de dos puños y pesaba 12 kilos.
- ¿Qué es este libro? - pregunta ella.
- Un diccionario de tailandés a yugoslavo - dice él con su mirada rígida bajo su capa.
- ¿Y como va a servir esto?
- No mucho, Yugoslavia se separó hace un siglo - dice el bibliotecario, su túnica danza feliz por el chiste. - Aunque el libro pesa, si golpeas a Mika con él mientras duerme tal vez la mates.
- Se supone que tú eres el más serio de aquí - dice Ruka rotando los ojos. - ¿Por qué dices estás tonterías?
- Tú has empezado - dice el bibliotecario algo feliz. - ¿Creés que si algo en esta habitación pudiera matar a Mika yo seguiría aquí?
"Maldición, tiene razón", Ruka apretó los dientes con rabia.
- Pero esta biblioteca tiene información sobre libros de magia oscura, ¿No es así? - dice Ruka señalando la estantería de su izquierda con una mano.
- La mayoría de los libros lo son, supongo - comenta el bibliotecario mirando al rededor. - También hay diccionarios, folletos, libros de ciencia ficción... En varios idiomas y de varios lugares, algunos creo que ni siquiera son de este mundo.
- Así que tú puedes entender todos los libros que hay aquí - afirma Ruka con la mano en el mentón.
- Todo buen bibliotecario debe saber que libros presta a quien los busca - asiente. - Pero que pueda leer todo no quiere decir que entienda todo, hay palabras que simplemente no tienen traducción, como "Chirimoya", por ejemplo.
"No se que es eso, pero tiene nombre de fruta", piensa Ruka mientras asiente. - ¿Eso lo conseguiste vendiendo tu alma? - pregunta.
- Si, ¿Qué sentido hubiera tenido ser condenado en una biblioteca como bibliotecario de algo que no puedo leer?
- Ya veo - Ruka ignora la pregunta mientras elabora un plan en medio segundo. - ¿Y hay forma de que me lances a mi el hechizo que me haga entender los idiomas? ¿Te puedo vender mi alma?
El bibliotecario pestañeó lentamente, examinó con sus dos ojos marrones la mirada diabólicamente decidida que Ruka le sostenía, incluso el lazo de su diadema parecían dos cuernos.
- No creo que eso sea posible, más esa actitud me preocupa, ¿Qué estás pensando hacer exactamente? - Pregunta el bibliotecario.
Ruka se puso de cara a la estantería, la examinó, tenía un aproximado de treinta libros de alto y cincuenta de largo. Miró la otra y la que faltaba también, si, eran prácticamente lo mismo.
- ¿Cada cuanto tiempo aparecen libros nuevos? - pregunta Ruka.
- Cada 24 horas, se cambian solos a las 3:33 de la noche - responde el bibliotecario. - Ahora, por favor, no ignores mi pregunta, ¿Qué pretendes hacer?
- Voy a encontrar un libro que me permita entender todos los demás - Ruka mira de refilón al bibliotecario. - Después de eso, voy a leer todos y cada uno de los libros sobre magia hasta encontrar algo que deje a Ruka tan muerta como yo debería estarlo.
"Definitivamente son cuernos de un demonio vengativo", dice el bibliotecario centrándose en el lazo de la japonesa.
***
Ichika caminaba hacia la habitación de Mika recordando la conversación que acababa de tener con Ruka.
"Vino al karaoke, rompió una cámara lanzándole una uña, mató un hombre y me obligó a limpiarlo. Me ha vuelto a llenar las manos de sangre", eso fue lo que Ruka le dijo.
""No fue tu culpa", ¿Eso es todo lo que podías decirle a la pobre niña? Por eso Fuutarou nunca se fijó en ti", le regaña su mano derecha.
"No seas tan dura, Nino. Hiciste lo que estaba en tu mano Ichika, tranquilizarla y ayudarla a seguir adelante, lo hiciste bien", le dice su pierna izquierda.
"Si, pero si quieres ayudarla deberías apoyarla más, un partido de baloncesto podría servir, sudar la camiseta siempre mejora mi ánimo", le dice su pierna derecha.
Ichika abre la puerta de la habitación, no hay nadie.
- ¿Y tú Miku? ¿No tienes nada que decir? - parece preguntar Ichika a la habitación vacía.
"Hacer lo correcto es difícil, nadie te dice lo que es, solo te critican si lo haces mal. No se diferencia mucho de un examen, y la vida es el examen más duro", le dice su mano izquierda.
- Sábias palabras - murmura Ichika. - Espero que sean reales, y no un síntoma de que me estoy volviendo aún más loca.
***
Hace un día.
Tres de la mañana, Mika entra con una lata de cerveza en una mano a su habitación, apesta a alcohol pero no está bajo sus efectos nocivos. Ichika la espera sentada en la esquina de la cama, mirándola con un rostro parcialmente ensombrecido.
- Normalmente sueles fingir estar dormida a estas horas - dice Mika encendiendo la luz del cuarto.
- Eres una imbécil, ¿Lo sabías? - dice Ichika sin contener su molestia.
- No es algo que me digan mucho, y no es algo que una persona me pueda decir dos veces - dice Mika sin preocupación alguna. - Pero adelante, inténtalo, serás la primera y la última.
- Eres una imbécil - dice Ichika poniéndose en pie sin titubear.
Mika detiene todo su cuerpo mientras le sostiene la mirada a la mujer de las extremidades cosidas, ni siquiera está respirando.
- Tú no te suicidarías así sin ninguna razón - deduce Mika entrecerrando los ojos. - ¿A que viene esta vena anarquista?
- Has matado a una persona y has obligado a Ruka a limpiar - afirma Ichika.
- ¡No mames! - Mika coloca los ojos en blanco al mismo tiempo que echa su cabeza hacia atrás para matizar lo ridículo que le parece la acusación. - Era un pederasta, escapó de prisión sobornando a la policía, yo solo hice justicia.
- Traumatizar a una chica que te pidió trabajo para alejarse de este mundo no es justicia.
- No, son daños colaterales - Mika se da varios toques en la frente con el índice. - No te preocupes, si su mente no se ha roto eso solo la hará más fuerte. Sinceramente, eso es un poco bastante amable de mi parte.
- ¿Cómo puedes tener tanto ego? - le reprocha Ichika con un suave contoneo de negación. - La chica solo quiere vivir una vida lo más normal posible y la sigues jodiendo.
- Miles de niños quieren una vida tranquila en Bangladesh y tienen que conformarse con la miseria de sus calles - Mika se encoge de hombros. - Así me las gasto, ¿No quiere ser un perro de caza? Bien, pero trabaja para una carnicería y verá una carnicería de vez en cuando, soy la jodida Mika Fujilino y yo hago las normas aquí.
"Intenta matarla otra vez", le dijo su mano derecha. "Viene prácticamente ebria, para cuando quira notar la aguja ya le habrás sacado la piel".
"Nino, no le metas ideas tontas en la cabeza, por favor, ya intentamos eso y su piel simplemente se regeneró en menos de una décima de segundo", le replicó la pierna izquierda.
- Tus normas son injustas - alega Ichika. - No te portas así con Claude ni con Jirei.
- Con una solo puedo hablar los jueves, y al otro lo necesito con la mente sana, ha acertado bien en el terreno de las inversiones - Mika le echa una sonrisa de medio lado que tiene implícito un "vaya argumento de mierda". - Y solo para aclararlo, él si se presenta voluntario como perro de caza, no como la otra soberbia llorica, ahora fuera de mi cama, tengo que dormir bien para ir al trabajo y luego a la carnicería.
Ichika se apartó a regañadientes, salió del lugar y se fue en dirrección a la sala de costuras, remendar trajes sería mejor que seguir dando vueltas al mismo asunto.
"Ya no puedes hacer nada sin que una morra de 17 se ofenda", piensa Mika mientras se tira de boca a la cama.
***
Ahora mismo.
Ruka mueve la cabeza demasiado pronto, la bala de calibre cincuenta perfora su oreja dejando un agujero del tamaño de una ciruela que regenera antes de notar un pitido.
- Bueno, se terminó, esa era la última bala - dice Carlos tratando de disimular su tristeza. - Al menos esta casi la esquiva.
- No es suficiente - Ruka se queja mientras se quita la venda de los ojos. - No podré vencer a Mika si me conformo con "casi esquivar un ataque".
Iris, Carlos y Ruka estaban en la sala de entrenamiento, gastando la hora diaria que dedicaban a entrenar.
- No digas eso en alto - dice Carlos agitando los dedos, se ven graciosos por sus mitones. - Nos podría oír.
- Sus oídos son como los míos, no pueden estar activos siempre, los tiene que afinar y no creo que ahora seamos de interés - realza Ruka apretando el puño. - Ya nos habría oído y ya estaríamos muertos si quisiera.
- Aún así Carlos tiene razón - dice Iris cruzada de brazos. - Quiero decir, yo estoy a tope con tratar de matar a la zorra esa, ¡wu ju! - dice como si recitara la lista de la compra. - Pero no es algo que vayamos a lograr en dos días desperdiciando balas.
Ruka cepilla rápidamente el suelo con la vista, en un parpadeo toma todos los restos de casquillos y los deja en una caja que habían traído para la ocasión.
- ¿Tardarás 12 horas en tener más balas listas, no? - le pregunta a Carlos.
- ¡Oye! - le grita Iris. - Si quieres que te ayude, no me vas a ignorar, a nosotros se nos ocurrió esta idea y nosotros marcamos las pautas.
Ruka se pasó todo el día de ayer planeando el ritmo a seguir, exprimiría cada minuto para ayar como matar a Mika. Exceptuando los descansos para ir al baño, comer y dormir, dedicaría 16 horas del día a revisar los libros de la biblioteca con ayuda del bibliotecario, y una hora a entrenar su nivel físico.
- Perdón - dice Ruka con toda la sinceridad que alverga. - Lo siento mucho Iris, yo no quería...
- No me jodas - le corta la coreana. - No quiero escuchar un bla, bla, bla, "estoy nerviosa", "tengo miedo de Mika", ya lo sé.
- ¿Entonces? - Ruka frunce el ceño.
Iris desenfunda su cuchillo en un rápido movimiento, la luz de las lámparas de una tonalidad ultravioleta a su filo azul impregnado en veneno. - Pregunta rápida, imagina que alguien viene por ti para atacarte, ¿Donde golpeas?
- En... En la cara - responde Ruka con un resquicio de duda.
- Error, has dudado.
- Mi instinto lanza golpes por mi.
- Pues muy mal al confiar en tu instinto, si no lo controlas habrá quien lo controle por ti - Iris vuelve a tomar esa tonalidad estricta que a Ruka le recuerda a un tono de maestro.
- Si, los instintos son un engaño - dice Carlos mientras cuenta los casquillos de la caja. - Como el instinto femenino por ejemplo, hay demasiadas madres solteras como para seguir creyendo en esa mamada - Carlos prefiere no girar la cabeza y toparse de frente con dos miradas asesinas.
- Ignóralo - sugiere Iris volteando los ojos. - No todo puede ser pensar rápido, sirve de poco si no sabes en qué piensas, tampoco puedes depender de tu fuerza bruta, claramente Mika también te supera en ese campo.
- De momento - añade Ruka.
- Pues es la única certeza que tenemos, así que confianza al cero - matiza Iris señalándose la palma. - Mika, un criminal o cualquier otro, no hay rival pequeño, la regla es la misma.
- El único ataque que no hace daño es aquel que no te toca - repite Ruka con la lección aprendida.
- Exacto - afirma Iris con una sonrisa de orgullo que Ruka capta en el mismo segundo que la borra. - Tú piensa en los mosquitos, son pequeños, no pueden matarte con su fuerza, pero saben picar en las zonas correctas - Iris enseña la muñeca de su mano libre - directamente en el flujo sanguíneo, las venas más importantes.
- Y con mi cuello de testigo, te digo que estás cosas duelen - dice Carlos rascándose. - O no, bueno, se me suelen olvidar que están allí.
Ruka hizo una mueca que apuntaba a ser de disgusto, ¿Cómo de dura tendría que haber sido la vida de Carlos para que dos picotazos profundos en el cuello fueran algo que olvidaba tener? Estaba tan fuera de su alcance que era irreal.
- Con los puños es igual, ¿Te acuerdas de lo que hizo Mika para dejarte de rodillas? - pregunta Iris.
- Atravesó mis riñones.
- Así es, busca siempre golpear en órganos blandos y vulnerables con tus partes más duras, rodillas, codos y nudillos, en ese orden - Iris se palmea al ritmo de una canción infantil inglesa. Las partes vulnerables son mandíbula, hígado, riñones, pulmones y el resto de la espalda. Con un cuchillo es más fácil, solo busca corazón, pulmones y ligamentos con muchos nervios, principalmente las conexiones de las articulaciones, como las axilas, ¿Entendido?
- ¿Los ojos no? Yo diría que si le meto un dedo podría doler.
- En una pelea contra alguien que sepa pelear no va a dejar al alcance su cabeza nunca, no lo para evitar tus dedos - Iris hace varios contoneos de cabeza con una mala guardia de boxeo - evita cortes superficiales o inflamaciones, como ya he dicho, el único ataque que no hace daño es aquel que no te toca.
- ¿Y si le escupo un diente a 54 kilómetros por hora? - pregunta Ruka con los ojos entrecerrados y una sonrisa pícara.
- A, cierto, podías hacer eso - a Iris la recorre un pequeño escalofrío.
- No solo con los dientes.
Ruka se gira, divisa una de las dianas del techo y cuál si fuera una pistola, se arranca la uña del dedo anular derecho empujando con el pulgar contrario, el trozo de dedo se clava a tres centímetros del centro de la diana.
- Impresionante - Iris lanza su cuchillo para que de media vuelta en el aire, apuntando hacia fuera. - Pero como te digo no es cuestión de dar, sino de saber dónde - Iris lo lanza con una presión de admirar y lo clava en el centro de la diana.
- Wow, maravilloso - dice Ruka aplaudiendo. - ¿Donde conseguiste esa puntería?
- Entrenando, el tiro con arco en Corea es un deporte que se aprende desde pequeña - Iris parece mirar con nostalgia al más allá. - Es tan común como el fútbol en España o el boxeo en México.
- Oye - replica Carlos de brazos cruzados. - En México el fútbol también es cultura desde niños.
- Para lo que os sirve - murmura Iris.
- Tu país solo llega lejos con el arbitraje de su lado - replica Carlos.
- A mi de pequeña me gustaba Inazuma Eleven - añade Ruka para aportar algo.
Al final, la clase de entrenamiento termina de alguna manera en un acalorado debate sobre medallas olímpicas.
Capítulo 29: Recuerdos y reencuentros.
Hace dos semanas.
Nacho presiona el timbre un segundo hasta que suena, se descubre la cabeza y se prepara mentalmente para la situación, nunca le ha gustado ser el portador de malas noticias.
Ninoroki le había dado la dirección de una tienda de abastecimientos, le pertenecía la familia Kinoshita. Encima de la tienda había tres pisos, por lo que le habían dicho, ellos vivían en el segundo, el tercero y el cuarto eran de alquiler.
Nacho estaba a los pies de las escaleras del lateral izquierdo del edificio, era de ladrillos blancos, y tenía un letrero al lado con el apellido familiar.
- Buenas tardes, ¿Quién es? - preguntan a través del altavoz del timbre. No era la voz que Nacho esperaba, parecía vieja, pero era muy educada.
- Buenas tardes, soy el agente Sabina, policía nacional - se presentó Nacho. - ¿Podría subir para hablar con el señor Kinoshita?
Se presenció un silencio de tres segundos, es la respuesta que se suele dar cuando un policía busca a alguien inocente.
- Si, se encuentra aquí en estos momentos - dice la voz del otro lado.
Nacho subió las escaleras, le dolían los pies de solo pensar en tener que decir las palabras que traía para un padre, era como si toda esa presión se arraigara en sus tobillos y no le dejara subir.
Abren la puerta cuando está llegando, quien sale a recibirlo es una señora mayor, piel rugosa y pelo cano recogido en un moño. Viste con un yukata, tiene un vaso de agua en la misma mano que usa para sostener un mando de play statiom con dos dedos.
- Buenas tardes - vuelve a decir Nacho.
- ¿Qué ocurre señor agente? ¿Por qué busca a mi hijo? - dice ella con un tono que mezcla preocupación y sospecha.
Nacho traga saliva y aprieta el gorro entre sus dedos con más fuerza, el precio de decir la mala noticia se ha vuelto más alto repentinamente.
- ¿Quién es, suegra? - pregunta una voz joven desde dentro de la casa.
- Es un agente nacional, dice que quiere hablar con Kazuo - le contesta la anciana.
Bajo el dintel de la puerta aparece una señora mayor fregando un vaso con un paño, su pelo es negro y con un moño perfectamente circular en la cabeza. Su boca ya empieza a mostrar las primeras arrugas, detalle que no es impedimento para formar una sonrisa.
A Nacho se le para el corazón de solo pensar en como va a quedar esa sonrisa en cuanto diga la información que ha traído. - ¿Es usted la señora Kinoshita? - pregunta.
- Así es - afirma ella.
- ¿Se encuentra su marido con usted?
- Si, estábamos a punto de cenar, ¿Ha sucedido algo grave?
Nacho al oír la palabra cena baja inmediatamente su vista al mando de la videoconsola que tiene la abuela. Ella lo oculta en la otra manga del yukata y gruñe un poco, algo que parece decir "tengo mis razones".
- ¿Podrían reunirse los tres? Sería mejor estar en un ambiente más calmado para darles esta noticia - Nacho se pega aún más su gorra al pecho.
Le dejan pasar hasta el salón, con las ideas y palabras rebotando en las paredes de su cráneo se le olvida descalzarse. Él permanece de pie mientras la familia Kinoshita está sentada en un sillón triple del salón.
- ¿Qué sucede señor agente? - pregunta al fin el padre de Kazuya.
Es un tipo mayor y desgarbado, con los pelos en todas direcciones, parece Albert Einstein con los pelos de Goku. Ese pensamiento no le hace gracia a Nacho, en estos momentos no tiene fuerza para reír.
- Hemos encontrado el cadáver de su hijo en una de las salidas del acuario - Nacho baja la mirada, incapaz de ver las caras que acaba de romper.
La madre de Kazuya levanta el brazo de su regazo y se lo lleva a la boca para tapar su sorpresa.
- ¿Lo dice enserio, señor agente? - pregunta el padre ajustándose las gafas.
- Me temo que si, traía su cartera consigo y en ella su tarjeta de identidad - Nacho traga saliva, aún incapaz de levantar la mirada. - Parece ser que murió atropellado.
Es sutil, trata de ocultar los detalles más escabrosos. Solo con esa información ha sido suficiente para poner a llorar a la madre de Kazuya en el hombro de su marido, que la abraza con una mano. Su mirada parece estar perdida, como si esperase en algún momento un remate que cambiara las cosas.
- Mi más sincero pésame - dice Nacho, sintiéndose impotente y descargando sus fuerzas en el sombrero.
- Muchas gracias por cumplir con su deber, señor agente - dice la abuela con una bravura estoica. - Ahora, creo que mi familia y yo tenemos que procesar esta información con más detalle.
- Lo entiendo - Nacho deja su tarjeta encima de la mesa. - Si en algún momento consideran que necesitan ayuda para afrontar esta situación, no duden en llamar, y de nuevo, mi mas sincero pésame.
***
Ahora mismo.
Domingo, cuatro de la tarde, Chizuru se planta enfrente de las escaleras que Nacho visitó hace dos semanas, el mismo día que murió Kazuya. Respira para tomar confianza, espira para alivianarse y presiona el botón del timbre del segundo departamento.
- ¿Si? ¿Quién es? - pregunta una voz anciana.
- Abuela, soy, soy yo, Mizuhara Chizuru.
- ¿¡Princesa Chizuru!?
La puerta del segundo piso se abre de golpe, Chizuru ve como desde arriba la abuela de Kazuya se encarama en las escaleras. A Chizuru por poco le sale una gota de sudor cómicamente grande detrás de la cabeza.
- Buenas tardes - Chizuru hace una reverencia mientras la abuela aún la contempla boquiabierta.
- No te quedes allí - le dice la abuela sin contener la alegría. - Sube, venga, te prepararé algo de té.
***
La casa de la familia Kinoshita era muy acogedora, Chizuru fue guiada directamente al salón. Se sentaron al rededor de una mesa de patas cortas, tenía un cojín para ella y una pequeña butaca de mimbre para la abuela.
Chizuru tenia una bonita taza de té verde a la altura de sus manos, la abuela lo sostenía con ambas manos entre sus rodillas. La más joven había comido hace poco, pero no tenía el valor para rechazar tanta hospitalidad.
- Dime, princesa Chizuru, ¿Qué te trae por aquí? - pregunta la abuela.
- Yo quería hablar - sus ojos se pierden en el reflejo que le ofrece el baso. - Quería hablar de la muerte de Kazuya, ¿Cómo se encuentra usted?
- O, por supuesto - la abuela bebe de su té, es una forma de aliviar el trago amargo. - ¿No podemos ignorar el elefante en la habitación, verdad?
- Si, si no quiere hablar de ello...
- No, no, eres una jovencita muy fuerte - dice la más anciana sonriendo para relajarla. - No me dan miedo esos temas, ya perdí a mi marido, llevo años lidiando con su ausencia, y no me preocupa, los acompañaré a ambos más temprano que tarde.
"Abuela, eres sabia y fuerte", piensa Chizuru mientras da un sorbo al té.
- Estoy afrontando su pérdida lo mejor que puedo - continúa la abuela. - El mayor miedo de una abuela es siempre ver morir a su nieto, pero es algo con lo que tengo que lidiar, y mientras lo recuerde él no estará muerto del todo. Así que respondiendo a tu pregunta, estoy bien, es duro, muy duro, no solo para mí, la pobre Harumi-san ha estado tres días sin dormir y ha tenido que tomar una baja en el trabajo.
"Yo también hice eso", piensa Chizuru. "Pero me alegra mucho ver que la abuela está bien".
- Quiero que sepas, que pasara lo que pasara entre tú y Kazuya, no te culpo de nada - dice finalmente la abuela.
- ¿E? - gana la atención de Chizuru. - ¿Cómo dice?
- Bueno, la policía no dio detalles, pero no creo que Kazuya fuera al acuario solo, y la última vez que fue al acuario fue en una cita contigo - dice la abuela, recordando cómo Kazuya vino a toda prisa desde el acuario al hospital junto con Chizuru por primera vez. - Eso fue lo que me contó, a él le encantaba la vida marina, cuando era pequeño y no podía dormir, le leía revistas de curiosidades sobre peces jaja.
"El acuario, la cita", Chizuru sopla su té, dejando que las ondas distorsionen su reflejo. "Tengo que decirle la verdad, merece saberlo".
- Hay otra razón por la cual supusimos que os habíais peleado - dice la abuela con un semblante más decaído. - No viniste a su funeral.
"Su-su funeral", una fuerza opresiva similar a la fatiga se apodera de Chizuru. "¡Oh no!, ¿Cómo se me pudo olvidar eso? ¿Cómo olvidé algo así de importante? El trabajo y los estudios no tendrían que haberme servido como escape de la realidad, abandoné a Kazuya en su muerte, dos veces".
- No teníamos tu dirección, ni métodos con los que contactarte - matiza la abuela. - Tampoco queríamos preguntar a tu abuela, sabemos que su situación es delicada.
- Abuela, lo siento - la voz de Chizuru sale impulsada con una tonalidad quebradiza. - Lo cierto es que Kazuya y yo no, no éramos...
La abuela deja su vaso en la mesa, se prepara para lo que Chizuru pueda decir, sabiendo que seguramente le duela. En cambio, Mizuhara simplemente no puede con la realidad, no ahora.
- No éramos la mejor pareja el día que murió - termina diciendo.
- ¿A que te refieres, princesa Chizuru?
- No, no me llame así, es un título que no merezco - no puede contenerse más, las lágrimas brotan de sus ojos como dos manantiales que erosionan la roca. - El día que Kazuya murió nos peleamos, fue la discusión más estúpida que pudimos tener, el quería ayudarme a cumplir mi sueño de hacer una película y yo le dije que no se metiera en mi vida.
- O, Princesa Chizuru - la abuela se levanta y abraza a la joven. - No digas eso, todos discutimos por tonterías, no vemos el futuro para saber cuándo será la última vez que pelearemos con esa persona a la que tanto queremos.
- Soy una mala novia, ¿Verdad? - Chizuru apoyó su cabeza suavemente en el hombro de la abuela. - También soy una mala persona, él me ayudó y yo le abandoné cuando solo quería ayudarme, ¡No tuve ni siquiera la decencia de acordarme de su funeral porque soy tonta y me esforcé en reprimir los sentimientos tristes, por impulsos de mi cerebro que a veces parece que no controlo!
- Eso no es de ser tonta princesa Chizuru, es de ser humana, simplemente has intentado ser fuerte.
- Estoy cansada de ser fuerte - es difícil entenderla, casi balbucea. - El mundo solo me golpea con más fuerza, parece una maldición que el cielo ha echado sobre mí.
- Si, el mundo es un lugar complicado - la abuela acaricia su cabeza y le aparta el pelo para verla a los ojos. - Lo es para todos. Sabes, que Kazuya naciera fue prácticamente un milagro, Harumi-san, su madre, tuvo muchos problemas en el embarazo, pero lo logró. Ahora está muerto y ella no duerme casi, ¿Cómo puede ser alguien un milagro y una maldición a la vez?
- No lo se - responde Chizuru.
- Yo tampoco, y te llevo 60 años de experiencia en este mundo - pone sus manos en los hombros de Chizuru. - No te culpo por la muerte de Kazuya, no te guardo ningún rencor, y se que esté donde esté Kazuya, él tampoco te guarda rencor. Ahora solo queda resistir el golpe y seguir adelante, y hacerse fuerte, porque vendrán más, ¿Lo entiendes princesa Chizuru?
- Si - Chizuru asiente. - Si, creo que si.
Al final la abuela también lloró, pero cuando se tranquilizaron hablaron sobre algunas experiencias de su nieto. Los juegos de la playa, como le salvó aquella vez que se cayó desde un crucero, incluso de aquella vez que fueron a un deportivo de escalada para una cita doble y al amigo de Kazuya le dejaron plantado. La abuela habló a Chizuru sobre los juegos online que Kazuya le enseñó a jugar, y de las reuniones que tenía con Kybe, uno de sus amigos, para hablar sobre vinos.
Esa reunión terminó con Chizuru agradeciendo la hospitalidad presentando respeto al altar familiar de la casa.
***
Chizuru miró la hora mientras se sujetaba a una barra del tren, las cinco y media de la tarde, tenía tiempo para ir a ver a su abuela.
"Al final no pude confesarle que Kazuya y yo no éramos pareja, pero no creo que sea el momento correcto aún, no creo que el momento correcto exista", pensó.
Entra al hospital y recorre todo el vestíbulo, Chizuru se sorprende cuando reconoce una cara amistosa tapada por varios racimos de rosas.
- ¿Sumi-chan, eres tú? - pregunta Chizuru.
La chica se aparta los recimos de la cara y los amarra todos lo mejor que puede con un brazo, con el otro saluda. Sakurasawa Sumi venía cada mes a repartir flores a los ancianos más enfermos del hospital.
- Vaya, no esperaba verte aquí, ¿Vienes a repartir flores como parte del programa de los voluntarios del hospital?
Sumi frunce el ceño y asiente decidida.
- Me alegro - responde Chizuru sonriente.
- ¿Y? ¿Y tú qué haces aquí? - pregunta ella.
"Bueno, últimamente ya veo a Sumi más confiada, hace unos meses solo se hubiera atrevido a hablarme escribiendo en el móvil", piensa Chizuru.
- Yo he venido a ver a mi abuela, está aquí ingresada por problemas del corazón - dice Chizuru. - Hubiera venido antes, pero ya sabes cómo ha estado todo con los incidentes de la empresa y demás.
- Si, no me puedo creer que intentaran secuestrar a una chica, que miedo - Sumi tiembla de manera genuina. - Incluso escuché que iban a poner policías a algunas chicas para su protección.
- Si, que me vas a contar - Chizuru parece hacer una pequeña mueca que Sumi capta inmediatamente.
- ¿A ti te han puesto uno?
- ¿Eh? - Chizuru se sorprende por la rápida pregunta. - Si, bueno, ha sido solo una semana - Chizuru se masajea un poco la sien. - pensar en ello me da dolor de cabeza.
"Claro, a Chizuru la iban a ascender pronto y tiene una racha perfecta y constante de 5 estrellas, puede ser un objetivo a considerar", piensa Sumi. "No, no, tengo que poner los pies en la tierra, no las buscaban por su belleza o importancia sino por su castidad, y ese equipo ya está muerto, yo lo maté, Chizuru está a salvo".
- Toma - dice Sumi entregando un ramo de flores a Chizuru. - Llévaselo a tu abuela, le gustará.
- Muchas gracias, Sumi-chan - Chizuru toma el ramo y reanuda su andanza.
Conforme la castaña se aleja, Sumi no puede dejar de preocuparse por ella, el ángel dijo que ella podría ser un objetivo, pero eso lo dijo antes de que matara a los 7 bastardos que atentaban contra las chicas. Esta situación era demasiado para ella, lo consultaría con la almohada, y si era posible con el ángel de sus sueños.
***
La habitación de hospital de la abuela de Chizuru era inquietantemente tranquila, era individual y de cuidados intensivos, ante cualquier emergencia un doctor llegaría en menos de dos minutos.
La abuela de Chizuru descansaba en una camilla, solo tapada con una sábana y un camisón, como objetos personales tenía una foto de su marido en la mesilla y una silla de ruedas replegable que podía usar con los permisos pertinentes.
- Buenas tardes, abuela - dice Chizuru reverenciandose para entregarle las flores.
- Chizuru, cariño, no tenías que molestarte - dice ella con su gran sonrisa de anciana, recibiendolas.
- Son de parte de una amiga, trabaja de voluntaria aquí - le dice Chizuru agradecida. - También es mi forma de pedir perdón por ausentarme tanto.
- No pasa nada, ya eres toda una mujer, entiendo que tienes que seguir con tu vida - dice su abuela mientras deja las flores en la mesilla, detrás de la foto de su marido. - Y dime, ¿Qué es de tu vida? ¿Qué pasó con tu novio que ya no le traes para que le vea?
Chizuru toma aire, esto va a ser duro, pero no sé va a retirar a estas alturas del partido. Relaja sus músculos, forma su semblante más serio, y cuál si fuera a batear un "jomran", deja salir su sinceridad.
- El no va a venir abuela - traga saliva. - Está muerto, murió hace dos semanas en un accidente de tráfico.
El golpe es duro, el silencio es ensordecedor, como si hubiera sacado la pelota fuera del estadio.
- O, Chizuru, cariño mío - dice su abuela. - Lo lamento tanto, era realmente un buen chico, ¿Le pasó lo mismo que al abuelo?
- No, él estaba saliendo del acuario y tropezó, y un coche le impactó - Chizuru se lleva una mano a los ojos, tapándose. - Lo siento abuela.
- O, Chizuru, ven aquí - su abuela extiende los brazos.
Su nieta se deja abrazar, su abrazo es aún más comprensivo que el de la abuela de Kazuya, pero no puede compararlos, no es justo querer darle una puntuación al amor que te regala un ser querido.
- Abuela, antes de morir, el y yo tuvimos una pelea, una pelea muy tonta - dice Chizuru quitándose una lágrima del ojo.
- Cariño, casi todas las peleas de pareja son tontas, no te martirices por eso.
- Lo sé, pero esta es peor, Kazuya quería iniciar un proyecto para poder grabar una película conmigo de protagonista, dijo que vio la promesa que le hice al abuelo en el móvil a escondidas una vez que me lo olvidé en la lavandería, yo me enfadé mucho.
- ¿Pero por qué, cariño? ¿Ese no era tu sueño?
- Si, pero el lo miró en mi móvil a escondidas, o eso me dijo - Chizuru miró a su abuela fijamente con aire preocupado, buscando la última pieza del puzzle. - Abuela, yo no tengo eso apuntado en mi móvil, ¿Fuiste tú quien le dijo que mi máxima aspiración como actriz era ser protagonista en una película que pudieras ver?
- Yo no le dije nada - confiesa su abuela.
***
Nacho está en su casa, agradece a Mei con una reverencia por haberle preparado la cena, traía mucha hambre luego de una tarde de spinning y búsqueda de más datos para sus casos.
Cuando estaba a punto de pinchar su cena, alguien llamó a su teléfono, era un número desconocido con el prefijo de Japón.
- Buenas, habla con el agente Ignacio Sabina Ortiz, ¿Quería algo?
- Hola, soy yo, Ichinose Chizuru - dice la voz del otro lado del teléfono.
- Chizuru, ¿Qué sucede?
- No se cómo influye esta información en el caso, pero he hablado con mi abuela, ella no le dijo nada sobre la película a Kazuya.
- Entiendo, gracias por añadir más información que ayude a esclarecer el caso - Nacho piensa bien, pero se arriesga a preguntar. - ¿Todo ha salido bien con la abuela de Kazuya?
- Si, muchísimas gracias por darme la dirección para hablar con ella de nuevo.
- De nada chica, ahora la vida sigue, y si necesitas ayuda profesional, aquí estoy.
- De acuerdo, muchas gracias, adiós.
"Se escuchaba agradecida", piensa Nacho. "Bien, la puedo descartar de mi lista de mujeres que he traumatizado", piensa mientras se ríe. "Ahora solo me queda añadir a un chico que averigua secretos familiares a la lista de cosas raras de este caso, joder".
Capítulo 30: ahorro y trabajo duro.
La biblioteca es un lugar para estar en silencio y tranquilos, así estaban los cuatro cómplices que buscaban una forma de matar a Mika. Lo único que interrumpió el silencio era Ruka cuando pasaba las páginas a 30 kilómetros por hora, la velocidad máxima para no romper los libros, pues memorizaba cada página en medio segundo.
Iris se encargaba de revisar los libros en coreano y Carlos los libros en español, el bibliotecario iba a su ritmo con los libros, mirando aquellos que estuvieran en un idioma que no se pudiera entender.
- Lo tengo - dice repentinamente.
- ¿El qué? ¿Has averiguado cómo matar a esa zorra? - pregunta Iris.
Ruka se acerca al bibliotecario en menos de un pestañeo y Carlos baja sus gafas por alguna razón.
- No, desgraciadamente no - dice el bibliotecario con una mueca, causando que Iris refleje una clara decepción en su rostro.
- ¿Entonces de qué se trata ese libro? - pregunta Ruka.
- Aquí está el hechizo que te permitirá entender cualquier idioma - dice él. - Se llama "Baie GroSkrif", para aplicarlo en ti solo necesito que te arranques la lengua, no volverás a pronunciar palabra pero a cambio entenderás todas las palabras.
Ruka se arrancó la lengua sin miramientos y la regeneró igual de rápido. - Je, parece que cuento con ventaja - dice con una media sonrisa.
- Las fuerzas malignas siempre se olvidan de la mayor capacidad del ser humano, los vacíos legales - dice Carlos colocándose las gafas empujando con el pulgar. - Los narcos de mi país saben mucho de eso.
- Procederé con el hechizo - dice el bibliotecario.
Su mano anciana atrapa y aplasta la lengua de Ruka, la moldea con su mano como si fuera arcilla, en el suelo cae un uniforme charco de sangre que forma un nombre en "canyis" japoneses, "Sarasina Ruka". El bibliotecario hace hervir la sangre con solo mirarla, el humo sube como unas manos endiabladas que rasca como los gatos la piel de Ruka para meterse dentro de su cabeza. La japonesa aguanta el dolor sin moverse, sin sentir, cierra los ojos y se deja llevar. El humo no para en su carnicería, rasga los ojos de Ruka y se abre paso entre sus párpados.
Todo huele a libro viejo para los presentes menos para Ruka, que empieza a notar el olor de la sangre hirviendo, es similar al de el metal caliente, prácticamente tóxico, y aunque es algo molesto, lo soporta sin inconveniente alguno.
Cuando todo acaba Ruka respira hondo, abre los ojos y mira a su alrededor, las tres paredes con estanterías repletas de libros ahora albergan nueva información para ella. Entendía las portadas, las inscripciones en los cantos de los libros, e incluso, su cerebro descifrara de un vistazo inscripciones de idiomas que no se encontraban en la tierra.
- ¿Ha sido efectivo? - pregunta el bibliotecario.
- Correcto - responde Ruka. - Eso que no eras "el brujo de magia negra".
- Que te puedo decir - los pelos de su ropa parecen danzar por lo que interpretan que es un cumplido.
- Muy bien - dice Ruka, ajustándose el lazo y sonriendo de oreja a oreja. - Demos comienzo a esta nueva historia.
Ruka empezó a moverse el doble de rápido, libro de hechizos que tomaba, libro que leía en 10 segundos. - Nada de interés - dice, dejándolos en una esquina que fue apilando 6 libros por minuto.
- ¡A la verga! - dice Carlos en español. - Débora libros más rápido de lo que él loquito de centro debora sobras de los tacos.
Ruka terminó enseguida con todas las filas que estaban a su altura, entonces apuntó más alto, se puso de cuclillas para tomar impulso y saltó hasta lo más alto de la estantería para tomar un libro. El suelo de metal se abolló totalmente, en la zona donde se había concentrado el centro de masa dejó dos agujeros del tamaño de sus pies. Descartó el libro, era sobre recetas de cocina holandesa.
Ruka volvió a flexionar las rodillas, estuvo a poco de arrancárselas cuando intentó saltar, sus músculos se congelaron completamente rígidos, de su cintura para bajo parecía estar hecha de piedra. Iris y Carlos alzaron la cabeza por esto, el bibliotecario solo miraba a la joven de uniforme de trabajo y diadema.
- Escucha, respeto tu decisión de querer buscar un libro, pero no me rompas el suelo - le regañó el bibliotecario con una voz de ultratumba.
- Yo, lo siento, no estaba pensando en lo que hacía - Ruka pone ojos de cachorrito.
El bibliotecario dejó sus ojos de muerte y recapacitó sobre lo que estaba haciendo al mismo tiempo que veía por los límites de su periferia como Iris metía la mano en el bolsillo para agarrar un puñal y como Carlos acercaba su mano lentamente al cinturón con su arma.
- Bueno, está bien - dice el bibliotecario conmovido. - Simplemente avisa cuando lo vayas a hacer, pondré dos placas de cristal de bajo para que no rompas el suelo.
- De acuerdo - dice Ruka retomando su radiante sonrisa.
En una hora Ruka hizo el trabajo de todos y volvió a dejar los libros en su sitio. No había leído todos, a veces simplemente necesitaba leer la sinopsis para descubrir que no era un libro de su interés. En realidad, había pocos libros de magia, y de los que había muchos eran del tipo "¿Cómo moverte por un lugar sin dejar olor?", "¿Cómo sustraer talentos de otros?", "Magia china para caminar sin hacer ruido", etcétera. No eran del interés de Ruka por mucho que el bibliotecario dijera que ediciones similares tuvieron éxito hace 7 meses o así.
***
Ruka nota la perturbación en el aire antes de que llegue, gira hacia su izquierda y lo esquiva, nota el metal silbando cerca de su oreja. Hay más cambios en el aire, exactamente a dos metros de ella, van en dirección hacia sus rodillas, salta. Nota otra más hacia su estómago, deslizando su dedo índice sobre la uña de su pulgar derecho, tira con el mínimo de su fuerza letal, la uña sale disparada y detona junto a la bala.
Se escucha el primer estallido, dos segundos desde el primer disparo que esquivó.
Otra más, era una trampa, la vibración del sonido ha ocultado la del aire, Ruka trata de girar en el aire, es difícil sin una superficie en la que apoyarse, la bala roza su cuello y se choca en la pared. Ruka cae de bruces y se lleva tres tiros en la espalda que destrozan la ropa trajeada que usa para entrenar.
- ¡Maldición! - Grita regenerando su columna y homoplatos. - Ya casi lo tenía.
- Ha sido tu mejor marca hasta ahora - le dice Carlos para felicitarla. - Ahora ya puedes esquivar más de dos a la vez.
- Si, felicidades - dice Iris. - Si hubiera visto un carajo te felicitaría más.
Durante los entrenamientos, Ruka se mueve tan sumamente rápido, que se vuelve menos que un borrón para Iris. Carlos tiene menos problemas para seguirle el paso, pero también requiere de adivinar un poco su trayectoria para acertar.
- Esto no sirve del todo - dice Ruka algo caprichosa. - Si pudiera volver a mis 90 latidos esta prueba sería demasiado fácil para mí.
- ¿Y por qué no lo haces? - pregunta Iris.
- No es algo que controle, solo me sale cuando estoy muy emocionada.
- ¿Así que es subconsciente? - Iris voltea la cabeza hacia Carlos. - ¿Tú no podrías tocarle un poco las neuronas para que lo active?
- Yo no controlo mentes - dice Carlos con los ojos entrecerrados. - Yo manejo estímulos, emociones si quieres, los campos electromagnéticos de tu cerebro se doblegan a mi voluntad.
- ¿Puedes darle un impulso para que su corazón se acelere o no? - le pregunta Iris más estrictamente.
- No, no puedo, su cerebro es demasiado complicado, produce muchos estímulos en muy poco tiempo - dice Carlos con unos aires más apagados. - Es como si procesara información 7 veces más rápido de lo normal, no doy para tanto.
- Bueno, podemos descartar eso entonces - dice Iris haciendo chasquear la lengua. - Pero a todo esto, Ruka, ¿Por qué no controlas tu corazón?
- Porque, cabe la posibilidad de que... - Ruka se avergüenza un poco. - De que no sea mi corazón.
- ¿Qué? - dicen Carlos e Iris a la vez.
- Si, Mika me dijo que el corazón era de una mujer a la cual le atravesó la cabeza con el pico de una mesa - Ruka se encoge de hombros. - No hice más preguntas, no era un tema que me resultara agradable.
Iris se quedó pensando en eso, no echaba en falta a nadie en la "caja de zapatos", tampoco recordaba algo relacionado a una muerte de una mujer en esas circunstancias. Carlos estaba pensando si sería buen momento para pedirle a Ruka que buscara en los libros un hechizo para invocar cerveza.
- Seguramente Ichika tenga algo que ver con esto - dice Iris. - No se a que mujer se podía referir Mika, pero Ichika es la única que puede unir músculos a un organismo y hacer que funcione - Iris se mira la pelvis. - Músculos y huesos mejor dicho, seguramente también te reparó las costillas.
- Wow, momento, momento, momento - Carlos empuja con las palmas hacia delante. - Creí que te regenerabas y tenías super fuerza por la magia con la que te revivieron, ¿Pero en realidad solo era porque tenías un corazón dopado?
- No lo sé, descubrí estos poderes cuando reviví - responde Ruka.
- Ichika no trabaja los domingos, ¿No? - le pregunta Carlos a Iris.
- No, y Mika no tiene que estar hoy tampoco, a estas horas está en "el trabajo" - Iris hace un gesto de comillas con las manos.
- Deberías ir a preguntarle - dice Carlos mirando a Ruka. - Más información garantiza mejores resultados en las misiones.
- No seas estúpido - le dice Iris. - Si queremos llamar poco la atención tenemos que hacer pocas preguntas, y desde luego lo último que tenemos que hacer es confiar en la mano derecha de Mika.
- No seas así, estoy seguro de que Ichika está tan cansada de Mika como el resto de nosotros.
- Mira, me cae bien, podemos decir que es una buena perra, pero sigue siendo una perra y trabaja para la más grande hija de perra, cuanto menos sepa, mejor.
Ruka se aísla un poco en sus pensamientos, "Iris tiene parte de razón, Ichika casi me mata, haría bien desconfiando de ella, por otra parte, Iris desconfía de todo el mundo así que no es buen referente. Y el argumento de Carlos parece bueno, pero él suele dar una oportunidad a todos, incluso conmigo falló su primer tiro apropósito, además casi no habla con Ichika. Piensa Sarashina, piensa, ¿Tú realmente confiarías en Ichika?", mientras tiene este debate interno un recuerdo pasa por ella, son palabras, palabras que dicen; "solo se sacan hipótesis, no hechos. Mika me dijo que la mantuviera al tanto de todos los hechos".
- Carlos tiene razón - dice Ruka después de meditar. - Creo que Ichika no nos delatará. No va a servir un entrenamiento si no puedo liberar todo el potencial que se que tengo, solo ella y Mika saben que hace este corazón, no es una habilidad que nos podamos permitir ignorar.
- Es lo que has estado haciendo hasta ahora - le reprocha Iris.
- Si, y ha sido un error que voy a remendar - Ruka asiente para sí misma. - Por cierto Carlos, una cosa más.
- ¿Sí? - pregunta él.
- Toma - Ruka mete la mano en el bolsillo y le entrega su teléfono. - Por favor, ponlo a cargar, me lo diste sin cargador, ha aguantado bien dos semanas pero ya le falta batería.
- Vaya - dice Carlos con ojos decepcionados. - Es un placer ayudar.
Iris se tapa una risa mientras Ruka decidida abandona el lugar.
***
"Dormitorio de la jefa", de sólo leer esas palabras su ritmo aumenta tres latidos.
"Creo que nunca me acostumbraré a esto", piensa Ruka tocando a la puerta.
- Adelante, pasa - dice Ichika desde dentro.
Ruka abre la puerta, Ichika está sentada en el escritorio escribiendo el último capítulo de un guión. Ruka lo mira de forma superficial, es una obra de teatro, es la parte del monstruo de Frankenstein tirándose al mar.
- No esperaba verte, ¿Qué te trae por aquí? - dice Ichika preparando su sonrisa de hermana mayor.
- Seré directa contigo - dice Ruka. - Quiero saber cuál es el origen de mi corazón.
- Mika se lo arrancó a una mujer después de matarla con el pico de una mesa - responde Ichika secamente.
- Eso ya lo sé - Ruka frunce el ceño. - Lo que yo quiero saber es quién era esa mujer.
- A mi también me gustaría saberlo - dice Ichika. - Pero no se nada, ella y otra mujer que era prácticamente igual, aparecieron de la nada un día y le propusieron a Mika un plan para hacer colapsar el universo - Ichika pone una mueca milimétrica que Ruka reconoce en su cara. - Eran puras estupideces sin sentido, cuando Mika lo pensó mejor las mató a las dos, a una le abrió la cabeza y a otra la usó de sacrificio para el ritual en el que te invocamos, luego tiramos el cuerpo a un lado de ese cementerio del que te sacamos, supongo que se pudrió solo, no estaba cuando salimos.
- ¿Y eso es todo? - pregunta Ruka, aún con un porte serio.
- Si.
- Pues no te creo - Ruka se encarama hacia delante con unos ojos listos para juzgar. - Has hecho un cambio de expresión cuando has hablado de la tontería esa de destruir el universo, ¿Qué me ocultas?
"Jeje, está haciendo lo mismo que tú le hiciste en el mostrador", le dice a Ichika su pierna derecha.
- No te oculto nada - dice Ichika.
- Mientes - dice Ruka apretando los dientes.
- No, te he dicho la verdad.
- Si, pero una verdad a medias, como lo del carnet de conducir - dice Ruka señalándola. - Ya me he enterado de lo que sabes hacer.
"Jaja, me gusta esta muchacha, aprende rápido", le dice a Ichika su pierna derecha.
"Ahora se parece más a Nino", susurra la mano izquierda.
"¡Oh, cállate Miku!" Se queja la mano derecha.
- Jeje, me atrapaste - le dice Ichika. - Desafortunadamente esa información solo me interesa a mí.
"Díselo, Ichika, te sentirás mejor", le dice su pierna izquierda.
- Yo si me creía esa tontería de destruir el universo - admite Ichika. - No era la primera vez que alguien extraño se entregaba a Mika con teorías sobre el espacio tiempo y tenía algo de razón.
"Estará hablando del tipo rosa, ¿Ese que ve el futuro?" Piensa Ruka.
- Además, antes de que ellas llegaran escuché la voz de mi quinta hermana diciéndome que les hiciera caso, que ella y yo seríamos un ser más completo - Ichika mira a la mesa cabizbaja. - Un día dejé de escucharla, eso fue poco antes de que nos dijeran cuál era el plan, requería un sacrificio, íbamos a usar a un chico o chica que tenía las cualidades perfectas, un "punto medio" le llamaban.
Esas palabras desordenan la cabeza de Ruka, se siente como un tren bala cruzando los paisajes primaverales de Japón, "punto medio", algo así la llamó Mika cuando la revivieron.
- Pero no fuisteis a por ese sacrificio, ¿No? - pregunta Ruka.
- Mika cambió de opinión de último minuto, era como si la hubieran reescrito - alega Ichika. - Yo no se más, Mika es tan difícil de entender.
- Yo era el nuevo sacrificio, ¿Verdad?
- Tú lo has dicho, eras - Ichika se encoge de hombros. - Descartamos ese plan hace samanas, más concretamente el día que casi te mata.
"Hipócrita de mierda", piensa Ruka de Mika. "Dice no matar menores y me revivió solo con la finalidad de llevarme a un matadero".
- Cómo te digo - le comenta Ichika leyendo su cara. - Mika es complicada, cambia de opinión muy rápido. Igual que todos, supongo.
- Menuda excusa más patética - dice Ruka volviendo a tomar la defensiva. - ¡Jugar con mi vida y mi muerte es mucho más que un cambio de opinión! ¡Me trajo aquí solo con intención de matarme de nuevo!
- Pero no lo hizo.
- ¡Pero puede hacerlo! - Ruka lleva las manos al cielo. - ¿Cómo puedes ser cómplice de algo así? Me cambió por completo, me estoy volviendo loca y todo por un plan fallido suyo.
- Todos cambiamos, Ruka - dice Ichika con una entonación teatral. - Lo hacemos a cada momento, cada día, no hablo solo de tu corazón, hablo de la misma esencia que te hace humana, llámalo alma si quieres, o concepto metafísico inquebrantable, es lo mismo y a la vez no. Obsérvate ahora, alterada, nerviosa, no eres ni la misma Ruka de hace cinco minutos.
- Eso no tiene nada que ver - dice Ruka recuperando las formas.
- No, seguramente no, son solo palabras, ¿Verdad? - pregunta Ichika retóricamente. - Esto te resultará una tontería, pero mis hermanas han vuelto a hablarme, ahora me hablan las cuatro, se preocupan por mí, pero sobretodo por ti. Siento que es algo que siempre he podido hacer, soy la unión de sus almas después de todo, pero tú me has inspirado para recordarlo, gracias.
- De nada - dice Ruka a regañadientes. - Supongo que ya me voy.
Ichika solamente asiente, Ruka siente que se va con dolor de cabeza, hablar con esa joven es tan difícil.
- Por cierto Ruka - le interrumpe Ichika antes de que salga. - Supongo que esta conversación nunca ha ocurrido, ¿Cierto?
- No sé de qué me hablas - dice Ruka antes de cerrar la puerta. - Yo solo venía a agradecerte por coser mis trajes con balazos de francotirador.
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