Mi mejor amiga es un agente americano - parte 1.
Preludio: Lo que menos te esperas es lo que siempre sucede.
- Escúchame intento barato de Charles Manson, la única razón por la que estas viva es porque en este país la pena de muerte es ilegal, pero nada me impide usar la fuerza para sacarte información si lo necesito - el policía golpeó la mesa de hierro con el puño. - Así que más te vale explicar ahora mismo donde está el resto de tu equipo o verás.
Monika no contestó, sentada en una silla de metal, esposada y con el traje naranja típico de los criminales, su mirada solo se centraba en el suelo.
- ¡Qué donde está tu equipo! - volvió a gritar el policía.
La cabeza de Monika se alzó de repente, sus ojos marrones y profundos adornados con ojeras eran como dos perlas que deslumbraban en la fosa de las Marianas. Dos joyas que habían tocado fondo.
- Detrás de tí.
Una mujer de labios pintados y ropa seductora atrapó al guardia del cuello con un mata león y lo sostuvo firmemente. Monika saltó y calló de pie en la silla, luego le asestó una patada ya que tenía su cabeza a la altura de su pie y le partió el cuello.
- Es hora de literar - dijo Monika partiendo las cadenas de sus muñecas con las manos.
Dio una voltereta de 720 grados hacia delante y sus pies chocaron con la puerta de hierro, echándola abajo.
Monika empezó a caminar por las galerías de la cárcel, pasillos en los cuales se escuchaban celdas romperse mientras más y más mujeres se unían a su movimiento.
- No, señora Monika no puede hacer esto - le dijo una niña de 7 años que lloraba y había salido de alguna parte.
- Calla niña - Monika le dio una bofetada y la tiró al suelo. - Yo me bebo tus lágrimas junto a la anarquía como parte de mi desayuno todas las mañanas. Porque soy Monika y soy malvada, y hago cosas malas como matar a compañeros de clase y golpear perros sin hogar.
- No tan rápido Monika.
Alguien gritó y todas las cabezas giraron al unísono para ver a la mujer de larga cabellera rubia y guantes de oro, que vestida con un uniforme de Judoka se disponía a hacer frente a Monika y todas sus aliadas.
- "Sara", hermanita mía, has venido a salvarme - dijo la niña con ojos relucientes.
- Por supuesto, Misel, yo siempre protegeré a mí hermana pequeña.
- Matarla - ordenó Monika.
Tres mujeres saltaron por ella y tres mujeres son las que pasarán el resto de su vida extrañando sus dientes.
- Imposible, ni lo he visto - dijo Monika.
- Y eso no es todo - dijo "Sara" que saltó en su dirección y la atrapó por el pecho.
"Sara" lanzó el cuerpo de Monika al aire como si lanzara una moneda, luego la atrapó en desplazamiento y le aplicó un armbar de brazo aéreo.
- ¡Oh! Me rindo, me rindo - dijo Monika.
- Y qué no vuelva a ocurrir, ahora a tu celda - le dijo "Sara" con un dedo imperante.
Monika regresó a su jaula cabizbaja y arrastrando los pies. Las demás reclusas hicieron lo mismo.
- Wow Sara, tú realmente eres increíble - dijo la niña con estrellas en los ojos.
- Gracias, gracias, solo cumplo con mi deber, pero mi nombre no es "Sara" y lo sabes, yo soy...
¡Piii! ¡Piii!
El despertador comenzó a sonar logrando que "Sara" incorporase todo su cuerpo de inmediato en forma de "L".
"Ese sueño otra vez", dijo deslizando la mano por la mesita de noche hasta apagar el despertador digital presionando un botón. "Llevaba 5 años sin tenerle", pensó mientras se apartaba un mechón de amarillo miel de sus labios.
"Sara" se desperezó estirando los brazos hacia arriba y bostezando sin taparse. Luego se rascó un costado y se sentó en el borde de la cama mientras pensaba una vez más, "¿Realmente Monika estaba tan equivocada?".
"Sara" siempre había sido una chica sencilla que hacía cosas sencillas, bailaba con Britney Spears y le gustaba el olor a lejía.
"La vida de combates callejeros no sería apta para mí", se peinaba el pelo recordando un villancico y luego se estremecía porque no se deben cantar villancicos si no es navidad que eso da mala suerte.
Cuando "Sara" se veía en el espejo, no se veía como una musa renacentista, se veía como una chica que presta atención en clase y luego en su casa repasa. Pocos dirían en la iglesia que la chica de metro setenta y seis que se sabía los salmos de memoria era también cinturón negro de Jujitsu Brasileño y campeona amateur con siete veces más victorias que derrotas.
Si, esa era "Sara", la chica que tenía su cuarto adornado con fotos de monarcas europeos y estampas de los santos.
"Sara" era la típica persona que odiaba "American Psycho" y prefería leer cosas como "Acotar" o "Nacidos de la bruma". Nunca la verás contar un chiste de humor negro pero se reirá de todos, en especial los que incluyan judíos, no preguntes.
"Sara" tomó el bolso donde siempre llevaba el portátil, una botella de agua y una baraja de cartas española. - Muy bien, segundo cuatrimestre, Elkoca, sorpréndeme - dijo al aire en la entrada de su casa antes de empezar su caminata hacia la parada de autobús.
- No tan rápido vaquera - le anunció una voz a su espalda, una voz familiar y alegre, Misel.
- ¿Qué? ¿Qué ocurre? - preguntó Sara.
- ¿Te vas sin decirle adiós a tu querida hermana mayor? - dijo con un puchero. - ¿Ni siquiera me deseas suerte para mi partido?
- Misel, juegas esta tarde, estaré aquí para verlo - dijo "Sara" poniendo los ojos en blanco.
- ¿No se supone que los lunes te quedas hasta tarde en la universidad?
- Eso son los martes por las prácticas, hoy salgo a tiempo - "Sara" miró su reloj de muñeca. - Me largo que llego tarde al bus.
Sin que Misel pudiera responder, Sara echó a correr a buen ritmo. La parada de Bus estaba a 15 minutos de su casa y llegó en 8.
- Ahora si, estoy lista para lo que sea - dijo quitándose el sudor de la frente.
Lo que "Sara" no sabía es que ese "lo que sea" que tanto esperaba estaba literalmente a 8 pasos de ella, escuchando una canción sobre marcianos azules en un MP3 más viejo que la tortura del molino de agua. Pero no había forma de culparla, después de todo, ¿Por qué alguien sospecharía de una chica joven y castaña de veinti pocos que esperaba el autobús rodeada de otras personas que también la veían por primera vez y no la prestaban atención?.
Capítulo 1: la mayor barbaridad en menos tiempo.
"Sara" vivía en Las Alas de Monte Santo, un pueblo del suroeste en la periferia montañosa del país, a treinta minutos de su universidad y en medio de ninguna parte. No te lo imagines como si "Sara" fuera Geidy y cada mañana saltara en un columpio enganchado al infinito rodeado de montañas y cabras. Su pueblo era de unos 59 kilómetros cuadrados y estaba bastante lejos de las faldas de las montañas, así como las puntas de las alas están lejos de la espalda de los ángeles.
"Sara" estudiaba en Elcoka, ciudad que en algún punto fue capital pero que ahora solo es un bonito recuerdo con un río tan limpio como un cementerio de neumáticos radioactivos.
"Que lástima que la ciudad que una vez albergó al último virrey de las Américas hoy solo sea un centro turístico de interior", pensaba "Sara" con frecuencia.
22 años, cuarto grado de universidad y aspirante a algo que todavía no había decidido. Se metió a la carrera de historia y filosofía por voluntad propia pero si hubiera sabido que todo era política disfrazada de avances... Se hubiera metido igual, pero con menos ganas.
Mirando por la ventana del bus vio la muralla que abría la ciudad (muralla por llamarlo de alguna manera, solo era un viejo muro de piedra que todavía no entendía como se mantenía en pie), seguía ahí el graffiti que decía "Donde todos piensan igual, nadie piensa mucho" firmado por un tal "Míster platanito".
"Seguramente eso lo escribió un punk que piensa exactamente igual que el resto de anarquistas mono-neuronales a los que idolatra" le dijo su voz interior.
Tras llegar a la estación de bus solo le toma otros quince minutos callejear hasta la universidad. Bonito edificio de dos plantas, quince metros de largo y ladrillo solido de el más alto nivel, para estándares del siglo pasado era lo más de lo más pero ahora palidece un poco.
"Al menos tenemos universidad, esperemos que Monika no la tenga en su punto de mira cuando salga", pensó.
El máximo percance que le ocurrió a la universidad se dio cuando Monika y las suyas robaron las impresoras, cosa que sabemos porque lo confesó, no había pruebas.
Monika era lo más interesante que le había pasado a Las Palmas de Santa Catalina en años desde la "dictablanda" de Sánchez en 1890. "Sara" solo pudo ser consciente de su impacto una vez que terminó, tenía 17 años cuando Monika hizo sus movimientos y ciertamente nunca llegó a entender la gravedad del asunto. Ahora, con 22 años veía más claro todo.
"Monika fue a este país lo que Danny "el rojo" para Francia, una persona sin oficio ni beneficio que creé que puede cambiar el mundo destruyendo el sistema solo para volverse otro títere con el que hacer propaganda", piensa ella.
"Sara" entra en el edificio, a su izquierda un pasillo, al frente un recibidor cuadrado con techado de cristal y en la esquina superior izquierda un pasillo que la hace pasar justo al lado de la cafetería cerrada por evasión de impuestos y el comedor entre las viejas escaleras de hierro y su aula de clases.
Justo enfrente de su puerta hay una gran mesa cuadrada con cuatro sillas de plástico y terciopelo azul, de este con patrones que se usa en los autobuses para que no se note el polvo. "Sara" se sienta en una de las cuatro sillas y espera, falta media hora hasta que las clases comiencen.
"Sara" saca el móvil, con las prisas se le ha olvidado mirar que santo era hoy, cuando lo está haciendo alguien se acerca a su posición.
- Disculpa - dice una voz joven y femenina. - ¿Aquí se va a dar la clase de "Métodos prácticos de la filosofía"?
- Si, en este aula - "Sara" quitó la cabeza del móvil para señalar con la nariz. - En media hora empieza.
- Gracias, ¿Los baños donde están? - preguntó la otra chica.
- Arriba, a la izquierda- dijo "Sara" señalando al techado de madera sobre su cabeza en el que se situaba la planta alta, más o menos en la zona donde estaban los baños.
- Gracias otra vez - dice ella sonriendo.
- De nada - "Sara" le da una sonrisa de cortesía.
La chica se va, subiendo las escaleras con unas botas de plataforma que provocan un sonido que no la hará ser indiferente.
Pasan 5 minutos, hoy es San Blas. Alguien viene por los pasillos, hombre de metro ochenta y seis, pesa 96 kilos y no está gordo, simplemente se está asegurando de no pasar hambre. Las gafas verdes y las mismas zapatillas del año pasado con un agujero diminuto en la puntera.
Se llama Abraham, es el hermano menor de 5 hermanas porque sus padres tenían dinero y mucho tiempo libre. "Sara" creé que eso le ha creado un complejo y por eso siempre trata de verse como el más macho. La mayoría de chicas lo tienen en el puesto tres de hetero-básicos de la clase, y eso no es un cumplido aunque él lo toma como tal.
- Hola - le dice Abraham a Sara alzando la mano.
- Hola - responde.
Abraham abre la puerta de la clase, camina hasta su sitio, deja la mochila y vuelve a salir, sentándose justo en frente del asiento de "Sara".
"Sara" y Abraham son buenos amigos, pero eso no quiere decir que ella esté de acuerdo con todo lo que hace, a veces se pasa siete pueblos con sus bromas.
- ¿Quieres saber lo que he soñado hoy? - le dice Abraham subiéndose las gafas con un dedo.
- Sorpréndeme.
- Resulta que era un miembro elegido por un dios que se llamaba "Tronante, el dios de los mundos posibles" - Abraham matiza estas palabras con los dedos, como si tocara un piano invisible. - También había un chaval que era griego o algo y se llamaba Lelo el lila Lucrecio, su arma principal era un diccionario atado a una cadena y un cepo para osos.
- Carai - dijo ella alzando ambas cejas. - ¿Y que hacíais?
- Luchábamos contra un mago irlandés lo cual era difícil porque solo Lelo sabía el idioma y tenía que traducirme. No me preguntes quién ganó porque me desperté antes de saberlo.
- Bueno, moriré con la duda - dice ella encogiéndose de hombros. - ¿Y qué tal las vacaciones?
- Uy super divertidas - dice con tono sarcástico. - ¿No estás tú super mega hiper ultra emocionada por otro cuatri tomando apuntes?.
- Bueno, podría estar peor - dijo estirando su espalda en el espaldar, dejando que su jersey se rascara con los bordes de plástico. - Al menos empezamos con filosofía que es algo flojita.
- A mí filo no me preocupa, me preocupa más historia contemporánea y sus trabajos.
- ¿Los debates sobre la independencia?
- Como no - dice el encogiéndose de hombros. - Mira, yo estoy dispuesto a debatir cualquier idea, pero si tengo que volver a dejarme la voz hablando de la independencia que libramos contra España me levanto y me voy. Esas cosas me dejan más tenso que una tortura de molino.
- Valla, esa expresión es nueva.
- Si, a comienzos del siglo XVI se inventó la tortura de amarrar a alguien a un madero clavado en la tierra, sus brazos estaban libres pero estirados hacia atrás y atados a una rueda de molino de agua. Cuando la rueda echaba a andar tiraba de los brazos con una fuerza de 500 caballos y bueno... Digamos que te dejaba bastante tenso.
- Que barbaridad.
- Tú lo llamas barbaridad, yo lo llamo trabajo bien echo - dijo Abraham con una media sonrisa que se marcaba hasta su barbilla con barba de tres días.
"Sara" hizo rodar sus ojos y a su pesar también terminó riéndose un poquito.
Todo el pasillo retumbó cuando la fuerza del caos hizo de la realidad su presa, a cada paso que daba el mundo se estremecía, los valientes lloraban y los invencibles caían. Con un ritmo beligerante Susi apareció por el pasillo, chica afrodescendiente de metro sesenta y seis, pelo afro en una coleta y la extraña manía de tocarte repentinamente mientras habla (lo cual era prácticamente siempre).
- ¿Qué hay querida familia disfuncional? - dijo alzando los brazos como si hubiera hecho un truco de magia.
- Aquí vamos, que no es poco - dice Abraham.
- Anda, hazme hueco - dice Susi.
Abraham retira un poco la silla y Susi puede pasar para sentarse a su derecha, dejando su mochila con el portátil sobre la mesa.
- Pues nada, ya solo falta Carlos y tenemos formado el equipo dinamita - dice Susi, gesticulando con las manos.
- No creo que venga, aún estará molesto por el siete cero de ayer - dice "Sara".
- ¿Siete cero en que? - pregunta Abraham.
- En el fútbol, Campanas Nuevas contra Elcoka, que paliza más lamentable - dice "Sara" negando con la cabeza.
- ¿No sabes de Fútbol? - dice Susi alzando una ceja. - Eso te baja puntos en heterobasicidad.
- Primero, cuidado que casi me sacas un ojo - dice Abraham apartando la cabeza de una uña de Susi. - Segundo, no me jodas, me costó mucho sacar a Carlos de su puesto como para que ahora se lo volváis a dar.
- ¿Cómo llegaste al tercer puesto? - pregunta Susi.
- Dijo literalmente; "Tener una novia bisexual es buscar que te sean infiel en tiempo record" - dice "Sara" haciendo el gesto de comillas con las manos.
- A cierto, bueno eso va a ser difícil de superar solo con conocimiento deportivo - dice Susi haciendo una "uve" con su pulgar y su índice y llevándoselo a la barbilla.
- Bueno, bajar la voz que viene gente - dice Abraham viendo como iban llegando cada vez más compañeros de clase, desde los chavales que aparentan 18 hasta las mujeres mayores que todas se llaman María de primer o segundo nombre.
A menos de siete minutos de que vaya a empezar la clase se escuchan unos pasos acompañados de unas palabras severas.
- Que puta vergüenza de partido - dice Carlos. - Juegan peor que mi abuela en chanclas.
Carlos era un chaval alto, metro setenta y ocho, pelo corto casi al cero donde apenas despuntaban colores castaños como la mantequilla de cacahuete. Era una persona fácil de identificar porque siempre llevaba consigo en su funda un ordenador de inicios de los 2.000 que no se había roto porque estaba hecho de la materia previa al Big Bang o algo.
- Hablando del rey de roma... - dice Susi.
- Ponte de rodillas pa que me la comas - le ataja Carlos con una sonrisa.
- Uuuu toma, te ha pillado con la guardia baja - dice Abraham alzando una mano y chocando los cinco con Carlos.
- Mínimo un buenos días, ¿No? - dice "Sara" tratando de no reírse de la cara de circunstancias de Susi.
- ¿Qué van a ser buenos después de lo de ayer? - dice llevándose la mano libre en la que no tiene el portátil a la cara. - ¿Hoy juega tu hermana, no?
- Así es.
- Dile de mi parte que trate de darle orgullo a esta ciudad porque peor que esto que hicieron no le puede salir - "Sara" asiente en respuesta. - Es que tío, aún no me lo creo, ¿Están todos de la hoya? Siete cero, madre mía.
- En este país todos estamos un poco de la hoya - dice Abraham. - Irónicamente la única que se salva es, literalmente, De la Hoya. Y se salva por puntos.
Abraham se refería a Yonaka de la Hoya, una estudiante promedio de dos características coletas y gran flequillo que se suele sentar al fondo de la clase. No destaca mucho y siempre viste de oscuro, estaba de luto por la muerte de su hermano, un chaval con esquizofrenia que se mató apuñalándose el cuello. Además de eso, Yonaka siempre estaba triste y con la mirada perdida.
Llegado el momento los cuatro entraron en clase. "Sara", como siempre, se sentó en la segunda fila empezando por el final, la más cercana a los cargadores para su portátil. Sus amigos se sentaban más adelante, de una forma más repartida.
Alguien más entró por la puerta cuando ya estaban sentados, metro cincuenta y nueve, dos coletas enormes y ojos rojos. Si, era Yonaka, normalmente la última en entrar. Hoy vestía lo que parecía un uniforme escolar de chaqueta gris y falda a cuadros, además se había puesto un extraño gorro de gato amarillo. Se dirigía a su sitio que era el asiento de la izquierda que se encontraba detrás de "Sara".
Ella no la miró de frente, solo vio su reflejo en el portátil aún apagado. Eso la hizo pensar y reír, alzó un poco su cabeza para ver cómo el portátil viejo de Carlos había iniciado la cuenta atrás de quince minutos para encenderse. Cuando regresó la vista a su pantalla vio algo más en el reflejo, un hombre de mínimo 26 años, metro noventa como poco y una sudadera que imitaba un camuflaje militar que parecía decir a gritos "soy un agente infiltrado sacado directamente de la CIA". Avanzó entre los pupitres hacia la primera fila, su media melena acabada en rizos castaños despertó genuina curiosidad en "Sara".
"¿Y ese quién es?" Pensó. "Será nuevo, es la primera vez que le veo... Ahora que lo pienso, ¿Dónde está la otra chica de esta mañana? La que preguntó por la clase".
"Sara" inspeccionó todo el lugar como un periscopio pero no encontró ni rastro de la chica que le habló.
"Po vale", se encogió de hombros y siguió con su vida.
Se abrió la puerta, un profesor de rostro serio y piel morena avanzó hasta la mesa principal alzada sobre una pequeña tarima. Era Cristian Camino, el profesor de filosofía. La clase estaba por empezar.
Capítulo 2: Celos o algo así.
La clase de filosofía hoy había sido más aburrida de lo normal y todavía faltaban 5 minutos hasta que acabara.
- Así que hago una pregunta - dijo el profesor. - ¿Tenía razón John Stuart Mill cuando dijo que en los crímenes sin víctima, como la poligamia, la ley no debería intervenir?
"Sara" que estaba prestando atención a medias y tenía la cara apoyada en el puño giró un poco el cuello para ver a Abraham que estaba totalmente encorvado tomando apuntes a mano y tratando de ocultar su sonrisa. "Sara" sabía exactamente en lo que estaba pensando; "Menudo pájaro el Estuar, quería tirarse a una mujer casada y no quería que la ley interviniera".
"Sara" luego deslizó sus ojos por el sombreado de la pantalla para ver a Yonaka en el reflejo, la chica tenía una mirada cansada y perdida en el techo. Por mera curiosidad también dirigió su vista al punto donde creía que Yonaka miraba, era un trozo de techo donde una placa de plástico duro hecha para asegurar su fijación ahora temblaba como una gelatina.
"Eso podría caerse", pensó "Sara", volviendo a dirigir la mirada a Yonaka vio que tamborileaba con los dedos en la mesa. "Quiere llamar la atención del profesor y decírselo, pero le puede la vergüenza, ¿Tal vez?" Agrega la voz interior de "Sara", "De todas formas sólo faltan cinco minutos, puede esperar, ¿No?".
La joven judoka volvió a mirar al plástico temblando, estaba justo en medio de una chica rubia también y el hombre de metro noventa de antes, el que parecía un agente americano.
Ocurre en un pestañeo, el plástico se parte con un sonoro "crack". Yonaka se levanta dando un golpe con las palmas en la mesa y trata de decir algo como "cuidado se cae", pero apenas le sale decir un inaudible "a aa".
El plástico se detiene a medio segundo de caer sobre la cabeza de la chica rubia. La inmensa mano del joven americano atrapa y prácticamente aplasta el plástico duro. De entre sus dedos empieza a escurrir un líquido rojo.
"Joder, este tiene más reflejos que un piloto de carreras", piensa Abraham ante tal escena.
"Por las nubes victoriosas, ¿Estará bien?" Piensa "Sara" con la cabeza totalmente recta y el cuerpo detenido, como un ciervo alumbrado por faros.
- ¿Se encuentra bien joven? - dice el profesor sin salir de su asombro, esta hasta más sorprendido que la chica rubia que por poco regresaba a casa con una grieta.
- Si, perdón por interrumpir - dice el joven con un acento que parece salido de la España profunda. - ¿Podría ir al baño a limpiarme? - deja el trozo de plástico sobre la mesa.
- Por supuesto - dice el profesor.
- ¿Dónde están?
- En la planta de arriba, justo enfrente de las escaleras.
- Gracias.
El chaval se va siendo el centro de todas las miradas mientras sostiene su palma hacia arriba evitando que la sangre se escape y presionando con la mano contraria para cortar el flujo.
Yonaka se ha sentado casi tan rápido como se puso de pie. Sara la mira casi acusativa a través del reflejo.
"Podría haber dicho algo, eso no es muy normal de la supuesta chica más normal" piensa frunciendo el ceño. Casi instantáneamente se enfrían sus ideas, "también podría haber dicho algo yo, ay, soy un desastre".
Tras una apasionante clase sobre inmigración japonesa en el país y la disminución de la misma en décadas recientes que duró dos horas, "Sara" y compañía pueden volver a disfrutar de la libertad diez minutos antes de que tenga que irse cada uno a su respectiva parada de bus.
- ¿Sabéis si el chaval de camuflaje estaba soltero? - pregunta Susi.
- ¡Ay amiga! A ti con cualquiera se te van los ojos - dice "Sara".
- ¿Y tú le has mirado poco, a que si?
- Pues a "sio" chico el tajo que se ha hecho en la mano - interrumpe Carlos.
- Pues que tonto, ¿No? Podría haberlo desviado de una patada si tanto quería destacar - dice Abraham.
- ¡Joder Abraham! - Susi hace un exagerado movimiento de mano que a poco impacta con la nariz del muchacho. Carlos se ríe por eso. - Mínimo disimula la envidia.
- No es envidia, me parece increíble que salvara a amss - Abraham se queda pensativo un segundo entero. - A la chica rubia que se sienta delante.
- Paula - dice Carlos. - Tío, llevas cuatro años con ella en clase y no te sabes su nombre.
- No soy bueno para recordar, pero como sea, eso ha estado bien pero su aspecto de yanki me echa pa tras.
- Venga exagerao - dice Susi. - Estados Unidos no es tan malo.
- Pregunta a Chile o Iraq a ver qué opinan, o a Japón que te pilla más cerca - remeda él cruzando los brazos para matizar.
- No creo que sea estadounidense - dice "Sara". - Tenía un acento muy de aquí.
- Si, eso es lo que quieren que creas - Abraham pone una voz más dramática, como de loco conspirador. - El gobierno es un invento del gobierno, aaargg - se lleva una mano al corazón fingiendo un ataque por dardo venenoso.
Carlos se está partiendo y "Sara" tiene cara de estarse preguntando "¿Cómo he terminado aquí?" En lo que desvía la mirada a la puerta ve salir a la chica que vio a primera hora de la mañana.
Cuando se ha alejado lo suficiente, "Sara" voltea a ver a su grupo de amigos.
- ¿A veis visto a la chica nueva? - pregunta "Sara".
- Valla que si la he visto, de arriba a abajo - dice Carlos, causando que Abraham se ría.
- Claro, pero luego la salida soy yo - dice Susi con los brazos en jarras.
- No me refiero a eso - insiste "Sara" tomando el hilo de la conversación. - No la he visto entrar a primera hora.
- Yo si - dice Susi. - Ha entrado apenas tres segundos después de que el americano saliera.
- Susi ponle correa a esos ojos que se te van, otra vez - dice Abraham, razón por la que se lleva un puñetazo amistoso en el brazo.
"Sara" se queda pensativa, seguramente entró cuando estaba distraída pensando en Yonaka, por eso no la vio.
- ¿Pasa algo con ella? - pregunta Abraham.
- No, es solo que a primera hora vino a preguntarme por la clase de Filosofía y luego no ha entrado.
- El que no ha entrado luego es el americano - dice Susi.
- Susi, nosotros también somos americanos, que los estadounidenses no tengan un gentilicio en inglés y se llamen a si mismos "americanos" no los vuelve representantes del continente - insiste Abraham.
- Jo que pesao.
- Os dejo - dice "Sara". - Me voy a tomar el bus.
- Venga, adiós y dile a tu hermana que levante el estatus del fútbol en este país - remarca Carlos antes de levantar la mano en señal de despedida.
"Sara" camina hacia la parada sin prestar mucha atención a lo que la rodea. Gira en una biblioteca que hace esquina y pasa por una rejilla de aire que une dos calles peatonales. Sin ser muy consciente ya ha acelerado el ritmo y llega a la estación de buses, busca el de la compañía que le corresponde y baja hasta el andén pertinente.
Mientras espera ve a la gente que pasa y a la que ya está allí. Un chaval de 16 con un libro (seguramente mañana tiene examen), el grupo de cuatro pijas repipis que siempre hablan en la puerta de la salida de la estación y tiene que rodear porque no se aparta, llegan tres señoras del trabajo, un hombre de sesenta apunto de encenderse un cigarro porque "de algo hay que morirse" y finalmente, una chica de espaldas escuchando música en un MP3 con cascos más viejos que las chanclas de la abuela de Carlos.
"Un momento, yo reconozco ese patrón de pelo laceo", piensa fugazmente.
Efectivamente, es la chica nueva de clase.
"Sara" incluso llega a pensar en sacarle un tema de conversación pero sería raro, ni siquiera se conocen y solo le habló para pedirle direcciones. Como sea, "Sara" ve que está en la misma parada que ella así que se pone a la fila que empieza justo detrás de ella. Saca su teléfono y en él busca un archivo en PDF de la saga Yngliga (una recopilación de relatos mitológicos nórdicos redactados desde un punto de vista más cristianizado).
De un momento a otro llega el autobús, la chica nueva es la primera en subirse, enseña un par de carnets y paga el peaje. Sigue "Sara" que hace lo mismo, la diferencia es que ella va prestando atención a todo lo que la rodea y esta chica no mucho, por eso la cuerda de sus cascos se engancha en uno de los reposabrazos, no lo ve y sigue hacia delante lo que causa que sus cascos salgan de sus oídos con fuerza hacia atrás.
- ¡Ay va! - grita sorprendida.
"Sara" con sus reflejos de atleta atrapa ambos cascos al vuelo por la cuerda que los une. La otra chica se gira con una cara de sorpresa.
- Valla, gracias - dice.
- No hay de que - responde "Sara".
- Ey, tú eres la chica de antes, la de la uni.
- Si, ems, podrías avanzar - "Sara" lo dice con toda la delicadeza que puede pero no quiere interrumpir el paso del ya de por si estrecho pasillo.
- A, claro, ¿Nos sentamos juntas? - la chica de un giro y movimiento de caderas se mete en el asiento más cercano de la ventana, a la derecha.
- Bueno - dice "Sara" con intención de quitarse de en medio.
Así que "Sara" se sienta junto a ella, la chica empieza a guardar su aparato de música en su bolsillo y solo en ese momento "Sara" parece darse cuenta de que la chica no lleva ni bolso ni mochila.
"Tal vez está en clases partidas y no necesita llevar el material", parece ser la única explicación que se le ocurre mientras coloca su bolso con el portátil sobre su regazo.
- Soy Claridad, un placer - dice la chica extendiendo la mano. - Aunque si es posible me gustaría que me llames clara.
- Claro - dice "Sara" estrechándole la mano.
- No no, Clara, "CLA" "RA" - resalta las sílabas como una logopeda y solo entonces "Sara" entiende la broma y se ríe para sus adentros, ofreciendo una amigable sonrisa.
- A mí todo el mundo me llama Sara.
- ¿Es que no te llamas así?
- Que va, mi verdadero nombre es... - justo en ese momento el autobús arranca y el motor hace un fuerte ruido. - Pero todos me dicen Sara ya que en mi casa mis abuelos paternos son musulmanes, los maternos judíos y mis padres cristianos, así que "Sara" es un nombre de punto común para todos.
- Fiuu - Clara produce un leve silbido. - Si que tienes una familia pluricultural, yo me llamo Claridad porque era el nombre que más le gustó a mi madre.
- También es un nombre bonito - responde "Sara" encogiéndose de hombros.
- Y dime, ¿Qué tal la universidad, cómo te trata?
- Bueno, podría ser, me, como decirlo, mejor. A ver, esta bien, pero digamos que dan mucha información en poco tiempo - vuelve a encogerse de hombros. - Ya sabes ¿No?
- Entiendo.
- Si no es mucha molestia, me gustaría saber por qué me preguntaste antes por la clase y no entraste.
- Ja, bueno - se ríe con un pequeño brinco y su mirada se pierde en el techo. - Estoy dando un curso partido, me interesaba la clase de historia, sabía que esa era la primera asignatura y que eran en el mismo aula, por eso pregunté por filosofía.
- Tiene sentido - asiente.
- Si - su mirada se desliza al frente. - ¿Tú dónde te bajas?
- Voy directa a Las Alas de Monte Santo.
- Yo también - sus ojos se iluminan mirándola.
- Valla, nunca te he visto por ahí - dice "Sara" con algo de sorpresa en su rostro.
- Vivo sola y no salgo mucho - Clara hace una mueca con los labios. - Pero he decidido que eso va a cambiar este año, así que empiezo con buen pie si me hago tu amiga, ¿Verdad "Sara"? - pregunta con una sonrisa cálida.
- No me consideraría la mejor forma de empezar, pero haré un esfuerzo - ambas se ríen.
El resto del viaje trascurre sin mayor percance pero al llegar a su destino ambas se van en direcciones opuestas no sin antes intercambiar números de teléfono.
Es de camino a su casa que "Sara" se hace una pregunta medio obvia, "¿Si Clara tiene un teléfono avanzado porque escucha música en un MP3? Bueno, acabamos de conocernos, ya la preguntaré. Tengo que asistir a un partido que determinará el futuro del país".
Capítulo 3: Animar a las estrellas, puede ser un buen partido.
"Sara" entra a toda prisa a su casa, corre por las escaleras subiendo hacia su cuarto y se encuentra a su hermana de brazos cruzados en la puerta de su habitación.
- Ya pareces el tren mecías, que tardas más en esperar que en correr por las vías - dice mientras niega lentamente con la cabeza.
- Si, si, perdón, cosas de universidad - "Sara" pasa a todo tren a su cuarto y por poco tira a su hermana.
- Wow, no seas tan bestia, ya te he dejado toda la ropa para cambiarte en la cama, ve a ducharte, te espero abajo - dice Misel caminando por los pasillos.
- Gracias, te quiero - dice "Sara" cerrando la puerta.
Pasan treinta minutos.
- ¡"Sara" Quejido Talavera! - grita una voz que hace temblar la habitación al completo. - Si no bajas en menos de 5 minutos nos iremos sin tí - dice Misel desde el piso bajo.
- ¡Que sí, ya voy! - grita "Sara", bajando de nuevo las escaleras tan rápido que salta los tres últimos escalones.
"Sara" había cambiado sus vaqueros por una falda con medias de terciopelo, además llevaba un jersey fino porque tenía la increíble capacidad de siempre pasar frío independientemente de lo lejos que estuviera de las puertas abiertas.
- Espera, no viene Matías con nosotros, ¿Verdad? - comenta arqueando una ceja.
- A, tranquilízate, mi novio de cinco metros con cuerpo de portero de discoteca no vendrá a atormentarte esta tarde - dijo Misel de espaldas a ella moviendo las manos para hacer énfasis en el sarcasmo.
- Sabes que no le soporto, solo sale contigo porque...
- Porque le ganaste 5 veces seguidas en competiciones profesionales con un armbar de brazo, lo se, lo dices siempre.
- Pues si - "Sara" anda con el ceño fruncido. - Y aún sigues con él pese a que prácticamente nunca está contigo.
- Es un buen chico y le debo un favor muy grande, eso también lo sabes.
- Te regaló una botella de agua fría al final de un partido en el que no llevabas dinero en cima, no es para tanto - dice "Sara" alzando las manos al cielo. - Yo iba a hacerlo pero se adelantó.
- Ya pues no lo hiciste, ahora se una buena hermana pequeña y abre la puerta del garaje mientras busco las llaves del coche - dice Misel con la vista perdida en el interior del bolso.
"Lo que hago por amor no tiene nombre" refunfuña "Sara" para si mientras se dirige a abrir la puerta corredera del garaje. Dentro está el coche de Misel, un Toyota Corolla del 97, como no, parece que no hay otro tipo de coches en este país. Si no es uno de estos es un Seat.
- Y arrancamos - dice Misel cuando el coche ya se pone en marcha.
- ¿Vas con esperanzas para este partido? - pregunta "Sara" acomodándose en el asiento del copiloto.
- Si, creo que no podemos hacerlo peor que la liga masculina profesional - dice ella riendo. - Ya verás, seremos el orgullo de la liga femenina juvenil.
- No tan juvenil, tienes 27, ya peleas con 18 onzas.
Misel junta los labios confundida y mira a su hermana un segundo antes de volver a poner los ojos en la carretera.
- Perdón, es una expresión que dice Abraham, los boxeadores profesionales suelen pelear con 18 onzas para proteger sus manos y la mayoría están ya cerca de los 30 - "Sara" hace chasquear su lengua y mira hacia la izquierda, arrepentida de copiar el comportamiento de Abraham. - A todo esto, Carlos te manda su apoyo para que representes bien a este país.
- Tienes unos amigos muy peculiares - dice Misel con serenidad sin dejar de mirar al frente. - ¿Cuándo voy a conocerlos?
- Si por bien es, nunca - dice "Sara" con un tono que intenta ser severo sin mucho éxito. - No me malentiendas, son buenas personas a su manera, pero también son tontísimos, una vez estaban discutiendo sobre la U F C y salta Carlos, "Mira, a mí no me hables así porque te como la boca", ósea, ¿Qué demonios?
Misel empieza a reírse más de lo que le gustaría, se calma un poco hasta llegar a un semáforo en rojo y sigue riéndose.
- Te lo digo enserio - sigue "Sara". - Son la pareja de amigos heterosexuales más gays que he visto en mi vida.
- Jajaja si, Matías también dice estupideces así con sus amigos - dice Misel. - Supongo que todo depende del grado de confianza.
- Olvídate de él, ¿Qué tal tus otras amistades? ¿Cómo está Filenis?
- Ella está bien, solo que ha dejado la carrera para dedicarse al esgrima profesional.
- ¿No se dedicaba a la lucha grecorromana? - pregunta "Sara" alzando una ceja.
- Si, pero desde el incidente de su pierna dejó ese mundo atrás, ¿Recuerdas?
- Me acuerdo de que la atropelló un camión por andar sola por la noche, fue lo único que me contaste - dice "Sara" encogiéndose de hombros.
- Pues eso, tras un año de rehabilitación intentó volver a entrar a una carrera pero no pudo, luego también se pegó ese año sabático, ¿Te acuerdas? Me fui con ella de escalada - Misel mueve ligeramente el volante a la derecha para salir de una rotonda.
- Si, me acuerdo de eso, todavía la tienes agregada como "la montañera", así sale en tu teléfono cuando te llama.
- Si, jeje - Misel se sonroja un poco. - Filenis es una gran persona, también estará en las gradas para apoyarme en el partido.
La conversación entre hermanas continuó un poco más con temas más cotidianos hasta que llegaron al parking del campo donde se libraría el partido.
- ¿Nerviosa? - pregunta "Sara" mientras se bajaba del coche.
- Si - responde su hermana buscando la entrada de "Sara" en el bolso, le había costado 20 cantos por ser familia, un descuento del 50%. - Pero la derrota ya la llevo antes de empezar así que lo único que puede sorprenderme es si ganamos.
- Es lo que siempre digo, "Rendirse no cuenta como llegar primero" - dice "Sara" con los ojos brillando. - Ahora sal ahí y haz valer tu nombre.
- Señora, si, señora - dice Misel imitando un saludo militar.
Empezó como un partido interesante pero los ánimos de "Sara" decayeron un poco cuando el partido empezó con el uno cero, perdiendo el equipo de su hermana.
"Se puede remontar" pensó "Sara". También pensó eso después del segundo gol, y después del tercero también, pero a partir del décimo quinto ya no tenía ganas de seguir mirando.
17 - 0, la paliza que recibió el equipo de Misel fue tan grande que la propia Misel entró llorando en los vestuarios.
Cuando "Sara" llegó se encontró a Misel rodeada de sus compañeras, que también estaban devastadas, y sentada en un banco junto a Filenis, que tenía una mano en su hombro y trataba de apoyarla.
- Es que no lo entiendo - dijo Misel entre sollozos. - Nos hemos esforzado el doble y no hemos ganado ni la mitad.
- Ea ea déjalo salir - le dice Filenis. - Te sentirás mejor.
Fue un día duro, Filenis estaba tan convencida de la victoria de su amiga que hasta había preparado una fiesta en su casa pero lo que le sucedió a Misel y su equipo estaba tan lejos de la victoria que si lo hubieras buscado en un diccionario lo marcaría como antónimo.
La fiesta se celebró igual, solo porque hoy era hoy, ¿Quién necesitaba más razones?. "Sara" no pudo asistir porque al día siguiente tenía universidad pero su hermana si fue y a la mañana siguiente se la notaba de mejor humor.
Interludio primero: lo que sabemos del ángel de la recortada.
No es secreto la importancia de los santos y figuras angelicales para los cristianos, es por eso que no es de sorprenderse cuando en ciertos lugares del mundo se les ofrece culto, incluso podríamos considerar lógica la aparición de santos que no se ajustan al cristianismo tradicional como la Santa Muerte.
Podría seguir en esta rama hablando de las apariciones Marianas o los testimonios de cierto estadounidense que dijo ver un ángel, pero sería desviarse mucho del tema.
Quiero hablar pues de el culto que más me ha llamado la atención, que sin ser mayoría, es cierto que se expande por todo el país de Las Palmas de Santa Catalina, el culto a "El ángel de la recortada".
Cuando entre mis conocidos digo que existe un culto llamado literalmente "adoradores del ángel de la recortada", muchos inmediatamente creen que lo estoy pronunciando mal y que en realidad quiero decir "Ángel de alas recortadas", pero no, la figura a la que veneran es una criatura andrógina, de rasgos mayoritariamente masculinos, que porta consigo una escopeta recortada calibre veintitantos. Por supuesto también tiene sus alas enormes y su túnica, pero después de la última declaración entenderás porque esos rasgos pasan a segundo plano.
Antes de proceder, primero hay que entender porque el hecho de que un ángel use armamento moderno está dentro de los estándares. Lo cierto es que las representaciones del armamento angelical siempre han ido acorde a la época, en la edad media tenían espadas medievales, los musulmanes los dibujan con sables curvados, a mediados del siglo XV ya se les representaba con arcabuces y un largo etcétera.
Entonces, ¿Por qué nos resulta tan curioso este caso? Porque su aparición se dio el 7 de diciembre de 1941, el mismo día que el bombardeo de Pearl Harbor. Según se relata, cuando Japón estaba cometiendo el ataque, unos aviones no registrados aparecieron en el cielo de Las Palmas de Santa Catalina, su objetivo era bombardear una zona de granjeros y civiles pero los 4 aviones fueron derribados por el ángel de la recortada quien descendió del cielo y le dio a una granjera un poema, después, desapareció para siempre.
Si no estás enterado de la noticia es fácil ser escéptico, pero veamos las pruebas que tenemos de que este evento pasó.
Primero: se encontró los restos de un avión, estaba demasiado destruido debido a la combustión de su motor y según a quien preguntes esos restos eran de un avión nazi o de uno soviético. Desafortunadamente los restos se perdieron y cada rama política a puesto de enemigo a quien les ha dado la gana.
Segundo: conservamos la hoja original del poema, es muy poco probable que fuera escrito por la granjera o cualquiera de sus hijos, todos eran analfabetos.
Tercero: la situación es remotamente probable independientemente de quien ordenara el ataque, lograr que más países neutrales entraran en guerra supondría cambios geopolíticos en las estrategias para bien y para mal.
Una vez explicada toda la situación es de menester resaltar que no es el primer registro histórico que tenemos de una aparición "santa" en una guerra, sin irnos muy lejos, aquí en mí país, España, se conoce la figura de Santiago Matamoros. Se dice que Santiago, apóstol de Cristo, apareció en una batalla y cada vez que movía su espada tres cabezas enemigas eran cortadas, incluso si no las tocaba.
Un ejemplo mucho más reciente de aparición sobrenatural en una guerra lo tenemos en el conflicto de Finlandia contra la URSS en la segunda guerra mundial, cuando un pelotón de soldados soviéticos se metieron en los bosques de Ivalo fueron brutalmente despedazados, desollados y colgados de los árboles. Los finlandeses le achacan este hecho a una bestia primegenia, lo más probable es que lo hicieran espías finlandeses durante una emboscada, lo cual me lleva a mi siguiente punto.
La existencia del ángel podría ser un fraude.
Primero, los aviones, no tiene sentido su cantidad, no sabemos con exactitud cuantos se suponen que eran pero incluso si era un pequeño comboy debían ser mínimo cinco y resulta que solo tenemos restos de uno que se destruyó por un fallo en el motor y que quedó tan destrozado que ni siquiera podemos saber el ejército al que pertenecía. Para colmo de males todos sus restos se perdieron.
Segundo, el poema, no hay absolutamente nada que nos asegure que fue escrito por un ángel, perfectamente lo pudo escribir alguien anónimo para que la granjera contara la historia.
Tercero, si bien es cierto que podría haber intereses para que Las Palmas de Santa Catalina se uniera a la guerra, estás eran irrisorias en comparación a los defectos que traería, ¿Por qué un país de 164.215 km cuadrados cuya mayor virtud son sus fronteras naturales sería de interés para la guerra mundial? Si no pudieron meter a Suiza que estaba literalmente al lado de Alemania, poco sentido tiene que intentaran meter a uno de los diminutos vecinos de Estados Unidos.
A opinión de este humilde escritor y recopilador de leyendas, la existencia de dicho ángel podría ser posible, pero no como la cuentan.
-- Este texto ha sido extraído del blog personal de Sandro Martínez Vizcaya.
Capítulo 4: pienso lo que se que estás pensando para que no pienses lo mismo.
- Buenos días - le dice Clara a "Sara" cuando la encuentra en la parada del bus.
- Buenos días - responde "Sara" quizás con un tono más triste del que debería.
- ¿Pasa algo? - Claridad se preocupa de inmediato. - ¿He hecho algo?
- ¿Qué? No, no, no pasa nada... Uf, bueno, si, pero no es culpa tuya - dice "Sara" haciendo un ademán con la mano para quitarle importancia.
- ¿Puedo preguntar de que se trata? - pregunta Clara con toda la calma que es capaz de entonar.
- No, a ver, no se ha muerto nadie - "Sara" gesticula un gesto de "no nos alteremos" con las manos. - Ayer ganaron al equipo de mi hermana en un partido, 17 a 0, fue vergonzoso, salió llorando.
Clara no contesta, solo asiente y se queda en silencio. "Sara" se queda un poco extrañada por esta reacción, no es que esperase recibir el pésame o algo así, pero un silencio tan repentino se siente extraño.
Llega el autobús y van subiendo, esta vez "Sara" es quien sube primero y se pone en el lado de la ventana, Claridad se sienta a su lado y empieza a desenrollar los cascos que ha sacado del bolsillo de su falda. Mientras lo hace un chaval con mochila pasa por el pasillo, "Sara" odia a esa gente que lleva su mochila como si fuera una maza, pero cuando pasa cerca de Claridad esta parece tener un brazo muchísimo más fino y la mochila ni la roza.
- ¿Qué acaba de pasar? - susurra "Sara".
- ¿E? - Clara gira la cabeza para mirarla. - Pensé que no querías hablar así que iba a ponerme música.
- No, es... - "Sara" inclina un poco más la cabeza para ver de nuevo el brazo de Clara, parece normal. - Por un momento tu brazo parece haber, ¿Cambiado?
- ¿Cómo así?
- No, nada, supongo que estoy un poco espesa al ser tan temprano.
"Sara" da por finalizada la conversación y se apoya entre el asiento y la ventana - Creo que me dormiré un poco.
- Como veas - dice Clara encogiéndose de hombros.
"Sara" despierta cuando Clara la mueve un poco el brazo.
- Llegamos - le dice.
- A, claro - "Sara" se incorpora ignorando los dolores de espalda para los que su cuerpo está preparado desde los entrenamientos.
Subiendo las escaleras hacia la salida "Sara" maldice en todos los idiomas que conoce a las cuatro pijas que interrumpen en las escaleras. Clara en cambio va con paso firme y la calma digna de una disciplina militar.
Saliendo de la estación, "Sara" se detiene en el cruce de dos calles mientras Clara pasa recta.
- Un momento - la detiene. - ¿Vas por la calle de San Esteban?
- Ams, si - Clara se encoje de hombros. - Por ahí se llega a la universidad.
- Pero se tardan quince minutos más de lo normal - "Sara" mira a la calle por la que iba a ir. - Por aquí se tarda menos.
- Valla, llevo cuatro años yendo por aquí - alza las cejas como si hubiera descubierto un secreto.
- Si, es un error de principiante, hay que patearse un poco el mapa para saberlo, callejear ¿Sabes? - "Sara" gesticula con un movimiento de mano que imita el rectar de una serpiente.
- Claro, confío en ti - dice Clara con una sonrisa.
"Sara" tiene razón, llegan antes a la universidad pero mientras que Claridad está fresca como una lechuga, "Sara" llega con las piernas cansadas.
"Qué tía, ni siquiera ha sudado, normal que llegara casi al mismo momento que yo tomando el camino largo", piensa "Sara".
Una vez dentro y en la misma mesa de siempre, "Sara" trastea con su móvil mientras Clara se sienta enfrente de ella con piernas cruzadas esperando... Algo.
Abraham hace acto de presencia, saluda, se mete en clase y al rato sale sentándose a la izquierda de Sara, lo único que hace es guardar silencio. Esa era la estrategia clásica de Abraham, cuando había alguien que no conocía, se callaba y esperaba pacientemente hasta averiguar si era alguien en quien poder confiar.
- A claro - dice "Sara" golpeándose con suavidad la frente con la palma. - Claridad, él es Abraham, Abraham ella es Claridad.
- ¡Oh! - Clara se da por aludida y extiende la mano. - Es un placer.
- A, ya - Abraham le estrecha la mano en un movimiento de arriba abajo delicado para que su mano no golpee la mesa. - Abraham, el placer es mío.
- Por si se te ha olvidado, ella es la chica nueva del otro día - dice "Sara".
- Ya lo sé, no borro recuerdos a tan corto plazo - dice recolocando su cuerpo en el asiento. - Dime Claridad...
- Llámame Clara, por favor - le interrumpe y corrige.
- Mmm bien - dice Abraham restregando sus labios para reorganizar las palabras. - Dime Clara, ¿Qué opinas de Kurt Cobain?
- ¿El cantante de nirvana?
- Si, ese mismo.
- No lo sé, hacía buena música, era una persona cool supongo - dice encogiéndose de hombros. - ¿Qué opinas tú?
- Era un cantante único, no me cabe duda - Abraham miró de refilón a "Sara" y en un solo segundo su cara dijo "saca otro tema, rápido".
- A mí no me importa mucho el género musical mientras la canción se escuche bien - dice "Sara". - Aunque en cuanto a rock de vez en cuando escucho vandas como Skillet. Pero prefiero a Britney Spears, o a Susana de "Campos sin puertas".
- Entiendo - dice Clara. - Música pop del estilo de Taylor Swift.
- No, tampoco tan así, menos actuales.
- "Sara" se quedó estancada en los dos mil - grita una voz desde el pasillo. - Lo cual no tiene nada de malo pero le falta para alcanzar el ritmo moderno - acompaña esa afirmación con un movimiento de caderas.
Susi aparece desfilando como en una pasarela, hoy lleva tacones altos y unos pendientes con forma de diamantes.
- ¡Valla hombre! - dice "Sara" chasqueando la lengua. - Perdoname por no perrear mientras se hace mi comida en el microondas.
- Eso solo lo hice una vez - dice Susi con movimientos laterales de cabeza. - Pero bueno, cada uno presume lo que tiene, hazme hueco chica nueva - Clara se aparta y Susi se sienta justo enfrente de Abraham.
- Soy Claridad, pero llámame Clara, un placer - dice extendiendo la mano.
- Soy Susana pero me llaman Susi, lo mismo digo - le choca los cinco en una sonora palmada.
Abraham se lleva una mano para taparse la cara y finge mirar hacia otro lado. "Sara" solo se queda atónita mientras Clara actúa como si esa hubiese sido una respuesta normal.
- Y bien, ¿Qué tal el partido de tu hermana? Al final no pude verlo - dice Susi.
- Fue una paliza aplastante, 17 - 0 perdiendo su equipo - dice "Sara". - Mi hermana salió llorando.
- Aaaa - Susi toma un suspiro enorme para matizar. - Valla, lo siento mucho.
- No me jodas - dice Abraham. - Bueno, ya sabes lo que dicen, unas veces se pierde y otras también.
- El refrán no es así - dice "Sara" negando con la cabeza. Abraham cambia su expresión, no ha sido un buen momento para el chiste. - De todas formas no importa, no hace falta que sintáis lástima, hoy estaba mejor y ya tendrán más suerte la próxima.
Se produjo un silencio incómodo, aunque para "Sara" solo era un silencio normal. Le gustaban esos silencios, los apreciaba como a la calma después de la tempestad. Lo que más odiaba es que alguien dijera "que silencio más incómodo, ¿No?" Y tratara de sacar cualquier otro tema. Normalmente eran Abraham o Susi quiénes hacían eso, pero ahora estaban callados.
- Bueno Clara, ¿Y tú qué estudias? - dice Susi al mismo momento que gira con todo su tronco quitando su cruce de piernas.
Las piernas de Susi se desenredaron como un cordón tirado de un hilo suelto con tan mala suerte que la puntera se clavó en la espinilla de Abraham.
- ¡A, joder! - grita Abraham. - Susi acabas de darme una puta patada por debajo de la mesa.
En ese mismo instante, por solo una fracción de segundo, "Sara" y Clara se agarran a los apoyabrazos de la silla. Es como un viejo instinto de combate, si él se hubiera puesto de pie ellas se hubieran puesto en guardia.
Susi fue la única que no notó esto pues su cuello se giró de inmediato y miró a Abraham tan sorprendida como una máscara de tragedia griega.
- Perdón - dice con el tono más apaciguado que tiene. - Ha sido sin querer.
- No pasa nada - dice Abraham. - Pero ten cuidado.
Cuando la tensión se pasa Clara explica el sistema de cursos partidos en el que está. Ya son las 8:30 pero hoy las clases son tres horas seguidas de 9:30 a 11:30 por lo que se limitan a desvariar sobre otros temas hasta las nueve.
Después de tres horas de historia donde lo más interesante de la clase fue ver a Carlos llegar tarde y moverse sigilosamente entre las mesas, todo termina y el grupo ya conocido sale del aula.
- ¿Vienes a la estación? - Pregunta Clara.
- Hoy no - dice Sara ajustándose el asa del bolso al hombro. - Tengo prácticas externas en la biblioteca de "Claudia la picapedrera".
- Entendido, bueno, me iré ya, nos vemos la próxima - Clara echa a andar y se despide de espaldas de todo el grupo.
Después de que se pierda al girar la esquina, Carlos suspira para hacerse notar.
- ¿Quieres que te diga lo que opino del partido de ayer o ya lo das por hecho? - le dice a "Sara".
- Mi hermana salió llorando, cuida tus palabras - "Sara" entrecierra los ojos desafiante.
- Que puta vergüenza - susurra Carlos para el cuello de su camisa.
- A mi lo que me parece una puta vergüenza es que nos hayan dado tres horas seguidas con solo un descanso de 15 minutos - dice Susi con un amplio movimiento de sus palmas. - ¿Yo que culpa tengo de que este señor faltara un día? No tenemos porque recuperar esa hora.
- La próxima hay que traerse un café - dice Abraham.
- Pero si tú no tomas café - le responde Susi.
- Joer, estaba tratando de contribuir.
- Yo lo que necesito es té de limón, eso te cura hasta el alma - dice Carlos. - Bueno, ¿Qué hora es a to esto?
- Las 11:35 - dice "Sara" mirando su reloj de muñeca.
- Pues nada me voy por el pan - dice Carlos echando a andar. - Por cierto - se gira para mirar a "Sara". - Sabes que lo de tu hermana lo digo de coña, si necesitas mi apoyo aquí estoy.
- Ya lo sé tonto - dice "Sara" sonriendo. - Tengo sentido del humor.
- Bueno, por si acaso - dice él.
- Oye, espera, me voy contigo, que tú tiras por el camino que va a mi estación - dice Susi alcanzando el ritmo de Carlos.
Susi y Carlos podían irse sin pesar en sus almas porque ellos habían hecho las prácticas externas el cuatrimestre pasado.
Abraham espera pacientemente a que sus amigos se vallan y luego mira a "Sara" que sigue sonriendo, entonces él se ríe para sus adentros.
- ¿Qué? ¿Qué pasa es mi sonrisa otra vez? - "Sara" cambia rápidamente su expresión.
Cuando "Sara" se reía tenía la manía de tapar toda su hilera de dientes inferiores con el labio y mostrar mucho las encías. En realidad el 50% de la gente se ríe así pero no la gustaba que la señalaran el detalle.
- No, que va - dice Abraham con un ademán de mano. - Es solo que creo que eres muy amiga de tus amigos.
- Pues vaya cosa - dice ella poniendo los ojos en blanco.
- Si, lo sé, por eso me va a sentar mal decirte que no me fío nada, pero nada, de tu nueva amiga - Abraham hizo varios movimientos con su mano de canto desde su cuello hasta la mitad del pecho para matizar, como si rompiera una tabla invisible con un movimiento de karate.
- Tú nunca te fías de nadie de primeras Abraham - dice "Sara" alzando una ceja. - Ni siquiera te fiabas de mí.
- Con esta chica es distinto, la noto como falta de chispa humana, no se - Abraham hizo un "chis" con sus labios mientras pensaba las palabras adecuadas. - Es como demasiado estoica y además le gusta Cobain y Taylor Swift, dice cosas como "cool", que te digo, es demasiado "ueseie" para mi gusto.
- Ey ey ey - le dice Sara haciendo un movimiento con las palmas para que se calme. - No es necesario llegar a insultos racistas tampoco.
"Ueseie" era una forma despectiva de referirse a la gente extremadamente patriota de Estados Unidos, no distaba mucho de las connotaciones que tenía "sudaca" en países como España para referirse a los hispanoamericanos.
- ¿Sabes a quién más le gustaba Taylor Swift? A Monika - dice Abraham cruzándose de brazos como si eso probara algo.
- Eso es solo un rumor y supuestamente lo que dijo es que quería pegarse con ella - Sara hace chasquear la lengua y pone los ojos en blanco. - A demás, Claridad dice que ha pasado mucho tiempo aislada sin juntarse con nadie en el pueblo, deberías ser más comprensivo con ella.
- wow espera, ¿Es de tu pueblo? ¿Ya la conocías?
- Si, bueno, no. Ósea si era de mi pueblo pero es la primera vez que la veo.
- Lleva cuatro años estudiando aquí un ciclo partido y es la primera vez que la ves - Abraham frunce el ceño, la conversación está yendo exactamente por donde él quiere.
- ¿Tú has visto o conoces a toda la gente que va a la universidad de tu pueblo?
- No, pero mi pueblo no es del tamaño de un coto de caza - Abraham se muerde el labio al acabar de decir eso y suspira. La cara de desaprobación de "Sara" es demasiado notoria. - Lo siento, tienes razón, me estoy pasando de pesado y ni siquiera la conozco.
- Mejor me voy ya a las prácticas - dice "Sara" mientras se gira. - Trata de confiar más en la gente, Abraham. Si tuviera que fiarme solo de tu apariencia no te dejaría acercarte a mí mientras como y pondría mi mano siempre encima de mi baso.
- Si - Abraham se rasca la cabeza. - Lo siento, buena suerte en las prácticas.
- ¡Ay!, igualmente - "Sara" suspira, antes de poner una media sonrisa. - Diviértete catalogando libros - le dice casi a punto de girar la esquina.
- Y tú mirando fotocopias - responde él también sonriente.
Las prácticas externas de "Sara" consistían en... Bueno, consistían en algo que la mandaban en un departamento de archivística. Lo cual es una forma amable de decir que se sentaba tres horas en una silla de imitación de madera cerca de una impresora mientras revisaba uno por uno los documentos replicados.
El horario hace que termine ha las 15:00 de la tarde razón por la que tiene que quedarse a comer en Elcoka ya que el próximo autobús a su pueblo no sale hasta las 18:30, razón por la que suele llegar a su casa sobre las 19:00. Naturalmente "Sara" no gasta esas tres horas de espera comiendo, generalmente después de la comida va a una biblioteca a estudiar o a leer, depende de su estado de ánimo.
Así, tras un día más largo que las vías del Tren Mecías, llega a su casa reventada y sin ganas de mucho. Su padre está preparándose para irse a dormir, su madre está en la cocina preparándole la cena y su hermana está en su cuarto escuchando un podcast sobre algo.
- Hoy si que ha sido un día largo - le dice a su madre.
- Todavía queda tiempo, puedes ponerte a estudiar hasta las diez - le responde ella con una sonrisa.
- Ja ja me parto - responde "Sara" pausadamente para que se note el sarcasmo.
- En fin, te recuerdo que mañana tu padre y yo vamos al desfile de...
- Si, si, el ángel de la recortada - "Sara" da un respiro profundo. - Mamá ese es un culto anti-bíblico, no deberías reunirte con eso para celebrar.
- Hija, el carnaval y el teatro no están muy lejos de la definición que das y a ti te encantan ésas dos cosas - la madre matizó esto señalando a sara con una mano que alzaba el símbolo de la paz, causando que la más joven se ruborice. - Además tú sabes que es solo una escusa de los hombres del pueblo para tener una fiesta.
- Os va a pasar como les pasó a los israelitas con el becerro dorado, recuerda mis palabras - dice "Sara" con cara de preocupación.
- No seas así - su madre le acaricia la coronilla de la cabeza. - Hay que tener la mente abierta a toda experiencia y luego juzgar. En fin, termina de comer rápido que tengo que poner el lavavajillas.
Después de cenar, "Sara" fue hasta la puerta del cuarto de su hermana, estaba cerrada así que llamó con unos golpes lo suficientemente fuertes como para que Misel los escuchara pese a tener los cascos puestos.
- Adelante - gritó la voz detrás de la puerta.
El cuarto de Misel estaba perfectamente ordenado. El lugar donde reposaba con el móvil parecía una cama de matrimonio para ella sola, cosa normal porque Misel era bastante alta, superaba por 7 centímetros la media de 1'76 del país. Estaba tumbada todo lo larga que era con unos cascos puestos y el móvil sobre sus ojos con los brazos flexionados.
- ¿Mitología especulativa? - pregunta "Sara" mirando la pantalla del teléfono cuando Misel la presta atención.
- Si, es Sandro, el mismo de siempre, hoy tiene otro programa sobre los mitos del inconsciente para los antiguos.
- Es de lo único que sabe hablar - "Sara" pone una sonrisa pícara. - En fin, no quiero entrar en polémicas - dice viendo como su hermana está por replicar. - ¿Te encuentras mejor?
- Soy una futbolista profesional que entrena 4 horas diarias de miércoles a sábado y el resto del tiempo lo pasa preparándose oposiciones, ¿Tú que crees? - Misel hizo que resonara la última "s" para matizar.
- Creo que darle patadas a una pelota por dos horas debería ser un jovi y no un sustituto de tu carrera - responde encogiéndose de hombros.
- "crii qui tinis qui istidiir piri sir ilguiin in li vidi" - respondió su hermana remedandola. - Estoy estudiando y lo sabes, no quiero tener esa conversación de nuevo - Misel se incorpora y se cruza de brazos. - No entiendo porque a mamá y a ti os cuesta tanto aceptarlo.
- Sabes que no me cuesta Misel - dice poniendo una mueca con el lateral de la boca. - Es solo que la frustración y estrés que te generan los partidos...
- ¿Qué? ¿Es peor que la frustración y estrés que te generan los trabajos y exámenes? - responde ella.
- Ams - "Sara" enmudece unos segundos, hace chasquear la lengua en el paladar y desvía la mirada. - Eso ha sido un golpe bajo.
- Bien, agradezco que te preocupes por mí, enserio, pero estoy bien. Lo de ayer fue solo una experiencia y no voy a dejar que afecte a mi vida ni ha mis estudios, ¿Vale?
- ¿Me lo prometes por Snupy? - dice "Sara" con voz inocente.
- Te lo prometo por Snupy - dice su hermana con una sonrisa cálida.
"Sara" siempre ha sido muy insegura respecto a las promesas, así que en lugar de jurar en nombre de un santo, lo hacen en nombre de Snupy, el perro de "los peanuts", que era una serie que formó parte de su infancia.
Hubiera sido una noche tranquila, dentro de lo que cabe todo lo que podía salir bien salió bien, solo hubo un problema. Antes de ir a dormir "Sara" tenía la costumbre de leer las noticias y encontró una que le heló la sangre.
"Aparecen cuatro cadáveres en Elcoka, en una casa abandonada del barrio antiguo".
Eso estaba a solo dos calles de su universidad.
Capítulo 5: decían que fue la primera.
En Elcoka había cuatro iglesias, una por barrio, sin embargo solo una de ellas tenía toque de queda y estaba dedicada al Ángel de la recortada. Cuando el reloj apuntaba a las nueve en punto de la tarde, las puertas se cerraban y se volvían a abrir a las seis de la mañana.
Serían las 20:59 cuando Yonaka estaba de rodillas apoyada en un banco, a punto de terminar su oración, cargando con su pena en un puño cuando el reloj finalmente marcó la hora de cierre.
- Disculpe señorita - dice una voz entrada en los 50. - Es la hora de cerrar.
Yonaka se sobresaltó, girando para ver al hombre ataviado con una túnica negra totalmente compacta excepto por el logotipo color plata a la altura de su corazón que representaba una escopeta superpuesta a dos alas.
- Si, perdónenme coronel, ya me retiro - dijo Yonaka junto a una reverencia.
- Descanse soldado, no es malo terminar la oración antes de salir.
- Ya terminé - añadió con otra reverencia. - Qué pase buena noche.
- Ve en paz.
El cura esperó con la paciencia de una estatua a que Yonaka se fuera. Seguidamente cerró la pesada puerta de cobre y madera que era la única entrada al lugar, o eso se podría pensar, ciertamente era la única que se encontraba a plena vista.
Cuando el traqueteo del candado cerrándose hizo eco en el lugar, caminando por las naves de la iglesia hasta el altar llegaron tres hombres. Así pues por la luz de las estrellas que entraba bajo la cúpula de cristal de aquel edificio de apenas 50 años, se podía distinguir a los hombres uno por uno.
El primero empezando por la derecha era un Elvis Presley de los chinos, peinado de macarra y cara de vender "Clinex" en los semáforos. Todavía vestía ese jersey de mangas blancas y pechera amarilla que le hizo su abuela, todavía sudado e impregnado con olor a tabaco, cualquiera que lo viera negaría que tenía solo 30 años.
El siguiente parecía un motero sacado directamente de alguna película de superhéroes, el sería el malote con una navaja mariposa que amenaza a la chica linda antes de que el héroe principal le saque los dientes. Lo único destacable además de su chupa de cuero era su cresta roja de cuatro picos que parecía decir "si, esto me lo hice yo solo un viernes noche".
El último parecía un rapero de Scary Movie que quería grabar un videoclip underground en la época medieval. El palo que usaba de callado destacaba menos que su cara de cuadro renacentista y su capucha verde.
El primero en dar un paso al frente fue el Elvis de pantomima, su nombre no es relevante pero la gente le llama "Mister platanito".
- Así que, ¿Lo del otro día funcionó, verdad coronel? - dijo Mister platanito con una sonrisa de oreja a oreja.
- Así es, han saltado las alarmas, tenemos un Skin Walker cerca - confirmó el cura.
- Espero que sea cierto, de donde vengo uno de esos vale siete mil de los grandes en el mercado negro, vivo o muerto - al decir muerto baja la voz para que suene más sepulcral.
El que avanza ahora es el motero, se llama Sebastián de los Amores Hermosos, ese es su nombre de pila.
- Era evidente que Estados Unidos metería el hocico en esto tarde o temprano, pero ¿Qué es un skin walker? - se ajusta la chupa con un movimiento que hace sonar el cuero y las cremalleras.
El tercer tipo, el del callado, se queda en su sitio pero se descubre la cabeza. Se hace llamar Baltasarin, ese es su nombre artístico.
- En México los llaman nahual, aunque hablando mal y pronto son cambia formas. De humano a monstruo, o de humano a humano - Baltasarin ha hablado tan rápido que Sebastián se ha quedado igual.
- En definitiva - dice el cura avanzando con los dedos entrelazados en su regazo. - En esta ciudad hay un cambia formas estadounidense que de alguna manera ha deducido que estamos aquí, pero no sabe exactamente dónde.
- Ya se han dado a conocer los cuerpos así que tiene que estar cerca - dice Sebastián.
- Exactamente, entonces no hay más tiempo que perder.
El cura camina hasta el mismo centro del altar, allí se arrodilla y se muerde el pulgar hasta hacerse sangrar. Cuando su dedo termina empapado empieza a dibujar un pentagrama de quince centímetros de diámetro en el suelo, un círculo con una estrella de cuatro puntas.
A ambos lados del altar hay adosadas dos pilastras, sus frisos enrroscados en espiral escalan por ellas como una hiedra hasta llegar a los pies de dos estatuas iguales que representan a un ángel con una escopeta recortada.
Mister platanito salta treinta centímetros en el aire, le da una patada a la columna para retomar un breve impulso y llega a la altura de los brazos de la estatua, tomando la escopeta de sus manos de mármol.
Mister platanito lanza el arma y Sebastián la atrapa al vuelo, la recarga haciendo girar el gatillo con una sola mano, igual que Terminator, y luego le lanza el arma a Baltasarin que la golpea con su callado, es un golpe vertical perfecto que la envia directamente a la palma abierta del cura.
- Escúchame tú, primera entre las primeras, que dicen que del polvo fuiste hecha y que por un polvo te echaron - el cura se acomoda el cañón del arma en la boca, sitúa la culata en el centro de la estrella dibujada con sangre y envuelve el gatillo con su pulgar. Pese a todo, no pierde fluidez al hablar. - De ti que han dicho que fuiste una puta, un vampiro y un alma libre. Muestranos los caminos correctos abriendo la mente y que todo sea vida, muerte, pena y gloria - el cura aprieta el gatillo y se vuela la tapa de los sesos.
Para todos los demás, solo fue un parpadeo, como el flas de una foto cuando todos sonríen. Para Florencio, párroco de la Iglesia del Ángel de la recortada, fue una epifanía más grande que cualquier orgasmo que te puedas imaginar.
De su nuca surgió una serpiente y la misma cambió de piel mientras se movía, rectando en círculos al rededor del cuarto. Primero se limitó a crecer de tamaño, luego le salieron brazos, piernas, pechos y finalmente la serpiente se convirtió en una mujer de piel lisa y escamosa con labios carmesí.
Todo esto, como se ha dicho, sucedió a la velocidad de un aleteo de colibrí.
La mujer serpiente era alta y esbelta para solo medir metro setenta y nueve. Su piel estaba formada por escamas fuxia y pese a que su silueta era claramente femenina carecía de pezones y organo reproductor, era como si llevara un apretado traje de cuero lila barnizado en aceite. Tenía una larga cabellera pelirroja que le cubría la totalidad de la espalda y sus ojos eran como los de las víboras, hasta tenía una escama ocular para no parpadear.
- A-a-a to-tome esto, hace frío - dijo Mister platanito quitándose el jersey y ofreciéndoselo a la mujer.
- Que amable - dijo ella mientras se lo colocaba. - un poco justo - cuando tensó los músculos las costuras se rasgaron superficialmente.
- Tío - Sebastián le dio un manotazo en el brazo al Elvis de cinco duros. - Controla tus bajos instintos.
Mister platanito pasó del enfado a la vergüenza en segundos y se cruzó de piernas mientras se giraba.
Baltasarin se acercó al cura y vio como la herida del disparo comenzaba a sanar a gran velocidad, lo dejó que se apoyara en su brazo y lo ayudó a incorporarse. Finalmente el tejido se regeneró por completo y el cura pudo articular palabras.
- Es un placer verte en este humilde templo, Lilith - fue lo único que dijo.
Es lo único que era necesario decir.
Capítulo 6: mayores sospechas.
En este maravilloso miércoles, Clara se acerca a "Sara" con una marcha serena.
- ¿Te has enterado de la noticia? - le pregunta Clara.
- Si, la vi anoche - dice "Sara" con un tono calmado. - ¿Qué mal rollo, no es así?
- Definitivamente, esperaba una reacción más grotesca por tu parte - dice Clara ocultando el atisbo de una sonrisa.
- No veo porqué - contesta "Sara" daleando la cabeza en confusión. - Dicen que solo fue una fuga de gas.
- Si, eso dicen, pero son teorías.
Pese a sus palabras, a "Sara" si le daba cierto sentimiento de terror todo este asunto. Lo primero que hizo nada más saber la noticia fue compartirla por WhatsApp en su grupo de amigos. La primera respuesta que tuvo fue de Abraham y decía "Carlos, joder, te dije que los escondieras bien". Humor negro, clásico de él, a "Sara" le supo mal reírse de eso.
- Hoy solo vas para dos hora, ¿No? - le pregunta "Sara" mientras suben al bus.
- Si, historia avanzada del continente - dice Claridad asintiendo.
Ambas se sientan juntas, "Sara" también se sienta en el lado de la ventana y mira de reojo al brazo de Claridad. Esta vez sí se lleva varios mochilazos, así que "Sara" piensa que lo de ayer solo fue una ilusión.
Saliendo ya por las escaleras de la estación "Sara" nota que hoy del grupo de pijas solo van tres, pero de todas formas no dejan pasar, una distrae su vista con un teléfono y no se fija donde pisa por lo que su pie resbala y se mete un guarrazo contra las escaleras, callendo con la gracia de un pato mareado. Las dos chicas restantes se llevan las manos a la cabeza y una dice "ay, tía, ¿Te has caído?" Con un acento gangoso que por poco provoca que "Sara" se ría ahí mismo, en lugar de eso las rodean y salen.
En el mismo momento en el que dejan la puerta atrás "Sara" se parte de risa para sorpresa de Clara que solo la mira con los ojos abiertos.
- ¿De que te ríes?
- Pues del golpe que se ha dado la pobre chica - dice "Sara" mientras soporta su peso con una mano en la rodilla y otra en su estómago. - Se que está mal pero, por las nubes victoriosas, ha sido buenísimo.
- Si, jaja - dice Clara con la mueca de una sonrisa. - Se ha caído con la pose de "Piter" Griffin.
- Ay, ay que me muero - "Sara" toma un poco de aire hasta que su risa se calma. - ¿Quién has dicho?
- No, no importa, ¿Nos vamos?
- Si, si, deja que me recompongo - dice "Sara" estirando la espalda.
Ya en la universidad, "Sara" despliega su portátil sobre la mesa, hoy tiene que ponerse a hacer cosas importantes. Clara que está sentada delante de ella se prepara para sacar su MP3 otra vez.
"Es el tercer día y esta chica sigue sin traerse materiales, solo su MP3 y su móvil", piensa "Sara".
Con la mirada fija en la pantalla y tecleando a la velocidad de un pájaro carpintero, "Sara" prepara en su portátil una recensión sobre las prácticas externas. Antes de las vacaciones del primer cuatrimestre tubo una prueba y ayer tubo su primer día, viendo que no había mucha diferencia ya estaba recopilando información, aunque sea notas en sucio.
Fueron llegando los amigos uno por uno, en el mismo orden de siempre. Aunque esta vez Abraham retiró un poco más la silla.
Sara se estaba mordiendo la uña del pulgar mientras pensaba, Susi estaba jugando a un juego de hacer amburguesas en el móvil y Abraham estaba a punto de soltar una parida.
- Que silencio más incómodo, hablemos de mi tema favorito, yo - dice señalándose con el pulgar. - Hoy me iba a ir y le he dicho a mi madre, "mamá me voy" y ella me dice "espera, has hecho...", pues no ha terminado la frase y se ha quedado dormida y yo ahí un minuto esperando. Bueno, me voy y cuando cierro la puerta me he pillado la mano.
- Ostias, a ver - dice Susi.
- No, bueno, no me ha dejado marca pero ha dolido - dice Abraham mostrando los dos reversos de su mano izquierda. - El caso, luego me voy al bus y se pone delante de mí un hombre con el asiento reclinado le digo que si lo puede poner bien y me dice que es que se está durmiendo que me ponga al otro lado - Abraham ejemplifica esto con un gesto que alude a que está tomando una caja invisible y cambiándola de lugar. - Me muevo y mira tú, el puto asiendo está roto, me he tenido que levantar y cambiar de asiento directamente.
- Y encima ahora tienes que sentarte retirado para que Susi no te dé una patada - añade Carlos con una carcajada.
- Jo va que fue sin querer - dice Susi con un aspaviento.
- Eso dicen todas - Abraham hace sonar sus labios y sigue antes de que Susi conteste. - No, pero creo que lo peor ha sido el sueño que he tenido, que iba a enfrentarme a George Foreman en un uno pa uno.
- No jodas - dice Carlos. - ¿Pero en plan el pelo afro o ya mayor?
- En su mejor punto tío, el que luchó con Joe Frazier.
Susi estaba perdida en la conversación y "Sara" había dejado de prestar atención centrándose en su ordenador de nuevo.
- Míralos que hetero básicos - dice Susi dándole repentinas palmadas a Clara en el brazo, como si fueran golpes de conejo. - Solo saben hablar de boxeo y tías.
Clara ignoró completamente a Susi, estaba escuchando la conversación, esperando el momento preciso para entrar.
- Pues tío, al menos no te tocó contra alguien tipo Sony Liston - le dice.
- Pero si Foreman era peor, él usaba a Liston para los entrenamientos - responde Abraham.
- Te hubiera ido peor contra Cassius Clay - dice Clara repentinamente.
- ¿Quién? - pregunta Carlos frunciendo el ceño, como si tratara de pensar más fuerte ya que el nombre le sonaba.
- Cassius Clay campeón olímpico de Estados Unidos en 1960, también derrotó a Sonny Liston y a Foreman en su mejor momento, lo cual es impresionante porque Foreman venía de vencer los juegos olímpicos de 1968, a Joe Frazier que le había quitado el invicto a Clay años antes y a Ken Norton que le fracturó la mandíbula - Clara dijo toda la información anterior de carrerilla, sin tomar ni una sola bocanada entre medias.
Todos se miraron entre si y luego miraron a Clara que sonreía orgullosa como si hubiera retirado un mantel de sopetón sin desordenar la mesa.
- Ella se refiere a Mohamed Alí - dice Abraham. - Cassius Clay era su nombre antes de unirse al islam.
- Si, eso - murmura Claridad entre dientes.
- A, ese sabía más que los ratones coloraos - dice Carlos. - No solo era alto, también golpeaba girando el puño y por la fricción te quemaba.
- Bueno, ha sido una bonita conversación en la que no he participado - dice "Sara" cerrando su portátil. - Pero ya hay que entrar.
- Pues nada, vamos - Susi se apoya en la mesa y al plantar sus pies fuerte para retirarse hacia atrás pisa a Clara. - ¡Ay! perdón, lo siento, fue sin querer, de verdad - Susi se lleva la mano a la boca y está por decir más palabras.
- No importa - la frena Clara. - Tenía ese pie tonto, ni lo he notado.
Abraham alza un poco la cabeza al escuchar eso, pero luego la gira para ver el pasillo. Efectivamente, ya era la hora y el profesor de filosofía venía a paso lento y seguro.
- ¿Y si nos vamos? - dice Carlos.
Los demás lo ignoran y él, vía presión de grupo, pasa delante de "Sara" arrastrando los pies. Se detiene de pronto causando que ella por poco se choque.
- ¿De verdad es necesario? - insiste él tratando de ocultar la sonrisa.
- Venga, tira - le dice "Sara" empujando su espalda con una mano.
Clara no entró, quien si entró fue el chico de apariencia militar del otro día, apenas dos segundos después de que el profesor pasara y se dirigió a su sitio delante del todo.
- Martín, ¿Te encuentras mejor? - le preguntó el profesor.
- Si, no fue nada - dice el alumno militarizado mostrando una palma sin cicatrices.
"Sara" no prestó atención a ese detalle, desde detrás del todo no le veía bien, pero si que se quedó con el nombre. Así, durante los primeros minutos de esa clase tan interesante sobre el estado y el derecho de boto, "Sara" se permitió gastar dos minutos en mirar en el campus online universitario el nombre de los matriculados en filosofía.
Efectivamente, allí estaba el nombre que buscaba. "Martín Walker", que nombre más único.
Acabada la clase, los alumnos salen a los pasillos, Martín es el último en salir, sale 50 segundos antes de que la nueva hora comience. Es raro que se quede dentro tanto tiempo, justo cuando el profesor está por llegar.
En cuanto el profesor entra y todos están tomando sitio, él sale y tres segundos después entra Clara que se sienta en la tercera fila.
No fue la clase de historia americana más divertida que se haya hecho, la daba la profesora Susana "Verdad" (verdad era su sobrenombre porque era una muletilla muy común en ella). Las dos horas sirvieron de introducción, para presentar las nociones básicas. Visto así, "Sara" entendió porque Claridad no había traído nada.
Saliendo de clase y ya notando el agonizante peso de la rutina en sus espaldas, "Sara" se detiene en la entrada de la universidad a respirar y tratar de calmarse.
- ¿Vas ya camino a la estación? - le pregunta Clara.
- No - "Sara" niega con la cabeza. - No hay autobús hasta mucho más tarde hoy, ¿No lo sabías?
- Oh bueno, yo pensaba esperar en la parada hasta la hora - Clara parece algo sobresaltada, ¿Aún no se sabía el horario de buses después de cuatro años?
Sara pensó en decirla, "Para que tanta prisa, ¿Le van a meter una actualización a tu MP3 último modelo?" Y luego poner una sonrisa, pero no sabía si ya tenía esa clase de confianza.
- Bueno, pues me voy yendo.
"Sara" estuvo por decirle a Claridad que estaba andando en dirección contraria o como mínimo por un camino más largo que la llevaría dos calles más lejos de la universidad y dará una vuelta mayor hasta la estación, pero se detuvo, simplemente supuso que Claridad no tenía prisa y quería pasear.
- Aún no me fío de ella - le dice Abraham a sus espaldas.
- Abraham, tú no te fías de nadie - dice Sara haciendo rodar sus ojos. - ¿Te recuerdo que estuviste dos meses creyendo que Bárbara era un vampiro solo porque nunca la habías visto reflejada en un espejo?
- ¿Esa quién era? - pregunta Abraham con total ingenuidad.
- Literalmente se sienta delante de ti, es la chica que pone a cargar su ordenador para usarlo en clase.
- ¿No se llamaba Alba?
- Cielo santísimo, Abraham eres todo un caso - dice "Sara" llevándose una palma a la cara.
- Bueno no me culpes, para mí tenía sentido, estaba delante de mi y no se reflejaba en la pantalla, además no se maquillaba nunca lo cual le sumaba más puntos porque no se vería en el reflejo de un espejo de bolsillo... - Abraham respira profundo y vuelve a tomar compostura. - Mira, no cambies de tema, ¿No se te hace como mínimo curiosa toda la información que sabe de los dos campeones olímpicos más importantes de Estados Unidos? - Abraham alza una ceja mientras gesticulando con las manos separa los brazos como si estirara una cuerda.
- Tú también sabes esa información - dice "Sara" cruzándose de brazos.
- Si pero ella es mujer - responde Abraham ni corto ni perezoso causando que Sara alce tanto las cejas que por poco se le salen de la frente. - Quiero decir, ¿A cuántas mujeres conoces que sepan un cuarto de la mitad de la información de boxeo de lo que ha dicho Clara hoy?
- Primero, mejor vocaliza porque esa frase está mal estructurada - dice "Sara". - Y segundo, estoy segura de que hay muchas mujeres expertas en boxeo.
- ¿Ya pero de este país? ¿Con nuestra edad? ¿Estudiando historia? - Abraham poco a poco se va inclinando mientras alza las cejas. - Eso sería algo que me esperaría más de no se, tal vez... Un agente del servicio secreto americano, lo que me lleva a mi siguiente pregunta, ¿Por qué Clara y el chico militar nunca están en la misma clase? Jum jum jum, sospechoso cuanto menos - Abraham se rasca la barbilla para tratar de parecer dramático pero más bien parece que quiere frotar hasta sacar fuego.
- De verdad que no me creo que lo digas enserio - "Sara" niega lentamente con la cabeza. - Abraham yo a tí nunca te he visto con Brad Pitt en la misma habitación, ¿Sois la misma persona?
- No, pero pregúntate porque nunca me has visto en el mismo lugar que a Batman - Abraham pone una sonrisa chueca y guiña un ojo.
Es una respuesta genuinamente divertida y "Sara" muestra una extraña sonrisa en respuesta, tapando su ilera de dientes inferior con un labio y sonriendo tanto con el superior que muestra las encías. - En fin, me voy a la biblioteca a estudiar - termina por decir "Sara" antes de despedirse de Abraham.
Después de las primeras hora en la biblioteca a "Sara" le empezaron a doler los ojos por mirar tanto tiempo a la pantalla y ya en las siguientes tubo que levantarse a caminar un poco.
Dejó todas sus cosas en una mesa, en esa biblioteca no había mucha gente más allá de la bibliotecaria y tenían una política que te permitía dejar una mesa con tus cosas por media hora. Luego de eso, si no había nadie y las cosas seguían por ahí, las retiraban y las guardaban, obligándote a pagar una multa si las querías de vuelta.
"Sara" salió a la calle, se distrajo un poco caminando, su espalda estaba acostumbrada a posturas casi retorcidas por los entrenamientos pero también necesitaba caminar recta un rato para estirar.
Su pequeña caminata se extendió por cinco minutos hasta llegar a un cruce de caminos. Estaban en lo que se podría llamar en barrio bajo de la ciudad y aquí no solía haber gente por eso se sorprendió bastante cuando vio a Clara pasar justo por una de las calles del cruce a buen ritmo, más que caminar rápido estaba marchando, por lo que pasó de largo de una calle a otra prácticamente sin verla.
"Pues si que la está durando el paseo", pensó "Sara" que a buen paso ya había llegado a la esquina.
Cuando asomó la cabeza por uno de los bordes de la pared por poco se le cae el alma a los pies. Claridad no estaba al girar la esquina pero lo que si vio fue la inconfundible chaqueta de camuflaje y altura de Martín Walker.
"Sara" giró sobre sus talones para que la pared volviera a taparla.
"¿Qué acaba de pasar?", pensó. "Clara no estaba pero... ¿Se habría metido en alguna casa?"
"Sara" volvió a echar un ojo a la calle, Martín ya estaba muy lejos pero ni rastro de Clara y el cruce solo tenía paredes de ladrillo liso a los lados.
"Sara" actuó más por curiosidad que por sentido común y guardó una considerable distancia mientras seguía a Martín. Siempre lo suficientemente lejos para que si se girase ella simplemente siguiera recta sin prestarle atención, como si hubiera sido una coincidencia.
Callejearon más tiempo del que a "Sara" le hubiera gustado pero cuándo notó la constancia de los pasos de Martín supo de inmediato a donde se dirigía y eso le permitió seguirle la pista sin necesidad de ir detrás de él todo el rato.
"Por las nubes victoriosas, por favor, que no valla donde creo que va".
Martín se plantó en la entrada de una casa empapelada, figurativamente hablando, de papel policial. Era la casa que se había hecho noticia ayer, el lugar donde se encontraron los 4 cuerpos.
Dos policías parecían estar esperando en la entrada. Se dieron la vuelta casi al unísono cuando escucharon los nada silenciosos pasos de Martín cuyas deportivas militares de suela gruesa, que habían salido de algún lugar, resonaban con la fuerza de unas botas de tacón en suelo anti-robos.
- ¡Alto ahi, Policía! - le gritó uno de los guardias.
Martín redujo la distancia entre él y los dos agentes de la ley con un solo salto, atrapó sus cabezas y las hizo chocar con la precisión de unos platillos de orquesta. Ambos policías quedaron inconscientes en el mismo instante en el que sus cráneos chocaron.
Pese a que "Sara" lo seguía de cerca solo llegó a tiempo para ver a los policías perder el conocimiento. Lo que si vio es como la ropa de Martín empezaba a mutar, como si fuera pelo estirado con un cepillo. Estaba cambiando su piel y con ello modificando su atuendo.
Refugiada en una esquina, sabía que si Martín giraba su próxima parada serían las aguas del río. "Sara" rezó en un momento uno de los salmos más cortos que se sabía, esperando que Martín no tuviera ojos en la nuca. No parecía ser el caso, lo que si llevaba ahora Martín era un uniforme militar completo que parecía sacado directamente de Vietnam, así mismo, portaba una radio en el hombro y quizás su piel se había vuelto más azul pero eso a "Sara" solo le pareció un efecto secundario por estar bajo el umbral de la puerta.
- Águila al nido, estoy dentro. Corto y cambio - dice Martín mientras se adentra en la casa de una sola planta.
"Sara" abre los ojos de par en par, no sabe muy bien lo que hacer a continuación.
"¿Abraham tenía razón?", es lo primero que le cuestiona su mente. "No, no, el dice muchas estupideces, tenía que acertar alguna por descarte", una gota de sudor frío le resbala por la frente. "¿Pero por qué tenía que tener razón precisamente en esto?"
"Sara" pensó en huir, fingir que no había visto nada, que todo era un golpe de calor. Pero estaban a inicios de febrero y todavía hacía frío, los cuerpos de los policías tampoco se movieron de ahí y le gustara o no, seguía escuchando los murmullos de Martín dentro del edificio.
"Sara" era curiosa por naturaleza, así que arrepintiéndose de todas sus decisiones, decidió echar coraje y meterse en la casa cuando estuvo medianamente segura de que Martín ya estaría tan dentro que no la vería.
Se podría llamar casa porque tenía cuatro paredes pero eso era un lodazal. A "Sara" le recordaba a la granja de cerdos de su abuelo, que era musulmán pero según él nada te condena si le vendes cerdos a los cristianos. Todo olía a humedad y las paredes que no estaban cubiertas de barro tenían escayola que se caía a pedazos o manchas enormes de lo que empezaba a ser moho.
La casa parecía ser más profunda de lo que los metros cuadrados vistos desde fuera deberían permitir y el suelo embarrado estaba tan acuoso que deshacía las huellas al pisar.
"Sara" podía escuchar los murmullos de Martín rebotar en los ecos de las paredes junto a los charcos que pisaba.
- Águila al nido, ¿Me reciben? - decía Martín. - Bien, veo los cuerpos, los informes eran ciertos, son cuatro jóvenes, tres varones y una mujer.
Se escucha algo que solo podría ser descrito como un chapoteo invertido, como si algo muy pesado fuera extraído de aguas profundas. Este sonido se repite tres veces más.
- Al parecer solo la mujer tiene la marca del polvo, esto indica que murió primera - dice Martín.
"Sara" empieza a notar como la voz fuerte de tono militar se va perdiendo en lo profundo de las habitaciones. Intenta avanzar pisando con cuidado para no hacer ruido, desgraciadamente el suelo es resbaladizo y su pie se desliza sin previo aviso, lo cual causa que ella se abalance pisando en un charco medianamente profundo.
- Espera, he oído algo - dice Martín.
"Sara" entra en pánico, se desliza por el suelo como si fuera por una pista de patinaje. "Diantres, no puedo salir por la puerta, dejaré un rastro de huellas, piensa rápido...". Cuando está a punto de decir su nombre descubre que entre los escombros del lugar hay un trozo de techo medianamente pesado. "Sara" lo toma.
La idea se le ocurre en cuestión de instantes, busca la parte más descompuesta por la humedad en la techumbre y a su vez la que está más cerca de un charco profundo, entonces lanza el pedazo al mismo tiempo que se tira de espaldas al charco, como un buzo tirándose de una lancha.
El trozo escombro impacta con fuerza y causa un pequeño derrumbe que tapa el sonido del chapoteo de "Sara". La misma trata de aferrarse con fuerza al fondo para que la presión del agua no la eleve.
Martín llega a la sala, echa una ojeada rápida, le parece que simplemente parte del techo se ha desprendido, normal, este sitio está hecho un desastre. Sea como fuere, ya tiene lo que había venido a buscar y los policías podrían recobrar el conocimiento en cualquier momento así que con todo listo se va.
"Sara" aguanta otros dos minutos enteros antes de salir del charco de barro, toma una bocanada de aire con más ganas de las que se tomaría una botella de agua después de hacer ejercicio. El aire húmedo y mohoso provoca que empiece a toser.
"Ay no, ¿Qué hora es?", Piensa mientras se mira el reloj de muñeca totalmente destrozado después de su baño express.
Ya actuando más por pánico que por sentido común, limpia sus zapatillas en un charco con más agua que mugre, se arremanga los pantalones y empieza a pedir clemencia esperando que el rastro de sus huellas se seque.
Después de salir de la casa, le toma el pulso a los policías, siguen vivos. Eso la tranquiliza, había oído que si te quedas inconsciente por más de 15 segundos era porque tenías un traumatismo o estabas muerto.
"Sara" tomó un camino distinto para llegar a la biblioteca, con el corazón en un puño esperando no encontrarse con Martín, o peor, con Claridad. Aunque eran la misma persona, sentía que le sería difícil actuar delante de Claridad como si no supiera nada.
"Espera un momento, no hay que apresurarse, no se aún si Clara y Martín son la misma persona, solo se que Martín aparentemente puede transformar su aspecto en el de un soldado", pensaba esto mientras corría por las calles que afortunadamente estaban desiertas porque le hubiera sido muy difícil explicar su situación a cualquiera.
"Esta zona tan poco transitada sería el escenario perfecto para un crimen... A, ya, pues claro, eso explica muchas cosas".
"Sara" finalmente llegó a la biblioteca, había estado corriendo por tanto tiempo que el exceso de sudor en su frente se mezcló con el barro y daba todo una mezcla pegajosa que se escurría peligrosamente cerca de sus ojos.
La bibliotecaria estaba en la entrada a punto de echar la llave.
- ¡Espere por favor! - le grita "Sara". - Se que llego tarde, creo, pero tenía mis cosas dentro.
La bibliotecaria se giró para verla y su cara de asombro se podría haber plasmado en un cuadro para la posteridad.
- Santo cielo, ¿Qué te ha ocurrido? - le pregunta.
- Me caí al río - dice "Sara" pensando enseguida una escusa más convincente. - En la parte que menos cubre.
- Pero si la parte más cercana al río está como a treinta minutos de aquí - dice la bibliotecaria preocupada.
- Me distraje caminando - concluye "Sara" con la templanza de un monje. - Por favor, te pagaré la multa, pero déjame coger mis cosas.
- Faltaría más - dice la bibliotecaria rebuscando entre su manojo de llaves. Cuando la introduce en la cerradura se da cuenta de que no había cerrado y la puerta esta abierta. - Oh vaya, que fallo más tonto - la bibliotecaria suelta una sonrisa inocente.
Después de abrir la puerta, busca el bolso de "Sara" en las taquillas de recepción.
- ¿Cuanto es? - dice "Sara" buscando el dinero suelto en el fondo de su bolso.
- Solo por esta vez, invita la casa - dice la bibliotecaria con una sonrisa sincera.
- Muchas gracias, eeh - "Sara" iba a decir su nombre pero no se lo sabe.
- Sayori, ese es mi nombre - dice la bibliotecaria extendiendo la mano.
- Un placer, soy... - antes de darle la mano, "Sara" se da cuenta de que esta cubierta de barro y prefiere retirarla a tiempo. - Pero me llaman "Sara", es una larga historia.
- Si - Sayori tiene una sonrisa contenida. - Supongo que estás llena de largas historias.
- Oh, ya - "Sara" se ríe mostrando toda la fila de dientes superiores.
- Perdona si resulta muy atrevido pero, ¿Quieres ir a mi casa a cambiarte?
Al principio "Sara" se asombra por la pregunta, luego se mira de arriba a bajo, pero se traga sus ganas de gritar por ayuda. - No, gracias, yo tengo que tomar el autobús y no hay tiempo.
- De verdad que entiendo tu posición, pero me sentiría muy mal si te dejara sola, completamente cubierta de barro y agua estancada esperando en la estación. Bueno, de verdad que quiero ayudar - concluye Sayori con un tono melancólico.
La cabeza de "Sara" empezó a maquinar. "Pero yo no estaré sola, seguramente Clara también esté allí... Por las nubes victoriosas, me conviene más irme con esta chica y llamar a Misel para que venga a buscarme".
- Si, si de verdad fueras tan amable - dice "Sara" trastabillando entre las palabras.
- Por supuesto, sígueme, vivo algo lejos pero no son más de 20 minutos - dice Sayori haciendo un ademán de "adelante" con la mano.
Cuando salieron del edificio "Sara" notó que seguía sin haber casi gente, solo vio a una señora que llevaba la compra a casa.
- Casi no hay gente por aquí - comenta "Sara".
- Si, de cinco a seis están ocupadas por - Sayori traga saliva, como si buscara la palabra correcta. - el trabajo, ya sabes, además es una zona poco habitada.
- Claro - susurró "Sara" como si no estuviera muy convencida.
Llegaron al edificio de Sayori, era bastante alto y tenía una verja que parecía salida del neoclásico en la entrada.
"Alguien podría sacarse un ojo con eso", piensa "Sara" viendo las lanzas de una imitación de bronce adornando lo alto de la verja.
La bibliotecaria vivía sola en un departamento que contaba con una cocina comedor, un salón, un dormitorio y un servicio con ducha. Eran bastantes habitaciones para un lugar tan reducido.
- Te prepararé algo de ropa limpia, aunque no tengo mucha a mano - Sayori se da un toque en la cabeza y saca la lengua. - Tendría que haber pensado en eso, perdona.
- No, no es problema, esto que estás haciendo ya es mucho para mí - responde "Sara" con gratitud.
"Sara" no tardó en ducharse, le sabía mal gastarle el agua caliente a Sayori. Al salir se encontró un peluche de una vaca bastante grande con varias prendas de vestir dobladas cuidadosamente en su cabeza y una nota en papel que ponía "lo único que puedo ofrecerte es mi uniforme del instituto, espero que te sirva".
"Sara" no reconocía ese uniforme, en Elcoka había cuatro institutos públicos, ella fue al Instituto "Felipe II rey de las Américas" y allí les permitían usar la ropa que quisieran.
El uniforme constaba de una minifalda azul, una camisa blanca, un jersey sin mangas naranjas de rombos y una chaqueta tirando a marrón claro. La bibliotecaria también le había puesto el lazo rojo que iba en el cuello de la camisa pero eso a "Sara" ya le pareció excesivo, además estaba bastante arrugado como si nunca hubiera sabido ponérselo sola.
Sayori estaba preparando té con galletas en la cocina, sobre la mesa de la misma estaba el bolso de "Sara" y sobre una silla algo más apartado, la ropa con barro. "Sara" lo miró con nostalgia, extrañando esa maravillosa época de hace dos horas donde todavía tenía los pantalones y no pasaba frío en las piernas.
Se acercó y tomó el bolso, sacó su teléfono y caminó un poco por la cocina.
- ¿Quieres? Son de jengibre - dice Sayori con una galleta en la boca, arrimando por la mesa una taza de té con galletas. - El té es verde.
- No, gracias, creo que ya estoy abusando mucho de tu amabilidad - dice "Sara" cruzada de brazos, alzando la palma para matizar.
- Pero si no las tomas me sentiré despreciada - dijo Sayori con tono lastimero.
- Vale, no hace falta que insistas - dice "Sara" tomando asiento y llevándose la taza a los labios. - Está a una temperatura perfecta, muchas gracias.
- De nada - Sayori sonríe orgullosa.
"Sara" empieza a buscar el número de su hermana en el teléfono mientras ve como Sayori moja una pasta en el té pero lo apura demasiado y la mitad mojada de la pasta cae dentro. - Me cachis - susurra Sayori.
- Voy a llamar a mi hermana - dice "Sara".
- Si, a delante - dice Sayori tratando de sacar la pasta con la cuchara.
En el teléfono se escucha los números marcándose, suenan tres toques y finalmente alguien contesta.
- Dime, "Sara" - responde Misel.
- Necesito un bono de "Nada de preguntas" - dice "Sara".
Los bonos de "Nada de preguntas" eran un pacto que hizo con su hermana, si alguna vez necesitaba ayuda por un problema, se ayudarían y dejarían las explicaciones para más tarde.
- ¿Un "Nada de preguntas"? Han pasado siete años desde que hicimos eso por última vez - casi parece que Misel se está riendo. - El entrenamiento ha acabado hace cinco minutos, así que estoy libre, ¿Qué sucede?
- Necesito que vengas a Elcoka a por mí - "Sara" traga saliva, pensando en si debería continuar. - Me he caído al río y han tenido que darme ropa nueva.
Hubo un pequeño espacio de silencio desde que "Sara" habló hasta que Misel procesó la frase, luego empezó a reírse incontrolablemente. "Sara" solo puso cara de poker hasta que terminó.
- Jajajajajaja ay ay, lo siento, es que - Misel se estuvo riendo por un minuto entero. - Vale, vale, ¿Donde estás?
Sayori le dijo la dirección de su casa y "Sara" esperó pacientemente. Claro que puestos a esperar jugó a las cartas con Sayori a "El rey y sus colinas" hasta que Misel llegó. Sayori perdió las 5 partidas pero cada vez jugaba con más ganas, a "Sara" le gustó esa actitud tan "echá pa lante" como diría su abuela.
Así nos encontramos a "Sara" con su ropa sucia en el asiento trasero y de copiloto mientras Misel la mira por el rabillo del ojo.
- Así que, ¿Practicando natación olímpica por si el judo no funciona, eh? - le comenta Misel.
- No quiero hablar de ello, hoy - le dice "Sara" apoyando su cabeza en un puño con el brazo flexionado en la ventana.
- Sabes que si es algo grave puedes confiar en mí - le dice Misel con una cálida sonrisa.
- Lo sé Misel es solo que, bueno, no te empapas hasta los ojos todos los días, tengo que asimilarlo - dice "Sara" pensativa.
- Me gusta el uniforme, me recuerda a esa niña de 14 que venía todos los días a mi cuarto para que le explicara como se ponía el arroba.
- Pero si yo en el instituto no usaba uniforme - dice "Sara" inflando los mofletes.
- Si, pero esa ropa te hace ver como una quinceañera jaja, además usas falda, tú no eras así.
- Ha sido todo un cúmulo de circunstancias - "Sara" suspira. - Bueno, no importa, mañana el mundo seguirá girando, ¿Qué tal en el entrenamiento?
Cuando "Sara" cambió de tema la conversación tomó otros derroteros y al llegar a su casa lo único que la preocupó fue el titular de una noticia.
"Se confirma que los cuerpos encontrados en Elcoka murieron por intoxicación de oxígeno".
Interludio segundo: pisa cráneos.
- ¡Espera que pasa, algo va mal! - gritó alguien.
La luz vino acompañada de un estallido, el acorazado se hundía y una extraña mancha azul se dirigía hacia uno de los cadáveres.
Las bombas resonaban junto a las grandes nubes incandescentes que formaban. Las instalaciones portuarias de Pearl Habor eran consumidas por el pánico de combate, así durante las cuatro horas que duró la lluvia de fuego y balas.
Cuando se empezaron a contar cadáveres en las aguas poco profundas notaron que uno todavía respiraba con dificultad. Lo rescataron del agua y lo atendieron, parece ser que pese al daño sufrido, tenía bastantes posibilidades de salvarse.
Hubo quien pudo reconocer su cara y encontraron sus papeles, era un tal Martín Smith, 29 años y de profesión camarero. No le quedaba familia viva, al parecer su madre murió un año antes de que se enlistara al ejército y su padre había desaparecido en combate también.
Martín despertó apenas unas horas después de ser rescatado, no recordaba nada, apenas podía comunicarse para decir que no quería volver a pasar frío, que lo sacaran del agua.
Tiempo después se determinó que solo sufría de amnesia, se le consideró capaz de continuar y sirvió también en la Guerra del Pacífico hasta que su cuerpo calló abatido por una bala enemiga.
Cuenta, quien estuvo ahí para verlo, que antes de caer inconsciente Martín se levantó y corrió hasta encontrar a quien le había disparado y pisarle la cabeza.
Esa fue su leyenda y ese fue su apodo, Martín "el pisa cráneos". Sin embargo fueron pocas personas quienes se creyeron esta historia y fue opacado por otros héroes de guerra más estrafalarios como Mayor Digby Tatham-Warter (el hombre del paraguas), el Teniente coronel John Malcolm Thorpe Fleming «Jack» Churchill (el hombre del arco largo), entre otros.
Lo que nadie vio ese día fue a Martín levantarse de la tumba poco profunda en la que fue enterrado, cambiar su rostro y regresar al campo de batalla con otro nombre.
Esta historia se siguió repitiendo en múltiples conflictos, siempre que Estados Unidos entraba en guerra aparecía un soldado con amnesia llamado Martín que estaba dispuesto a luchar y cuando Estados Unidos empezó a ser más sutil en sus métodos para interferir en la política internacional, Martín también se adaptó a esto convirtiéndose en uno de los agentes americanos más importantes del servicio secreto, la CIA o cualquier organización fuera del ojo público.
Solo él sabía su nombre y solo a él le importaba, él era Martín "pisa cráneos" Walker.
Capítulo 7: es difícil fingir que nunca pasó cuando lo estoy viviendo.
El jueves, Claridad no apareció en la parada. "Sara" sintió mucho alivio por eso, según le dijo, ni los jueves ni los viernes tenía clase, era como un fin de semana de 4 días para ella, pero aún así quedaba un resquicio de temor por si cambiaba de opinión y se la encontraba.
Ayer durmió muy bien porque "Sara" siempre ha sido una mujer de sueño fácil, pero esta mañana no ha parado de darle vueltas al asunto.
También había tenido que traer el cargador del portátil consigo, así como una bolsa extra dentro del bolso para la ropa que hoy irá a devolverle a Sayori en cuanto acabe las prácticas externas.
"No tiene sentido autoengañarse", pensó. "Clara no estaba cuando giré la esquina y nunca antes había oído hablar de ella en el pueblo, claramente es el espía estadounidense", apretó bastante los labios con una mueca de disgusto. "Y eso sin mencionar el incidente del brazo. Uff esto es duro, ¿Pero tan avanzado está el gobierno estadounidense que puede crear trajes capaces de modificar cuerpos enteros?".
"Sara" no sabía mucho de ciencia, ella había sido una chica de letras toda su vida. Ciertamente había leído ciencia ficción, allí los hologramas que cambian tu apariencia están a la orden del día, pero de todas maneras era algo aterrador.
"¿Qué estará tramando el gobierno estadounidense con él aquí? Claramente viene de infiltrado o no habría atacado a dos policías, pero eso es peor, ¿No? Solo está levantando más sospechas, ¿Y de que marca estaba hablando cuando mencionó eso de los cuerpos?" Toda esta información agobiaba a "Sara" casi tanto como una exposición en clase que no se hubiera preparado bien.
Lo único que distrajo su mente fue ver un nuevo grafiti en la muralla de la ciudad, decía: "Vosotros maderos, nosotros termitas". También estaba firmado por ese tal Mister platanito.
"¿Maderos? No he escuchado esa expresión en mi vida, ¿Pero de dónde sale esta gente?", piensa "Sara".
Cuando llega a su universidad, no espera fuera, pasa directamente hacia su asiento. A estas horas, solo se encuentra a la chica de pelo rizado que siempre dice buenas tardes de espaldas, una señora mayor que viene de oyente con un termo de café y el chaval alvino de ojos verdes que parece un gimbro de estos que pone frases estoicistas en Instagram.
"Sara" enciende el ordenador buscando un documento de texto nuevo en el que escribir. Para tratar de tranquilizarse va a hacer lo que siempre hace antes de una exposición o una actuación en el teatro, escribe una carta para su yo del futuro que empieza con un "Cuando leas esto, todo lo malo que podría pasar ya habrá pasado".
Abraham llega y se va directamente a su sitio mirando el móvil, Susi también llega sobre las 8:15, ella si se acerca a hablar.
- ¿Qué pasa hoy que no estás fuera? - le dice ella, subiendo la voz más de lo que debería en una sala de universidad.
- Nada especial, me apetecía escribir algo - "Sara" cierra el portátil y lo desplaza hacia la la esquina de la mesa, dejando hueco suficiente para sentarse en la mesa de piernas cruzadas de manera que vea a Susi en un cara a cara.
- Wow, vale, ve con calma - le dice Susi bajando un poco más la voz y dejando sus cosas en la mesa de al lado.
- ¿A que te refieres? - dice "Sara" frunciendo el ceño.
- Tú solo te sientas en la mesa de piernas cruzadas cuando pasa algo malo - dice Susi con cara de "no finjas que no porque sabes que si". - ¿Ya te ha pasado algo? Si es solo la primera semana.
- Yo no hago eso - niega "Sara" algo a la defensiva.
- Lo estás haciendo ahora - canturrea Susi mientras se sienta.
- No es verdad - "Sara" descruza sus piernas de inmediato y las deja colganderas. - ¿Y bueno, que eres? ¿La encargada de supervisar mi cuerpo en base a sus emociones?
- Si - Susi afirma con un movimiento de cabeza contundente. - Te espío por las noches y registro los días que te tocas.
- Tía para - la corta "Sara" de una.
- Mírate, pareces un chihuahua sin pelo y tembloroso jaja - Susi se ríe abriendo el total de su boca y echando su cuerpo hacia atrás. - Bien, ya entiendo, ¿Qué te preocupa?
- ¿Pues que va a ser? La asignatura de "Arte universal de la edad moderna hasta la actual en Las Palmas de Santa Catalina" - "Sara" miente con facilidad, es como actuar con un riesgo un poco más alto. - Me gusta mucho la asignatura pero siento que va a ser difícil de aprobar. - "Sara" apoya su cabeza en una mano que a su vez apoya en su pierna.
- Tonterías, si es lo mismo de otros años, se llama arte universal pero solo vamos a ver cómo Italia, España y Francia influyeron en este país, eso yo - Susi hace un gesto con sus dos dedos en uve, como si diera una fuerte calada a un cigarro. - Me lo fumo en una tarde como mucho.
- Eso es optimismo y lo demás son tonterías.
Es lo último que agrega "Sara" ya que poco a poco va viniendo más gente y finalmente llega la profesora para dar una hora de clase de introducción que, afortunadamente, solo se centra en los conceptos básicos.
La siguiente hora toca "Movimientos sociales y su importancia política". Lo único interesante que pasó ocurrió a último momento, organizando los equipos para un trabajo que se presentaría sobre finales del tercer mes, el profesor los hizo por proximidad de asientos y a "Sara" le tocó con Yonaka y con Susi.
"Menuda combinación", pensó ella. "La chica más extrovertida de la clase y la chica que tiembla cuando habla en público, ¿Cual podría ser el mayor de los desastres que nos acaeciera?".
Ahora tocaba un descanso de 10 minutos antes de otra clase de la misma asignatura. Abraham y Susi se reúnen junto a la mesa de "Sara".
- ¿Hay huelga y no me lo han dicho o que pasa? - comenta Abraham. - No viene Carlos, tampoco está tu amiga americana...
- Tú nunca te enteras - le interrumpe Susi. - Carlos se ha ido a arreglar el ordenador, otra vez, y la amiga de "Sara" está en clases partidas, solo viene de lunes a miércoles, ¿No? - Susi mira a "Sara" buscando confirmar.
- Si, eso dijo - "Sara" se pega mucho más al respaldar y arrima el lateral de su cuerpo a la pared. - Además, Clara no es estadounidense.
- Eso lo has dicho tú - dice Abraham levantando las manos como si se desentendiera. - Yo digo americana de América, como el resto de nosotros.
- ¿Me estoy perdiendo algo? ¿Como que estadounidense? ¿Como es eso? - dice Susi moviendo su cabeza tratando de ver a la vez a ambos amigos.
- Abraham ahora piensa que Claridad es estadounidense porque sabe mucho de boxeo y no se que más - dice "Sara" gesticulando con la mano como si quitara polvo de una estantería, dando a entender que le restaba importancia.
- ¿Pero que dices? Si tú también sabes un montón de boxeo - Susi es tajante con su cara de "anda ya".
- Si, pero yo lo he practicado y estudiado, ella tiene pinta de que su mayor preocupación es verse bien en Instagram - responde Abraham.
- Ala, menuda faltada a la pobre muchacha - dice Susi exagerando su sorpresa.
- Espera espera - "Sara" toma la palabra. - ¿Tú practicas boxeo?
- Practicaba - responde Abraham encogiéndose de hombros. - Llevo seis años sin hacerlo, tengo un gimnasio, eso entre comillas, montado en casa pero no lo uso porque... Bueno porque ya estoy mazao mira - Abraham flexiona los bíceps tratando de sacar músculo pero no le sale.
- Tú lo que tienes pinta es de haberte comido a alguien mazao - dice Susi conteniendo una risa.
- Tú si que te has comido tíos mazaos, y así te va - responde Abraham a la velocidad de un destello.
Susi es incapaz de dar una respuesta, pues la puerta se abre y la asignatura retoma su hora por donde lo había dejado.
Pese a todo, la cabeza de "Sara" no deja de darle vueltas al asunto de Claridad y el boxeo, ¿Acaso ella habrá practicado boxeo? Definitivamente Martín tenía pinta de saber disciplina militar pero muchas veces los ejércitos no enseñan un arte marcial en específico.
"¿Podrías ganar a Martín si intentara silenciarte?", le cuestiona la maliciosa voz de su cabeza. " Yo sé Jujitsu Brasileño, además he vencido hombres antes" se respondió a si misma.
Eso era cierto en parte, "Sara" era muy ágil y se le daba excesivamente bien hacer una palanca de piernas o un armbar de brazo, ¿Pero eso le serviría si se enfrentara a muerte contra un militar mínimo 30 kilos más pesado?
"Qué barbaridad sería eso, dudo que si quiera mis derribos sirvieran", pensó mientras notaba cierto escalofrío recorrer su cuerpo. "¿Y qué arte marcial serviría entonces?" Tras pensarlo un rato creyó que tal vez el boxeo era una buena manera de empezar, en Jujitsu siempre le decían que había que tener cuidado en cuanto a como te apoyabas para hacer una palanca de brazos, si pisabas sin querer la mandíbula del rival en la zona del trigésimo vago podías dejar inconsciente a la persona, eso también se podría hacer de un puñetazo. Ese último pensamiento encendió los motores cerebrales de "Sara" y tuvo una idea que pondría a prueba después de esta hora.
Cuando la clase termina "Sara" se dirige hacia Abraham que había recogido el primero y ya estaba fuera.
- Oye Abraham, tenía una pregunta que hacerte - le dice "Sara".
- Claro, cuéntame.
- ¿Tú y yo podríamos quedar?
- Ese día me viene mal - contesta Abraham en automático.
- Pero - "Sara" parpadea dos veces, atónita. - Ni siquiera te he dicho el día.
- Ya, pero seguramente no pueda, tengo que estudiar, las prácticas y están mis cuatro hermanas que ya sabes, hermanas mayores, ¿Quién las entiende, no? - Abraham se encoge de hombros.
- Lo entiendo, Misel también estaba medio rara anoche, comía por lo que no comieron, pero ya sabes, entrenamiento y calorías, y eso... - "Sara" se interrumpe a si misma. - Bueno, no cambiemos de tema, ¿Este sábado estarías dispuesto a enseñarme a boxear?
- Pues la verdad es que no - responde Abraham con tanta sinceridad que duele.
- ¿Por qué no?
- Porque es una idea excesivamente repentina, además, ni siquiera somos del mismo pueblo.
- Puedo tomar el autobús, no exageres, además tú sabes que me gustan los deportes de contacto, soy campeona de Jujitsu Brasileño - dice "Sara" con un tono seguro de autoridad.
- ¿Judo de brasil? ¿Cómo es eso? ¿Cómo el karate pero con armas de fuego? - dice él imitando una pistola con los dedos.
- Para nada - dice ella frunciendo el ceño. - Incluye movimientos propios.
- Si, en plan - Abraham empieza a tomar una mala imitación de kata de kárate. - Senhor, amigo, parcero, deme su dinero o pum pum, le bailo samba carnaval - Abraham hizo todo esto con una imitación genuina del acento brasileño.
- Para - dijo "Sara" ocultando el principio de una sonrisa. - ¿Vas a poder o no?
- Pues...
- Quiero que sepas, que si la escusa que me pones no es buena, le voy a encontrar una solución, así hasta que aceptes - Sara se iergue en toda su figura y se cruza de brazos. Su metro setenta y seis es un poco intimidatorio para Abraham pese a su metro ochenta y seis de alto y de ancho.
- Chica, eres más dura que una noche de bufanda, está bien podemos intentarlo - dice Abraham poco convencido.
- Esa expresión no la había oído antes- dice "Sara". - ¿Como es eso de la noche de bufanda?
- Cuando se atrapaba a un traidor o criminal de guerra aliado, el ejército lo dejaba a la interperie a dormir con una bufanda, solo con una bufanda.
- Iug - dijo "Sara" con una mueca de asco. Luego miro su muñeca, no tenía su reloj, se rompió ayer por el agua estancada así que lo disimula como puede y mete su mano en el bolsillo para mirar la hora en el móvil. - Me voy a mirar fotocopias.
- Diviértete.
No fueron unas prácticas divertidas, una vez la última fotocopia salió de la impresora, "Sara" dio por concluida su misión y fue a comer. También terminó rápido con ese asunto, su siguiente parada era la biblioteca, en el mostrador estaba la chica de pelo corto y lazo rojo que estaba buscando.
- Buenas tardes - dice "Sara" con la tonalidad de un susurro.
- Buenas tardes - le responde Sayori sonriente.
- Tengo aquí la ropa que me diste - "Sara" le ofrece una bolsa de plástico donde aún se conserva el uniforme medianamente bien doblado. - Lamento si me puede la curiosidad, ¿Pero de que instituto es este uniforme?
- Verás - dice Sayori mientras abre la bolsa y mira con nostalgia. - Es de uno que cerró hace cinco años y si puede ser, prefiero no hablar del tema.
Hace cinco años, en esas fechas pasaron muchas cosas, hasta el crimen incrementó casi un 5%.
- Es una historia muy personal, supongo - dice "Sara".
- Todas las historias cuentan algo de nosotros, pero esa historia cuenta demasiado sobre mí - Sayori desvía disimuladamente la mirada. "Sara" simplemente asiente, le da las gracias de nuevo y busca una silla donde estudiar.
Cuando finalmente llegó a casa, lo primero que encontró en la mesa fue a Misel llevándose una cucharada completa de nata congelada directamente del bote a la boca.
- Estoy ganando volumen - respondió de inmediato.
- Buen provecho - dice "Sara" sentándose directamente a la silla, esperando a que su madre le ponga la cena.
Y así pasa el tiempo pero antes de subir a la cama se pasa por el salón a ver a su padre que está viendo la televisión.
- ¿Otro documental del ángel de la recortada? - pregunta "Sara".
- Llamarle documental a esto es ser muy amable - dice su padre casi negando con la cabeza.
- ¿De que corriente es esta vez?
- De izquierdas, está dando pruebas de porque los aviones eran de nazis, mira, incluso lo representan como un roquero sin camiseta - su padre se lleva la mano a la cara por causa de la vergüenza ajena. - Pero en fin, nada nuevo bajo el Sol, ¿Qué tal por la capital?
- Ex-capital papá.
- Eso es lo que quieren que pensemos los de Cruz Redentora, pero hasta que me muera, Elcoka será capital.
Cruz Redentora era la actual capital del país, su padre estudió en un internado de allí y digamos que no fue la mejor experiencia de su vida.
- Tú y tus manías, supongo - "Sara" se encoge de hombros. - Ha sido un día largo, clases no muy entretenidas.
- ¿Ni siquiera arte?
- No, es más, ni siquiera vamos a hablar del arte del Greco o la arquitectura, pasamos directamente al arte local.
- Ese también tiene arquitectura bien hecha, mi favorita si preguntas. Cuando aún había buenas inversiones de oro, antes de perderlo en las guerras, claro.
- Si - "Sara" suspira. - ¿Y que tal el trabajo?
- Tan emocionante como todos los días, aún estamos con los planos del edificio - su padre baja el volumen del televisor.
- ¿Les has dicho ya lo horrible que te parece?
- Como siete veces pero esta gente solo entiende después de cometer los errores - su padre pone los ojos en blanco. - Pero bueno, de aquí a cuarenta años se caerá, por no hacerme caso. Por eso tenéis que estudiar, el trabajo de arquitecto solo sirve para que te falten al respeto.
- No digas eso papá, eres útil aunque no sepan apreciarte - "Sara" le sonríe. - Buenas noches.
- Gracias cielo, buenas noches a ti también.
"Sara" quería mucho a su familia, su única queja era el hecho de ser la única persona en la casa que odiaba la televisión panorámica del salón, que también la era la única que había en la casa.
Capítulo 8: verdades como crochets.
La casa de Abraham era... Bueno, no cabe duda de que era una casa. Estaba en un bloque con otras casas y era la primera de una hilera. Hecha a base de ladrillo fino y cemento con un techado de lamina en la entrada y el lateral donde se guardaba el coche.
"Sara" presiona el timbre eléctrico y suena a medias, está tan roto que se pregunta si la estarán oyendo dentro. Entonces se escucha un grito dentro de la casa.
- Abraham, ves que están llamando.
- Abre tú la puerta que ahora bajo.
- Abre tú que es para ti.
- No te vas a romper las piernas por dar a un botón.
"Sara" pone los ojos en blanco, son solo las 10:00 de la mañana y ya le parece que el día se está haciendo largo.
Alguien toca un botón desde dentro, se escucha un zumbido y la puerta se abre. Le recibe una entrada empedrada con piedras rojas y un pequeño jardín con rosales a la izquierda. Enfrente, ahora sí, se abre la puerta principal de la casa y Abraham la invita a pasar.
"Sara" entra a un pasillo de baldosas café, a su izquierda un baño, a su derecha una cocina y enfrente un salón donde está una chica joven de pelo castaño y rizado que le llega hasta los hombros leyendo en una pantalla portátil.
- Buenos días - dice "Sara".
La chica quita la vista del dispositivo, gira la cabeza extrañada y efectivamente ve el origen de esa voz femenina. "Sara" también se queda algo impactada, su cara redondeada era prácticamente un reflejo de la de Abraham solo que con algo más de nariz.
- Hola - responde con un tono casi atónito. - ¿Tú eres "Sara"? ¿La amiga de mi hermano?
- Si, un placer - dice "Sara" acercándose más mientras Abraham cierra la puerta.
- ¡Fiu! - dice la chica con un silbido bajo. - Así que Abraham si tiene interacciones con otros seres humanos fuera de su familia.
- Ja ja - dice Abraham completamente sarcástico. - Muy graciosa Mariam.
- ¿No te estará pagando para esto, no? - Mariam entrecierra los ojos tanto que parece preguntarlo enserio.
- Tú ni caso - dice Abraham mirando a "Sara". - Está de broma pero el sarcasmo se le da mal.
- Que va - dice Mariam con un gran movimiento de mano. - Si yo soy muy bromista.
- Lo que sea - Abraham señala una puerta a su izquierda, entre el baño y el salón. - Vamos a bajar al sótano, estaremos entrenando, no molestes.
- Si, si, como sea - ha perdido el interés y regresa a la lectura.
Abraham le abre la puerta a "Sara" con un "las damas primero". Al otro lado de la puerta hay una escalera de caracol que baja hasta el sótano, una habitación no más grande que un cuarto de invitados con paredes de hormigón y tres lámparas fluorescentes que lo iluminan al por completo. El suelo está acolchado y más o menos en el centro hay un saco de boxeo que llevaba bastante acumulando polvo. Hay también unas cuantas estanterías y una mesa sobre la cual están dos pares de guantes de 16 onzas.
- Así que esa era Mariam, una de tus cinco hermanas - dice "Sara".
- Si, que no te asuste, es maja, solo que por las mañanas tiene un aquel, ya sabes - dice Abraham como si lo que hubiera dicho tuviera sentido.
- ¿Y ella es la mayor? - pregunta "Sara" no muy convencida.
- Que va, esa es María y es mayor solo por unos segundos, ya sabes, cosas de trillizas - dice Abraham acercándose al saco.
- ¿Trillizas?
- Claro, ¿No te lo había contado? - Abraham pone cara de "pensaba que ya lo sabías".
- Me dijiste que tenías 5 hermanas y ya.
- A bueno, pues son tres trillizas, dos gemelas y yo, porque mis padres tenían mucho amor y dinero supongo - termina esa frase con una sonrisa y "Sara" responde torciendo un lateral de la boca hacia arriba. - Pero no vas a verlas a todas, María está estudiando en Georgia, Meriem está trabajando en un conservatorio, Mery y Marí están arriba preparando una tesis doctoral o algo así.
- ¿De que?
- De plantas, supongo, cosas de gente de ciencias - se encoge de hombros. - ¿Hasta que hora te ibas a quedar?
- Hasta las 12 si es posible, tengo que pillar el bus a y treinta.
- Bien, bien, pues toma asiento - dice Abraham extendiendo el brazo en dirrección a la mesa. - Antes de enseñarte boxeo tienes que saber pensar como un boxeador.
- ¿No tienes una silla mejor? - le pregunta "Sara" que se ha acercado a la mesa y está llena de polvo.
- ¿Qué más te da si tienes chándal largo? Y de algodón encima, de aquí a un rato te vas a morir de calor - le dice el con unas agitaciones de cabeza tipo "te estoy avisando, luego no digas que no te lo he dicho".
"Sara" pone los ojos en blanco y se resigna a dar una escusa mientras piensa; "este es el precio a pagar por querer aprender".
- Para empezar tenemos que saber que el arte de dar puñetazos es inherente al ser humano, viene con él desde la antigua Grecia y más atrás - dice Abraham mientras camina de una pared a otra de la habitación.
- Espera, espera, ¿Lo dices enserio? ¿Me vas a enseñar historia del boxeo? - dice "Sara" mientras se sube a la mesa y se cruza de piernas sobre el amplio madero.
- Por supuesto - se reafirma Abraham. - Cuando Cus D'Amato invitó a Mike Tyson a su casa para enseñarle boxeo lo primero que hizo fue hablarle de sus valores - dice Abraham con la espalda recta y el índice levantado por encima de la cabeza. - Claro que esto también lo hacía para que Tyson aprendiera algo de ética y no le robara por las noches pero esa es otra historia - Abraham le resta importancia con un gesto de "bah" con la mano.
Tras una explicación de treinta minutos completos sobre el boxeo, su origen y su historia en la cual "Sara" casi se duerme mientras que Abraham estaba tan emocionado que de vez en cuando se ponía en guardia mientras hablaba y tiraba golpes al aire, por fin llegó el momento de ponerse los guantes.
- Bien, lo más importante a la hora de ponerse los guantes es saber cubrirse las manos con vendas, pero como no tengo hoy vamos a empezar flogito, ¿Okey? - dice Abraham.
- De acuerdo - dice "Sara" abrochándose el guante.
Empezaron con un par de golpes básicos, el recto, la guardia y como cubrir el mentón, eso les llevó otra media hora.
- Vale, podemos hacer un descanso aquí - dice Abraham que ya estaba sudando.
- ¿Qué? Pero si no llevamos nada - réplica "Sara".
- ¿Cómo que no? Ya te he enseñado el puñetazo básico - dice Abraham mientras se sienta en la mesa. - Y casi, casi, que lo tienes dominado pero no servirá si sigues dejando descubierto el mentón.
- ¿De verdad? - "Sara" pestañea por la incredulidad. - ¿Ni siquiera vamos a intentar algo como el gancho a la mandíbula?
- "Sara", si no sabes poner los clavos no puedes usar el martillo, el boxeo es disciplina, técnica y movimiento, ¿Acaso tus clases de judo empezaron directamente con una pelea?
- Pues si - chasquea la lengua y dalea la cabeza hacia atrás. - Peleas y aprendes mientras lo haces, así vas obteniendo los cinturones.
- Bueno pues esto es diferente, aquí no abrazas al rival hasta que no puede moverse, tienes que tumbarlo con golpes bien dados, fuerza y técnica, no solo técnica, ya sabes.
- ¿Perdona? - "Sara" se cruza de brazos. - la técnica es precisamente lo que hace mi estilo mejor, ¿Qué harías si te hago una palanca de brazo?
- Te noquearía antes de que lo hicieras - Abraham también se cruza de brazos y sonríe confiado.
- ¿Perdona? ¿Y eso por qué?
- Porque eres mujer.
Esa respuesta caldea el ambiente de golpe, más que una fogata en una sauna. "Sara" mira a Abraham totalmente incrédula y este retrae sus labios mientras piensa "no debería haber dicho eso en alto".
- Menuda barbaridad, yo he derrotado a varios hombres, incluso diez kilos más pesados que yo - dice "Sara" alzando las manos. - Si nos enfrentamos en estilo libre te someto en tres movimientos.
- "Sara" no te lo tomes a mal pero los venciste con técnica y además yo peso 95 kilos y tú... - Abraham se queda pensando antes de seguir.
- ¿Yo qué? - "Sara" vuelve a cruzarse de brazos.
- No es de buena educación asumir el peso de las mujeres - dice Abraham.
- De verdad que no puedo contigo - dice "Sara" con dos dedos en la frente mientras niega.
- Eso es lo que te estoy diciendo, pero si quieres ponerlo a prueba adelante, tú contra mí, estilo libre.
- No puedo hacer Jujitsu con los guantes puestos.
- Pues quitatelós - dice Abraham con los ojos entornados.
- "Puis quititelos" - remeda ella.
Pese a todo, "Sara" acepta el reto, se quita los guantes y se pone en posición. Está a unos diez pasos de Abraham quien está haciendo una guardia cruzada con el pie derecho delante.
"Lo mejor será hacerle un "ámbar de piernas", si eso será", piensa "Sara". "Si bajo mi centro de gravedad sus golpes perderán velocidad y potencia".
"Sara" avanza en una acometida que busca ser más una voltereta hacia delante que un barrido. Cuando tiene sus brazos a medio trayecto, Abraham cambia la guardia, retrocediendo con un movimiento de piernas que parece más un paso de baile que otra cosa. Entonces suelta un gancho de 45 grados, apenas tiene trayectoria o potencia, pero va sin fallos hasta el hígado de "Sara" la cual cae de cabeza y hacia delante, limpiando el suelo con la frente.
- ¡Agh! ¡Maldición! - murmura entre dientes llevándose la mano al costado. - mis piernas, no las siento.
- Son solo calambres, en quince minutos ni te acuerdas - le dice Abraham restando importancia. - Eso que he hecho se llama golpe en ángulo muerto, compenso la falta de fuerza con un golpe rápido y preciso.
- ¡Por las nubes victoriosas! Creo que voy a vomitar - "Sara" está hablando con gritos ahogados.
- ¡Oye oye! Baja la voz, como Mariam se entere de esto me lo va a echar en cara el resto de mi vida - Abraham está empezando a entrar en pánico.
- ¡Vale! Bien - "Sara" empieza a respirar de forma más tranquila, flexiona una rodilla aún tumbada y estira la otra. - Vale, vale, ya empiezo a sentir las piernas.
- Que alivio - dice Abraham. - Bien, la verdad sea dicha, creo que si no hubiera tanta diferencia de peso y potencia entre nosotros, ese golpe no te hubiera tumbado y seguramente me hubieras sometido. Por eso es importante saber cuándo y cómo se debe usar una técnica. - Abraham se quita los guantes para gesticular mejor. - Imagina que ahora te digo, "¡Eso ha sido un crochet! Damos la siguiente lección mañana", ¿Hubieras aprendido algo?
- No, evidentemente - niega "Sara" con la cabeza.
- No podemos practicar un sparrin o algo así porque no sabes, para saber debo enseñarte desde el principio y como te he dicho no vamos a empezar a lanzar golpes a la mandíbula cuando no sabes cómo lanzar un golpe normal, ¿De acuerdo?
- Si, lo entiendo - "Sara" se pone de pie pero camina tambaleándose un poco y se apoya en la mesa. - Pero dime, con el corazón en el puño, ¿De verdad crees que el boxeo le gana al Jujitsu? Quiero decir, si te llevo al suelo eres hombre muerto.
- Jaja, a ver, ciertamente es más útil para someter a una sola persona, pero si te rodean entre cuatro, el boxeo te sale más rentable, admítelo.
- Toda la razón, pero tampoco es que tenga intención de pelearme en la calle - dice "Sara" negando con un dedo para matizar.
- Y haces bien, recuerda que en la calle la pelea que no se pierde es aquella que no se gana - incluso Abraham se queda confundido y "Sara" lo mira con cara de "¿Qué?" - Vale, estaba tratando de sonar como un filósofo chino y ha sonado mal, más bien quería decir que la pelea que no pierdes es la que no luchas, si es que eso tiene más...
- Bueno, si, te entiendo - le corta "Sara".
- Vale, bien, porque eso me lleva a mi siguiente punto, como has visto mi juego de piernas también ha sido importante y es que la técnica de cómo te mueves y como lanzas los golpes lo es todo en el boxeo - Abraham se pulsa la palma con un dedo varias veces para matizar. - Para ello no tienes que ser solo un boxeador tienes que ser las enseñanzas útiles del resto, mírame - dice empezando a trotar en el sitio con cambios de pies. - Soy la mezcla de todos los hombres y culturas que hicieron único este deporte. Soy el baile de Johan "Rukeli" Trollman, boxeador gitano asesinado injustamente por los nazis. Soy el uppercut de Big George Foreman, que caminando a sus 46 años noqueó a...
- ¡Oye! - le corta "Sara" sacándole de su trance. - ¿No podrías nombrar a alguna mujer importante del boxeo?
- Emm, aa, claro, si, hay ejemplos... ¿Soy la rodilla de Ronda Rousy? - Abraham baja el tono para disimular la entonación de duda.
- ¿Rodilla? - cuestiona "Sara". - Espera un momento, Ronda Rousy era Judoca, fue campeona olímpica además.
- Jum, si, debí dar por hecho que la conocerías, yo lo decía más por su carrera en M M A, pero bueno.
- No cambies de tema, ¿No conoces el nombre de ninguna boxeadora? - "Sara" entorna los ojos acusativa, como un lobo en mitad de la noche a punto de saltar por su presa.
- Oye, no, claro que sí, están... Ya sabes, la que llamaban la Mike Tyson mujer, la hija de Mohamed Ali, la argentina que tenía tantos títulos como Floyd Mayweather...
- Genial - "Sara" se cruza de brazos. - Todas a la sombra de hombres más importantes, ni te sabes sus nombres.
- Claro que si, son Christy Martin, Laila Ali y Alejandra Oliveras, no las llamo así porque seguro que tú no las conoces - Abraham la señala medio encorvado para matizar.
"Sara" piensa en una queja, pero acaba resignándose. Efectivamente, no ha escuchado hablar de ellas en su vida.
- Además, no tiene nada de malo que te conozcan en relación a otra persona, así es como se forjan los nombres, ¿Sabes quién es mi boxeador favorito? - se hecha más adelante. - Se llama James "Buster" Douglas, pero solo le recuerdan como "el hombre que tumbó a Mike Tyson por primera vez", también le venció solo porque su madre dijo que podía hacerlo antes de morir... - Abraham se sorbe un poco la nariz, como si estuviera a punto de llorar. - Lo hizo, le ganó a Tyson en su mejor momento, tras eso tubo problemas familiares y perdió sus títulos, apenas dos años después se retiró - Abraham suspira para expulsar sus penas. - Quizás lo que te quiero decir es que la sombra del nombre generalmente es más grande que el hombre que cubre y que te asocien a ello ya tiene mérito.
- Valla, que buena frase - dice "Sara" impactada, reacciona igual que reaccionaría una persona al escuchar a un borracho decir una gran reflexión filosófica.
- Lo sé, es robada - Abraham se ríe con media ilera de dientes que saca a relucir y "Sara" se da a si misma una pequeña bofetada en la frente, decepcionada.
Al final el día de entrenamiento no continuó más y prometieron volver a quedar el sábado siguiente para entrenar otros golpes esenciales. De todo el día, hubo una experiencia que marcó a "Sara", la idea de ser tú y quién te inspira. Investigó un poco más y decidió que ella sería el pulmón de Cristy Martin, que la dio fuerzas y fe para levantarse después de que su ex-marido la disparara.
Capítulo 9: debió ser un lunes tranquilo.
Claridad no estaba en la parada de autobús, tampoco llegó a preguntar la hora en la universidad y por supuesto, Martín tampoco llegó a las clases de filosofía, detalle que seguramente le pasó desapercibido a Abraham pero del que "Sara" estuvo totalmente pendiente.
Ese día habló de cosas, estuvo pendiente de clase y por un momento pareció que sería un lunes más en una serie de semanas rutinarias y eso era lo mejor que podría pasarle.
Llegó bastante temprano a la estación y allí se encontró con un hombre muy entrado en los treinta que llevaba un tupé y un gersei amarillo, estaba pintando con spray en uno de los muros más lejanos y ponía "basta de cobardes, quien quiera un cambio que tire la primera piedra", a "Sara" le llamó más la atención su firma, "Mister platanito" decía.
"Así que ese es el famoso Mister", pensó "Sara". "Es prácticamente igual que como me lo imaginaba, ¿Y si fuera y le hiciera una palanca de piernas?" Pensó al verlo tan distraído de espaldas.
"La única pelea en la calle que no se pierde es la que no se lucha", pareció decirle la voz de Abraham.
"Sara" lo dejó estar, no era su trabajo encargarse de la limpieza del lugar y nunca se sabe quién puede tener una navaja.
Llegando a su casa y abriendo la puerta se encuentra a su hermana. Misel estaba sentada en uno de los dos sofás de tela y esponja del salón, ambas manos en la cara tapando su nariz y boca, su vista perdida en el horizonte más allá de la pared como alguien con estrés post traumático mirando la causa de sus males.
- ¿Te ocurre algo Misel? - pregunta "Sara" entrando por la puerta.
- Yo... - Misel mueve lentamente la cabeza hasta que cruzan miradas. - Necesito que te sientes, voy a gastar un bono de nada de preguntas. - De pronto la expresión de "Sara" no se diferenciaba en nada de la de Misel.
"Sara" se sentó de piernas cruzadas en el suelo, justo en frente de Misel. Solo las separaba una mesa de caoba de cristal en el centro. A "Sara" nunca le había gustado sentarse en la moqueta del salón pero en ese momento esa era la menor de sus preocupaciones.
Su hermana hizo un simple movimiento de muñeca y puso sobre la mesa un aparato que parecía un termómetro, en una pequeña pantalla de 8 píxeles se leía "positivo". A "Sara" por poco se le cae el alma a los pies, eso era un test de embarazo.
- Pero - "Sara" tragó saliva sin dejar de mirar el aparato. - Pero, pero, pero podría ser un error.
- Esta clase de errores no suceden 5 veces seguidas - dijo Misel dejando otro puñado de esos aparatos sobre la mesa. - Lo llevo sospechando desde el viernes que no me bajó - la voz de Misel se empieza a notar quebrada, como un abogado que llora incapaz de demostrar la inocencia de su cliente.
"Sara" volvió a tragar saliva, miró a las pruebas de embarazo, luego a su hermana, luego a las pruebas otra vez, abrió la boca y no dijo palabra.
- Solo te pido que me acompañes al hospital - le dice Misel.
- Voy por las llaves - dice "Sara" levantándose en un momento.
El trayecto solo estaba lleno por un silencio incómodo, por primera vez experimentó lo que era un silencio incómodo de verdad. Esta vez sí necesitaba que alguien dijera algo, lo que fuera.
- Entenderás que necesito hacer preguntas - le susurra "Sara" sin mirar a su hermana, con la vista perdida en la carretera.
- No tiene nada que ver con Matías - responde Misel tapando una agresividad inusual en su tono.
"Sara" no necesitó más información, tomó esa respuesta como único testimonio y se aferró a él.
Las Alas de Monte Santo no tenían hospital, así que tuvieron que conducir media hora hasta Elcoka y tuvieron que esperar una hora con cuarenta minutos a que las atendieran en la recepción de "Casos urgentes sin cita". Todo este proceso se realizó en completo silencio.
Cuando les tocó, Misel tubo que pasar a una habitación para que le hicieran cosas que la mente de "Sara" no quería saber. Seguido de eso les hicieron esperar un rato que "Sara" sintió eterno y finalmente, como una tormenta en el desierto, una enfermera se acercó a ellas con unos papeles.
- Misel Quejido Talavera, ¿Cierto? - pregunta la enfermera.
- Si, soy yo.
- Tengo una buena y una mala noticia - dice la doctora que se rasca el cuello como si algo la agobiara. - La buena es que no está embarazada, la mala es que su cuerpo creé que si.
En el nanosegundo que "Sara" tardó en procesar la información, la enfermera tomó una bocanada de aire fuerte y profunda para explicarse.
- Usted está sufriendo un embarazo psicológico, debe saber que no es tan raro como se escucha, una de cada 332 mil mujeres en este país sufren de este problema - prosiguió la enfermera.
Esa era una cifra relativamente preocupante tomando en cuenta que "Sara" estimaba que la población del país debería rondar los seis mil millones de personas y mínimo el 51% eran mujeres.
- Respecto a las causas, podrían ser múltiples pero lo más probable es que sea el estado de ánimo, ¿Sufrió un cambio muy repentino de emociones últimamente? - pregunta la enfermera con un fichero y un bolígrafo para tomar nota.
- Si, diría que si, tuve un partido de fútbol muy importante y lo perdí, seguro que lo vio, salimos 17 a 0, perdiendo, eso me desanimó mucho - contesta Misel, quizás más calmada de lo que debería.
- No, no lo vi, no consumo fútbol femenino - dice la doctora sin quitar la vista de sus notas y rascándose un poco la barbilla con el bolígrafo. - ¿Hace cuánto fue ese partido?
- Hace exactamente una semana - dice Misel con algo de decepción en sus palabras.
- Entonces esto es más grave de lo que me temía - dice la doctora, causando que ambas hermanas se congelen en el sitio. - Según las radiografías tienes tres semanas de embarazo.
Misel y "Sara", totalmente enmudecidas miraron a la doctora que volvió a rascarse el cuello algo confundida también.
- Pero si no está embarazada de verdad, ¿Por qué la pasa eso? - pregunta "Sara".
- Es una cuestión psicológica y hormonal, su cuerpo la está preparando, quizás la falta de un óvulo fecundado está dando como resultado un proceso más acelerado - la doctora abrió el fichero y miró un par de notas. - Si, eso es todo, una respuesta biológica y hormonal, por eso el test le dio positivo pese a la carencia de un óvulo, ocurre lo mismo cuando un hombre orina sobre un test de embarazo, si sale positivo es porque tiene cáncer de testículos, es todo cuestión de hormonas. Seguramente la ingresemos en breve para tratar su caso a profundidad, quédese por aquí - concluyó la doctora antes de rascarse bajo la mandíbula de nuevo.
"Sara" no pudo evitar notar los restos de maquillaje en las uñas y una pequeña hinchazón en el cuello de la doctora pero lo dejó pasar cuando vio a Misel venirse abajo, reclinándose hasta clavar sus codos en las rodillas y tapándose la cara con las manos.
- Les dejo a solas y luego vendré a informar - dijo la doctora antes de retirarse.
"Sara" tenía una mano en la cabeza mientras pensaba, Misel estaba a su lado igual. Finalmente Misel rompe el hielo.
- Maldigo el día que jugué ese partido y todo lo que pasó después - susurra.
- No pasa nada, Misel - dice "Sara". - Esto es solo un trastorno, no tiene porqué ser mortal.
- Ya... - dice ella. - Podríamos cambiar de tema, ¿Qué has hecho hoy?
"Sara" intentó contar algo interesante, pero su día no había sido la gran cosa más solo con el fin de distraer a Misel, siguió hablando.
Después de una hora le dieron una sala a Misel y empezaron a conectar teles y cables a su alrededor. Tuvieron que ir a buscar una casaca extra-grande para cubrirla y solo después de eso dejaron que "Sara" entrase a verla.
Misel se estaba recolocando en la cama y "Sara" pudo ver una extraña marca en su piel, estaba a su espalda, un poco más a bajo del tronco del cuello y parecía un moretón que había perdido color.
- ¿Qué te ha pasado ahí? - pregunta "Sara" señalando en la zona. - Parece que tienes un morado.
- ¿eh? ¿Donde? - Misel se tanteó el cuello con los dedos y "Sara", ya mucho más cerca lo rozó con las yemas.
- A, eso, creo que es un moretón, me caí en el entrenamiento del martes - Misel empezó a sonrojarse un poco. - Ni siquiera entrenando soy buena.
- No digas eso, eres la mejor centro defensa de tu equipo - "Sara" aun así no quita su vista del punto, más que un moretón parecía una serpiente entrelazada formando los labios de una mujer, como un Uróboros de dos cabezas.
- Si, ya lo veo - dice Misel cayendo de espaldas y enterrando su cuello en la almohada. - Mira a la jugadora de élite en un hospital público donde no tiene ni un solo fan, una experiencia única en la vida.
"Sara" prefirió desviar el tema, solo dijo que llamaría a sus padres y les pondría al tanto, era una situación dura, para todos.
Capítulo 10: Mis demonios internos tienen alas blancas.
"Sara" se puso una chaqueta vaquera con botones, estaban a seis días de la mitad del mes y poco a poco empezaba a hacer calor.
Claridad hoy tampoco estaba en la parada, eso calmó un poco a "Sara" al principio pero al final la dejó sola con sus pensamientos todo el trayecto de 7:15 a 7:45, los treinta minutos de siempre pasaron a la velocidad de una tortuga con artrosis.
"Un embarazo psicológico, el mayor de mis miedos", pensó "Sara".
"Sara" no sabía cómo sentirse, tenía una extraña mezcla entre miedo y confusión, ¿Cuál era la posibilidad de que esto pasara?
"Una entre 332 mil", se respondió sola. "Al menos no ha tenido sexo antes del matrimonio, eso sería imperdonable y más si fuera con Matías". "Sara" se sorprendió apretando los puños en su pantalón vaquero, casi arañando su piel.
Un embarazo psicológico, aún no lo asumía. "Sara" nunca había sentido un especial interés por el hecho de tener hijos, el proceso de quedarse embarazada le daba cierto terror que no sabría matizar con palabras; la hinchazón, los cólicos, los antojos, el peso, el control alimenticio... Cuanto más lo pensaba más defectos veía.
"Un embarazo psicológico implica todo lo anterior y encima ni siquiera traes vida a este mundo", reflexiona para sus adentros.
"Sara" llegó a la mesa de la universidad y se sentó sin desplegar el portátil, solo esperó a que algo pasara, algo que la hiciera dejar de pensar en sus demonios internos, lo cual la molestaba todavía más ya que el embarazo psicológico ni siquiera era suyo.
Abraham llegó haciendo su mismo ritual de siempre, cuando ya estaba sentado frente a "Sara" la miró a la cara no sintió en ella ninguna vibra extraña así que soltó de una.
- ¿Sabes lo que he soñado hoy?
- Sorpréndeme - dice "Sara" sin mirarle mientras abrocha y desabrocha dos botones de su chaqueta.
- Era un domador de tigres profesional pero en lugar de látigo tenía una serpiente que escupía fuego, al final venía el mismísimo Manuel Alexander Díaz a decirme que era más surrealista que sus obras - dice Abraham alzando ambas cejas.
- No me gusta el arte surrealista de Manuel - dice "Sara" sin bajar el ritmo de sus botones. - Pintaba puro absurdo y además era un fascista de mucho cuidado, se mudó a España solo para vivir bien durante toda la dictadura de Francisco Franco.
- Eso está sacado de contexto, se mudó 5 años después de que la guerra terminase buscando inspiración en la arquitectura española, en esa época todos decían ser fascistas para salvar su cuello - dice Abraham.
- No lo justifica - dice "Sara" en un tono contundente. Abraham entiende en eso un mensaje con segundas y prefiere dejar de hablar.
"Últimamente parece que se ha puesto de moda desprestigiar el arte solo por la vida del artista", pensó él. "Pero Caravaggio es el padre del tenebrismo independientemente de las vidas que quitó".
- ¡"Guolap"! - dice Susi en lo que intenta ser un "hola" con más glamour. - ¿Por qué tanto silencio? ¿Quién se ha muerto?
- Hola Susana - dice "Sara" al mismo momento que deja de jugar con sus botones.
- Buenas - dice Abraham dejándole hueco y retirándose 30 centímetros más de lo que es costumbre. "Solo por si acaso", piensa.
- ¿Y qué pasa con Clara? Ayer tampoco vino - dice Susi arrimando más la silla a la mesa.
- Yo que sé, no soy su madre - dice "Sara" disimulando cierto enfado.
- Pensé que erais del mismo pueblo - dice Susi haciendo una mueca por una respuesta tan brusca.
- Si, pero solo la veo en la parada.
- ¿Qué os apostáis a que Martín tampoco viene? - dice Abraham estirándose en la silla y cruzando las piernas.
- Ya deja eso, no son la misma persona - le increpa "Sara". - Para tú información, lo primero que hizo Clara fue pedirme la dirección de los baños y luego Martín no sabía dónde estaban los baños.
- ¿Creés que son la misma persona? - dice Susi girando la cabeza y comprimiendo tanto los labios y los cachetes que parecía un chicle.
- Claro que no - dice Abraham haciendo un gesto de "bah" con la mano. - Era una broma, pero ya veo que hoy "Sara" no está de humor.
- Porque voy a tener que estar tres malditas horas mirando fotocopias - dice "Sara" señalando la mesa con un dedo como si diera al botón de confirmar de la impresora. - Odio, ¡Odio! Con todo mi ser esas prácticas externas.
- Vale - dice Susi con cara de poker. - Pero quiero que sepas que la brillante y maravillosa idea de irse por las prácticas de archivística que nadie quería la tuviste tú, incluso pagaste por estar ahí.
- No me lo recuerdes - dice "Sara" ocultando la cara en las palmas de sus manos.
- Pobre chihuahua sin pelo y tembloroso, el mundo no es justo contigo - dice Susi agachando la cabeza como si hubiera terminado una plegaria.
- ¿Cómo? - dice una voz que llega sorprendentemente a tiempo por los pasillos. - Ese apodo es nuevo y yo sin saberlo - dice Carlos.
- Justo quien faltaba - dice Abraham.
- ¡Ey! Pero darme contexto, ¿Qué es eso del chihuahua?
- Pues verás - Susi se empieza a reír mientras le cuenta el contexto y "Sara" solo puede implorarle a las fuerzas celestiales que abran la tierra y la traguen.
Trascurrieron las horas y antes de que le hubiera gustado, "Sara" ya estaba delante de la impresora. La sala de los archivos era un sótano bajo de azulejos grises y paredes amarillas con techo blanco. La impresora estaba entre varias estanterías, desde las que guardaban libros del siglo XVIII hasta las que guardaban películas de VHS como la de "Cocodrilo Dandi".
"¿Y si se muere?" Ese pensamiento se clavó en su cabeza como una saeta en la diana.
"Sara" notó como sus ojos le picaban y luego notó que se empapaban, intentó aguantarse pero se echó a llorar, de pie con la cabeza gacha, mientras se alejaba tres pasos de la impresora para no dañar las fotocopias.
"No lo entiendo, ¿Por qué todo se me escapa de las manos tan rápido? Me siento tan impotente", tenía las palmas en los ojos y no podía parar de llorar. "Y luego está todo lo de Clara, por más que practique actuación no se si podré ocultar todo lo que se sobre su secreto, su investigación o lo de la marca".
"Sara" empezó a tener un pequeño ataque de hipo, era lo más cerca que había estado nunca de un ataque de ansiedad. Mira a su alrededor, la soledad que la rodea la aplasta, nunca había tenido un ataque así y no sabía que hacer, eso le daba aún más ansiedad y todo se vuelve un bucle de agonía que se retroalimenta.
Apoya su mano en la impresora y trata de respirar de forma más pausada, intenta rezar un salmo pero su mente no se aclara. Trata de pensar en algo diferente, algo que sea más importante que la situación de Misel o las palabras de Martín... Las palabras de Martín, ¿Qué fue eso que dijo? Era algo así como "solo la mujer tiene la marca del polvo, murió la primera"... A "Sara" se le encendió la bombilla en un momento de eureka, la marca del polvo, Misel tenía una marca extraña de dos serpientes... Por primera vez desde que empezó a trabajar se alegró de estar en una biblioteca donde nadie la veía, cuando termina de relajarse apaga la impresora y sube hacia la planta principal.
La biblioteca de Paula la picapedrera era bastante diferente a la biblioteca donde trabajaba Sayori. Era una sola habitación, la mitad de grande de lo que sería una nave industrial. Se encontraba dividida en dos plantas y el techado tenía una gran cristalera con varios tragaluces, también tenía luces fluorescentes que solo se encendían si la luz natural no era suficiente. En la planta baja tenía una sección con múltiples mesas en el centro para los estudiantes e interesados, de resto estaban rodeados de estanterías y tres escaleras para subir a la planta alta que estaba soportada en lugares encajonados de madera que dan lugar a salas acristaladas para el estudio o grandes huecos para más estanterías y mesas.
Todo irrelevante para el propósito de "Sara" quien con la determinación de un genio buscando la certeza, llega hasta la sección de religión y toma la primera Biblia que encuentra, allí busca el relato del Génesis 3 versículo 12 y lee una parte que le interesa: "sobre tu vientre andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida". Esas palabras son la maldición que le cae a la serpiente, la marca de Misel eran dos serpientes.
"Más obvio que un comunista en un encierro", piensa "Sara". "La serpiente tiene que ser la marca del polvo, ¿No? Señora Claridad Walker, usted y yo tendremos una bonita charla mañana".
"Sara" ni siquiera fue a comer ese día, cuando acabó su turno con la impresora se quedó en la biblioteca leyendo estudios teológicos en relación a la interpretación del papel de la serpiente en el Génesis y su relación con otras entidades celestiales. Averiguó datos que de otra manera le hubieran pasado desapercibidos, por ejemplo descubrió que la palabra "Serafín" tiene su raíz en el hebreo y se traduce como serpiente. Pero que coincidencia más curiosa.
"Y no es de extrañar, pues aun Satanás se disfraza como ángel de luz" (2 corintios 11:14).
"Sara" ya se dirige a la parada, espera a que el semáforo se ponga en verde para pasar por el paso de cebra y un macarra de cresta roja y cara de cantante de reggaeton se besa con la chica que lo acompaña con tanta pasión que podría haber llegado con su lengua hasta su esternón.
- Espero verte mañana, eterna luz de mis ojos - le dice él con acento de "Pasión de gavilanes".
- Lo mismo digo, Sebastián - dice la chica apartándose de él con un movimiento de hombros coqueto.
"Creo que no hay nada que odie más que las muestras de amor pasteloso innecesario en mitad de la calle", dice "Sara" para sus adentros.
19:20, ya está en su casa, por fin. Su madre la tiene preparada la cena y "Sara" devora lo que hay en el plato sin pararse a reflexionar en que es.
- Gracias por todo, mamá - dice dejando el plato en el fregadero.
- Espera cariño - le dice su madre con un brazo en la cintura. - ¿Qué clase de velocidad es esa? Cuéntame cómo ha ido tu día al menos.
- Aburridísimo, mucha clase y mucho agobio con la impresora, solo quiero ducharme e irme a dormir - le dice "Sara" con un agobio tan bien fingido que hasta su madre se convence.
- Está bien - dice suspirando. - Mínimo pásate por el salón y dile a tu padre que se suba a dormir, seguro que se ha quedado dormido viendo la tele.
- ¿Hoy? Pero si mañana madruga - dice "Sara" frunciendo el ceño.
- No le culpes - dice su madre cerrando los ojos y negando con la cabeza. - Aún le cuesta asumir el estado de Misel y está distrayendo su mente con documentales.
- Vale - dice "Sara" poniendo una cara más comprensiva. - Iré a decírselo.
En el salón todas las luces están apagadas, la única fuente de brillo es la televisión y su padre tiene el mando sobre la tripa mientras se fuerza a no quedarse dormido. Para sorpresa de "Sara", no estaba viendo un documental del Ángel de la recortada pero estaba viendo un noticiero de los últimos descubrimientos del arte, arquitectura, pintura y todo en general.
"Sara" guardó silencio un momento y prestó atención a lo que decía la televisión, no era muy difícil escucharlo, su padre había puesto el volumen al 56% y normalmente con un 20% ya se escuchaba alto.
"Según los recientes descubrimientos podríamos estar ante la primera evidencia que muestra que el señor Ángel de la recortada era en verdad la señorita Ángela de la recortada".
- Ay que ver la de gilipolleces que permiten hoy día por la tele - dice su padre mientras la apaga con el mando. - ¿Te lo puedes creer hija? - la masa de oscuridad que era la cabeza de su padre en ese cuarto ahora oscuro la miró.
- Esa noticia es de la semana pasada - le dice "Sara" mientras ajusta sus ojos a la oscuridad. - Aunque es lo que menos me sorprendería de esa secta.
- Hija, ya tenemos más de 50 mil seguidores, ahora es una religión oficial - respondió la figura ahora más nítida de su padre.
- ¿Tenemos? - le cuestionó "Sara".
- Vamos a ver, el país en general, tú me entiendes.
- No, la verdad es que no - dice "Sara" con los labios hechos una línea.
- Pues te lo diré de una forma muy básica, el ángel de la recortada es patrimonio histórico de este país y la historia claramente dice que era un ángel varón enamorado que salvó la vida de una granjera, ¿Por qué ahora hay tanto listillo que dice que el poema lo escribió una mujer?
- Son licenciados en mitología, papá.
- Licenciados de mis cojones, es como el culto este de la santa muerte mexicana que permite maricones, esta sociedad está perdiendo sus valores y así nos va - dice su padre alzando un puño en alto cuál si fuera Lenin ante las masas.
- Papá, tienes que irte a dormir - le dice "Sara". - Y aprender a ser algo más tolerante - susurra por lo bajito.
- Si, si, ya me subo - dice su padre apoyándose con las palmas en el sofá y empujando para ponerse de pie.
"Este país está condenado", piensa su padre mientras "Sara" abandona la habitación. "¿Cómo es posible que mi sueldo de arquitecto profesional y la sanidad pública no cubran la intervención de un embarazo psicológico?".
Interludio tercero: un ángel con un arma.
Pongamos el poema sobre la mesa para que estemos todos al tanto y luego analicémoslo por partes, dice así;
>> Te toca elegir entre lobo o cordero.
>> Mirada de luz y disparo certero.
>> Soldado me veo, a la lucha le imploro.
>> Soñadoro me veo, en guerra me posiciono.
>> Soy un ángel soñando con amar.
>> No importa si al cielo no vuelvo a entrar.
Eso sería todo el poema, creo que el mensaje es bastante claro si me lo preguntan.
Originalmente se creía que "Soñadoro" era el nombre del ángel y que era una abreviatura de "Al señor adoro", una traducción un poco literal del nombre "Teodoro". Sin embargo, son varios los estudios recientes que creen que esto se trata de un error de lectura y que por culpa del paso del tiempo y el papel desgastado las palabras se confunden y en realidad lo que debería leerse es "Soñadora me veo".
Esa sería la única referencia que se hace al género femenino del ángel, de resto se usan palabras que pese a tener connotación masculina como "soldado" o "ángel", ambas palabras no tienen femenino pues se dice "la mujer soldado" no "la mujer soldada".
Si tomamos la teoría del ángel de la recortada como una mujer que entrega una carta de amor a otra mujer, quizás la parte de "no importa si al cielo no vuelvo a entrar", cobra más sentido de golpe.
Aunque si el ángel fuera hombre ese contexto no se pierde, después de todo podemos remitir a Génesis 6 versículos 1 y 2; "Aconteció que cuando comenzaron los hombres a multiplicarse sobre la faz de la tierra, y les nacieron hijas, que viendo los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas, tomaron para sí mujeres, escogiendo entre todas".
Pero esto es solo una opinión superficial, quien busque saber que pregunte a un experto.
-- Este texto ha sido extraído del blog personal de Sandro Martínez Vizcaya.
Capítulo 11: ¿Y ahora que hacemos? ¿Nos mudamos?
"Sara" se ajusta la diadema de tela negro a la frente, se pone un jersey fino que abrigue pero que le de movilidad y un pantalón de chándal de los que usaba para entrenar jujitsu brasileño antes de comprarse el Judogi, con eso y unas deportivas estaba lista para el miércoles.
"Muy bien, dejemos las cosas claras" pensó mirándose al espejo con media sonrisa en el rostro.
"Sara" tenía la leve sospecha de que hoy Claridad si iría a la universidad, era la ocasión perfecta para no levantar sospechas, pocas horas de clase y tiempo de sobra para investigar sin ser molestada, razón por la cual no se sorprendió en absoluto cuando vio a Claridad esperando el bus con los cascos puestos y sin mochila.
- Buenos días, amiga - dice "Sara" poniendose justo al lado de Claridad con la frente en alto.
- Hola, ¿Qué hay? - responde Clara con una voz alegre, el tono que esperarías de una joven feliz de ver la primavera por primera vez en su vida.
Claridad llevaba una falda celeste que le llegaba hasta las rodillas, unas deportivas blancas de calcetines negros y una rebeca amarilla que complementaba una camiseta de manga corta de un amarillo limón que llevaba debajo.
- Pues aquí vamos - dice "Sara" encogiéndose de hombros. - ¿Qué tal estás tú? Faltaste dos días seguidos.
- Estuve estudiando los apuntes del año pasado - responde Claridad mirando a "Sara" mientras se quita un casco. - Por eso no necesito ir.
- Entiendo - dice "Sara" haciendo un gesto comprensivo con la cabeza. - O bueno, espera, ¿Tienes apuntes del año pasado? ¿No llevabas cuatro años en esto?
- Cuatro años sin contar este - responde Claridad mirando hacia el mismo centro de sus ojos, sin pestañear.
- Claro, eso tiene más sentido - dice "Sara" girando disimuladamente para ocultar un pequeño resquicio de temor que delataría su actuación.
"No juegues con fuego "Sara", no sabes cuántas técnicas de extracción de información sabe este tío".
Ya en la universidad, esperando, Claridad toma la palabra.
- Me gusta mucho tú look, te ves muy deportiva - agrega con una sonrisa.
- Gracias, lo uso para estar más ligera y no sudar tanto en caminatas rápidas - dice "Sara" ajustándose la diadema. - Tú en cambio no sueles sudar nada, ¿Has entrenado algún deporte para tener tanto rendimiento?
- No - dice Clara pero rectifica su gesto al instante. - Bueno, si, patinaje artístico.
- ¿Donde? Nunca había oído hablar de pistas para ese deporte por aquí - dice "Sara" con interés.
- Era sobre tierra - dice Clara tartamudeando entre las palabras.
- ¿Querrás decir sobre ruedas, no?
- Si, si - "Sara" no puede verlo pero a Clara le ha salido un tic nervioso y se está dando toques con el índice en la pierna. - Es lo mismo, ya sabes.
Antes de que "Sara" vuelva a tomar el turno de palabra llega Abraham caminando a buen ritmo por el pasillo y saluda. Ambas pierden el hilo de la conversación y saludan al unísono.
Abraham sale y se sienta al lado de sara, los muñones de goma en las patas de la silla resuenan levemente al frotarse en el suelo cuando Abraham se retira, por si acaso, nunca sabes cuando una fuerza de la naturaleza atentará contra tus rodillas.
- ¿Y como estás tú? - le pregunta Clara a Abraham.
Abraham mira a ambos lados y luego mira a "Sara" con cara de "¿Me lo pregunta a mí?". "Sara" pone sus ojos en blanco y Abraham toma eso como respuesta. No es una persona muy acostumbrada a tanta confianza de golpe.
- Bien, aquí voy, ¿Y tú?
- Bien, si, todo bien.
- ¿De que hablabais?
- De la vida de Clara - dice "Sara". - Me estaba explicando que antes hacía patinaje artístico sobre ruedas.
- Sobre ruedas, ¿Hay de eso? - dice Abraham mirando a Clara.
- Es muy poco conocido, pero si - Clara se reafirma en su posición sin dudas en su rostro.
- Una de mis hermanas tiene fobia a los patines porque cuando era pequeña se calló sobre la corcusilla y casi se mata por falta de aire - dice Abraham deslizando su mano por la mesa como si fuera una patinadora que se cae de culo.
- Eso puede ser mortal, un golpe en ese área con fuerza puede dejarte sin oxigeno - dice Clara incapaz de tapar la preocupación. - ¿No le quedaron secuelas?
- Que va - dice con un ademán. - María estaba hecha de piedra, nunca le ha tenido miedo a nada - gira su cabeza para mirar a "Sara" - María es la mayor de las trillizas, la que está en Georgia.
- Ya lo sé, me lo dijiste el... - "Sara" se corta y mira a Clara de refilón. - El otro día, si.
- Bueno, por si acaso.
La realidad comenzó a resquebrajarse frente a los engranajes rotos de una fuerza imparable e inamovible.
- ¿Qué estáis hablando? ¿De caídas? - dice Susi entrando por el pasillo igual que un personaje de una serie cómica cuando dicen su nombre.
- No necesariamente - dice "Sara" - pero casi, ¿Algo que aportar?
- Bua, tía, si supieras - dice Susi resoplando y llevándose una palma a la frente a modo de visera. - Una vez estaba tan borracha que, a ver, ¿Sabes los escalones de las escaleras de los centros comerciales que son como tres veces el tamaño de uno normal para que si te caes por las escaleras termines ahí y no abajo de el todo? - Susi mueve sus manos como si midiera un madero. - Pues eso, estando como una cuba me caí por esas escaleras y rodando rodando me salté tres de esos, que no me rompió los brazos de milagro - Susi termina riéndose mientras los demás la miran con cierta preocupación.
- Típico de Susi - dice Abraham entre dientes.
- Te he oído - responde entre cerrando los ojos.
- ¿Eso cuando te pasó? - pregunta Clara.
- No se, hace dos años o así - dice Susi mientras se acerca para sentarse a la izquierda de Clara. - ¿Por?
- No es posible, deberías tener entre 20 y 19, a esa edad no es legal beber alcohol en este país.
- Jajaja - Susi empieza a reírse más fuerte que antes y le pone una mano a Clara en el hombro. - Ay cosita, ¿Lo dices enserio?
- Estás confesando un crimen - dice Clara con la seriedad de un policía que solo consigue que Susi se ría más fuerte.
- Venga por favor, todos hemos hecho eso alguna vez en una fiesta - Susi busca complicidad pero "Sara" no toma alcohol y Abraham tampoco.
- Susi un viernes noche tiene más peligro que un mono con una caja bombas - dice Carlos que viene por el pasillo.
- Por favor, en Europa es legal beber desde los 18, esta ley tonta de esperar hasta los 21 es algo que viene de fuera - dice Susi restándole importancia con un movimiento de mano.
- Es por nuestro bien - dice Clara con un tono tan autoritario que casi asusta.
- Bueno, pues perdona mamá - dice Susi con la voz de un alma empena y empujando gentilmente a Claridad. - Que no pasa nada, no te ralles.
"Sara" desconectó de la conversación en ese momento, tenía que pensar en que le diría a Claridad cuando las clases acaben.
En la hora de filosofía Martín no entra a clase pero Claridad si entra a las dos horas de historia contemporánea y parece prestar especial atención a los comentarios sueltos sobre el nacionalismo español y los tres o cuatro intentos fallidos de reunificarse con España, después de todo, cuando se fundó el país de Las Palmas de Santa Catalina se hizo en una zona sin nativos que fue ocupada enteramente por Españoles e inversores en los terrenos, no sería hasta principios del siglo 17 que empezarían a llegar los japoneses cristianos huyendo de las persecuciones cometidas en su país natal.
Entonces las clases acaban y "Sara" sale de las primeras, esperando a Claridad para que no se la escape.
- ¿Qué vas a hacer ahora? - le pregunta a Clara apenas ve asomarse su silueta.
- Yo... - Claridad piensa medio segundo. - ¿Tú no vas hoy a la biblioteca?
- No, eso lo hice porque no tenía otros planes pero puesto que tú y yo vamos a estar aquí hasta las 18:30 que sale el bus, ¿Qué te parece si hacemos algo juntas? Como ir a comer, cómo buenas amigas - los ojos de "Sara" se iluminan con el furor de dos luceros unas décimas de segundo para no parecer una actuación tan forzada.
- Yo tenía pensado dar un paseo - Claridad mete su mano en un bolsillo de la falda. - Sola - dice empezando a ponerse un casco.
- Vale, supongo que estoy yendo demasiado rápido, creí que ya teníamos más confianza - dice "Sara" encogiéndose de hombros.
- ¿A que te refieres? - pregunta Clara a poco de ponerse el casco en la otra oreja.
- Es nuestra segunda semana siendo amigas y no se prácticamente nada de ti, ni siquiera se en que parte del pueblo vives con seguridad, desde ese lunes lejano casi no hablamos - "Sara" da un pequeño punta pie en el suelo como si quitara un montón de polvo. - No se, es sospechoso.
- ¿Sospechoso? - los ojos de Clara se encienden como dos alarmas. - ¡Ay! Tienes razón, estoy tan acostumbrada a estar sola que ahora me cuesta socializar, ¿Sabrás perdonarme?
- Ni que hubieras matado a mi perro - dice "Sara" con un movimiento de "no es para tanto". - Vamos, hay un restaurante por aquí que te puede interesar - dice echando a andar.
No muy lejos de ellas y casi en la entrada estaban Susi y Carlos escuchando parte de la conversación.
- Mira, si veo lo que veo y se lo que veo, esas dos se traen un rollo pollo que no pueden disimular - dice Susi.
- Va, eso ve tu generación, que estáis todos corruptos y solo falláis en pensar - dice Carlos.
"Sara" llevó a su amiga a un restaurante del centro llamado "Mala criada y buena comida", era un lugar algo pequeño pero con un buen servicio. Les atendió un camarero con tupé que graciosamente se parecía mucho a Elvis Presley. Aunado a eso Claridad contó una anécdota de la vez que se encontró en Nueva York a un conductor de taxi igualito a Albert Einstein.
- ¿Estados Unidos, eh? - dice "Sara". - Nunca he estado por ahí, ¿Y tú vas mucho?
- Solo en vacaciones familiares - responde Clara.
- ¿Tienes familia allí?
- Si, mi padre - Clara hace una cara rara. - Es empresario en la bolsa de Wall Street, casi nunca está en casa.
- ¿Y te mandó a estudiar tan lejos? - dice "Sara" fingiendo sorpresa.
- Dinero no es algo que me, digo, que le falte - Clara sonríe de nuevo.
Después de comer dan una vuelta por más partes de la ciudad, toman un autobús urbano repleto de gente y Clara tiene que compartir una barra con un punk latino de cresta roja y chupa de cuero. Se bajan en la parada que no era, así que tienen que dar una vuelta aún más grande hasta llegar a la estación correcta, pidiendo indicaciones a un tipo encapuchado que hace un espectáculo de "hip hop medieval en la calle".
"Assassins Creed ha inspirado a tanta gente como ha perjudicado", piensa "Sara".
Ya suben al autobús y se sientan en el lugar más cercano a la puerta de salida, esta vez es Claridad quien se pone en el lado de la ventana. Sus ojos se pierden en el horizonte más allá de los edificios y observa como el atardecer se prepara para traer la noche.
- He de decir que esta ha sido una experiencia mucho mejor que escuchar música sola - dice Clara.
- Me alegro, fue divertido - dice "Sara" sonriendo más sus encías que ella. - Pero al final ni siquiera nos hemos conocido mejor, solo he averiguado lo de Estados Unidos.
- ¿Qué de Estados Unidos? - dice Clara con media mirada y casi a la defensiva.
- Lo de - "Sara" hace una pausa buscando cambios emocionales. - Lo de que tu padre trabaja en Estados Unidos.
- A si, no lo vallas diciendo por ahí vale, no quiero que me traten como una blanquita burguesa.
- Mis labios están sellados - dice "Sara" pinzándose suavemente los labios con los dedos, como si se los cauterizara con unas tenazas al rojo vivo.
"Aunque si me hubiera gustado saber más de tu otra relación con estados unidos", pensó. "Supongo que habrás sido entrenada para no soltar prenda ni aunque te torturen, ¿Verdad, Martín?".
- ¿Y que clase de música sueles escuchar tú? - le pregunta "Sara".
- Mucho Rock, de la vieja escuela, Metálica, AC DC, ya sabes, ¿No?
- Si - dice "Sara" viendo como Clara dirige su mano al bolsillo de su falda. - Bueno, te dejo tranquila.
- No es nada malo, ¿Verdad? - dice Clara mirando el audífono como si tratara de descifrar el movimiento de sus átomos.
- Para nada, diviértete - dice "Sara" mientras se apoya en el asiento y se baja la diadema tapando sus ojos.
"Tengo que pensar en algo, ¿Cómo podría saber más de él? Ay, esto es confuso", "Sara" se estrujó las neuronas hasta que tuvo una idea que tal vez podría funcionar.
Ya se están bajando del autobús y se disponen a tomar caminos diferentes.
- Espera - le dice "Sara" a Clara. - Estaba yo pensando, ¿Ya que somos del mismo pueblo, no podríamos quedar aquí el viernes o el sábado?
- ¿A que te refieres con eso? - pregunta Clara.
- Pues no sé, salir a dar una vuelta, pasar el rato, ¿Este sábado podrías por la tarde? Si quieres dame la dirección de tu casa e iré a buscarte.
- No va a poder ser - dice Clara con denotada tristeza.
- ¿Por qué no?
- Mañana mismo me mudo, a Estados Unidos con mi padre - la cara de Clara poco a poco se vuelve más triste.
- ¿Pero y eso? - dice "Sara" dando un paso con la mano extendida para matizar la sorpresa. - Hoy no has dicho nada.
- Lo sé, lo decidimos ayer, mi madre ya se ha ido y yo no estaré aquí mañana tengo que tomar el avión muy temprano en el aeropuerto de Elcoka... Yo - a Clara le empieza a salir una lágrima. - Por eso he intentado ser tan distante, no quería que te preocuparas.
- Clara jamás me preocuparía por algo así - "Sara" junta las manos en el pecho en acto comprensivo. - Pero es una verdadera sorpresa y...
- ¡Lo siento mucho! - grita clara antes de salir corriendo a lágrima viva tapando su cara con el brazo.
Cualquier especialista en teatro que hubiera visto esta escena desde fuera estaría aplaudiendo, ambas habían actuado genial.
- Espera Clara, podemos hablarlo - dice "Sara" echando a correr tras ella.
"Demonios se está escapando", piensa "Sara". "Cómo esto sirvió con Abraham, pensé que serviría para que ella también se acercara más a mí pero ha cortado por la tremenda".
"Sara" no podía seguirle el ritmo a Claridad, ella era mucho más rápida pero "Sara" se conocía mejor el terreno de juego y siempre iba una calle por delante, así hasta llegar hasta la entrada del bosque de las afueras. Las huellas del calzado de Claridad se marcaban en la entrada hasta desaparecer.
"Muy bien Claridad, quiero ver como intentas explicarme esto".
Capítulo 12: avanzando con palos de ciego.
"Sara" toma del suelo la primera rama gruesa que puede considerar un arma y se adentra al bosque.
"Rendirse no cuenta como llegar primero", piensa antes de hacer la mayor locura de su vida.
El bosque estaba lleno de arboles y ramas por el suelo, pese a todo, "Sara" tenía un ojo en el camino de salida en todo momento, no tenía pensado ir a las profundidades del bosque pero si su intuición no fallaba, Martín habría estado escalando por los árboles y dejando hojas caer.
"Ahora que he llegado hasta aquí, la verdad es que no tengo ni idea de que hacer si lo encuentro", piensa "Sara" visualizando la salida con el rabillo del ojo.
Eso pasa hasta que una figura se interpone en su vista, tapada con la sombra de los árboles y vestida de camuflaje, no cabía duda de quién era.
- No tendrías que haber venido hasta aquí - le dice una voz masculina muy grave.
"Sara" actúa más por pánico que por conocimiento y girando sobre sus talones le parte la rama en la cabeza al soldado de su espalda. El impacto golpea el casco y parte de las astillas rotas saltan hacia el maxilar de Martín, trae fuerza colateral suficiente para tumbarlo sobre una de sus piernas.
"Pues si que tenía la piel azul", piensa "Sara" atónita por lo que acaba de hacer.
La luz del atardecer taciturno se refleja en la pupila de Martín instante y medio antes de que estire su mano derecha a la velocidad de una serpiente mientras se impulsa con un solo pie y agarra a "Sara" del cuello, llegando incluso a separarla del suelo diez centímetros.
- Espera, espera Clara, ha sido sin querer - dice "Sara" con el escaso aire que sale por su boca.
El mundo empezó a volverse negro para ella y su último pensamiento antes de la oscuridad absoluta fue "Muero como Católica en la fé y obediencia de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana".
El cuerpo de "Sara" cae a merced de las botas militares de Martín, protegiendo su cabeza solo con uno de sus brazos, de resto, está totalmente inconsciente.
- ¿A dicho mi nombre? - susurra Martín.
La piel militar de Martín se separa y saca de su interior un comunicador internacional.
- Águila al nido, tenemos un problema.
"Sara" se despierta abriendo los ojos con dificultad, como si tuviera una resaca de dos semanas. Lo primero que intenta es mover los brazos pero nota unas fuertes cuerdas atándola a un árbol, inmovilizando hasta el abdomen con ella sentada en el suelo.
"Esto me va a romper los pantalones", es lo primero que piensa. "Espera, ¿Qué hora es?".
El cielo había oscurecido más, mínimo habían pasado otros quince minutos.
Cuando sus oídos dejan de pitar lo primero que escucha son gritos en inglés.
- ¿Cómo es eso de que la has matado? - la voz suena mayor, pero no mucho, como la de su madre. - Te dije que no mataras a civiles, ¿Sabes lo jodido que es enterrar un cuerpo en tierra dura? Hay que buscar un lugar, una pala, que esté lejos de los animales, los vecinos, que sea una zona donde no llueva o se levante la tierra... - la mujer siguió enumerando cosas.
- Que no está muerta, yo creo - dice Martín en una pose regia como un soldado.
- ¿Me estás jodido?
- Eso es algo que amaría hacer - dice Martín sacando una sonrisa que no sacaría en un cara a cara. - De todos modos no grites, ya se está despertando.
- Joder, ponme con ella.
- No creo que hable inglés tan fluido.
- Pues traduces - el comunicador tembló como si quisiera saltar de la mano.
"Sara" estaba mirando atónita a Martín y entendiendo la conversación a medias, el B1 que cargaba consigo se lo habían dado por aprobar inglés en segundo, no por saber hablarlo. Martín le acerca el aparato al oído.
- Muy bien niña, ¿Cómo nos has descubierto?
- Ha dicho, "querida, ¿Cómo has descubierto mi situación?" - le repite Martín.
- Pues - "Sara" traga saliva, por primera vez se ha quedado en blanco durante la obra de teatro. - Yo te seguí el miércoles pasado, te vi cuando salí de la biblioteca, en un cruce de caminos.
- ¡Joder! - dice la voz indignada que parece entender bien el español. - Que puta manía tienes con dar vueltas por todas partes, ¿No podías ir directamente al lugar?
- Ha dicho: ¿Por qué exploras los lugares en vez de ir al punto principal? - dice Martín para "Sara".
- ¡Eso te lo estoy preguntando a ti, Martín, tu estúpido! - dice la voz.
- Oye, no digas mi nombre - dice Martín gritándole al cacharro. - Tengo el alías de "Águila", y perdoname por asegurarme de que el perímetro estaba despejado antes de la investigacion, en ese lugar no había casi gente, necesitaba asegurarme. Soy agente de las fuerzas especiales, no espía.
- Vale, olvidalo - "Sara" podía imaginarse a una mujer restregándose los dedos en la frente por la frustración. - Vuelve a ponerme con ella - Martín gira la muñeca en dirección a "Sara". - ¿Por qué nos estabas siguiendo? ¿Eres una puta espía o algo así?
- ¿Por qué nos estabas siguiendo? ¿Eres espía? - repite Martín.
- No, no lo soy, solo fue una coincidencia - dice "Sara" negando frenéticamente con la cabeza. - Y ahora quería aclararlo, ni siquiera tenía intención de atacar a Martín, simplemente me asusté.
- ¿Te atacó?
- Pregunta que si te ataque - dice Martín con una voz de protocolo.
- Águila, comprensión básica, te lo estoy preguntando a ti.
- Ams - Martín mira con ojos furiosos a "Sara", creé que ha hablado de más. - Si, con una rama.
"No se lo había dicho, ¿Me estaba protegiendo?", piensa "Sara".
- A mí eso me parece propio de un espía - concluye la voz del comunicador. - Código dos, abre fuego.
- Espera, espera - "Sara" se pone nerviosa, empieza a empujar con sus pies en la tierra, como si tratara de retroceder.
Martín desenfunda una pistola reglamentaria militar, apunta a la cabeza de "Sara" ignorando sus súplicas. Entonces aprieta el gatillo al mismo tiempo que "Sara" cierra los ojos y retrae su cabeza hacia el pecho con los dientes apretados.
El disparo se expande por todo el bosque, dejando un fuerte olor a pólvora y causando que varios pájaros emprendan vuelo.
- Sigo, viva - dice "Sara" mirándose con un ojo abierto.
Martín guarda su arma de fogueo de nuevo en su cartuchera y mira a sus alrededores asegurándose de que no haya nadie cerca.
- Bueno, eso no comprueba nada, pero los espías suelen confesar antes de que los mates - dice la voz del comunicador. - Así que o es muy buena espia, o está diciendo la verdad, ¿Qué opinas Águila?
- Creo que no está mintiendo - dice Martín cruzándose de brazos. - Corto y fuera, a partir de aquí siguo yo - apaga el comunicador.
Martín llevó su mano a su cintura, sacó de ahí un cuchillo de caza, por una parte filo y por otra sierra. Se acerca a uno de los brazos de "Sara" y de un tirón corta las cuerdas de una. Hace girar el cuchillo entre sus dedos y lo guarda.
"Sara" esperó a que se le pasara un poco el susto del disparo, se pone de pie y espera a que las piernas dejen de temblarle. Llevándose la mano al pecho para controlar su ritmo cardíaco mira a los ojos a Martín.
- ¿Qué hora es? - pregunta ella.
- Las siete y cuarto.
- ¿Cómo lo sabes?
- Lo estoy contando - dice Martín sin emociones en su voz. - ¿Qué sabes exactamente sobre mí?
- No mucho, solo lo que vi, que posees tecnología para cambiar tu forma y que investigaste aquella casa llena de barro - "Sara" hace una pausa mirando al suelo. - También escuché algo sobre la "marca del polvo" pero no se lo que es.
- Mejor así - dice Martín sin moverse. - Porque vas a abandonar este bosque, vas a regresar a tu casa y vas a olvidarte de esta conversación.
- ¿Vas a dejarme ir? - dice "Sara" cruzando la mirada con él.
- Si, bueno, ¿Qué vas a hacer? ¿Decirle a todo el mundo que un agente americano cambia formas vive en tu bosque? - pese al tono sarcástico, Martín no se mueve. - Nadie te creerá "Sara", es mejor así, no puedes involucrarte en esto.
- Es que, creo que ya estoy involucrada.
- Esta conversación jamás a ocurrido y llegas tarde a casa porque el autobús se retrasó - dice Martín empezando a tomar un tono más agresivo.
- ¿Y que pasa con mi hermana? - dice "Sara" tomando un tono similar. - Esa marca de la que hablas, son como dos serpientes devorándose mutuamente, ¿Verdad?
El aire frío del lugar sopla entre los árboles y los pelos de "Sara" se encrespan en respuesta, ciertamente preferiría estar en su casa dándose un baño caliente que en medio del bosque con el culo frío pero el hecho de que Martín no responda la alienta a seguir.
- ¿Verdad que esa era la marca?
- No - responde Martín. - La marca era solo una serpiente, pero muy curvada.
- Mi hermana se cayó durante un entrenamiento, puede que le saliera un moretón y por eso se viera diferente, pero era similar a lo que describo, ¿Verdad? - "Sara" da un paso al frente con aire dramático.
- Veinte minutos - dice Martín. - Vete a casa, es demasiado tarde - señala a la salida del bosque.
"Sara" no da ninguna réplica, sabe cuando es el momento de hablar y cuando no. De hecho, pese a tener las piernas como dos espaguetis, sale corriendo en cuanto puede.
- Águila al nido - dice Martín encendiendo el comunicador. - Reichel, ¿Me recibes?
- ¿Qué ocurre? ¿Al final si era una espía? ¿Te la has cargado? - dice la misma voz femenina de antes en tono de reprimenda maternal.
- ¿Quieres dejar ya ese tema? No la he matado - Martín suspira mientras camina en dirección a las profundidades del bosque. - Quiero que busques información sobre esa chica, todo lo que puedas averiguar, se llama... - Martín camina sin mirar y pisa una rama partiéndola en ocho. - Pero la llaman "Sara", también quiero que busques información sobre su hermana.
- Ay, está bien - dice Reichel estirando sus brazos y haciendo crugir sus nudillos al entrelazar sus dedos. - Me pasaré lo que queda de día investigando y mañana te digo.
Capítulo 13: y yo el primero.
Estaba el señor gato, sentadito sobre sus cuartos traseros en el tejado de la iglesia del ángel de la recortada.
- Psss psss psss - le sisea una voz femenina con entonación de serpiente.
El gato extrañamente siente confianza hacia esa figura femenina de largos cabellos naranjas y se acerca a ella, ronronea y se frota en su pierna de escamas lilas.
- O, criaturita - le dice la mujer tomándolo de sus patas delanteras y alzándolo en vertical. - Todo acabará pronto.
La boca de Lilith se abre y dos enormes colmillos se asoman al mismo tiempo que empala al gato con ellos. El felino ni siquiera tiene tiempo de asimilar lo que está pasando, ni siquiera sus reflejos han servido frente a esta picadura mortal. Totalmente paralizado es enguido todavía vivo hasta los ácidos estomacales de la mujer serpentina.
Dentro de la iglesia se encontraba Florencio, esperando que los tres hombres hicieran acto de presencia y así fue, Lilith también bajó lenta y segura, como si rectara por uno de los pilares.
- ¿Qué hay monada? - le dice Mister platanito. - ¿Disfrutando del aire nocturno?
Lilith cae al suelo con la gracia de un ángel y su peso agrieta superficialmente las baldosas del lugar.
- Me he comido un gato - dice ella.
- Eso es repulsivo - dice Baltasarin.
- Me comeré otro - dice Lilith con una sonrisa coqueta en los labios.
- Oye nena, no hagas eso, los gatos son animales inteligentes - le recrimina Mister platanito.
- Este no, era dorado.
- Suficiente - interrumpe Sebastián antes de que la conversación vaya por otros derroteros. - Hemos venido a hablar de negocios carajo, no de lo que comes o dejas de comer.
- Eso es cierto - dice Florencio caminando hacia el altar. - ¿Os habéis dado ya por convencidos?
Lilith avanza poniendose detrás de Florencio y tomándole de los hombros, tal como si le fuera a hacer un masaje. Sus ojos de pupila fina vertical parecían mirar a los tres a la vez.
- Son unos niños grandes y fuertes - dijo Lilith acercado su cabeza a la oreja de Florencio, forzando el seseo con un toque propio de los reptiles. - Todos ellos saben que el toque funcionó, su nuevo don es virtuoso aunque lo sientan como un dolor en el trasero, ¿No es así?
Matizando el sonido de la "S" final, sacó su lengua bífida y la movió amenazante. Florencio no cambió la expresión ni uno solo de los segundos.
- Mi coronel - dice Baltasarin haciendo resonar su cayado en el suelo cuando avanza un paso. - Aunque fue un proceso que no repetiría, es innegable que la marca de Lilith funciona tal como esperábamos, ya sabemos quién es el skin walker, no obstante eso no es lo que me preocupa, me altera el hecho de que mis compañeros quieren ir por él de forma individual.
- No te pienso dar ni un duro, mocoso - dice Mister platanito. - ¿Qué necesidad hay de repartir cuando yo solo puedo atraparle?
- Literalmente tengo el culo roto por este negocio - agrega Sebastián. - No me importan tanto los fines místicos, pero es dinero fácil y tampoco comparto.
- A mí me interesa el dinero tanto como a cualquiera, a nadie le vienen mal varios millones - dice Baltasarin girando para mirarlos. - Pero esa criatura no debe ser fácil de matar, perder dos cuartos por precavido es mejor que perder la vida por avaricioso.
- Mi coronel - dice Mister platanito mirando a Florencio. - Dígale al cara rapada que se calle y ordene quién va primero.
- Tú - dice el párroco sin esperar ningún reproche.
Cuando el silencio nocturno se vuelve a apoderar del lugar solo se rompe por los pasos de retirada de todos.
Capítulo 14: preguntas en la dirección correcta.
"Sara" se esperaba cualquier cosa de Carlos, tenían solo dos años de amistad pero él tomaba confianza rápido. Prueba de esto es la vez que Carlos le mandó a ella unas fotos de su primera comunión con un texto que decía "Si es que la calidad no cambia, solo crece".
"Sara" creía que podía esperarse cualquier cosa de ese muchacho, pero la vida siempre te sorprende hasta con la gente más predecible. Así que cuando en ese jueves 13 Carlos se acerca a ella mientras habla con Susi y Abraham, es la primera en sorprenderse cuando habla.
- ¿Y como es eso de que tu hermana está hospitalizada? - le suelta Carlos nada más llegar.
"Sara" sale de la conversación en la que estaba y mira a Carlos que está a punto de volver a preguntar.
- ¿Qué dices? - grita Susi llevándose las manos a la cabeza.
- Que con la lengua me la bendices.
- Espera - corta "Sara" ante una posible respuesta agresiva de su amiga. - ¿Donde te has enterado de eso?
- Está en la página del equipo - dice Carlos como si le pareciera raro que no lo supiera. - Hay que mantenerse al día con la información de los orgullos nacionales.
"Sara" pensó rápido, claro, Misel tendría que haber ido ayer a entrenar por lo que seguramente su madre tubo que dar parte de su situación al equipo.
- ¿Pero que la pasa? - vuelve a preguntar Carlos.
- Nada muy grave, se cayó durante un entrenamiento y se hizo un golpe - "Sara" puso una cara de "no quiero hablar del tema" y Susi sacó de inmediato otra conversación.
Lo que había dicho no era mentira, era una verdad a medias, eso no era un pecado, solo estaba actuando. Trataba de convencerse de ello mientras subía los pies al asiento. "Sara" hacia eso, la gente normal se sentaba en sillas cuando le temblaban las piernas y ella cuando se ponía nerviosa se sentaba en el asiento de la silla con las piernas retraídas y casi en posición fetal.
"Sara" no le dio tanta importancia esta vez, ya había escrito dos cartas hacia el futuro sobre ese tema ayer. Aún así, diez minutos antes de clase escribió otra y la guardó en una carpeta que decía "abrir dentro de nueve meses".
Las cartas tenían un gran significado para "Sara", una chica en cierto modo chapada a la antigua. Una carta tenía valor cuando se escribía con puño y letra porque era el sello personal de una persona, un mensaje de texto enviado por internet lo podía escribir cualquiera pero una carta a mano solo podría ser imitada por un profesional en copiar caligrafía y no había muchos de esos en el mundo.
Las cartas hacia el futuro tenían valor porque aunque perdían el factor único de la caligrafía a mano, lo ganaban en un mensaje que "Sara" sabía con total certeza que era suyo.
"La gente suele pensar en que le diría a su yo del pasado, en cambio yo suelo pensar en que me diría a mí dentro de un par de meses, por eso lo escribo".
Una vez terminadas las clases iba a salir a hablar con Abraham para organizarse un poco respecto al entrenamiento del sábado pero cuando se giró para salir por la puerta se topó con Yonaka a la altura de su estómago, por poco se choca con ella al no verla.
La chica con rasgos más orientales que occidentales vestía de nuevo con una minifalda roja y una chaqueta gris, así como tenía el sombrero de gato amarillo sobre su pelo negro de dos grandes coletas.
- ¡Ay! Perdón De la Hoya, no te había visto - dice "Sara" retrocediendo un paso.
"Sara" no había hablado prácticamente nunca con esta muchacha y decidió no aventurarse a llamarla por su nombre de pila, casi todos en el país lo hacían con frecuencia, pero la herencia japonesa presente en algunas personas consideraban este detalle una osadía.
- No pasa nada, Talavera-san - dice Yonaka tranquilamente. - Quería informarte sobre mi indisposición esta semana y la siguiente para poder quedar juntas.
"Sara" se quedó pensando un poco, que la llamaran "Talavera-san" era nuevo para ella. Había oído algo sobre que las raíces japonesas de Yonaka eran más fuertes que el promedio de los ciudadanos pero eso era raro.
- ¿Quedar juntas, para que? - pregunta "Sara".
- Para el trabajo de movimientos sociales - responde Yonaka.
- A cierto, mil perdones, se me había olvidado - dice "Sara" dándose una leve palmada en la cabeza por despistada. - No te preocupes, dijo que era para finales del tercer mes.
- Entiendo eso, Talavera-san - dice Yonaka entrecerrando el párpado superior y perdiendo la vista en el suelo. - Lo que pasa es que aún tenemos que elegir tema y buscar libros, no me gustaría que por mi culpa ese proceso se retrase dos semanas.
- No te preocupes, De la Hoya-kun, haremos un grupo por teléfono este viernes y así podemos hablarlo - "Sara" metió su mano en el bolso y sacó su teléfono que estaba entre su portátil y su cargador. - ¿Me das tu número?
Yonaka pareció ruborizarse, su cuerpo tembló, hasta el gorro de gato amarillo que llevaba pareció alzar las orejas preocupado.
- El, el - Yonaka parecía convertirse en el amasijo de nervios que "Sara" creía que era. - El sufijo "-kun" se utiliza solo para chicos - dice mientras saca su móvil de la chaqueta.
- ¡Oh! Cierto, mil perdones otra vez, mi japonés está un poco oxidado - dice "Sara" mientras mira la pantalla de Yonaka y anota un teléfono. - Vale, pues yo te voy contando, ¿De acuerdo?
- De acuerdo, muchas gracias - dice Yonaka en el aire de un susurro mientras hace una reverencia.
- De nada - dice "Sara" ajustándose el bolso al hombro y dirigiéndose a la puerta.
En la salida Abraham estaba escribiendo algo en su móvil, seguramente algún sueño raro relacionado con la mitología que había tenido mientras se perdía en sus pensamientos.
- ¿Qué haces? - le pregunta "Sara".
- Estoy mirando una lista de cosas que se puedan regalar para San Valentín, ya sabes, es mañana - dice él encogiéndose de hombros.
- A, vaya, ¿Tienes una chica especial en tu vida?
- ¿Enserio? Mírame - dice Abraham dirigiendo su palma desde su frente hasta los pies. - ¿Creés que esto tiene una chica especial esperándole?
- ¿Es un tío entonces? - dice "Sara" alzando una ceja.
- Otra broma que ponga en duda mi indiscutible puesto tres y no te dejo entrar en mi casa - dice Abraham con cierto tono de cabreo. - San Valentín es el día del amor de amistades y familia también, busco algo para mis hermanas y mis padres.
San Valentín, seguramente el santo menos favorito de "Sara".
"Al menos estando las cosas como están, este año no veré un encuentro romántico entre Misel y Martín", "Sara" se odió a si misma por pensar eso.
- Ahora que sacas el tema, ¿Este sábado puedo ir a entrenar sin problemas, cierto?
- Si, además estaremos mejor preparados, he comprado cintas y puede que Marí se apunte para un sparrin.
- Marí, ¿Tú hermana?
- No hombre, Marí Curie, que la han sacado radiante de la tumba y ahora quiere pelear - dice Abraham haciendo rodar sus ojos para luego terminar en una expresión pensativa. - Eso sería una buena idea para un manga.
- ¡Ay! - suspira "Sara" mientras Abraham vuelve a escribir en el móvil. - ¿Por qué se va a apuntar ella?
- No, olvídalo, ya está hecho.
- No, a ver, si no tengo nada en contra de que se una alguien más.
- ¿Eh? No, yo decía lo de Marí Curie, parece ser que ya hay un manga de eso - dice Abraham enseñándole a "Sara" la pantalla del móvil.
- ¡Ay! Por favor, no desvíes el tema, ¿Por qué se quiere apuntar tu hermana? ¿No estaba con un trabajo importante de biología? - dice "Sara" con un tajante movimiento de su mano de canto.
- Pues si, pero como Merry está con lo mismo se están turnando un fin de semana si y otro no para estudiar y avanzar - dice Abraham marcando un extraño compás con los dedos. - Pero no te preocupes, vamos a empezar entrenando, ya le di la chapa con la historia del boxeo cuando propuso unirse.
- Perfecto, he investigado un poco por mi cuenta también, creo que empezaré a hacer boxeo de sombras mientras estoy mirando las fotocopias salir de la máquina.
- Es buena idea - dice Abraham haciendo girar sus brazos como si se estirase. - Solo recuerda, la guardia siempre tapando el mentón - Abraham se pone en una guardia alta de inmediato. - y los golpes más rápidos siempre salen rectos.
- Que barbaridad, ya me quedó claro el otro día.
- A ver si es verdad, en la siguiente prueba habrá contra ataques - dice Abraham dando varios cruzados al aire.
- Lo que tú digas Rocky, venga, me voy.
Con eso "Sara" se despidió y Abraham se quedó allí pensando porque no sabía si lo había dicho por Rocky Marciano o por Rocky Balboa.
Por más que le hubiera gustado, ese día no pasó nada interesante en las prácticas y "Sara" regresó a su casa cinco minutos más tarde de lo habitual por problemas de tráfico.
- ¿Otra vez tarde? - le dice su madre cuando se sienta a la mesa.
- Es solo el segundo día que me pasa - le dice "Sara" que venía de dejar su bolso en su habitación.
- Perdoname por preocuparme por el bienestar de mi hija - dice su madre con falsa modestia.
- No estaba criticando nada mamá - le dice "Sara" respirando con los ojos cerrados. - ¿Qué hay hoy para cenar?
- Lentejas - dice su madre poniendo el plato y una cuchara en la mesa.
- Muchas gracias - dice "Sara" cruzando las manos para empezar a rezar.
- Espera, me uniré a tí - le dice su madre sentándose en frente.
Cuando terminaron de rezar y "Sara" limpió el plato junto al postre se quedó un rato de pie viendo a su madre trastear en la cocina.
- Misel no se encuentra mejor, ¿Cierto? - pregunta "Sara" finalmente.
- No - responde su madre apenada. - Lo peor es que no podemos hacer nada hasta que tenga, como mínimo, una tripa de seis meses, lo cual desgraciadamente será antes de lo que esperamos porque su embarazo psicológico avanza muy rápido.
- ¿Te ha llamado su equipo? - dice "Sara" fingiendo exitosamente que no sabe nada.
- Si, les he tenido que explicar toda la situación, afortunadamente por la privacidad de datos y todo este coso lo único que pueden decir es que está hospitalizada - la madre de "Sara" parece suspirar con muy poco alivio. - Esta es la cosa más rara que nos ha pasado desde que empezaste a cenar a las 7 de la tarde.
- ¡Oye! Las siete es muy buena hora para cenar - dice "Sara" cruzándose de brazos.
- cuando te acuestas temprano sí, pero luego tú pierdes el tiempo con documentales y series de Netflix - dice su madre haciendo un gesto de desdén con la mano.
- Mamá, no me puedes acusar de eso cuando a ti te encanta perder el tiempo con novelas turcas, españolas o indias.
- Como sea, no quiero que le digas nada de la situación de Misel a tus abuelos, a ninguna de las dos ramas, viven lejos y lo último que necesitan es más preocupaciones en su vida.
- De acuerdo mamá.Creo que mañana pasaré a verla, ya sabes para celebrar San Valentín en amor familiar, ¿Creés que la gustará el detalle?
- Por supuesto, tu hermana siempre a sido muy cursi para estas cosas - dice su madre sonriendo con nostalgia. - De hecho, papá iba a cancelar una reserva que teníamos en Dorsian para celebrar debido a su situación y ha dicho que si nuestro amor se debilita por su culpa jamás podrá perdonárselo.
- Si, Misel es una mujer de emociones fuertes - dice "Sara" sonriendo igual que su madre. - Saldrá de esta, hasta la enfermera dijo que este era un caso relativamente común.
"Sara" también se había informado sobre esto, el porcentaje de mujeres que morían durante la intervención de un embarazo psicológico era bajísimo y la mayoría de casos eran de países muy alejados del suyo.
"Aún no sé que es la marca del polvo, pero por lo poco que me dio ha entender Martín, parece ser más un tatuaje que algo sobrenatural. Tengo que dejar de sobrepensar las cosas, las emociones descontroladas me traerán problemas", se dijo para si misma antes de subir hacia su cuarto.
Capítulo 15: un historial impecable.
Martín vivía en una cabaña de madera construida por él mismo en lo más profundo del bosque, era una zona alejada de los senderos y solo podías llegar si conocías el camino o si te perdías.
La cabaña la construyó con sus propias manos una semana antes de empezar su misión de espionaje y solo contaba con una cama, una mesa con un cajón profundo de documentos y una silla.
"En realidad, la silla me sobra", solía pensar Martín.
Para asegurarse de que nadie se acercara a la casa, había puesto un tocón con un hacha clavado hasta la mitad de la madera y en la puerta de la entrada ponía con pintura roja "abrazos gratis".
Así que tumbado todo lo largo que era en su cama de dos metros que estaba literalmente solo separada diez centímetros de cada esquina del cuarto, Martín miraba su móvil con 157 ventanas en Google solo si no contábamos las que también tenían ventanas emergentes agregadas.
"Es todo parte de un sistema anti-espionage", se solía decir cómo escusa para no ser más ordenado.
Llamada entrante.
- ¿Hola? ¿Quién llama? - dice él al descolgar.
- ¿Quién crees que es, cariño? - le responde la voz al otro lado.
- Es difícil saberlo de primeras cuando siempre llamas de forma anónima, Reichel.
- De cualquier manera, eso no importa, escucha - dice Reichel del otro lado mientras se escuchan sus dedos en un teclado. - Lo de tu amiguita es impresionante, llevo 24 horas analizando su actividad online en los últimos 5 años y no ha buscado pornografía ni una sola vez.
- Reichel, enserio, hay cosas más importantes - dice Martín poniendo los ojos en blanco. - Además, tiene sentido, las mujeres no suelen mirar pornografía, es un mercado mayoritariamente masculino.
- Como se nota que no has estado con una mujer en tu vida, vaya comentario de viejo verde que sueltas - dice ella deslizando el ratón hasta hacer doble click en una carpeta.
- Bueno, suele pasar cuando no tienes genitales, ¿Has recopilado algo que merezca la pena?
- He creado una carpeta con los datos más importantes sobre ella, te enviaré un PDF, ya sabes el proceso.
- Si, recuerdo como se hace una fotocopia - dice girándose hacia el lateral de la cama que no mira a la pared. - ¿Hay alguna que sea segura por aquí?
- Me temo que no, tendrás que entrar de noche en alguna papelería.
- Tendrá que ser mañana entonces, quizás con todo esto de San Valentín estén algo más despistados, porque aquí son muy anticuados, ¿No hay ningún cierre electrónico que pueda hackear con mi llave maestra, cierto? - dice Martín mientras abre una de las estrías en su piel y saca una tarjeta.
- No, nada de eso en kilómetros a la redonda y menos aún desde los incidentes con Monika, la gente se ha vuelto un poco más reacia a las tecnologías, o al menos la gente de treinta años en adelante con grandes negocios, tú sabes.
- Si, si - Martín se cose la herida y se sienta en la cama mientras se pasa una mano por el pelo. - Respecto a la chica, ¿Es de plena confianza?
- Pues como mínimo sabe a qué está jugando, literalmente lo primero que buscó en internet nada más regresar a su casa fue, "¿Me estáis espiando, no es así?", lo buscó en inglés - se escuchó un pequeño meneo de una caja de chicles cerca del micrófono. - No creo que sea una espía, pero también creo que esta ocultando algo de información a drede, su hermana está hospitalizada, sufre de un embarazo psicológico y lo he estado mirando, la marca que ella dice puede ser un hematoma por acumulación de estrés. Lo he buscado es como una estría retorcida y venosa, a veces le sale cuando la madre no está mentalmente preparada para un embarazo.
- ¿Has espiado a la hermana también? - dice Martín pasándose una mano por el pelo.
- Si, no ha sido muy difícil, ella tenía gran parte de su información en línea porque es una jugadora de fútbol profesional, centro defensa según parece, también he hackeado su móvil y tengo las conversaciones importantes de sus contactos, ¿Los quieres? - se escucha como un par de chicles caen en la mesa y Reichel toma uno.
- ¿De la hermana?
- Si, hay un par de detalles que he resaltado pero no veo nada que la vincule con la secta que nos interesa, ¿Te lo envío o no? - Reichel empieza a masticar uno de los chicles, solo por la forma en la que se escucha el movimiento de su lengua Martín deduce que es de fresa.
- Vale, como sea - dice rascándose la cabeza. - Dicen por aquí que el saber no ocupa lugar.
- Okey - Reichel hace una pompa con el chicle y la hace estallar. - Ya te debería haber llegado.
- Si, aquí lo veo, pues corto y cierro.
- Venga señor Águila, esto es una llamada de teléfono, no la línea privada del comunicador - dice Reichel haciendo estallar otra pompa. - Cuídate cariño y no te involucres mucho con esa muchacha, lo último que necesitamos...
- Es enterrar un cadáver - Martín le completa la frase. - Si, lo se, ya entiendo ese punto, ahora sí que corto, adiós.
- Buen adiós.
Martín tira el móvil en una parábola para que llegue encima de la mesa. Luego se queda mirando el suelo, como quien mira una zapatilla recién levantado, pensando en todo lo que ha pasado hasta ahora.
"Estoy tardando mucho en dispararle a alguien", piensa mientras se mira la mano que tiene en posición de apretar un gatillo. "Ay, "Sara", en que lío más tonto te has metido", niega con la cabeza.
Mirando de pasada el PDF que le han mandado no encuentra nada destacable en ella más allá de sus victorias en Jujitsu, es un buen número para ser una luchadora amateur.
"No tenía intención de meterte en esto pero pensándolo bien, pareces alguien que sabe defenderse sola", Martín hace rodar sus hombros mientras se estira. "Este sábado tú y yo vamos a tener una charla muy importante".
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