Pelean por besarte 2: Ahora es personal.
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Espera, ¿Qué había pasado? Ese tipo del sombrero lo había jodido todo, pero ella atacó con su cadena, esquivó un puño, fue a esquivar otro, pero una luz la atrapó con los ojos abiertos. Era la luz roja de una pantalla, más tenue que sus relámpagos, por eso no parpadeó, pero ahora todo era oscuro.
Giró la cabeza hacia su derecha, se dio cuenta de que la única luz del lugar era un titilar poco amarillento que se reflejaba en las piedras pulidas del techo, eso no le supuso problema, sus ojos estaban acostumbrados a oscuridades mayores. Las piedras que conformaban las paredes de esa extraña cueva no mostraban signos de erosión más que simples grietas finas que parecían dibujadas por un pincel, como si alguien hubiera diseñado las paredes buscando el mayor realismo con los mínimos detalles. Pacto se sintió una esclava perdida en una catacumba vacía.
- ¿Estoy de vuelta en casa? - se preguntó en alto.
Dijo eso porque aún no se percataba de que la oscuridad casi reflectante del techo no era piedra pulida, si no el cristal táctil de una pantalla. El hombre del sombrero azul la había encerrado dentro de la consola.
El escaso aire se perturbó un cuarto de milisegundo, Pacto levantó mano derecha, y con ella golpeó un punto ciego detrás de si, como si fuera a matar una mosca al final de su espalda. El golpe desvío la muñeca de un brazo impulsado con intenciones asesinas. Ella entonces rotó sus talones en su eje, y giró las caderas de tal forma que si fuera cualquiera otra mujer se partiría la columna. Con esa inercia agarró la potencia suficiente para que al lanzar su recto de izquierda, empujara los hocicos de quien sea que la atacaba, tirando de su agresor para atrás como si fuera jalado por un hilo.
Esa criatura parecía un perro antropomórfico, se paraba sobre sus patas traseras y su cara parecía la de un podenco de hocico corto que había sido inflada hasta volverla un círculo. Su piel era azul, excepto en algunos lugares donde parecía negro, esa peculiar marca también se plasmaba en su cara, pues parecía llevar un antifaz del que solo deslumbraban sus ojos naranjas y dos hojas en cada lateral que parecían dos enormes gotas de petróleo. Aunque pacto no lo sabía, ese era un demonio temible, que tomaba la forma de Riolu por razones que ameritarían su propio interludio.
No parecía muy intimidatorio, medía como medio metro y la mayor amenaza a la vista eran dos protuberancias metálicas en el reverso de sus manos de tres dedos, más ni siquiera eran filosas, a Pacto le harían tanto daño como una esponja de algodón, por eso no entendía esa pose combativa que estaba tomando el chacal de ojos naranjas.
- ¿Vos sos alguna especie de perro guardián? - preguntó tratando de dilucidar donde se ubicaba. - ¿Similar a un chacal egipcio, o algo así?
- Yo soy el peor destino con el que podrías encontrarte - dijo Riolu, y su voz resonó en las paredes.
- Ja, ¿Vos? ¿Qué harás?
Riolu recargó una esfera de energía pura entre sus dedos, chispazos azules con más potencia que el plasma y más ardientes que el fuego. Todo se iluminó en consecuencia, 50 metros cuadrados de lugar resplandecidos por un calor propio de una fogata en la noche. - Esto - exclamó Riolu al mismo tiempo que lanzaba esa esfera de aura.
Pacto la esquivó con gracia y condecoro, dobló sus caderas en una diagonal perfecta de 140 grados y la brillante esfera cruzó sin tocarla hasta reventar en la pared tras ella, fragmentando la roca sólida y dejando un agujero del tamaño de dos jugadores de baloncesto. Sin moverse de lugar, Pacto apuntó con sus retinas en esa dirección, esa mierda la hubiera roto algún hueso si le daba.
Riolu empezó a recargar otra, solo le tomaría medio segundo, pero a Pacto le tomó menos tiempo hacer un gesto de barrido con la mano mientras sacaba su cadena, totalmente electrificada y lista para el choque. Riolu separó las palmas y saltó hacia atrás, sabía reconocer un golpe letal cuando lo veía. Aunque la cadena pasó de largo, Pacto no detuvo el semicírculo que hacía con la mano, y el extremo de la cadena acabó enganchada en el agujero formado por Riolu tras ella.
- Otro día será, cachorro - exclamó Pacto.
Con la fuerza de sus plantas saltó hacia atrás de espaldas, mientras empujaba con su mano hacia delante y múltiples trozos de pared salían despedidos hacia Riolu. Este destrozó cuanto guijarro le llegaba con sus puños certeros, pero Pacto ya había entrado a otra estancia de la cueva, y al golpear el improvisado alféizar del agujero, este se derrumbó en su propio peso, taponando la entrada con rocas y grava, cual si hubiera causado un derrumbe accidental dentro de una mina de carbón.
- Encontraré a esa imbécil - dijo Riolu, palpandose las narices y notando sangre fresca por primera vez en sus 114 almas de existencia. - Esto no quedará así, no quedará.
***
Zone se había pillado un rebote de aquí al quinto pino, Pacto era el menor de sus problemas, pero esa grieta, carajo, eso había tenido que sonar. Dio suavemente con sus nudillos en la pared, sonaba compacto, doble tabique y concreto, bien insonorizadas, con un poco de suerte nadie lo había escuchado. Se puso a mirar y reparó en dos grandes postes de "Aidols" que había en la pared de enfrente, ropa chillona y poses de super estrella, lo suficientemente amplios como para tapar la grieta si los ponía uno al lado del otro.
“Samantha, necesito algo de agua”, gesticuló sin hablar mientras tomaba uno por las esquinas, subiéndose con las botas al sofá. “Quita lo más superficial del pegamento, lo suficiente para que salga con fuerza pero quede de sobra para pegarse en otro lado”.
Samantha obedeció y todo salió bien en ambas ocasiones que Zone iba y venía, ignorando al otaku que recogía su móvil y a la mujer inconsciente en el suelo. Cuando ambos pósters taparon la grieta a la perfección se tranquilizó. Pidió a Declan que se apartara, levantó el sofá, dejándole en el vilo de dos patas, y con el agua de Samantha, en unas finas corriente, movieron los restos de polvo y pared debajo de muebles que luego dejó caer, para frotarse las manos satisfecho por un trabajo bien hecho. Si nadie movía esos postes no habría preguntas, ni necesidad de pagar.
- Bueno, amigo, no te cobraré la pared rota - dijo Zone en español, tomando la atención de Declan, que solo miraba al vacío tratando de asimilar que todo lo ocurrido en casi 4 días solo había sido un tiempo estimado de 4 segundos en el mundo real. - Amigo, responde.
- Ee, ee - Declan pone pies en polvorosa cuando Zone chasquea los dedos tres veces en sus narices. - Yo, eee, ¿Por qué me hablas en español?
Zone pestañeó dos veces, miró a Declan de arriba abajo, su pelo desaliñado, su ropa de chándal, y sobre todo su innegable piel andina. Zone tornó un ojo, más no dijo lo que pensaba. Reze salió de su aturdimiento en ese momento, se llevó la mano a la frente y cuando mentalmente ya estaba segura de no haberse roto nada, abrió los ojos, impulsándose con las manos en la maqueta aterciopelada, un poco húmeda por el paso de Samantha, inclinó dos cuartos de su cuerpo.
- ¿Dónde… Dónde estoy? - sus dos esferas verdes buscaron algún rostro conocido, Amo Magnético como objetivo preferente, pero allí solo estaban dos hombres cuya mirada de extrañeza parecía ser correligionaria con la suya. - ¿Dónde está Amo Magnético? ¿Quiénes sois vosotros?
Zone no sabía cómo interpretar nada de lo que acontecía, pero a Declan se le vino el mundo encima, la mujer de la cual había estado enamorado estos últimos días era real, ella era tan perfecta como en las ilustraciones del juego, pero él solo era un nini universitario con inseguridades y, aparentemente, una deuda de por vida con un charro que le había salvado de otra dimensión.
Bueno, me presento - dijo Zone dando un paso al frente. - Mi nombre es algo que jamás se sabrá, pero llámame TheCreepyZone, o “Zone”, solo, si gustas. Se puede decir que soy un cazador de espíritus, y ustedes, amiga mía, me crea o no, parece ser una entidad sobrenatural que altera todos mis sentidos. O eso creo, ahora no siento nada.
“Ella no es sobrenatural”, le dijo la voz de Riolu, voz que solo Zone escuchó.
- ¿Qué? ¿Cómo no? - Preguntó Zone en alto, ganándose un vistazo de desconfianza por parte de la compañía en la sala.
“Ninguna de las dos tiene alma, no noto en ellas el terror que antes sentí. Ellas ni son reales, están formadas de los mismos códigos y números que componen los videojuegos de esta consola”, sentenció Riolu.
- Y, ¿Cómo sabes?
“Eres imbécil”, no lo estaba preguntando, era una afirmación. “Soy lo mismo que ellas, ¿Te recuerdo como borré tus partidas? ¿Cómo maldije tus cartuchos? ¿Lo que le hice a tu amigo?”. Zone no respondió, pero apretó su puño encabronado cuando le mencionaron al compadre de su infancia. “Ellas no son muy diferentes a mis sombras, solo son más sólidas, algo así solo puede estar hecho por un poder que me supera, averigua como”.
- ¿Qué es esto? ¿Cual es el truco? - Reze pisó fuerte hacia delante, Declan retrocedió dos pasos por miedo, enserio que le gustaría mantener la cabeza en su sitio a ese hombre. - Me váis a decir dónde estoy, o voy a meter media tonelada de potencia explosiva en vuestros corazones.
- Por favor, no hagamos un desmadre - Zone dio un paso al frente, separando con los brazos extendidos a Reze de Declan, pués él parecía ser el más vulnerable de los tres. - No creo que tu seas capaz de… - No acabó la frase porque vio al japonés afirmar con la cabeza con harta vehemencia. Por lo que Zone paró. - ¿Si puede?
- No te haces una idea.
Que tenso se puso el ambiente de golpe, el hombre del gorro casi había empezado a cerrar el puño para dar un golpe sorpresa por si las moscas, más hubo suerte, y con un coraje de último segundo, Declan hizo algo.
- El brazalete - dijo señalando la joya de alta tecnología que Reze llevaba en lo alto de la camisa de algodón, ahora rasgada tras el encuentro con Pacto. - Con él puedes detectar si somos traidores, ¿Cierto?
La chica abrió mucho los ojos, no es que se hubiera sorprendido de que aquel chico supiera el detalle del brazalete, bueno, al menos no tanto como el ver que ese muchacho asiático, bajito y sin entrenamiento atlético llevaba el mismo collar que hace unos minutos llevaba el amor de su vida.
- ¿Es cierto lo que dice? - preguntó Zone.
- Si - Reze frunció el ceño con ganas. - ¿Cómo sabes eso?
- En fin, hazlo - Zone hizo un gesto de “venga” con la mano. - No guardo malas mañas, supongo que tu tampoco, o ya habría explotado.
Labios Partidos paso su mano por el brazalete a una velocidad de vértigo, como si fuera una cerilla frotada contra la parte que enciende de la caja, luego miró a Zone, una luz verde saltó, era de fiar. Repitió el proceso, ahora con quien ella creía que era otro esclavo de Pacto (que debía ser eso, porque de ninguna forma podría ser Amo Magnético), todo en orden. Parece ser que ambos hombres respiraron más aliviados por eso.
- Supondré que no hay ningún truco, y que mi poder funciona bien - Reze aún no salía de su desconcierto mientras hablaba. - Aún quiero saber dónde estoy, y quienes sois vosotros.
- Lo sabrás, creeme - Zone asintió más calmado. - Pero acá es un mal lugar para tratar el asunto - giró en sus talones para mirar a Declan. - Puedo suponer que tienes una casa a la que regresar y a la que puedes llevarnos.
El más joven allí presente dejó de lado esa fantasía de 5 microsegundos en la que le echaba huevos, y explicaba gran parte de lo que sabía, la maldición del juego, que él era amo magnético y, quizás, algo sobre pedirle salir a Labios Partidos. Declan solo pudo asentir, como si fuera una respuesta automática, y resignado asumir que iba a perder el dinero que había invertido en la reserva por irse antes. Ni siquiera se le ocurrió pedírselo luego a Zone como compensación, pues dijo que iba a tener dinero suficiente para pagar una pared rota.
***
Reze y Zone no hablaron al abandonar el ciber-cafe, no hablaron de camino a su casa, y no hablaron cuando entraron en el apartamento de Declan. Para el universitario, en cambio, la situación era muy diferente, su corazón atronaba cada vez que alguien dirigía una mirada al grupo, de frente, mucha gente miraba a la mujer de rasgos finos y pelo morado, varios con duda, muchos enamorados a primera vista, e incluso, hubo miradas de odio, como si reconocieran en ella a una criminal. Declan entonces agradeció al cielo, y a todo lo que en él reinaba, que “Destinos de Skygea” fuera tan poco popular, de otra manera ya habría quien les hubiera parado para pedirles una foto con semejante cosplay.
Zone en cambio lo tenía más sencillo, solo llamaba la atención por parecer turista y por llevar un poncho rasgado en las espaldas con sangre tan seca que ya no salía, no importaba cuanto producto de limpieza usase. Lo que sí le pareció raro es que al llegar al departamento de Declan nadie se parase a saludar, a preguntar algo tan simple cómo; “¿Quiénes son tus amigos?”, o cualquier cosa, él ya había preparado una respuesta para eso, que tenía que ver con la caridad de Declan ayudando a un pobre necesitado sin hogar, y así la presión social le forzaría a, mínimo, dejarle un sitio donde dormir.
Pero no, Declan no era el universitario promedio que se lleva bien con sus vecinos, solo era el universitario solitario que acudía a las juntas de vecinos si era obligatorio para discutir temas sobre el reparto del presupuesto, reformas en el edificio, o temas de corte de agua y luz.
El habitáculo donde Declan vivía era la cosa más sencilla que podía permitirse, si era 5 veces más grande que un hotel cápsula ya podía darse con un canto en los dientes. Una sala de estar, una cocina y un baño, ni más ni menos. Lo que más decepcionó a Zone fue que no tuviera lavadora, realmente pensaba que esta era su oportunidad de lavar algo gratis y no teniendo que gastar en una lavandería, que parecía que no porque siempre estaban atendidas por personas amables, pero en realidad te costaban un ojo de la cara.
- Esta es mi casa - dijo Declan mientras les ofrecía pasar. - Os pido por favor que no hagáis mucho ruido, el señor Otome vive aquí al lado y duerme temprano porque madruga mucho. Si lo despertamos va a venir a regañarnos.
Hablaba desde la experiencia, solo le pasó una vez que se desveló viendo un anime musical y el ending sonó más alto de lo que debería. El señor Otome fue a amenazarlo con una escoba, desde entonces, Declan solo mira anime con cascos conectados al portátil.
Zone se descalzó, como creía que era costumbre, Declan hizo lo mismo, pero Reze no, ella pasó de brazos cruzados hacia la sala de estar. Mientras el anfitrión echaba la llave, los otros dos fueron hasta la mesa cuadrada y central de la sala de estar, Reze permaneció de pie, Zone agarró confianza rápido, y se sentó en el suelo cubriéndose de rodillas para abajo con la manta de la mesa camilla.
- Muy bien, vine acá confiando en vosotros, sin hacer preguntas, ahora quiero saber dónde estoy - como Reze vio que esas exigencias causaban caras que se preparaban para una larga historia matizó. - De momento me conformo con saber que ciudad es esta a la que llegamos a través de ese portal, porque escuché a los rusos decir que tenían pequeñas ciudades al aire libre en Islas de Embarque secretas - giró en sus talones, y fue a los cristales correderos de la única ventana del departamento de Shiraishi. - Pero esta extensión territorial es demasiada, y el aire muy limpio, incluso en el horizonte, ¿Qué pasa aquí?
Declan suspiró, y con pasos cortos llegó hasta el centro de la sala. Reze lo miraba de medio lado, mientras con las llemas de sus dedos tocaba el cristal, como si algo en ella le dijera que todo era un sueño. Zone estaba en una pose de “L” torcida, dejando todo su peso en las palmas de sus manos a su espalda, no se había quitado el sombrero pese a estar en interior.
- Estás en Tokio, y esto es el siglo XXI - las palabras del universitario suscitaron una respuesta inmediata de Labios Partidos, frotando su brazal de una pasada, se iluminó en verde. - Sabes que no hay forma de que mienta, tu brazalete no solo lee mis palabras, también mis intenciones, estoy siendo sincero.
- Pero lo que tú dices es genuinamente imposible - Reze se giró con el porte de una tormenta en el mar. - No puedo estar en el pasado, incluso si así fuera, no hay forma de que Tokio luciera así, estudié historia, en estas fechas las súcubos ya dominaban el 10% del mundo.
Zone se agitó un poco en su forma de sentarse y miró a Declan buscando respuestas, porque no había entendido la mitad de las palabras que la chica había pronunciado. - ¿Viene de un hentai de fantasía mágica o algo así? - preguntó Zone, apuntándola con el pulgar.
- No, bueno, no como te imaginas - Declan estaba tan nervioso, que por fin empezó a notar el collar en su cuello, y le hizo sentido que algunas miradas de la calle no fueran solo hacia Reze y Zone. - Su género es fantasía "ciber pank".
- No, claro que no - Reze dio un zapatazo hacia delante. - Os entiendo perfectamente aunque mezcleis palabras de japonés e inglés, y yo soy tan real como vosotros.
El ambiente se llenó de una pausa incómoda.
- Creo que deberías sentarte - Zone lo dijo en más tono de advertencia que de sugerencia.
- Estoy bien así.
- Bueno, me da igual - Zone tornó los ojos a blanco y la señaló. - La realidad a la que llamas real no lo es, eres solo un personaje maldito de un videojuego que ha cobrado vida en este plano. Ese de allá - señaló a Declan, que estaba detenido en el tiempo y con ojos que suplicaban a la tierra que lo tragara. - Ese es el causante de todo, porque no me hizo caso.
- ¿Estás loco? No lo expliques así - estalló el universitario, perdiendo la vergüenza para que ganara el enojo, antes de volver a avergonzarse mirando a Reze. - A ver, pasa que eso es una explicación muy general, es todo un tejemaneje complejo de varios días, que en realidad son segundos, creo…
- ¿Varios días? No puedes ser esclavo de Pacto desde hace varios días, estuvo todo el tiempo con nosotras... - miró de nuevo el collar, sabiendo quién lo llevaba la última vez que lo vio. - Tú no puedes ser Amo Magnético - Declan bajó la cabeza tan avergonzado que no dejaba lugar a dudas. - No, no puedes… - quiso el destino que esta revelación coincidiera con el sol ocultándose, y la oscuridad de la noche llegaba como en un videoclip de Evanescence. - ¡Tú! ¡Tú eres el culpable, por eso actuaba raro y rompió su voto de silencio! ¡Lo arruinaste todo! ¡Dame una razón para no explotar tu cabeza ahora mismo!
Declan puso las manos en alto, tal cual si le pidiese misericordia a un señor feudal. - Perdón si te llegó a fastidiar… - Reze iba a dar otra voz, pero Declan miró a la pared contigua, más asustado del vecino que de la explosión que borraría hasta las cenizas de su cuerpo. Solo por eso Reze no dijo palabra y esperó a que continuase. - No lo hice con intención de suplantar la identidad del amor de tu vida, mi móvil me arrastró.
Reze frotó su brazalete, y consiguió emociones contrapuestas cuando brilló en verde. Suerte tuvo Zone de que no lo apuntase hacia él, porque había puesto la sombra de Samantha bajo los pies de Labios, dispuesta a atacar a la primera orden, y eso la peruana lo hubiera detectado como traición.
- Que tal si nos relajamos - empezó a decir Zone, mientras poco a poco desviaba su vista hacia el refrigerador. - Con algo de comer si es posible, y ya luego, con más calma, empezamos las presentaciones.
***
Todos tenían una cerveza de marca blanca y en el centro de la mesa un volt que contenía dos raciones de fideos instantáneos que Declan había puesto dentro por ser lo único que podía ofrecer a sus invitados repentinos. Reze no estaba comiendo, pero Zone si, aunque a ritmo cauteloso, tampoco tenía que notarse que para su estilo de vida esto era una mesa de reyes.
- Empezaré presentándome yo - dijo Reze cuando lo creyó oportuno. - Me llamo Reze Álvarez Díaz, nombre en clave; “Labios Partidos”, no conozco ni a mi madre ni a mi padre, creo que murieron, yo fui una superviviente de un rescate ruso, de una misión en la cual la OTAN no intervino. He sido entrenada desde los 7 años en el combate y espionaje, y desde los 5 años toda mi vida ha sido guerra, dolor, traición y muerte.
» Le he estrechado la mano a amigos que luego han tratado de matarme, me he cubierto con sangre de demonios y he abandonado todo cuanto creía por el sueño de pasar el resto de mi vida con la persona que amaba - crispó la mirada con rabia hacia Declan, en especial a ese collar. - Al final eso resultó ser una decepcionante mentira también - señaló a Declan. - Te toca, quiero escucharte.
Él se puso de pie, como si fuera hacer una presentación el primer día de clase. - Me llamo Shiraishi Declan, soy un estudiante de segundo año en la universidad. También soy consciente de que mi nivel otaku está por encima de la media, mis padres saben esto sobre mí, y se rindieron conmigo - la cara de Zone le hizo ver que estaba siendo demasiado sincero, y el ceño aún crispado de Reze, que esto no era un concurso de contar traumas y falencias. - Yo aproveché que hoy era domingo para jugar mi videojuego favorito; “Destinos de Skygea”, pero no era el juego normal, era una versión hackeada y me dio una opción nueva, hice clic y reencarné en ese mundo como el protagonista, Amo Magnético.
» Álvarez-sama - dijo algo tembloroso, con el que creía que era el apodo más respetuoso para referirse a ella. - Nunca fue mi intención engañarte, o hacerme pasar por el amor de tu vida, yo solo, es que no tenía otra opción.
Cómo se hubiera ofendido Reze si fuera más consciente de la situación completa, literalmente todo esto había pasado porque el juego gratuito no tenía otra opción más que la ruta pre-programada de Labios Partidos. Pensar que todo esto se podría haber evitado pagando 3 míseros dólares.
Reze no se fió ni un ápice, y frotó su brazalete. Verde, naturalmente, Declan no estaba en posición de engañar a nadie. - Pues si en verdad eres él, quítate ese collar - le acusó.
- ¿Co-como?
- Sus poderes de manipulación del metal, dijiste que fuiste capaz de abrir los mecanismos electrónicos de mi caja fuerte - ahora rasgó más los ojos, le tenía entre ceja y ceja. - Haz lo mismo con el sistema de choques del collar.
- Yo… e, pasa qué… - Declan casi tiritaba de los nervios, y bajo las mantas de la cama movía sus dedos frenéticos entrelazándolos. - Pensé que ya sabrías, eso era porque era Amo Magnético en tu mundo, acá, en el mío, no tengo ni uno solo de esos poderes.
El brazal marcó verde.
- Tampoco los tenías en mi mundo, ¿Cierto? Solo me tiraste información que ya sabías del juego - Reze haría estallar la cabeza del universitario en cualquier momento, y este solo la agachó, empezando a rezar.
Zone dio un sorbo enorme a los fideos ahora que nadie le prestaba atención, y después de limpiarse con una servilleta, fue a tocar el collar que Declan llevaba, pero movía el dedo despacio, y el universitario, que recordó lo que pasó cuando Labios Partidos lo tocó, se apartó tanto tan de golpe, que por poco da la plenitud de su espalda en el suelo.
- Para, se activa al tacto - dijo Declan. - Y lanza una cantidad mortal de voltaje.
- No te preocupes, mis guantes son aislantes - dijo Zone enseñando ambas palmas y sus reversos.
- Pero mi cuello no, tonoto.
Zone puso ojos de; “O, cierto”, y también descartó la loca idea de cortarlo con el agua de Samantha, porque agua, electricidad y piel humana, era la mejor combinación solo si querías acabar con alguien en la silla eléctrica.
- Tú no te has presentado - le dijo Reze.
Zone asintió, era justo que el dijera quién era, y así lo hizo, aún que no dijo su nombre real, porque ya no era ese niño de catorce, ese niño murió el día que pactó con Riolu. Contó su historia sin escatimar detalles, y le llevó aproximadamente 8 minutos, aunque luego se entretuvo contando como conoció a Samantha y que hacía en Tokio. Reze estaba dando chispazos verdes por el brazo cada 15 minutos, porque le costaba creer sus palabras, de hecho, incluso llegó a pensar que el brazal podría estar roto, pero sin los rusos que lo reparaban, no tenía forma de comprobarlo.
Al terminar todo su monólogo, Zone sacó la DS Lite del bolsillo y la puso sobre la mesa. - Creo que la historia de cómo descargaste el juego no es muy diferente a como mi amigo invocó al demonio del “Pokémon Perla” - Abrió la pantalla apuntando al techo. - Voy a prender el DS, Riolu se hará presente emitiendo un sonido cómo un error, igual se asustan, así que tengan cuidado.
Cuando Zone dio al botón de encender, Reze miró por la ventana y Declan bajó la cabeza. El sonido en cuestión se escuchaba como la estática de gritos de 16 bits y, finalmente, una voz sonó en los altavoces. - ¿Qué quieres? - solo Zone sabía que era Riolu, pero para los otros dos, se escuchaba como un perro con la garganta cercenada tratando de emitir vocablos.
- Aams, no se, ¿Ya has matado a la mujer que te mandé allá?
- No, se escapó - aunque todos estaban en silencio, el de Zone fue más personal, Riolu soltaba afirmaciones como si no tuviera que dar explicaciones.
- ¿Cómo que escapó? - preguntó Zone, seguramente el más incrédulo de la sala. - No salió nada de la consola, no puede irse a ninguna parte.
- Imbécil, no ha escapado de la consola, ha escapado de mí por las cuevas de mi mundo.
- ¿Escapó por las cuevas de tu mundo?
- Repite otra vez lo que te digo con una pregunta, te reto.
- ¡Tú creaste ese mundo! - Le gritó Zone a la pantalla, antes de regular su voz por ver a Declan preocupado mirando la pared vecina. - ¿No tienes cómo rastrearla en tu propia creación?
- Si tengo, no lo hago porque me gusta andar de mamón sobrado.
- Tú, demonio de la consola - Reze avanzó hasta ponerse sobre la pantalla. - No te contengas y acaba con esa mujer de inmediato, es un peligro, y cada segundo que pasa libre lo gasta pensando en como usarlo a su favor.
De alguna manera, la consola bufó con soberbia. - No permitiré que unos datos sólidos me den órdenes - rechistó Riolu. - Pero si es de tu interés, solo os estoy jodiendo, no tengo forma de saber dónde está, se ha escondido tan bien que ni mis sombras la rastrean, y al no tener alma, los sentidos extrasensoriales no la pueden localizar.
- Pero tú creaste ese lugar, ¿Cómo se te esconde? - preguntó Zone.
- Puedes construir una casa, saber dónde está cada rincón, ¿Evitaría eso que alguien se esconda dentro?
Zone guardó tanto silencio como Declan, esa era una lógica aplastante.
- Demonio de la consola, ¿Qué tenemos que hacer? - preguntó Reze, que era la única con un mínimo de coraje en esa sala.
- No sé, no me interesa tampoco - el rostro de Riolu se marcó en la pantalla inferior, sus ojos inyectados y tabique roto le quitaron un poco la compostura a Reze, Declan ni se atrevió a mirar. - Lo único que quería era el poder espiritual del teléfono del imbécil ese, desde que salisteis vosotras dos ya no está, así que lo que hagáis con vuestra vida me es indiferente, menos por el pendejo del sombrero.
Zone se aguantó las ganas de mirar pese a que sabía perfectamente que hablaba de él.
- Quiero que vengas acá, encuentra a la mujer esa con tu alma sin ojos, y mátala.
- ¿Tienes poder para hacer eso? - le preguntó Reze a Zone.
- No sé - el hispano se encogió de hombros.
- ¿Mínimamente puedes generar un ataque mayor a una energía cinética de 100 megajulios?
Zone no había entendido nada, no más puso su cara de poker mientras Labios Partidos explicaba la equivalencia de esa energía en gramos de TNT, y que como con eso se podría destruir completamente el cuerpo de Pacto, que al ser una súcubo de alto grado, podría aguantar perfectamente la mitad de esa potencia en zonas duras de su cuerpo, aunque se necesitaría una potencia considerablemente menor para dañar zonas blandas, una explosión de 5 megajulios en su cabeza la había aturdido. Era de la misma manera que se necesitan aproximadamente 51000 newtons para pulverizar un hueso, pero solo 1000 para noquear a alguien de un golpe en el hígado o los riñones.
El charro de sombrero azul se había perdido con tanto nombre técnico y cálculo energético, escuchar a Reze era como leer columnas de texto en la torre del tiempo de “Pokémon Exploradores del Cielo". Declan, por el contrario, afirmaba con meneos muy leves de cabeza, acostumbrado a las novelas visuales sobre explicativas como “Fate/Grand Order”.
Así pues, cuando Reze acabó de hablar, Zone miró al universitario y preguntó; “¿Me puedes hacer un resumen de lo que dijo?”.
- O, ¿Si? - Declan miró a Reze, que se cruzó de brazos molesta, la estaban haciendo de menos, y su frente fruncida estaba a un estímulo más de volarle la cabeza al charro. - Si, lo que Álvarez-sama quiere decir es que si quieres destruir definitivamente a Pacto, tu poder tendría que ser similar a 50 cartuchos de dinamita.
- ¡50 cartuchos de dinamita! - Zone se llevó ambas manos a la cabeza. - Mierda, 50 es mucho.
- No llores, yo tengo ese poder, por eso huyó - el semblante de Riolu se veía orgulloso en los 32 bits de la pantalla que, lamentablemente para él, no ocultaban su morro torcido y sangrante. - Te daré el suficiente y podrás matarla.
- No le hagas caso, te matará - Reze parecía ser la única con sentido común en esa habitación.
Zone se rascó detrás de la cabeza, sus ojos un poco incómodos miraron cada esquina del lugar, era como si hubiera olvidado cómo se tenían largas conversaciones, o negociaciones con otro ser vivo. - ¿Por qué te importa mi vida? - preguntó al fin.
Reze se llevó ambas manos a lo alto del pecho, una ofensa, no se podía interpretar esa pregunta de otro modo. Declan examinó su gesto, ahora haría como tras la emboscada de los súcubos, daría medía vuelta y se iría, o algo así.
- Me preocupa cualquier vida inocente - Reze tragó saliva. - He mirado mucho por mi misma demasiado tiempo, pero tus palabras - volteó su cabeza para mirar a Declan. - Fueran reales o no, me hicieron ver que no puedo simplemente cruzarme de brazos ante las injusticias, y esto lo es - señaló la consola.
- Calla, datos sólidos- ordenó Riolu.
- Calla tú, perro cojudo y gruñón - Reze se cruzó de brazos y miró desafiante a la pantalla, Declan se empezó a sonrojar por algún motivo y Zone rezó por las almas de todos. - Según yo lo veo, solo eres un trozo de plástico muy hablador, la única forma que tienes de hacerme algo es encerrándome en esa consola, y quiero ver qué lo logres antes de que la vuele por los aires con 10 megatones de potencia.
Solo Declan sabía que Reze no tenía tanto poder, pero hablaba con tanta seguridad que había empezado a dudarlo. Riolu pensó en hacer explotar un ojo a Reze, puesto que ella no había aceptado voluntariamente su cartucho, era el único ataque ofensivo que podría ejercer contra otro cuerpo, pero la chica de cabello morado no parecía andarse con tonteras, y percibiendo las turbaciones en las almas de los otros dos presentes, le salía más a cuenta negociar que iniciar un conflicto.
- Si destruyes este cartucho, todo lo que no pertenece a él será liberado y mi poder nulificado - Riolu habló en lo que jamás admitiría que era un suspiro de derrota. - ¿Les apetece tener a su amiga de la cadena en esa misma habitación en este mismo instante?
Declan negó con euforia, había sentido el collar de su cuello más fuerte de solo imaginar a Pacto haciéndose presente ahí mismo.
- Bueno, parece que estamos en un típico duelo mexicano - Zone alzó tres dedos. - Tres frentes abiertos, hagamos lo que hagamos, una parte quedará muy débil y le dará la victoria a la que resta.
El universitario hizo una cuenta de cabeza, no le parecía que hubiera tres frentes, más bien le parecía que Pactó los tenía a todos amarrados por los huevos.
Zone levantó un dedo y empezó a señalar uno a uno. - Tú quieres que esto termine, tú regresar a tu mundo, tu el poder espiritual y yo seguir vivo mañana. - Esperó que todos asintieran, de Riolu solo le llegó un bufido pixelado. - Propongo que mañana, primera hora de la mañana, busquemos la página donde descargaste este juego, y ya luego busquemos posibles culpables. Mientras, Riolu que busque a Pacto, y que la mate si puede, ¿Es ese buen plan?
- ¿Por qué no ahora? - preguntó Riolu.
- Porque son cerca de las doce de la noche, y no creo que sean condiciones para andar de cabrones contra espíritus más fuertes que tú.
Sonó un “clap” cuando la pantalla de la DS se cerró sola, tenían un trato.
Reze abrió la boca para opinar, pero Zone le sacudió un dedo en negación a un palmo de la cara, con ese mismo señaló la mesa. Un río de agua se manifestaba en la madera, era Samantha, escribiendo letras; “Puede oírnos”, decían.
Zone le tocó el hombro a Declan; “Lápiz y papel, por favor”, dijo el movimiento de sus labios, aunque él no emitió palabras. El más joven de todos asintió.
***
Ya tenía 23 años, esto que le pasaba no podía ser motivo suficiente para no dormir, o eso se decía tratando de hacerse el macho. Declan se despertó por tercera vez esa noche. Fue al baño, y con un cepillo para el pelo, trató, sin éxito, de aflojar el collar de Pacto. Ya empezaba a ser molesto, parecía que incluso cortara el movimiento natural de su nuez de Adam, pero tampoco podía hacer mucho, si el mecanismo de choques se activaba, 300 voltios, mínimo, harían de su piel el más perfecto asado que se habría visto en esa casa.
Se frotó la cara con agua, no mucha, si una gota caía en el collar también habría riesgo de corto circuito y, “adiós, muy buenas”. Esa trampa era el método de tortura perfecto, compacto, algo amortiguado para que no saltara al apoyar la cabeza para dormir, y con un mecanismo de cierre interno que evitaba que pudiera abrirse desde fuera.
“Tamare, Pacto pensó en absolutamente todo, ¿Por qué esto se vino conmigo y no los poderes magnéticos?”, se miraba al espejo con rabia pensando en ello.
La única propuesta decente la había dicho Reze, una explosión muy controlada cerca del cierre, de apenas un centímetro de radio, podría romperlo, pero no era una apuesta segura, y cabía la posibilidad de que solo accionara el mecanismo de choque, o peor, que fundiera los cables y terminara con metal fundido en el cuello.
Tragó saliva y dejó de pensar en eso mientras volvía a la habitación principal, Zone tirado en el suelo, durmiendo sobre su poncho, Reze tumbada como una princesa agotada en el segundo y último futón que tenía, sus pestañas delicadas adornando una cara que parecía brillar junto a sus labios por efecto de la única luz de la ventana, la 1:20 de la mañana nunca le había parecido tan bonita como hasta ahora.
Esos labios, él había probado esos labios, un beso sincero y delicado, con la torpeza de quien trata de besar sin meter los dientes. Eso era lo más cerca que había estado del mítico amor inalcanzable, y se había hecho pedazos, porque solo era una fantasía aterradora.
Cuando estaba a punto de pensar en todas sus compañeras caídas, y medio muertas, vio una sombra deambular en la cocina. Se frotó los ojos, la volvió a ver, y una tercera vez, en realidad, la cocina no era tan grande, y esa silueta andaba en círculos.
“Esa debe ser Samantha”, pensó recordando lo que Zone les había dicho; “es el alma de una mujer asesinada injustamente durante un robo, le gusta deambular por la noche y controla el agua que saca de sus dos hoyos profundos y oscuros llenos de lágrimas”.
Samantha se percató de él, y detuvo su caminar quedando de espaldas, como si estuviera examinando la nevera. Algo se trazó en el suelo, Declan tuvo que agudizar los ojos para leerlo; “lo siento, no quería molestar”, decía.
Declan se sintió mal, también se sintió como esos borrachos que le contaban sus penas a los fantasmas, pero aún así se acercó con total cautela hacia Samantha, haciendo una reverencia de disculpa, como si la mujer lo fuera a ver estando de espaldas.
- Samantha-sama - tartamudeó un poco mientras decía su nombre en el tono más bajo posible, no quería llamarla por su nombre de pila, pero no conocía su apellido. - Perdón si mi difícil dormir te llegó a fastidiar la caminata nocturna, ¿Desea que le abra la puerta? No creo que asuste a nadie si anda sin hacer ruido por los pasillos, y tendrá más espacio.
El espectro negó con la cabeza. - Lo has dicho mal, mi nombre es solo Samantha.
- O, perdón, “-sama” es solo un sufijo japonés usado para tratar con respeto a las personas mayores que uno - trató de justificarse Declan, pero de inmediato trató de arreglarlo. - No quiero decir que sea mayor en el sentido de vieja, usted no creo que envejezca.
Se mordió la lengua, era mejor callarse ya, antes que seguir molestando, ¿Pero que le pasaba? La conversación que tuvo con Pedra sobre su hermano muerto no le había costado tanto como esta, y ahora básicamente solo tenía que decir; “buenas noches”.
Samantha puso una sonrisa en su cara, aunque claro, Declan no podía verla, ya había olvidado lo que era hablar con alguien más joven, o que la tratasen con tanta cortesía y respeto. Los siglos donde ella era hija de ricos quedaron muy atrás, y Zone, muchas veces, le hablaba tuteando.
- No te preocupes, distinguido muchacho - dijo Samantha. - No es menester que trates de ser cortés, soy yo la invitada en tu casa, y quien deambula a la una de la mañana, como si buscara espectros.
» Me gusta salir de mi forma de sombra mientras Zone duerme, lo vigilo para que descanse tranquilo, pues el descanso eterno es algo que no me puedo conceder.
Declan se sintió extrañamente maravillado por esas palabras, dichas con un acento tan castellano y a la vez tan clásico, que no pudo evitar recordar a su madre y los clásicos que le leía de pequeño; “Conversación en la catedral”, “La gallina degollada”, o incluso, “Don Quijote de la Mancha”. Ahora que se ponía a pensarlo, su madre había hecho muy bien enseñándole dos idiomas, aunque uno lo hablara tanto como la hablaba a ella, entre poco y nada.
- ¿He dicho algo que te resulte molesto? - preguntó Samantha.
- No, quizá el único que está haciendo algo molesto soy yo - Declan hizo un ademán hacia su pecho y una reverencia de disculpa. - Ando jato, iré a dormir, mañana será un día largo.
- Descansa tranquilo.
Samantha no se dio la vuelta, y aunque Declan sí lo hizo, al final pensó; “no puede dar más miedo que Pacto y su correa”.
Volvió a girarse. - Disculpa nuevamente, no deseo molestar, más no dormiré tranquilo si no me disculpo a la cara por haber insinuado que eres un fantasma viejo que gusta de andar por los pasillos.
Samantha subió los hombros, como si ella no hubiese intuido eso y ahora la estuviera insultando… No, no era eso, era sorpresa por esa petición, alguien quería verla a la cara, su cara, su rostro maldito con dos fosas de agua estancada que traumatizaba jóvenes y hería criminales. - ¿Sabes lo que me pides? - dijo Samantha, mostrando un poco más del lateral de su cara y unas pestañas.
- Si, Zone ya nos contó - Declan no dijo más, ella no era tonta, había estado allí, como una sombra que escuchaba. - Si te causa molestia, entonces no lo hagas.
- Lo haré - dijo, antes de que Declan pudiera replantearse mucho la propuesta. - Pero no quiero gritos, ¿Entendido?
Declan asintió, todavía sin entender que Samantha no veía esos gestos, no veía nada en absoluto, pero si que era capaz de sentir el aire, la sangre de los corazones, quizás el cierto nerviosismo del vaivén de sus neuronas generando pensamientos. Finalmente giró, la luz del sol reflectada en la superficie de la luna y a su vez reflectada en la única ventana sin persianas del piso mostraron la figura de una mujer sencilla, linda y sin ojos. Declan solo pestañeó dos veces, pero no dijo palabra.
- ¿Cómo debería interpretar tu silencio? - preguntó Samantha.
Declan no escuchó, quizás era porque la noche no le dejaba ver con claridad, quizás era porque la española frente a él no era ni la mitad de traumática que ver a sus compañeras de tres días agonizando o inconscientes rodeadas de escombros, o tal vez simplemente era que Declan era malo tratando con mujeres, pero solo susurró un delicado - No eres aterradora.
Sus ojos profundos no le asustaban, eran solo espejos opacos en los que podía reflejarse su cara como lo haría la luna en un charco por la noche, una experiencia poética que sólo podría explicarse si la vivieras en persona. Una vez asimilada la belleza crepuscular de esa mirada, pudo centrarse más en su figura, eternamente atrapada en los treinta y pocos, con un largo vestido marrón de volantes blancos en el cuello y mangas cortas, y un pelo recogido en un moño marrón oscuro, como las castañas tostadas.
- Conozco tu malestar - dijo Samantha, su mandíbula floja y su gesto triste. - Han pasado siglos desde que no lo sentía, cuando un amigo de mi familia gritó en la calle por ver en lo que me había convertido, ¿A quién te recuerdo?
- A mí madre - Declan abrió las puertas de su corazón de una patada voladora y ya no pudo cerrarlas. - Llevo un año sin verla, pero tu eres… - se frotó toda la cara con la mano. - Disculpa.
- No hay de que disculparse, es alagador - Samantha expresó una sonrisa tibia. - La belleza de una madre no es algo que pueda imitarse fácilmente, yo todavía recuerdo la de la mía, fue lo último que vi antes de que me sacaran los ojos y nos ahogaran en una pileta.
Declan no se quitó la mano de la cara, ella pensó que se había pasado, demasiado gráfica para una conversación tan tranquila a estas altas horas de la noche.
- Hoy casi muero - reveló el universitario. - Ni siquiera pensé en ella o en mi padre, ¿No es eso triste? Llevo un año sin hablarles, como si fuera su culpa que yo sea un bueno para nada - al retirarse la mano se descubrió llorando. - ¿Qué me pasa? Soy un asco de persona. A lo mejor si me merezco esto - se jaló el collar con muy poca fuerza antes de sentarse en el suelo.
Samantha llegó caminando hacia él, le dio unas palmaditas de consuelo en lo alto de la cabeza. - Aún puedes arreglarlo, no desesperes.
La mujer desapareció, perdió su corporeidad y se volvió una sombra. Declan caminó hasta su armario donde guardó el teléfono y el portátil, sacó el primero y buscó en sus archivos. Nada, ni una sola foto de sus padres, todo lo había llenado de lecturas pendientes, juegos de interés, memes y pornografía animada, era patético, y se deshizo de todo en ese mismo momento, mañana sería otro día, y tendría que ser mejor, porque si sobrevivía a todo esto, muchas cosas iban a cambiar.
Capítulo 2: Granjas de contenido.
No había ni rastro de la página de descarga, ni en el ordenador, ni en el historial, ni en búsquedas recientes, ni siquiera en “weibackmachin”, no había nada. El único rastro que quedaba era la aplicación del juego, pero solo se podía ver el icono desde fuera, porque el juego no cargaba.
En un acto desesperado por respuestas, Declan puso el icono del juego frente a la pantalla de la consola, Riolu olfateó como si pudiera oler a través de los cristales, como si los pixeles y fotones de la pantalla fueran un rastro que olisquear antes de una cacería.
- No noto nada - dijo cuando terminó.
- Quizás es porque traes el hocico doblado - Zone gimió, cayendo de rodillas con una mano en el corazón, y empezó a implorar perdón.
- Basta - ordenó Reze, magnánima, firme. - No te lo dijo con mala intención, y no somos tus esclavos para que nos trates así.
- Tú no - Riolu cargaba cierto pesar al decir eso, en el subtexto venía incluido un; “para mí desgracia”. - Pero él sí. Su alma, su cuerpo, hasta su sombra, me corresponden, y yo elijo cuando pregunta y cuando no.
Declan se agachó, tendiendo a Zone un hombro donde apoyarse para ponerse de pie. No pudo evitar notar que había escupido sangre en el suelo, directamente desde sus encías, como si aparte de dañarse el corazón, hubiera apretado los dientes con tanta fuerza que se hubiera hecho herida.
- No te preocupes, pasa a veces - le susurró el charro, y apuntando con su mentón, Samantha entendió la orden, quitando la mancha con dos rápidas ráfagas de agua.
Declan se admiró del estoicismo de este hombre, que podía levantarse después de casi desplomarse con un infarto y arreglaba todo con un gesto que decía; “las viví peores”.
Reze hablaba con la consola sobre la mesacamilla, irónicamente, era la única con huevos para negociar con Riolu, solo que ya llevaban tres horas negociando, las opciones se acababan y si no encontraban nada, Riolu iba a mandar a Zone solo a pelear contra Pacto.
Declan tragó saliva antes de hablar. - Tengo una idea. - Los ojos se enfocaron en él. - Vosotros lo que rastreasteis de mí fue el juego, ¿Cierto?
- Si, más o menos - Zone hizo un bailecito con la mano, como una balanza que se equilibra. - Interactuar con algo sobrenatural te llena de energía sobrenatural también, aunque sea poco, pero tú de eso no tienes. Si no fuera porque justo llegué y sentí la fuerza, ahora no tendría forma de saber que tu topaste con algo espiritual. Lo que si no sé es porque pasa eso, quizás sea inestable.
- Porque sea quien sea la criatura con la que te encontraste, su poder es enorme - aclaró Riolu. - Alguien con la capacidad de crear tal cantidad, y seguidamente anularla… Eso debe ser mío.
- Podemos buscar en otros manga-café de la zona - sugirió Declan. - El juego no tiene un fandom muy grande, pero sí bastante activo, no puedo ser el único en todo Tokio que lo ande jugando pirata, si alguien más lo descargó, sería buena forma de encontrarlo.
Reze parecía musitar algo en su cabeza, pero solo estaba intentando entender qué significaba la palabra; “fandom”. Zone lo sopesó, pero sería difícil encontrar a alguien que jugara el juego fuera de su casa, más aún que fuera esa versión exacta, y más aún que lo percibieran en el laxo de 5 segundos en los cuales la aplicación destilaba tanto poder sobrenatural hacia el exterior. Esta sería una cacería difícil, muy diferente a cualquier otra que solo era entrar a una casa abandonada tumbando la puerta y luego madrearse fantasmas.
- Podría funcionar - musitó Riolu. - Ahora tengo más sombras a mi disposición, harán un rastreo más amplio. Les irá mejor que buscando a esa mujer aquí, a oscuras, pero - la pantalla se volteó, mirando justo en medio de Reze y Declan. - Si no encontramos nada, ustedes dos también vendrán acá a matar a esa imbécil.
Reze miró a Declan, y este puso cara de cordero degollado, tendría 23, pero solo era un tipo sin poderes, y bastante por debajo del promedio, sin mencionar que por el collar, estaría a merced de Pacto en cuanto enganchase la cadena. - Él no va - sentenció ella.
- La proposición no es negociable - Riolu ni siquiera disimulaba el regocijo de poner en peligro una vida inocente. - O todos salvos, o todos jodidos, no acepto punto medio.
- Es solo un humano sin poder, te será inútil - Reze habla con una compostura de hielo, sus enfados ahora eran susurros controlados, en una posición mucho más diplomática que ayer.
- Zone también - respondió Riolu riendo, lo que se llevó una mirada encabronada del hombre con poncho.
- Acepto - dijo Declan antes de que la discusión siguiera su rumbo hacia ninguna parte. - Yo empecé esto, yo lo acabo.
Quería sonar convencido, se cruzó de brazos y puso la cara más seria que tenía, además iba acompañado de un boxeador, un espectro con navajas de agua y una mujer bomba, podría lidiar con esto. Lástima que sus piernas no estuvieran de acuerdo, porque todos estaban viendo como temblaba de cintura para abajo.
- Tenemos un trato - sentenció Riolu antes de que hubiera tiempo para más divagaciones.
La pantalla parpadeó, y de ella salieron múltiples sombras en todas direcciones, que escaparon al exterior por todas las rendijas de la casa. Zone asintió, se veía que respiraba con un alivio momentáneao, pero Reze no estaba en un estado similar, miró a Declan un poco de soslayo, expresando en su rostro un sentencioso; “te estás metiendo en una guerra de la cual no eres protagonista”, aunque si eso interpretaba el universitario era porque así se sentía.
- Tardarán unos 30 minutos en regresar - advirtió Riolu, ganando otra vez la atención para sí. - Hasta entonces, quedo algo desprotegido por aquí, a parte de toda la información ofrecida el otro día sobre la imbécil de la cadena y la durabilidad de su cuerpo, ¿Hay algo más que tenga que saber para cazarla?
Zone se mordió el labio por dentro, que ganitas tenía de decir; “anda a la mierda, cabrón, tú no vas a mancharte las manos a menos que sea un golpe seguro, ni siquiera te estás moviendo por miedo a ser emboscado”.
Reze negó con la cabeza. - Dije todo lo que sé, la información que los rusos tienen sobre los cuerpos de súcubos capturados y diseccionados no es pública, así es como se evita que una súcubo espía pueda conocer lo que nosotros conocemos de ella.
- Yo, yo sé más cosas - Declan levantó la mano como si pidiese permiso para hablar en clase. Tembló un poquillo cuando ella lo miró con sospecha. - Es, bueno, son datos y curiosidades de la wiki.
- Habla - exigió Riolu.
- Si, e, para empezar, su visión espacial es 5 grados más amplia que la de un hombre promedio así que es difícil buscarle puntos ciegos de frente, no es buena idea atacarla con proyectiles, cuánto más lejos venga el ataque, más se le agudizan los sentidos a las súcubos, y por último, esto solo en el caso de Pacto, su cadena es mágica y no hace ruido - se encogió de hombros, no recordaba más cosas de la introducción del juego que siempre se saltaba. - Es todo cuanto sé.
***
Pasaron los 30 minutos, una hora, hora y media, no hubo noticias nuevas, y Declan acabó pidiendo comida a domicilio mientras esperaban. Solo hablaron de cosas sin importancia, Declan puso a Zone al día del lore actual de Pokémon, todo lo que había pasado y como incluso Ash se había hecho campeón para dejar paso a una nueva protagonista; “Mi Pokémon favorito siempre fue Riolu, pero también me gustaba Vulpix, era mi acompañante y era muy linda”, comentó Zone hablando sobre la última partida de “Pokémon: exploradores del cielo” que jugó.
Reze se había puesto con asuntos más importantes, conocimiento sobre la historia general, desde la caída de la Unión Soviética hasta el inicio de la guerra de Ucrania. Casi que parecía un mueble, sola, en una esquina a la luz de la ventana, leyendo en wikipedia, se adaptó inhumanamente rápido a esta tecnología que le parecía tan anticuada.
Fue al acabar de comer cuando una sombra se hizo presente sobre la mesa, de pie, intocable, y quieta como una estatua de sal. Todos esperaban el mensaje, menos Zone, que no dejaba de mirar a la sombra, pues reconocía en ella a su amigo de la infancia, que no había cambiado nada desde que Riolu lo mató y lo reclamó para sí.
“Cabrón”, pensó Zone, aún consciente de que su cabeza no era un lugar seguro, necesitaba deshaogarse. “Decenas y decenas de sombras y no más trae a mi amigo siempre que puede para que recuerde a quien no pude salvar”.
“Sácame de aquí“, palabras grabadas a fuego y que no se han olvidado ni con el paso de 12 años.
- Este poder… - musitó Riolu. - Una - olfateó. - No, cuatro, ha interactuado con cuatro almas en pena. Ir por él, Zone sabrá ubicarlo.
Reze levantó la cabeza, había vuelto a la esquina junto al armario, y ahora que había noticias tenía algo que decir.
- Un momento - rompió su silencio, levantando una mano y acercándose para hacerse oír. - ¿Estas cuatro almas en pena están genuinamente relacionadas con nuestro caso?
- Si - respondió Riolu.
El brazalete de Labios saltó a rojo apenas frotó sus dedos. - Mientes.
- Si - La sombra del amigo de la infancia de Zone empezó a moverse y a gesticular cual si fuera el demonio. - Esto es lo más cercano que tenéis a una pista relacionada a algo sobrenatural, pero si la dama prefiere ignorarla y venir acá a luchar contra la imbécil de la cadena, también es un precio que puede pagar.
El universitario arrastró disimuladamente su culo por el suelo, empujando con sus manos para salir del posible alcance de la sombra. Zone lo contempló por el rabillo del ojo, estaba siendo algo valiente, a él de niño el mero reflejo de la silueta en la ventana ya le hubiera dejado secuelas.
- No voy a trabajar para quien me oculte información - ella lanzó un dedo acusativo, y solo Declan pudo leer ese semblante que decía; “no otra vez”.
- De acuerdo, así es la cosa - la sombra empezó a caminar por el lugar. - Ninguno aquí tiene forma de encontrar ese poder, ninguno tiene forma de arreglar el juego, y exceptuándome, ninguno tiene forma de matar a Pacto, pinches jodidos.
» Aceptaron buscar un poder sobrenatural por mí, ¿Si, o no? - no hubo respuesta. - Respondan, ¿Si, o no?
- Si - se escuchó por parte de los tres a regañadientes.
- Exacto, y yo ni voy a dejarles solos - extendió la mano hacia Zone. - Él sabe ubicar el origen de ese poder, solo hagan unas cuantas preguntas, si no consiguen nada, vendrán aquí a lidiar con la imbécil de la cadena, sino…
- ¿Qué? - Reze dio un paso al frente. - ¿Cuál será tu truco? ¿Dejarás salir a Pacto para que nos mate?
- No podrás con ella en el mundo real, imbécil, no juegues a ser héroe.
- No - Labios recargó la energía de una explosión en su palma y dio una cachetada al aire sin llegar a detonarla, solo el brillo hizo que ambos hombres presentes se taparan los ojos, y la sombra se desvaneció. - Tú eres quien no podrá con ella acá, ¿Creés que puedes protegerte a costa de nosotros con amenazas? - Reze habló ahora directamente a la consola. - 8.500 metros sobre segundo, esa es la velocidad de una explosión, ¿Sabes que pasa cuando una explosión a esas velocidades desintegra algo tan pequeño como un cartucho? Te desapareceré más rápido de lo que me trajiste aquí si mi trabajo no sirve de nada.
Zone que estaba escuchando se miró las manos, le empezaba a picar debajo de los guantes, y sintió que le hablaban a él aunque no era el caso. Declan notó más apretado su cuello, pero Reze no retrocedió en su argumentación.
- Bueno, entonces tendrá que servir o todos jodidos - fue lo último que escucharon de Riolu.
Zone sacó una libreta y escribió; “gracias, alguien tenía que poner a ese cabrón en su lugar”. Reze solo asintió.
Declan la contempló con un brillo distinto, como con otro enfoque, ¿Tanto la había cambiado estar al borde de la muerte? Había aprendido a no negociar nada que estuviera fuera de su control, él en cambio solo había aprendido que el cuello entumecido por un collar que lo aprieta es más molesto de lo que suena, jamás entendería como había gente que veía situaciones así y decía; “ojalá me pasara”.
***
El camino se hizo largo, incluso tuvieron que tomar el metro, buscaran a quien buscaran, estaba cómo mínimo en la otra punta de la ciudad. Zone y Reze intercambiaban notas escritas por el camino, sin hablar en voz alta para que Riolu no se enterase de nada. Declan solo se recluyó en su asiento, tratando de fingir que no le molestaban las miradas desdeñosas que todos le echaban por ver a alguien ya crecido haciendo tonterías con un collar en el cuello.
***
Llegaron a un colegio, edificio viejo de hormigón y ladrillo. Declan caminaba sin mucho ánimo con las manos en los bolsillos, Zone había bajado un poco su sombrero porque el Sol empezaba a molestar, y Reze examinaba cada centímetro del perímetro a la espera de cualquier evento sobrenatural, no llegó nada.
Había dos profesoras que hablaban, una fumando un último cigarro a los pies de una escalera de siete peldaños antes de tener que entrar a dar la última clase y la otra diciendo que no lo hiciera porque daba mala imagen a los niños que apenas estaban por terminar primaria. Detrás de la puerta principal un segurata, que con los ojos entrecerrados, veía con mala cara la apariencia de los tres recién llegados, Declan solo se subió más el cuello de su camisa para tratar de pasar desapercibido.
Había dos o tres madres previsoras que ya estaban aparcando su coche en la cera de enfrente para recoger a los niños cuando salieran, y de resto solo había la compañía de los pájaros y el viento.
- Síganme - dijo Zone con un ademán, desviando su paso hacia unos callejones cercados por edificios residenciales donde hombres llegaban del trabajo agradeciendo tener esa libertad y no tener que quedarse en un descanso de 30 minutos para comer y luego seguir tecleando en la oficina.
Edificios de los cuales todas las mañanas salían alumnos puntuales para bajar al colegio de enfrente, y donde los compañeros se conocían entre si para entregarse tareas si uno se ponía malo. Declan miraba a esos balcones negros, donde la ropa se tendía por tandas de 5 piezas porque no había espacio para más, y agradecía haber crecido en una casa rural a las afueras de Kyoto, donde nunca había conocido la claustrofobia que solo vivía entre sus cuatro paredes.
Reze en cambio, pese a que sus labios solo eran una fina línea sin muecas expresivas, pensaba que ese lugar, confinado y posiblemente estrecho, era muchísimo mejor que cualquier habitación de las naves donde vivía, cerca de calles en las cuales podías perderte y aún así podrías mirar el cielo solo subiendo el cuello y no esperando encontrar una ventana. Pensó en cocinas en las cuales pudieras preparar lo que tú mismo hubieras comprado, y no solo la ración precocinada e industrial que ofrecían las raciones rusas en comederos, con la misma carne procesada y el mismo agua destilada, día sí, día también.
Saliendo ya de calles y callejones, llegaron a un parque, Reze abrió la boca, un poco maravillada, era como ver un pequeño resquicio de bosque en medio de una gran ciudad, más que nada porque prácticamente eso era. Un pequeño recinto de 10 por 5 metros, donde solo había bancos, pasto y 3 o 4 árboles para dar sombra.
Todo estaba despejado, hasta el centro del parque se podía ver desde unos cuatro metros de distancia, en el, aparentemente, un único local que abría en una hora aproximadamente. Zone fue el único que sospechó, en esta zona tan despejada no había gente mirando por las ventanas, no había transeúntes, ni siquiera empleados esperando en la puerta de ese único local.
- Viene hacia acá - le dijo Zone a sus compañeros, señalando con dos dedos los bancos donde esperarían. - Por favor, Reze, ten ese brazalete listo.
Zone quedó solo, piernas juntas, sombrero inclinado tapando su cara, y manos ocultas dentro del poncho. Reze y Declan compartían banco, él le ofreció el teléfono para que se entretuviera mirando más información sobre la historia, pero ella negó amablemente, puso las manos en su regazo, e hizo como si fuera una transeúnte disfrutando del aire fresco por primera vez en su vida, cosa que a decir verdad, no distaba mucho de la realidad.
A quién esperaban sin ser esperados llegó unos cinco minutos después, Declan con solo verlo de lejos dedujo que tendría su edad, a lo mucho tres años menos. Traía pintas de persona formal, un chándal, camiseta blanca del día a día, y ni siquiera llevaba algo en el cuerpo, como marcas o tatuajes, que lo distinguiera del resto de seres humanos. Le seguían otros cuatro tipos, todos como el primero, clase media tirando a alta; dos que fueron abriendo y entrando al local y dos que se quedaron charlando en la puerta.
Hablaban bajo, sin armar escándalo, algo sobre un espectáculo de caballos en una granja que se celebraría en unas semanas, se había dificultado porque las dos mujeres encargadas del asunto parecían no dar señales de vida, pero afortunadamente el evento no se iba a cancelar o algo así, era difícil escucharles desde lejos, y más aún porque bajaron la voz cuando el sospechoso principal se percató de la presencia de esas tres personas en el parque.
Se acercó al centro del parque saludando, con rostro genérico y sin más interés del que tendría cualquier persona que pretendiera ser educada. Limpió un poco el banco donde se sentaría y sacó el móvil, aparentemente leyendo, realmente escribiendo a sus dos compañeros que estaban en el local. Zone supo de esto enseguida, porque Samantha echa una sombra, se camufló en lo alto de un árbol, y desde arriba lo vio todo para dar luego notorios al hombre del sombrero.
Se levantó, caminando con aire sosegado hasta estar de pie frente al chico nuevo, que hizo como si no se enterase hasta que la sombra de Zone lo cubrió y tuvo que levantar la cabeza. Se le quedó mirando, apagando el teléfono antes de subir la vista.
- Bueno, no me interesa empezar con delicadezas - dijo Zone, mirando con gesto poco amistoso al chico. - El juego “Destinos de Skygea”, ¿Lo conoces?
El chico miró de un lado a otro, como si esperase que esto fuera una broma de cámara oculta. - ¿Qué? - preguntó.
Zone vio el brillo verde del brazal de Labios Partidos, su duda era genuina, no tenía nada que ver con el juego, pero estaba allí por más cosas, así que se agachó un poco más para presionar. - ¿Y sabes algo paranormal que me estés ocultando?
- ¿Quién eres tú? - el chico preguntó molesto, pero no nervioso, sumado al brillo rojo que Zone captó del brazalete, eso era una sentencia.
El movimiento fue muy rápido, no se podría haber seguido con la vista. Zone, con la ayuda de Samantha, sacó las tijeras de Kuchisake-ona de su pantalón, al mismo tiempo que echando hacia delante su codo izquierdo presionaba el pecho del muchacho contra el espaldar del banco, las tijeras se posaban abiertas con sus dos filos en el cuello. Los ojos de sorpresa del mismo no tenían símil, y ahora sí que se clavaron en Zone sin vacilaciones.
- Preguntaré otra vez - el charro estaba a centímetros de su cara, el ala frontal del sombrero clavado en la frente del chico, y el pico del codo apretando, listo para oprimir más al primer movimiento sospechoso. - ¿Tienes algo que ver con cualquier cosa paranormal?
- ¿Qué? ¿Qué? - el chico miró en todas direcciones con el rango de sus ojos, sin mover el cuello atrapado en el filo. - Hombre, no, no, ni sé quién eres.
Reze dirigió una mirada a los dos de la puerta del local, que rápidamente entraron a esconderse. Declan, con solo mirar al amenazado, empezó a sentir presión en el cuello también, si le molestaba el collar de cuero, ni quería imaginar unas tijeras.
- Última oportunidad - Zone tenía ojos de asesino, de verdad iba a hacerlo. - ¿Has visto algo paranormal?
- ¡Qué no, joder! - gritó el chico.
El brazalete brilló en rojo.
Zone suspiró, retiró su codo y guardó las tijeras luego de hacerlas girar en un solo dedo como si rodara un arma. - Bueno, eres seguro, de eso no hay duda - hizo un gesto con la mano para llamar la atención de sus dos compañeros. - Venir acá, ha pasado la prueba.
Reze y Declan no eran parte de esta actuación, más andaron hacia él como si así fuera. Ya los tres frente al banco, y el chico respirando con todos sus sentidos en orden, preguntó. - ¿De verdad os manda la jefa?
- ¿No ves lo evidente? - le contra preguntó Reze de brazos cruzados.
- Bien, bueno, si - el chico hablaba ahora con aires de que siempre lo había sabido. - Es que ya hablé con la mujer de gabardina con las extremidades cosidas sobre cómo iba el local y todo eso, sobre las fachadas, los archivos en orden y las actualizaciones financieras de la granja.
- De seguro lo sabías todo - Reze giró su cabeza hacia el local para ver las cuatro caras de los chicos restantes a través del cristal. - Y ellos también, por eso trataron de esconderse por su vida.
- No, no, por favor, no te equivoques - el acusado pensó rápido en una defensa. - Ellos protegen la información de dentro como corresponde, como dice el manual.
Labios Partidos no necesitaba frotarse el brazalete para saber que no había ningún manual. - No esperes que me crea eso, y si no lo creo yo…
- Vale, no le digas a la jefa - el chico se puso a suplicar de rodillas a los pies de Declan, pensó que alguien de su edad empatizaría más rápido con él. - Podéis mirarlo en mi móvil, sabíamos que era un simulacro, lo delató tu pelo - señaló a Reze - y también tu sombrero - señaló a Zone. - ¿Verdad que sois sustitutos de la coreana y el mexicano que murieron hace poco?
Zone suspiró con todas sus ganas, y levantó el poncho de una punta hasta la altura de los ojos. - Ay, ay, ay, en verdad pensé que me eligieron por ser único - exclamó con fingida pena. Pensó entonces que ya era buen momento de ejecutar la segunda parte de su plan, y recordando la conversación que el muchacho y sus socios tenían, prosiguió. - Bueno, basta de actuar, te diremos la verdad.
» No teníamos interés en venir acá - puso una mano sobre el hombro de Declan, y este último se sobresaltó un poco. - Mi amigo perdió el mapa hacia la granja, tú entiendes - el chico, incorporado ahora solo en sus rodillas y de resto recto asintió. - Le hemos puesto este collar de choques como castigo, pero eso no hace que recupere la memoria, así que agradecería que nos entregarais las coordenadas, se que sabéis llegar.
El tipo asintió, no quería que a él le pusieran un collar o algo peor si se negaba, aunque esto también le pareció extraño, la gente de su escala no tenía permitido ir hasta la granja, solo llamar para informar si encontraban a alguien peligroso, ¿Dar la dirección a tres perdidos entraría en una laguna legal en este caso? No importaba, tenían que llegar de todos modos, si no decían nada de él, nada ocurriría, y no lo dirían porque entonces sería pisar la mina que ellos mismos habían puesto.
***
El local era un lavadero de dinero profesional, solo tenían una barra, dos mesas y paredes blancas, se suponía que era una tetería, pero eso parecía más bien la antesala de un manicomio. Los llevaron a la única puerta que no era la de entrada, una habitación aún más pequeña, solo llena de archivadores, un escritorio y un calendario. Estando todos dentro, apenas había 70 centímetros entre un cuerpo y otro. Los 5 hombres no se habían dado cuenta, pero Zone se había quedado en la puerta de salida, Declan detrás de él, de ahí no se movía nadie sin que el charro se percatara.
El chico de antes abrió un escritorio de un golpe, miró entre varias carpetas de cuentas hasta hallar la más importante. - Aaa, justo aquí - la enseñó para que vieran que no mentía. - Mira, la dirección es esta - se acercó hasta Zone para entregarle una tarjeta con lo que podía interesarle.
Reze se había fijado en los tipos, en todos y cada uno, hombres genéricos, universitarios primerizos cómo mucho, perfectos para el espionaje sin destacar como ella. Todos menos el tonto que intentaba disimular que cargaba una bara de hierro a su espalda. Prefirió mirar a las paredes, allí encontró un calendario con fechas señaladas.
- ¿Es esta? - preguntó Zone, buscando la aprobación de Reze.
- Si - dijo el chico con gran expresión de sosiego en su mandíbula, pensando; "se van y quemados tranquilos".
El brazalete de Labios Partidos brilló en verde, esta vez destacando mucho en la sala casi sin luz. El tipo levantó una ceja extrañado, no por la duda de Zone, sino por lo rápido que se convenció después del brillo.
- No tendría que mirarla él - señaló a Declan. - Él era el último que las vio y conocía, ¿No es así?
El universitario del collar notó los cinco pares de ojos fijarse en él, sintió que lo habían acorralado incluso sabiendo que Zone podia ganarles a todos los hombres de esa sala con una mano atada a la espalda.
- ¿Por qué está señalado el jueves la semana que viene? - preguntó Reze de pronto, tocando con su dedo el día señalado con un círculo en el calendario.
- ¿E? Por-por nada en especial - tartamudeó el tipo de la bara.
El brazalete brilló en rojo.
- ¿Por qué hay dibujados dos monigotes de palo cargando un tubo y una navaja? - su ceño se frunció, eran figuras pequeñas, perfectamente podrían representar niños.
- O, es que, este cabronazo es un artista - uno del fondo dio un codazo al tipo delante de él. - Pero no representa nada en particular.
El brazal brilló en rojo.
- No me lo creo - Reze empezó a recargar energía en la mano, una mirada asesina que hizo que hasta el tipo de la bara la tirase al suelo. - No se anden con juegos, si no me dicen la verdad, se llevarán el secreto a la tumba ahora mismo.
El sujeto que inició esto retrocedió, las manos en alto y ojos que buscaban misericordia en Zone y Declan, pero el primero negó y el otro se limitó a desviar la mirada.
- No ganamos nada de dinero, es hasta caritativo - dijo uno tratando de defenderse.
- Calla - se llevó un golpe por eso.
- Vale, es lo que piensas - dijo el primer tipo. - Sabemos que la jefa no quiere que se involucren menores, ¿Si? Pero las peleas que organizamos son en su mayoría a puño limpio, solo tres veces hemos usado palos de hierro y armas de corte.
- ¿Organizáis peleas de menores? - todos vieron con temor el iris quina de Reze mientras abría los ojos.
- Les damos dinero, y mucho, 500 yenes por asalto y 200 extra si dejan una herida leve - el tipo lo explicó a más velocidad, casi mordiéndose la lengua. - Somos los hijos de los jodidos peces gordos de Japón y tenemos que pasar las tardes en este local vacío vigilando documentos que nadie quiere, ¿Por? Por nada, solo porque a la jefa le gusta mandar sin motivo alguno, ¿Y que vamos a hacer nosotros, estudiar? No hombre, las peleas son más divertidas, en lo que llevamos de 3 años no se ha muerto nadie, solo aprovechamos el espíritu competitivo de los niños.
- Si, es culpa del sistema - vociferó otro desde atrás. - A la Shinomiya le perdona todo, y a nosotros nos encierra aquí, en un puto lugar al que nadie viene.
- ¿Hacéis que niños se peguen hasta casi matarse porque no queréis estudiar? - Esa explicación no le entraba a Reze en la cabeza, en su mundo luchaban por necesidad, por supervivencia, no para que niños ricos se divirtieran. - ¿Os entretiene someter a niños a vuestra voluntad por una paga miserable?
- ¿Y qué? Mi padre ya me heredará su fortuna, no vale la pena estudiar - soltó uno.
- Si, y no es tan malo, solo se han hospitalizado como 10 y todos han guardado silencio - reafirmó otro. - El peor caso fue el niño ese de la herida en el cuello, pero al final se curó.
Reze había oído suficiente, volteó la cabeza mirando a Zone. - Tápale los ojos, y sal de aquí - ordenó refiriéndose a Declan.
Zone no hizo preguntas, abrió la puerta con la derecha, y con el brazo izquierdo tapó toda la visión del universitario mientras se echaba hacia atrás sacándole de la sala. Samantha cerró la puerta.
¡Bum!
No fue un resonar fuerte, fue como una mecha leve de un morterete, más bien, cinco explotando al mismo tiempo. Solo quedó Reze de pie, de resto, todo eran cuerpos con la cara totalmente vaporizada, los sesos quemados fuera del cuerpo, los restos de cráneo desperdigados por toda la habitación, y los ojos saltados fuera de cuencas humeantes y cavidades craneales sin cráneo, solo sesos molidos por las ondas al entrechocarse. Un pequeño riachuelo de sangre escurrió debajo de la puerta.
- Bueno, vamos fuera mejor - Zone tiró de los hombros de Declan para sacarlo.
- No, yo… yo puedo con esto - comentó el muchacho, hablaba desde el shock haciendo se el duro, pero llevándose aún así una mano a la boca, conteniendo una arcada cuando le llegó el olor a sangre y carne quemada.
Esto no era como en el juego, había sido real, 5 hombres muertos en menos de un milisegundo. Hombres malos, si, pero hombres como él, hasta de su misma edad. Todo esto se sintió diferente a la muerte de las súcubos que experimentó, las súcubos eran villanas planas de un juego de acción, estos eran muchachos que no regresarían a casa, madres que llorarían y padres que buscarían culpables. Ver la sangre escurrirse le trajo de nuevo a la cabeza el recuerdo de Área inconsciente, su pierna sangrando y rodeada de dos mujeres en igual o peor situación.
- No, no puedes con esto - Zone tiró de él hasta sacarlo por la puerta, poniéndose cual armario ropero en la ventana para que Declan no viera más. - Con solo escuchar la explosión recordé lo mal que lo pasé en mi primera experiencia cercana a la muerte a los catorce, mejor que no sufras eso, amigo.
- Yo no tengo catorce, tengo veintitrés, debo lidiar bien con estas cosas - se defendió Declan pobremente.
- No, no deberías, el asesinato no debes verlo como algo normal - Zone se quitó un guante, mostrando una mano con quemaduras que jamás sanaron. - No importa si tienes 23 o 65, aléjate de este mundo en cuanto puedas, ahora solo estás acá por las circunstancias - enseñó el papel de la dirección con dos dedos. - Cuando esto llegue al final, cuando pierdas ese collar, trata de olvidar esto y sigue tu vida. No insistiré, pero es lo que a mí me hubiera gustado que pasara.
Reze salió por la puerta, una mano a la espalda y rostro sereno, no tenía ni una gota de sangre que la manchara. Observó a Zone y preguntó - ¿Tú demonio de la consola tiene algo que decir sobre esto?
- No creo, lleva callado largo tiempo - Zone abrió la consola, no había nada en la pantalla, ni voces en su cabeza. - Más al rato vuelvo a mirar, pero creo que está concentrado en cazar a la chica de la cadena, mientras, nosotros tenemos cosas que visitar.
- Bien, yo si tengo algo que decir - sacó de su espalda una carpeta que cargaba con dos dedos y se la entregó a Zone. - ¿Cómo lo ves?
Zone la abrió, miró un poco por encima tres o cuatro hojas, después le pasó los documentos a Declan señalando. - ¿Puedes traducirlo? No se leer japones.
- Pregúntame a mí entonces - Reze puso los brazos en jarras. - Ese lugar, “la granja”, es un centro de fenómenos perdido en mitad de la carretera, peleas ilegales de caballos, hombres drogados y más abominaciones que no quiero leer, ¿Cómo es posible que eso esté en medio de la vía pública y nadie haya dicho nada? Esto está fuera de cualquier explicación normal.
Declan leyó las partes más destacadas del documento, asintiendo para que Zone supiera que todo era cierto. - ¿Sugieres lo que creo que sugieres? - preguntó el charro. - ¿Un tipo de magia sobrenatural que pueda hacer el lugar irrastreable?
- Así es - afirmó Reze.
- Quizá esa magia irrastreable podría estar relacionada con la que oculta tan rápido la esencia del juego - Declan resaltó lo evidente para sentirse parte de la conversación. - Si conseguimos información de allá podríamos terminarlo todo.
Reze lo miró como si hubiera dicho algo impertinente, una mirada dura que hizo a Declan sentirse pequeño, siempre le pasaba en situaciones así, incluso en este caso que los dos eran igual de altos. Él tragó saliva, y Zone ya iba a situarse en medio para evitar una posible pelea, más al rato averiguaría el motivo.
- Tú no vas - sentenció Labios Partidos.
- ¿E? - esa letra fue todo lo que Declan pudo decir.
- Estarás de acuerdo conmigo - ahora miró a Zone. - Si lo hubieras leído verías lo que ahí se cuenta, hombres con sobrepeso y fuerza para tirar paredes, drogas que vuelven a los caballo máquinas de masticar ladrillos, y prácticamente todo el personal carga armas de fuego. Lo tomaría todo como delirios fantasiosos si no supiera que la explosión paranormal es factible - giró su cabeza de nuevo hacia Declan. - Escucha, solo eres un niño, no eres Amo Magnético, esto te viene muy grande, si vas allí morirás.
- Yo… yo no soy un niño - Declan intentó reafirmarse. - Tengo 23 años, soy adulto, puedo lidiar con esto.
- ¿Igual de bien que lidiaste contra tu primera Súcubo? - Reze ni siquiera se escuchaba enfadada, solo soltaba verdades a trompadas. - Le disparaste clavos a una criatura que esquiva balas, y luego lloraste porque te rompió un brazo.
- Me distrajo - una excusa vacía por parte del universitario. - Debiste verme después, Terapia, Pacto y yo destrozando toda una oleada de súcubos.
- ¿Y Pacto hizo la mayoría del trabajo, cierto?
Declan recordó como la cadena de relámpagos había despejado todo mientras él pensaba, como las otras cuatro luchaban mientras él solo movía mesas, y como su “gran plan” las había terminado dejando con todos inconscientes y a merced del enemigo. Cómo no supo responder cambió de tema. - Pe-pero alguien me tiene que quitar el collar.
- Yo lo haré - Reze extendió una mano hacia Zone. - Las tijeras que antes usaste, ¿Son para cortar metales, cierto?
- No, las tijeras no - Declan agitó rápido las manos cual si lanzase un hechizo para que todo parase. - No puedes tocar metal con metal, solo conducirá más rápido la electricidad.
- Tiene razón - Zone asintió. - Ya pensé en eso, supe que acabaría tan para la mierda que ni lo propuse.
Reze se vio superada en botos en contra e inconscientemente se frotó el brazal que brilló en verde. - No veo más opción - se giró hacia Declan decidida. - Haré una explosión controlada, aquí al aire libre no habrá quien se moleste.
- ¡Me quemarás la piel! - esta vez Declan gritó.
Reze no iba a atender a razones, Samantha lo sintió, y por esa misma razón se manifestó en medio de todos. Aunque la sorpresa fue mayor para Reze, que retrocedió un pasito al ver los ojos vacíos tan repentinos.
- No eres sincera - Samantha la señaló.
- ¿Cómo? - preguntó Reze.
El espectro ladeó la cabeza hacia Zone, luego hacia Labios. - Tenéis el mismo problema, callar y actuar, pero tu eres peor porque no eres sincera.
- Escucha, señora fantasma, esto no tiene nada que ver con sinceridad - señaló al pecho de Declan que le quedaba a dos palmos. - Él puede morir, es un humano normal.
- No lo hará, yo le protegeré como su sombra - miró a Labios con una cara de cuadro renacentistas. - ¿Qué excusa dirás ahora?
- ¿A ti te parece bien? - le preguntó a Zone.
- A su edad Samantha ya había estado tres años cuidándome y aquí sigo - respondió el hombre del poncho encogiendo sus hombros.
- Se sincera - le increpó más Samantha.
- Es que… ¡Es que el no es Amo Magnético! - apuntó con ambas manos a Declan, y su tono antes neutral ahora era de clara decepción. - Él no es el hombre capaz que conocí, es el suplente que casi se saca un hueso entrenando.
Zone y Samantha giraron al unísono para ver a Declan, que tragó saliva y tiró un poco del collar, como si quisiera aflojarlo sabiendo que tenía una noche entera de experiencia y que no se podía.
- No necesitáis tener un brazal como el mío para saber que digo la verdad - Reze se mordió el labio inferior y apretó los puños, justo entonces Declan lo entendió todo y dio un paso a delante.
- No, no soy Amo Magnético - negó con la cabeza. - tampoco soy un protagonista de anime que pueda resolverlo todo con una guerra de besos o un discurso motivador de último minuto, y desde luego no soy el hombre que merecía ese apasionado beso que compartiste conmigo - con otro paso se puso frente a frente de Reze, mirándonla a los ojos como iguales, apesar de verla apretar un músculo de la mandíbula. - Soy antónimo de todo eso, no se descubre el hilo negro si lo digo, ¿Pero sabes quién si soy? Soy quien te abrió sus verdaderos sentimientos en una camilla de hospital, quien te convenció de que vinieras a ayudarnos aun con todo perdido, y soy el perdedor que te suplicará de rodillas si es necesario por perdón.
» Álvarez-sama, no, perdón, Reze, te digo con toda la sangre fría que tengo, que no es mucha, que en verdad verdad deseo acompañaros, porque esto empezó conmigo y tengo la sensación de que, quizá no se terminara sin mí. Esas son mis más sinceras intenciones.
Que silencio hubo, hasta él viento pareció detenerse para escuchar. Reze hizo el amago de llevar su mano al brazal, pero la bajó y no le quitó la mirada a Declan. - Bueno, no eres el amor de mi vida, pero si eres quien me ha enseñado este mundo tan hermoso y libre, eso servirá para que te tenga confianza por el momento - se colocó un poco el flequillo y se serenó recta como un clavo. - Un recinto de locos nos espera, si por bien es, esto termina ahora.
Declan estiró su mano izquierda, situada en el centro de los 4, Zone sonrió y puso su mano descubierta y quemada encima, Samantha también posó su fría mano y Reze dio el último voto de confianza, aunque fue con un bufido. Estaban listos.
Capítulo 3: de lo que le pasó a Declan y sus amigos en una granja dirigida por una abogada.
*Veinte minutos antes*.
- ¿Por qué no hablan? - se preguntó Riolu. - Solo escucho a la gente del metro, pero no ha ellos, algo traman.
Alzó la cabeza hacia el techo, contemplando el cristal de la consola, y todo estalló en un destellar rojo de un segundo a otro. Iba a gritar, pero una cosa le impactó contra el cuello, le sacó dando vueltas de campana por el suelo, y cuando se incorporó, notó un collar que estalló con un fuerte choque eléctrico que jodió sus cuerdas vocales.
- Vos, sos tan decepcionante - Pacto salió de la apertura que ella misma había abierto con el relampagueo que había rebotado en el techo de cristal. - ¿Cuanto más ibas a esperar hasta hacer algo?
- ¿Para qué? - Riolu se llevó una zarpa al collar del cuello, 5.000 voltios soltaron su choque. - Si el ratón entra en la casa del gato, no es el felino quien se asusta - de un solo tirón partió el aro de su cuello y se aclaró la garganta de una sola tos. - Soy un cazador paciente y muy efectivo.
- Sos un chico malo que va a ser castigado - Pacto azotó su cadena cual látigo, más no sonó el metal, solo el brotar eléctrico contra la piedra. - No te preocupes, aprovecharé tu piel para hacerme unas pantuflas, ¿Te parece un precio justo?
Pacto saltó hacia delante, una explosión ocurrió bajo ella cuando Riolu frunció el ceño. Sus talones doblados al caer empujaban su cuerpo en constantes barridas, y en una que pasó de izquierda a derecha, lanzó su cadena en dirección al pie zurdo de Riolu. El Pokémon demonio se movió, su cuerpo en una perfecta linea recta, sus pies lejos del ataque.
Cargó una esfera de aura y la lanzó al mismo tiempo que se movía, apuntó a la cabeza, pero Pacto se dobló en una perfecta “L” tumbada, y el ataque tintó todo de azul cuando su luz explotó en una de las paredes de la cueva.
Pacto giró el pie, dio un giro de 360 grados sobre su eje, su centelleante cadena encendida. Riolu aprovechó su pequeño tamaño, pasando bajo la misma con una finta que no le tocó las orejas por dos milímetros. Pacto dio una patada baja, el demonio la saltó, y cuando ya estaba a la altura del plexo solar, la cadena de Pacto trazó un semicírculo en su cintura superior, rodeando los hombros por la espalda, y el último eslabón le atinó a Riolu en los dientes echando su cabeza hacia atrás.
Pacto lanzó su diestra como una zarpa, atrapó al demonio por el cuello y lo estampó de espaldas al suelo, levantando la piedra en grandes fisuras de metro y medio de profundidad. Pero Riolu sonrió, activó ahí mismo una explosión, cerca del oído y el párpado de la mujer, los propios sedimentos de polvo y rocas que había levantado, le saltaron a la cara como restos de metralla ardiente, y Pacto tuvo que recular tapándose el rostro con ambas manos.
- ¡Hijo de puta! - gritó, descubriendo una herida profunda bajo el párpado y un ojo que, aparentemente, ya no podía abrir.
Riolu se incorporó quitándose el polvo, dijo - De cerca no tienes los sentidos tan agudos, y sin un ojo no eres tan buena evitando ángulos muertos, ¿Sigues creyendo que era yo quien te temía a ti? - recargó una rápida esfera. - Estás jodida, ¡Baila!
Lanzó la esfera, Pacto la saltó, pero fue a caer justo en el lugar donde Riolu generó una explosión que la movió el talón. Pacto maldijo en un idioma que no era humano mientras volvía a saltar, esta vez para perderse muy atrás, en la oscuridad del agujero por el que llegó.
Riolu divisó la sangre del suelo, la mujer estaba dejando un rastro, bien, ahora sí era seguro seguirla. Invocó las sombras, irían frente a él, activó el doble equipo, su evasión y desplazamiento serían mayores, por último miró a la pantalla. - Si les digo que tengo a la imbécil de la cadena medio muerta no explorarán esa otra fuente de poder, mejor la mataré y luego me haré el que no sabe.
***
Mientras Zone y los demás bajaban del autobús que los había dejado más cerca de la granja que buscaban, el primero notó un repentino subidón de energía.
“Riolu ayudando sin pedírselo, vamos por buen camino”, pensó.
Estaban en una parada de autobús completamente desierta, un lugar que parecía olvidado por el tiempo y el trasiego habitual de la vida cotidiana. La estructura era sencilla: un banco de madera desgastada, con la pintura descascarillada por años de exposición al sol y la lluvia, y un techado sostenido por tres paredes de concreto que ofrecían una protección mínima contra los elementos. No había rastro de adornos ni señales de vida comercial; ni un solo cartel publicitario colgaba de las paredes, ni siquiera un papel arrugado en el suelo que delatara el paso reciente de alguien.
En torno a ellos, un gran paraje de campo se desplegaba con una vastedad que imponía respeto. Era como una finca privada, pero sin las verjas o cercas que suelen delimitar la propiedad humana; no había barreras físicas que interrumpieran la continuidad de la tierra, solo hierba ondulante y algunos árboles dispersos que punteaban el horizonte. Ellos cuatro eran los únicos habitantes temporales de ese escenario, testigos solitarios de una quietud que contrastaba con el bullicio de la ciudad en la que habían estado hace unos 27 minutos atrás. El cielo, despejado y de un azul transicionando a naranja, parecía comulgar con la extensión del terreno, creando una sensación de inmensidad que los envolvía por completo, como si fueran diminutas figuras en un cuadro.
Zone hizo visera con la mano, sus ojos más agudos le hicieron ver un edificio a 5 kilómetros de distancia, aunque si hubiera cerrado los ojos, lo podría haber sentido también. Decir que el recinto destilaba poder sobrenatural era quedarse corto, sí esa mierda fuera agua potable, habría de sobra para inundar la luna. Algo jodidamente fuerte había estado allí, y llevaba mucho tiempo sin regresar, se le erizaron los pelos bajo la ropa.
- Esto es malo - susurró Zone.
- ¿Qué ocurre? - preguntó Reze, Declan solo miraba atónito, sabía que tenía que tocar pasto, pero esto básicamente era una terapia de choque.
- Puedo ver la granja desde acá, y el poder es muy grande, pero - le costó explicarse. - Creo que es más grande que el que se grabó en mi mente por el teléfono, y peor aún, no se oculta, por lo que el de allá es muy diferente.
- ¿Seguro? - Reze se inclinó un poco para entrar en su rango visual, Zone no perdía la mirada del sitio.
- No, no mucho - sacó su consola, pantalla superior igual que siempre, pantalla inferior sin señales de vida. - Pero Riolu no parece estar para ayudarnos, me dio algo de su poder, supongo que estará tratando de partirle la madre a la mujer de la cadena - reflexionó un poco mordiendo su labio por dentro. - Estamos solos.
Declan tragó saliva, y sonó en contraste con la escasa brisa que mecía los campos, bajó por su garganta tras salir del círculo atorado que presionaba su cuello, y él se quedó mirando al frente con sus compañeros.
- Yo haré la pregunta obvia - dijo suspirando hacia el suelo. - ¿Cómo le haremos para entrar? ¿Qué le harán a la gente de allá? ¿Matarlos?
Reze le miró con rostro tranquilo, un semblante que lamentaba aún haberle traído. - Son gente mala, como Pacto, puede que peor, leí bien los informes. Tú no tienes porqué ver esto, pero si, van a pasar cosas duras allá, cosas que alguien normal como tú no está listo para soportar - le miró de abajo arriba. - ¿Aún quieres seguir?
Declan ya había evaluado todos los pros y contras, ya intuía que tendría que caminar entre cadáveres repartidos por establos. Miró hacia Zone, este asintió, confirmando todas sus sospechas. Luego miró dentro de si, y pensó en el primer cadáver humano que vio, el hermano de Pedra, había faltado a su palabra y no le habían dado buena sepultura, no tenía que fallar ahora por duro que fuera el camino. Apretó los puños, afirmó dos veces con la cabeza más para si que para el resto, y pidió que continuasen, él los seguiría detrás, sin molestar.
***
Riolu entró a una apertura en la roca, una trampa evidente, pero el rastro de sangre de Pacto no solo terminaba ahí, también parecía ser donde más se acumulaba. Mandó sus sombras dentro, era un hueco grande, seis metros de diámetro y tres de alto, si fuera una escena de un videojuego, dentro habría un cofre secreto.
Si, Pacto estaba dentro, acechando en alguna esquina no visible, aguantando la respiración y tan bien camuflada, que ninguna de las sombras la veía, pues sin percibir su alma, no podían distinguirla de una de ellas.
Riolu gruñó como los chacales hambrientos, se sentía estúpido entrando a ese lugar cerrado, esa evidente trampa que estaba creada para poner a prueba su ego, pero cada segundo que pasase era un segundo más en el cual Pacto se recuperaba, tendría que matarla en cuanto la viera, nada de juegos.
Riolu entró, solo había roca seca y tan marrón como era costumbre. Al fondo, cubierta por una estalagmita horizontal, se encontraba una figura femenina, acuclillada y con sangre a sus pies. Riolu empezó a recargar dos esferas de aura en sus manos.
Una sombra le negó con la cabeza, aquello en el fondo no era pacto, solo una roca bien tallada para dar esa ilusión desde lejos.
- ¿Me tomas por imbécil? - giró, miró a lo alto de la pared, justo donde algo acechaba cual pantera.
Pacto estaba clavada de cuclillas en la roca, soportando todo su peso con la mano izquierda mientras en la otra sostenía la cadena medio enrollada en el brazo. La parte restante oscilaba como un péndulo, y su ojo dorado se agudizó cual gato cuando Riolu le lanzó sus dos esferas de poder.
Toda la sala se llenó de luz azul como un fogueo, Pacto saltó entre las dos esferas sin problema, que le pasaron entre pecho y espalda sin tocarla, mientras ella liberaba más parte de su cadena.
Riolu telegrafió ese salto, y a metro y medio de él, generó una brutal explosión, más fuerte que ninguna otra que hubiera hecho. Toda la sala se iluminó más, y cualquier resquicio de sombra se fue. El cuerpo de Pacto giró, empujado en el aire, y su cadena de metro veinte se partió en dos mitades casi exactas, y varios espolones salieron disparados en todas direcciones.
Pacto abrió un ojo con furia, se recolocó de inmediato, e impulsándose en una estalactita, saltó partiendo piedra, recolocada con sus dos pies por delante. Fue un movimiento rápido e inesperado, era como si hubiera liberado aún más poder salido de ninguna parte. Toda la cabeza de Riolu frenó la fuerza de sus dos pies, y demás partes del cuerpo le dolieron cuando Pacto se plantó con eficiencia, pivotó en redondo, y dio con el extremo de su cadena partida en todo el pecho de Riolu, estrellándole contra el marco de la cueva que hacía de entrada, y causando que la misma se cerrara, llenando todo en sombras.
- Ahora si que sellaste tú destino - susurró Riolu.
Pacto corrió hacia él, con total intención de pisarle la cabeza antes de que intentara algo, pero cuando levantó un pie, algo la jaló hacia abajo. Luego otra cosa que casi no veía golpeó su estómago, otra sus riñones, y algo parecía aplastar su corazón desde dentro.
114 sombras, grandes y pequeñas, de niños, mujeres y adultos, 114 almas la asían de cada parte de su cuerpo y la empujaron contra una de las paredes. Podía sentir como por lo menos 70 manos aplastaban todos sus órganos internos.
Riolu empezó a recargar una esfera de aura, la última que necesitaría, una luz tenue y concentrada en un punto. Pacto le miraba con su único ojo abierto, y cuando lo creyó oportuno, lanzó en un arranque explosivo toda la fuerza de su brazo, la cadena relampagueó en un brillante rubí, tan fuerte y tan poderoso que todas las sombras se fueron con mayor velocidad que cuando Reze ahuyentó a una con una explosión cargada en su mano.
Riolu abrió los ojos igual que una presa sorprendida, lanzó su ataque a medio cargar, y pacto esgrimió su cadena hacia el techo, partiendo con sus rayos la fuente energética del demonio, y dejando clavada la cadena que, tras la disipación del ataque enemigo, era la única fuente de luz.
Riolu se sintió acorralado en las sombrías entrañas de la cueva digital. En un esfuerzo desesperado por cambiar el rumbo de la batalla, recurrió a forzar la potencia del "doble equipo". Con un destello de concentración, creó dos clones suyos, réplicas perfectas que surgieron a su lado como sombras azuladas, listas para confundir a su adversario. La caverna, con sus paredes pixeladas y ecos artificiales, resonaba con la tensión del enfrentamiento, mientras las partículas de luz danzaban en el aire como si el propio entorno del juego contuviera el aliento ante lo que estaba por venir. Sin embargo, Pacto lo observó con una calma inquietante, y una sonrisa burlona se dibujó en su rostro, como si ya supiera el desenlace de aquel movimiento.
Antes de que Riolu pudiera aprovechar la ventaja de sus clones, Pacto levantó un dedo con un gesto casi teatral, sin necesidad de tocarlo directamente, una energía eléctrica inhumana brotó de la nada, un torrente cegador de 15.000 voltios que iluminó más la cueva con un resplandor violento, como si un relámpago hubiera encontrado su hogar dentro del código del juego. Los arcos eléctricos danzaron y se ramificaron, golpeando a Riolu en múltiples puntos de su cuerpo: sus brazos, su torso, incluso las puntas de sus orejas, cada impacto un estallido de dolor que lo desestabilizó por completo. La fuerza descomunal de la descarga no solo desconcentró su energía, haciéndola colapsar en un caos de chisporroteos, sino que la liberó más allá de los límites de la consola misma.
- Vos, ahora, sos mío - Pacto caminó sin ninguna prisa a recoger la otra mitad de la cadena que se había caído con anterioridad.
Riolu se miró a sí mismo, encontró el origen de la electricidad en su propio pecho, los restos de eslabones que se habían clavado en él seguían a merced de la voluntad de Pacto, y se prendían en electricidad como si aún siguieran unidos a la cadena, igual que antes había ocurrido con el collar.
- ¿Querés negociar o solo gastar tu tiempo luchando? - Pacto tomó la cadena del suelo, la puso firme y en guardia mientras su única pupila contemplaba la respiración pesada de Riolu.
- La forma de la cueva, las sombras, sus debilidades - recontó el Pokémon demonio. - Lo escuchaste todo - miró los tobillos de Pacto perfectamente posados, ignorantes de la sangre que perdía cual si no fuera nada más que pintura para rocas. - Esto no acaba, ¿Cuál es el truco?
Pacto negó con un dedo, haciendo sonar su lengua en el paladar. - No hay ningún truco, solo logística, esto es nuevo para vos, pero yo me crié bajo tierra por dos milenios - se señaló de arriba abajo con un pasar de su mano. - Soy cuanto ves y más letal de lo que pensás.
Pacto tiró su cadena hacia atrás, enganchándose con la roca tras la estalagmita que parecía su cabeza, la que había tallado con sus manos a conciencia, un perfecto señuelo. La arrancó, lanzándola como disparada por una honda. Riolu la pulverizó de un puñetazo certero.
Ella se puso en movimiento, zancadas en zigzag hasta acortar distancia, Riolu saltaba por las paredes con la nueva agilidad incrementada por el doble equipo. Fue a saltar a un saliente, pero el ojo de Pacto le vio, tiró la cadena, que serpenteaba sin hacer ruido y se enrrolló en su pie con la firmeza de una boa. Riolu fue a golpear la cadena con un puñetazo en picada, pero ella tiró de él, y la inercia fue tan bestial que los brazos fueron echados hacia atrás mientras la pata por poco se le desencajaba de la articulación.
La cadena formó una parábola propia de una cuerda de yoyo cuando hace la forma del A D N, y Pacto, que también se estaba adelantando, estrelló sus nudillos en el centro de la frente de Riolu, e inmediatamente fue echado hacia atrás hasta que la cadena se tensó de nuevo y regresó. Pacto volvió a hundirle el puño en la cara, y repitió el proceso, cual si el demonio fuera una pelota atada a una cuerda que regresaba tras chocar con la paleta, todo tan rápido, que el Pokémon no hallaba tiempo para concentrar una explosión, ni Pacto se lo dejaba.
La susodicha lo levantó como un trofeo cuando de un gancho lo dejó clavado en su puño. Riolu entonces gruñó, desató sus garras en un rápido movimiento, y las clavó en el antebrazo de Pacto, sacando sangre a borbotones. Ella maldijo, y mirando su herida con su única fuente de visión, se perdió de ver la patada alta que Riolu le atinó levantando su mentón, hay quien diría que la vio escupir un diente.
Pacto desenrrolló la cadena de un revés fuerte antes de que Riolu alcanzara a partirla, su mano contraria tomó a Riolu de uno de los eslabones clavados y se lo hundió cual si presionase un simple botón, antes de que el demonio alcanzara el tiempo para generar una explosión perfecta.
Aún así, una pequeña detonación hubo, y ella reculó con dos pasos, volviendo a lanzar su cadena entre la humareda, alcanzando sus espolones rotos la placa del puño derecho de Riolu. Este recargó una esfera de aura en el puño contrario, mientras sentía el metal moderlo como una avispa. Pacto tiró hacia atrás al tiempo que se movía tomando más distancia, la placa fue arrancada de la piel al mismo momento que Riolu añadía un fulgor verde a la instancia roja, por lanzar su esfera aural a medio cargar, que dio en el costado ciego de Pacto, lanzando su cuerpo hacia atrás, haciendo aún más gironés su ropa y partiendo la piedra y la estalagmita que habían servido en su inicial engaño.
La onda de choque también empujó a Riolu hacia atrás. Respirando a grandes bocanadas con más dificultad que nunca, el fierro que Pacto le había incrustado casi le había perforado un pulmón, y la pérdida de sangre en su brazo y hocico, empezaba a ser preocupante. Pacto también se vio cansada, sus riñones ya podían servir para caldo, las quemaduras en su piel se irritaban hasta con el aire, y su talón apenas estaba comenzando a cerrarse.
Sin decir nada, ambos se concedieron ese descanso de cinco minutos, esperando al primer movimiento en falso para sacarle las entrañas al oponente.
***
Zone y el equipo se detuvieron a las puertas de esa enorme construcción, Reze y él al frente, Declan cinco pasos detrás y Samantha proyectaba su sombra hacia el frente del universitario, contraria a las sombras naturales causadas por el Sol. No importaba mucho porque todos eran tapados por la construcción masiva que era la granja, tenía forma de establo gigante, fachada sencilla, ventanas solo en los laterales, pero se contaban por decenas para iluminar adecuadamente el sitio. Parecía estar hecha de madera de abeto, pero nada más lejos de la realidad, era de cipres, fuerte y compacto, como si se hubiera fijado con un recubrimiento de metal.
No había nadie apostado en las puertas de la única entrada, tampoco se escuchaba ruido dentro, pero que no esperasen visita no quería decir que no estuvieran listos para recibirlos.
Zone da tres pasos, coloca suavemente su mano izquierda en la puerta mientras carga el puño, mira atrás de reojo, Reze asiente mientras toma una guardia alta, mira más atrás, a Declan. - Tápate los oídos, el aire residual te puede hacer daño - le dice.
En el momento en el cual el universitario se tapa los dos oídos con las manos, él piensa; “a la mierda”. Zone descarga su derecha en un recto perfecto, las puertas son empujadas de fuera a dentro del recinto, bisagras estallan, todo el pasillo se llena de lascas de metal y astillas, y una de ellas queda colgandera.
El interior era más extenso que el exterior, y eso que el exterior ya era enorme. La luz era escasa, y el boquete abierto en la puerta solo iluminaba los primeros cinco metros de pasillo, que vien podía haber sido túnel por la poca claridad y el mucho eco que había.
“¿Qué coño ha sido eso?” Gruñó alguien con la voz de un cerdo, lo dijo en japonés.
Empezaron los movimientos por los pasillos, Reze y Zone caminaban por la graba sin pena ni miedo, puños en alto y dispuestos a tumbar a cualquier cosa que se acercara, fuera hostil o no. Declan iba rezagado, más centrado en los posibles ataques por la espalda que en las galerías de puertas cerradas con llave que había a un lado y a otro de la pared, establos vacíos para posibles futuros interesados.
Zone ordenó un alto antes de doblar la primera esquina, alguien venía corriendo, apenas su nariz asoma, lo toma del traje a la altura de los hombros, arrugando una chaqueta de tres piezas. El charro entierra su rodilla en la boca del estómago del que llegaba, tan fuerte, que hasta su diafragma se descoloca, cae al suelo sin ninguno de sus sentidos funcionales.
“¿Intrusos?” gritan tres voces a la vez, inglés con acento norirlandés.
No fue tanto una sorpresa como una duda genuina, era la primera vez en la historia que alguien era tan valiente, o tan estúpido, de entrar a esta instalación por la puerta grande.
Declan miró al tipo inconsciente, sus rasgos y sus facciones, parecía un empresario estadounidense, tenía cara de ser el primer resultado que saldría en un motor de búsqueda si ponías; “Ceo financiero a mediados de los 40”.
- Tú - Reze sacudió a Declan del hombro derecho para que preste atención. - Tápate bien los oídos, van a estallar cosas por acá.
- Yo me ocupo - Samantha apareció tras él, con las dos manos a centímetros de sus oídos como si fuera a aplaudir con las dos abiertas. - No dolerá, pero será incómodo.
Sin más explicaciones, Declan soltó un vergonzoso gemido de tortuga cuando Samantha formó dos membranas de agua dulce en sus orejas. “Se siente como cuando el agua de la alberca tapa tus oídos”, piensa.
***
Los 10 metros que los separaban se hicieron escasos para Zone, que de un paso estaba estrellando un gancho de derecha en la mandíbula del tipo de ese lateral, mientras giraba y su codo zurdo rompía el maxilar a uno y empujaba al otro del lateral izquierdo que ya había empezado a mover los dedos para desenfundar.
Ondanadas de disparos llegaron desde varias bifurcaciones de caminos, Zone los esquivaba de 8 en 8 con más gracia que Neo en Matrix, y para cuando acabó, solo había una cacofonía de cuerpos inconscientes, que por el frenesí y el alboroto, a Declan le parecían todos iguales, sin tiempo para detenerse y observar, o siquiera preguntarse si realmente estaban inconscientes, porque muchos ni se movían.
Reze y Declan llegaron a la altura de Zone, ahora se presentaban 3 pasillos, paredes de ladrillo con soportes de madera, y cada tanto luces de túnel en las paredes con el brillo de bombillas de bajo consumo. Él miró al equipo, Declan solo estaba encogido de hombros, y Samantha en su sombra. Reze, en cambio, se agachó y tomó un arma del suelo, le sacó el cargador y miró las balas.
- El arma es una FN Eigth-Ten, calibre 29, 5.7 x 28 mm - analizó de cerca un casquillo como si calibrara el peso de un diamante. - Velocidad estimada, 1300 metros sobre segundo, mach 3.79 - se gira a mirar a Declan. - ¿Cómo existe esto en tu mundo? Que yo recuerde los primeros modelos se fabricaron en el 2368, cuando aún se creía que las armas de fuego silenciosas podían acertar a los súcubos en la oscuridad.
- ¿Qué? - pregunta Declan con los oídos taponados.
No hay tiempo para más preguntas, Samantha tira de sus hombros hacia atrás y tres balas surcan el aire frente a ellos. Una tropa de mínimo 12 hombres viene por el pasillo de la izquierda. Reze solo estira la palma derecha en esa dirección, una explosión los borra a todos y causa que los ladrillos se fundan y colapsen el pasadizo de mitad hacia delante. Queda uno vacío y el central por el que viene gente.
Zone arremete en estampida, la barrera del sonido partiéndose tras él, no ve rostros, solo borrones que pasan de pie al suelo conforme sus puños les van llegando, hasta que su mano izquierda queda atorada a una cantidad masiva de grasa y carne.
“¿Qué mierda?”, piensa mirando su puño.
Al levantar la vista sobre su sombrero descubre a un gigante obeso, parece un gorrino ibérico adulto, totalmente desnudo y con cuerpo de luchador de sumo en las últimas. La mano del tipo gordo sale lanzada por él a una velocidad que en circunstancias normales sería incapaz de ver, la evita doblando la columna y alejando la cara, la palma pulveriza los tres ladrillos que toca.
Con su mano libre, Zone pega con un revés sin medir su fuerza, y el puño pasa de hombro a hombro, cuando tira con su brazo bueno, todos los órganos del gordo se riegan en el suelo y él cae de boca sucumbiendo a su propio peso.
Zone se queda viendo eso, es lo único en lo que focaliza la vista, ¡Cuantísimo poder! Era raro que Riolu le diera tanto, que liberase tanto, algo tenía que estar yendo o muy bien, o muy mal, para que algo así ocurriese.
Pensando en esto, no volvió a entrar en sí hasta que Reze le empujó un brazo. - Reacciona, causa - le dice.
***
Los tipos del lugar han cambiado su estrategia de ataque, han abierto puertas, traído escudos y coberturas, y empiezan a abrir fuego. Zone baja el sombrero y ríe, situado delante de Reze, bloquea y rompe toda bala que llega con la fuerza de sus nudillos. Ella solo tiene que pensarlo y una explosión azota desde atrás a hombres, escudos y lo que sea que pille. Camino despejado, sigue adelante.
Declan sigue rezagado, avanza casi a ciegas, con un brazo a modo de visera tapa la luz de las explosiones, y con dos dedos en la nariz camina lo más rápido que puede para alejarse del olor a carne quemada y muerte. Samantha en mientras ha levantado una cúpula de agua frente a él que frena perdigones, tanto balas, como astillas como lo que sea que llegue. Por más que Declan trata de afinar la vista, no puede ver los movimientos de Reze y Zone, solo los cuerpos, las tripas y los pocos cráneos que están completos, pero después del quinto que ha visto, empieza a pensar que todos se parecen.
Dos gordos bastardos llegan por Reze y Zone, estos últimos se miran, asienten, y golpean en zigzag, tomando por sorpresa a los atacantes. Zone le hunde los nudillos en la frente a su enemigo, se los graba como un sello más allá del hueso, y en esa apertura genera una explosión señalando con dos dedos. Zone le estampa los cinco dedos en la cara al tipo en cuestión, su mano llena de energía explosiva prende toda la grasa de su cuerpo, y la masa incandescente chilla como los gorrinos antes de que le saque la cabeza de un puñetazo.
Así van pasillo tras pasillo, pero los hijos de puta no se acaban, salían de los establos, caían del techo atravesando losas impermeables o conductos de ventilación. A Zone le pareció el colmo el cabrón que les atacó al galope de un caballo percherón que corría tan rápido como un Ford Mustang, impresionante, pero muy lejos de la liga que manejaba, solo estiró la mano al arma con el que apuntaba, metal incandescente le quemó la cara y le hizo bajar de la montura, justo a tiempo para recibir una patada que le hundió el pecho, dada por el propio animal asustado por la explosión. Ni siquiera hizo falta matarlo, estar cerca del calor sofocante que Reze emanaba de las manos sirvió para que el equino girase en redondo y buscase otra salida, llevándose por delante hombres y gordos que llegaran. Los animales no entendían de aliados, solo de supervivencia.
Se deslizaron hasta un único pasillo donde cuatro caminos convergen, una enorme puerta de acero macizo, pintada con aerosol para aparentar ser de madera. Reze incluso tuvo que tocarla para verificar que su instinto no le fallaba y que efectivamente era una puerta de metal. Gira en sus talones, con un gesto pide a Declan que se acerque, luego visualiza las cuatro esquinas que doblan los pasillos y con un suspiro libera de si la energía más potente que tiene. Las cuatro entradas colapsan cual si fueran minas cerradas con dinamita, la oscuridad se apodera parcialmente del sitio, la única luz que llega la produce Reze con un dedo, aunque es tan potente como una linterna de 250 vatios.
- Samantha - Zone con un gesto de barrido con ambas manos, señaló bajo la puerta. - Ya sabes la historia, ¿Tendrías el gusto?
La española tomó su forma de sombra, y salió al cabo de un segundo para decir. - Es una zona peligrosa, cuento al menos 26 personas dentro, no solo hombres, también hay gordos, y siento un fuerte olor a metal y excreciones humanas, posiblemente sea una sala de tortura.
Declan se llevó una mano a la boca, la sala estaba totalmente aislada, pero de solo imaginarlo empezó a olerlo, lo sentía mil veces peor que la masacre de las súcubos en la isla. Reze también puso una mueca, sería como entrar a una cocina no despresurizada, y Zone, que era más de soluciones prácticas, solo cortó en tres la parte final de su poncho con las tijeras de la Kuchisake-ona, e hizo entrega de una tira para cada uno, que se enrrollarian para solo respirar por la nariz.
Declan terminó de atarse la suya cuando sintió una mano en el hombro, por supuesto, era Reze. - No creo que debas hacer esto - le dice. - Genuinamente siento que ver esto no te sentará bien en ningún sentido, ya no es cuestión de estar o no estar, detrás de esa puerta hay horrores que solo se ven en la guerra.
- Yo, yo puedo - Declan tartamudeó un poco, y el brazalete de Labios brilló rojo.
- No te fuerces - Zone es quien habla, ajustándose sombrero y guantes. - No te vamos a dejar aquí entre una pared y cuatro pasillos sin salida, pero acá Reze tiene razón, tras esa puerta hay solo muerte y desechos humanos, ni siquiera yo estoy preparado para tanto. - Pone una sonrisa de medio lado a Labios para que esta frote su brazal, luz verde - ¿Ya viste? No tienes que ser valiente todo el tiempo.
- Jej - Declan también rió un poco. - Estar acá ya es un acto de valentía para mí, hace dos días ni siquiera podía hablar con una mujer vestida de mucama, y ahora ya casi me acostumbro a ver tanto cadáver.
- No te sientas orgulloso de eso - Zone frunce un poco el ceño, y el universitario se achanta hacia atrás.
- Es admirable que no te hayas roto, ni por el collar que aún te presiona, pero todo esto no es divertido - complementa Reze, la voz de la experiencia. - Si puedes, cumple con lo que te dije cuando estábamos frente a Pacto. Vive una vida normal, tranquila, y no busques la guerra.
- Si - Zone asintió. - La historia nos enseña que la gente rodeada de muerte no acaba bien.
- Me hubieras dicho y te dejaba solo - espetó de la nada Samantha.
- No bueno - Zone hizo chasquear la lengua. - Sabes que no me refería a eso.
Ella sonrió - ya se, ya se.
Todo estuvo en silencio, una frágil tela esperando a saltar en mil pedazos cuando la puerta se abriera. También hacia algo de frío, mezclado con los nervios, Declan tiritó. Zone no dijo palabra, se quitó el poncho y se lo entregó al chico más joven, luego le pidió que se apartara en una esquina.
- No mires - le vuelve a pedir Reze. Declan asiente.
Su dedo se apagó, todo quedó a oscuras, Declan cubierto por el poncho, una burbuja de agua espiritual y el calor de sus nervios entrelazando los dedos y maldiciendo el collar que ahora parecía apretar más que nunca. Se hizo la luz cuando Reze visualizó la misma tras la puerta, se derritió de atrás alante, y entraron.
Toda esa habitación estaba a oscuras, era una gigantesca sala, de mínimo 16 metros de largo, donde múltiples jaulas de pájaros tamaño persona adulta se exponían a ras del suelo, los residuos humanos acumulados ahí indicaban que, asquerosamente, habían sido utilizadas hace menos de 4 días. En los puntos más ciegos de la sala estaban apostados francotiradores de mirilla infraroja, totalmente adaptados a la oscuridad, igual que los 13 gordos que se dispersaron como osos con las garras listas en un grupo impar.
Le tomó segundos a Zone pasar por ese boquete y arremeter con un derechazo el primer rostro enemigo que encontró, un hombre calvo de 40 y tantos, que inclinó todo su cuerpo y llenó de sangre sus encías, pero sus piernas dobladas aguantaron en el sitio. Zone no pudo creerse como el tipo explotaba su brazo izquierdo en un crochet que se enterró en sus costillas. El charro soltó una tos al mismo tiempo que contragolpeaba con la izquierda, una mano que se metió en la parte que junta cuello y maxilar, sacando al hombre volando con el cuello partido.
“Mierda, estos cabrones se han guardado secretos”, piensa.
Reze ilumina sus manos, será mejor pensar donde lanza ahora sus detonaciones, tirar un muro de carga solo generará más puntos desde los cuales entrarán enemigos. Fintea hacia la izquierda, evitando una ondanada de balas, señala al francotirador al frente suyo y tres que apuntaban a Zone estallan tras ella.
4 gordos llegaron por Zone mientras los otros 9 tenían más interés en Labios. El primero se tiró a por él con sus dos masivas manos extendidas, buscando agarrarle con dos brazadas, Zone se adelantó de un salto, la rodilla por delante directa a su cara sin cubrir, el gordo básicamente se noqueó solo al chocarse, parte del cráneo le salió por la nuca.
Zone posó los pies, escapó de tres manos, zancadas, giros y regates, constante movimiento para no ser un punto fácil, las balas pasaban sin darle. Se encontraba entre dos jaulas, un bastardo intentó aferrarse a él desde un punto ciego, torció sus caderas y le clavó un codo giratorio en el lóbulo frontal, pero no se fijo en eso, sino en las costillas que le salían de la caja sin haberlas tocado. Tres balas en su pico de velocidad habían pasado a través de músculo y grasa, Zone intentó fintar hacia la izquierda, evitó las que iban al pecho, pero un perdigón le perforó la rótula de lado a lado.
No tuvo tiempo ni de pensar; “me las e visto en peores”, cuando la mandíbula de un bastardo le enganchó la pierna, apretando con la presa de un oso y gruñendo como tal. - Cabrón - gritó antes de señalar y volarle la tapa de los sesos con una explosión.
Deseó no estar moviéndose más rápido que el sonido, así tal vez podría pedir ayuda a Reze, pero ella estaba en su propio asunto, tratando de sobrevivir también. El gordo que faltaba atacó con sus dos puños a la vez, abarcando sus dos cinturas, algo sonó a roto y resonó más cuando su espalda atravesó las barras de la jaula tras él, y su sangre se marcó en los hierros partidos y filosos.
El puerco se abalanzó de nuevo, Zone presionó la base con los talones y acometió también, sacó sus manos desde un punto bajo, y ambos se agarraron el cuello de forma correligionaria. La presa del cabrón era firme, mucha masa apretando sus vías respiratorias, pero el objetivo de Zone no era asfixiarlo, tiró con todas sus fuerzas hacia abajo y le insertó los filos de hierro a través de garganta y ojos. El gordo muere ipso facto, y la fuerza residual levanta las cinco toneladas de jaula, que se balancea y cae sobre él, dejando a Zone en una perfecta cobertura, pues los 50 cm de base metálica no podrán ser perforados por las balas. Tiene que respirar mientras puede, pensando en otras cosas, como hadas en minifalda, para no reconocer que el extremo superior de su fémur podría salirse de su pierna con un mal movimiento.
El humo se levanta en la esquina de Reze, bloqueando la trayectoria de las luces infrarrojas que la apuntaban, era lo más esencial del manual de espías; “si te ves forzada a luchar, pelea siempre viendo sin ser vista”. Explosiones fríamente calculadas surgen a su alrededor, las que no volatilizan cuerpos funden retinas, o queman a los implicados. Señala en una dirección mientras todo estalla en sus puntos ciegos, siempre en movimiento, rebotaba en sus punteras, giraba con sus talones, y cuando parecía que ya sabías su patrón, te señalaba y esta vez, sí eras tú el que estallaba.
Generó una explosión en el punto más alto de una jaula, inmediatamente después en el más bajo, sacando las baras empujadas hacia Lante como saetas, empalando las cabezas de los nueve gordos. La base la levantó con una onda de choque, calculando en que esquinas generaría sombras la explosión, y como se moverían los que en ellas estaban. La base saltó por ella como un frisbi horizontal, chocando y partiendo unas 23 balas que creían tenerla, ella se agachó, pasó bajo los perdigones y movió la cabeza en el mismo momento que un nuevo disparo le llegaba a tres centímetros de la retina.
Entonces señaló, y ocurrió un último “¡bum!” que partió a dos tipos al medio y los arrastró hacia sus pies. Reze no les miró, no, ya había visto muchos así, le movía una mezcla de insensibilidad y asco, aunque en el fondo deseaba que hubiera otras palabras que pudieran expresar su emoción. Caminó hasta donde estaba Zone, miró su rodilla con pena, no era una herida que se pudiera curar.
- Haz que cicatrice - toma un trozo de hierro entre los dientes, sabe que esto va a doler.
Reze recarga calor explosivo en su mano, planta la palma en la herida abierta, y Zone marca toda la dentadura en el hierro para no gritar.
- ¿Mejor? - pregunta Reze mirando la herida ya cauterizada.
Zone procede a erguirse todo lo largo que es, escupiendo el metal masticado de sus dientes. Hace un par de estiramientos, flexiona de ligamentos y da un puntapié a la base metálica, dejándola clavada en la pared contraria, como si fuera una moneda muy grande atorada en una hucha.
- Parece que si - saca su Nintendo y mira las dos pantallas. - Riolu está generosos regalando energía, yo no sabía que tenía estos comportamientos tan géneros.
- No los tiene - Reze también se incorpora, se quita lo mejor que puede polvo y sangre del pelo. - Cuando un general manda a morir a su equipo prescindible, siempre les da algo de armamento pesado para que no parezca evidente que son carne de cañón. Es lo que hicieron con nuestro equipo - gira para buscar a Declan, recordando que se encuentra en otra habitación. - Bueno, mi equipo en realidad, solo… deberíamos seguir.
Zone mira a la otra puerta, está si es de madera compacta, de cipreses, de nuevo. Esta cerrada por fuera con un gigantesco madero horizontal que Zone destruirá de un puñetazo en cuanto quiera.
- Avancemos un poco más, no hay razones para que Declan vea esto - dice Reze, señalando toda la sala llena de muertos, mejor dicho, señaló la sala que había pasado de ser un matadero metafórico a uno literal, propio de una portada de “gebi metal”. No se podría caminar por allí sin pisar sangre o extremidades, y era mejor respirar por la boca en todo momento, cosa que hacían porque aún conservaban la tela del poncho en las narices.
Zone asintió, solo una puerta más y esto acabaría. La echó abajo de un gancho casual, 5 metros de madera prensada hechos trizas con el esfuerzo de un soplido. Tuvieron que llevarse las manos a la cara, la luz taciturna se hizo de golpe, entraba por enormes ventanales, que si tuvieran vidrieras coloridas se podrían confundir con los de las catedrales a los ojos de Zone, ambos miraron en sincronia hacia lados opuestos, buscando gente o lo que fuera, pero había más que dos enormes filas de gradas que llegaban de punta a punta de esa habitación que no tenía nada que envidiar a un deportivo de baloncesto.
- Esto es como una iglesia neoclasicista - Zone mira el techo, sus surcos que marcan los arcos de una bóveda echa de madera, que por estas horas, destilan un extraño color anaranjado, que tiene su símil en el suelo de 10 cm de barro sobre una capa de metal duro. - Ve esos contra fuertes de madera, tenemos que haber llegado hasta el extremo final del edificio.
- Esto no es como una iglesia - Reze frunce el ceño mirando las vallas metálicas de metro y medio que separan la pista de las gradas. - Esto es un coliseo personalizado.
Enfrente de ellos, iluminado por la inclinación de las ventanas paralelas separadas por 90 centímetros, estaba una puerta roja, exactamente igual a aquella por la que habían entrado, tapada con un madero de 2 metros. No tenían forma de saberlo, pero tras ella se encontraban los establos personales de la dueña del lugar.
Zone apretó la mandíbula, miró a lo alto del marco de la puerta, a una extraña ventana similar a las de una cabina de radio, desde donde se anunciaban las cosas. Allí había estado un poder tan sobrenatural y maligno que permanecía pese al paso del tiempo. Lo señaló, pero no pudo articular palabra, se preocupó más de sacar y tirar su consola contra el suelo, Zone se puso en guardia, pero Reze vio algo más, giró en un semicírculo y lo abrazó obligándole a bajar, y protegiéndolo con su cuerpo, protegiéndolo de un trueno rojo que iluminó todo el sitio e hizo estallar las ventanas hacia fuera.
Capítulo 4: Nunca digas esta abogada no es mi madre.
Pacto había perdido la cuenta de todas las veces que se había cagao en los muertos del maldito chucho que todavía seguía presentando pelea con el pasar de los minutos, Riolu solo podía mantener distancia mientras respiraba todo lo posible antes de obligarse a atacar cuando los espolones de la cadena en su cuerpo le daban choques eléctricos.
Habían pasado ya bastantes minutos, pero en la percepción de Riolu estas eran horas. A esa imbécil de la cadena no podía estar yendole mucho mejor, sus huesos ya tendrían que estar gastados de tanto bloquear golpes, pero lo cierto era que no podía verlo con claridad, la única luz que venía de una cadena eléctrica anclada al techo ya le había jodido bastante las córneas.
Pacto se limpia la sangre de la boca con el canto de su mano, había que reconocer que el perro tenía una buena derecha, pero no le podían quedar más trucos. Riolu no tenía un pensamiento muy diferente, pero aún creía tener ventaja por el ojo cerrado que presentaba ella.
Lanzó un gruñido de batalla, rebotó por las paredes buscando tirar alguna, pero esa cueva había sido elegida a conciencia por Pacto como trampa mortal, la única forma de abrir un agujero sería tirando la montaña entera o destruyendo los escombros de la entrada, pero claro, Pacto no permitiría que eso pasara. Llega hasta su ángulo ciego, su ojo cerrado, Pacto rota, aguantando todo su peso en el canto de su pie, junta codo y rodilla, articulaciones duras que bloquean eficientemente el puño certero de Riolu. Parece un movimiento rápido, eficiente, pero Riolu ha notado que no, a sido un poco más lento, medio microsegundo más lento, pero es una debilidad que puede explotar.
Pacto contra ataca, un latigazo de cadenas que Riolu evade con un desliz hacia la izquierda. Pacto salta hacia atrás para caer en una pared, sus talones inmediatamente la impulsan hacia delante en un rebote, evitando tres explosiones generadas por Riolu que dejan marcas de metro y medio. Las rocas que saltan pacto se las lanza al demonio con un revés de cadena, y este las evita con una voltereta lateral al mismo tiempo que recarga una esfera aural para lanzarla, por supuesto, Pacto fintea, evitando el proyectil más poderoso del Pokémon como lo ha hecho las treinta veces anteriores.
Una descarga eléctrica le funde los pulmones, Riolu decide llevar a cabo su último plan, presiona su doble equipo al máximo, energía desbordante más allá de las paredes, Pacto se prepara. Decir que el sonido se rompe es quedarse corto, Rebota en cada punto, en cada ángulo, en cada sitio, los escombros que levanta parecen detenidos en el tiempo en su percepción. Se vuelve un punto verde cuando recarga energía al mismo tiempo que ataca con 7 explosiones a Pacto, ella danza pero una logra darle en la espalda, entonces Riolu salta, esta en un punto ciego, recargando su ataque más potente, todo su cuerpo proyectado hacia delante, el brazo estirado, la combinación perfecta de puño certero y esfera aural. Pacto abre el ojo que tenía cerrado, su sonrisa arrogante se marca en su cara, y al demonio Pokémon solo le queda impresionarse, pensándolo bien, la explosión tampoco había sido tan potente como para dejarla ciega.
Pacto inclina la cadera, el brazo de Riolu pasa a centímetros de su pecho, ella levanta la rodilla y golpea con un codo descendente, dos golpes que conectan al unísono en la articulación del hombro, lo parte como un cascanueces hace con los frutos secos, y de un simple tirón con la mano contraria le saca el brazo. Cuando Riolu quiere asimilar el crepitante dolor por la pérdida de la extremidad, la cadena de Pacto ya se está enrollando en su cuello y brazo restante, bajo la axila, impidiendo posibles movimientos para golpes que lo liberen.
Pacto aprieta el agarre tirando de ambos extremos de la cadena, apretando a Riolu como si fuera un condenado a garrote vil. Ella misma se estrella contra la pared y el suelo, de forma que ya no pueda perder el equilibrio. - Sos mío, y ya no te queda otro destino - se ríe. - ¿Qué pensabas? ¿Que lanzarte a vos mismo muy rápido no activaría mis sentidos? Aunque ataques a corta distancia, si vos te movés como proyectil, sos el proyectil.
Una trampa, claro que todo era una trampa, lo había sido desde el principio, el escape, escuchar las debilidades, la explosión en el ojo, la cueva, todo. 114 almas y ninguna había visto esto venir, o más bien, Riolu les importaba tan poco, que no se habían esforzado en evitar que la primera cosa que podía hacerle frente en años acabase con él.
- Sos un cazador de rango bajo - se burló Pacto. - Solo atacas desvalidos si ves que tienes la ventaja, sino solo esperas que otros lo hagan por ti. Confiado, cobarde y oportunista, te desprecio tanto como a mis hermanas, esas que mato por no ser dignas de las cadenas que madre les ofrece - jaló la cadena con más fuerza, garantizando que no habría escape. - No te sientas mal, perrito, vos perdiste contra la número 26 de la reina de las sombras y la maldad, no cualquiera puede presumir el darme pelea.
- Imbécil - masculla Riolu.
- Tengo un trato - le susurra Pacto a sus orejas que apuntan hacia arriba igual que su único brazo inmóvil, mientras sus piernas patalean como un bebe. - Vos me das a mí ese poder que decís tener para que salga de acá, y yo tal vez me apiado de tu consola, ¿Qué decís?
- Prefiero la muerte - escupe Riolu con el orgullo tan intacto como siempre.
- Con gusto - Pacto enciende su cadena en rayos, tanto que el metal se funde, y en un mísero cuarto de segundo, el calor pasa y parte la piel y huesos de Riolu cual si fuera un cuchillo a mil grados celsius cortando margarina.
La consola desde fuera se fragmenta y estalla, todas las sombras se disipan, Zone cae al suelo de rodillas, el poder de Riolu se ha ido con él, y la herida de su pierna ahora no tiene adrenalina que la aliviane. Lo peor llega con la mujer herida pero aún con ganas de bronca, que clava sus pies en el metal bajo el barro y sus ojos amarillos en lo que parecen dos presas impotentes.
***
Tres minutos antes.
“Trabajo presencial, pero como coño se me ocurrió que sería buena idea”, maldijo Cristina por trigésimo cuarta vez ese día mientras se masajeaba la sien.
Miró la foto sobre su escrito de caoba, lo había traído ella, era lo único que no estaba hecho con ciprés en este sitio. Era una foto de su hijo, hombre de metro ochenta y dos con gabardina y sombrero de ala ancha que posaba frente a una comisaría japonesa con un pulgar hacia arriba, un examen aprobado en la otra mano y una sonrisa propia de un sueño cumplido. Era de su primer día de trabajo, la última fotografía que tenía de él, ya habían pasado meses desde que murió.
¡Prin prin prin!
Una alarma sonó en su despacho, ¿Intrusos? ¿A estas horas del día? Giró en su silla de oficina con ruedas, y fue directa a mirar las cámaras, su corazón no se alarmó ni un latido, solo tomó su teléfono e hizo una llamada.
- ¿Qué? - respondió la otra voz de la línea.
- ¿Has mandado tú tres sudacas y una española a hacer limpieza en la granja? - preguntó Cristina mientras agarraba una jeringuilla (que deslizó por su brazo), y rebuscaba en los cajones.
- ¿Qué? - volvió a preguntar la otra voz de la línea. - Yo estoy aquí tranquila comiendo un bote de helado, bote incluido, y mirando las nuevas temporadas de Padre de Familia.
“Un simple “no” bastaba”, pensó Cristina mientras se ajustaba unas cintas con yeso en las manos y el brazo, como hacen los boxeadores. - ¿Te interesa que deje a alguno vivo?
- Nah - la otra voz hablaba masticando helado y plástico. - Tira a los caballos y que los maten.
- ¿Estás bromeando?
- Estoy sin ganas de hablar por teléfono, no escucho la tele.
- Esos caballos son de tus clientes, te pagan para que estén vivos.
- Soy la jodida Mika Fujilino - esa voz que alguna vez se oyó narcisista y altiva, ahora regruñía sin ganas. - Todo el mundo me paga para estar vivo.
- Aún así, los caballos son pura potencia sin control, estoy segura de que hasta una niña de 17 con un arma cortante podría acabar con todos si le dieras algo de Químico H.
- Pues no envíes a los caballos, mátalos tú, ¿Qué quieres? ¿Qué vaya yo a solucionarlo?
- ¡Si! - Cristina le gritó al teléfono.
- ¿Has cometido la estupidez de gritarme? - Cristina se detuvo con el brazo izquierdo a medio envolver. - Ahora estás apretando la mandíbula y reflexionando sobre tu vida, ¿Eh? Tienes suerte de que tu lealtad ya me importe demasiado poco, no importa que haga, ya aparecerá el caballero pelirrojo para joderme, como hizo con la loca esa de las ojeras y el multiverso, así no tiene gracia.
Cristina sacó un frasquito de algún líquido no común entre los humanos, echó un vistazo rápido a las cámaras. - Cielos, acaban de cargarse un puto pasillo entero de gordos y semi-agentes - dijo.
La llamada se cortó, Cristina maldijo a su jefa, alguien del escuadrón 70 ahora le vendría de lujo. Después de desearle a Mika la muerte esperando que algún día se estrellara con su limusina en una curva, rellenó la jeringuilla con el líquido, tirando de la cinta con los dientes se marcó las venas e inyectó su contenido en sangre. Lucharía como último recurso, pero lucharía.
***
Para Declan todo había pasado en menos de dos minutos, y si volvió a retomar conciencia de dónde estaba acurrucado fue porque todo su escudo de agua le cayó encima. Se levantó de un salto maldiciendo y golpeando sus oídos con el final de la palma para que saliera el agua por el lado contrario.
- Eso no ha sido gracioso, Samantha - dice a su sombra bajó el poncho empapado, pero no hay respuesta. - ¿Samantha?
Se escuchan resonar golpes con potencia, pero no viene de la habitación a su lado, viene de otra mucho más lejana, todo son ecos de explosiones y luces residuales. Declan echa un vistazo a través de la puerta fundida, sin apoyarse en el metal que aún quema, la sala solo está llena de muerte y mierda, iluminada por el ambar que pasa por el boquete que Zone hizo.
Declan se lleva las dos manos a la boca, da dos traspiés hacia atrás, resbala y cae de culo sobre su sombra, aunque negro es lo único que ve. - Samantha, por favor, dime qué estás aquí - no hay respuesta.
El suelo pareció temblar, una explosión más fuerte de lo esperado y un grito que resonó en el lugar, era de Zone. Declan empezó a hiperventilar, con una mano en el pecho y otra en el suelo, esto era muy malo en muchos sentidos.
“Ta madre, ¿Cómo le hago ahora?”, miró los pasillos taponados, pensándolo bien, había sido una pésima idea encerrarse así, aunque seguramente Reze no contaba con que Samantha no estaría para apartar los escombros. “Me dijeron que no me moviera de acá”.
Volvió a mirar la habitación, suelos encharcados en sangre roja de tintes negros, sangre muy sana pese a toda la suciedad del suelo. Declan vomita el desayuno en la esquina de su derecha, y tiene tres arcadas por culpa del olor que incluso le perfora la protección del poncho.
“Sangre fría, necesito sangre fría. ¡Zone ha gritado!”, piensa sintiéndose inútil. “Ojalá fuera un protagonista de anime, puta madre”.
Declan notaba que el aire no llegaba bien a sus pulmones, por alguna razón su collar parecía apretar más. Mira de nuevo a la sala contigua, iba a morir hiciera lo que hiciese, así que mínimo podía intentar caer con el honor del Tahuantinsuyo que corría por sus venas. Recordando cómo había pasado por los cuerpos frente a la base, toma una bocanada de ese putrefacto aire y piensa; “A ver si recuerdo como se hacía esto”.
Cruza la puerta, chapotea en la sangre, manchándose los bajos del pantalón con cada paso, casi no hay cuerpos reconocibles, solo extremidades y metales rotos. Declan ve un arma que tiene colgando un cuarto de mano a punto de apretar el gatillo, piensa brevemente en tomarla, pero no sabe disparar y no quiere llenarse las manos de esa sangre tan clara y espesa.
De una zancada salta dos hombres de rostro idéntico, si el miedo y la concentración en llegar al brillo de la puerta no fuera tan alto, hubiera notado que, de hecho, eran clones modificados genéticamente, quizás así se hubiera sentido un poco mejor. Solo avanzó otros veinte pasos más, rodeando entrañas de gordos bastardos, metales afilados perturbadoramente relucientes y armas con todo el cargador lleno que eran de reserva pero cuyos tiradores murieron antes de poder desenfundarlas.
En un esprín a las apuradas, llega hasta la puerta de cipreses rota, mira a Zone, que está con los brazos en tierra tratando de estirarse hacia delante. Pero se detiene en seco cuando un relampagueo carmesí contrasta con el azafrán de la tarde.
***
Un mísero minuto antes, cuando Zone estaba siendo protegido por Reze, cuando de la consola partida salía Pacto, y todas las sombras, si, en ese minuto, el tiempo pareció detenerse para todos.
- Oooo, mirá que carita ponéis - sonó un “clinch” cuando Pacto unió sus dos cadenas en una sola como por arte de magia. - ¿Me extrañasteis?
- Aag - Zone cayó de culo sin que nadie lo tocara, y si Reze no le ayudó es porque todavía no asimilaba la existencia de Pacto en ese lugar. - Mi… Mi poder, ¿Qué has hecho con Riolu?
- Lo maté - el metal del suelo chasqueó cuando Pacto lo azotó con la cadena. - Es mejor así para vosotros, no quiso que saliera de allá con su poder.
A Zone le ardía la pierna, su tolerancia al dolor había vuelto a la de cuando tenía 12 años, y no se podía poner en pie. Reze giró en redondo, interponiéndose entre él y Pacto.
- Ni los demonios consideran justos tus trucos - le dijo Reze con un dedo acusativo. - Aléjese señora mayor o…
Pacto cerró distancia en menos de medio segundo, giró sobre sus talones y los cantos de sus pies en una espectacular frenada para que su codo derecho se clavara en el hígado de Reze. Hubo una explosión en el lugar donde Pacto había estado, pero poco importaba, Labios Partidos ahora se doblaba por el daño y Pacto le estrelló dos nudillos en la cara en un golpe con desdén que la tumbó en el suelo, al lado de Zone.
- Predecible - Pacto fingió bostezar. - No sirve atacar más rápido si no estoy cuando activas tu daño, ¿O no? - negó para sí. - Bueno, me estoy cansando, solo preguntaré una vez, ¿Dónde está mi cachorro?
A Reze le faltaba el aire, de alguna manera Pacto le había golpeado con tal fuerza que el daño pasó de su hígado a sus pulmones. Miró a Zone para que la socorriera, pero el charro solo podía mirar a Pacto, sin valor para hacerse el fuerte.
La puerta estalló en el otro lado del estadio cuando una mujer impulsada a siete mil kilómetros hora la atravesó ya con los puños listos en sus vendajes de yeso. Pacto giró, deteniendo su jab de derecha con una mano que se quedó inmediatamente adherida a las vendas, y así expuesto totalmente su perfil a una tremenda izquierda que la sacó volando, partiendo las verjas y tres cuartas partes de las gradas. Prácticamente todo el lugar se llenó de polvo y lascas de concreto y madera desperdiciadas.
Zone miró ahora a la figura quieta frente a sus ojos, una mujer adulta de largo cabello castaño, vestida como abogada en funciones y los brazos totalmente vendados con cintas y yeso, como un Tyrogue. La mujer era Cristina, le devolvió la mirada con desprecio a él y a Reze, que mareada por el golpe de Pacto, se tocó la cabeza y vio que sangraba.
Se giró para agradecer a su salvadora, pero recibió una patada de futbolista casi por resorte, en toda la mandíbula, y cayó al piso de una. Zone fue incapaz de seguir eso con los ojos, y solo vio caer a Reze de la nada, mirando ahora a Cristina con las palmas hacia el cielo en señal de rendición.
- ¿Así que se te acabó el chollo, eh? - le preguntó. - Nada de poderes.
- ¿Hablas español? - preguntó.
- Por favor, cielo, tengo unos rasgos mediterráneos visigodos celtíberos que te puede dar algo, y tú tienes cara de que si bailas llueve, no hagas preguntas obvias - pisó la pierna ya herida de Zone y esta crujió haciéndole gritar. - Ahora me vais a explicar porqué coño os habéis metido en mi propiedad y matado a mis hombres, o una pierna rota será lo mejor que te pase hoy.
Cristina retiró la cabeza hacia atrás instintivamente al notar una fuerte perturbación en el aire, el puño y luego el antebrazo de Pacto pasaron cerca de su cara, pero no pudo evitar la segunda parte del ataque, y el puño izquierdo en la combinación “1 2” que Pacto lanzó le pegó en la mandíbula, alejándola medio metro de su punto inicial.
La cadena de Pacto voló sin ningún siseo, enrroscándose al cuello de Cristina con la complexión de una constrictor. Los ojos de la abogada analizaron a inhumana velocidad la cadena, encontrando el eslabón más débil, justo en el medio. Cerró distancia en un paso y lo rompió con un gancho ascendente de derecha. Toda la cadena se prendió en electricidad igual, pero Cristina se la quitó con un gesto que no implicaba prisa.
“Fue muy inteligente por parte del bibliotecario darle ese factor aislante al químico ese de la niña de lazo azul”, Cristina bajó su centro de gravedad y estiró sus palmas, en una pose más de wrestling que de striking, amagando con un agarre que no iba a lanzar.
Alzó la pierna rápido, en una patada alta que tiró una columna de aire a presión, Pacto se deslizó hacia la derecha para evitarla, el viento le rompió los tímpanos a Zone, le sacó el sombrero del estadio y tiró su cuerpo en la entrada con una pierna colgando.
Cristina avanzó en zigzag, fue como un proyectil hacia Pacto, y por lo mismo, la súcubo pudo inclinarse para evitar el golpe, una poderosa mano derecha que pasó por su frente sin la chance de rozarla. Pacto le devolvió una poderosa diestra, que tiró todo el cuerpo de Cristina de espaldas, pero esta cobró conciencia en un chispazo de neuronas, con su pierna totalmente estirada, tiró hacia atrás de su propio cuerpo, ejecutando una patada, durante un momento infinitesimal, hubo un encaje perfecto entre la mandíbula de Pacto y su empeine.
Declan entra temeroso, si hubiera tenido percepción a super velocidad hubiera celebrado que Cristina lograra encajarle una espectacular chalaca en el maxilar a la pelirroja, pero solo la vio caer con el impacto que le había sacudido el cerebro. Cristina también cayó, con los omóplatos, las vértebras cervicales y torácicas totalmente machacadas. Mira a Zone, una pierna totalmente rota y los oídos sangrando, el destino se estaba riendo de él, estaba prácticamente igual que Área y Terapia la última vez que las vio. Luego miró a Reze inconsciente, deseando tener la fuerza para sacarlos a los dos de ahí.
“Puta madre, puta madre, sangre fría, sangre fría, Zone no tiene manera de defenderse, él sale primero”, pensó agachándose y tomándolo de las axilas.
Mira a Cristina, poniéndose tiesa en un ángulo de 90 grados, las roturas totalmente regeneradas. Por mirar al universitario, no ve a Pacto, lanzando un gancho en ángulo muerto a plena máquina contra la cabeza de Cristina, la manda a tomar vientos en dirección a una ventana.
- Mi perrito, te eché de menos - Pacto tira su cadena, enganchándose inmediatamente al collar que Declan aún porta. - Chico malo, te ganaste un castigo.
Cristina vio su destino de salida, pero giró con un backflip para recolocarse, sus talones se apoyaron justo en el alféizar de la ventana, dio una fuerte patada para rebotar, rompiendo la barrera del sonido para que la onda de choque la enviase hacia delante.
Pacto giró, pero con todos los órganos internos dañados, los huesos lastimados, la espalda quemada, y el cerebro sacudido, ya no contaba con fuerzas para contragolpear a tiempo. Cristina la hundió el pecho, la correa dio un latigazo, y Declan fue lanzado en arco hacia arriba.
¡Crack! El fuerte efecto de latigazo le partió las cervicales, su cuerpo cayó sobre su pierna y su móvil se partió casi al lado de la consola de Zone. Piensa que va a morir, toda su vida pasando en segundos, sus padres, Las fieras del ritmo, los labios de Reze, la experiencia en las manos de Zone, el apoyo de Samantha y al fin, todo termina aunque no quiera terminarlo. Sonríe, es una muerte bastante especial para alguien tan patético como él.
La luz al final del túnel parece ser turquesa, como su pantalla ayer sobre estas horas.
Entonces cierra los ojos y se siente en paz.
Capítulo 5: Sirvienta Real de la Información.
Declan abrió los ojos, seguía sin poder moverse, y no sentía nada de cuello para abajo, así que su nuca fue la única que lo avisó de que estaba recostado en un suelo frío y duro, probablemente mármol, aunque en realidad era un mineral supradimensional más duro que el titanio. Parecía estar mirando a un cielo más oscuro que las noches en el mar, pero en la periféria de sus ojos notaba salientes púrpuras, como diamantes fragmentados que alguna vez fueron las torres de un castillo.
Todo el lugar parecía emitir su propio brillo, él no tenía forma de saber que en realidad tenía múltiples libros a su alrededor, manuscritos rotos o quemados por el efecto de devastadores rayos, y múltiples filas de estanterías que una vez fueron una hermosa biblioteca conectada a todas las dimensiones, en todos los tiempos y todos los lugares. Lo podría haber averiguado si intentase hablar, los restos de inmobiliario le hubieran pedido silencio, como se pide en las bibliotecas, pero desgraciadamente, estaba totalmente inmovilizado.
Empezó a escuchar pasos, unas pantuflas suaves y de algodón que caminaban hacia él. En su marco visual apareció una melena lila tan clara que parecía plata, y una cara propia de un personaje de anime.
“¿Cómo?”, se preguntó Declan. “¿Acaso ahora reencarné en otro isekai? ¿Es ella Emilia de “Re:Zero?”.
Miró el gesto de desaprobación que su semblante marcaba, esa mujer parecía un ángel, pero no uno feliz. Entonces los ojos color turquesa que le correspondían, parecieron brillar con luz propia, y así descubrió quién era esa mujer.
“Ese brillo, es el mismo que el de la pantalla del celular… Ella e- ¿Ella es quien me mandó al mundo de Skygea?”, piensa sin poder hablar por tener todo el cuerpo parapléjico.
- Impresionante, ese demonio no alardeaba, realmente podía afectarme - la mujer habla con sosiego, en un idioma propio que Declan entiende como si fuera un dialecto del japonés. - Solo estando en contacto con su recipiente roto ha podido abrir un portal que te ha traído hasta mis dominios y no solo hasta el reino del teléfono como pasó la última vez.
La mujer lleva un vestido, nada muy suntuoso, incluso podría llamarse pijama. Infla sus faldas y empieza a girar en torno a Declan, cual asteroide en una órbita, cuando lo considera oportuno tras una reflexión, chasquea los dedos.
- ¿Cómo? - pregunta el universitario en alto. Recupera su movilidad sin sentir un solo dolor residual, y mientras toma una pose de hombre recién despierto, mira a la mujer de ojos turquesa que sigue girando a su alrededor con un viento que abre los libros del suelo y mueve las páginas.
- Eres el primer varón humano natural que llega hasta aquí vivo y solo, felicidades - ella aplaude tres veces, lento, cual si fuera sarcasmo. - Más, fue por accidente, no es un logro que merezca lluvias de alabanzas.
Declan mira a su alrededor, contempla las decenas, y centenas, y millares de estanterías de aparente cristal morado pasión, una al lado de otra, alguna vez fueron contrafuertes sólidos como los de una casa, ahora eran una ruina, cual castillo de fantasía destruido por el peso de un dragón. No había ningún indicativo del paso del tiempo, y esa mujer ya se había detenido frente a él, como un oráculo griego que espera una pregunta.
- ¿Quién eres? - pregunta el universitario.
- Que gran pregunta - la mujer hablaba con antinatural calma y nulo movimiento. - Atrás queda el tiempo en el que hubiera dicho que solo soy una entidad que gusta de la información, un espíritu deseoso de descubrir los secretos que alberga el silencio documental, más ahora, puedes llamarme una buscadora del conocimiento práctico y teórico.
Gira sobre sus talones y mira hacia el cielo. - No te veo, pero tu me narras, ¿No, Silencio? Me muevo entre dimensiones que no se podrían enumerar ni con 6 dígitos, pero ya no hay rastros del alma de ninguno de esos tres, ¿Es esto una broma tan cruel como mi sala de los besos? - se lleva la mano al pecho con un ademán. - Me has visto reclamar almas de planos inaccesibles, cristalizar criaturas inenarrables, moverme entre jerarquías y dar testimonio de la muerte final de quien dijo ser tú en dimensiones espejo, y de todos los candidatos, me entregas a este niño pusilánime que lleva traumado con Jeff the Killer desde que perdió un debate en “feisbuk”, ¿De verdad?
Declan replegó los párpados y aflojó la mandíbula, ¿Cómo sabía lo de Jeff? No se lo había dicho a nadie. La mujer giró en redondo, considerablemente más bajita que él pero más aterradora que el recibo de la luz. - Más como supongo que preguntas por un nombre, puedes llamarme Isabel - concluye.
La cara de Declan es un poema, un galimatías de un idioma arcaico que no se podía traducir de manera entendible. Guarda silencio por un minuto entero antes de decir. - Bueno, Isabel, ¿Tú eres el poder espiritual del que habló el demonio de la consola?
- Si - una respuesta automática, porque ya esperaba esa pregunta. - También soy quien hizo la modificación que descargaste, y quien borró los registros de tu historial. Yo soy quien creó los 46 millones de años luz que forman el universo del juego en tu dispositivo móvil, y aunque no preguntarás por ello, también soy quien le dio el don del idioma que tu mundo llama; “pre-enoquiano” a Reze Álvarez Díaz, por eso era entendida por los muchachos japoneses y leía los escritos pese a que solo la percibías hablar español, con mi don, hablaba, leía y escribía cualquier idioma.
Declan tragó saliva, no sabía que hacer o de qué hablar, esa mujer parecía saberlo todo de él. No era el caso, pero claro, él no tenía manera de saber que ella, esa entidad llamada S R I se movía en el tiempo de forma no lineal, y que desde que Zone lo había salvado, había ido atrás en el tiempo y memorizado cada segundo de su vida.
- ¿Y qué debo hacer ahora? - pregunta Declan.
- El problema es mío por esperar una conversación interesante con alguien que prefiere protagonizar juegos donde no habla - comenta Isabel con una mirada que parecía estar haciéndole un traje. - Mejor será que te regrese a tu mundo.
- Espera - Declan estira una mano hacia delante inútilmente, Isabel ni se ha movido. - ¿Qué…? e, e, ¿Qué?
- ¿Qué te ocurrirá? Te mandaré con todos los huesos reparados y sin este estúpido collar, sacado de las fantasías más depravadas de un perdedor - Isabel alza una mano donde tiene el objeto en cuestión cristalizado átomo por átomo, rompiéndole con un apretón sin esfuerzo. - Después no se que te ocurra, no es de mi interés.
» Como te estarás preguntando, si, Pacto estará por allí, pero no debería preocuparte, está muy débil, a lo mejor Cristina la mata, lo cual si debería preocuparte, porque no encontró divertido que tu equipo matara a toda su granja. Cabe la posibilidad de que las dos se maten mutuamente, en ese caso Zone morirá de una neurisma y hemorragia interna, con esa pierna rota no podrás llevarlo a ningún lado, y Labios Partidos lleva inconsciente más de 20 segundos, seguramente también esté muerta o tenga una lesión cerebral irreparable.
Declan se vio muy superado, avasallado por información que no domina, menuda huevada, no podía lidiar con su vecino molesto, imagina una pseudo semi-diosa con dotes de vidente que se sabía desde su concepción hasta su presente.
“Mente fría, mente fría”, se dice. “Aún no me ha mandado de vuelta, debe esperar algo de mí. Veamos, tengo que decir algo”.
- Llegué hasta acá vivo, ¿Cierto? - pregunta Declan con aires de valentía.
- Eso veo, ¿Por qué importaría? - Isabel entrelaza sus dedos y los baja hasta su regazo.
- Porque si no importara ya me hubieras votado a mi mundo, pero me ofreces opciones, eso es antónimo de la postura que planteas en la que no soy de importancia - Declan infla el pecho, corta algo de distancia con un paso que patea un libro del suelo. - Superé tu prueba, hice la ruta de “Destinos de Skygea”, logré solucionarlo yo mismo y ahora he logrado llegar hasta ti.
- Ja - Isabel no reía, solo deletreaba las sílabas, tenía el mismo efecto que leer “XD” con una cara seria. - Como dice un refrán de tu mundo; “te creés la última Cocacola del desierto”, no sobreviviste por tu propio mérito, tuviste la suerte de que Riolu pasó por allí y neutralizó parte de mi poder sobrenatural abriendo un portal que te sacó de la dilatación temporal del mundo de Skygea.
- ¿Dilata… qué?
- Un día en Skygea, es un segundo y medio en tu mundo - Isabel levantó un dedo y medio, de alguna forma. - La unidad de tu ser se juntó con Amo Magnético, y esa unidad fue la que Zone extrajo, con el collar, por supuesto, porque ya lo visualizabas como algo interiorizado en ti, igual que Carlos interiorizó sus pistolas - Levanta una mano cuando ve los labios de Declan medio moverse. - No preguntes, larga historia, no es el momento.
Declan apretó puños, dio otro paso, estaba a 7 más de Isabel. El coraje fluía en él por saber que no tendría otra opción, o tal vez era el pensar que la oportunidad de arreglarlo todo se podía escapar entre sus manos.
“No otra vez, ta madre, no otra vez”, recordó a sus amigas caídas, los ojos de Samantha, la sonrisa arrogante de Pacto, y la soberbia robótica de Isabel.
- No eres especial, me temo - retoma Isabel su monólogo. - Si hubieras buscado más casos de personas que fueron llevadas al mundo de Skygea, hubieras encontrado un hilo de Reddit hablando sobre esa alucinación colectiva de personas que yo elegí anteriores a ti. Si, muchas descargaron el juego, murieron al final, eso solo les devolvió a su mundo pensando que era un sueño, es todo.
Isabel levantó la mano, dispuesta a chasquear los dedos, a devolver a Declan a su mundo, su historia no había complacido sus expectativas. Pero él no toma por válida esa opción, corre lo más que sus piernas le permiten, y envuelve la mano de Isabel con sus palmas.
- Espera - suplicó. - Por favor, espera - respira bruscamente, mirando sus manos cerradas. Los dedos de Isabel son fríos como témpanos de hielo. - ¿Qué puedo ofrecerte? Lo que sea, suplicaré de rodillas si lo quieres, lo que sea.
Isabel miró las manos de Declan apretando sus dedos tan inútilmente como una mantis tratando de cortar un árbol. Tenía los nudillos de una mano raspados por el choque contra el suelo, y la otra le temblaba, un esfuerzo titánico para no desmayarse, como si solo tuviera 7 días para salvar a la humanidad. Eso se reflejaba en el iris turquesa de la Sirvienta Real de la Información.
- ¿Qué puedo ofrecerte? - vuelve a preguntar Declan, con las lágrimas fluyendo por sus ojos como tablas de surf en las olas de “Los Yuyos”.
S R I empuja de el pecho a Declan haciendo que se aparte, no fue lo que se diría un toque suave, pero tampoco fue brusco, el tipo se aferró a la mano de ella incluso cuando le empezaron a sangrar las llemas.
“No soy un huevón, ni un prota de anime que resuelve todo al último minuto, pero este segundo voy a invertir todo el tiempo que mal gasté en mi vida“, eso decía la cara de aquel muchacho.
Isabel alza la cabeza mirando hacia el cielo vacío, la infinitud de oscuridad desde la cual la segunda jerarca la contempla, o eso supone, por la naturaleza de la misma, jamás podría comprenderlo.
- Silencio, ¿Es esto una prueba? - pregunta.
“No me callaré”, quiere decir Declan, pero su boca se vuelve cristal, se mira los labios, y aún así, lo único que hace es aferrarse con más fuerza a la mano de Isabel.
- Silencio, respóndeme, no hay imposibilidades en ti, ¿Es esto un mensaje? ¿Te burlas de la ilusión que es el libre albedrío cuando tú eres todas y cada una de las letras de esta maldita jerarquía? - Los ojos de S R I ascienden planos y dimensiones, una tras otra, arriba y abajo, desde las sombras del vacío cuántico hasta fuera de las 21 capas de la teoría de cuerdas, pero Silencio no parece estar allí. - ¿Por qué no me dejas tener sus almas? Las 3 en un solo cuerpo, ¡Los quiero de vuelta a ellos! Solo ellos me enseñaron la importancia de una pelea, lo sabes.
» Eres el guión viviente de esta narración, cualquier cosa que yo haga, cualquier cosa que cualquiera haga, la haces hasta el infinito, por motivación involuntaria o a conciencia, ¿Por qué me niegas a Carlos, Iris y Ruka, y me entregas a este verriondo zarrapastroso que parece escrito en una apuesta de “tienes un mes para crear una historia compleja con este audio casi pornográfico en el que no puedes quitar nada de nada, lo único que puedes hacer es agregar”?
Los ojos de Declan se iluminaron por la declaración, no por los insultos, no los había entendido, sino porque tuvo una idea cuando escuchó; “me enseñaron la importancia de una pelea”. Empezó a empujar, con empujar quiero decir frotar las manos (porque Isabel no se movía), y ella le quitó el cristal instantáneamente.
- ¿Tú lo que quieres es un enfrentamiento épico contra Konna Yoru, cierto? - La fragancia de la esperanza brilla en los ojos de Declan mientras pregunta.
S R I no responde.
- No pasa nada, lo entiendo, ahora lo entiendo - Declan ríe y se pasa una mano por la cara para secarse las lágrimas, cómo si hubiese abierto la última Cocacola del desierto para disfrutarla antes de seguir la travesía. - Has dicho que todos los que descargaron tu versión de Skygea murieron contra Pacto, sino es que antes, tú lo que querías ver es una pelea épica para matar a Konna Yoru, ¿Cierto?
S R I permanece observando.
- Eso también sería una gran historia, una de esas que pides - Declan alza las manos hacia el cielo metiendo dramatismo. - Cuando todo parece perdido para el mundo de Skygea, Amo Magnético regresa con Zone, el cazador de espectros, Labios Partidos, la espía redimida, y Samantha, la mujer de ojos profundos.
- Puta mierda - sentencia Isabel. - Un Deux ex machine en toda regla.
Lejos de desanimarse, Declan da otro paso al frente, hasta mirar a Isabel desde arriba. - Conoces esta clase de historias tan bien como yo, seguro que mejor, un discurso de último momento, recuperar la fé en un último aliento que diga; “aún no he muerto”, y unas manos que se alzan victoriosas contra adversidades imposibles, hagámoslo.
- La vida no es un anime - Isabel se cruza de brazos en un extraño gesto humano. - Solo estás planeando una idea fácil sin reparar en las consecuencias, así como dice un refrán de tu mundo; “te has centrado tanto en el árbol que no has visto el bosque”, no sabes quién es Konna Yoru, o que hace, o como lucha.
Declan lo piensa, indaga lo más que puede en sus recuerdos. - ¿Tú sí? - pregunta, ambas cejas alzadas.
- Yo la creé, forjé su mundo, su espacio, su destino y sus leyes - responde Isabel.
- Cierto, pero no la viste en acción - Declan recuerda entonces todas las limitaciones de Skygea, las veces que no podía hablar, las cosas que no podía hacer, el final por defecto. - Le reclamas el libre albedrío a una jerarca que ni conozco, pero tu lo limitas en tus creaciones, y no me dejas enfrentarlas - Declan la mira y luego voltea a ver el suelo. - ¿Será que no eres tan fuerte?
Isabel abre tanto sus ojos como si fueran dos enciclopedias. - ¿Qué insinúas?
- Riolu dijo que tenías un poder inmenso, pero que desaparecía rápido, Zone incluso sugirió que podía ser inestable - Declan suspiró, juntó las manos, mantuvo la calma, intentó ser tan sereno como Reze. - Tienes la oportunidad perfecta de demostrar lo contrario, piénsalo, tú, “Las fieras del ritmo”, Zone y Samantha, contra Konna Yoru y su ejército de súcubos, un choque de mundos, una pelea final, una victoria y todos contentos ¿Qué me dices?
Isabel pensó, creó una especie de cristal extraño frente a ella y de un puñetazo se lo hunde en el pecho. Tres más aparecen, dos se incrustan en los hombros y uno en la cabeza. De alguna forma, esos cristales encriptan su poder, y le garantizan una forma sólida y estable que no alterará el continuo espacio tiempo del lugar que visite por el mero hecho de estar presente.
Declan extiende su mano. - ¿Tenemos un trato?
- Si esto te sale mal, desapareceré, y quedarás solo - S R I le extendió la mano para corresponder. - Además, Pacto regresará al punto de la historia del que fue extraída, y eso lo vas a tener que arreglar tú mismo, ¿Estás dispuesto a dejarte cuerpo y alma en este trato, incluso si se pelean?
- Trato hecho.
Capítulo 6: en donde se narra como Isabel y Declan se enfrentaron a Konna Yoru para demostrar que si era una villana de temer y no una vendida de humo.
Terapia tenía miedo, antes había presumido de poder con Pacto, pero era mentira, bromas que decías entre amigas sabiendo que nunca se cumplirían, lo típico de; “si tuviera al presidente delante le daría un puñetazo”, ahora solo podía mover los ojos, su cuerpo totalmente vapuleado. Pedra estaba a su lado, la escucha respirar muy flojo, y si querían evitar que Área tuviera una hemorragia había que hacerle una limpieza y transfusión ya, tarea difícil con sus dos brazos armados valiendo callampa.
Desde su punto, prácticamente a ras del suelo, estaba viendo como Pacto ponía a Amo Magnético en su regazo para besarle hasta la campanilla mientras la rusa traidora miraba; “sapo culiao, ¿Sa wea qué?”, piensa.
De un momento a otro se forma un portal, y los tres desaparecen, o algo así, Terapia solo sabía que tanto silencio estaba haciendo que sus oídos pitaran. Aplicó la del Undertaker para incorporarse, y luego le tiró una pequeña piedra a Pedra en la frente.
- ¡A u! - Pedra se pone recta con la mandíbula apretada, evidentemente sin palparse el dolor con su traje de veneno. - ¿Tienes aire en la cabeza? ¿Por qué me tiras una piedra?
- Ni modo que te toque, eres de veneno y tengo la armadura rota - se queja Terapia mientras de un movimiento le arranca parte del traje de Fórmula uno a Área, la parte de la herida, para ver cómo está. - Puta la wea, esto es malo.
La herida tenía mucha tierra dentro y lascas de concreto clavadas en el exterior, Terapia se rasca la nuca mientras mira, esto era mano. Apretando los dientes para pensar en algo rápido, nota un mordisco de hierro en su piel. Voltea la cabeza con rabia hacia Pedra que se está quitando el ropaje de veneno, lista para traer algo con lo que limpiar la herida.
- ¿Qué? - pregunta cuando nota que Terapia se la queda viendo.
- ¿En un momento así te parece bien devolverme el golpe? - gruñó con estrés la chilena.
- ¿Qué estás diciendo? No he hecho nada.
- Me acabas de pasar un trozo hierro por la nuca, perkin impertinente - Terapia la señala con sus manos, los cables dando relieve a la armadura, y los picos de los nudillos apuntando amenazantes. Sus ojos se agrandan, ¿Cuando había vuelto a recuperar sus armas?
Área abre los ojos, mira a Terapia gritando con parte de su uniforme en la mano. - Joder - se hace un masaje en las sienes. - ¿Qué coño pasa?
Terapia se puso a reconfigurar su traje, todas las funciones habían vuelto como si no hubiera sido dañado en primer lugar. Pedra se acercó a ver al equipo, la pierna de Área se había limpiado completamente, pero la cicatriz le iba a quedar de recuerdo, y la española estaba haciendo estiramientos suaves con media pierna al descubierto.
- ¿Cuál es tu tipo? - pregunta Terapia.
- Altos y castaños, ¿Qué tiene eso que ver? - aún aturdida, Área parece ofendida.
- De sangre, po weona - Terapia señala al charco al lado de su pierna, le va a hacer una transfusión. - Luego te quejas de mis confusiones con palabras.
- A, joder, "A positivo".
La transferencia fue rápida y eficaz, un segundo después ya estaban las tres revisando el lugar con la mirada y evaluando daños. Todo estaba hecho unos zorros, habían visto guaridas de súcubos bombardeadas con mejor aspecto, lo que no estaba lleno de cascotes y techos caídos, lo estaba de cuerpos expuestos y tripas, todos ellos bien distintivos según la agresión; grandes grupos con pieles cocidas o caídas por pulmones reventados cortesía de Área, cuerpos estirados de extremidades rígidas y espuma en boca fruto de Pedra, y de los cuerpos machacados con sangre antónima a la propia de su cuerpo mejor no hablar, porque Terapia se sentía orgullosa de cada cadáver que contaba.
- ¿Alguien sabe que se supone que ha pasado? - pregunta Área al fin.
- No - Pedra apoya la frente contra el canto de su mano. - En como dos días no había estado tan mareada, recuerdo la explosión y nada más.
- Pacto nos traicionó, siempre fue una súcubo mala como el chamuco, y Labios y Magnético se hicieron pololos y eso les expulsó del universo - Terapia lo relata con cara de poker, naturalmente Área se gira con una ceja alzada. - Lo digo deveras.
Una luz purpura de destilación turquesa interrumpe la charla, el suelo se cristaliza a sus pies y hasta los cadáveres parecen cobrar vida solo para retirarse. Ni bien notan el primer fotón, las tres ya están en guardia, Área y Terapia al frente como un escudo, cubriendo a Pedra que de una voltereta hacia atrás llega a su ropa para ponerse su fuerza de ataque.
De la luz se materializan 4 figuras; Área focaliza sus ojos en la que creé más peligrosa, una mujer de rostro fino, aparentemente tailandés, pero piel clara, propia de las montañas holandesas. Viste una armadura de garras y picos, junto a un yelmo tallado a cincel de un material extra dimensional de brillo propio.
Amo Magnético esta a su derecha, y a su izquierda Labios Partidos, que se masajea la parte baja de la mandíbula como si hubiera recibido una patada. Hay alguien más, un tipo que no conoce, trae la complexión de Carlos Sainz y la tez de un criollo, un poncho cortado y empapado, con restos de sangre, tanto propia como ajena, y un pelo revuelto que parece que ha sido cubierto por semanas con un sombrero no muy limpio. Se quita un guante largo, revelando unos dedos con cicatrices y llagas de tercer grado, se rasca un oído murmurando; “ay, ay, ay, quién me manda a mi a jugarle al vergas”.
Amo Magnético también parecía maravillado de volver a verse, comprueba la movilidad de todos sus músculos y estiraba su cuello como si al fin fuera libre. Área y Terapia solo se miran entre ellas y luego de nuevo a las cuatro figuras, están totalmente desentendidas.
Unos escombros tiemblan y se levantan unos pasos más allá, ganándose el mirar de todos. Pacto se levanta con la fuerza de sus rodillas y una cara de mala ostia totalmente nueva en el semblante narcisista que acostumbra; - chis, chis, chis… este lugar solo está lleno de perros y mujeres molestas - dice.
Entonces su propia cadena se levanta sola, se enrolla a su cuello y Pacto sale despedida hacia atrás por una voz que dice - ¡Ven aquí! - abriendo un boquete en la pila de escombros que Declan creó, que se la traga en una inmensa oscuridad hacia las profundidades de la madriguera.
- Ja, como en Mortal Kombat - dice Zone antes de ponerse el guante de nuevo.
De más está decir que nadie está entendiendo nada.
- ¡O alguien me explica que coño está pasando aquí, o voy a suponer que estoy drogada y muerta! - grita Área, provocando algo de eco en el lugar que se pierde en las profundidades de la madriguera.
- Si, tú nos habías traicionado - Terapia señala a Labios que abre unos ojos de llama sorprendida. - a ti te vi explotar o una wea así - señala a Magnético. - ¿Y que chucha hace acá Pedro Pascal?
Declan en el cuerpo de Amo Magnético dio un paso con intención de explicarse, pero Isabel le puso una mano en el pecho y pasó primero. - Es vuestro destino.
- Es verdad, vamos a matar a Konna Yoru - dice Pedra haciendo crujir sus nudillos, y todos están de acuerdo.
***
Caminaban por un túnel de roca maciza muy largo, las horas parecían transcurrir más lentas allí, y el aire escaseaba. Zone parecía ser el único afectado y Amo Magnético permanecía a su lado por si se desmayaba, para el resto, digamos que es fácil acostumbrarse a la falta de oxígeno cuando vives a 13 mil metros sobre el nivel del mar, siempre.
El túnel era angosto, con menos espacio que una cabina de avión y menos luz que un barco de contrabando. Isabel iba al frente, iluminando como un farolillo fatuo, solo Zone pensó que esto parecía una exploración de Pokémon Mundo Misterioso, una Diancie guiando a su cuadrilla por las típicas cuevas del juego.
- Este pasadizo no es cualquiera cosa - dice Área, tocando la piedra con las manos mientras camina. - Ha sido trabajado a conciencia por años para dar un golpe letal y rápido al grupo humano que pasase a repostar.
- El enemigo bajo tus pies - susurra Pedra pisando con rencor, su imagen le recordó a su hermano muerto en un destello, y de puro coraje le escupió a una pared.
- El enemigo puede estar en todas partes - añade Labios Partidos.
- Aaa y tú de eso si eres entendida, ¿No? - le remedó Terapia con los brazos en jarras.
- Volví, ¿Está bien? - Labios gira en redondo y su índice se clava justo bajo la barbilla de Terapia. Esta, aunque baja un poco las manos, frunce el ceño, sin amedrentarse. - Lo lamento, ¿Si? Los rusos son lo más cercano que tuve a una familia, ahora veo que solo fui usada y que no importo, ni se esforzaron en enviar refuerzos o contactarme. Es solo que, genuinamente, creí que no llegarían tan lejos, o que yo llegaría tan lejos - su cabeza gira poco a poco en dirección a Declan, pero sin ser muy explícita. - y ya vi que no soy el único secreto bien guardado.
Todos están quietos menos Isabel, que ha decidido avanzar sabiendo que el asunto no va con ella.
- Me atraparon - Zone pone las manos en alto. - Me gusta fantasear con hadas tamaño adulto en minifalda, juro que es más normal de lo que se escucha.
Antes de que Terapia fuera a rematar el chiste, Declan, con el cuerpo de Amo Magnético, le puso una mano en el hombro a Zone que le indicaba que se hiciera a un lado, no tuvo que tomar aire, ya iba con todo el discurso hecho. - Reze está hablando de mi - se señaló en un ademán modesto. - Lo cierto es que yo no soy el “Amo Magnético” que conocieron, soy un alma traída de otro mundo, atrapada en su cuerpo hasta que Konna Yoru muera.
Las tres chicas pusieron muecas confusas y miraron a Labios que solo pasó su mano por el brazalete, luz verde. No fue un consuelo para la peruana, en el mundo real medio podía soportarlo, pero ahora tenía que ver esa mentira con sus propios ojos, porque el hombre al que amaba era solo una cáscara usada por un imitador que ya no era convincente.
- ¿Así que el cargo principal de tu cuerpo fue tomado por otra alma? - pregunta Pedra algo escéptica.
- Si.
Las tres volvieron a compartir miradas. - ¿Y eso en que nos aporta o perjudica? - pregunta Área.
- No tengo el dominio del metal que Magnético tenía - confiesa Declan. - Aunque si tengo el suficiente para hacer eso - señaló a la oscuridad tras ellos, a la boca de la cueva, la barricada de metales.
- Ya está, po weon, matamos a la perra del demonio y todos contentos - resolvió Terapia, echando a caminar al notar que Isabel ya los aventajaba mucho.
“Todos contentos”, no, no iban a estar todos contentos, la frustración por el engaño sería algo que Reze jamás olvidaría. Miró con furia guerrera a Declan, que solo se agachó de hombros y susurró, “lo siento”. Ella no pasó la mano por su brazal, fuera verdad o no, todo le dolía demasiado.
“Ta madre, ya nos estábamos llevando bien”, piensa Declan viendo como todos siguen el camino sin esperarlo. Se miró las manos, y no se sintió ni real ni bien.
***
El túnel terminó, ahora estaban en una estancia tan amplia como el Palacio Imperial de Tokio y sus alrededores, todo era penumbra y murmullos, el suelo lleno de polvo y cadáveres que lo acumulaban, ya fuera de hombres condecorados o animales propios de la fauna del lugar, sin mencionar los charcos formados por la humedad y las manchas que, por el bien de los menores que puedan estar escuchando, diremos que también eran manchas de mojado. Este sitio no era más que un nido donde se alimentaba al ejército de las súcubos.
El techo se encendió con un rayo de 23 colores, como una aurora boreal reflejada en cada esquina de la cueva, todos los ojos que acechanban al equipo reciente entrado chisporrotearon con ellas, aquí las súcubos se contaban por centenas.
Resonaron unas cadenas y unos pasos descalzos en la cueva, a no más de 50 metros, posada sobre un peñasco que le servía de cama y trono, estaba Konna Yoru, inclinada sobre las puntas de sus pies y con una notoria sonrisa de picardía de la cual sobresalía un colmillo. Metro ochenta y dos, piel clara, muslos de pilates, muy muy voluptuosa, y vestida vagamente con un camisón de minifalda revelador que se pegaba a su piel como un paño mojado.
- Este gran séquito de súcubos no se calma con nada, y es todo su maldita culpa - su cabeza se movía con una gracia teatral, y su pelo largo hasta el final de la espalda, era un grisáceo propio que reflejaba el resto de colores. - Juegan con mi paciencia, no tengo toda la eternidad para esperarles, el Sol morirá antes de que se rindan, y ya perdieron toda la superficie terrestre, ¿Cuanto más tengo que quitarles hasta que entiendan quién es la cima de la cadena alimenticia?
Las cadenas en sus muñecas se medían en yardas y conectaban con todos los puntos ciegos de la cueva, llena de estalactitas y agujeros excavados con las uñas. En general, parecía una dominatrix salida de los sueños más retorcidos de Zone, cosa que él sabía, y se forzaba a cerrar la mandíbula para no babear.
Área dio tres pasos al frente, representante de todos. - ¿Este era tu gran plan? ¿Gastar años y años construyendo una madriguera en una base que visitamos de pascuas a ramos?
- ¿Una? ¡Jajaja! - Konna rie con la lengua fuera y todos los dientes en fila. - ¿No habéis hablado mucho con los rusos en las últimas 23 horas, me equivoco?
Esas palabras llegaron a Declan, sacudió las sombras de su mente y recordó de qué trataba la historia del DLC del juego. Mientras él recordaba, el resto de miradas fueron a Labios, que había empezado a sudar frío, sus labios emitiendo el murmullo de un “no”, todos menos Isabel, a ella no le estaba importando nada.
- ¡Aaaaa! - se quejó Terapia apuntando con su mandíbula hacia el techo. - ¿Qué chucha sucede ahora?
- La-la razón por la que volví - empieza a decir Reze con voz temblorosa. - No logré ponerme en contacto con ninguna señal rusa, ni aérea ni terrestre, yo pensé que era porque me habían dado por muerta y olvidada, pero… ¿Qué les has hecho?
- ¡Aaaaah! - Konna puso una sonrisa en forma de “D” perfecta, mofletes sonrojados e hilitos de saliva que colgaban de arriba a bajo. - Qué puedo decir, las súcubos somos bestias insaciables, reclamamos la vida y tenemos hambre de nuevo. Más no te preocupes, tenemos un equipo de control de daños y haremos granjas para conservaros. Jejeje, a lo mejor.
Este era el plan del que Pacto habló, y para Konna supuso todo lo que tenía que decir, con un salto en picada que pulverizó el peñasco macizo, se lanza en caída picada por Isabel y compañía.
Pero no llega.
A medio metro de Isabel, con un collar en la mano que a saber de dónde ha salido, Konna Yoru cae a plomo contra el piso, su cuerpo totalmente clavado y desgarrado por cristales fragmentados, que la sitúan como si fuera una mesa de seis patas decorada con purpurina arcoiris. Estas mismas formaciones de cristales se expanden por todas las cadenas, más rápido que el fuego en una mecha empapada en aceite, todos los presentes, súcubos incluidas, contemplan sin palabras la escena.
Isabel rota en su eje, dando la espalda a la mujer de las 25 cadenas cristalizadas, mirando a Declan a los ojos, sus ojos, no los de Amo Magnético. - ¿Esta era la gran pelea épica prometida?
Decir que hubo silencio es quedarse corto, no se escuchaba ni el palpitar de los corazones sorprendidos.
- Bien, e… La epicidad es subjetiva - comenta Declan.
¡Crash!
Los cristales se rompen cosa mala, y para sorpresa de todos, Konna Yoru sale de una pieza, incrustando su collar en el cuello de Isabel, un accesorio de perro con una placa que pone 27. - ¡Eres mía! - grita.
El collar se activa, la descarga eléctrica alcanzada ronda los 12 millones de voltios. Isabel gira la cabeza con la audacia de una lechuza y en un movimiento que parece espasmódico, clava las garras de su mano izquierda en el tórax de Konna, haciendo que esta última escupa sangre. De una simple sacudida la manda hasta la otra punta de la cueva, a ella y a sus secuaces encadenados.
- ¿Regeneración atómica? - pregunta Isabel mirando a Declan de soslayo.
- Según el lore, sobrevivió a una bomba atómica, y Pacto podría regenerar a otros - el universitario se encoge de hombros. - Así que, ¿Si?
Isabel se sacudió el polvo de un costado que no había sido dañado. “No es lo mismo”, piensa con melancolía.
Konna Yoru se apoya en ambos extremos de la esquina donde fue enterrada, tira y se desincrusta con las heridas cerradas y energía refulgente surgiendo de su piel y su pelo, como una bola de discoteca. - ¡Te voy a mandar al infierno del que has salido, perra!
Con ese grito de guerra, se tira por Isabel 40 veces más rápida que el sonido, pero Isabel cierra distancia el doble de rápido, y Konna se da de bruces contra el pecho armado de Isabel, partiendo su nariz. La sirvienta real le siembra un gancho en el mentón antes de que se sintonice y la manda a volar haciendo un boquete de kilómetro y medio en el exterior de la isla trayendo a las profundidades el sol del medio día.
Humanos y no humanos carecen en el diccionario de palabras para relatar lo que acontece, pero Declan se centra más en una cosa, mientras Konna sale despedida hacia el cielo arrastra consigo a 25 súcubos y una cadena rota, no ve ninguna melena roja entre las empujadas.
Un recto de izquierda cruza a centímetros de su cara, los nudillos del puño chocando con el mentón de una súcubo que llegaba. Zone le sacude un brazo. - Cámaras, amigo, esto no acaba.
***
Las súcubos se mueven sin orden ni concierto, girando y volando alrededor de todo y todos, como avispas después de sacudir el avispero. Peor aún, eso aparentan, pero están concienzudamente coordinadas, rodeandoles en una bóveda semi esférica, de dos metros de diámetro para que Área no pueda cubrirlos a todos completamente.
- Labios, rompe las defensas, rompe el círculo, intentaré hacer lo mismo - ordena Área. - Magnético, hombre poncho, al centro. Pedra, Terapia, sabéis que hacer.
Acataron sin rechistar, Labios empezó a generar explosiones, contrarias a los ángulos que señalaba, una distracción efectiva que no les engañaría mucho, después de la octava explosión empezaron a replegarse y entrar de manera improvisada, imposibilitando la lectura. La cosa se complica más cuando las súcubos empiezan a tirar dentro del círculo las extremidades de sus hermanas mutiladas, Zone y Amo Magnético tienen que sacarlas, ya sea a patadas, ya sea devolviendolas al empujarlas con un clavo.
Las picas de las colas empiezan a clavarse en el suelo, levantan polvo y roca, dificultando la visión mientras van cerrando el círculo. Terapia salta, y consigue atrapar a una por la cola, con más fuerza en las fibras de sus músculos, tira de ella hacia el suelo, la azota y le abre la cabeza, pero en un batir de alas unísono, las súcubos le devuelven la sangre. Terapia tapa su cara con una guardia de cangrejo, e inmediatamente 6 colas llegan a ella, perforando su metal y sus brazos, rajando superficialmente los huesos.
Terapia grita, tira de ellas con rabia, las amarra el tiempo suficiente para que Pedra pueda entrar por las seis con una doble patada en remolino, taconazos y cantazos letales que dan seis cadáveres. Pero ella no cae rápido, y antes de que pueda plantearse y un hierro sale de alguna parte y se clava directamente en su espinilla. Grita, hay fractura, afortunadamente Terapia la agarra bajo las axilas con sus brazos metálicos mientras Magnético empuja el hierro que a entrado contra la garganta de la súcubo que lo empuñaba, una traqueotomía que salpica sangre en todos lados.
Una súcubo trata de entrar, Magnético corre, y consigue pegarle en toda la frente con un golpe de gacela a la par que empuja todo el metal de la sangre fuera del cuerpo. Un movimiento valiente, pero legible para las cientos de súcubos que vuelan, tres le patean las costillas y hace que recule hacia atrás, de nuevo en el centro.
Magnético las mira, Pedra le sonríe. - Gracias, parcero - le dice.
- Con esta me cobro la que te debía - le responde Magnético con una sonrisa de buenos recuerdos en malos momentos.
Área y Labios empiezan a retroceder también, varios golpes llegan a frente y talones, no tienen cómo avanzar, brecha que abren, brecha que rellenan en segundos.
- Están volando cerca una de otra para que el aire mantenga al máximo sus sentidos, cualquier movimiento lo anticipan como un disparo - maldice Declan con los dientes apretados. - Zone, ¿Puedes llamar a Samantha para que nos ayude?
Zone se le queda viendo como si tuviera ojos de loco. - ¿Cómo? Yo no puedo traer a Samantha. Las sombras, las explosiones, todo eso era cosa de Riolu, y todo se fue con él.
Ahora Declan si pone ojos de loco. - ¿Isabel no te ha dado ningún poder?
- Siento una fuerza como no era normal, pero no tengo ningún poder.
- ¡Todos juntos! - grita Área con la cabeza vuelta.
Con ambas manos extendidas hacia los laterales y con Labios regresando al centro, la española genera una cúpula de aire a presión, lo suficientemente dura como para que las colas se desollen y los dedos se rompan al intentar pasarlo, el problema es que el oxígeno dentro se acabará enseguida.
- ¡Abriré espacio! - grita Reze tratando de sonar por encima del aire, detrás de este las súcubos empezaban su risa incesante. - ¡Esto es una guerra perdida! Vosotros huir.
- Yo me quedo - dice Declan.
- No seas huevón, yo no tengo nada - Reze miraba feroz, aún no le había perdonado. - Has visto como luchaba Isabel, lucha hasta que ella nos salve a todos y entonces…
- Te lo debo - dice Magnético. - Te lo debo - repite Declan. - No se si es amor, gratitud o insolencia, pero yo no me voy.
- No te hagas el héroe - le reprocha Reze. - No tienes nada que demostrar ya, en tu casa hay unos padres que te esperan.
- ¡Y ninguno de los dos crió un cobarde! - Declan respira con complicaciones y una mano en el corazón. - No, carajo, no, no lo hicieron aunque yo ni les hablara para demostrárselo.
Zone puso un puño en el medio del círculo. - O todos salvos, o todos jodidos.
Un momento de compañerismo tan raro solo pudo ser salvado de una forma igual de rara, una explosión de ascuas ocurrió cerca del escudo, que se mezcló con el viento y dispersó a, lo menos, tres capas de súcubos. Una burbuja semicircular de agua hirviendo se formó sobre todos, y las súcubos la bufaban como los gatos a los extraños, y eso hubiera sido lo más raro si no fuera por el pequeño zorro de seis colas que cayó por el centro y se posó con gracia frente a todos.
- No puedes ser - Zone era el más sorprendido del equipo, pero el resto se sorprendió más cuando se puso de rodillas llorando como un niño. - Me acuerdo de ti, eras la compañera de Riolu, eras la linda Vulpix que me ayudaba.
- Le ha dicho linda al perro de seis colas - le susurra Terapia a Pedra.
- Ya se, estoy viendo - Responde Pedra.
La Vulpix se acercó a Zone, pasos cortos y tranquilos, hasta las súcubos miraban sorprendidas desde fuera. - No era compañera de Riolu, siempre fui tu compañera, o al menos, lo he sido los últimos 6 años.
La sombra del Pokémon cobró forma, todas retrocedieron un paso menos Labios, y el cuerpo de Samantha abrazó a Zone.
- ¿Son pololos? - pregunta Terapia.
- Parsera, estás obsesionada con eso - le regañó Pedra. - ¿Te parece ahora el mejor momento?
- No, pos perdón por ser curiosa, gracias a gente como yo se descubrió la ciencia.
No tuvieron tiempo de seguir compartiendo ese momento, una cadena de rayos cayó trazando un arco, chocó con la burbuja y la rompió. El agua no dio a nadie de dentro, pero golpeó a algunas súcubos cerca, algunas dijeron palabrotas, aunque todas se callaron cuando Pacto plantó sus pies en tierra, a metro y medio de todo el grupo de 7.
Todos se incorporaron, rotos, cansados, Declan ya sabía que esto pasaría desde que vio la cadena rota de Konna. Pacto era leal, pero también cobarde, rompió su cadena por la parte débil, igual que lo hizo Cristina, así que vio que varios cristales iban por ella.
- Inútiles de bajo rango, para que os traje - les comenta a sus hermanas con recelo, que se escabullen poco a poco hacia atrás y se esconden en salientes de la piedra. - Me arranqué las alas, me mutilé por ustedes, ¿Y así lo pagan?
- Tú también nos mata… - no pudo acabar la frase una súcubo temeraria que se atrevió a hablar cuando Pacto le abrió la cabeza de un golpe de cadena.
- Hay quien no entiende de preguntas retóricas - murmura Pacto con los ojos en blanco antes de dividir su cadena en dos mitades, enrrollandose una en el brazo cual cota de maya. - Ustedes siguen - comenta prendiendo las cadenas en relámpagos.
Todos se ponen en posición, hasta Zone, que tarda poco en secarse las lágrimas.
Terapia hace crujir sus nudillos bajo el metal. - Que ganas te tenía, súcubo culiá, hija de una maraca más maraca todavía.
***
Mientras tanto, en los cielos, Isabel llega a la altura de Konna, la agarra en un abrazo de oso, manos gigantes que se clavan en sus costados, perforando hígado y riñones. Konna gruñe, impulsa su cabeza y su frente choca contra la ceja de Isabel, abriendo una herida superficial, pero Isa no sangra, cual si estuviera hecha de granito. Aún así se aturde un mínimo, genera un hueco en el espacio del abrazo y se lleva un rodillazo de Konna que la repercute en la armadura a la altura del esófago.
Konna ve la oportunidad y la usa, un puñetazo recto embrutecido con los rayos, pega fuertemente a la altura del plexo solar, y logra que Isabel se separe un metro y poco, su expresión de mochuelo aún serena.
Koma tira de una de sus cadenas, una de sus veinte súcubos viene por el tirón, como Riolu lo hizo hacia el puño de Pacto. La súcubo carga tres toneladas por mano, y su puñetazo pega en el rostro de Isabel con fuerza de sobra para pulverizar un muro de hormigón, pero a la sirvienta real de la información no le abre ni la más milimétrica rotura.
El hueso se le sale del brazo - ¡Ay! ¡Mi mano manota! - grita la súcubo.
Isabel no le da más tiempo para quejas, de un manotazo soberbio, raja a la tipa en tres, la cristaliza, electrocuta y funde al mismo tiempo, junto a su cadena.
Aunque la súcubo muere, la cadena niega los efectos de la cristalización cuando choca con la energía multicolor de Konna.
“Ese es su punto fuerte, habrá que neutralizarlo”, piensa Isabel.
Konna levanta las dos manos hacia el cielo, y luego tira con fuerza hacia abajo de las cadenas, como si azotara las riendas de 12 caballos. Las mismas describen una pronunciada honda antes de romperse y dejar libres a las 24 súcubos de alto rango que quedan. - Si no pueden ayudar, molesten, lo importante es participar - dice Konna antes de mandarlas a la carga contra Isabel.
Están por llegar las 5 primeras, cada una cargando un rayo de un color, Isabel se desliza tan rápido a 5 metros de ellas que sus ojos mejorados ni la perciben, así como no ven las motas de luz que deja. Cuando ya se quieren dar cuenta, las mismas toman forma, y las mujeres demonio son golpeadas por unos puños como mazas, propios de criaturas gigantescas, son como gorilas envueltos en armaduras de cristal destartaladas que despliegan electricidad por todos lados, con unas gigantescas alas dragoniacas que levantan su propio peso de sobre manera.
Las súcubos que llegaban, frenan y se repliegan para tomar otra posición desde la cual atacar, mientras a las criaturas humanoides les aparecen hachas de dos manos, y un imponente rey de 7 metros, levanta dos hachas mientras da órdenes, sus alas masivas haciendo ondear su capa cual bandera que se hubiese puesto frente a una turbina.
Isabel le cae desde lo alto a Konna, de algún lado a sacado un hacha y de un corte feroz trazado en un arco le separa la cabeza del cuerpo. Konna tarda exactamente 3 nanosegundos en regenerarse, ni el más insignificante síntoma de fatiga, podría hacer eso otras 345 veces y seguiría igual.
“Impresionante”, piensa Isabel. “Ruka no hubiera podido regenerarse de eso más de tres veces seguidas”.
Konna le lanzó un rayo desde el dedo, Isabel se deslizó hacia abajo y lo evitó, pero Konna también se impulsó al mismo tiempo, y cayó sobre la columna de Isabel con tanta fuerza que algo se escuchó roto, como bailar sobre cerámica fina.
El cuerpo de Isabel dio contra el suelo, levantando una polvareda en el terreno como no se había visto en siglos. Konna agudiza la vista para comprobar si nota algo entre el polvo, una luz llega a ella antes de que tenga tiempo a cubrirse, no sólo el resplandor funde su retina, un brillo con más potencia que un trillón de vatios, también la deja a merced del resto de sentidos. Se aparta a un lado cuando nota, por sus oídos y su piel, moverse el aire frente a ella, y después un escozor en la mano.
- ¡Maldita! - grita cuando al fin se regenera los ojos.
Isabel se relame sangre de su boca con una lengua de dragón, Konna se caga en su putísima estampa mientras mira como le falta el dedo meñique de la mano derecha, pero esa ira se vuelve terror puro cuando ve que no se regenera. - ¿Co-como? - pregunta.
- ¿Regeneras tus átomos? Bien, pero es que ya no son tus átomos - con una sonrisa de tiburón, S R I muestra todos sus dientes, como muerde electrificando, cristalizando y separando hasta el vacío de las partículas. - Una vez los átomos están fuera de su órbita, ya no puedes regenerarlos, no puedes reparar la parte rota si no tienes parte rota que reparar.
- Ja - Konna ríe, daño real después de tantos años. - Bien, pues pongámonos serías.
Las cadenas de Yoru se movieron cual si tuvieran vida propia, atraparon dos de los soldados de Isabel y se los lanzó a la misma, ella los frenó con una almohada de viento, y por centrarse en esto se llevó un crochet en la frente. Pero S R I contragolpeó metiendo las garras a Konna, y luego impulsando a las dos en picada.
***
Pacto acomete hacia delante, tirando su cadena separa al grupo, las fieras del ritmo en un lado, los originarios otra Tierra en otro. Se impulsa en sus planta, va por Pedra primero, pasando con dos fintas entre Area y Terapia, su puño fallando por centímetros bien calculados.
Pedra tira una patanda alta, Pacto la frena con el grueso de cadenas del antebrazo, el veneno no llega a hacer contacto con la piel. Pedra gira el tronco, saltando con su única pierna de apoyo, intentado llegar a la cabeza de Pacto con un giro, esta solo se agacha, cabeceando hacia delante en el momento justo que Labios genera una explosión entre la nuca de la súcubo y las dos piernas de Pedra.
Pedra ahora está vulnerable, su cabeza apuntando hacia el suelo. Pacto sabe perfectamente dónde termina la defensa de la brasileña, pisa con saña la nuca de Pedra, cual si fuera un escalón de barro, y la entierra de boca 17 centímetros en la tierra mientras hace un perfecto “back flip” que parece de coreografía, evitando un lanzallamas de Samantha que pasa de largo y funde una roca.
Una fuera, quedan seis.
Pacto zigzaguea, evitando una cámara de vacío que Área tiene que hacer sin mucho rango para no afectar el cuerpo inconsciente de Pedra. Terapia explota hacia delante, presión constante con los puños, Pacto la evita con un desliz constante, cuando creé que va a esquivar un gancho al cuerpo, cambia repentinamente de trayectoria, y los nudillos punzantes de Terapia se clavan en su maxilar, y si tuviera su sistema de drenaje funcional ya le hubiera jodido la mitad del sistema nervioso.
“¿Cómo?”, se pregunta Pacto. Con una mueca de rabia clava un rodillazo en el hígado a pacto y la empuja contra Área y Labios.
Tira su cadena hacia Samantha, totalmente cubierta en electricidad, pero la trayectoria de la misma cambia de golpe, y se entierra 3 centímetros en el suelo. Los ojos de Pacto dan con el culpable al contemplar a Magnético, lanzando ya tres clavos que Pacto evita fácilmente con un desliz.
Zone entra pivotando, da tres golpes de izquierda que Pacto frena con el codo y el grueso de cadenas, y cuando va a frenar el gancho fintando hacia la izquierda recibe una explosión en los riñones, cortesía de Labios. La súcubo gruñe, patea el talón de Zone barriendole hacia delante antes de que logre salir, con este tropiezo, el hombre queda vulnerable, y el brazo de Pacto lo atrapa del cuello presionando la mandíbula hacia ella, Zone es ahora su escudo humano, nada de ataques a distancia o le dañarán.
Declan y Terapia arremeten a la vez, pies rápidos, empiezan a circular en direcciones opuestas buscando dominar la espalda. Pacto tiene un brazo de menos del cual Declan también está tirando, y no lo muerde no más porque sabe que puede dejarse los dientes con el refuerzo de la cadena.
Terapia y Declan empiezan a arrinconarla, tendrá más visión frontal y sentidos, pero no es de 360 grados, poco puede hacer con ambos presionando y solo un codo para desviar ataques. Terapia ataca al cuerpo con un cross el triple de rápido de lo normal, Pacto lo lee al ver el gesto de Magnético, gira en un semicírculo, levanta a Zone y el golpe da justo en su brazo.
- ¡Ay, ay, ay! - grita él.
Pacto toma a Terapia de la muñeca, la asía el brazo y da una patada baja en los talones, se tambalea hacia delante, todo el líquido de sus brazos se desequilibra. Espera, ¿Por qué hay líquido en los tubos de sus brazos si estaban rotos?
Demasiado tarde.
El agua camuflada de Samantha sale a presión, perforando el brazo derecho de Pacto, demasiado sorpresivo para sus sentidos a tan corta distancia. Al retorcerse en dolor, Magnético consigue meterla un perfecto impulso metálico reforzado por sus nudilleras, todo el aire que hay entre su puño y el brazo desaparece, y sin rozamiento, el golpe conecta devastador. La bola del hombro se parte y ya no va a sanarse sola, pero el precio ha sido alto, Declan se ha quemado toda la mano.
- ¡Chis! - gruñe Pacto. - Acá ya toqué fondo.
En un desplazamiento hacia atrás, agarra a Terapia del talón derecho a la par que su cadena la engancha. Cuál si fuera un ariete, gira con toda la fuerza de sus talones. Área intenta crear un soporte de aire suave, pero no puede, su compañera lleva demasiada fuerza cinética y al final, ambas chocan cabeza con cabeza, quedando las dos fuera de inmediato.
Pacto salta sobre 4 explosiones de Reze al mismo tiempo que esta se desplaza hacia el lateral, reunida con sus compañeros de la otra Tierra de nuevo.
Dos más fuera, faltan cuatro.
***
Konna e Isabel caen girando en un torbellino mutuo, Isabel va a morder la vena carótida de Konna, pero esta logra meter su codo a tiempo dentro del agarre, hace fuerza con él como una palanca y se separa lo suficiente para pivotar lejos de sus fauces.
Isabel genera una explosión de viento tras la súcubo y de un corte transversal con las garras le separa el grillete de 13 cadenas del brazo derecho. Konna se sorprende, intenta agarrarlo, infundirlo, pero en lo que ella piensa en mover sus dedos, Isabel ya ha cristalizado y destruido cada átomo que formaba las cadenas. Konna Yoru carga con rabia, lanza un “1-2”, combinación jab - gancho, con la peligrosidad de un boxeador profesional, y acierta en la cara y cuello de Isabel, sacando despedidas de su cuerpo lascas de lo que parece mármol.
Konna Yoru da un golpe de martillo en un remate digno de balón mano, y tira a Isabel directamente contra una habitación de las instalaciones. Isabel se recompone en un movimiento fluido, mira su alrededor y lo procesa en 1 pico segundo. Una sala de programación, luces de oficina y un par de computadoras, nada más.
Se desliza hacia la izquierda, evitando las 13 cadenas de Konna Yoru que se clavan al suelo y reparten un impulso de energía por toda la habitación. Isabel solo levita dos palmos del suelo para evitar electrificarse con el mismo. Esquiva una patada voladora diagonal de Konna fintando hacia la derecha al mismo tiempo que saca los dientes, un mordisco perfecto y calculado que le saca la mano izquierda a Yoru desde la muñeca, perdiendo de paso el grillete que faltaba.
Yoru gruñe, lanzando una maldición del gran Tomino, y con su mano restante, lanza un rayo que Isabel debía de un manotazo casual. - Tengo un refrán para esto - dice Isabel mostrando todos los dientes en fila. - Estás tragando más de lo que puedes masticar.
Va a dar un puñetazo directamente contra la cabeza de Yoru, pero un rayo de luz fotovoltaica pasa de un lado a otro de la habitación, partiendo en dos el antebrazo de Isabel. La Sirvienta Real de la Información abre dos ojos como dos enciclopedias, ¿Cómo? No ha visto nada.
- ¿No lo entiende, señorita diamante torpe? - el color y brillo propio vuelve a Konna Yoru mientras babea. - La única atrapada eres tú.
Otro rayo de luz golpea a Isabel desde la retaguardia, abriendo un boquete en su armadura, no lo ha visto, no lo ha sentido, esto solo podía ser luz pura de alguna manera. Antes de que siguiera recibiendo más golpes, cristalizó todo el aire a su alrededor, generando una esfera protectora y compacta de 7 metros de grosor, con ella dentro e inmóvil.
Konna Yoru ríe, carga sus puños en energía y empieza a lanzar golpes contra la esfera, no solo puñetazos, también ataca con los pies y circula a su alrededor.
Isabel piensa rápido, otro laser vuela y revienta 3 metros de esfera, ¿De donde sale? Divisa entonces un cable multicolor que parece partido en una pared, con la energía propia de Konna… cables, electricidad… Maldición, Konna era una ferroquinética del más alto nivel, cargaba los cables y luego lanzaba las explosiones a la velocidad de la luz de la corriente.
“Infundió la habitación entera cuando atacó al suelo con las cadenas, igual que hizo en la cueva”, maldice Isabel una vez lo entiende. “Necesito corta distancia y un golpe fulminante, ya”.
Konna carga su puño con toda la potencia que le queda, una descarga energética de 40 megatones que vuela por los aires todo el escudo protector de Isabel junto a media habitación. Una computadora estalla y toda esa energía da contra la armadura y pierna de Isabel, volando su apoyo derecho en mil pedazos.
- ¡Ey! ¡No te rindas! - Grita Yoru, avanzando con arrogancia y viendo la cara de frustración de Isabel. - ¡Aún no estoy satisfecha!
Isabel vuelve a acometer contra Yoru, todo lo que tiene en un agarre con las garras por el omóplato de la súcubo. Yuro va a conectar un recto para apartarse, pero entonces Isabel aprieta con todo lo que tiene, luz, cristal y electricidad, es un solo segundo lo que consigue distraer a Konna, pero es suficiente, un jodido puente se proyecta desde su pecho, extendiéndose hasta casi la mitad del horizonte, partiendo a Yoru en dos, como en su día partió a un jefe de tropas.
Entonces Isabel muerde.
***
Pacto seguía en sus trece, finta una explosión, se desliza por debajo de una llamada y lanza una combinación rápida contra Zone, un cross que el telegrafía y una patada baja al tobillo que no, lo que hace que él se tambalee con una cojera acentuada. Va a dar un recto con la mano encadenada, pero Magnético usa su poder, desviando apenas un milímetro la musculatura de Pacto, el golpe superficial igual abre una cortadura en la frente del charro.
Zone conecta una patada frontal, y Reze ataca como cobertura mientras se mueve, una explosión a toda potencia en él menisco de Pacto, logrando que pierda un poco el equilibrio mientras Zone sale de su alcance. Mucha presión, sentidos más agudos, sin mirar, Pacto lee el movimiento de pies de Reze. Hace un señuelo, fingiendo liberar la cadena contra Zone, y cuando Declan la desvía, Pacto usa este impulso extra para lanzar la cadena encendida justo donde iba el siguiente paso de Labios.
- ¡Aa! ¡Maldición! - grita Reze con los dientes apretados.
La cadena se clava y la tira al suelo, Magnético va a tirar de ella, pero tiene que pensar en bloquear un codazo de Pacto con una guardia alta. El golpe resuena en sus antebrazos, rota caderas y busca un derechazo, si conecta el tiempo suficiente podría sacarle todo el metal de la sangre a Pacto, el problema es que ella va a estar en constante desplazamiento, un medio segundo suficiente para que eso ocurra. Pacto lo arrincona, consigue meter un uppercut debajo de su guardia y un par de dientes de Magnético saltan por los aires.
Zone llega con un giro de martillo, Pacto gira en redondo y se aleja, acometiendo hacia atrás con una rodilla voladora en la frente de Reze, lo cual tira a la "mujer-explosiones" de nuca contra el suelo, mientras Pacto recoge su cadena.
Cuatro fuera, faltan tres.
Las súcubos murmuran, Zone y Declan están en problemas, Pacto se defiende bien hasta con un único brazo. Entonces Pacto nota que falta alguien, su sombra toma forma tras ella, una mujer de ojos profundos, con dos navajas de agua en sus manos, pero dos brazos demasiado lentos. Pacto rota en su eje y conecta limpiamente su codo en el maxilar del espíritu.
- ¡Samantha, no! - grita Zone. Declan acomete junto a él.
Aturdida, Samantha no puede hacer nada cuando Pacto le rodea el cuello con la cadena, lo carga en electricidad y, entonces… por un momento, solo por un efímero y significante momento, el vacío en los ojos de Samantha brilló. No fue tan malo, al fin podía despedirse de este mundo. Lo último que vio fue a Zone llegando con rabia a por Pacto, algo le dijo que ya habían ganado, y eso le trajo paz.
¡Bum!
La cabeza de Samantha explotó, el resto de su cuerpo se deshizo como una mancha de pintura en un desagüe, y mientras Pacto recolocaba su guardia, el puño de un Zone lleno de encabronamiento y adrenalina le impactó justo donde Terapia ya había perforado antes, y la pegada de Zone le sacó la mandíbula a Pacto.
- ¡Vas a quedar de la mierda cuando termine contigo! - grita Zone, sus puños dos ladrillos.
Impacta contra el cuerpo de Pacto constantemente, los pies lejos para evitar patadas, y la presión se incrementa cuando Declan le cae con un impulso metálico justo en la cadera, golpe devastador, más por la siguiente patada que Zone da en la rótula, algo cruje.
Pacto retrocede lo más que puede, sus ojos pendientes de 8 direcciones, puños y patadas, pero no puede deslizarse, todos dan y repercuten en sus huesos. Zone jadea un poco, Pacto ve su oportunidad ahí, tira un gancho, el charro cabecea por debajo y algo ataca, algo que Pacto no espera tan rápido a tan corta distancia. En un impulso metálico, Magnético tira las tijeras del bolsillo trasero de Zone directamente contra la cabeza de Pacto, clavándolas hasta el lóbulo frontal.
Pacto se mueve como por espasmos, da un rodillazo de fuerza desmedida en el rostro de Zone lo saco volando inconsciente, su cuerpo quedando a tres metros en paralelo del de Reze. Declan retrocede por un golpe de cadena, tantea distancia, pero pacto ya no actúa de manera irracional.
Mira a las súcubos mientras recarga de electricidad la cadena, todas retroceden, esta perra loca ya no distingue enemigos de aliados, ella pronuncia su sonrisa, aún con la tijera clavada y sangre chorreando dice. - No dejéis a vuestros hijos verlo.
La cadena sube todo lo larga que es, prendida en toda la electricidad que tiene, caerá pulverizando todo en un rango de cuatro metros. Declan gira rápido hacia la posición de Zone y Reze, no podrá salvar a los dos. Su alma tiene que elegir, una parte le dice Zone, otra no tan suya le dice Labios. Ambas tiran del cuerpo, Declan por un lado, Amo Magnético por otro, y los que fueron dos en uno ahora son uno en dos.
El cuerpo de Amo Magnético se tira rodando por el suelo, empujando a Reze fuera de la zona de impacto, el cuerpo de Declan hace lo mismo con Zone, y toda la cadena de Pacto estalla mientras levanta una cortina de humo.
Declan tose, cortes y raspones en todo su cuerpo, hematomas que tardarán semanas en irse, pero al menos vivo. Eso hasta que una mano sale de la cortina de polvo levantado, es Pacto, desangrándose, con una hemorragia cerebral y casi sin fuerzas, lo levanta palmo y medio del suelo con una mano.
- Vos, sos mío, o no sos de nadie - gruñe Pacto, apretando el cuello y clavando garra. - Ya no sos nada, ni mascota ni héroe.
- Que suerte que él sí - responde Declan.
¡Crack!
Con los sentidos tan embotados, la mandíbula colgando y el cerebro tan perforado, lo último que pudo notar Pacto era su cadena que no emitía ruido atravesando su corazón desde su espalda y saliendo por lo alto de su pecho, todo fruto de un impulso metálico de Amo Magnético, el real, el que estaba tomando el pulso a una Reze inconsciente.
Declan saca fuerzas de flaqueza, sus manos en la cadena, quemandose por la electricidad residual, sus pies en las caderas de Pacto y sus ganas de terminarla eran todo en él. Tiró hasta caer de espaldas y sacar una cadena llena de sangre de un cuerpo que cayó con más fuerza que la Unión Soviética.
- La han matado - murmuraba una súcubo.
- Le a tocado una teta antes de matarla, que pervertido - dijo otra.
- Ahora ya no pueden defenderse - concluyó otra.
Todos los ojos se clavaron en Declan y Amo Magnético, como buitres. “¿Cómo así?”, se quejó el universitario.
¡Pum!
Un cuerpo cayó fulminante a al suelo, reventado en 5 partes.
Luego le siguieron 23 más, todas las súcubos que Konna Yoru tenía encadenadas. Hasta que finalmente una estaca se clavó en el suelo, una cavidad sin cerebro, separada de un cuerpo ya devorado. Un rey de 7 metros y un hacha en cada mano se pusó delante de Declan y todas las chicas inconscientes, retando a quien quisiera avanzar, y finalmente, Isabel descendió como un pétalo en primavera hasta posarse en el suelo, todas las súcubos la miraron, había matado a su lider, esa mujer era muerte, la muerte impasible y segura.
- ¿Alguien más quiere morir hoy? - preguntó Isabel.
Toda súcubo cuanto allí había se fue sin mirar atrás, y después de tanto, Declan por fin pudo respirar tranquilo, cayendo al suelo sobre sus posaderas y deseando que Isabel estuviera satisfecha de esa pelea.
***
Zone desperta más al rato, se masajea la cabeza y luego mira a Declan, el declan de verdad, el universitario que conocía. Sus ojos también encontraron el cuerpo sin vida de Pacto, miró de nuevo a Declan para preguntar. - ¿Cómo?
Declan río, y apuntó con su mandíbula tras él, a Reze y Amo Magnético que ya se incorporaban. Terapia y Área fueron las siguientes, y la primera fue corriendo a mover a Pedra, que respiraba con dificultad pero por suerte respiraba, tres días en cama y como nueva.
- ¿Magnético? - pregunta Reze, que rápidamente mueve la cabeza para encontrar a Declan en la otra esquina. - ¿Eres tú de verdad?
- Me siento como yo - dice sonriendo. - Y a ti, te siento como el amor de mi vida.
Dio un giro de película con ella en brazos y luego se besaron, no se soltaron en un buen rato mientras Terapia cantaba; “Son pololos, son pololos, y se tienen que besar”, a un ritmo de guitarra lenta.
Área de acercó a Declan, Zone e Isabel, esta última recogiendo a todos sus guardias y volviéndolos de nuevo brillos para sus cristales. - ¿Así que… se acabó? - pregunta mirando la cabeza de Konna Yoru en una estaca.
- No - responde Isabel, seca y cortante. - Las fuerzas súcubos anti-rusas siguen sueltas, y si no queréis que os afecte, deberíais pactar la paz. Pero sin Konna Yoru, las súcubos ya no tienen cadena de mando, si nadie les dice que hacer, son un enemigo débil, pensar sobre eso.
- Gracias - Área hace una reverencia.
- Espera - Declan estira una mano y ella lo mira. - Gracias a todas por todo, por favor, dar una buena sepultura al hermano de Pedra.
- Gracias a ti también - Área asiente, antes de proceder a retirarse con su equipo.
Fue un adiós raro, pero el universitario no se quejó, básicamente el había cambiado la historia y les había puesto en peligro en primer lugar, una despedida seca y agradecida, aunque esas palabras fueran prácticamente antónimas, estaba bien para él.
A Zone le tambalea un pie, se acerca a Isabel lo más firme que puede. - ¿Samantha está descansando en paz? - pregunta.
- No lo sé - Isabel no se corta un pelo con la sinceridad. - Sea lo que sea que Silencio a hecho con su alma ya no es narrable para mí, ni ella, ni su concepto ni su destino, en ningún sentido conocido o incognoscible - Zone aprieta un músculo de la mandíbula, Isabel le pone una mano en el brazo. - Tu amigo de la infancia ya es feliz y libre, Samantha regresó solo para ayudarte, y así lo ha hecho, se feliz por ello.
A Zone le salió la risa floja, y lágrimas volvieron a su cara. - Si, gracias.
Declan ahora se pone de pie, mira la pierna y el brazo faltantes de Isabel. - Perdón por eso - le dice.
- No te preocupes, cuando suba más de estas 3 dimensiones se reparará - responde ella.
- Bien, bien - asiente para si. - ¿Se cumplió nuestro trato sin ni un problema, cierto?
- Si - responde Isabel. - Aprendí por las malas a ser agradecida cuando un trato se cumple.
- Bien, ¿Puedes llevarnos a casa?
- ¿No te vas a despedir de tu "Álvarez-sama"? - por primera vez en todo el día Isabel parece genuinamente feliz sonriendo con sarcasmo.
- No creo que ella quiera.
- Lo dudo, porque ahí viene para hacerlo.
Declan gira en redondo, Reze llega cojeando un poco hasta su altura, apoyada en el hombro de Amo Magnético, que pequeño e inmaduro se siente de pronto.
- Genuinamente, no se que sentir respecto a ti - le confiesa Reze, el rostro sosegado. - Creo que has arruinado cosas, pero también has sido el primero en intentar solucionarlo. Gracias a ti exploré un mundo y una realidad que nunca creí poder vivir, aunque fuera unas pocas horas, solo me queda luchar aquí para que mi sueño se haga realidad. No te preocupes, ya no te guardo rencor por nada.
Amo Magnético le extendió una mano, y Declan la estrechó. - Lo hiciste bien - dice Modesto, aunque sabiendo que él lo haría mejor. - Por favor, no vuelvas a quitarme el cuerpo.
- Perdón por eso - confiesa Declan. - Pero la lección quedó aprendida, no volveré a jugar nada pirata en mi vida.
Reze mira a su otro compañero, secándose las lágrimas con sus manos. - Zone - le llama la atención y la mira. - Como alguien que también ha vivido lejos de sus seres queridos por fuerzas que le superan, solo te puedo decir un consejo, vuelve a casa, quien te ama de verdad lo seguirá haciendo, a pesar de las distancias, la nacionalidad o las entidades tetradimensionales que les quitan y cambian el alma.
- Si, gracias - Zone hizo un gesto de adiós con dos dedos.
Un último abrazo, y todo lo demás fue un brillo turquesa que regresó a Zone y a Declan a la parada de autobús, a kilómetros de la granja.
Epílogo.
Declan y Zone hablaron en el autobús y el metro, sobre qué iban a hacer y de donde iban a sacar dinero para que Zone pudiera regresar a su país, lo único que tenían era un pasaporte cortesía de Riolu, era falso pero daría el pego. Declan solo llevaba su cartera y sus llaves en el bolsillo.
Llegaron a su apartamento a las 19:00 horas, Declan abrió la puerta, paró su charla mundana con Zone y dio un paso atrás. La abogada de la granja, Cristina, estaba allí, bebiendo una taza de té de la vajilla del universitario, miró a los dos de reojo.
- Una puta hora esperando desde que desaparecisteis - les regañó Cristina tomando un posavasos que ella misma había traído. - ¡Ahora puedo terminar con esto!
Lanzó el posavasos con todas sus fuerzas, cruzó el aire y dio a Declan en toda la frente. - ¡Ay! ¡Tamare que daño! - el objetivo de corcho duro rebotó de canto y cayó al suelo, Zone contuvo la risa.
- O, lástima, mi super fuerza se ha ido - dijo Cristina.
Zone entró a la sala - soy boxeador amateur, señorita, federado, si no es más que una señora mayor, debería irse.
- Y yo tengo una Glock 19 milímetros en el bolsillo, Challane - Cristina levantó el bolsillo de su chaqueta, no mentía. - Así que sentaos y no molestemos a los vecinos, ¿Capichi?
El arma puso tensos a los dos, hace nada luchaban con una tipa que pulverizaba muros y ahora tenían que preocuparse por una mujer de cincuenta y tantos con una pistola, que vueltas da la vida. Se sentaron en el lateral opuesto de la mesa camilla con las piernas recogidas, y Cristina puso un móvil roto sobre la mesa.
- Desaparecisteis con un brillo turquesa, así que supongo que os abdujo una reina dragón de cristales o algo así, ¿No? - los dos la miraron con cara de “cómo supo”. - Ya, era eso o un demonio romano.
» Centrémonos, ¿Cómo os encontré? Seguí el olor de esto hasta aquí - empezó a explicar sola, Declan reconoció rápido que ese era su móvil. - Claro, que antes hice una parada por un local que se supone que era una tetería, encontré muchos cuerpos - silencio incómodo, Zone y Declan comparten una mirada. - Y también encontré a un puñado de niños que iban a pelear ilegalmente por esos muertos, cuando no estaban muertos, les pagaban, así que solo por eso os habéis salvado.
Declan y Zone se aliviaron, aunque Zone preguntó. - ¿Por qué? Matamos a vuestros aliados.
- Digamos que mi jefa no perdona a nadie - dio dos golpes en la mesa con la uña para matizarlo. - Absolutamente a nadie, que involucre a menores en actividades ilegales, eso incluye peleas clandestinas remuneradas. Así que le habéis caído en gracia y va a perdonaros la vida por la masacre que hicisteis en la granja.
Los dos asintieron, Cristina se toma todo el contenido de su taza de una y sin respirar.
- En fin, ¿Eso era todo? - pregunta Zone.
- Si, yo no joderé más, vosotros no jodeis más, y aquí no a pasado nada, todos frescos como un Verdejo de Rueda, cielo - Cristina deja la taza en la mesa, y de debajo de esta saca el sombrero de Zone, poniendolo encima. - Considerar esto un regalo de buena voluntad, y olvidaros de mí, olvidaros de todo.
- ¿Cómo podemos confiar en tu palabra o en que no vendrán los millonarios a matarnos por matar nosotros a sus hijos? - preguntó Declan mientras Cristina recogía su posavasos.
- Estáis en la lista verde de Mika, es todo lo que debéis saber - cerró la puerta y se fue.
***
Declan llamó a sus padres ese mismo día, les contó que había experimentado el filo de la muerte, mintió sobre haberse caído por unas escaleras (que era más sencillo de explicar que una lucha con una súcubo interdimensional), y llorando al teléfono se disculpó por haber sido un pésimo hijo.
Zone y él fueron a visitar a sus padres dos semanas después, allí Zone consiguió trabajo y estuvo seis meses currando de Sol a Sol hasta que tuvo ahorros suficientes para regresar a su país natal. Los caminos de Zone y Declan se separaron con un estrechón de manos en el aeropuerto, donde Zone le regaló sus guantes a Declan, para que se cubriera sus manos quemadas por las cadenas, él ya no tenía nada que ocultar sin la carga de Riolu en sus espaldas, aunque si en sus recuerdos.
Zone regresó a su viejo barrio un domingo, justo a la hora en que sus padres regresaban de misa, casi dos décadas pasaron y seguían la misma rutina. Tuvo un pequeño escalofrío al ver la casa de su vecino, pero ya todo estaba bien, no había sombras y a su amigo de la infancia lo había sacado de allí, de ese cartucho que tenía su espíritu. Suspiró y llamó a la puerta de la que una vez fue su casa, y le abrió su padre, su madre detrás de él, lo miraron largo rato, reconociendo algo en su rostro.
- Hola papá, hola mamá, tengo mucho que explicaros - dijo.
Si, si lo reconocieron, y el resto de la historia que la cuente otro que sepa narrarla sin llorar.
Fin.
____
Notas de apoyo sobre los personajes:
Mundo de "Destinos de Skygea":
- Ocurre en el siglo XXXII.
- Islas de Embarque: grandes montañas preparadas para repostar.
- Obtienen agua de las zonas más altas de las nubes que no es tóxica.
- Pertenecen a la división "fieras del ritmo".
- Buscan armamento y datos.
- Las naves van a 1000 km/h sobre nubes no tóxicas que se usan para extraer agua.
Declan Shiraishi (Amo Magnético): 1'70 m, peruano, 71 kg, // practicó artes marciales en el pasado pero lo dejó por malo, le gusta el café negro, // "Perdón si te...", "Veamos si aún me acuerdo", "sin ni una falta", "esto es antónimo de...", "descubriste el hilo negro", "haz un poco más", "estás loco", "de una patada pa' Nueva Deli", "ese era mi sueño", "ya he terminado y no quieren terminarlo", "esto es más grande que el Tahuantinsuyo", "¿esa huevada, qué?", "me dejaron misio", "me quedé jato", // "escucha", "ves", "fulminar", "jalar", // "¿Qué pasa?", ¿Cierto?, "¿Cómo qué?, "inusual", "acá", "superficial", "quizá", "que se yo", "tejemaneje", "de corrido", "lindo", "de abajo a arriba",
Pacto de Sangre (Makima): 1'73 m, ojos amarillos, ropa de oficina, pelo rojo recogido en una sola trenza, // se frota el pulgar con el resto de dedos, tira de una correa, se da en las piernas para que te sientes, // "vos sos mío", "me estaba cansando", "bueno chico", "eso a él le gusta", "ooo, me temo que no va a ser posible", "que molestia", // "despertás", "recostate", recibir, // "acá", "obediente", "así", "impacto/choque", "en cambio"
Reze Álvarez Díaz (Labios Partidos): 1'70 m, rasgos finos, bronceada en un tono muy suave (como la tierra de los Andes), y cabello morado de un estilo mixie pero de flequillo pronunciado, ojos verdes como la quina, lleva una gargantilla de tela negra, // genera explosiones de 4 megajulios, tiene un brazalete que detecta tus intenciones, // trabaja para los rusos, quiere ir a la escuela y tener una vida normal, le gusta tomarse de la mano, da besos mientras habla, // "no me gusta que jueguen con mi vida", "quiero tener un romance normal", "quiero abrirme por completo", "no ve más que cómo...", "aléjese señora mayor", "¿a costa de qué?", "¿Te parece bien ir por ahí...?", "pero por favor", "así es, pero no es arrogancia, es un hecho", "sorprendentemente simple, ¿Cuál es la trampa?", // "tú", "genuinamente", "no es justo", // "no dejes", "jugar tus juegos", "escucha",
Terapia de choque: 1'69 m, 69 kilos (76 con armadura), pelo rojo y largo, ojos azules, la más musculosa de las 5, // sus nudillos inyectan sangre de distinto tipo a la del oponente, también cambian el aceite y analizan al rival para saber cómo meter "toxinas", // "nunca denuncies un crimen manchado de sangre", "te gano el partido", "os meo a los dos", "estoy más tranquila que si estuviera en feriado", // "po weón", "perkin", "maraco", "caleta",
Área: 1'70 m, 72 kilos, cabello castaño, ojos verde olivo, traje de F1 con los colores de la bandera de Castilla, // controla el aire en un metro cuadrado, // "odia" a los hombres porque le fueron infiel, se esfuerza por el bien del equipo, // "Una golondrina sola no hace verano", "trato de entender", // "Joder", // "necesario", "tarjetazos",
Pedra Durável: 1'72 m, 69 kilos, cabello oscuro, piel bronceada, // le gustan los dulces de mango, // experta en capoeira, traje invisible que inyecta veneno de Lachesis muta, // "es que tu cráneo solo tiene viento", "vas a comenzar a temblar", "aguanta menos que...", "te estás rayando", "en como dos días", "¿Qué estás diciendo?", // "andas", "traigo", // "estorbo de mierda", "horrores", "eu parsero",
Konna Yoru (la mujer de las 26 cadenas): 1.82 m // ferroqinetica de alto nivel, come humanos //
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