Remake: Jeff the Killer VS Jack sin ojos.
El bosque era un manto de sombras por el que Jeff iba solo. La luz de la luna apenas atravesaba el dosel, proyectando un pálido resplandor sobre su rostro mutilado: su sonrisa quemada sin labios y sus ojos secos sin párpados. Caminaba arrastrando los pies, cuando recuerdos se colocaron en su mente, imágenes de su familia, como descuartizaba a sus padres en el baño, su hermano con cortes profundos en la garganta antes de que le sacara la cabeza con una sola mano para mirarla fijamente. Todos los recuerdos destellaron brevemente antes de que una sensación familiar los ahogara: un ardiente e insaciable deseo de sangre.
— Es hora de alimentar el hambre — murmuró Jeff, su voz un ronco susurro. Sus dedos se apretaron alrededor del mango de su cuchillo, cuya hoja estaba manchada con la sangre de innumerables víctimas. Un leve olor flotó en el aire: humo y acre, era inconfundible. Su sonrisa sin labios se ensanchó. — Alguien está cerca — emocionado, soltó una carcajada y echó a correr cuchillo en mano.
Inclinó la cabeza hacia atrás, sus ojos secos captando el tenue rastro de humo que ascendía hacia el cielo nocturno. Guiado por sus sentidos agudizados, Jeff siguió el rastro, esquivando ramas, evitando roedores del suelo y bichos de entre las ramas más cercanas a su cara. El humo lo llevó a una cabaña de trabajadores solitaria entre los árboles, con su chimenea como un faro que solicitaba su presencia. Sabía que tenía que esperar, seguramente estos trabajadores también eran cazadores que disparaban primero y preguntaban después.
Agachado, Jeff se acercó, mirando a través de una ventana del primer piso. Dentro, un solo hombre que debía hacer la guardia para que el fuego no se apagase, pero el sueño había podido con él y ahora estaba ajeno al depredador que lo observaba. La sonrisa de Jeff se torció. — Solo uno por aquí. Perfecto —. Se retiró a las sombras de los árboles, sus deportivas apenas levantando polvo, años y años de masacres le habían hecho competente en el sigilo, y admirable fundiéndose con la oscuridad mientras esperaba a que la casa quedara en silencio.
Pasaron horas. Las luces del primer piso se apagaron tras escucharse como se echaba más leña al fuego, y un leve resplandor cobró vida en una ventana del segundo piso antes de apagarse, no se tenía pensada más actividad en esa casa en las próximas seis horas que restaban hasta que volviesen a despertar para ir a la mina que estaba como a 200 metros del sitio.
Jeff se acercó sigilosamente a la misma ventana que había observado antes, tiró del marco con la fuerza justa y el seguro se rompió con un lebe "crack" que podría haberse confundido con el fuego crepitando. Entró al lugar con un silencio practicado, sus deportivas sin hacer ruido en el suelo de madera. Subió las escaleras, su cuchillo de cocina en su mano derecha, y se escondió en las sombras del pasillo, degustando el silencio de una casa dormida, solo roto por los ronquidos de 5 hombres cansados que dormían en cuartos diferentes.
Se frotó el cuchillo en el pantalón, de todos los que llevaba, este era su favorito, aun manchado con sangre, una hoja afilada en huesos con la violencia de su pasado. Lentamente, empujó la puerta del dormitorio, su rostro pálido tenuemente iluminado por un rayo de luna de una ventana sin persianas. Para su desgracia, no era la única criatura sigilosa que buscaba sangre esa noche, y descubrir a la otra lo detuvo en seco.
La habitación era un matadero. El cuerpo del hombre estaba en la cama con una herida de corte a la altura del riñón, hecha con un bisturí y una precisión de cirujano. La sangre empapaba las sábanas y se acumulaba justo donde debía ir la cabeza, que había sido aplastada de un aplauso rápido para que el hombre no hiciera fuerza. Una criatura humanoide con dientes de tiburón degustaba los órganos que extraía del torso abierto con precisión quirúrgica desde el pecho hasta el abdomen. La ventana estaba completamente abierta, las cortinas ondeando con la brisa, por allí había entrado esta cosa que ahora miraba a Jeff con unas cuencas goteantes y vacías tras una máscara azul levemente alzada.
Las retinas inyectadas en sangre de Jeff no daban crédito a lo que veían, era una leyenda de los bosques, el famoso Jack sin ojos, sabía de él por reportes de periódico y radios que sonaban en la noche mientras apuñalaba camioneros que por querer parar a descansar, habían sido puestos a dormir para siempre. El caso es que la rabia hervía en su pecho. Este era su asesinato, le habían robado, y eso se tenía que pagar con sangre. Corrió hacia la cama, Jack se deslizó hacia la ventana en un solo movimiento lateral, evitando la puñalada de Jeff que solo dio al aire. Jeff sacó otro cuchillo de su sudadera raida y lo tiró en el mismo momento que Jack saltaba por la ventana, atravesando el hombro izquierdo. Esto hizo que el enmascarado cayese 7 metros hasta el suelo de cabeza.
Jeff se asomó para ver cómo Jack se revolvía y quitándose el cuchillo del brazo se lo lanzaba. El cuchillo tardó un cuarto de segundo en llegar, Jeff movió la cabeza a tiempo y el metal se clavó profundamente en el techo de la cabaña. El asesino de la sonrisa cicatrizada no iba a dejar que eso quedara así.
Saltó por la ventana, y Jack, lejos de huir, lo esperó para recibirlo con un puñetazo en las costillas cuando Jeff aún no tocaba el suelo. Le sacó el aire al chico de la sudadera mientras de su mano contraria sacaba un bisturí. Jeff bloqueó el filo del arma enemiga con su propio cuchillo mientras su mano libre desviaba un intento de golpe al mentón.
Jack circuló, frenando todo el impulso con el talón cuando Jeff intentó apuñalar su pecho. Arremetió agarrando su cintura y levantando al joven en vilo. Jeff apuñaló cada parte de espalda y cuello que tenía disponible mientras Jack no dejaba de avanzar hacia delante, tirando a Jeff por la ventana por la que antes había entrado. Jeff rodó por el suelo, tomando en el proceso un puñado de cristales que le lanzó al enmascarado. Jack se movió a un lado en cuanto notó el aire acercándose a él con proyectiles, y luego saltó intentando apuñalar el cuello de Jeff con su bisturí.
Jeff lo atrapó por la muñeca, pero por más que aplastaba no escuchaba el "crack" del hueso. Jack le dio un rodillazo que por poco le hunde la nuez de Adán, y le hizo rodar medio metro por el suelo hasta romper un mueble con la espalda. Se levanta cubierto de la sangre negra de Jack, mientras este carga contra él con la rabia de una bestia salvaje. Jeff toma su cuchillo, deslizándose por el suelo con un barrido en ángulo hacia su derecha. Jack intenta cazarlo con un gancho, pero él cabecea mientras mueve su mano, de un rápido tajo en la rodilla le separa a Jack la extremidad del cuerpo.
Jeff escucha ruido arriba, los hombres gritan sin saber que pasa, alguno dice: "he escuchado la ventana romperse, creo que ha entrado un puto coyote", otro vomita y con la bilis aún en la boca dice: "le han aplastado la puta cabeza, joder, eso no lo hace un coyote".
Jeff recoge una petaca del suelo que había caído del mueble que habían roto. Se la tiró a Jack y este la interceptó de un mordisco, 1800 libras por pulgada cuadrada que destrozaron el metal y derramaron la bebida en el suelo. Fuera lo que fuese esta cosa ya era claro que no era humano, pero quedó más claro cuando el líquido que lo formaba volvió a unir la pierna al cuerpo al conectarla. Jeff se miró a si mismo, cubierto de ese fluido negro, luego miró a Jack y su campera negra mientras se relamía bajo su máscara con aún restos de órganos en la boca. Escuchaba los rifles de los 4 hombres restantes arriba, así que supo que la noche solo se pondría más interesante.
— Ja, que maldito hijo de puta, ¿Te pensabas ir tranquilo después de robarme a mi víctima?
Jack se quedó quieto mientras las heridas en su piel se cerraban con ese líquido negro y burbujeante.
— ¿Qué, estás sordo? — La sonrisa de Jeff no titubeó mientras soltaba una risa psicópata. — Uups, que modales los míos, permíteme presentarme: soy Jeff, el asesino, ¿Y tú eres?
— Mi nombre… — empezó a decir el ser con una voz sombría y susurrante. — No lo recuerdo. Pero he oído que me llaman Jack. ¿Te gustó lo que hice allí arriba?
— ¿Gustarme? ¡No, no me gustó nada! ¡Ese era mi asesinato! Yo iba a ponerlo a dormir, pero tú te adelantaste — sonrió todavía más abriendo nuevas heridas en sus mejillas. — Igualmente no importa, tu te irás a dormir en su lugar.
— Eso está por verse, tu carne ya está cocinada por lo que huelo, y tiene pinta de saber muy bien.
La risa de Jeff se volvió más salvaje. — ¡Entonces espero darte indigestión, monstruo!
Jack giró la cabeza en cuanto escuchó los pasos, apartándose y rodando por el piso mientras tres disparos de varios 308 Winchester llegaban hacia su cuerpo, eran los hombres listos para defender su propiedad.
Jeff se abalanzó contra todo lo que respirase. Le llegaron dos balas, pero sacó un cuchillo aún más afilado de su sudadera y las partió en dos a pleno vuelo mientras su hoja no perdía fuerza y separaba cabeza y cuello del primer tipo con sobrepeso que encontraba. Jack le intentó acometer desde un punto ciego con su bisturí, pero Jeff pivotó, empujando hacia el enmascarado un hombre cuyo estómago fue cercenado desde caja torácica a pierna derecha.
Jeff pateó la cara de Jack sacándole parte de la máscara, por el daño rodó hacia atrás y su arma atravesó el ojo de otro hombre, acumulando ya tres cuerpos inertes en las escaleras. Mientras Jack sacaba fluido negro a borbotones, Jeff sació su sed rompiendo el cuello del tipo restante de un buen derechazo en la mandíbula, ahora nadie estorbaria su combate contra el "sin ojos".
Jeff y Jack se movían como sombras letales, sus cuerpos danzando en un intercambio frenético de fintas y golpes. Jeff amagó un tajo hacia el cuello de Jack, pero este, con una agilidad inhumana, esquivó el ataque ladeando el cuerpo, sus pies deslizándose por el suelo cubierto de astillas y sangre. Antes de que Jeff pudiera recuperar el equilibrio, Jack giró sobre su talón y lanzó una patada precisa con la punta del pie, conectando con el hígado del joven de la sudadera blanca. Jeff escupió un chorro de sangre, el sabor metálico inundando su boca, ensuciando sus cicatrices en carne viva. Respondió con una puñalada directa al plexo solar de Jack, la hoja hundiéndose profundamente. Sin embargo, no encontró resistencia ósea ni órganos, solo un fluido negro y viscoso que burbujeó alrededor del cuchillo, como si el cuerpo de Jack estuviera hecho de pura oscuridad líquida. La sustancia se derramó, salpicando el suelo, y Jack seguía sus huecos vacíos fijos en Jeff.
Jeff, furioso, preparó un corte horizontal con su cuchillo, buscando abrir el torso de Jack de lado a lado. Pero Jack, anticipándose, lanzó un puñetazo seco al codo de Jeff, desestabilizando su brazo y dejando su pecho desprotegido. Aprovechando la abertura, Jack clavó su bisturí en el hombro de Jeff, la hoja quirúrgica atravesando hasta el húmero, parte de este crujió. Siguió con un empujón, estrellando a Jeff contra la pared de madera de pino.
Jeff gruñó, el dolor irradiando desde su hombro, pero respondió con un cabezazo salvaje, su frente chocando contra la máscara de Jack con un "crack" sordo. Jack se tambaleó, y Jeff pateó uno de los rifles caídos en el suelo, enviándolo volando hacia la cara. El arma golpeó por debajo de la máscara, arrancando tres dientes afilados que cayeron al suelo junto con un chorro de fluido negro mezclado con el whisky derramado de la petaca que había mordido antes.
El líquido formó un charco brillante a la luz de la chimenea. Jeff lo vio pensándolo bien que ardería eso, y con una sonrisa aún más marcada que de costumbre, pensó en lo bien que ardería Jack que tenía la boca y la garganta empapada con eso. En un ataque de frenesí, sacó un segundo cuchillo de su sudadera, su hoja más larga y dentada, y comenzó a apuñalar con ambas manos, las cuchillas moviéndose como extensiones de su furia. Jack intentó bloquear, pero los ataques de Jeff eran demasiado rápidos, impulsivos y caían desde todos los ángulos. un tajo cortó los dedos de Jack, otro abrió un corte profundo en su brazo, y un tercer golpe desgarró su abdomen, dejando un agujero del que manaba fluido negro como una cascada. Jack, tambaleándose, aprovechó un instante de pausa para lanzar una patada oblicua a la rodilla de Jeff, buscando derribarlo. La pierna de Jeff cedió, pero él usó el impulso de su caída para girar, su brazo sano arremetiendo contra el rostro del sin ojos. Sus nudillos se clavaron entre la mandíbula y el cuello, y Jack fue a parar de cabeza a la chimenea.
Jack soltó un grito inhumano mientras las llamas mordian su rostro, el fluido negro burbujeando y evaporándose en volutas de humo acre. Jeff, apoyado en la pared para mantenerse en pie, soltó una risa maniática.
— ¡No seas llorica! — escupió, su voz cargada de desprecio. — Me corté la cara y me quemé los labios a los quince años, ¡y no lloré ni cuando avivé el fuego con legia!
Jack, con el cuerpo envuelto en un fuego que parecía alimentarse de su propia sustancia, lanzó un puñetazo desesperado. Jeff lo esquivó, girando a un lado, pero el calor era insoportable: las llamas de Jack comenzaban a extenderse por la cabaña, encendiendo las paredes de madera seca. Las vigas crujían, y el humo denso llenaba el aire, haciendo que los ojos de Jeff ardieran incluso más de lo habitual a falta de párpados. La casa entera se estaba convirtiendo en una pira, y Jack, como una antorcha viviente, parecía no detenerse.
Jeff, ignorando el dolor que palpitaba en su hombro herido, intentó una puñalada recta. Pero Jack, con un instinto militar, anticipó el ataque. En un movimiento fluido, atrapó el brazo de Jeff con ambas manos, tiró hacia sí mientras sus piernas volaban hacia delante y atrapaban al tipo del cuchillo en un armbar aéreo, que retorció el brazo de Jeff con fuerza mientras buscaba luxar y partir extremidades. El brazo apuñalado de Jeff se partió con un chasquido seco, su húmero cedió justo en su punto medio.
Jeff intentó gritar, pero Jack, con la espalda en el suelo y el cuerpo en llamas, le propinó una patada en el mentón, silenciándolo. Los dientes de Jeff crujieron, y globulos rojos saltaron al suelo. Las llamas de la chaqueta de Jack, comenzaron a chamuscar su propia carne, mientras el monstruo no parecía inmutarse.
Jeff se tiró al suelo, de cara contra las llamas y el líquido incandescente que envolvía a Jack. Con su mano libre, apretó el cuchillo con fuerza y apuñaló una y otra vez, cada golpe rompiendo la guardia que el enmascarado hacia con sus brazos. Jack desvío un golpe, clavando el cuchillo en la madera del suelo, su mano contraria se aferró al cuello de Jeff. Se revolcaron, sus ropas ardiendo, su cuerpo tenso. Jeff consiguió librarse del amarre de Jack a base de paradas y rondando hacia atrás se puso en pie.
Comenzó a lanzar de nuevo múltiples puñaladas, la adrenalina dándole más fuerza que el cansancio. Pese a ir con una mano y ser considerablemente más lentos que en los anteriores ataques, Jack los esquivaba peor. Los sentidos embotados por el fuego y el dolor, parecían fallarle. Con un rugido gutural, giró en su eje y acertó una patada al costado, de nuevo repercutiendo en el hígado de Jeff. Las rodillas de este último le fallaron y retrocedió un paso, dejando caer un cuchillo que se sentía tan pesado como su brazo roto.
Jack pensó que esto ya no valía la pena, había tenido suficiente acción y olor a carne quemada por una noche. Giró en redondo y embistió con todas sus fuerzas, contra la puerta de entrada. La madera se partió en ocho pedazos, mientras Jack huía hacia el interior del bosque como una antorcha humana. Jeff, cubierto de sangre, cenizas y fluido negro, no había tenido suficiente aún, lo siguió, mientras no dejaba de reír, como si un brazo roto fuera cosa de todos sus lunes.
— ¡Aparece, bastardo! — gritó con una voz quebrada por fuego y humo. — ¡Da la cara, o lo que sea que tengas! — El rastro de fuego y fluido negro se perdía en la oscuridad del bosque, y Jeff, con el cuchillo al rojo vivo y quemaduras de tercer grado, avanzó tras él, la promesa de más sangre guiando sus pasos.
***
Todo el bosque empezó a arder de un momento a otro sin que nadie pudiese detenerlo. Las llamas masticaban madera a mayores velocidades de la que los pájaros empleaban para volar lejos. Jeff no dejó de correr entre las llamas, pisando cenizas y esquivando ramas ardientes que caían como guillotinas desde los árboles. El calor abrasaba su piel quemada, y lanzó su sudadera lejos para solo quedarse con una camiseta blanca, pero su sonrisa cicatrizada no titubeaba, empapada de sangre y bilis. Estaba a punto de pasar de largo un claro cuando captó en su periferia de 190 grados un arbusto ardiendo con una intensidad antinatural, las llamas negras danzando entre las rojas.
— Te atrapé — Jeff saltó hacia él, su cuchillo destellando mientras apuñalaba el arbusto con furia salvaje. Las hojas ardientes se desmoronaron, revelando una pierna mutilada de Jack, cercenada y goteando fluido negro, colocada como un señuelo.
Jack emergió de las sombras, intentando emboscar a Jeff por la espalda, el asesino de la sonrisa lo escuchó: un crepitar apenas perceptible pero distinto al rugido del fuego. Jeff giró en un instante, su cuchillo trazando un arco que cortó a la altura de la mandíbula de Jack. La hoja rasgó la carne tirando el maxilar ya deshecho por las llamas al suelo. Jack respondió escupiendo una corriente de ese líquido viscoso directo a la cara de Jeff. Sin párpados para protegerse, el fluido impactó de lleno en sus ojos secos, quemando como ácido y nublándole la visión.
Jeff aulló como un perro apaleado. Su atacante agarrando su brazo sano, regeneró su mandíbula en un cuarto de segundo y mordiendo la articulación hasta que, exactamente un segundo después, su antebrazo crujió con los huesos totalmente fracturados. Jeff, con más rabia que sangre en las venas, pateó la única pierna que sostenía a Jack, desequilibrándolo. La patada lo obligó a soltar el brazo, y Jeff se apartó tambaleándose, la sangre y el fluido negro mezclándose en su rostro.
Jeff rodó hacia atrás, cayendo sobre un montón de cenizas calientes, y usó su brazo menos jodido para limpiarse frenéticamente el fluido negro de los ojos. La sustancia era pegajosa, como alquitrán al rojo vivo, y sentía cómo se filtraba en sus córneas, enviando punzadas de dolor a su cerebro. La sangre manaba de sus heridas, goteando desde su brazo destrozado y su hombro apuñalado, pero sus piernas aún lo mantenían en pie.
A través de su visión borrosa, notó que Jack, ahora con su pierna regenerada, había desaparecido entre los árboles en llamas. El rastro de sangre y cenizas marcaba su huida, y Jeff, se lanzó tras él, ignorando el fuego que mascaba sus pies ya sin telas que los cubriesen, y el humo que le quemaba los pulmones.
— Los jubilados como tú no deben andar despiertos a estas horas o se pueden encontrar con locos como yo — gritó Jeff mientras lo seguía puñal en mano. Aún le quedaban dos en cada bolsillo.
De repente, una sombra se alzó desde un ángulo muerto, moviéndose más rápido que las balas de fusil. Jeff cortó el aire con su cuchillo sin necesidad de girarse por completo, pero la hoja solo atravesó humo negro que se disipó al instante.
— ¡Te veo! — susurró una voz, multiplicada en un coro.
Más sombras surgieron del bosque, figuras informes que repetían “¡Te veo!” mientras danzaban entre las llamas. Jeff, lejos de acobardarse, soltó una risa psicótica, sus ojos ardientes de locura. — ¡Es muy tarde para cantos infantiles críos de parvulario! ¡Iros a dormir! — gritó, apuñalando cada sombra que se movía, su cuchillo cortando el humo sin agotamiento. Las ilusiones se desvanecían al contacto, pero Jeff no perdía de vista el rastro de sangre negra que Jack había dejado, un sendero de gotas brillantes que lo guiaba a través del infierno ardiente que era el bosque y su propia mente.
En medio de su frenesí, un destello plateado brilló en el filo de su cuchillo. Jeff giró instintivamente, apuñalando hacia el cuello de la figura que lo atacaba desde atrás. Pero su brazo se detuvo en seco al ver el rostro de su madre, con la garganta cortada y los ojos acusadores. Por una fracción de segundo, Jeff se congeló, el shock deteniendo su corazón. La figura comenzó a transformarse, su rostro derritiéndose en una masa de carne sin ojos, las cuencas vacías de Jack mirándolo con una sonrisa torcida. Jeff reconoció la ilusión, pero era demasiado tarde. Jack, materializándose desde la nada, agarró su brazo más herido y barrió sus piernas con un movimiento rápido, derribándolo al suelo. Con una llave militar precisa, Jack apretó con fuerza inhumana, el hueso del brazo de Jeff astillándose con un crujido nauseabundo. El dolor era cegador, pero Jeff vociferaba insultos y arañaba el suelo; más su sonrisa no dejaba de ensancharse.
Con más memoria muscular que ganas, flexionó la rodilla, se raspó la espalda por el suelo mientras se quemaba la poca ropa que separaba su piel de las llamas, y con conocimiento del movimiento que antes realizó Jack, pudo abrir espacio para patear a la altura del hígado con la punta de su pie. Jack se echó hacia atrás, no tenía órganos internos, pero su masa ya había acumulado mucho daño de tanto regenerarse. Ese golpe solo fue la última gota que rebasó el vaso. Aún así, al echarse hacia atrás con violencia terminó de arrancar el brazo de Jeff.
El chico dio una voltereta hacia atrás, se puso de pie, ignorando el dolor que palpitaba en su brazo mochado. Con un rugido, lanzó un rodillazo devastador al rostro de Jack, haciendo que más fluido negro salpicara las cenizas. Recogió su cuchillo del suelo con su brazo medio destrozado, lo esgrimió y luego hundió en el pecho de Jack una y otra vez. Cada puñalada era un grito de rabia, hasta que la carne de Jack se abrió por completo, revelando algo que parecía un corazón palpitante, hecho de fluido negro solidificado.
— ¡Ve a dormir! — siseó Jeff, arrancando el órgano con sus manos desnudas y aplastándolo en su puño, el líquido azabache chorreando entre sus dedos como sangre de medianoche.
Jeff se levantó, jadeando, su cuerpo cubierto de sangre, cenizas y fluido negro de desplomó. El cuerpo de Jack yacía inerte incapaz de arrastrarse, mientras a los dos los consumían las llamas. Pero sería demasiado buen final para esta historia. Las sombras que Jack había invocado comenzaron a remolinearse en torno a ellos, un torbellino de oscuridad que parecía alimentarse del fuego y la sangre. Una energía antinatural pulsó en el aire, y los cuerpos de ambos asesinos se estremecieron. Jeff sintió una oleada de fuerza recorriendo sus venas, mientras Jack, incluso sin moverse, comenzó a regenerarse, su forma convulsionando con una nueva vida. Ambos se levantaron, más fuertes que nunca, sus ojos (o la falta de ellos) brillando renovados, listos para un segundo asalto en el corazón del infierno.
Jack ya no era completamente sólido; su cuerpo se había transformado en una masa de oscuridad líquida, ondeando como un espectro. Su máscara había desaparecido, revelando una cara hecha de sombras, donde solo destacaban unos dientes blancos y afilados, brillando como dagas en la noche. Jeff, por su parte, era una visión de pesadilla: sus venas se marcaban en un azul pulsante, visibles bajo su piel quemada y agrietada. Los cuchillos que llevaba se habían fusionado con su carne, sus nudillos ahora afilados como garras retráctiles que destellaban con cada movimiento. Una presencia demoníaca, el ente que había otorgado sus poderes a Jack, observaba desde las sombras, riendo con una voz que resonaba en el alma de ambos. Había encontrado esta pelea tan entretenida que decidió potenciar a los dos luchadores, infundiéndolos con una fuerza sobrenatural para que se destruyeran con todo lo que tenían. El bosque ardía a su alrededor, un coliseo de fuego y sangre, y Jeff y Jack, ahora más monstruos que hombres, se prepararon para un enfrentamiento final.
Que se diría del escenario, el bosque ardía como un coliseo del infierno, las llamas devorando los pinos y robles con un rugido que ahogaba los gritos de los animales en fuga. Coyotes aullaban, sus siluetas recortadas contra el resplandor naranja, mientras bandadas de pájaros huían en un frenesí de alas chamuscadas. Los dos homicidas chocaron dejando atrás la barrera del sonido y el golpe levantó la tierra en 5 metros cuadrados mientras la inercia residual apagaba llamas y torcía árboles.
Jeff lanzó un recto que atravesó el pecho semi-sólido de Jack, clavándose en un pequeño árbol que pulverizó de inmediato. Jack atrajo hacia sí todas las astillas diminutas del aire en una mano de casi dos metros que parecía hecha de humo. Con esa misma contra golpeó a Jeff en las entrañas, y múltiples astillas destrozaron sus órganos internos mientras salían por su espalda como proyectiles que tardaron segundo y medio en llegar a las nubes más altas.
Jeff pivotó sobre su pierna derecha y rodó mientras se regeneraba. Jack agarró y pulverizó otro árbol, repitiendo el proceso. Jeff se plantó firme, y cuando las agujas microscópicas llegaron, no hubo puntos ciegos en sus ojos sin párpados. Sus puños volaban y cortaban cualquier proyectil por más efímero que fuese. No sabía de dónde había sacado el poder para superar las 1.087 millas por segundo, pero le encantaba. Con su cuerpo prendido fuego por la insana velocidad que había alcanzado, tomó a Jack del cuello con la izquierda mientras su derecha acertaba una y otra vez golpes en el rostro que disparaban ácido negro en todas direcciones.
Tres sombras salieron por su espalda, eran su madre, su padre, y su hermano. Jeff no tenía pensado caer en esas alucinaciones baratas, por lo que no tuvo tiempo para replanteárselo cuando la sombra de Liu lo tomó por el cuello con un perfecto mataleón. Sus padres patearon sus rodillas al unísono y cayó en sincronía perfecta para encontrarse un rodillazo en la mandíbula por parte de Jack que lo sacó volando en una parábola perfecta hasta lo alto de un pino.
Jeff se regeneró en microsegundos, y escupio una sangre negra que deshizo la gruesa madera al contacto. Algo llegaba hacia él, un roble de 20 metros arrancado de raíz. Rió con más fuerza que nunca y golpeó el mismo con tal derecha, que le árbol milenario se redujo a polvo ipsofacto.
Jeff y Jack volvieron a chocar, el suelo temblaba con cada arremetida. Jack, usando técnicas militares, ejecutó un gancho preciso al hígado, seguido de un codazo descendente que buscaba su nuca. Jeff, adaptándose, bloqueó el codazo con su antebrazo, las garras cortando el aire para contraatacar. Jack esquivó, sus sombras de humo envolviendo a Jeff, intentando asfixiarlo. Jeff cortó las sombras con sus garras, el metal fusionado destrozando el humo como si fuera carne.
Jack, imperturbable, lanzó una patada frontal al pecho de Jeff, derribándolo contra un peñasco que se partió en veintisiete trozos. Jeff se levantó, escupiendo parte de sus cervicales antes de regenerarlas, y cerrando distancia, cercenó el brazo de Jack. El fluido negro burbujeó, regenerando la extremidad en microsegundos.
Ambos avanzaban, se empujaban, retrocedían, y volvían con cada golpe. La persecución los llevó a una cueva en las afueras del bosque, esa en la que trabajaban los hombres en la cabaña que cruelmente habían matado. su entrada iluminada por las llamas que lamían la roca, pues las linternas no sabían encendido todavía ni volverían a hacerlo. El interior era un laberinto de túneles, el aire frío y húmedo contrastando con el infierno exterior. Jeff y Jack, ahora monstruos potenciados por un demonio invisible, chocaban con una fuerza que hacía temblar las paredes. Jack manipuló sombras de humo, formando garras y lanzas que atacaban desde todos los ángulos. Jeff, adaptándose al estilo militar de Jack, esquivó una llave de estrangulamiento y respondió con un tajo que abrió el torso de Jack, el fluido negro salpicando las rocas.
En la zona más profunda de la cueva, encontraron un montón de dinamita abandonada, sus mechas cubiertas de polvo. Jeff, en un frenesí, lanzó un golpe con sus garras, pero la inercia hizo que una chispa saltara del metal fusionado, encendiendo una mecha. Jeff y Jack estaban demasiado ocupados en su pelea como para notar dicha acción. Jeff, con una risa maniática, apuñaló a Jack en un golpe que le habría llegado hasta el páncreas si tuviese uno, mientras la dinamita siseaba. Jack respondió con un bisturí de sombras que decapitó a Jeff solo para que a este no le tomase nada regenerarse de nuevo.
Jeff partió a Jack con un gancho que le pasó de la entrepierna hasta el cenit de la cabeza. Mientras Jack volvía a tomar forma de una de sus mitades, Jeff le ganó la espalda, y clavó sus garras a la altura de los riñones. Jack gritó de agonía mientras era empujado contra toda la pila de dinamita. Giró su cabeza 180 grados, y mordió con fuerza la cabeza de Jeff, destrozando completamente el lóbulo frontal, pero no evitando que el joven descalzo lo levantase sobre su cabeza y estrellase contra la dinamita. Jeff le cayó encima con múltiples golpes hacia la cabeza, no iba a dejarlo huir.
¡Bum!
La explosión fue cataclísmica, 2 toneladas métricas de TNT en un estallido que hizo colapsar la cueva en una avalancha de roca y polvo.
Cuando todo se asentó, el silencio era absoluto, roto solo por el crujir de las rocas y las llamas. Mañana, a las 8:00 a m, vendrían los bomberos y la guardia forestal para investigar el derrumbe y la choza de los hombres, sus cuerpos estarían calcinados después de arder toda la noche y sin forma de reconocerlos echarían la culpa a un fuego descontrolado iniciado por la chimenea. No encontrarían rastro alguno de Jack, ni de Jeff, así que la prensa empezaría a hacer teorías sobre cómo estalló la mina. Todo eso pasará mañana.
Hoy, de entre los escombros, una figura emerge: Jeff, cubierto de sangre, cenizas y fluido negro, su cuerpo destrozado pero aún en pie. No le quedan cuchillos y ha perdido 5 dientes. Tendrá que matar a alguien de camino a donde sea, está excesivamente débil, y no tiene calzado, ni garras en los nudillos, ni demonios en las venas.
— Buenas noches, cabrón — escupe antes de abandonar el lugar pisando y partiendo una máscara azul.
Fin.
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